Ya, ya ya sabemos que esta era una historia para niños y que por eso no vimos muchas cosas interesantes que a los niños tal vez no les interesaban, pero venga, J. K. Rowling , hay algunas mejores de las que hicisteis con Animales Fantásticos.


Sirius Black, el hombre sin un reloj y mucho menos un calendario, consigue plantarse a la hora de la cena frente a la puerta del despacho del profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

Jódete, Snivellus, que no eres tú.

Un poco nervioso, excitadillo y ciertamente orgulloso desde que se ha enterado hace unas horas del nombre del nuevo profesor.

Esto va a llevar bastantes explicaciones difíciles, pero... ¿Cómo no va a venir a pedir ayuda para atrapar a ese rastrero asesino que corre por la escuela? Si siempre ha sido sabido que las cosas salen mejor cuando las haces con tus amigos.

O sea, es que uno pensaría que encontrar un chaval pelirrojo con una rata no podía ser tan difícil. Bueno, a lo mejor no lo sería si esto no fuera puto ESCOCIA.

También uno pensaría que la contraseña para entrar al despacho del profesor de DEFENSA Contra las Artes Oscuras, sería la más complicada del colegio.

Tal vez lo sería si alguien no fuera un sentimental. Y conste que ha probado con "Lunático" primero porque no quería verse tan... creído. Y aun así...

"Canuto"

Chirriar de la puerta.

Sonrisa del millón de dólares. Bueno, pongamos que la sonrisa ahora es de cómo 999.987$ dólares. Digo... por qué le falta algún diente y eso. Y aun no consigue una puta varita para arreglarse un poco.

Es la mejor sonrisa del universo aun sin algún diente.

Pero bueno, aaaaalguien ha estado pensando en aaaaaalguien máaaaas.

Se mete al despacho corriendo, porque igualmente la hora de la cena no es el mejor momento para estar por los pasillos, aunque todos estén en el comedor, cerrando la puerta a su espalda y mira alrededor.

Debe tener el despacho todo lo nostálgicamente arreglado posible. O sea, créeme. Vas a reconocer UN MONTÓN de cosas. Esto es Hogwarts: El mejor lugar en el que ha estado jamás y tú, James y… Peter.

Bueno, bueno, que a lo mejor ha estado dentro de Sirius alguna vez. O sea... no, sí, A en B literalmente. Gracias, Sirius, por la imagen mental.

¡Sirius! Joder... El segundo mejor lugar.

Gracias.

Debe haber cuatro mil cosas que le regalaron ellos. Todas las cosas que posee que le dió Sirius están ahí.

Peeeeero miraaaaa... ropa limpia y que huele a... Ugh. Puto Remus Lupin. LO PRIMERO QUE HACE es robar un jersey de esos marrones que le queda grande, ponérselo, meter la cabeza dentro y aspirar como si fuera cocaína. Se promete a si mismo que nunca va a salir de ahí dentro, se lo van a tener que ARRANCAR de su cuerpo frío y muerto. De hecho, se quita su camisa de preso sin salir de dentro del jersey en un complicado movimiento.

Vas a salir de ahí, te lo aseguro. Cuando tengas un mejor lugar en donde estar.

Probablemente, porque este puto jersey parece hecho de abejas. Pero por ahora...

Róbale toda la ropa, venga… calzoncillos. Calcetines y unos pantalones que te van a quedar enormes.

Vale, sí, buena idea. Porque además esta calentita y huele bien. Y la camaaaa, mira, está ahí y es una cama de verdad, con un colchón de verdad. No quiere tumbarse porque no quiere quedarse dormido pero es que las sábanas limpias y calientes. Todo el cuarto huele a Remus y a Hogwarts y... no llores, Sirius, no llores.

Estás bien, estás en un buen lugar.

Sí va a llorar en la cama hecho bolita.

Ay, Sirius.

Pues es que Azkabán es un lugar horrible y como perro no es que pudiera dormir en muy buenos lugares tampoco.

Espera a Remus, ahora viene, ahora viene. Ya, ya, ya… desde ahora dormirás aquí, vas a ver.

Y cuando llegó a Hogwarts, aunque los tres dementores que hay aquí comparados con los de Azkabán a él ya no le afectan, pudo robar comida de verdad en la cocina y... el castillo. No ha entrado muchas veces porque Dumbledore le da miedo, pero hasta la casa de los gritos era mejor que Azkabán.

Remus tiene una foto contigo junto a la cama estoy SEGURA, probablemente puesta boca abajo.

No sé si la vaya a ver por ahora.

Ay, mi niño… ahora viene. ¿Va a estar llorando mucho rato?

Pues hasta que se duerma, porque no quiere dormirse, pero se va a dormir igual.

Vale, entonces es que Remus Lupin vuelve a su despacho después de cenar para lavarse los dientes e irse a dormir. Así que ahí está, susurrando la palabra secreta en la puerta bastante distraídamente, bostezando.

Y seguro le viene el olor mientras el otro duerme.

