Marinette encontró a Luka tocando suavemente la guitarra en la cubierta del «Libertad». Se acercó en silencio para no molestarlo, pero él la vio y le sonrió.

—Buenos días, Marinette —saludó.

—Buenos días —respondió ella.

Echó un vistazo a su alrededor para asegurarse de que estaban solos y dirigió a Luka una mirada interrogante. Este asintió y le indicó con un gesto que podía sentarse a su lado. Marinette lo hizo.

—Me preguntaba cuánto tardarías en venir a verme —dijo entonces Luka con una sonrisa.

Ella se sorprendió.

—¿Me esperabas?

—Desde la reunión del otro día, sí. Me he dado cuenta de que estás cada vez más preocupada por el nuevo portador del prodigio de la mariposa. Comprendo que, si no es tan novato como parecía…, si es mucho más peligroso…, podría causaros muchos problemas en el caso de que llegara a akumatizarme.

Marinette inclinó la cabeza, pensativa.

—Sí, es cierto, pero no se trata solo de eso. —Dudó un momento antes de añadir—: Cat Noir y yo estamos trabajando con la posibilidad de que el Polillón… sea heredero del anterior Monarca. Y tenga también todos sus conocimientos. Todo lo que aprendió mientras luchaba contra nosotros.

Dirigió a Luka una mirada significativa. Él captó las implicaciones de inmediato.

—¿Quieres decir… que podría saber que conozco vuestras identidades?

—No podemos descartarlo, en efecto.

Luka se quedó un momento en silencio, esperando que ella añadiera algo más. Pero Marinette no podía contarle que sus sospechas se debían a que el Polillón parecía tener una estrecha conexión con los Agreste, porque no le había revelado la verdadera identidad de Monarca.

—Entiendo —murmuró Luka por fin—. Dime, ¿qué quieres que haga? Puedo marcharme de París otra vez. —Marinette alzó la cabeza para mirarlo, alarmada—. Lo último que quiero es poneros en peligro a Cat Noir y a ti.

—No, yo… espero que eso no sea necesario. —Tragó saliva—. Me gustaría creer que solo estoy siendo exageradamente precavida. Pero Monarca conocía tu identidad y la de la mayor parte de los otros superhéroes. Había descubierto también que tú sabes quiénes somos nosotros. Todavía no hemos averiguado cómo llegó el prodigio de la mariposa hasta el Polillón, pero sospechamos de… alguien… que era muy cercano a Monarca e incluso colaboró estrechamente con él, así que… si esa persona ha… digamos… «heredado» todos sus conocimientos…, no podemos descartar que no sepa lo tuyo también. Pero, en ese caso, la buena noticia es que estaríamos ya sobre su pista, así que puede que solucionemos esto muy pronto y recuperemos por fin el prodigio perdido. Así que —concluyó— no creo que haga falta que vuelvas a exiliarte por nuestra culpa. Solo… ten mucho cuidado, ¿vale?

—Haré lo posible por mantener la calma para que no me akumaticen —le prometió él con una sonrisa—. Aprendí algunas cosas sobre control emocional mientras estuve con los monjes, practicando mirakung-fu. Tú no te preocupes por mí. Solo céntrate en tu misión, ¿de acuerdo? Estoy seguro de que pronto solucionaréis todo esto.

Marinette asintió, sonriendo también.

—Gracias, Luka. Espero de corazón que podamos arreglarlo cuanto antes.

Hubo un breve silencio, y entonces Luka preguntó:

—¿Cómo le van las cosas a Adrián? Hace mucho que no lo veo.

—Ah… —Marinette vaciló un instante antes de continuar—. Bien, creo, aunque no nos vemos mucho ahora porque… porque vamos a escuelas diferentes…

—Sí, ya me lo ha contado mi hermana. Pero vosotros… estáis bien, ¿verdad?

—Sí, sí, perfectamente, es solo que estamos muy liados con muchos proyectos y… —La voz de Marinette fue descendiendo de tono poco a poco, hasta que se apagó sin que ella hubiese terminado de pronunciar la frase—. La verdad es que Adrián y yo… ya no estamos juntos —confesó a media voz—. Ya no somos… ya no somos novios, quiero decir.

Luka la miró con sorpresa.

—¿Os habéis peleado?

