═══════ • ❀ • ═══════
❀ ═══════ • V • ═══════ ❀
═══════ • ❀ • ═══════
Un nuevo y agradable día comenzaba para los habitantes de la gran Aldea Oculta entre las Hojas. Era temprano en la mañana y el sol primaveral estaba saliendo en todo su esplendor en el despejado cielo azul. Los árboles de cerezo ya habían dejado caer sus flores un par de semanas atrás, pero el ánimo de la estación todavía se mantenía entre la población que disfrutaba de la transición hacia el verano.
En un departamento de un complejo de viviendas para ninjas, una joven salía de la ducha para comenzar su día. La cálida brisa entraba por la ventana de su habitación, meciendo suavemente las cortinas que daban paso a algunos rayos de sol que se colaban por su movimiento.
Sakura se acercó al armario de su cuarto y pasó la vista por las prendas que tenía ahí, se detuvo en el atuendo habitual que había estado vistiendo el último tiempo que consistía en un vestido de estilo qipao rojo y unos pantalones verdes oscuros. Sin embargo, dejó de lado esa vestimenta para tomar las nuevas que había comprado para la nueva etapa de su vida que comenzaba a partir de ese día.
Dejó todo extendido encima de su cama, luego rebuscó en los cajones por su ropa interior y se la colocó. Después, comenzó por tomar de la cama el top negro ajustado y se lo puso, quedándole apenas por debajo de su sostén; continuó con los pantalones cortos del mismo color y lo abotonó a la altura de su ombligo; por último, le siguió la chaqueta bicolor de dos tonos de vino —uno más oscuro que el otro—, pasó sus brazos por las mangas que se ensanchaban a medida que se acercaban a las muñecas, y subió el cierre que iba desde el cintillo de sus pantalones hasta el cuello, dejando una abertura en la parte inferior.
Una vez que terminó de vestirse, se dirigió al espejo para poder cepillar su larga cabellera rosa que ya le llegaba hasta la cintura y caía lacio y brillante como una cortina de seda sobre su espalda. Por delante lo llevaba partido al medio, con dos mechones cortos que caían sobre su frente y dos más largos que enmarcaban su rostro.
Se miró en el espejo de cuerpo completo y éste le devolvió el reflejo de una hermosa jovencita de quince años, con cuerpo esbelto y atlético, de facciones delicadas. Se quedó mirando sus orbes de color negro, enmarcados por unas espesas y largas pestañas, por unos largos segundos. Cuando tuvo suficiente de contemplar su mirada, cerró sus párpados y dejó de retener el jutsu que funcionaba en automático y se mostraba a través de un sello en su piel como si fuera un simple lunar cerca de su ojo derecho; al abrirlos nuevamente, el espejo le mostró a una joven con ojos color verde jade.
Sakura repetía esta acción todos los días desde hace ocho años, luego de implantarse los ojos de su hermano. Prefería tener los ojos del mismo color con el cual nació ya que tenerlos del mismo color que su hermano le hacía sentir un enorme vacío en su pecho. Después de que le dieron el alta, le informó al Hokage que utilizaría un jutsu para cambiarles el color, el cual fue modificando con el tiempo hasta llegar al sello que tenía ahora. El anciano no se opuso a ello, entendiendo lo que debía significar para ella llevar los ojos de su hermano muerto.
Concluido su ritual de todos los días, se apresuró a preparar el desayuno; mientras tanto, pensaba en qué cocinaría de almuerzo para llevarse a la Academia. Finalmente, luego de darle vueltas a las opciones, se decantó por hacer unas tradicionales bolas de arroz rellenas con umeboshi. A medio camino de su preparación, la imagen de un sonriente rubio vino a su mente y no pudo evitar que las comisuras de su boca se elevaran; rápidamente, sacó otra caja de comida y comenzó a preparar unas verduras y tamagoyaki para acompañar el arroz blanco para el nuevo bento.
Una vez terminada su labor en la cocina, fue a su habitación a prepararse para salir. Se colocó la venda en su pierna derecha donde iba el porta kunai, un estuche de armas en la cadera que era cubierto por su chaqueta en la parte de atrás, sus guantes negros sin dedos, el portador de su tantō donde puso su arma, y, por último, se amarró su recién adquirida banda ninja a modo de diadema sobre su cabeza.
Oficialmente, era una ninja de grado inferior, una Genin.
Le dio un último vistazo al espejo, soltó un profundo suspiro para seguidamente sonreír de medio lado para infundirse confianza con su nueva apariencia, aunque estaba realmente satisfecha con su elección y el resultado.
Agarró su bolso con sus cosas y los almuerzos y se dirigió a la entrada de su hogar. En el recibidor se calzó sus botas ninjas de color negro que también había adquirido para ese momento y que le llegaban a medio muslo; se cerraban en el lado interior de la pierna y eran lo suficientemente elásticas y le brindaban un cómodo movimiento, por lo que no serían una desventaja en su trabajo.
