Galaxy Angel – La novelización
Por Fox McCloude
Disclaimer: Galaxy Angel y todos sus personajes son propiedad de BROCCOLI. Todos los derechos reservados.
El último baile (7-2)
Tras la conferencia con los altos mandos (y agradeciendo que terminara relativamente rápido), Takuto convocó a una reunión en el puente del Elsior, ya que necesitaba hablar con la Brigada Angel sobre lo que iba a suceder ahora que su misión había terminado. Sobra decir que las Angels estaban muy conmocionadas por las noticias, tanto que no habían dicho ni una palabra mientras él les relataba todo.
– Así que, efectivo en tres días, seré relevado como comandante del Elsior y la Brigada Angel. – concluyó.
– ¡¿Eeehh?! – Milfie fue la que rompió el silencio. – ¿En serio te vas a ir, Takuto-san?
– Del Elsior, sí. – asintió él.
– Lo que significa que yo también tendré que irme con él. – agregó Lester.
– Sip, a ti también te toca empacar, Lester. – bromeó Takuto, haciendo que su amigo le diera un codazo por gracioso. Después de dejar de reírse, volvió a ver a las Angels, intentando sonreírles. – Escuchen, así es como tienen que ser las cosas. Les agradezco mucho a todas por todo lo que han hecho hasta ahora.
– No... – murmuró Mint, con sus orejas telepáticas caídas. – Hemos peleado juntos todo este tiempo para llegar hasta aquí. ¿No podemos hacer nada?
– Bueno... lo dudo. – dijo Takuto. – Son órdenes directas de los superiores.
– ¡No quiero escuchar ese tipo de órdenes! – protestó Ranpha. Pasó de enojada a triste en apenas un parpadeo. – ... ¿En serio creen que estaremos más felices si nos separan de ti?
– No... eso no es... – Takuto no supo qué responder. Por un lado, no le gustaba verlas deprimidas, pero por el otro, no podía evitar sentirse conmovido al ver que ellas también estaban tristes por tener que despedirse de él.
– Qué desgracia... – susurró Vanilla. – ... Me sentía... feliz contigo...
– Sí, yo también con ustedes, Vanilla. – replicó él tratando de volver a sonreír. – Todavía no lo han decidido, pero en cuanto se sepa quién será mi sucesor, se los haré saber.
– ¡Por favor no te vayas, Takuto-san! – dijo Milfie casi suplicando. – ¡No quiero seguir las órdenes de otro comandante que no seas tú!
– ... Gracias, Milfie, pero la decisión ya está tomada. – les recordó. No le gustaba, pero por desgracia, no era como que él pudiera hacer algo al respecto. Y la influencia del Comodoro Luft tenía sus límites, así que tampoco podía pedirle que moviera algunas palancas por él.
– Cierto... es natural para los soldados. – dijo Forte en tono solemne. – En ese caso, chicas, tenemos que despedirlo con una sonrisa. Ese también es parte de nuestro trabajo.
– Sí... – asintió Takuto. – Aún faltan unos días para nuestra separación formal, pero en serio, gracias a todas. Ahora, para animarlas, les tengo algunas buenas noticias. En tres días, habrá un baile de bienvenida para recibir al Príncipe Shiva, y toda la Brigada Angel está invitada.
– ¿Eh? ¿Qué acabas de decir? – preguntó Ranpha, cuya depresión pareció disiparse en un instante. – ¡¿Un baile?!
– Ranpha... tus ojos de repente empezaron a brillar... – murmuró Milfie mirándola.
– La milicia se encargará de cubrir todos los costos, así que son libres de ir a Fargo y elegir cualquier ropa que deseen para el evento. – continuó Takuto.
– Bueno, esa es una oferta muy generosa. – dijo Mint, sonriendo también mientras sus orejas telepáticas empezaban a agitarse de alegría.
– Jejeje, en ese caso, en lugar de un bono aprovecharé de comprar algo de una buena marca. – dijo Forte, cuyos ojos también parecían estar brillando casi como los de Ranpha.
– Oigan, pero no se excedan, ¿eh? – les advirtió Takuto. – Recuerden que todo el dinero sale de los que pagan los impuestos.
– ¡Un baile, un baile! – gritaba Ranpha emocionada. – ¡Ah, ¿qué clase de vestido voy a elegir?!
– ¡Hay muchas tiendas de alta gama aquí! – dijo Milfie. – ¡Esto será divertido!
Sin duda eso sirvió para levantarles el humor a las Angels. Incluso la estoica Vanilla, aunque no dijo nada como las demás, pareció sonreír ante el prospecto de ir al baile de Fargo. Aunque la despedida fuese inevitable, tenía que hacer que sus últimos momentos juntos valieran la pena. Con eso en mente, les dijo a todas que podían marcharse e irse preparando para el evento, ya que todavía les quedaban los tres días para hacer lo que quisieran.
...
Concluida la reunión, Takuto y Lester se fueron a caminar por los pasillos de la nave. El joven comandante no pudo evitar sentir algo de melancolía. Se había acostumbrado tanto a este lugar que le entristecía pensar que ya no iba a volver. Aunque ya supiera que esta misión sólo sería algo temporal desde el principio.
– *Suspiro*, ya no volveré a caminar por estos pasillos. – murmuró.
– Así es. – dijo Lester, que también parecía algo triste, aunque no lo demostrara tan abiertamente.
– Quizás debería despedirme de todos en el Elsior primero. – dijo Takuto.
– Sí, deberías... – corroboró Lester.
Los dos permanecieron en silencio otro rato más, sin decirse nada y Takuto intentaba asimilar y aceptar lo que iba a suceder. No podía hacer nada contra las órdenes de sus superiores, por mucho que fuera a extrañar la nave y a su tripulación. Y por supuesto, a la Brigada Angel.
– Hmm... y entonces, ¿a quién llevarás como tu pareja para tu último baile?
– ¡¿Eh?! – Takuto se detuvo en seco y dejó de caminar. – ¡¿Cómo te enteraste de eso?!
– Me contó el Comodoro Luft. – dijo Lester encogiéndose de hombros. – Por cierto, yo no planeo asistir. Prefiero quedarme fuera de todo ese espectáculo.
