―Entonces, ¿lo que yo quiera decidir en este momento no cuenta? ―exclamó la joven de cabello negro mientras dejaba correr algunas lágrimas por su rostro y extendía sus manos con enojo.
Se sentía impotente ante la situación en la que se encontraba. Estaba allí, en medio de una discusión con su padre en un pasillo del hospital.
―Asami, es la voluntad de tu madre. Aunque no quieras, vamos a cumplirla ―respondió el padre de la joven con seriedad―. Es una decisión que hemos tomado. Además, es hora de que tomes tu camino en esta familia, y para ello necesitas un esposo.
Asami río con amargura. No podía creer que su padre estuviera tan ciego a sus sentimientos y necesidades.
― ¿Un esposo? ¿Eso es lo que crees que necesito para cumplir con mis deberes familiares? ―preguntó Asami con voz temblorosa, tratando de contener la rabia y la tristeza que sentía―. Y en especial con este...
― ¡Ey! Asami, creo que estás muy alterada ―interrumpió Mako al sentirse aludido. Él estaba junto al padre de Asami, intentando mantener una actitud diplomática en la discusión de padre e hija. Sin embargo, parecía que la única persona que apreciaba su presencia allí era el padre de Asami.
Su padre la miró con una expresión dura y sin compasión.
―Lo que te hace feliz es irrelevante en este momento. Tu madre quería que te casaras con Mako, y esa es la decisión que hemos tomado para ti. Necesitas seguir el legado de esta familia, y para eso necesitas estabilidad y un buen esposo.
Asami sintió que su corazón se rompía aún más. La desesperación y la tristeza la envolvían, pero también una chispa de determinación comenzó a arder en su interior al ver cómo aquel hombre que de pequeña admiraba ahora era alguien sin comprensión alguna hacia su hija.
―No puedo creer que estés dispuesto a sacrificar mi felicidad por una tradición que ya no tiene sentido ―dijo Asami con voz firme, aunque su interior temblaba―. No voy a casarme con Mako solo porque ustedes lo quieren. No puedo seguir viviendo mi vida según las expectativas de otros.
Su padre frunció el ceño, su rostro se tornó aún más rígido.
―No tienes elección, Asami. Es por el bien de la familia.
Asami se sintió atrapada entre la tristeza y la ira. Sus lágrimas ya no eran solo de dolor, sino también de frustración por la falta de comprensión de su padre.
―Papá, ¿acaso no te das cuenta de lo que me estás pidiendo? ―dijo Asami, intentando mantener la calma e intentando hacerle reaccionar nuevamente―. Me estás pidiendo algo que no puedo hacer. Yo amo a Korra, pero también amo a mamá tanto como a ti. Sé que ambos estamos sensibles, acabamos de ver a mamá recaer nuevamente con un diagnóstico reservado. El médico nos dejó claro que pronto dejará de vivir.
El rostro de su padre dejo aquella seriedad a una de melancolía.
―Creo que es mejor calmarnos, y en especial tú, Asami ―expresó Mako, acercándose a Asami para intentar abrazarla.
― ¡No me toques! ―gritó alterada Asami, mirando con rabia al joven que se detuvo al instante―. No sé qué les has metido en la cabeza a mi madre y a él ―señaló a su padre―, pero entiende que lo nuestro no va a volver.
Mako no respondió, solo la miró con seriedad mientras veía cómo Asami, en un intento de calmarse, daba media vuelta para marcharse.
―Él no me ha dicho nada ―habló el Sr. Sato al ver la reacción de su hija―. Un padre siempre sabe qué es lo mejor para su hija, y Mako, a pesar de que su relación finalizó, ha demostrado quererte y...
― ¿Quererme? ―Interrumpió Asami, volteando a ver a su padre―. ¿Coquetear con varias mujeres en cada viaje es respetar algún sentimiento hacia mí? ―Mako desvió la mirada, sintiéndose algo culpable―. Ni siquiera puede defender algo que es cierto ―terminó Asami, observando la reacción de su ex pareja―. No me voy a casar con él. No quiero una vida como la de mi madre.