—¡No, no, para nada! Nos llevamos muy bien y seguimos siendo buenos amigos. Simplemente… la vida nos ha llevado por caminos distintos y… yo tenía la sensación de que necesitaba centrarme en mi misión y no podía… no podía distraerme. También para poder protegerlo mejor, entre otras cosas. Por favor, no te enfades.

—¿Yo? ¿Por qué me iba a enfadar?

—Sé que os costó mucho… a ti, a Alya y al resto de mis amigos…, conseguir que por fin estuviésemos juntos Adrián y yo. Y ahora…

—¿Tienes la sensación de que te has rendido demasiado deprisa con él? —adivinó Luka.

—No es que me haya rendido, en realidad. Pero sentía que necesitaba un paréntesis. Distanciarme un poco para poder ser Ladybug a tiempo completo. Es… complicado.

—¿Y él… cómo se lo ha tomado?

—Bien, creo. Me parece que también necesitaba un tiempo a solas. Ha comenzado una nueva vida, está conociendo a gente nueva… En su momento dijimos que sería algo temporal, pero es posible que, después de todo…, esto sea lo mejor… para los dos.

Luka se quedó mirándola, pensativo. Era cierto que Marinette no parecía particularmente desconsolada. Ni siquiera un poco triste. Se mostraba serena y mucho más centrada de lo que era habitual en ella. ¿Sería posible que su amor por Adrián la hubiese estado distrayendo hasta aquel punto? ¿Que todo aquel tiempo… lo único que había necesitado era renunciar a él de verdad para desarrollar su verdadero potencial… como superheroína y como persona?

—¿Y cómo van las cosas… con Cat Noir? —siguió preguntando.

Ella se sobresaltó ligeramente.

—¿Ca-Cat Noir? —tartamudeó—. Muy bien, de hecho… estamos siguiendo una pista importante y trabajando en un plan para desenmascarar al Polillón. —Se sonrojó un poco, y Luka alzó una ceja con curiosidad—. Lo cierto es que, ahora que todos vosotros tenéis vuestros prodigios y cada uno va por libre, nos resulta más sencillo volver a la vieja dinámica de luchar contra el mal… como un dúo.

—Me alegro mucho —dijo él con suavidad.

Pensó que la historia de aquellos dos seguía siendo extraña y absurda, pero llegó a la conclusión de que tal vez Marinette tuviese razón. Quizá, ahora que un nuevo peligro amenazaba París, ella y Adrián debían separarse como civiles para volver a reunirse como superhéroes y convertirse de nuevo en el dúo invencible que había protegido la ciudad en sus peores momentos.

«Espero que sepas lo que haces, Marinette», pensó sin embargo.

No había mucho más que decir, de modo que se despidieron y ella se alejó en dirección a su casa, pensativa.

Poco a poco se iba atreviendo a confesar a más personas que había roto su relación con Adrián, pero aún era un tema del que le costaba hablar. No se lo había contado a Alya, por ejemplo; aunque, ahora que Luka lo sabía y sus padres también, imaginaba que su amiga no tardaría en enterarse, especialmente si Adrián lo comentaba con sus propios amigos.

El caso era que Marinette no lo mantenía en secreto solo porque le costara hablar de ello. Ahora que había iniciado algo nuevo con Cat Noir, su ruptura con Adrián se le hacía mucho más soportable, como si se tratara de un bonito sueño del que acabara de despertar, pero le hubiese dejado una sensación agradable en el corazón. Algo que se alegraba de haber vivido, pero a lo que ya no lamentaba haberle puesto fin.

No obstante, temía que Alya empezase a hacer demasiadas preguntas y acabase por descubrir su relación secreta con Cat Noir. Mientras su amiga creyese que ella y Adrián seguían juntos, no se plantearía que Marinette… o Ladybug, que para el caso era lo mismo…, pudiese estar besándose con Cat Noir tras las chimeneas.

Se sonrojó al recordar los momentos que había pasado junto a él durante su cita de la noche anterior, en la pista de hielo. Parecía que Cat Noir también la había disfrutado. Que todavía le gustaba ella… de verdad. ¿Podría volver a enamorarse de su compañera enmascarada, a pesar de lo mucho que ella lo había decepcionado en el pasado? ¿Existía acaso la posibilidad de que aquella relación… fuese duradera? ¿Que los dos siguiesen juntos incluso después de haber derrotado a su enemigo? ¿O Cat Noir le diría que había sido bonito pero que, sintiéndolo mucho, iba a tratar de reconquistar a su ex novia porque era la chica a la que amaba de verdad?