– ¿Pero yo sí tengo que hacerlo? – protestó Takuto.
– Eres el representante del Elsior. – replicó Lester. – Todo este show es para el héroe del imperio, después de todo.
– N-no me digas así, ¿quieres? – Takuto se sentía incómodo con ese título. Nunca se lo buscó cuando aceptó esta misión.
– Vamos, es una ocasión especial. Quienquiera que decidas llevar, asegúrate de pasarla bien.
Lester le dio un pequeño golpecito en el brazo mientras sonreía. Takuto no pudo evitar suspirar, pero supuso que invitar a una de las Angels sería mejor que ir solo. Pero ¿a quién de ellas debería invitar?
– No le des tantas vueltas al asunto, que eso no va contigo. – le dijo Lester. – Bueno, yo ya me tengo que ir. ¡Sigue trabajando duro!
Lester siguió avanzando por el corredor y desapareció tras la esquina, dejando a Takuto a solas con sus pensamientos. Tenía muchas cosas en la cabeza, y quizás era el mejor momento de pensar en ello y tratar de ordenar sus ideas.
Una cita para el baile. Cuando el último baile hubiera concluido, él tendría que dejar el Elsior y a la Brigada Angel. Quizás lo mejor sería primero despedirse de toda la tripulación y darles las gracias por haberlo recibido y servido bajo su mando todo este tiempo, por breve que hubiera sido. Era lo menos que les debía después de todo.
Bajó en el elevador hacia el hangar, que hoy se encontraba vacío y solitario, en contraste a lo ruidoso que solía ser mientras Creta y las ingenieras trabajaban todo el tiempo. Era un poco extraño la verdad. Sacudiéndose la cabeza para apartar esos pensamientos, observó que los Emblem Frames estaban todos aparcados en sus estaciones, y supuso que no estaría mal darles una última mirada para grabarlos en su mente antes de marcharse...
De repente, algo llamó su atención. Vio que había una pequeña figura parada al lado de los Emblem Frames, observándolos con mucha atención. Estaba de espaldas a él y tenía una larga cabellera rubia.
– ¿Huh...? ¡Hey tú! – llamó, mientras corría hacia ella. – ¿Qué estás haciendo aquí?
– ¿Qué? ¿Le estás hablando a Noa?
La figura se volteó y fue entonces que pudo verla. Parecía una niña, tal vez no mayor de diez u once años, con ojos púrpuras y la piel algo morena. Estaba vestida de una manera algo rara, con lo que parecía un leotardo púrpura y blanco con guantes asimétricos en sus brazos.
– ¿Noa? ¿Ese es tu nombre? – preguntó Takuto. – ¿Y tu apellido?
– Noa sólo es Noa. – respondió la niña, encogiéndose de hombros. – Eso es todo.
– "Qué niña tan extraña." – pensó Takuto. Luego habló en voz alta de nuevo: – Está bien, Noa. Pero es muy negligente que el personal del puerto haya dejado entrar a una niña. ¿Vives aquí en Fargo? ¿Por qué no estás con tus padres?
– Estoy esperando a mi Onii-sama. Él vendrá aquí pronto.
– ¿Onii-sama? – inquirió Takuto. Eso significaba "hermano mayor" en japonés. Bueno, por lo menos ahora sabía que no estaba sola o abandonada. – De acuerdo, en ese caso podemos pedirle que venga a buscarte. Por cierto... – Miró de nuevo el atuendo que llevaba, que le parecía un poco inapropiado para una niña de su edad, si era sincero. – ¿Por qué vas vestida así? ¿Es alguna nueva moda?
– ¿Moda? – Noa lo miró extrañada, como si no entendiera lo que quería decir.
– Hum...
– ¿Y qué hay de ti? Onii-sama dice que es cortesía básica presentarte primero antes de preguntarle a alguien más su nombre.
Takuto se preguntó qué clase de educación habría recibido esta niña para ser tan respondona, pero no podía refutar lo que dijo. Intentó mantener la calma y hablarle lo más calmada y cortésmente posible.
– Disculpa, tienes razón. Puedes llamarme Takuto Mayers, señorita.
– Takuto... ¿el hombre que comanda a los Emblem Frames? – dijo Noa. Sus ojos se levantaron ligeramente, como si estuviera sorprendida.
– Eh, sí. ¿Acaso soy famoso?
– Sí, eres muy famoso. – Noa sonrió. – Onii-sama y todos los que lo conocen han escuchado todo acerca de ti.
– Hmm... ¿acaso es un soldado? – preguntó Takuto.
– ¿Qué es un soldado?
– Um... alguien que va a bordo de naves espaciales para combatir en guerras, supongo. – Takuto le ofreció la explicación más rápida que se le ocurrió.
– Oh, entonces sí, es un soldado. – asintió Noa. – Ha comandado muchas naves en batalla antes.
– Ah, debe ser un almirante entonces. – dijo Takuto sorprendido. – Seguro te sientes muy orgullosa de él.
– Sí, Onii-sama es muy fuerte. – dijo Noa sonriendo con orgullo. – Nadie ha sido capaz de vencerlo.
Takuto sólo pudo reírse un poco. Quienquiera que fuese el hermano mayor de esta niña, se alegraba mucho de no tenerlo como enemigo, ya que sonaba como alguien aterrador por la forma en como lo describía. Aunque era conmovedor que lo admirase.
– En fin, ¿qué estás haciendo aquí? – preguntó Takuto, intentando volver al tema original.
– Estaba viendo los Emblem Frames. – dijo Noa. – ¿No te parece que son hermosos?
– Sí, yo también lo creo. – asintió Takuto.
– Los quiero.
– ¿Eh? ¿Qué dijiste?
– Quiero los Emblem Frames. Vamos, Takuto, dáselos a Noa.
Lo dijo con una sonrisa de oreja a oreja, como si estuviese pidiendo un regalo o algo así.
– Aunque quisiera... eso no es posible. – dijo Takuto, tratando de ser lo más amable posible.
– ¿Eh? ¿Por qué no? – preguntó Noa.
– Porque son necesarios para proteger a la gente. – explicó Takuto. – Y además, tampoco me pertenecen a mí.
