Argos lo esperaba en un tejado oscuro y apartado, lejos de las luces del centro. Se había sentado en un rincón en sombras y, cuando alzó la cabeza para mirar a Cat Noir, sus ojos relucieron un instante en la penumbra.
—¿Te ha seguido alguien?
—No —respondió él, sentándose a su lado.
—¿Estás seguro? Nuestra enemiga ya no cuenta solo con el prodigio de la mariposa, sino también con todos los que le ha entregado tu novia.
—Ya no es… —empezó su primo, pero se detuvo.
Marinette ya no era la novia de Adrián, pero Ladybug sí era la novia de Cat Noir, en cierto modo. Sonrió al comprender que no habían sido capaces de permanecer separados durante mucho tiempo.
—Es igual —concluyó. Dirigió una mirada pensativa a Argos y dijo—. Plagg, garras dentro.
Volvió a transformarse en Adrián y se sujetó con fuerza al borde del tejado para no perder el equilibrio ahora que ya no contaba con sus superpoderes. Después se giró de nuevo hacia su primo, que le sostuvo la mirada un momento y murmuró:
—Duusu, repliega mis plumas.
Los dos permanecieron en silencio un instante, observándose.
—He estado hablando con Ladybug —dijo Adrián entonces—. Acerca de la razón por la que le ha dado los prodigios a Kallima.
Félix alzó las cejas con curiosidad.
—¿De verdad? ¿Y cuál es esa razón?
Adrián no respondió enseguida. Levantó la mano izquierda para mostrársela a Félix, y este entornó los ojos al darse cuenta de que ya no tenía las alianzas gemelas.
—Kallima me ha robado los anillos y amenaza con destruirlos si Ladybug no le entrega todos los prodigios, incluidos los nuestros.
Félix se quedó pensativo, calibrando aquella información. Después dirigió una mirada inquisitiva a su primo.
—¿Qué es lo que sabes?
—¿Sobre los anillos? —Adrián le sostuvo la mirada—. Ahora, todo. Demasiado tarde, me temo.
—¿Te lo ha contado Ladybug? ¿O Marinette?
—No hay ninguna diferencia. Pero eso tú ya lo sabías, ¿verdad?
Félix entornó los ojos.
—¿Y se lo ha contado a Adrián… o a Cat Noir? —siguió preguntando—. ¿O tampoco hay ninguna diferencia?
—A Cat Noir, porque ella todavía no conoce mi identidad secreta. Lo que me tiene muy intrigado… es cómo lo descubriste tú.
Félix le dedicó una media sonrisa.
—Soy el portador del prodigio del pavo real —se limitó a recordarle—. Percibí que Cat Noir llevaba un amok en el dedo y solo tuve que sumar dos y dos.
Adrián desvió la mirada.
—Entonces, es verdad… —murmuró.
—¿Lo dudas?
—Acabo de enterarme, así que, como comprenderás, aún estoy intentando asimilarlo.
Félix colocó una mano sobre su hombro.
—No estás solo. No eres el único —le reveló.
Adrián alzó la cabeza para mirarlo a los ojos y vio algo en ellos que lo inquietó profundamente.
—¿Qué quieres decir? —Félix se limitó a alzar la mano para mostrarle el anillo que adornaba su propio dedo—. ¿Tú también…? —Félix asintió, y Adrián sintió que se le revolvía el estómago—. Pero ¿cómo puede ser? ¿Tus padres…? ¿Por qué…?
—Tienes muchas preguntas y te prometo que te responderemos, cuando llegue el momento. Pero ahora tenemos cosas más urgentes de las que hablar.
Adrián lo miró fijamente.
—¿Responderás a mis preguntas? —repitió—. ¿De verdad?
Félix asintió.
—No lo he hecho antes porque Marinette prefería que tú no supieses nada. Pero, dado que ella misma se ha encargado de ponerte al día sin saberlo… —terminó con una sonrisa.
Adrián inspiró hondo. No había imaginado ni por un momento que Félix resultara ser alguien… como él. ¿Cuántos secretos más le quedaban por descubrir? Por un lado, resultaba inquietante que hubiese sentiseres viviendo entre humanos corrientes sin que nadie lo supiera… y que él mismo hubiese resultado ser uno de ellos.
Por otro, si no era el único…, entonces no estaba solo en ese sentido.
