Capítulo 8: No eres tú, es ella

Hotch no pensó esa mañana al levantarse que su vida volvería a cambiar. Él quería, como todo el mundo, una vida tranquila, sin sobresaltos, dentro de lo tranquila que podía ser la suya por su trabajo.

Desde la Universidad, había intentado que su vida fuera lo más lineal posible. Tenía un objetivo claro, que estaba seguro en seguir. Se iba a casar con su novia del instituto, terminar la carrera y ser un gran fiscal. Sin embargo, el FBI se cruzó en su camino. Y no pudo decir que no.

Su matrimonio con Haley, aunque feliz la mayor parte del tiempo, estuvo lleno de altibajos. Y aunque con la llegada de Jack parecía que todo se había encauzado, en realidad era un oasis en mitad del desierto.

Haley nunca había aceptado del todo su trabajo, y eso terminó por desgastarlos en todos los sentidos.

Se sintió culpable, y un fracasado, por el final de su matrimonio, y luego por la muerte de Haley. No era desde luego lo que había planeado para su vida.

Convertirse en un padre soltero no era desde luego lo mejor, pero había llegado a llevarlo bastante bien junto a su trabajo. Dentro de lo posible, Jack había pasado a ser su prioridad, aunque seguía sintiendo a veces que lo dejaba a un lado por el trabajo. Más de una vez, se sentía culpable por perderse cosas en la vida de su hijo.

La llegada de Beth había sido un soplo de aire fresco en sus vidas. Ella estaba llena de energía, de alegría, que tiraba de él en momentos duros. Pareció entender bien su trabajo, y por primera vez en muchos años, Hotch tuvo la sensación de volver a tener una vida tranquila a su lado. Que podrían estar juntos mucho tiempo.

Pero llegó Noviembre, una noche lluviosa y fría, y todo voló por los aires. Habían pasado casi once meses, y ya lo había superado. Había olvidado a Beth, de verdad que sí. Sin embargo, esa llamada a última hora de la tarde, hizo que todo lo que había olvidado, volviera a su mente. Y no le gustaba la sensación que le dejaba en su cuerpo.

Además, esa mañana, había tenido un sueño de lo más extraño: nadaba en un mar en calma, solo, sin nadie a la vista, cuando de pronto, encontró en una pequeña roca, a Erin. Cuando se acercó a ella, la encontró llorando. Cuando iba a preguntarle qué le ocurría, un bello canto llegó a sus oídos, y el mar se agitó revelando la figura extraordinaria de una sirena. Era Beth. Quedó prendado de su voz y su belleza, que le invitaban a seguirla. Miró una vez más a Erin, subida en esa roca solitaria y llorando sin parar, que lo miraba con una tristeza infinita. Pero el canto de Beth era tan bello y sensual que nublaba todos los sentidos.

Se había despertado bruscamente sin saber qué había sucedido.

Y para colmo, Erin llevaba unas semanas de lo más extraña. Había notado que lo evitaba, aunque ella lo había negado cuando la había confrontado, excusándose en la carga de trabajo; ya casi no tomaban café juntos porque siempre tenía algo que hacer y cuando la llamaba durante los casos, solía cortar enseguida las llamadas. ¿Había echo algo mal y no lo sabía? Debería intentar averiguarlo.

Al llegar a su oficina, le preguntó a Lisa si podía pasar, y ésta le indicó que sin problema. Cerró la puerta detrás de él cuando entró. Erin lo miró sorprendida cuando se acercó y se sentó frente a ella.

-Necesito hablar contigo de algo -ella asintió-. Es algo personal.

-¿Y yo puedo ayudarte en algo? -preguntó un poco sorprendida.

-No lo sé, Erin.

Se inclinó hacia delante y apoyó los codos en las piernas, y se pasó las manos por la cara varias veces antes de hablar.

-Beth me ha llamado. Quiere que nos veamos mañana para cenar.

-Oh, vaya. ¿Y qué piensas hacer?

-¿Tú qué harías? ¿Quedarías con ella?

Erin lo miró fijamente, y pudo ver la duda en su mirada. Estaba segura que Aaron seguía enamorado de Beth, como lo estuvo de Haley mucho tiempo después de su divorcio. Y con esa certeza, supo que si alguna vez tendría alguna oportunidad con él, por pequeña que fuera, la había perdido para siempre.

-Si sientes que necesitas una explicación de su marcha, tanto para tener un cierre definitivo o revivir vuestra relación, sí, deberías ir a cenar con ella.