– ¡Qué aburrido! – dijo Noa enfurruñada. – Vamos, sólo uno sería suficiente.
– Lo siento, no puedo darte ni uno. – dijo él. Tuvo que contenerse el deseo de reír, y preguntarse qué pensarían las Angels de ver que esta niña les decía que les diera sus Emblem Frames.
– ¡Buu, qué egoísta eres! – volvió a protestar Noa. – Pero está bien. Noa puede hacer los suyos.
– ¿Hacer Emblem Frames? – Takuto miró a la niña. – Ah, entiendo. Tu hermano seguramente hace modelos, así que puedes pedirle que te haga uno, ¿verdad?
– Te equivocas. – dijo Noa. – Son reales. ¡Y Noa es la única que puede hacerlos!
– ¿Huh...? – Esa respuesta lo sacó totalmente de onda. ¿Cómo que reales, y que ella misma podía hacerlos? ¿De qué estaba hablando esta niña?
– No importa. – dijo Noa. – Sólo creí que sería hermoso ver el blanco y el negro danzando juntos. Y los que hace Noa son mucho más fuertes. ¡Y entonces no estarás tan calmado, ya verás!
Y sin decir más, giró sobre sus talones y se fue corriendo. Takuto intentó ir tras ella, pero cuando dio la vuelta tras el corredor de los Emblem Frames, Noa había desaparecido sin dejar ningún rastro. Y no había puertas o pasajes por donde se hubiera podido escapar.
– ¿En dónde se metió? – Takuto se rascó la cabeza. – No me digan que acabo de ver un fantasma.
Se puso a buscar por todo el hangar, pero no la encontró. Tenía que hablar muy seriamente con los de seguridad, ¿cómo fue que la dejaron entrar en primer lugar? ¿Y a qué se refería con todas esas cosas que dijo? Sonaban demasiado locas, hasta para una niña.
...
Después de la infructuosa búsqueda, Takuto decidió regresar a su oficina. Aunque todavía se preguntaba qué había pasado con esa niña Noa, tenía otras cosas en las que pensar. Como por ejemplo el baile de Fargo y la última noche que pasaría con la Brigada Angel.
– Será el último baile... ¿a quién debería llevar como pareja?
Se había encariñado mucho con todas las chicas de la Brigada Angel. Cada una era encantadora a su manera, y sin duda las extrañaría mucho una vez que se transfiriera fuera de la nave. Desde su perspectiva, no le molestaría ir con todas, pero no era tan tonto como para pensar que eso estaría bien visto. Pero sería la última noche que estarían juntos...
El timbre de su puerta sonó, sacándolo de sus pensamientos. Ya que estaba junto a su escritorio, abrió el seguro para dejar entrar al visitante.
– Con permiso... – Era Milfie, que hoy se veía un poco más tímida de lo usual. – Um... ¿es un buen momento? ¿No estás ocupado?
– No, está bien. – aseguró él. – ¿Qué sucede?
– Um... Takuto-san, sobre a quién llevarás como tu pareja al baile, um... ¿ya lo decidiste? – preguntó ella.
– Eh... no, la verdad todavía no. – respondió él con honestidad.
– ¿En serio? Entonces... um... – Milfie empezó a juguetear con sus dedos. – ¿Podría nominarme yo misma para que lo consideres?
– ¿Nominarte? – Takuto se sorprendió. Era una elección de palabras inusual, pero admiraba que fuese tan atrevida. – ¿Quieres ser mi cita?
– ¡Sí! – dijo ella sin titubear, algo sonrojada. – Um... cuando acabe el baile, te irás.
– Sí, lo sé...
– Así que... – Milfie se llevó la mano al pecho. – Me gustaría estar contigo hasta el final...
– Milfie... – Takuto no pudo evitar sonreír. Le conmovía profundamente que Milfie dijera eso.
– Jejeje... por favor no lo pienses demasiado. – Milfie se rascó detrás de la nuca. – Hay cinco de nosotras en la Brigada Angel. Sólo me gustaría estar contigo si eso está bien para ti. Ah, eso de "estar contigo" suena muy mal. No quise decirlo de esa manera, jajaja. Estoy actuando muy rara.
– Milfie... gracias. Me halaga mucho saber que estás interesada. – le dijo él.
– No fue nada. – replicó Milfie restándole importancia. – Me alegro que hayas escuchado mi deseo egoísta. Bien, mejor regresaré a mi cuarto. No iré a ninguna parte por lo que queda del día. Con tu permiso.
Milfie entonces salió de la habitación. Takuto se quedó pensando, y en retrospectiva, desde que llegó a la nave ella siempre había sido muy amable con él. Fue la primera de la Brigada Angel en aceptarlo incluso cuando todas las demás parecían no confiar en él. ¿Quizás debería llevarla a ella antes de despedirse?
Pasaron unos minutos, y el timbre volvió a sonar. Otra vez un poco sorprendido, Takuto volvió a abrir la puerta.
– Lo sabía, aún estás aquí sentado. – Esta vez era Ranpha, que entró como si fuera su casa y con una sonrisa muy confiada. – ¿Hasta cuándo vas a seguir dudando?
– ¿Quién dices que está dudando? – inquirió él.
– Te está llevando una eternidad decidirte. – dijo ella, agitándose su pelo con altivez. – Me estaba impacientando así que tuve que venir aquí.
– ¿Q-qué? – dijo él, un poco confundido.
– Aún no tienes una cita para el baile, ¿verdad? – preguntó sin más. – Agarra algo de perspectiva.
– Jaja... bueno, de hecho estaba pensando justo en eso... – replicó él. No era mentira, aunque se preguntaba si Ranpha ya sabía que Milfie había venido no hacía mucho a sugerirle que la invitara. ¿Acaso Ranpha planeaba hacer lo mismo?
– Pues entonces estás de suerte. Yo seré tu cita, si quieres.
– ¿Eh? – Takuto se quedó boquiabierto. No tanto por lo atrevido de sus palabras, sino por el hecho de que realmente ella le dijera de frente que estaba dispuesta. – ¿Lo dices en serio?