—¿Qué pretende hacer Ladybug para recuperar esos anillos? —preguntó entonces Félix—. ¿Le va a entregar vuestros prodigios?
Adrián negó con la cabeza.
—No sería suficiente, porque Kallima los quiere todos. Incluyendo el tuyo y el de Bunnyx.
Félix entornó los ojos.
—Pero, si le das el prodigio del pavo real, no servirá de nada que ella te devuelva los anillos. Estarás en peligro igualmente. Y nosotros, también.
Adrián tomó nota de aquel intrigante «nosotros», pero no hizo más preguntas en aquel momento.
—Lo sabemos. Por eso estamos trabajando en un plan alternativo… y te necesitamos a ti para llevarlo a cabo.
Félix se inclinó hacia delante, interesado.
—¿Ah, sí? Cuéntame.
—Hemos descubierto la identidad de Kallima —le reveló Adrián—: se trata de Lila Rossi. ¿La conoces?
—Me suena su nombre…
Su primo le mostró entonces una fotografía de Lila en su teléfono. Félix la reconoció.
—El avatar femenino de los anillos Alliance. Antes de que la sustituyeran por Kagami, ¿correcto?
Adrián asintió.
—Fue, además, compañera nuestra en la escuela y nos odia especialmente a Marinette y a mí. Y tiene una cuenta pendiente con los Agreste por razones que ahora no vienen al caso. Ninguno de los dos podemos acercarnos a ella, porque nos conoce y no confía en nosotros. Y Ladybug no se atreve a atacarla abiertamente, por si ella amenaza con destruir los anillos.
—Pero, si lo hace, ya no tendrá nada con lo que negociar —observó Félix, pensativo.
—No creo que le importe; ya te he dicho que me odia, así que no necesita motivos para deshacerse de mí.
—Entiendo. Y, si os lleváis tan mal, ¿cómo se las arregló para robarte los anillos? Imagino que tú no sabías lo importantes que eran hasta que los has perdido, pero de todos modos…
—Tiene cómplices: una en la escuela de Marinette y otra en mi propio colegio. Fingieron ser amigas nuestras y hasta hoy no nos hemos dado cuenta de que tienen que estar compinchadas las tres. Y, aun así, nada de todo esto tiene mucho sentido.
—¿Qué necesitáis que haga, exactamente?
—Que te hagas pasar por mí y te acerques a ella. Me odia, pero bajará la guardia porque pensará que puede controlarme…, controlarte —matizó—, a través de los anillos. Estoy bastante convencido, de hecho —añadió, inquieto—, de que no dejará pasar la oportunidad de usarlos para manipularme, si tiene la oportunidad. Para fastidiarme a mí, pero especialmente a Marinette… y a Ladybug.
—Comprendo —murmuró Félix, pensativo—. Sí, podría funcionar. ¿Cómo vamos a localizar a esa… Lila?
—Tenemos la dirección de su casa, pero estoy empezando a pensar que sospechará algo si vamos a buscarla. Quizá deberíamos tenderle una trampa y hacerle creer que ha sido ella quien ha encontrado a Adrián, y no al revés —se le ocurrió entonces.
—Buena idea —aprobó Félix—. ¿Qué tienes pensado?
Era ya de madrugada cuando Cat Noir regresó a la habitación de Marinette. Se dejó caer en silencio a través de la ventana del techo y aterrizó con suavidad junto a la muchacha. Esta, a pesar de sus palabras, se había quedado dormida, agotada por las intensas emociones que había experimentado a lo largo del día. Cat Noir pensó en marcharse, pero finalmente decidió que sería mejor pasar la noche allí, tal como ella le había pedido. No solo por esa razón, sino también por algo que le había dicho Félix cuando ya casi se despedían: que, si Lila tenía en su poder aquellos anillos, quizá se sentiría tentada de ir a buscarlo para comprobar si funcionaban realmente. En ese caso, no sería seguro que él se dejase ver como Adrián…, al menos, hasta que Félix ocupase su lugar.
Contempló con cariño a la chica dormida y, tras un instante de duda, se tendió a su lado, rodeando su cintura con el brazo. Ella suspiró en sueños y se acurrucó junto a él. Se había cambiado de ropa y estaba en pijama ya, con el cabello suelto sobre los hombros. Cat Noir cerró los ojos con cansancio, aunque no estaba seguro de poder conciliar el sueño. Tenía demasiadas cosas en qué pensar.