-Sí, creo que eso es justo lo que necesito, lo que voy a hacer. Gracias por todo, Erin.

Él nunca sabría el daño que le habían hecho a ella esas palabras.


Jessica se había ofrecido a quedarse con Jack todo el fin de semana, puesto que así lo llevaría a visitar a sus abuelos. Y él podría "estar en sus cosas", como se había burlado su cuñada. No le hizo mucha gracia cuando le habló de la cena con Beth, pero dijo que lo apoyaría en la decisión que tomara, como había hecho hasta ese momento.

Cuando entró en el restaurante, Beth ya estaba allí. Fue ella la que escogió el sitio y la hora, y a él le pareció bien. Quería terminar cuanto antes con la incertidumbre con la que llevaba desde su llamada la tarde anterior.

Llevaba el pelo suelto, más largo que la última vez que la había visto, y la notó un poco más delgada. Estaba guapa, le gustó cuando la vio. No obstante, no pudo evitar ir un poco a la defensiva.

-Aaron, me alegro que hayas decidido aceptar mi invitación -dijo con una sonrisa cuando lo vio acercarse, después de levantarse.

-Si, bueno, creo que necesitamos hablar -contestó con seriedad al tiempo que se sentaba.

Beth se sorprendió un poco por su actitud, puesto que ni siquiera la había saludado, pero se recompuso enseguida y se sentó también. Cogió la carta con indiferencia, esperando que Aaron no notara lo mal que le había sentado su forma de actuar.

El camarero les tomó nota de la comida y la bebida (agua para él y vino para ella), y fue obvio que ese era el momento en que deberían empezar a hablar.

-Y…¿cómo estás? ¿Qué tal te ha ido -preguntó Beth un poco incómoda.

-Todo bien. ¿Y tú qué tal?

-Genial. Con mucho trabajo, ya sabes. Parece mentira, pero el mundo del arte está en pleno apogeo.

Él asintió, aunque en realidad no le interesara nada lo que le estaba contando, y ella lo sabía. Les sirvieron la comida, y fue entonces, cuando podían entretenerse con su plato, cuando preguntó lo que le molestaba.

-Vamos a ir al grano, Beth. ¿Por qué me has llamado?

Ella masticó despacio el bocado que acababa de meterse en la boca, y luego bebió un poco de vino.

-Creo que no quedamos en los mejores términos, y pensé que podríamos arreglar eso.

-Bueno, eso es un eufemismo. Lo que me lleva a la otra pregunta de la noche: ¿por qué te fuiste?

Beth respiró hondo mientras lo miraba. Tenía la cara tan seria que asustaba.

-Me asusté. No pensé que pudiéramos tener futuro. No más allá de lo que ya habíamos vivido. Tienes un trabajo tan peligroso, en el que estás en peligro cada vez que tienes un caso, que no supe cómo gestionarlo cuando realmente me puse a pensar en ello.

-¿Y por qué no hablaste conmigo de eso en vez de salir corriendo?

-¿Y de qué hubiera servido? Aaron, sé lo que significa tu trabajo para ti, no ibas a dejarlo porque yo te lo hubiese pedido.

De pronto, tuvo la visión de muchos años atrás, cuando Haley hizo precisamente eso.

-Por supuesto que no, pero al menos hubiera sabido cómo te encontrabas.

Se miraron un instante hasta que Beth apartó la mirada. No merecía la pena hablar más de eso. La comida había quedado olvidada y se había quedado fría, así que se centró en el vino.

-Pero en estos meses, he estado reflexionando, tal vez haya madurado también, y me he dado cuenta de lo que te he echado de menos. Creo que podría aguantar tu trabajo, y todo lo que ello implica, si quisieras volver a intentarlo.

Le pilló por sorpresa. Había pensado mucho desde la noche anterior cual sería la razón por la cual Beth querría volver a verlo, pero nunca pensó que la de volver a estar juntos sería la correcta.

-¿Hablas en serio? -logró preguntar después de darle un buen trago a su vaso de agua.

-Por supuesto que si.

La miró con incredulidad durante un rato antes de que le volvieran a salir las palabras.

-Me parece increíble que después del discurso que me has dado sobre lo duro que es mi trabajo para ti, ahora pretendas volver como si no hubiera pasado nada.

-Aaron, reconocer los errores también es madurar -Beth intentó coger su mano, pero él la apartó-. ¿O acaso estás con alguien?

