Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del webtoon y la novela "La emperatriz divorciada" de Alphatart y con arte de Sumpul, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.
Capítulo 125. Explotar De Un Toque (2)
Tal como temían el Marqués Emmett e Isabella, Jacob estaba de un humor asesino. Ni siquiera estaba cerca de explotar puesto que ya lo había hecho. La sangre latía en sus venas como lava ardiente.
Jacob tampoco se encontraba en la residencia de los Swan. Tan pronto como escuchó que el Vizconde Vulturi había salido de su casa, fue a perseguirlo.
Sin embargo, antes de que pudiera alcanzarlo, varios hombres corpulentos y grandes se interpusieron en su camino. Jake intentó esquivarlos, pero continuamente bloquearon su paso. Los hombres se aseguraron de que no hubiera nadie más alrededor, y luego agarraron a Jacob por el cuello.
—¿Eres el chico bonito, Jacob Swan?
Jacob frunció el ceño. Se había metido en peleas muchas veces, pero rara vez alguien lo instigaba cuando sabía quién era. Los únicos que fueron tontos para hacerlo estaban completamente borrachos y no en un estado mental sano.
Pero si estas personas estaban confirmando que él era de la Familia Swan, entonces eso significaba...
Alguien los ha enviado a por mí.
Soltó una carcajada. El hombre corpulento apretó a Jacob y se burló de él. Jacob le hizo un guiño y el hombre le rugió directamente a la cara.
—¿Qué crees que eres…?
Pero incluso antes de que el hombre pudiera terminar de hablar, su visión giró al ser arrojado al suelo. Los otros hombres corpulentos se sorprendieron al ver a su compañero ser volteado tan fácilmente, pero superaron en número a Jacob y lo atacaron.
El enfrentamiento no duró mucho. Jacob, que había arrasado innumerables campos de batalla, nunca perdería ante algunos tipos de la calle que usaban sus puños. Jacob desenvainó su espada.
—¡Cobarde! ¡Usando un arma!
—Bueno, ¿no son ustedes los cobardes por atacarme cuando me superan en número?
Jacob derrotó rápidamente a los cinco hombres, y les apuntó con su espada cuando intentaron escapar. Se acercó al hombre más corpulento de todos, presionando su arma contra la ingle del hombre.
—¿Quién les ordenó venir a por mí?
—¿Q-Qué quieres decir con eso?
El hombre trató de permanecer fiel a su empleador, y Jacob esbozó una sonrisa maliciosa y dijo, "¡Adiós, futuros hijos!" Asustado, el hombre de repente soltó la información.
—¡Fue un hombre delgado de mediana edad! ¡No sé su nombre!
Había muchos hombres delgados de mediana edad, pero Jacob esbozó a grandes rasgos quién era.
El Vizconde Vulturi.
La expresión de Jacob se oscureció, y el hombre corpulento respiró hondo. Jake volteó su espada y le golpeó la nuca con la empuñadura para noquearlo, lo mismo hizo con el resto de los hombres, y luego escondió sus cuerpos en un callejón. Posteriormente, llamó a un sirviente para confirmar la ubicación del Vizconde Vulturi.
—Se ha ido al palacio.
—¿En carruaje?
—No, él está caminando. Parece que accederá por una entrada lateral.
—Trae mi caballo.
El sirviente trajo el caballo, y Jake se subió avanzado rápidamente, el sirviente cabalgaba detrás suyo. Cuando se acercaron al palacio, Jacob se bajó y ordenó al sirviente que se llevara el caballo a otra parte.
Jacob permaneció oculto en un camino que debía tomar cualquiera que viajara al palacio, luego vio la figura del Vizconde Vulturi acercándose. Jacob saltó y lo agarró, arrastrándolo a un camino desolado.
—¡Oh, Dios mío! ¿Qué está pasando?
El Vizconde Vulturi luchó con todas sus fuerzas, pero no pudo escapar del fuerte agarre de Jacob.
—¡Suéltame, mocoso! ¡Déjame ir!
El Vizconde Vulturi gritó a todo pulmón, y Jacob sacó su daga y la sostuvo junto a la cara del Vizconde.
—¿Ves esto?
—¡!
—Si gritas una vez más, te clavaré esto en la garganta.
—¡O-Oh…!
El Vizconde Vulturi tembló de ira, pero el miedo se impuso. Jacob era infame por su furia animal, y Aro no quería morir de forma lenta y dolorosa en este camino solitario.
El Vizconde Vulturi se calló, y Jacob golpeó el costado de su cuello, dejándolo inconsciente. Llevó el cuerpo del Vizconde a una mansión abandonada, lo arrojó dentro de una habitación sin ventanas y luego cerró la puerta. Aunque Jacob no había preparado cuerdas o sillas con anticipación, la habitación estaba amueblada con estos elementos, como si alguien los hubiera traído con un propósito similar. Jacob amordazó y ató el vizconde a la silla, luego lo abofeteó para despertarlo.