Su padre la miraba con enojo, pero Asami continuó, golpeando con una verdad que todos sabían.
―Por ahora necesito volver a la ciudad. Dejaré en recepción mi información para que solo ellos me comuniquen el estado de mi madre.
Sin más, la joven se retiró del lugar, dejando a los dos hombres allí. Mako, al ver a su ex suegro lastimado por las palabras de su hija, quiso seguir a Asami, pero el mismo hombre lo detuvo colocando su mano en su hombro.
―Déjala, es una rabieta que siempre ha tenido. El matrimonio se realizará sí o sí. Eres un buen chico para ella ―le sonrió―. En ocasiones, nosotros cometemos ciertos errores, pero sabemos que cuando se encuentra a la mujer que debe acompañarte en la vida, no se puede dejar ir ―concluyó, excusando sus propias acciones del pasado, que ahora veía reflejadas en el joven de ojos marrones…
….
Volviendo al presente, el viaje continuó en un cómodo silencio, Robert condujo en silencio, respetando la necesidad de las jóvenes de tener un momento de tranquilidad. El paisaje urbano fue dando paso a los verdes campos y montañas que rodeaban Republic City, proporcionando un alivio visual y emocional. interrumpido solo por el suave ronroneo del motor y el ocasional crujido de los neumáticos sobre el asfalto.
Asami se acomodó en su asiento, mirando a Korra con una mezcla de amor y preocupación. Sabía que no estaba haciendo bien huir a una tormenta que se estaba generando con su familia. Pero ver aquella joven morena quien miraba con curiosidad la ventana del vehículo y como sus ojos azules se cristalizaban a cada paisaje que se estaba presentando en el camino. le hacia tomar valor de seguir escapando a una orden de su padre, pues se estaba sintiendo feliz como hace mucho no lo había sentido.
― el atardecer de este lugar, debe ser un gran escenario para varias fotografías ―exclamo korra haciendo que Asami volviera en si al mismo momento que aquellos ojos azules se encontraron con los de ella. ― ¿no crees?
―podemos comprobarlo más tarde cuando lleguemos ―respondió la peli negra.
Aquel lugar al que iban era una ubicación Asami había descubierto hace tiempo y había mantenido en secreto para ocasiones especiales donde ni su padre ni nadie sabía de él, solo ella y Robert quien era su cómplice cada vez que ella deseaba desaparecer el mundo. Por lo que sabia que sus atardeceres eran únicos.
Finalmente, llegaron a una pequeña cabaña ubicada en una pintoresca colina, rodeada de árboles y flores silvestres. El lugar era perfecto para desconectar del mundo exterior y encontrar un respiro de paz. Robert detuvo el vehículo y se ofreció a llevar las maletas mientras Asami y Korra descendían, admirando el entorno sereno que los rodeaba.
―Es hermoso aquí ―susurró Korra, mirando a su alrededor con admiración.
Asami asintió, sintiéndose aliviada de estar lejos de las tensiones familiares por un momento. Caminaron juntas hacia la cabaña, donde el aire fresco y el olor a naturaleza les daban la bienvenida. Al entrar, encontraron un espacio acogedor y bien preparado para su estadía.
Era casi una cabaña sencilla de dos pisos, donde el primero contaba con una sala de estar que al fondo podía ver la entrada y un gran ventanal que daba hacia una gran terraza la cual se podía apreciar las montañas y un pequeño lago. Mientras un pasillo brindaba camino a la cocina, un pequeño estudio y las escaleras al segundo nivel que se encontraba la habitación principal.
Claro, aquí tienes la corrección con algunos ajustes en redacción y ortografía:
― Robert se aseguró de que todo estuviera listo para nosotras ―dijo Asami con gratitud mientras inspeccionaba el lugar.
― ¿Cómo lo hizo tan rápido? ―preguntó asombrada, volteando a ver al hombre que bajaba las cosas de Asami y una mochila de la morena. Este, al sentirse observado, le brindó una media sonrisa prepotente mientras alzaba una ceja― ¿Qué? ¿Eres un agente secreto y trabajaste con la CIA? ―dijo sin creer cómo organizó todo en tan poco tiempo.