En cuanto abre la puerta casi aun sin entrar, es que se queda paralizado. Frunce el ceño, pensando que… no es posible que… esté aquí. Huele el aire un poco más y cuando le HUELE inequívocamente, por un segundo (qué le hará sentir culpable luego) piensa dar la alarma y gritar para que vengan por él. Descarta la idea del todo casi de inmediato, se lleva la mano al bolsillo por su varita y suspira, cerrando la puerta tras él.

—¿S-Sirius?

No solo huele, o sea, es que seguro lo oyes respirar.

La verdad, entre lo mucho que escucha ahora mismo su corazón, el OLOR de Sirius y las millones de cosas que le llenan la cabeza, ni siquiera lo escucha al principio... hasta que se enfoca un poco más cuando cierra la puerta.

Es que Sirius está dormido como piedra.

—¿Sirius? —baja la varita al notar que está dormido, acercándose un poco a él con cuidado porque además… no, no parece Sirius.

Él se sobresalta un poco, despertando sin saber dónde está por un instante. Incorporándose en la cama y echándose para atrás contra el rincón haciéndose bolita doblando las piernas.

Remus parpadea porque… es que si parece un poco la sombra de Sirius, pero no parece Sirius de verdad. Está delgado y demacrado y… mayor… se queda unos cuantos segundos mirándole con la boca abierta.

—¡E-Espera! Espera —pide nada más reconocerle, levantando las manos hacia él, asustado.

Y es que suena… la voz es… quebrada y rasposa y… Remus traga saliva sin moverse.

—No me... antes de... antes de llamar a nadie o gritar o... atacarme. Espera, por favor.

—A-Atacarte… —repite Remus.

—Ehm... soy... Soy yo. Hum... Sirius.

—Hueles… sí —da un pasito hacia él—. Sirius. S-Soy Remus —Remus diciendo obviedades.

—Me he... fugado. De Azkabán —confiesa y se tensa un poco más, contra la pared.

—E-Eso… ya lo sé. D-Dumbledore….

—No sabe que estoy aquí. Nadie sabe que estoy aquí.

—Pero… e-estás aquí —se le acerca más y le abraza.

El ex convicto se tensa un montón con eso pensando diez mil cosas antes que qué vaya a abrazarlo.

Remus es que ni siquiera piensa que Sirius no vaya a entender, solo se echa encima de la cama y sobre él.

Este, aprieta los ojos súper quieto y tenso.

Remus se detiene un poco con la tensión de Sirius, tensándose también y separándose para mirarle. Temiendo encontrar al… Sirius MALO que no ha creído nunca que exista pero que pintan en todos lados.

Sirius sigue tenso y con los ojos apretado.

—¿S-Sirius?

—¿Q-Qué? —Finalmente abre un ojo un poquito y parpadea, mirándole cuando le llama

—. ¿Q-Qué...haces?

—P-Pues… —Remus se sonroja—. Y-Yo solo… m-me dio… gusto verte —se separa del todo, incómodo.

Es que se le lleeeenan los oooooojos de láaaaagrimas otra vez.

—¿Sirius? —susurra más suavecito y el nombrado se vueeelve a poner a llorar—. Estás… estás llorando —susurra sin atreverse a acercarse de nuevo del todo. Y cueeeestaaaaa, pero le pone una mano en la pierna.

Se le echa un poco encima para que vuelva a abrazarle y Remus le abraza, desde luego.

—Eres tú…

Le lloooora sobre el pecho. Vale, esto no estaba planeado, pero es que doce años sin contacto humano...

Remus le acaricia la espalda. Y no, no está llorando él también. ¡Se le metió algo al ojo!

Sirius tarda un poquito en recomponerse, la verdad, pero acaba por sonarse los mocos, no se si contra el jersey, lo siento, Remus.

—¿Estás lastimado?

Niega.

—Estás… en los huesos. Cómo… cómo…

Traga saliva y se recompone un poco. Se mira a si mismo con su ropa de Remus que le va grande.

—Solo puedo robarla o pedirla.

—A mí no puedes robarme nada, todo lo mío es… —vacila porque hace años no se ven ni se hablan ni se nada, pero realmente… es lo que piensa. Aprieta los ojos—. Sirius… necesito que me expliques todo.

—Nunca... —Baja la mirada con ese corte en la frase.

—¿Ajá?

—Me alegro de que consiguieras ser profesor —sonríe tristemente, desdentado, decidiendo mejor cambiar de tema.

Remus le mira unos segundos y es que… todo, todo Sirius es… como no debería ser Sirius Black. Y aun así, el corazón le late al doble de velocidad solo con esa sonrisa.

—Gracias… es… lo mejor que me había pasado hasta…

—Prometo que no he venido a estropeártelo —desvía la mirada—. Pero tengo que matarle, Remus. Tengo que... ya no quiero atraparle, a estar alturas me da igual lo que pase conmigo o si me devuelven a Azkabán.