– En este momento sigues siendo mi oficial superior. No puedes ir solo, y a mí no me molestaría ser tu pareja. Así que te hago saber que estoy disponible. ¿No crees que sería un honor ir acompañado de una belleza como yo?
Ranpha se puso una mano en la cabeza y otra en la cintura, como si fuese una modelo posando para la cámara. Bueno, modestia aparte, ciertamente era una chica atractiva y muchos matarían por llevarla como su pareja, eso no lo podía negar.
– Jajaja... gracias, Ranpha. – fue todo lo que pudo decirle.
– N-no es nada. – dijo ella con un ligero rubor. – Sólo quiero poder ir con alguien al baile. Y tú... bueno, hiciste mucho por mí, y pienso que eres un buen tipo...
– Ranpha...
– B-bueno, en ese caso, me voy de vuelta a mi cuarto. No tengo más planes, pero puede que no siga allí para siempre. Así que... si decides invitarme, asegúrate de hacerlo como se debe, como lo haría un hombre de verdad. ¡Adiós!
Ranpha giró sobre sus talones y se marchó tan rápido como vino. Takuto se rio ligeramente de nuevo. Ranpha siempre solía ser muy directa, aunque no siempre era capaz de ser del todo honesta consigo misma. Ya fuera que se estuviera riendo o enfurruñada, siempre experimentaba cambios de humor muy extremos. Aunque si lo pensaba bien, si la tenía a ella como cita para el baile, la noche no sería nada aburrida en absoluto...
Pasaron unos cuantos minutos más, y de nuevo el timbre sonó. ¿Se estaba convirtiendo esto en un patrón?
– Con permiso. – Ahora se trataba de Mint. – ¿Tienes un momento?
– Sí, por supuesto. – asintió él. – ¿Qué puedo hacer por ti?
– Takuto-san... tengo una petición para ti.
– ¿De qué se trata? – preguntó él, aunque medio se veía venir lo que sería.
– ¿Considerarías llevarme como tu pareja para el baile de Fargo? – preguntó tímidamente, agarrándose ambas manos frente al pecho. Lo sabía, pero aun así se esforzó por fingir sorpresa ante su petición.
– Eh... ¿puedo preguntar por qué me lo pides? – dijo él. No sabía qué pensaría si supiera que Milfie y Ranpha habían venido antes por esa misma razón, y rezó porque no le diera por usar su telepatía ahora.
– Eso es obvio. – dijo Mint con voz suave. – Quiero ir contigo porque disfruto mucho de tu compañía. Honestamente, no es que esté del todo entusiasmada con la idea de un evento como este. Pero si voy contigo...
– Um...
– Oh, por favor discúlpame. – dijo ella al ver su expresión. – Esto debe ser muy repentino, pero no es necesario que tomes una decisión de inmediato.
– No... gracias, Mint. Me alegra mucho oír que piensas eso de mí. – le dijo él.
– No fue nada. – sonrió ella. – Pero, Takuto-san, si tú sientes lo mismo, estaré esperando tu respuesta en mi habitación. Espero tener la oportunidad de ir contigo al baile. Aunque me siento un poco triste de que esta sea la última vez...
– Mint...
– Con tu permiso. Ya sabes dónde encontrarme, si deseas que vaya contigo.
Y diciendo eso, se retiró de la habitación. Mint era una chica muy curiosa. A pesar de siempre intentar mantener el porte de una dama, debajo de esa máscara había una niña traviesa que deseaba salir desesperadamente. También tendría que despedirse de ella, y la iba a extrañar mucho. Llevarla al baile podría ser una buena forma de decirle adiós...
Takuto volvió a su escritorio, pero apenas lo hizo el timbre sonó nuevamente. Después de la tercera vez ya no podía ser casualidad, así que reduciendo las opciones, era fácil adivinar quién era ahora.
– Hoooola, Takuto. – Y como se lo imaginaba, esta vez era Forte. Aunque por alguna razón lo saludó con una voz cantarina, como si imitara a una colegiala. – Parece que estás siendo muy popular últimamente, ¿no?
– Jajajaja, eso lo dejo a tu imaginación. – dijo él. ¿Sería que ya había visto a las demás entrar y salir de su habitación?
– Creo que no se me da actuar como chica. – Forte se encogió de hombros. – Quizás deba volver a mi habitación...
– ¿Forte? – Takuto ladeó la cabeza, sin entender lo que ella quería decir. Forte entonces asumió un semblante serio.
– Era broma. – le dijo. – Finalmente me decidí a hablarte e incluso preparé lo que quería decir. Tal vez deba parar...
Se quedaron en silencio por un momento, y Forte se le acercó peligrosamente para mirarlo a los ojos. Takuto tuvo que contener el impulso de tragar saliva: tenerla así de cerca pondría nervioso a cualquiera.
– Takuto... yo debería ser tu pareja en el baile. Eso sería lo mejor.
Bueno, esa fue una propuesta mucho más directa que la de Ranpha, si eso era posible. Él no pudo más que sonreír, y a diferencia de las otras, al tenerla así de cerca no fue capaz de decir gracias vocalmente. Cuando finalmente pareció encontrar su voz de vuelta, ella le puso el dedo en los labios.
– No es necesario que digas nada en este momento. Sólo quería que supieras que deseo pasar este tiempo que queda contigo. – retrocedió para darle algo de espacio. – Estaré en mi cuarto, si necesitas encontrarme. Nos vemos.
Le guiñó el ojo y se fue hacia la puerta. Takuto se llevó la mano al pecho: ciertamente Forte sabía cómo ponerlo nervioso cuando quería. Por otra parte, estaba en deuda con ella. Como líder de las Angels, ella lo apoyó en un momento muy difícil donde necesitaba tomar una decisión, y le dio lecciones muy valiosas sobre la vida.
Mientras pensaba en ello, y apenas logró regular su ritmo cardíaco a un nivel normal, el timbre sonó por quinta vez. No había que ser un genio para saber quién era.
– Con permiso...
– Hola, Vanilla. – la saludó, sabiendo por eliminación que tenía que tratarse de ella. – ¿Qué se te ofrece?