Robert no respondió y simplemente caminó hasta la entrada, mirando de reojo a la joven.
― Es mejor dejar cierta información como confidencial, señorita Korra ―expresó con seriedad antes de entrar a la cabaña.
Korra tragó saliva, consciente de que aquel hombre era un misterio y que sus sentimientos hacia él podrían oscilar entre la rabia y la incertidumbre. La mirada que recibió de Robert la dejó indecisa entre si era un consejo o una advertencia.
Asami río al ver cómo su novia miraba con temor a su fiel chofer mientras ingresaba a la cabaña. Sabía que Robert era más que un simple conductor; su padre lo había asignado desde que tenía 7 años, con la excusa de que él sería quien la llevaría a donde quisiera. Sin embargo, Asami sabía que él había sido elegido para protegerla y servirla en lo que ella deseara. Lo que su padre nunca esperó fue que aquel hombre desarrollara un gran aprecio por la joven, convirtiéndose en su mano derecha.
La cabaña era acogedora y bien equipada, con muebles de madera rústica y una chimenea que emanaba un suave calor. Asami se acercó a la ventana para admirar la vista de las montañas que se extendían frente a ellos.
―Robert siempre se asegura de que todo esté perfectamente preparado ―comentó Asami con una sonrisa, volviéndose hacia Korra, quien aún parecía intrigada por el misterio que rodeaba al chofer.
Korra asintió lentamente, sus ojos azules contemplaban el paisaje con admiración. A pesar de sus dudas sobre Robert, el lugar parecía ser el refugio perfecto para escapar temporalmente de las tensiones familiares.
― Debe ser agradable tener a alguien en quien confiar tanto ―murmuró Korra, su voz ligeramente distante mientras seguía absorta en la vista.
Asami se acercó a ella y la rodeó con un abrazo reconfortante.
― Robert es más que un empleado para mí. Ha estado aquí desde que era una niña, y siempre ha sido mi apoyo incondicional ―confesó Asami en voz baja, acariciando suavemente el cabello de Korra. ―Seguro que pronto entenderás por qué es tan importante para mí.
Korra se relajó un poco en el abrazo de Asami, sintiendo el calor y la seguridad que siempre le transmitía. A pesar de las preocupaciones aún presentes en su mente, estar en ese lugar con Asami le daba un respiro necesario.
― ¿Cómo te sientes ahora? ―preguntó Korra con ternura, apartándose ligeramente para poder mirar a Asami a los ojos.
Asami sonrió débilmente, sintiéndose agradecida por el cariño y la comprensión de su novia.
― Mejor. Estar aquí contigo hace que todo valga la pena ―respondió Asami sinceramente, buscando las manos de Asami para entrelazarlas con las suyas.
Korra le devolvió la sonrisa, sintiéndose aliviada de ver a Asami un poco más tranquila.
― Vamos a disfrutar de este momento juntas, ¿sí? ―propuso Asami suavemente, guiando a Korra hacia el sofá frente a la chimenea. ―Podemos planear qué hacer mañana, pero por ahora, solo relajémonos.
Korra asintió con una expresión serena, dejándose guiar por Asami hasta el cómodo sofá frente a la cálida chimenea. Se acomodaron juntas mientras el ambiente se llenó de una paz reconfortante.
― ¿Tienes algo en mente para mañana? ―preguntó Korra con curiosidad, rompiendo el silencio tranquilo que las envolvía.
Asami pensó por un momento, su mente divagando entre las opciones que tenia aquel lugar. Normalmente sus planes en la cabaña eran solitarios.
― Podríamos explorar los senderos alrededor de la cabaña, o tal vez visitar el lago que está cerca. También podríamos simplemente quedarnos aquí, relajarnos y disfrutar de la tranquilidad ―propuso Asami, buscando en los ojos de Korra una señal de qué prefería.
Korra asintió con entusiasmo, emocionada por la perspectiva de explorar juntas.