—No —Remus le mira con bastante horror—. ¡No! No puedes…. No… ¡No! ¿Qué te pasa Sirius? Como es que… ¡No! —se le separa.

—¿Cómo vas a decir que no?

—¿E-Entonces sí les mataste t-tú? —es que hasta se le corta la voz.

—¿Qué?

—¿S-Sí lo hiciste? Yo siempre… t-tenía la esperanza.

—¿Hacer qué? Concéntrate, Remus, tengo que buscarle. Todos estos años... y está aquí, ¡escondido en algún lado! Imagina cara que va a poner el puto Señor Oscuro cuando lo haga.

—¿A… quién? —Remus parpadea.

—¡Al puto Peter Pettegrew!

—¿Qué?

—¡Esta aquí! ¡Escondido como una rata! ¡Por eso he venido!

—Peter… ¿E-está vivo?

—Reconocería a ese hijo de puta de un solo vistazo.

—¿Y cómo lo sabes?

—Lo vi en el periódico. Soy amigo del ministro de magia, me lleva el periódico a veces. Estaba en una foto, Remus, tan feliz.

—Eres amigo del… Vale, es igual… ¿Cómo es que está vivo? Pensé que al menos ÉL lo había matado y no tú. ¿Y el dedo? —Remus aprieta los ojos.

—¡Se lo cortó él mismo! Tienes que ayudarme a encontrarle, por Cornamenta.

—Sirius, Sirius, Sirius… espera. Necesitas ir más lentamente.

Parpadea.

—No puedo ir más lentamente, Remus. Está aquí, en algún sitio. ¡Correteando libre como si no hubiera hecho nada de lo que hizo!

—Peter? ¿Qué hizo? Es que ¿¡De qué estás hablando!?

—¿A tí qué te parece?

—¿Ser un cobarde?

—Bueno, eso desde luego —se levanta empezando a dar vueltas.

—Sirius, no entiendo nada, pero si Peter está vivo... ¿y qué hay del innombrable y tu... alianza?

—¿Qué alianza?

—Pues… James, Sirius. James.

—¡Exacto! ¡James!

—Pues aunque Peter no esté muerto, está ESO.

—¡Pues precisamente, Remus! —protesta un poco desesperado y la verdad, se la caen los pantalones.

—N-necesitas explicarme… y arreglarte un poco —Remus se sonroja casi de golpe sin poder evitarlo y cierra los ojos.

—¿Explicarte qué? —se sube los pantalones porque es que al estar de pie si que no le ciñen—. Es muy fácil. Peter no murió, se cortó el dedo y escapó convertido en rata. ¡Ha estado viviendo con una familia durante los últimos doce años!

—Por... cobarde, supongo, dado que él SABÍA.

—¡Sí!

—¿Y no te sientes culpable, Sirius?

—Pues claro que me siento culpable, Remus. Y tremendamente estúpido. YO convencí a Cornamenta. Fue MÍ idea.

—Bueno al menos… han servido de algo los años de Azkabán —Remus frunce el ceño pensando que habla de hacer el hechizo o algo así.

—Sí, bueno —le fulmina un poco, agriado con esa respuesta—. ¿Vas a ayudarme entonces?

—Necesitas explicarme qué te llevó a… hacer eso con James, Sirius. Y no puedes matar a Peter solo por ser cobarde.

—Pues pensé que sería demasiado obvio si era yo. Me pareció que Peter... Peter siempre fue... pequeño. Gris. No tenía nadie porque sospechar. Ninguno de nosotros lo sospechamos.

—No entiendo que estás diciendo, Sirius. Eras TÚ —Remus parpadea.

—¿Yo?

—El guarda secretos. ¡Tú eres el que les delató y además intentaste matar a Peter!

—¡No! ¡Es lo que te estoy contando! Peter era el guarda secretos. Yo le di la idea a James, porque Peter era... nadie iba a sospechar de Peter. ¡Y al muy cabrón le faltó tiempo de ir a delatarles a su puto Señor Oscuro! Quién iba a saber que... ¿Cuándo se hizo mortífago, Remus? ¡Es que tengo que matarlo!

Remus levanta las cejas... muy arriba. Sirius le mira, sujetándose los pantalones aun.

—Ohh... OOOOHHH! SIRIUSSS. Bloody hell, Sirius... Eres... ¡Eres inocente!

El nombrado levanta las cejas con eso sin esperar ahora esta deducción y Remus sonríe y se acerca a abrazarlo.

Esta vez no le toma tan por sorpresa, pero vuelven a caérsele los pantalones y tarda unos instantes en devolverle el abrazo.

—Lo sabía... ¡No podía ser! Cómo es que... ¿Cómo es que no me explicaste esto antes? ¡Sirius! ¿Cómo no le explicaste a Dumbledore?

—¡Lo expliqué! ¡Les grité a todos que los había matado! ¡Llevo doce años gritándoles a todos que les había matado!

—¡Eres tan... idiota! No es así.

—¿Cómo no? —pregunta volviendo a subirse los pantalones.