La conversación con su primo lo había inquietado y tranquilizado a partes iguales, si es que aquello era posible. Lo primero, porque le había confirmado que la historia que Marinette le había contado era real. Lo segundo, porque, si Félix había recorrido aquel camino antes que él, al menos Adrián no se vería obligado a iniciarlo solo. No obstante, seguía tan confundido que no sabía cómo sentirse. Hacía varias horas que tenía la sensación de estar viviendo en un universo paralelo, irreal. Tal vez en alguna especie de sueño causado por la magia de los prodigios, como aquel que había compartido con Ladybug cuando se habían enfrentado a Darker Owl. Con la diferencia de que este era mucho más siniestro, naturalmente. Se preguntó si despertaría en cualquier momento para descubrir que todo aquello no era real y él volvería a ser un chico como cualquier otro. Y aquellos anillos que había perdido… serían, de nuevo, las alianzas de boda de sus padres y nada más.
Abrazó con fuerza a Marinette, como si temiera que ella fuese a desvanecerse también al despertar. Entonces ella abrió los ojos.
—¿Gatito? —murmuró, medio dormida.
Él la saludó con un beso en la sien.
—Hola —le susurró al oído—. Lo siento, no quería despertarte.
Marinette se esforzó por despejarse.
—Yo no tenía intención de quedarme dormida. Has ido a ver a Félix, ¿verdad? ¿Qué te ha dicho?
—Nos ayudará. Pero tenemos que decidir cómo vamos a tender la trampa a Lila. Si Félix va a su casa preguntando por ella, resultará sospechoso. Hemos pensado que puedes dejarte ver… como Ladybug… llevando a Félix de aquí para allá por los tejados, como si estuvieses buscando un sitio donde poner a salvo a Adrián. Si ella está al acecho, se las arreglará para encontrarlo y…
—También podría sospechar que se trata de una trampa —objetó ella, frunciendo el ceño. Reprimió un bostezo y de frotó un ojo con cansancio—. No debería haberme quedado dormida. Aún estoy atontada.
—Pero tienes mejor cara. Admítelo, necesitabas descansar.
Ella iba a responder cuando, de pronto, el bastón de Cat Noir emitió un aviso de llamada. El superhéroe consultó la pantalla con sorpresa. Eran las tres de la madrugada y quien tenía tanta urgencia por contactar con él no era otro que Markov, el robot de Max.
El chico se apartó un poco de Marinette y se incorporó para responder a la llamada. Markov apareció en la pantalla, con sus ojos cibernéticos chispeantes de excitación.
—¡Cat Noir! —lo saludó—. Disculpa por molestarte a estas horas. Soy consciente de que los humanos necesitáis dormir de noche.
—No estaba dormido —murmuró él, aún desconcertado—. ¿Qué pasa, Markov?
—Verás, es sobre esas chicas a las que me pediste que investigara. Había algo extraño en ellas, aparte de las historias similares y los documentos falsificados. —Sus pupilas se transformaron en dos interrogantes—. Un cierto aire de familia, ¿verdad?
—Sí, eso hemos notado nosotros también —respondió Cat Noir, cada vez más intrigado. A su lado, Marinette se incorporó, atenta y ya completamente despejada.
—¿Verdad? —se emocionó Markov—. No estaba seguro, porque mi programación de reconocimiento facial me enviaba información contradictoria. Es decir, los rasgos de las tres son muy similares, pero detalles como el color de ojos o el cabello las hacen parecer muy distintas. Así que he pasado las tres imágenes por un programa de análisis facial mucho más potente.
—Ah. ¿Y qué has descubierto?
—Que no son familia. —Cat Noir abrió la boca para contestar, pero Markov no había terminado. Levitó un poco más alto, claramente orgulloso de sí mismo—. En realidad, son la misma persona.
—¿Cómo? —exclamó Marinette con perplejidad. Se pegó a Cat Noir para clavar la vista en la pantalla de su bastón—. ¿Estás seguro de eso, Markov?
—¡Hola, Marinette! —respondió él alegremente—. ¡Encantado de saludarte!
Ella se ruborizó hasta las orejas, comprendiendo de pronto lo extraño que debía de parecer que estuviese en su habitación con un superhéroe a altas horas de la madrugada. Pero Markov no pareció tenerlo en cuenta.