― Me gusta la idea de caminar por los senderos. -expreso con alegría, algo que le encantaba a la morena era conocer lugares nuevos.
Asami se sintió aliviada al ver la alegría en el rostro de Korra. Sabía que aún había conversaciones pendientes sobre el futuro y las decisiones difíciles que enfrentaban, pero por ahora, quería simplemente disfrutar del tiempo junto a Korra, lejos de las expectativas y presiones externas.
― y vamos a caminar ahora mismo? ―propuso la morena ansiosa de conocer todo el lugar, dejando ver algo de brillo en sus ojos. Era claro que la naturaleza era algo que más le gustaba.
Asami sonrió, contenta de ver a Korra tan entusiasmada.
― Entonces, vamos a explorar un poco ―dijo Asami, tomando la mano de Korra y guiándola hacia la puerta.
Justo cuando iban a salir, el estómago de Korra rugió ruidosamente, haciendo que ambas se rieran. En ese momento, Robert apareció mágicamente en la cocina, con su característica expresión tranquila, aunque con un delantal volviendo un poco peculiar su apariencia pues aquel aire de un hombre serio y frio no combinaba con un delantal azul celeste y flores amarillas de decoración.
―La comida estará lista muy pronto ―anunció Robert con una expresión seria. ―Pueden dar una caminata rápida mientras termino de prepararla.
Asami y Korra se quedaron mirando a Robert por un momento, tratando de contener las risas.
― ¿Ese delantal es nuevo, Robert? ―preguntó Korra con una sonrisa traviesa, levantando una ceja.
Robert, imperturbable, respondió con su tono habitual. ―No, señorita Korra, es el delantal favorito de la señora Sato. Me pidió que lo usara mientras cocinaba.
Asami se llevó una mano a la boca, tratando de sofocar una carcajada. ―Te queda... encantador, Robert. Realmente resalta tus ojos.
Korra no pudo evitar soltar una risa, imaginando al siempre serio Robert escogiendo un delantal tan alegre y floral. ―Sí, definitivamente tiene un toque especial. Quizás deberías considerarlo como parte de tu uniforme oficial.
Robert, con una leve sonrisa en los labios que apenas se notaba, se encogió de hombros. ―Lo tendré en cuenta, señorita Korra. Ahora, por favor, disfruten de su paseo.
Korra y Asami salieron al jardín, todavía riendo por la escena. Caminaron por el jardín, aún con una sonrisa en los labios, disfrutando del aire fresco y del entorno tranquilo. Al cabo de unos minutos, decidieron volver a la casa.
―Este lugar es realmente hermoso ―comentó Korra, tomando la mano de Asami mientras avanzaban.
―Sí, es uno de mis lugares favoritos ―respondió Asami con una sonrisa.
A medida que avanzaban, Asami se distrajo señalando un grupo de mariposas que revoloteaban cerca de unos arbustos. Sin darse cuenta, tropezó con una raíz expuesta en el sendero. Con un pequeño grito de sorpresa, perdió el equilibrio y cayó hacia adelante.
Korra, tratando de sostenerla, no tuvo tiempo de reaccionar completamente. Ambas cayeron al suelo, entrelazadas en un torpe abrazo. La caída fue suave, gracias al manto de hojas y hierba, pero el impacto las dejó un poco desorientadas.
Asami se encontró encima de Korra, sus rostros tan cerca que podía sentir la respiración de Korra contra su piel. Hubo un momento de silencio, en el que ambas se miraron a los ojos, sus corazones latiendo rápidamente por la proximidad y la inesperada intimidad de la situación.
Sin pensarlo, Asami se inclinó un poco más, sus labios encontrándose con los de Korra en un beso suave y tímido al principio. Korra respondió de inmediato, profundizando el beso con ternura y pasión contenida. Fue un beso que expresó todo lo que sentían la una por la otra, un momento de pura conexión.
Finalmente, se separaron, ambas respirando entrecortadamente y con sonrisas en sus rostros.
―Bueno, eso fue… inesperado ―dijo Asami, riéndose suavemente.