—¡Todo mundo lo ENTENDIMOS TEXTUAL! "¡Yo maté a Peter Pettigrew!"

—¿Qué? ¡No! ¡Nadie quiso escucharme! ¡Dijeron que estaba loco!

—¡No te explicaste, Sirius Black! —se le separa un poco para mirarle—. Estabas riéndote maníaco gritando que les habías matado a todos, un dedo de "el pobre Peter"... ¿¡Qué esperabas que creyeran?!

—¡No que yo era el mortífago! Mi familia... Remus, ¡Tú sabes cuánto los despreciaba a todos!

—No sabes el impacto que tuvo todo esto. Yo lo sabía... hasta que creí que estaba loco y que quizás nos habías engañado a TODOS.

—¡Yo hui de mi casa! Los Potter fueron la única familia de verdad que tuve alguna vez, ¿Cómo iba yo a matar a Cornamenta?

—¡Pues justamente ESO era lo peor! Que los hubieras… entregado así. Y a Peter, ¡el dulce Peter!

—¡El mamón cabrón hijo de puta de Peter!

—Pues… —Remus aprieta los ojos porque lleva años teniendo muchos conflictos con esto—. ¿Cómo pudo Peter hacer algo así?

—No creo que vaya yo a querer sus explicaciones siquiera.

—O sea, pero Sirius, Peter... era incapaz de hacer ciertas cosas. ¿Te dijo algo ese día? ¿Cómo sabes realmente que era un mortífago?

—¡Pues porque él delató a James y Lily! ¡Ni siquiera hubo nadie presionándole de nada! ¡Él les traicionó! Nos traicionó a todos e hizo que los mataran y ahora está aquí viviendo tan feliz como si nada.

—Pero... pero... pero... ¡Es que esto hay que decírselo a Dumbledore!

—No pienso decirle nada a nadie. Pienso ir, arrancarle la cabeza a esa rata y esparcir sus sesos por todo el castillo y entonces esperar que todos capten el mensaje —explica gesticulando con las manos y sujetando los pantalones en el último segundo antes de que se caigan otra vez.

—No, no, no, no… y no. O sea… me parece muy bien que quieras todo eso, Sirius, pero…

El ex convicto le mira de manera un poco feroz.

—Sirius… ¡No puedes volver ahí! Tienes que… tenemos que limpiar tu nombre.

—Nadie ha estado interesado en ello los últimos doce años. Eso ya no me importa.

—Pero ES importante, a mí me… a mí me importa.

—A TI te... A ti tampoco te ha importado —le reclama.

—¿Cómo dices eso? —Remus baja la mirada.

—Los hecho hablan por sí mismos.

—¿A qué te refieres?

—Nunca intentaste escucharme tampoco. Nunca viniste a verme siquiera.

—Al principio, Sirius… estaba en shock —Remus suspira y se sienta en la cama.

—No pasa nada. Pero no me digas que te importa. Si no quieres arriesgar tu vida y tu trabajo por esto, me... Me iré por donde he venido y me ocuparé de esto yo solo.

—No seas tonto, Sirius… no. De verdad, sé que esto fue terrible para ti y no pretendo hacer como que mi situación fue horrible en comparación, pero… de la nada les había perdido a todos… y Dumbledore estaba convencido de que tú…

Vuelve a subirse los pantalones a la cintura y le mira.

—TODO EL MUNDO decía que eras tú y yo… tenía la esperanza de que no lo fueras. Pregunté si habían hablado contigo y el caso parecía muy claro. Le pregunte a los funcionarios de Azkabán si se te permitía escribir y me dijeron que no. Estaba enfadado, Sirius, por lo que habías hecho y esperaba que tú… me explicaras.

—Que yo... te escribiera a ti —repite Sirius y le da una punzada de dolor en la cabeza de repente, haciendo que se lleve las manos a ella un segundo y le vuelvan a caer los putos pantalones.

—Que me dijeras que no era verdad, nada de eso. Que era una locura, que tú no habías sido… esperaba que Dumbledore o ALGUIEN me dijera que era un malentendido. Pero él… TODOS, estaban convencidos. Mis padres me dijeron que tenía que seguir mi vida… mamá enfermó, yo seguía siendo un hombre lobo. Ni siquiera podías recibir visitas.

—Tu madre... ¿Tu madre cree que yo maté a los Potter? —Se sube los pantalones otra vez y le mira.

—Sirius es que… todo mundo cree que CONFESASTE.

—Y los... los padres de James...

—Están muertos. Igual que mis padres —puntualiza y suspira—. Pero también.

—Murieron... ¿todos murieron pensando que yo...? —Aprieta los ojos—. Por lo menos soy el último de los Black.

—Pues… creo que sí —Remus se lleva las manos a la cara.

—No. Lo sé. De eso sí me informaban. Mis padres también están muertos y a Regulus lo dieron por muerto después de estar desaparecido por años.

—Harry también lo cree… —Remus suspira.

—Harry lo... ¿Harry qué?