El Vizconde Vulturi se agitó antes de que sus ojos se abrieran de golpe y, aterrado, trató de liberarse cuando vio la expresión amenazante de Jacob. Sin embargo, la mordaza amortiguó sus gritos y la cuerda restringió su movimiento. En el mejor de los casos, solo pudo sacudir la silla hasta el punto de que casi se volcó. El vizconde jadeó con esfuerzo, Jacob sonrió y le tocó la oreja.
—Voy a quitarte la mordaza ahora, así que no grites. Si lo haces, te dolerá mucho el oído. Tu oído, por supuesto, no el mío. —Jacob le susurró tan bajo que el vizconde solo podía temblar de miedo.
Sin embargo, a pesar de la advertencia, el Vizconde Vulturi comenzó a gritar tan pronto como le quitó la mordaza. En respuesta, Jacob le agarró la cabeza y le cortó una de las orejas.
A pesar de las dudas previas del Vizconde Vulturi, ahora experimentó de primera mano los terrores asociados con Jacob. El dolor explotó a través de su cuerpo, y se sacudió contra sus ataduras. Jacob volvió a meterle la mordaza en la boca para reprimir sus gritos y arrojó la mitad de la oreja al suelo mientras tarareaba una melodía.
El Vizconde Vulturi estaba medio consciente en este punto, pero no se desmayó y consiguió dirigir una mirada a Jacob. Cuando Jacob se rozó la frente con los dedos manchados de sangre, el vizconde se dio cuenta de que no tenía sentido tratar de resistirse. La bestia no tenía ni un ápice de empatía en él.
Cuando el Vizconde Aro se quedó callado, Jacob le dio unas palmaditas en el hombro y lo elogió, diciendo que debió haber sido así desde el principio. Un segundo después, Jacob lo golpeó con el puño.
¡¿Por qué Jacob lo golpeaba cuando estaba sentado tranquilo?! El vizconde intentó decir algo sobre la injusticia, pero no pudo abrir la boca para hablar, ya que los puños de Jacob continuaron golpeándolo desde todas las direcciones.
Jake lo usó como si fuera un saco de boxeo, y justo cuando el vizconde se desmayó, Jake sacó su reloj de bolsillo. Luego, lo guardó y miró al hombre inerte atado a la silla. Sabía por experiencia que su víctima no moriría, y había ajustado su asalto para causar dolor intenso, pero no discapacidad.
Jacob lo abofeteó para despertarlo nuevamente. El hombre parpadeó abriendo sus ojos inyectados en sangre.
—Ahora estás despierto, ¿verdad?
Jake sonrió, saludó y sacó la mordaza. El Vizconde Aro no dijo nada esta vez, pero unos pequeños gemidos dejaron sus labios. Jacob no lo golpeó en esta ocasión, y en su lugar sacó un pañuelo y limpió los labios ensangrentados del vizconde.
—Estaba yendo lo más pacíficamente posible para obtener la información que necesitaba. ¿Por qué tenías que ser tan violento?
—¿Violento? Tú eres quien…
El Vizconde Vulturi cerró la boca cuando vio los ojos de Jacob. Después de enterarse de que Jacob estaba investigando a Irina, había enviado hombres con la orden de hacerle daño hasta dejarlo incapacitado durante los próximos meses.
Jacob acercó otra silla y se sentó frente a él.
—¿Estás ayudando a esa mujer?
—¿Qué mujer?
—La concubina del emperador.
—Yo... Yo...
—Ni siquiera intentes mentirme.
—...
El Vizconde Vulturi cerró la boca. Había visitado a Irina con tanta frecuencia que todos sabían que tenían una relación. Jacob sonrió.
—Habla.
—¿Qué quieres saber?
—Sobre esa mujer.
—¿Qué quieres saber de ella...?
—Cualquier cosa que sea de mi interés.
Jacob ni siquiera mencionó el tema de cómo el Vizconde Vulturi contrató a hombres para atacarlo, como si pensara que ese asunto ya había sido olvidado. En cambio, su mente estaba centrada en encontrar información sobre Irina. El Vizconde Vulturi tragó saliva.
—Es una plebeya.
—Nació como una esclava, ¿verdad? Es una esclava fugitiva. Tú mismo lo dijiste.
—Bueno... eso fue un malentendido...
—Vizconde, ¿sabe lo paciente que soy?
—¡!
—No mucho en absoluto.
Jacob levantó los labios con una sonrisa horrible, y el Vizconde Vulturi sintió un escalofrío en la espalda. Era un tipo de sonrisa que uno hacía antes de matar a alguien.
El Vizconde Aro respondió apresuradamente.
—¡Sí, Irina es una esclava fugitiva!
—Eso ya lo se. ¿Continúa?
—¿Continúa?
—Su condición de esclava fugitiva ya se conocía públicamente desde hace algún tiempo. Algo más.
El Vizconde Aro trató de estrujar su cerebro buscando lo que Jacob quería. Jacob ya era rico, por lo que los sobornos estaban fuera de discusión. Al mismo tiempo, el Vizconde Aro necesitaba apaciguarlo con una debilidad de Irina. Gritó su respuesta tan pronto como la encontró.
—¡Un bebé! ¡Ella tiene un bebé!