―Sí, pero definitivamente no me estoy quejando ―respondió Korra, acariciando suavemente el rostro de Asami.
Asami hizo el intento de levantarse sin embargo el brazo libre de Korra la detuvo abrazándola por la cintura.
La oji azul la observo fijamente al mismo momento que alzaba una ceja. Haciéndole entender con miradas que no quería que su cuerpo se apartara el de ella. El deseo de estar cerca la una de la otra era demasiado fuerte, que la peli negra no hizo resistencia.
―Ven aquí ―murmuró Korra al mismo momento que busco con sus labios los de ella.
Esta vez, el beso fue más intenso, lleno de una pasión que había estado contenida durante demasiado tiempo. Las manos de Korra se deslizaron por la espalda de Asami, trazando líneas de fuego a través de su ropa. Asami respondió con igual fervor, enredando sus dedos en el cabello de Korra mientras profundizaban el beso.
El mundo alrededor parecía desvanecerse, dejándolas solas en su burbuja de emoción y deseo. Los susurros del viento entre los árboles y el canto de los pájaros se convirtieron en un telón de fondo lejano mientras sus caricias se volvían más urgentes. Asami deslizó una mano bajo la camiseta de Korra, sintiendo la calidez de su piel, mientras Korra hacía lo mismo, explorando con delicadeza, pero con necesidad.
No era la primera vez aquella necesidad de sentir sus cuerpos, solo que esta vez aquel deseo estaba perdiendo el control.
Asami dejo escapar un gemido al sentir que las manos de korra estaban adentrándose más debajo de su vientre mientras sus labios hacían un camino por su cuello. Sin embargo, sintió como aquella mano se detuvo de golpe haciendo que sus ojos verdes buscaran aquellos azules que le miraron con serenidad, pidiendo permiso continuar que sus manos siguieran explorando.
Justo cuando un beso iba dar luz verde, un trueno resonó en la distancia, sacudiéndolas de su ensueño. Ambas se detuvieron, respirando entrecortadamente y mirándose a los ojos, el cielo oscureciéndose rápidamente sobre ellas.
―Creo que… una tormenta se acerca ―dijo Asami, con una mezcla de agitación, diversión y preocupación en su voz.
Korra cerro sus ojos fuerza mientras buscaba controlar sus instintos para así asentir con la cabeza, abríos ojos mirando al cielo que se llenaba de nubes oscuras. ―Sí, mejor volvamos a la casa antes de que empiece a llover. ―respondió mientras volvía a verla a los ojos―.
Aquella mujer estaba haciendo que su cabeza diera mil vueltas que su control estaba perdiendo fuerzas, aquel deseo en ese momento estaba haciendo arder todo su cuerpo.
Asami y Korra se levantaron apresuradamente del suelo del jardín, sus corazones aun latiendo con fuerza por la intensidad del momento que habían compartido. El segundo trueno resonó en el cielo, haciendo eco en el silencio que se había instalado entre ellas.
―Vamos, rápido ―dijo Asami, extendiendo la mano hacia Korra mientras comenzaban a caminar de regreso a la casa.
Korra tomó su mano con firmeza, sintiendo la electricidad entre sus dedos mientras se apresuraban por el sendero que ahora se volvía resbaladizo por las primeras gotas de lluvia.
El viento comenzó a soplar más fuerte, haciendo que las ramas de los árboles crujieran y las hojas caídas se agitaran en el suelo. El ambiente estaba cargado de electricidad, no solo por la inminente tormenta, sino también por la tensión palpable entre ellas.
―Quizás deberíamos ser más cuidadosas en el camino de regreso ―sugirió Asami, aun sonriendo.
―O quizás deberíamos tropezar más seguido ―replicó Korra con un guiño, haciendo que ambas se rieran.
Tomándose de la mano, comenzaron a caminar rápidamente de regreso por el sendero.
Llegaron a la casa justo cuando la lluvia empezaba a caer en serio, mojándolas ligeramente. Entraron riendo, con el cabello y la ropa algo desordenados por la prisa y la emoción del momento.