Marinette sabía que no debía pensar en ello, que tenía que centrarse solo en el presente, pero no podía evitarlo. Cada vez le costaba menos aceptar que su propia relación con Adrián ya se había terminado. Cada vez más a menudo se encontraba a sí misma soñando con un futuro junto a Cat Noir. Un futuro como el que el prodigio del cerdo les había mostrado a ambos.

Pasó el resto de la tarde pensando en Cat Noir, preguntándose si realmente podrían tener un futuro juntos…, si él estaría interesado, después de todo.

Por eso, cuando lo vio acercarse a su balcón, saltando de tejado en tejado, envuelto en las luces del crepúsculo, lo primero que pensó fue que se lo estaba imaginando. Pero él aterrizó en la barandilla, a su lado, y le sonrió, y Marinette se dio cuenta entonces de que era muy real.

—Buenas tardes —dijo el superhéroe.

—¡Cat Noir! —exclamó ella, un poco sobresaltada.

Se preguntó qué estaba haciendo él allí. No esperaba que la visitase, por descontado. No había vuelto a hacerlo desde aquella noche desastrosa en que le había regalado una rosa y la había llevado a tomar un helado. Después habían llegado a la conclusión de que lo suyo no podía ser y, por tanto, habían dejado de verse.

¿Habría cambiado él de idea? ¿Y si había decidido volver a cortejarla? Marinette sacudió la cabeza. No era posible, porque él había estado saliendo con otra chica después de aquello, y ahora se veía en secreto con Ladybug.

Una idea inquietante asaltó su mente: ¿y si… y si él había descubierto su identidad?

—Tengo que hablar contigo de algo importante —dijo él entonces, acrecentando sus temores—. ¿Puedes dedicarme un momento? Te prometo que no te entretendré mucho.

—Claro, pero, sea lo que sea…, déjame decirte que es muy posible que estés terriblemente equivocado.

—¿Qué?

—¿Qué?

Marinette se dio cuenta de que Cat Noir la miraba sin comprender y trató de centrarse.

—Disculpa, estoy un poco distraída hoy. ¿De qué… de qué querías hablarme?

Cat Noir sonrió y se acomodó en la barandilla del balcón, a su lado. Marinette inspiró hondo, tratando de calmar los alocados latidos de su corazón. Llevaba todo el día pensando en él y no había esperado volver a verlo tan pronto y de forma tan inesperada.

—Tengo entendido que estás estudiando en una escuela de moda —empezó él.

—Sí…

—Y he oído que estáis preparando un homenaje a Gabriel Agreste, con un desfile de modelos, y que los diseños son tuyos.

De pronto, se hizo la luz en la mente de Marinette. ¡Por supuesto! Habían estado hablando de aquel asunto hacía unos días, como Cat Noir y Ladybug. Ella estaba preparando una trampa para desenmascarar al Polillón; si, en efecto, era alguien vinculado a los Agreste, no perdería la oportunidad de asistir al acto de homenaje a la memoria de su predecesor. Al comentarle sus planes a su compañero, él le había pedido permiso para prevenir a Marinette.

Y, obviamente, eso mismo estaba haciendo.

—Sí, sí, es verdad —se apresuró a responder ella, un poco más tranquila—. Me han elegido a mí porque… bueno, por mi relación con la familia Agreste.

—Y por tu talento —la corrigió Cat Noir, con suavidad—. ¿O crees que dejarían algo tan importante en manos de una simple aficionada?

Marinette no supo qué decir.

—Supongo que no, pero… en fin, estoy segura de que hay otros estudiantes de diseño más talentosos y con mucha más experiencia que yo —logró responder al fin.

Cat Noir sacudió a cabeza, como si no estuviese de acuerdo, pero no quiso discutir.

—El caso es que quería hablar contigo acerca del… evento —continuó.

—¡Oh! ¿Estáis interesados en asistir, Ladybug y tú? —disimuló ella—. Puedo conseguiros unas entradas. Es un acto con fines benéficos, pero no creo que…

—No será necesario, muchas gracias —respondió él. Hizo una pausa para ordenar sus ideas—. El caso es… que hemos detectado que el nuevo supervillano… está akumatizando a personas cercanas a los Agreste. Tienes que haberlo notado, debido a… tu relación con Adrián. Ha habido algunos akumatizados que lo tenían a él… como objetivo específico.