—Os voy a enviar un vídeo para que lo veáis con mayor claridad —continuó el robot.
Cortó la comunicación y Cat Noir recibió de inmediato un mensaje con el vídeo que Markov acababa de mencionar. Abrió el archivo con curiosidad y los dos clavaron la mirada en la pantalla, que mostraba una foto de Lila. Entonces cambió el color de sus ojos y su pelo; su larga melena fue sustituida por un cabello corto, de chico, mientras que sus iris verdes se volvieron castaños. El resto de sus facciones seguían siendo exactamente las mismas, pero ahora se trataba de alguien diferente: una chica a la que Cat Noir conocía.
—¡Cérise! —exclamó con asombro.
Pero el vídeo no terminaba allí. El cabello de Cérise se tornó en una media melena lisa y negra; sus ojos castaños se volvieron azules, protegidos por unas gafas metálicas.
Y nada más había cambiado…, salvo la identidad de aquella chica de mil caras.
—Es Narcisa —murmuró Marinette con un estremecimiento—. Markov tiene razón: Lila, Cérise y Narcisa… son la misma persona.
—Violeta —dijo Cat Noir, muy serio. Apagó la pantalla y se volvió para mirar a Marinette—. Nos ha estado acechando todo este tiempo, milady. Nosotros creíamos que nos habíamos librado de Lila para siempre y, mientras tanto, ella se acercaba a ti como Narcisa y a m… a Adrián bajo la identidad de Cérise. —Sacudió la cabeza—. Está loca, no hay otra explicación.
—Y muy obsesionada —coincidió Marinette, pensativa—. ¿Sabes…? Ahora empiezo a entender algunas cosas. Narcisa me decía que la gente en la escuela hablaba mal de mí a mis espaldas, pero yo no notaba nada de eso cuando me relacionaba con mis compañeros, así que llegué a la conclusión de que eran todos unos hipócritas. Pero, si ella es realmente Lila…, no me sorprendería nada que me hubiese mentido sobre ese tema. Puede que incluso esos «rumores», si es que existían…, los iniciara ella.
—No tengas la menor duda —respondió Cat Noir, indignado—. Y veo que con Adrián siguió una estrategia diferente para aislarlo: no despegarse de su lado, escucharlo como una buena amiga y dar por sentado que tenían que ir juntos a todas partes. Hasta que la gente llegara a la conclusión de que ellos dos eran pareja y, por tanto, los dejara a solas.
—Sí, él estaba convencido de que la vida de Cérise había sido muy similar a la suya y, por tanto, podía entender cómo se sentía. Pero, por supuesto, no eran más que mentiras.
—Si Cérise es Lila, entonces conoce muy bien a los Agreste y cómo era la vida de Adrián, así que no debió de tener problemas para inventar una mentira que pudiese funcionarle con él.
Marinette gruñó por lo bajo, hirviendo de ira, y Cat Noir la contempló con cariño. Parecía claro que la molestaba más el hecho de que Cérise hubiese manipulado a Adrián que todos los rumores crueles que Narcisa había hecho circular a sus espaldas.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó ella, preocupada—. Si Lila tiene esa capacidad para hacerse pasar por otras personas y nosotros no podemos reconocerla, ¡podría estar en cualquier parte! Podría ser cualquiera. Podría…
—Cualquiera, no —la corrigió él—. Sabemos que es una chica adolescente. Conocemos, además, tres de sus identidades.
—¿Crees que puede tener más?
—No debemos descartarlo. Pero el caso es que ya sabemos que Lila, Cérise y Narcisa son la misma persona. Y ella no sabe que nosotros lo sabemos. Así que ya no hace falta tenderle ninguna trampa para hacerle salir de su escondite… porque sabemos dónde encontrarla.
—¡Oh, qué buena idea! —exclamó Marinette—. Félix puede ir a la escuela de Adrián mañana, hacerse pasar por él y fingir que no sabe nada acerca de Cérise, y ella…
—¿Mañana? —la interrumpió Cat Noir; la miró casi con ternura—. Mañana es sábado, Marinette. ¿No recuerdas qué día es?
Ella le devolvió una mirada repleta de incomprensión.
—¿Mañana…?
—Es el día del desfile, Marinette. El homenaje a Gabriel Agreste que llevas tanto tiempo preparando. Los diseños de las prendas son tuyos, ¿recuerdas?