—Cree que tú mataste indirectamente a sus padres, como toooooodos y ahora has venido aquí por él.

—¿Por... él?

—Sí.

—¿Cómo voy a...? —Parpadea un par de veces y traga saliva—. ¿C-Crees que... Crees...?

—Pues… No. No realmente. Yo seguía dudando de todo —de la nada, saca su varita y sin pensar mucho le ajusta toda la ropa.

—O-Oh... ¡Oh! —da un saltito cuando la ropa se ajusta, aunque aún parece decepcionado con esa respuesta—. Pero...

—¿Hubieras preferido que sí creyera del todo que querías matarle? —Remus, que le conoce bien, frunce el ceño. Aunque sonríe un poquito porque se ve mejor.

—¡No!

—Lo que pasa es que me sentía culpable por no creerlo.

Sirius parpadea sin seguir de lo que habla ahora porque él estaba en otra línea de pensamiento muy diferente.

—Todo indicaba que sí y yo… espera. ¿Qué estás pensando?

—¿De qué estás hablando?

—De si yo creía que querías matar a Harry.

—¿TÚ TAMBIÉN creías que quería matar a Harry? —tan escandalizado con la idea.

—Te estoy explicando que no, pero al parecer debía creerlo. ¿Qué me estabas preguntando?

—¡¿Cómo ibas a creer que YO quería matar a HARRY?!

—Pues es que yo no quería creerlo pero todos estaban seguros. ¡Hay dementores afuera de la escuela para evitar que eso pase, Sirius!

—P-Pero... ¿Harry cree que quiero matarlo? ¿YO?

—Pues ¡no tiene motivo alguno para creer lo contrario! Sirius…

—F-Fui... Fui a verlo. ¿Sabes? Cuando... cuando logré salir. A Little Whinging —explica, vacilando sin mirarle.

—¿A Harry? Ay, Sirius…

—Es... Es mi única familia, Remus. Es IGUAL que él —asiente.

Remus le mira a los ojos con eso. Su ÚNICA familia. Baja la mirada.

—Sí, sí es igual que él —susurra todo desconsolado.

—No puede pensar que quiero matarle. Hay que... Tengo que explicarle. Él es el último de los Potter. Si los padres de Cornamenta murieron pensando que yo mate a su hijo quizás podría resarcirme con Harry. No puede él pensar que yo...

—Por eso no puedes matar a Peter —le mira un poquito triste, aunque sonríe—. Tienes que explicarle a Harry y a Dumbledore y a Minerva y a todo mundo que tú no eres culpable y podrás vivir bien y hacer una vida normal.

—No, tengo que matar a Peter. Peter tiene que morir. Es lo mejor que merece después de lo que hizo con Cornamenta.

—Merece ir a Azkabán, Sirius. Pero tú mereces una vida —le extiende su varita para que la tome —. Normal.

Sirius traga saliva con eso, mirando la varita.

—Estoy muy cansado —asegura sin tomarla.

—Necesitas un baño y arreglarte un poco. Los dientes, además… Una poción para regenerarlos.

Abre la boca y se lleva la mano a ellos, sonrojándose un poco.

—Yo conseguiré la poción. Y te compraré algún producto especial para el pelo, ¿te parece bien? Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras —le sonríe.

Sirius se toca el pelo y se lleva la mano a la cara porque ¡Su pelo! Se le... se le había olvidado todo esto.

—Te ves bien para llevar tantos años ahí. Solo es que necesitas un baño, Sirius. Necesitas volver a la vida. ¿Has comido?

—P-Pido comida en Hogsmeade y...

—Comida de verdad, Canuto… —Remus suspira.

—A veces me dan carne... Abe, de La Cabeza de Puerco. Siempre me mira entrecerrando los ojos y me pone los pelos de punta.

—Ya, ya… Él es buena persona. A mí también me ve siempre de ESA forma.

—Estoy en... Estoy viviendo en la casa de los gritos desde que llegué aquí —le sonríe un poco.

—Necesitas un mejor lugar, puedes… B-Bueno, entendería que no quisieras quedarte aquí aquí…

—No puedo quedarme aquí. Entrar ha sido una pesadilla. Menos mal de los pasajes secretos, porque llegar hasta tu despacho... y por la noche es peor, casi me atrapan varias veces. Aunque mataría por una comida, un baño y una cama calientes.

—Sirius, quédate aquí. No tienes a que salir por ahora. Comida. Puedo yo dormir en el suelo si… bueno.

—No voy a quedarme aquí ¿y si alguien me descubre? Van a echarte y esta es tu oportunidad de hacer lo que siempre has querido. Solo quería venir a... Bueno, ya que estás aquí pensé que podías echarme una mano con Peter, pero esto es lo que siempre quisiste y quería que supieras que estoy orgulloso de ti.

Remus le mira, porque… él también está un poquito orgulloso de si mismo. Y NADIE más le ha dado trabajo nunca por ser un Hombre lobo y es el mejor trabajo del mundo. Y que Sirius esté aquí y le diga eso… se le empañan los ojos.