Robert las recibió en la entrada, con una ceja levantada, pero sin comentarios, simplemente ofreciéndoles toallas para secarse. ―La comida está lista, señoritas ―dijo, manteniendo su habitual compostura.
Asami y Korra se miraron, todavía sonriendo, y tomaron las toallas de las manos de Robert. Mientras se secaban, no pudieron evitar compartir una mirada cómplice, sintiendo que, si no fuera por aquella tormenta, era claramente el momento perfecto para profundizar su conexión.
Se sentaron a la mesa, disfrutando del calor y la seguridad del interior mientras la tormenta rugía afuera. Y aunque la comida de Robert era deliciosa, no podían dejar de pensar en el momento que habían compartido en el jardín, un momento que prometía ser solo el comienzo de algo mucho más profundo entre ellas.
―Gracias, Robert. La comida huele increíble ―comentó Asami con una sonrisa sincera mientras se servían.
Robert asintió con discreción, retirándose con la misma compostura serena que lo caracterizaba. Mientras comenzaban a comer, el sonido de la lluvia golpeando las ventanas acompañaba sus conversaciones, llenas de risas contenidas y miradas furtivas que hablaban por sí solas.
―Esa fue una escapada bastante aventurera ―comentó Korra con complicidad, haciendo que Asami asintiera con una risita.
―Definitivamente, nunca imaginé que nuestra caminata terminaría así ―respondió Asami, sintiendo cómo la cercanía entre ellas parecía más natural que nunca.
Korra jugueteó con los cubiertos antes de responder, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y afecto. ―A veces, las mejores cosas suceden cuando menos lo esperas.
Una tímida sonrisa se dibujó en los labios de Asami, mientras consideraba las palabras de Korra. La conexión entre ellas se intensificaba con cada momento compartido, cada risa compartida y cada mirada cómplice que parecía decir más de lo que las palabras podían expresar.
El silencio cómodo que se instaló entre ellas estaba lleno de promesas y posibilidades, un futuro que parecía brillar con una luz renovada. La lluvia continuaba cayendo afuera, pero dentro de la cabaña reinaba una calidez que parecía abrazarlas a ambas.
Después de la cena. Las jóvenes se quedaron un rato más conversando junto al fuego en aquel sofá.
Haciendo que nuevamente ambas jóvenes se recostaran en aquel sofá abrazadas. el crepitar de las llamas creando una atmósfera íntima y relajada. El tiempo parecía detenerse mientras compartían historias y sueños, descubriendo más sobre sus vidas, sus pasiones y sus deseos más profundos.
―Me encanta cómo suena la lluvia en el tejado ―comentó Korra en un susurro, mirando hacia el gran ventanal ventana donde las gotas seguían golpeando suavemente.
Asami asintió, absorta en el brillo de las llamas reflejado en los ojos de Korra. ―Es reconfortante, ¿verdad? Como si nos estuviera protegiendo del mundo exterior por un momento.
Korra sonrió con ternura, apreciando la perspectiva de Asami. ―Exactamente. Es como si aquí, el tiempo se detuviera y solo existiéramos nosotras dos.
Un momento de silencio cómodo siguió a sus palabras, cargado de significado compartido. El calor del fuego y la proximidad entre ellas se fusionaban en una sensación de paz y complicidad que ninguno de los dos quería romper.
―Señorita Sato, por el momento me voy a retirar. Si desean algo era pendiente ―interrumpió Robert entrando a su espacio.
Asami asintió con su cabeza sin embargo noto que aquel hombre le miraba fijo. Algo más debía decirle, pero sabia que frente a korra no podía.
Ella en silencio frunció un ceño y negando con disimulo la cabeza. Haciéndole entender que ahora no quería hablar, ella sabia de que se trataba.
― Gracias Robert, te llamare si necesitamos algo. ―respondió al final, pues el hombre bajando un momento su cabeza dio por entendido lo que decía la peli-negra.
Korra inocente a lo que estaba ocurriendo solo le brindo una sonrisa de agradecimiento al ver como el hombre se retiraba del lugar.