Ella abrió mucho los ojos, horrorizada.
—¡Lo había olvidado por completo! ¡Oh, no! Es de lo más inoportuno. Mañana no puedo ir al evento, tengo que recuperar los anillos de Adrián y tenemos que derrotar a Lila…
—Espera un momento —se le ocurrió entonces a Cat Noir—. Narcisa es una de las organizadoras del evento, ¿verdad? Tendrá que presentarse allí.
Marinette frunció el ceño, considerándolo. Después negó con la cabeza.
—Sí, pero el desfile es por la noche. Y comienza a las diez. El plazo que me ha dado Kallima para entregarle los prodigios termina a las nueve.
—Pero ella ha quedado con Nathalie por la mañana, para repasar la planificación —recordó Cat Noir—. En la mansión Agreste.
Marinette se quedó mirándolo entre extrañada y esperanzada.
—¿Estás seguro de eso? Pero ¿cómo lo sabes?
—Eeeh, las oí comentarlo el otro día, durante el ensayo —improvisó él—. Cuando nuestra Polilla hizo que todos los zapatos se volvieran locos.
—Debió de ser Narcisa, ¿verdad? Pero ¿y si sospecha que nosotros sospechamos de ella precisamente por eso? ¿Crees que se presentará a la cita con Nathalie de todos modos? Quizá se haya atrincherado en su guarida hasta que llegue la hora de reunirse conmigo para que le dé los prodigios que faltan; a lo mejor está escondida y ya no volvemos a ver a Lila, ni a Cérise, ni a Narcisa.
Cat Noir lo pensó un momento.
—Si se tratara de otra persona, sí, existiría esa posibilidad —admitió—. Pero es Lila. ¿No crees que sentirá curiosidad por los anillos? ¿No te parece que querrá probarlos con Adrián?
—Sí —murmuró ella, asustada de pronto—. ¿Y si ha ido esta noche a buscarlo a su casa para secuestrarlo?
—Si lo ha hecho, no lo encontrará —la tranquilizó él—. Argos y yo lo hemos llevado a un lugar seguro para que Lila no pueda encontrarlo hasta que recuperemos esos anillos —se le ocurrió de pronto.
Marinette respiró, más aliviada.
—Podrías habérmelo dicho antes —le reprochó—. Sabes que estoy muy preocupada por Adrián.
—Aaah… ehhh, se me ha pasado —se disculpó él—. Está siendo un día muy largo para mí también.
La mirada de ella se suavizó.
—Lo siento, gatito. Tienes razón, son demasiadas cosas y he cargado todo esto sobre tus hombros de repente.
Cat Noir sonrió.
—No pasa nada. Porque ahora, además, vamos a delegar la siguiente fase del plan en Félix.
Alzó el bastón para llamar a su primo. Probó primero con el número de Argos, por si no se había destransformado todavía. Él respondió al instante.
—¿Cat Noir? ¿Alguna novedad? —preguntó con cierta preocupación.
—Sí. Una muy importante, en realidad, que nos obliga a cambiar el plan para mañana. No hará falta tender una trampa a Kallima… porque sabemos dónde va a estar a una hora determinada.
—¿De verdad? Cuéntame.
—Antes de eso, necesito que veas la información que te voy a enviar. Estúdiala con calma y llámame cuando lo hayas hecho, ¿de acuerdo?
Argos, cada vez más intrigado, asintió. Cat Noir le reenvió entonces los mensajes de Markov: la información sobre las tres identidades de Lila y el vídeo que revelaba que en realidad eran una sola. Se despidieron y cortaron la comunicación. Marinette se acurrucó junto a Cat Noir mientras esperaban, en tensión, a que Argos les devolviera la llamada.
Tardó mucho menos de lo que habían anticipado.
—¿Qué significa esto? —fue lo primero que les dijo cuando Cat Noir respondió a la llamada. La mirada de Argos fue de él hasta Marinette, que contemplaba la pantalla a su lado, pero no hizo ningún comentario—. ¿Quién es esta chica y por qué tiene tres identidades diferentes?