—Sí que lo he notado —musitó Marinette con un estremecimiento—. Pero él… estará a salvo ahora, ¿verdad? Ya no asiste a la escuela de moda y lleva una vida más discreta, lejos de las cámaras. Nunca ha estado interesado en la fama ni en la notoriedad. Si se aleja de los focos, tal vez…

—Tal vez —coincidió Cat Noir—. O tal vez no. No lo podemos saber con seguridad, al menos mientras no localicemos a nuestro enemigo ni descubramos cuáles son sus motivaciones. Pensamos… Ladybug y yo pensamos que es posible que tenga alguna cuenta pendiente con los Agreste. Y tenemos la teoría de que… podría presentarse en el evento que estáis preparando.

—¿Cómo? ¿Y empezar a akumatizar a la gente?

—Tal vez, sí. O tal vez esté allí como civil, camuflado entre los asistentes. En todo caso, Ladybug y yo estaremos allí y nos gustaría… —Dudó un momento antes de continuar—: Escucha, esto que te voy a contar no debes decírselo a nadie, ¿comprendes? Es muy importante que guardes el secreto.

—Lo entiendo. Puedes confiar en mí, Cat Noir.

Él asintió, como si no hubiese esperado otra respuesta.

—Ladybug y yo vamos a tenderle una trampa —le reveló—. Provocaremos… provocaremos una akumatización, como hicisteis tus amigos y tú con el señor Agreste, para buscar pistas sobre Monarca, ¿recuerdas?

—Sí —murmuró ella—. Aunque no salió demasiado bien.

Cat Noir permaneció en silencio un instante, luchando contra la tentación de revelarle por qué aquel plan en concreto había sido un desastre. Pero finalmente sacudió la cabeza y prosiguió:

—Para que nuestro plan salga bien, el evento tiene que salir fatal, ¿entiendes? Pase lo que pase, Ladybug lo arreglará todo después, pero quería que tú lo supieses de antemano, porque sé… porque imagino que has trabajado mucho en este desfile, y de verdad que me sabe muy mal que tengamos que estropearlo.

—Es verdad, pero yo no soy la única que se ha dejado la piel en esto. Aunque se usen mis diseños, el resultado final será el trabajo de un grupo de personas… Ah, espera —comprendió de pronto al detectar la intensa mirada de Cat Noir—: Te preocupa que sea yo la akumatizada, ¿verdad?

El superhéroe desvió la mirada.

—Sí —confesó—. Si te akumatizaran por mi… por nuestra culpa, Marinette, no me lo podría perdonar.

Ella le sonrió con cariño. Sin duda, el chico estaba evocando aquella noche que habían salido juntos, y el rechazo de él casi había causado que ella fuese akumatizada.

Casi… porque Cat Noir la había salvado en el último momento con un beso.

Marinette se ruborizó intensamente al recordarlo. Bajó la cabeza, turbada; pero él no la estaba mirando y no se dio cuenta.

—De todos modos —continuó—, hemos pensado que quizá no sea necesario poner en marcha nuestro plan el mismo día del evento, sino durante uno de los ensayos. Para que, pase lo que pase, el acto se pueda desarrollar como estaba previsto, cuando llegue el momento. ¿Qué opinas?

Marinette carraspeó para recuperar la voz.

—Pues… opino que, si de verdad la nueva mariposa tiene intención de asistir al evento… es más probable que acuda el mismo día. En los ensayos solo estaremos las personas directamente involucradas en la organización.

—Lo sé. Pero sospechamos de alguien en concreto, y estamos bastante seguros de que esa persona estará presente en los ensayos también. Si hay menos gente, por otro lado, será más fácil controlarla.

—¿De verdad? ¿De quién se trata?

—No te lo puedo decir todavía, Marinette.

Ella sabía que él estaba pensando en Nathalie, pero no insistió.

—Comprendo —murmuró—. De todas formas, es una muy buena noticia que estéis ya sobre la pista, ¿verdad?

—Sí —respondió él, apartando la mirada—. Muy buena noticia.

Parecía algo apagado, como si no lo considerase algo bueno en realidad.