Vanilla desvió la mirada. Extrañamente, a pesar de su normal expresión estoica, hoy se notaba mucho más nerviosa que de costumbre, y el rubor de sus mejillas era mucho más pronunciado.
– ... Todas las demás vinieron antes, ¿verdad? – dijo finalmente rompiendo el silencio. No era realmente una pregunta.
– Sí, vinieron a verme. – asintió Takuto.
– Nunca he estado en un evento así... un baile. – confesó Vanilla. – Pero... si tengo que asistir... estaría más tranquila... contigo.
– Vanilla...
– No te estoy obligando. – dijo ella con una pequeña sonrisa. – Voy a extrañarte cuando te vayas, así que... quería pasar el tiempo que queda contigo, si eso está bien.
– Gracias, Vanilla. Aprecio mucho lo que me dices.
– Estaré en mi habitación, si deseas venir a verme. Hasta luego.
Y así, la última de las Angels salió de la habitación. Elcomandante fue a sentarse en su escritorio de nuevo. Vanilla siempre había sidomuy retraída, y si no era para ayudar a los demás rara vez tomaba lainiciativa. Desde que la conoció siempre había admirado ese deseo que ellatenía de ayudar a los demás, incluso en detrimento de su propio bienestar. Talvez llevarla al baile sería una forma de agradecerle por todo lo que hacía.
Decir que Takuto estaba sorprendido era quedarse corto, ya que realmente no se esperaba que todas y cada una de ellas vendría para decirle que querían que las invitara al baile. ¿Quería decir eso que ellas se habían encariñado con él tanto como él con ellas, o quizás más?
Era una decisión muy difícil. Ir a la habitación de una de ellas para decirle que quería que fuese su pareja en el baile. Pero sólo podía corresponder a una de ellas.
Antes de eso, sin embargo, pensó en dar una última vuelta por la nave para despedirse de todos, y con eso tal vez aclarar su mente. Después de todo, no sólo le debía mucho a la Brigada Angel, sino a toda la tripulación del Elsior. Pero apenas salió al corredor, se llevaría otra pequeña sorpresa.
– ¡Ah, ahí está! ¡Comandante Mayers, espere!
Se giró al oír su nombre, y vio al dúo de operadoras que venían corriendo hacia él con mucha prisa.
– Oh, Almo y Coco. ¿Qué pasa, chicas?
– El Comandante Coolduras nos contó lo que sucede. – dijo Coco con una gran sonrisa. – Va a invitar a una de las Angels al baile, ¿verdad?
– Jejeje, están muy bien informadas... – dijo Takuto forzando una sonrisa, mientras mentalmente pensaba que le iba a dar su merecido a Lester después por chismoso. – Pero sí, tienen razón.
– Pues en ese caso, ¡tome esto! – Almo sacó la mano que llevaba oculta detrás de la espalda. Era un gran ramo de flores.
– ¿Y esto? – preguntó Takuto confundido. – Oh, ya entiendo, ¿es un regalo de despedida? ¡Muchas gracias!
– ¡No, se equivoca! – dijo Almo enojada.
– ¿Eh? ¿Y entonces?
– Cuando esté listo, debe darle ese ramo a quien haya escogido. – explicó Coco. – Luego de que Almo y yo nos enteramos, fuimos a la ciudad a comprarlo para usted.
– Ya veo. – Al fin Takuto comprendió, pero ahora había otro problema. – Pero oigan, aparecerme con un ramo de flores en la mano sería muy vergonzoso.
– ¡¿Pero qué dice?! – dijo Almo indignada. – Si va a invitar a una chica al baile, ¡tiene que hacerlo como Dios manda! ¿O quiere que lo rechacen?
– Así es como son las cosas, jejeje. – se rio Coco.
Takuto no pudo refutar la lógica de las operadoras. Así que sin más, decidió aceptarlo.
– Almo, Coco, gracias de verdad. En cuanto la invite, le daré el ramo sin duda.
– Más le vale. – dijo Coco. – Nos vemos, Comandante.
– ¡Dé su mejor esfuerzo! – agregó Almo, antes de que las dos se fueran por el corredor de vuelta al puente.
Takuto se quedó a solas, mirando el ramo de flores. Un gesto romántico muy clásico y que algunos dirían hasta cliché, pero considerando que las Angels habían venido a proponerle que las invitara, dudaba que no les fuera a gustar.
...
Antes de ir a los cuartos de las Angels, sin embargo, el joven comandante decidió seguir su plan original de hacer un último recorrido por la nave. No sólo quería observar los corredores del Elsior, sino también despedirse de toda la tripulación, y agradecerles por todo su apoyo. Después de todo, sin ellos no habría llegado hasta aquí, era lo menos que les debía.
El primer lugar que visitó fue la tienda de conveniencia en el Bloque C. El tendero se encontraba detrás del mostrador como siempre, y le saludó apenas entró igual que de costumbre con su voz nasal.
– Bienvenido, ¿qué se le ofrece?
– Ah, hola. – Takuto le devolvió el saludo. – Lo siento, hoy no he venido a comprar nada. Venía para despedirme.
– ¿Despedirse? – El tendero ladeó su cabeza. – ¿Va a alguna parte, Comandante Mayers?
– Sí. Pronto seré reasignado, así que dejaré la nave muy pronto. – explicó Takuto.
– Ya veo. – El tendero parecía algo afligido. – Bueno, dicen que todo encuentro siempre trae consigo una despedida tarde o temprano. Así es nuestro negocio, hay la posibilidad de que a un cliente sólo lo veamos una vez en toda la vida, por eso siempre estamos diciendo adiós.
– Eso creo... – asintió Takuto. – Muchas gracias por todo, cuídate mucho.
– Por supuesto. Proporcionar siempre un servicio alegre con una sonrisa, ese es nuestro lema. – El tendero sonrió con un poco de orgullo. – Para conmemorarle, el día de su transferencia tendremos la campaña de ventas "Adiós, Comandante Mayers".
– Jeje... gracias, supongo. – Takuto sólo pudo reírse ligeramente, pensando que era una lástima no poder aprovechar esa campaña porque ya para entonces se habría ido.