Después de un tiempo, Asami se puso de pie con elegancia, extendiendo la mano hacia Korra con una sonrisa suave. ―Creo que deberíamos cambiarnos la ropa mojada antes de que nos resfriemos. Ven.
Korra aceptó la mano de Asami con gratitud, dejándose guiar hacia la habitación que sería su refugio esa noche. Entraron juntas en la habitación principal, donde una cama amplia y acogedora ocupaba el centro del espacio.
Tal como lo esperaba. Aquella habitación era cada rincón un parte de la peli negra. Con decoraciones sencillas pero elegantes. Una cama que contaba con gran vista a otro ventanal que por la lluvia solo dejaba ver algunas gotas correr por el vidrio, mientras le contrastaba con un pequeño sofá gris que guardaba una sabana desordena y algunos libros, por lo que era fácil adivinar que era ese especio que la joven usaba para leer mientras se alimentaba de la vista que podía expresar aquel ventanal.
Un poco más lejos dejaba ver la entrada al baño y un amplio Vestier en la cual se encontraba solo la mochila de la morena.
―Gracias por esto, Asami ―dijo Korra con sinceridad mientras comenzaba acercarse a su morral para sacar alguna ropa seca.
Asami asintió, acercándose a ella para también buscar algunas prendas secas para ponerse.
Un leve sonrojo maquillo las mejillas de la morena pues noto como algunos mechones negros aun mojado empezaron a tapar el rostro de Asami quien ahora buscaba en su propio armario algo de ropa dejando solo visualizar el perfil de su rostro.
Bajó un poco más la mirada para notar su ropa húmeda, la cual, por las mil emociones del momento, solo dejó ver que aquella camisa blanca y los jeans se pegaban a su esbelto cuerpo, dejando que la prenda blanca se volviera transparente en ciertas partes, lo que provocaba algunos pensamientos sugerentes.
Quizás la lluvia, el almuerzo o la presencia de Robert hicieron que su libido disminuyera, o al menos, que pudiera controlarse. Sin embargo, el calor de la habitación lo estaba encendiendo nuevamente, especialmente cuando Asami, sin pensarlo, comenzó a desvestirse.
Esto hizo que Korra tomara su ropa seca y desviara la mirada, ya que su autocontrol no era tan fuerte como antes.
― ¿Cómo conociste a Robert, Asami? ―preguntó Korra, tratando de distraerse y romper la tensión.
Asami río suavemente, divertida por ver cómo Korra intentaba ser tímida después de haber sentido tanto durante el momento al aire libre.
―Mi padre lo contrató cuando yo era pequeña ―respondió Asami, mientras tomaba un camisón negro de seda de su armario y se lo ponía lentamente, abotonando cada botón con calma mientras observaba a Korra, quien la miraba tímidamente de reojo. ―Se suponía que era mi chofer, pero como has visto, Robert es mucho más que eso.
Concluyó, tomando su cabello con una mano para sacarlo del camisón para luego soltarlo y así cayera libremente sobre sus hombros.
Korra volteo a verla, se había quedado totalmente perpleja ante la belleza de ella. Estaba tocando fuego y parece que se va quemar si se sigue presentando cada escena que ha estado pasando.
Korra carraspeo su garganta, otro vil intento de control ― yo si le pensé al momento de verlo con un mantel de flores ―intento bromear. ―voy… voy a cambiarme ―titubeó mientras miro y señalo con nerviosismo el baño. Su mente ya estaba perdiendo el control.
Sin dudarlo camino hasta el baño cerrando algo ansiosa la puerta tras de sí.
Asami alzo las cejas con sorpresa, parece que ella era algo más profesional en controlar sus impulsos, aunque no en provocarlos no lo era. La pobre korra estaba perdiendo la batalla ante un gran deseo y como ultimo acto de valentía era huir un momento, en este caso al baño.
― ¡No! lo siento no puedo ― expreso la morena volviendo abrir en segundo la puerta del baño y caminar desesperadamente hacia su novia. Ya no podía aguantar más.