Iba a contestar que no, cuando de pronto a su mente vino la imagen de Erin. Erin sonriendo con timidez, riendo a carcajadas, enfadada por algo y sonriéndole dulcemente a Jack mientras compartían un helado. Y de pronto lo supo: Erin se había convertido para él en algo más que una amiga.

-¿Aaron?

-No, Beth, no estoy con nadie. Pero tampoco voy a volver contigo. Gracias por la cena.

Se levantó rápidamente y la dejó allí, perpleja. Cuando salió al fresco de la noche, tenía mil dudas en la cabeza. Pero esta vez, iba a hacer algo al respecto.


Después de conducir cerca de cuarenta minutos, decidió ir a verla. Todavía no era muy tarde, y aunque no sabía muy bien qué decirle o hacia dónde derivar la conversación, al menos podría poner de excusa que quería contarle cómo había ido la cena con Beth.

Estaba un poco nervioso cuando llamó a la puerta, y él nunca estaba nervioso. De pronto su mente se quedó en blanco.

Erin lo miró con sorpresa cuando abrió y lo vio allí. Esbozó una ligera sonrisa, aunque estuvo seguro que salió más como una mueca.

-¿Aaron? ¿Qué haces aquí? ¿Va todo bien?

-¿Puedo pasar un momento? -preguntó él a su vez.

-Claro.

Entró en la casa, y esperó a que ella cerrara la puerta para seguirla. Erin lo guio al salón. Sonaba música clásica a un volumen bajo, el suficiente para relajarse mientras leía un libro, que a juzgar por el que descansaba en la mesita de centro, era lo que estaba haciendo antes de que él llegara.

-¿Estás sola? -quiso saber Aaron, todavía un poco nervioso.

-Sí. Los niños están este fin de semana con su padre -ella seguía con la confusión en la cara-. ¿Te apetece un café, una infusión o algo?

-No, no gracias.

-¿No tenías la cena con Beth? ¿Ha ido todo bien? -Erin se deshizo el moño y lo volvió a hacer, nerviosa, y Aaron pensó que estaba adorable.

-Pues…quería que volviera con ella.

-Oh -vio confusión y también ¿tristeza? en el rostro de Erin-. ¿Y tú qué le has dicho?

Erin volvió a deshacerse el moño, y él cogió su mano para que no volviera a hacerlo. Le gustaba con el pelo suelto. Al parecer, cuando estaba muy nerviosa, se tocaba constantemente el pelo.

-Le he dicho que no. Si hace un año le molestaba mi trabajo, porque esa fue la excusa que me ha dado, no creo que ahora haya cambiado demasiado. Por mucho que insista en que haya madurado en ese aspecto.

-Pues que egoísta -musitó Erin-. Eso demuestra que en realidad nunca te quiso.

-Estoy de acuerdo.

Erin se dio cuenta que seguían con las manos unidas, y fue a retirar la suya, pero él la retuvo. Pasó su pulgar por el dorso y ella no pudo evitar cerrar los ojos. Eso lo hizo sonreír.

-Al menos, me hizo darme cuenta de algo. No lo había pensado hasta que me hizo una pregunta que me dio por pensar y…

-No te entiendo bien, Aaron -lo miró con el ceño fruncido y llena de confusión y él deseó besarla en ese momento.

-El caso es que…

Y lo hizo. En vez de hablar y decirle lo que sentía, cogió su rostro con las manos y la besó. Fue un beso lento al principio, luego recorrió sus labios con su lengua, saboreándola. Erin gimió bajito, sacándolo del embrujo en el que se sentía.

Se miraron uno al otro, con los labios hinchados y despeinados de amor, recuperando el aliento.

-Me gustas, Erin. Esta noche me he dado cuenta de que me gustas aunque no sé si tú…-se encogió de hombros, sin saber qué más decir.

Erin seguía callada, mirándolo con un brillo diferente en los ojos.

-Eres más lista que yo -él sonrió de medio lado al darse cuenta de la verdad-. ¿Desde cuando lo sabes? Por eso estabas tan extraña conmigo ¿verdad?

-No quería estropear nuestra amistad. Prefiero tenerte como amigo a no tenerte en mi vida.

Erin se mordió el labio, nerviosa, y Aaron colocó un mechón de pelo detrás de su oreja.

-No hagas eso, por favor -gruñó.

-¿Por qué? -preguntó inocente mordiéndose el labio de nuevo.

-Porque ahora mismo no sé si me puedo controlar para no besarte la noche entera -respondió acercándose un poco más a ella.

-Entonces no te controles -y ella se acercó todavía un poco más.

Y ambos perdieron el control, esa noche, y muchas más.

Continuará…