Hecho esto, dejó al tendero para que siguiera atendiendo su negocio, y se dirigió hacia la cafetería. Ya había pasado la hora del almuerzo hacía mucho, pero quizás si quedaba algo podría aprovechar de darse un último gusto. Iba a extrañar mucho la comida del Elsior, después de todo.
– Oh, bienvenido, Comandante. – lo saludó la señora.
– Buenas tardes. – saludó él también. – ¿Será que podría pedir el almuerzo especial de lujo, por favor?
– Oh, eso es muy inusual. – dijo la mujer. – Es la primera vez que lo pide, ¿no?
– ¿En serio? Wow, tiene usted buena memoria.
– Por supuesto. Siempre me acuerdo qué es lo que más le gusta a cada persona a bordo de esta nave. – dijo con mucho orgullo la señora.
– Wow, qué profesional... – dijo Takuto sin poder ocultar su admiración por ser tan dedicada a su labor. Una muy importante, de hecho.
– Déjeme adivinar, ¿es para felicitarse por haber cumplido su misión?
– Bueno, en parte sí, aunque... – Takuto aspiró profundamente antes de proceder a explicarle. – En realidad, pronto tendré que dejar el Elsior, así que pensé en venir a disfrutar de la comida de aquí antes de marcharme.
– ¿Oh? ¿Se va del Elsior, Comandante? – La señora parecía sorprendida. – Qué mal, se sentirá muy solitario sin usted.
– Bueno, siempre fui un substituto temporal, después de todo. – señaló él rascándose detrás de la cabeza. Técnicamente así era, no habría aceptado esta misión en primer lugar de no haber sido porque el Comodoro Luft lo convenció de hacerlo. – Así que, quería agradecerle por todo antes de despedirme.
– ¿De qué está hablando? – La cocinera le sonrió. – Soy yo la que debería darle las gracias a usted. ¡Cuídese mucho, Comandante!
La mujer procedió a servirle el almuerzo especial, e incluso le echó un poco extra, cosa que Takuto supuso que era su forma de darle un regalo de despedida. Bueno, con comida tan buena, no iba a quejarse de ninguna manera. Se tomó su tiempo para saborearlo, y después de terminar, le dio las gracias a la señora antes de irse.
Su siguiente parada fue el Bloque D, y ya ahora Creta y el resto de las ingenieras habían vuelto a trabajar, aunque parecía que sólo estaban haciendo algo de limpieza apresurada. La jefa rápidamente lo vio, y se aproximó a él sin tardanza.
– ¡Ah, Comandante Mayers! ¡Por fin logramos llegar a Rhome!
– Sip, gracias a ti y al resto del equipo de ingenieros que mantenían a los Emblem Frames en óptimas condiciones. – dijo Takuto.
– Oh, se lo agradezco, pero no hay necesidad de ser tan formal. – dijo la mujer de pecas con modestia. – Ah, cierto, yo y el resto del equipo de ingenieros planeamos a ir a la ciudad. ¿Le gustaría unírsenos, Comandante?
– Gracias, pero lamentablemente no puedo ahora. – dijo Takuto. – Necesito arreglar todos los asuntos relacionados con mi reemplazo.
– ¿Eh? ¿Qué reemplazo...? – dijo Creta, ensanchando los ojos de sorpresa.
– Pues resulta que... seré reasignado a un nuevo puesto, y tendré que dejar el Elsior. – le dijo. Era extraño, cada vez que lo decía, se le hacía un poco más fácil aceptarlo.
– ¿De verdad? – Creta también apreció afligirse un poco. – No he tenido tiempo de agradecerle, y ahora ya debe irse...
– No tienes nada que agradecerme. – le dijo él. – Sólo quería que tú y los demás supieran que estoy muy feliz por haber trabajado con todos aquí.
– No, no diga eso. – dijo Creta. – Nosotras también le agradecemos por habernos ayudado a llegar hasta aquí. Espero que le vaya bien en todo.
– También a ustedes. Tú y el resto del equipo, cuiden bien del Elsior y de los Emblem Frames cuando me vaya.
– ¡Claro! – La mujer hizo el saludo militar hinchando el pecho. –¡Déjelo en nuestras manos!
Takuto dejó que Creta volviera al trabajo, y tras salir del hangar, se dirigió hacia la puerta de la enfermería. La luz no estaba encendida, así que supuso que la Dra. Kera no debía estar ocupada trabajando. Quizás podía aprovechar de saludarla a ella también.
– Con permiso. ¿Está aquí, Dra. Kera? – la llamó.
– Ah, Comandante Mayers. – le respondió desde detrás de una cortina. – Espere un momento.
Takuto se quedó dónde estaba, y al cabo de menos de un minuto, la médica salió y vino hacia él con las manos detrás de la espalda.
– Llega justo a tiempo, tengo algo para usted. – le dijo con una gran sonrisa.
– ¿Oh, de qué se trata?
– ¡Tachán! – La mujer sacó lo que llevaba detrás de la espalda, resultó ser un suéter de lana con diseño de raya zigzag en el medio. – Justo ahora acababa de terminarlo. Le di uno igual a Vanilla, y he estado tejiéndolos todos los días desde que salimos de la Luna Blanca.
– Wow, ¿lo tejió usted misma? – dijo Takuto, cogiéndolo y verificando que en efecto era de su talla. – Estoy impresionado. Vaya, así que a juego con el de Vanilla, ¿eh? Será un buen recuerdo de ustedes dos.
– Oh, qué sentimental. – dijo la doctora. – Eso no es muy usual en usted.
Y esas palabras le hicieron recordar a Takuto para qué había venido aquí. Ahora tenía que repetirle las mismas palabras que le dijo a los demás.
– En realidad, yo... en unos días ya no estaré más a cargo del Elsior o la Brigada Angel.
– ¡¿Ehh?! ¿Qué quiere decir?
– Órdenes de los de arriba. – dijo Takuto yendo al grano. – Sólo estuve a cargo temporalmente después de todo. Alguien más será asignado pronto.
– Ya veo... es una lástima. – dijo la Dra. Kera. – Con usted aquí, todos los días eran siempre muy divertidos. Supongo entonces que este suéter será mi regalo de despedida para usted.