—¿Necesitáis… que os ayude de alguna manera? —siguió preguntando Marinette.

—No, no, eso es todo. Solo… ten mucho cuidado y, cuando veas un akumatizado… corre a esconderte en un lugar seguro.

—Puedo espiar yo también —se ofreció ella—. Mantener los ojos y los oídos abiertos por si me enterara de alguna cosa o viese algo sospechoso…

—Si descubres algo, guárdatelo para cuando podamos volver a hablar a solas. Pero no te pongas en peligro, ¿vale? No investigues por tu cuenta, porque podrías meterte en problemas y quizá… poner sobre aviso a la sospechosa… a la persona sospechosa —se corrigió.

—Entiendo. Muchas gracias por avisarme, Cat Noir. Espero que todo vaya bien.

—Yo también. —Se volvió para mirarla y la contempló con cariño, sonriendo—. Y tú, ¿cómo estás? —añadió—. Hace mucho que no hablamos.

Ella se sobresaltó ligeramente.

—¡Bien…, muy bien! —respondió con entusiasmo exagerado—. Tengo muchas cosas que hacer en la escuela nueva, muchos proyectos, nuevos amigos…

—¿Eres… feliz? —tanteó él.

Era una pregunta un poco extraña, porque Marinette aún no estaba segura de que tuviesen tanta confianza. Pero supuso que el chico aún se sentía culpable por haberla rechazado.

—Sí… Sí, claro —respondió—. Estoy un poco abrumada por todas las cosas nuevas que están pasando en mi vida, pero… podré con ello. Después de todo, estoy cumpliendo mi sueño por fin, ¿no?

Sin embargo, no sonó tan convencida como había pretendido, y Cat Noir lo notó.

—¿Estás… a gusto en tu nueva escuela? —tanteó—. ¿Y con… el proyecto del homenaje a Gabriel Agreste?

Marinette suspiró.

—Estoy un poco abrumada, la verdad. Y echo de menos a mis amigos de siempre. Y a Adrián —añadió a media voz. La mirada de Cat Noir se suavizó—. Pero es el camino que he elegido, y ya sabía que no sería fácil. Es solo que… —Dudó un momento antes de continuar. Después se encogió de hombros, recordando que su compañero ya conocía la verdad sobre Gabriel Agreste, y prosiguió—: Tuve la oportunidad de tratar bastante al señor Agreste…, antes de que pasara… lo que pasó. Era sin duda un genio de la moda, pero también era… una persona difícil y autoritaria. A Adrián no… no lo trataba muy bien —confesó en voz baja. Cat Noir inspiró hondo, pero no dijo nada—. Sé que probablemente se arrepintió en el último momento de muchas de las cosas que había hecho, y yo pensé que… este homenaje… sería una forma bonita de que Adrián se reconciliase con su memoria. Pero él parecía incómodo desde el principio con todo esto, y ahora sé que no le gustaba la idea, y yo… no lo supe ver. Que lo que necesitaba no era hacer las paces con su pasado, sino… dejarlo atrás para siempre. Y distanciarse de su padre, de la persona que fue… y de su legado.

Cat Noir bajó la cabeza, pensativo.

—Disculpa, quizá no debería molestarte con estas cosas —murmuró ella, un poco avergonzada.

—No me molestas. Me siento… me siento muy afortunado de que tengas tanta confianza en mí, a pesar de todo.

—¿A pesar de qué?

—De la máscara. De que no sepas quién soy…

—Ya hemos hablado de esto, Cat Noir. No estoy hablando con una máscara, sino con la persona que hay detrás. No importa cómo te llames. Tú eres tú, y eso no va a cambiar.

Él sonrió, emocionado.

—Gracias, Marinette. Dime, ¿le has… le has dicho todo esto a Adrián?

Ella negó con la cabeza.

—Ya no nos vemos tanto como antes. No es solo que no vayamos a la misma escuela, es que… es que… ya no estamos juntos. Como pareja, quiero decir. —Lo miró de reojo—. Sabías que éramos novios, ¿verdad?

—Algo había oído, sí. Siento que no haya… que no haya funcionado.

Ella se encogió de hombros.

—Fue muy bonito mientras duró y no lamento ni un solo segundo de los que he pasado a su lado. Pero creo que… no terminábamos de encajar. Había cosas que yo no podía contarle, y cosas que él no podía compartir conmigo. Y está claro que yo no era capaz de comprenderle. Pensaba que lo conocía, pero… me parece que di demasiadas cosas por sentado.