—Es una larga historia —respondió Cat Noir—. Pero, por el momento, nos quedaremos con que es la nueva portadora del prodigio de la mariposa. Robó los anillos de Adrián bajo la identidad de Cérise y mañana por la mañana tiene una reunión con Nathalie en la mansión Agreste como Narcisa. Es compañera de Marinette en el colegio y una de las encargadas de organizar el acto de homenaje a Gabriel Agreste que se celebrará mañana. Si Narcisa acude a la cita…, estaría bien que encontrase allí a Adrián. ¿Entiendes?
—Perfectamente —asintió Argos—. Adrián y Narcisa… ¿se conocen?
—Sí —contestó Marinette—. Narcisa nos recibió a Adrián y a mí el primer día de clase en la escuela Gabrielle Chanel. Fue la primera persona a la que conocimos allí. Adrián se cambió de colegio un par de semanas después, pero yo he seguido en contacto con ella. —Se estremeció—. Jamás se me ocurrió pensar que fuese Lila.
—Eso quiere decir que es muy buena actriz.
—Muy buena mentirosa, más bien.
Félix reflexionó un momento y después dijo:
—Muy bien: voy a ir a la mansión Agreste ya mismo y voy a ocupar el lugar de Adrián. Dormiré en su habitación y desayunaré mañana con Nathalie, como hace él todos los días. Así estaré preparado para cuando llegue Cérise. ¿Os parece bien? —añadió, mirando a Cat Noir.
Este asintió.
—Perfecto —dijo.
—Pero ¿y Adrián? —planteó entonces Marinette, preocupada.
—No te preocupes, está a salvo —replicó Argos.
—¿Puedo hablar con él?
—¡No! —exclamaron Argos y Cat Noir al mismo tiempo.
—Está... durmiendo —añadió el primero—. Además, ¿qué vas a decirle? Le he contado que hay un villano akumatizado que lo está buscando, pero que Ladybug y Cat Noir se encargarán de él. Y se ha quedado tranquilo. A no ser que quieras hablar con él como Ladybug, sería extraño que Marinette se pusiese en contacto con él de madrugada, ¿verdad? Quizá lo preocuparíamos sin necesidad.
Ella frunció el ceño.
—Sí —respondió por fin—. Sí, tienes razón.
Argos dirigió una larga mirada de reproche a su primo, pero este no se dio por aludido. Le había dejado claro que sería él mismo quien revelaría a Marinette su verdadera identidad, y solo cuando encontrase el momento adecuado.
—Muy bien —concluyó Argos entonces—. Dejad este asunto en mis manos y no interfiráis. Si Lila o como se llame ve aparecer a Ladybug o a Cat Noir sospechará algo de inmediato. No podemos permitir que esto salga mal. ¿Queda claro?
—Queda claro —respondió Marinette, tensa. No parecía cómoda con la idea de ceder el liderazgo a Félix, aunque fuese temporalmente, pero sabía que él tenía razón—. Pero mantennos informados, ¿de acuerdo? Quiero saber qué está pasando en cada momento.
—Lo haré —le aseguró Argos—. No te preocupes: recuperaré esos anillos y pondré a salvo a Adrián. No obstante, de los prodigios perdidos tendrás que ocuparte tu. Solo tendré una oportunidad de tomarla por sorpresa y los anillos serán mi prioridad. En cuanto los tenga, desapareceré para ponerlos a salvo. Del resto os encargaréis vosotros. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —respondieron ellos.
Cortaron la comunicación. Marinette estaba aliviada e inquieta al mismo tiempo. Más tranquila, porque iban a poner en marcha un plan. Preocupada por todas las cosas que podían salir mal.
—Al menos parece que está centrado en la misión —comentó—. No me ha reprochado en ningún momento que no le haya contado la verdad a Adrián, que es algo que él habría hecho desde el primer día, si no fuera por mí. Y tiene razón, claro: si Adrián hubiese sabido lo importantes que son esos anillos, quizá Cérise no habría conseguido llevárselos. Así que estaba segura de que me lo echaría en cara —concluyó con cierta sorpresa.
—Ya ves —se limitó a responder Cat Noir, disimulando una sonrisa.
NOTA: ¡Sorpresa! Como ya comenté hace unas semanas, ya estoy mucho más libre en el trabajo y puedo actualizar más a menudo. Así que de aquí al final de la historia, que espero acabar este mes o, como muy tarde, el mes que viene, todo irá mucho más rápido. Próximo capítulo: ¿caerá Lila/Narcisa/Cérise en la trampa de Félix?