– Es un bonito regalo. – le dijo Takuto. – Lo cuidaré muy bien. Y gracias por todo lo que hizo por mí.
– Lo mismo digo. – La doctora volvió a sonreír. – Cuídese mucho, Comandante, no lo olvidaré mientras viva. Seguro que le irá bien dondequiera que vaya, mientras siga esforzándose.
– Gracias, doctora. Si me disculpa.
Takuto se despidió de la doctora y salió de la enfermería. Si no fuera porque llevaba su uniforme en ese momento, con gusto se habría probado el suéter que le había regalado, ya que realmente se veía muy bien hecho. Lo dobló con cuidado y se lo puso debajo del brazo, ya que le quedaba un último lugar en el bloque donde visitar, quizás el más importante de todos.
Al entrar en la sala de la ballena espacial, echó un último vistazo a la playa antes de dejarla. Era una pena que no podría disfrutar más de este lugar. Sacudiendo esos pensamientos, se dirigió hacia la oficina para buscar a Kuromie. Y curiosamente, el cuidador ya estaba afuera, saliendo del invernadero en ese momento.
– Ah, Takuto-san. ¿Trabajando duro?
– Hola, Kuromie. – lo saludó. – Venía para darte las gracias, por todo lo que has hecho por mí.
Kuromie lo miró extrañado. – ¿Qué sucede, Takuto-san? Suenas como si fuera una despedida.
– Bueno, en realidad... lo es. – De nuevo decidió ir al grano sin rodeos. – Dejaré el Elsior en pocos días. Pronto tendré que transferirme.
– Así que eso era... es una lástima. – La reacción de Kuromie fue bastante similar a la del resto de la tripulación. – Bueno, en ese caso, cuídate mucho.
– Gracias, tú también. – dijo Takuto. – Por cierto, ¿vas a hacer algo ahora?
– Sí, iba a ver a la ballena espacial. – replicó el cuidador.
– La ballena espacial... ¿crees que podría acompañarte entonces? – dijo Takuto.
– ¿Algún motivo en particular?
– Bueno... es que estoy tratando de decidir a quién de la Brigada Angel debería invitar al baile. – confesó. Kuromie pareció sorprendido, pero luego sonrió.
– Ya entiendo. Seguro viendo cómo se sienten ellas respecto a ti te ayudará a tomar una decisión, ¿verdad?
– Eso espero. Entonces... ¿está bien si le preguntas a la ballena espacial? – preguntó Takuto. – Ya que puede que sea la última vez, es mejor hacerlo mientras aún tengo oportunidad.
Kuromie asintió, y lo acompañó hacia la orilla de la piscina donde estaba la ballena espacial. Como de costumbre, le pidió a Takuto cerrar los ojos y esperar. Takuto obedeció, y escuchó el salpicón de la ballena saliendo del agua, junto con sus bramidos, al tiempo que las imágenes de las Angels aparecían dentro de su cabeza.
Milfie, Ranpha, Mint, Forte y Vanilla... todas ellas se habían vuelto realmente importantes para él. Más que subordinadas, se habían convertido en valiosas compañeras, y amigas. Todas muy dulces, lindas y encantadoras a su manera. Y ahora en la imagen dentro de su cabeza, todas ellas le sonreían alegremente, viéndose más radiantes que nunca.
Pero había una, sólo una de ellas que parecía destacar de entre el resto. En medio de todas, era la más radiante, la que más se acercaba a él. ¿Era ella a quién su corazón le decía que debía escoger?
Después de unos minutos, ya Takuto no tuvo más dudas. Definitivamente, sí, era ella.
– ¿Te sirvió de ayuda? – preguntó Kuromie.
– Sí, gracias. – dijo Takuto. – Aprecio mucho todo lo que has hecho por mí, Kuromie. Te lo debo. A ti y a la ballena espacial.
– No fue nada. Estoy feliz de haber podido ayudar.
Takuto se marchó profundamente agradecido con Kuromie y la ballena. Gracias a ambos ahora estaba mucho más claro en sus sentimientos, y sabía realmente qué era lo que quería. Sin tardanza, regresó a su habitación para empacar el suéter de la Dra. Kera, y coger de nuevo el ramo de flores antes de salir de vuelta al pasillo.
– Un momento... todavía falta un último lugar por visitar. – dijo mientras miraba la puerta que iba al puente.
Por supuesto, no podía faltar eso. También tenía que despedirse de su silla del comandante apropiadamente, antes de dejársela a quienquiera que fuese su reemplazo. Dio la vuelta y se dirigió a la puerta opuesta del elevador.
Al entrar, allí se encontraban como de costumbre Lester, Almo y Coco en sus puestos. Con una sonrisa, se acercó a su amigo para saludar.
– Hola, chicos, ¿cómo va todo en el puente?
– Nada por aquí. – dijo Lester cruzándose de brazos. – ¿Ya terminaste de arreglar todo lo relacionado con el baile?
– ¡¿Whaa?! – exclamó Almo aproximándosele a toda prisa. Coco también la siguió. – ¡¿Todavía tiene el ramo que le dimos?! ¡¿Es que no ha conseguido su pareja para el baile?!
– No, bueno... estaba a punto de ir ahora, en serio. – les dijo. No era mentira, se había tardado en decidirse, pero ahora sí.
– ¿Está bien que espere tanto? – preguntó Coco. – Estoy segura que toda la Brigada Angel lo está esperando ahora mismo.
– Sí, lo sé. – asintió él. – Se los aseguro, ya decidí a quién voy a llevar.
– Bueno, está bien. – dijo Almo, ya al parecer calmándose. – Ah, me encantaría poder asistir al baile también. Por supuesto, quisiera ir con alguien increíble.
Takuto no pudo evitar echarle una mirada de reojo a su compañero. Lester, por su parte, no pareció ni siquiera darse cuenta de la forma en como Almo lo miraba cuando dijo esas palabras, incluso mientras se le acercaba.
– Si tanto quieres ir, puedes tomar mi invitación. – le dijo. – Puedo llamar al Comodoro Luft y anular la cancelación.
– ¡N-no hay necesidad de hacer eso! – exclamó Almo aparentemente indignada.