Cat Noir bajó la cabeza.

—Lo siento mucho —murmuró.

—No pasa nada, es mejor así. Creo que fue bueno para los dos, mientras estuvimos juntos. Aprendimos mucho el uno del otro. Ahora… cada uno tiene que seguir su propio camino. Creo que él es más feliz en la nueva escuela, rodeado de viejos y nuevos amigos. Y yo…, yo también tengo a alguien especial —añadió, mirándolo de reojo con timidez.

Cat Noir se volvió hacia ella con sorpresa.

—¿De verdad?

—Sí —susurró ella, con la vista baja—. Es alguien a quien conozco bien, con quien puedo hablar de cualquier cosa y… bueno, no sé si saldrá bien, ni si durará, pero… estoy muy ilusionada.

Él seguía mirándola con cierta perplejidad, como si aquella noticia lo hubiese tomado por sorpresa. Pero al final le sonrió con cariño.

—Me alegro mucho, Marinette. De verdad —le aseguró.

Ella le sonrió a su vez y alargó la mano para tomar la de él.

—Espero que tú también tengas a alguien especial —le dijo—. Y que puedas ser feliz a su lado.

Cat Noir sonrió de nuevo, pero no respondió.

—No te molesto más —dijo por fin—. Me he alegrado mucho de poder hablar contigo esta tarde. Espero que nos veamos otra vez pronto.

—La semana que viene —respondió ella, y él se sorprendió.

—¿En serio?

Marinette se rió.

—El evento en homenaje a Gabriel Agreste es el sábado de la semana que viene —le recordó—. El ensayo final es el jueves por la tarde. Supongo que nos veremos entonces, ¿no?

—Sí. Sí, es verdad. —Pestañeó, un poco desconcertado—. No me había dado cuenta de que era ya…, tan pronto. Estas últimas semanas han pasado volando.

—A mí, en cambio, toda la preparación se me ha hecho eterna —suspiró ella.

Cat Noir la miró de reojo.

—¿Te arrepientes de haber hecho esos diseños? —preguntó con suavidad.

—Un poco, sí, la verdad. Acepté sobre todo porque pensé que a Adrián le haría ilusión, pero… en fin, estaba muy equivocada. —Se rió sin alegría—. Si conseguís que akumaticen a alguien y le prende fuego al Grand Palais con todos los trajes dentro, yo, desde luego, no lo voy a lamentar.

—No digas eso —la riñó Cat Noir—. Puede que Gabriel Agreste no fuera santo de tu devoción, pero estoy convencido de que has hecho un gran trabajo y de que será bueno para tu carrera. Y también estoy seguro de que Adrián se alegra mucho por ti. —Ella no dijo nada, y él añadió—: Todo saldrá bien, ya lo verás.

Marinette le dio las gracias por los ánimos. Se despidieron con un abrazo y el superhéroe se alejó, saltando por los tejados.

Ella se quedó mirándolo, sintiendo que su corazón se iba tras él. Luego decidió que aún no estaba preparada para despedirse.

—Tikki, puntos fuera —murmuró.

Ya transformada en Ladybug, lo siguió por los tejados, tratando de alcanzarlo. No tenía ninguna excusa pensada para cuando se encontrase con él, pero no le importó.

Se detuvo sobre una chimenea y miró a su alrededor. Lo había perdido de vista.

Se dejó caer sobre el tejado, un poco apagada. Pensó en llamarlo a través del yoyó, pero no se le ocurría qué decirle. Aunque ya se había hecho de noche, aún no era lo bastante tarde como para que no fuese arriesgado reunirse con él.

—¡Hey! —susurró entonces la voz de Cat Noir tras ella, sobresaltándola—. ¿Qué haces aquí? ¿De patrulla?

Ladybug se volvió hacia él con una amplia sonrisa.

—¡Gatito! —respondió en el mismo tono—. Solo he salido a… dar una vuelta. No esperaba verte a estas horas —mintió.

Él la tomó de la mano y tiró de ella hacia un rincón en sombras al abrigo de la chimenea. Después le rodeó la cintura con los brazos y la atrajo hacia sí para besarla. Ella le echó los brazos al cuello y respondió con entusiasmo.