—No voy a quitarte eso... No podría perdonármelo y ya tengo bastantes cosas que no puedo perdonarme.

—No vas a quitarme nada, Sirius. Necesitas al menos un tiempo estar en un buen lugar, recuperar peso, comer bien. Yo… voy a pedir comida, ¿vale? Y tú vas a darte un baño.

El nombrado toma aire, pero es que... asiente un poco.

—Me… me alegra mucho que estés aquí —susurra Remus—. Y saber que no has sido tú.

—A lo mejor el baño de profesores... a las dos de la mañana... sea un riesgo que podamos correr.

—Me parece que vamos a tener que correrlo. Y voy a pedirle a Madame Pomfrey la poción para los dientes —Remus asiente y sonríe de lado—. A mi suelen pasarme cosas raras todo el tiempo, Sirius… creo que puedo convencerla.

—Gracias, Lunático.

—No hay de que agradecerme, es… —suspira y sonríe—. Lo mínimo que puedo hacer por mi mejor amigo en el mundo.

Sirius suspira con eso pero sonríe un poco. Sentándose en la cama otra vez.

—Lo siento… —empieza Remus de nuevo.

—¿Eh? —Sirius le mira.

—Debí haber hecho más por ti. Yo sabía que tenía que haber una explicación.

—Ni siquiera recuerdo bien... Creo que tengo los recuerdos bloqueados. O perdí la noción del tiempo —O alguien te borró la memoria de la mitad de los años que estuviste ahí porque escribiste un libro sobre hombres-lobo que te robaron. (Ejem, Gilderoy Lockhart… ejem)

—Quizás es una forma de tu mente de protegerte del horror que has vivido —le mira todo agobiado.

—Tal vez —suspira.

—Lo siento, Sirius. Siento que todo esto haya pasado.

—Ya se terminó. Vamos a pensar en eso.

—Y no vas a volver.

—Con mucha suerte —sonríe un poco.

—No lo harás. Venga, por qué no te escondes en el armario mientras llamo al elfo y pido comida.

Mira el armario y la verdad es que le dan un poco de miedo los lugares oscuros y cerrados pero... se convierte en perro y ahí va.

Remus llama a uno de los elfos y le pide media cocina, de las cosas que recuerda le gustan a Sirius, que salivea como si no hubiera mañana.

La ropa de Remus nada en saliva. Por fin los elfos se van, preguntándole si no le ha gustado la cena y asegurando que en unos minutos traerán lo que ha pedido.

Sirius sale con unos hilos de baba de un palmo y medio.

Remus se muere de risa con eso y cuando se ríe, Sirius mueve la cola involuntariamente.

Remus se le acerca y le hace todos los cariñitos del universo porque es más fácil esto así que hacérselos como persona.

Va a echársele encima y a lamerle la cara porque está aquí y hace mil años que no le ve y acaba de salir del peor sitio del universo y es profesor y va a ayudarle y ha pedido comida y...

—Canuto, ¡Canuto! ¡Para! —Remus se muere de risa, porque le echaba de menos un montón.

El perro se sienta, si hace falta, sobre él. Clavándole todos los huesos, con el pelo todo enmarañado.

Es que además no eres un perro pequeño, aunque estás delgadito.

Le mira, moviendo la cola y con la lengua fuera.

Remus levanta las manos y le acaricia la cabeza mirándole a los ojos.

Este vuelve a lamerle la cara.

Remus sonríe, cerrando los ojos, sintiéndose un niño de quince años de nuevo y Sirius... es que la comida, pero es que el contacto humano. Pero es que la comida...

—Siriuuuuuus! —susurra Remus riendo.

Vuelve a convertirse en humano y de repente están SUPER CERCA. Remus traga saliva, con las dos manos en el pelo de Sirius. Sonrojándose.

Y Sirius vuelve a abrazarle. El hombre lobo le abraza de vuelta, apretándole contra él.

—Te quiero… —ya empezamos. Sirius levanta las cejas con eso—. Ugh...

—Ehm... —el ex convicto se separa sin saber cómo... manejar esto.

—Ya sé… ya sé —Remus tiene los ojos apretados.

—¿Quieres... hablar de eso? —le mira, igualmente tomando algo de comer para devorarlo.

—No. No creo que sea el momento.

—Y... —mira su comida, haciendo una pausa—. ¿Qué ha sido de tu vida entonces todo este tiempo? ¿Hay una señora Lupin? ¿Algún... pequeño James Lupin?

—Desde luego que no, Sirius—Remus se ríe un poco—. Nadie está tan loco como tú para querer salir con un hombre lobo.

—Pues... no le ibas a poner mi nombre a... Oh.

—La vida afuera tampoco ha sido especialmente fácil, Sirius… Ese día fue el fin de un montón de cosas.

—¿Por?

—Pues… en un día todos mis amigos desaparecieron para siempre. James, Lily, tú y Peter.

Sirius suspira con eso mientras sigue comiendo desesperadamente porque... joder con lo bueno que esta esto.