– ¿Haa? – Lester arqueó la ceja de su único ojo visible, confuso. Almo por su parte se sonrojó ligeramente y se alejó un par de pasos.
– Ah... no, no es nada.
– Oiga, Subcomandante. – intervino de repente Coco. – No, mejor dicho, Lester-san. Los sentimientos de una chica son... ¡hmph-hmph!
– ¡Kyaaa! ¡No te vayas de lengua, Coco! – gritó Almo mientras le tapaba la boca a su compañera.
Takuto sólo pudo reírse por lo bajo mientras Lester miraba a las dos operadoras totalmente confundido. No podía creer que su amigo fuese tan denso para no captar señales tan obvias. Mientras Coco seguía tratando de zafarse del agarre de Almo, él aprovechó de escurrirse fuera de allí, y al salir del puente, suspiró profundamente.
– Bueno, es el momento de la verdad. – Miró el ramo de flores en sus manos. – Ahora o nunca.
Aprovechando el impulso momentáneo, se dirigió hacia el elevador. Después de cerrarse la puerta y descender hacia el bloque C, ya no había vuelta atrás.
Antes de pasar por los cuartos de las chicas, Takuto miró hacia la puerta que daba hacia el cuarto del príncipe Shiva. El joven comandante no pudo evitar recordar su primer encuentro con el heredero, y cómo casi le gritó cuando se conocieron.
– No ha pasado ni un mes desde entonces, pero realmente se siente como si fuera mucho más tiempo. – dijo en voz alta sin hablar con nadie en particular.
Seguramente lo volvería a ver de nuevo durante el baile, así que hizo una nota mental de mostrarle apropiadamente sus respetos. Pero por ahora, tenía algo más importante en qué pensar.
Específicamente, en quién llevaría como su pareja para el baile de Fargo. Ya había aclarado sus ideas y sentimientos, y tomado su decisión. Esperaba no arrepentirse después.
Esta historia continuará...
Notas del autor:
¿Cómo están, gente? Bien, en este capítulo me voy a alargar un poco más de lo acostumbrado con las notas. Primero que nada, si llegaron hasta este punto, tienen toda mi gratitud, y sinceramente espero que hayan disfrutado de esta novelización tanto como yo lo he hecho de escribirla, ya que la franquicia de Galaxy Angel definitivamente merece más amor, aunque desde luego todavía falta el tercer acto.
Ahora bien, como habrán podido deducir, en este punto es donde la historia se divide en base a las decisiones de Takuto (es decir del jugador). Si bien los sucesos generales ocurrirán de manera similar en todas las rutas, cada una de las Angels tiene eventos exclusivos que sólo aparecen en la suya propia, todos siguiendo una secuencia muy similar: primero Takuto y la Angel escogida irán de compras para elegir el vestido, después vendrá el baile como tal, y la parte más importante, en el capítulo 9 del juego ocurrirá un conflicto relacionado a la Angel escogida que al resolverlo hará que ella y Takuto se acerquen mucho más sentimentalmente (de hecho, el título de este capítulo es el único en todo el juego que cambia dependiendo de cuál Angel haya sido escogida). Y como sucede en las novelas visuales, esto quiere decir que hay que jugar todas y cada una de las rutas para desbloquear toda la galería.
Si he de ser sincero, cuando comencé a publicar esta novelización no estaba seguro de si me apegaría a una ruta en particular, intentaría fusionar los eventos en una sola para cubrir todo lo posible, o de plano intentaría escribir múltiples rutas. Obvio que el último escenario sería el más laborioso, y en el segundo, mientras rejugaba las rutas me di cuenta de que, aunque hay eventos que en teoría se podrían encajar en todas las rutas sin que afecte demasiado la trama, hay otros que lamentablemente no. Hasta este punto, sí fui capaz de tomarme algunas libertades, como por ejemplo, varios de los eventos con ilustraciones son opcionales, y si eliges una puede que te pierdas otra y tengas que volver a jugar tomando otra decisión en los segmentos de exploración del Elsior, pero aquí encontré una manera de hacerlos encajar todos de tal forma que le daba a todas las Angels más o menos un tiempo equitativo para que pudieran conocerlas. También, está el hecho de que el juego al llegar a este punto sólo te da como opciones para invitar al baile a tres de las Angels, las que tengan el nivel de afecto más alto (a las otras dos se les puede pedir su opinión al respecto), pero aquí las puse a las cinco, ya que no quería que ninguna fuese descartada hasta el momento de la decisión.
Y antes de que alguien pregunte, no, este juego no tiene un final harem. Sin embargo, sí existe lo que se podría considerar un "final malo" en el cual Takuto no termina con ninguna de las Angels. A este sólo se llega si metes la pata en una decisión importante justo antes de la batalla final. Pero no se asusten, lo que sucede es que a partir del segundo juego, se une a la Brigada Angel una sexta integrante, y la ruta de esta chica toma como punto de inicio dicho final, de modo que en el escenario donde Takuto no termine con ninguna de las cinco aquí, todavía tendría a su verdadero amor esperándole en la secuela.
Así que bueno, en vista de que no hay una ruta "canónica" más allá de la que elija el jugador, y después de mucho considerarlo, decidí que voy a tomar sólo una ruta, y esa será la que seguiré para las secuelas (si me decido a escribirlas). Sin embargo, después que terminé de publicar en Wattpad, comencé a publicar las escenas extras para que no se quedaran con las ganas de ver qué sucedió en las rutas de las otras Angels. Porque estoy seguro de que para estas alturas ya habrán podido conocerlas lo suficiente como para elegir a su favorita, ¿verdad? Y es que todas tienen momentos muy buenos, tanto emotivos como graciosos, y no me parecería justo no compartirlos. Eso sí: les advierto que no vayan a ver allá si no desean spoilearse todavía quién será la afortunada, no me hago responsable si eso les arruina la sorpresa.
En fin, eso era todo. Díganme entonces, ¿a cuál Angel creen que Takuto invitará o debería invitar al baile? ¿Tienen alguna favorita en específico? Gracias por los reviews a TheNewDabs y BRANDON369. Nos veremos el sábado para la gran respuesta, hasta entonces. ¡Brigada Angel, despeguen!