Korra avanzó hacia Asami con determinación, dejando atrás cualquier rastro de cautela. Sus corazones latían al unísono mientras se acercaban el uno al otro, sabiendo que ya no podían negar lo que estaban sintiendo.
Antes que la oji verde expresara algo, sintió como con una mano korra tomaba delicadamente su cuello al mismo momento que empezaba a besarla mientras que otra mano la tomaba de la cintura para acercarla a ella.
― korra... ―susurro Asami en una pausa del beso mientras rodeaba sus brazos por el cuello y cabello de la morena.
Aquel momento apasionado que empezó entre varios árboles volvían a tomar rumbo en aquella habitación, la lluvia golpeando el techo y a su la ventana aumento igual que los besos y caricias de ambas jóvenes.
Caminaron con torpeza hacia a la cama. Dejando caer delicadamente a la peli negra y encima de ella aquella oji azul que con ayuda empezó a quitarse aquella camiseta húmeda. Dejando apreciar a peli negra aquel cuerpo deportivo de korra, había sentido esa parte, pero observándola hacia desearla más
Entre besos, las manos de korra volvieron con deseo de explora cada parte del cuerpo de Asami que hizo que sus dedos temblorosos quizás por la adrenalina hicieran que aquel camisón se empezara a subir más arriba de sus muslos y sus labios empezaran nuevamente a trazar un camino en su cuello hacia su escote.
Mientras Asami dejaba salir pequeños gemidos, cada caricia de ella hacia estremecer su cuerpo que con sus uñas intentaba delicadamente amarrarse a la espalda de ella mientras algunos cabellos de korra soltaban aquel perfume que le anestesiaba.
Era un momento que ya no habría interrupción. Ni la fuerte lluvia que nuevamente había iniciado ni nada harían que pararan. No entendían por qué en anteriores momentos paraban o lo evitaban si aquella sensación era totalmente placentera, sentir como cada parte de sus cuerpos se rozaban entre ellas hacia correr una corriente de electricidad.
Con algo de torpeza y a su vez desespero. Korra quitó cada botón del camisón de ella. Odiaba aquella prenda que hizo que perdiera el control. Aunque en ello encontró dos razones mas para perder el control e hice estremecer entre las sábanas a la peli-negra. Aquel sonido hizo que ella continuara su camino con ayuda de sus manos, pero nuevamente se detuvo.
Miro aquellos ojos verdes que le observaba agitada e impaciente. No necesitaba esta vez pedir permiso pues sintió como la mano de Asami dio un pequeño empujo su cabeza. Korra solo dio una leve sonrisa, en qué momento perdió tanto el control que no se dio cuenta como alguien si tomo control de ella. Pero no le molestaba, al revés le gustaba.
Aquellos gemidos escapados de espasmos que corrieron la espalda Asami hicieron que resonara en la habitación al mismo tiempo que se iluminaba con varios relámpagos. Una tormenta se estaba llevando tanto por fuera como por dentro.
Aquel éxtasis y deseo finalizo en un último gemido, pero este era de korra quien no supo como los roles cambiaron, solo dio por enterado al ver como agotada caída a un lado de la cama y buscaba con la poca luz que ya ingresaba a la habitación aquellos ojos verdes y mechones negros que le dejaba un corazón agitado y una revolución de emociones. La encontró al sentir como unos brazos se enredaron a su cuerpo y unas piernas se entrelazaban con los ella, dejando ver sus rostros frente a él de ella gracias a un pequeño relámpago
No hubo palabras, solo miradas que hablan por si solas e hicieron que sugiera un pequeño beso para dejar que el agotamiento las cubriera de un pequeño sueño. Había tanta paz que de por sí, arrulla un cuerpo al punto de olvidar cualquier problema o dolor, cosa que este momento quedo en el olvido para ellas dos.
¡perdón! si encuentran errores. como he dicho llevo mucho tiempo sin escribir y a pesar de que he buscado tiempo para escribir... se me pasa algunas cosas.
No se como vá la trama o si vale la pena seguir... ( si es asi, me pueden decir) pero continuo hasta donde pueda...