—Ya sabes cómo me había ido con lo del trabajo, así que tuve que... Bueno, ampliar mis posibilidades.

—Oh... ¿De qué modo?

—Fui... con los hombres lobo y fue un DESASTRE.

—¿Qué pasó? —Arruga la nariz con eso.

—No son buenos, Sirius. En general son bastante… exactamente como yo no quisiera ser.

—¿Y qué hiciste?

—Irme con los muggles.

—Oh... —levanta las cejas. Cosas que al señorito Sirius Black Tercero no se le hubieran ocurrido—. ¿Y cómo te fue?

—Tiene... algunas ventajas la magia y entre muggles... pues no sabían lo de ser un hombre lobo. Así que...

—Eso tienes que contármelo con más detalle.

—Te hubiera hecho gracia verme cargando cajas de comida... —Remus suspira.

—¿Así... sin camisa y...? —sonríe un poco.

—A veces, sí… Aunque en general no porque es más fácil esconder la varita en la manga de la camisa.

—Ah, ¡con magia no tiene tanta gracia!

—¡Pues no las iba a cargar sin magia!

Sirius se ríe un poco con eso y se atragante un poco, tosiendo. Porque debe ser la primera vez que se ríe ni sabe cuánto y no se acuerda del todo como se hace.

—Igualmente tampoco creas que da para comer mucho eso… —Remus sonríe.

—¿No? ¿Por qué no? Debiste escribirme. Aún debe estar mi herencia en alguna cámara de Gringotts.

—Pagan mal… Al menos tenía para comer. Venga ya, no te iba a escribir para eso. ¡Vendí también en Ollivanders productos para varitas!

—¿Por qué no? Hubiera sido un buen momento. Digo, ahora va a ser súper sospechoso ir, así que supongo que se va a quedar ahí... congelado. Pero puedes ir cuando me devuelvan a prisión o lo que sea. Te explicaré cómo —se encoge de hombros—. O sea... es que toda la puñetera fortuna de la antigua, noble y puta casa Black muerta de la risa en el banco ¿y tú muriéndote de hambre levantando cajas? ¡Venga hombre!

—No vas a volver a prisión, Sirius... de verdad. Dumbledore no va a dejar que eso pase cuando consigamos explicarle esto. Aunque... te dejó ir la primera vez. Ugh.

—Cuando le expliquemos esto me van a llevar a prisión por haber matado a Peter Petegrew. Esta vez de verdad.

—¡Sirius! Eso hay que… pensarlo bien.

—Ya, bueno —sigue comiendo, un poco agresivamente.

—Necesitamos hacer un plan.

—Voy a... encontraré una copia del Profeta donde vi la foto. Y lo verás. Será más fácil encontrarle si sabes quién es el chico que le tiene.

—¿Sabes de que día era?

Niega, porque tampoco sabe qué día es hoy.

—El... el tiempo en Azkabán es... peculiar. La forma en la que pasa y lo percibes.

—¿Fue hace muchos días? ¿Era un diario viejo? —le mira—. Me… me imagino. ¿Cómo lo percibes?

—Era verano. Este verano. Creo que ahora estamos en otoño. Recuerdo que solo sabía más o menos cuantos días habían pasado por el periódico del ministro. Pero me parece que no lo traía cada día. No sé cada cuanto lo llevaba.

—¿Que hacías todo el día?

—Dormir.

—Ohhh… ¿Día y noche?

—Casi todo el tiempo. No sé si me despertaba de día o de noche, pero casi todo el tiempo lo que hacía era dormir. Comer un poco e intentar dormir de nuevo.

—Es… hace sentido. Yo también lo intentaría… ¿No había momentos donde ya no podías?

—Y... —otra vez el pinchazo en el cerebro de la memoria bloqueada—. T-También tenía un... tenía... hacía el crucigrama. Y me leía el periódico, entero.

—Primera vez que Sirius Black leía algo medianamente largo… —le pica un poco, sonriendo.

—Hacia como hacen los perros —sonríe un poco pero suspira—. De hecho me pasaba la mayor parte del tiempo como un perro.

—¿No te reñían? ¿O no se enteraban?

—¿Quién?

—Pues los guardias o quien cuidaba ahí.

—Los dementores son ciegos. No sabían que yo podía... hacer eso. De hecho, así me escapé.

—¿No tienen efecto en los perros?

—Los dementores sí, pero los barrotes no.

—Cabías mejor como perro…

—Entre ellos —asiente y hace el gesto serpenteante como de meterse entre ellos con la mano.

—¿Fue difícil salir de ahí? No imagino ese sitio.

—Bastante. Fue más improvisación y suerte que otra cosa. Y luego el mar...

—Ya… ya. Nadie se ha escapado antes de ahí, de hecho.

Sonríe de ladito un poco orgulloso de eso y Remus se ríe un poquito con esa cara de Sirius.

—Entonces... ¿El asistente de Ollivanders? ¿Sabes hacer varitas?