—Vengo de ver a Marinette —dijo Cat Noir entonces, entre beso y beso—. Para advertirle acerca de lo que estamos planeando. La trampa para el Polillón y todo eso. ¿Tú sabías que el ensayo general es el jueves que viene?

—Sí —respondió ella—. Y el evento, el sábado siguiente. Tenemos que estar preparados: no nos queda mucho tiempo. Escucha, yo voy a estar infiltrada entre la gente como civil, al menos al principio. Y tú deberías hacer lo mismo para no llamar la atención. ¿Crees que serás capaz de encontrar una excusa para que te dejen pasar?

—Sí —contestó él con seguridad—. Pero ¿cómo vamos a comunicarnos, entonces?

—¿Recuerdas la alarma que te di cuando tuve que marcharme de viaje lejos de París? ¿La del gatito que maullaba?

—Sí.

—¿Aún la tienes?

—¡Claro que sí! Jamás me desharía de una joya como esa —bromeó Cat Noir con una deslumbrante sonrisa.

—Bien, pues llévala al ensayo en una mochila o lo que tengas. Cuando llegue el momento de transformarse, la haré sonar. Será la señal para que nos reunamos como Ladybug y Cat Noir y hagamos frente a la akumatizada.

—¿Akumatizada? —Él la miró con cierta sospecha—. Ya has elegido una víctima, ¿verdad?

Ladybug sonrió como un tiburón.

—Sí —respondió sin más.

—Espero que no sea Marinette.

—Claro que no, bobo. Ya te lo he dicho, voy a proteger a Marinette porque sé que es importante para ti.

Cat Noir se relajó un poco y le dedicó una suave sonrisa.

—Gracias, milady. Escucha, estaba pensando…

—¿Sí?

—Ya que vamos a poner en marcha nuestro plan maestro ya la semana que viene y no tendremos tiempo para quedar… ¿te parece bien que organicemos nuestra segunda cita antes de que todo empiece? ¿Este mismo fin de semana? —Ella se quedó sin habla un momento—. ¿Crees… crees que es demasiado pronto?

—¡No, para nada! Es decir… es verdad que pensaba que tardaríamos un poco más en volver a quedar, pero no me importa en absoluto. Lo pasé muy bien la otra noche y tengo muchas ganas de repetirlo.

Él le sonrió.

—¿De verdad?

—Claro que sí.

Volvieron a besarse con suavidad y después se separaron, resignados, conscientes de que no debían alargar aquel encuentro. Aún tomados de la mano, contemplaron juntos el paisaje de la noche parisina. Vieron a lo lejos dos figuras que saltaban por los tejados, muy juntas. Las reconocieron de inmediato: eran Rena Rouge y Carapace.

—Me dan un poco de envidia —confesó Cat Noir a media voz.

El corazón de Ladybug se aceleró.

—A mí también —respondió—. Pero pronto nos tocará a nosotros.

Él la miró, un poco desconcertado.

—¿A qué te refieres?

Ella pestañeó sin comprender.

—A… a nuestra cita, ¿no? ¿A qué pensabas que me refería?

—A… a nada en concreto —mintió Cat Noir.

Pero estaba un poco confuso, especialmente desde su conversación con Marinette. Si todo salía bien y Ladybug estaba en lo cierto, el jueves siguiente tenderían la trampa al Polillón y, con un poco de suerte, descubrirían su identidad. Tanto si se trataba de Nathalie como si era otra persona, tendrían la oportunidad de recuperar el prodigio de la mariposa, y entonces…

Cat Noir no sabía qué sucedería entonces. Oprimió con suavidad la mano de su compañera, preguntándose si estaba preparado para elegir. Había dado por sentado que, cuando todo acabase, podría tratar de reconquistar a Marinette. Pero si ella ya había pasado página y él también era feliz junto a Ladybug… ¿valía la pena intentarlo siquiera?

Por otro lado… ¿y si era Ladybug la que no quería continuar?

Las siluetas de Rena y Carapace se acercaban cada vez más, y Cat Noir soltó la mano de Ladybug y se separó un poco de ella.

«¿Qué es lo que quiero?», se preguntó con cierta angustia. Evocó su conversación con Alix y se preguntó si sería capaz de tomar una decisión cuando llegase el momento… o, como de costumbre, permitiría que el destino lo arrastrase por el camino que había trazado para él.