—No, Sirius… No creas que era yo el asistente de nadie. Le vendía algunas cosas y casi sin contacto.

—¿Te hiciste intermediario? ¿Qué le vendías?

—Pues… lo estás imaginando más interesante de lo que era, Sirius. Era más bien un poco… buscar criaturas mágicas y tratar de obtener ALGO.

—¿Dónde?

—Pues en el bosque o en lugares abandonados.

—Perdona. ¿Me estás diciendo que puedo imaginarme a Remus Lupin corriendo por el bosque sin camisa persiguiendo Unicornios girando el lazo y montado en un caballo?

—Eso… sí, sí lo puedes imaginar. Aunque… No es tan genial como te lo imaginas.

—¿Por? —le mira de reojo.

—Porque tú estás imaginándolo como de cuento.

—Pues yo diría que... como para mayores de trece. Porque aun llevas pantalones, pero si me das un minuto...

Remus se ríe y Sirius sonríe un poco sintiendo que su corazón se descongela un poco por primera vez en muchos años.

—¿Solo un minuto? —pregunta Remus sonrojado.

—Pues ¿Para quitarte los pantalones? Sí.

—Eso es eficaz.

—Y más aun en mi imaginación —le guiña un ojo, porque se había olvidado de lo bien que se sentía bromear con un amigo.

—¿Y sueles quitármelos en tu imaginación?

—Tristemente, hace mucho que no —suspira.

—Al menos ya no estás ahí dentro… ¿Qué tal la comida?

—¡Tal como la recordaba! ¡Muchas gracias!

—Tendría que ir a pedir la poción para los dientes… —Remus sonríe sinceramente.

—Oh... quieres... ¿Quieres que me vaya para que lo hagas? Puedo ir a la casa de los gritos y volver mañana.

—¡No! No. ¡No vas a ir a ningún sitio! Quiero que te pongas un pijama mío y que te acuestes a dormir calientito aquí mientras yo consigo eso.

—¿Crees que sea muy arriesgado ir al baño de profes de la Torre de Astronomía? Ese al que no va nadie porque hay que subir un millón de escaleras... —Se mira a sí mismo.

—No… pero haré guardia en la puerta.

Sirius le mira de reojo pensando que eso es bastante aburrido, tuerce un poco el morro pero es mejor que nada.

—¿Queeeeé?

—Quería... seguir hablando contigo, pero vale, tampoco voy a estar tanto rato.

—Cerraremos la puerta con magia —Remus le mira unos segundos.

—No, no, puedes quedarte fuera. De hecho, sí, lo prefiero —decide pensando que no esta seguro de querer que le vea desnudo.

—Ohhh… Ohh. V-Vale —Remus parpadea—. Sé discreto.

Se limpia un poco las manos, se levanta, le mira y se convierte en perro.

—Lo digo en serio —le acaricia la cabeza.

Mueve la cola y luego inclina la cabeza pensando y se va a la puerta decidiendo que no, así está bien.

—Ya nos vendría bien la capa de James…

Asiente con eso y de repente se vuelve humano antes de salir.

—¿Y si me haces invisible? —propone.

—Te puedo hacer invisible pero… ya sabes que no es TAN eficaz con gente como Dumbledore pero mejor que si nos ve algún alumno no te vea —asiente.

—¿Un perro invisible? ¿O quieres... ponerme una correa? —suspira con eso.

—No te voy a poner una correa —le sonríe, porque sabe que lo odia—. Venga, te haré invisible.

—Sería más fácil. Podrías... nadie sabe que puedo convertirme en perro, así que solo pensarían que soy tu mascota.

—Y como tú casi no llamas la atención, Canuto… —mueve la varita y le pone al cuello un collar atado a una correa larga.

Sirius se lleva las manos al cuello con cara de susto/horror.

—No te sabía este fetiche —comenta Remus.

—Este, sin duda, es tuyo —responde.

—¡¿Mío?! —tira un poquito de la cadena, sonriendo.

—Desde luego, he tenido bastante de privación de libertad los últimos tiempos para disfrutar esto —igual da el pasito hacia él.

—Ohh… ugh. Sirius —aprieta los ojos—. No, venga, no.

—Pues es que... —sonríe un poco.

—Esto es… con mejores intenciones.

—No es eso lo que se ve en tus ojos.

Remus se sonroja.

—Ehm... Bueno... —Sirius vacila.

—¡No son malas!

—Mientras no me lleves a entregarme.

—Claro, Sirius… eso voy a hacer. Entregarte a la justicia.

Se tensa y da un paso atrás. Remus parpadea y cambia la cara.

—No, Sirius, no —levanta las manos, todo preocupado.

El ex convicto le mira aun no muy convencido, pero bueno, se convierte en perro entonces y Remus le hace un gesto con la mano para no tirar de la correa y ante la puerta.

—Canuto, como si no supieras tú mi mayor secreto… bastaría una carta al Profeta.

Le mira de reojo y se acerca a la puerta. El humano abre la puerta y decide que deben ir a muy buen paso.