Antes de salir, realizó unos sellos de manos y suprimió parte de su chakra, dejando al descubierto solo lo necesario para pasar por un Genin normal. Era una norma que le había dado el Hokage para evitar llamar la atención debido a que sus reservas se habían incrementado durante el último tiempo, llegando a ser parecida a la de un Jounin de élite o alguien perteneciente a un clan, lo que no podía permitir siendo que todos creían que provenía de una familia de ninjas comunes sin mucha trayectoria y, obviamente, sin clan.
Al estar completamente lista, salió a las calles de Konoha con rumbo a la Academia.
• ────── ❀ ────── •
En el salón de clases se encontraba sentado un muy sonriente rubio con marcas de bigotes en las mejillas. La razón de su felicidad era que había conseguido graduarse de la Academia y, por consiguiente, obtenido su banda de Konoha, siendo oficialmente un Genin. Era el primer escalón para alcanzar su sueño de ser el mejor Hokage de la Villa.
—¿Uh? ¿Naruto, qué demonios haces aquí? —dijo un chico que pasaba por su asiento y lo reconoció—. Solo los que aprobaron pueden estar aquí.
—Hey, hey. ¿Que no ves este protector? —respondió el rubio con altanería, señalando la banda ninja en su frente.
El joven lo miró por unos segundos, luego se encogió de hombros y se fue por su lado, volviendo a ignorar su presencia. El Uzumaki estaba por refunfuñar por esa actitud, pero su mirada se desvió hacia la entrada.
Una seria joven de cabello rosa entró al salón, captando inmediatamente la atención de algunos de los presentes. La mayoría de las miradas eran de los chicos, quienes la veían con corazones en los ojos, haciéndola sentir incómoda internamente; solo unos pocos pasaban de ella, resignados por no tener su atención. Pero lo que más la incomodaba era las miradas de desprecio y recelo que tenían las chicas hacia su persona por ser el centro de atención de la población masculina.
Sakura solo trataba de ignorar esa situación que había comenzado cuando todos entraron a la pubertad. Se mantenía indiferente a todo en el exterior, aunque por dentro quisiera gritar; se sentía asfixiada con esas miradas sobre ella.
Fingiendo apatía por tener todos esos ojos puestos en ella, paseó su mirada por cada uno de los asientos disponibles del salón. Se encontró con que, al lado de los lugares vacíos, estaba alguna de esas niñas que la miraban despectivamente o alguno de esos niños acosadores visuales. Dentro de su mente soltó un suspiro de resignación por su mala suerte, pero rápidamente se recompuso al divisar una cabellera rubia bastante familiar para ella.
—¡Sakura-chan! ¡Por aquí! —exclamó Naruto con gran entusiasmo al reconocerla, tenía plasmada una enorme sonrisa en su rostro mientras levantaba su mano para llamar su atención.
¡Logró graduarse!, pensó con emoción, dibujando una pequeña sonrisa de orgullo. Sin pensarlo dos veces, fue en su dirección para sentarse junto a él como lo venía haciendo desde hace un par de años. Naruto era el único de sus compañeros al que consideraba cercano, con el tiempo habían formado un fuerte lazo de amistad.
—Naruto —saludó la peli-rosa con una cálida expresión, luego sus ojos se movieron hasta la frente del joven—. Bonito protector. ¿Es nuevo?
—¡Ya lo ves, te dije que lo lograría! —Se rió de forma zorruna por su broma—. Aunque no es lo único novedoso estos días. ¡Tu nuevo atuendo se ve genial, créelo!
Sakura estaba a punto de responder a su amigo, pero se silenció cuando una intensa mirada se posó en ella, paralizándola en su lugar. Cerró la boca y miró a un costado, apretando los labios con un poco de incomodidad.
—Um… Sí —musitó sin poder articular más palabras.
Naruto notó el repentino cambio en ella, extrañándose; se giró hacia el otro lado de la mesa en la que estaba sentado, encontrándose con que Sasuke —a quien había auto-proclamado como su rival— miraba a la peli-rosa por el rabillo de su ojo, manteniendo su pose de codos sobre la mesa y manos entrelazadas. El Uchiha era la razón de que su amiga se cohibiera ya que la estaba analizando, seguramente porque había mencionado su cambio de vestimenta.
Ese tipo… ha sido el más popular de nuestra clase por mucho tiempo, pensó con molestia en dirección al Uchiha. Siempre se hace el interesante, es al que más odio de todos, agregó.
¿Podría ser que Sakura-chan…?, por su mente se cruzó la posibilidad de que a ella le gustara el pelinegro y por eso se había puesto nerviosa con su atención sobre ella, pero rápidamente se retractó. Él no era tonto, se había dado cuenta de la tensión que envolvía a la chica cada vez que Sasuke estaba cerca, nunca se lo cuestionó porque su mirada se volvía triste y no quería herir a la única que lo trataba como a una persona. Pero si le hizo algo malo a Sakura-chan…, agregó.
Su rostro se transformó en una mueca de desagrado y clara irritación cuando esa idea surcó su mente.
El aludido notó la mirada intensa del Uzumaki hacia él, por lo que dejó de ver a su compañera de cabello rosa para devolverle la mirada al joven.
—¿Qué? —espetó de manera brusca y retadora, con el ceño fruncido, lo que no hizo otra cosa más que molestar a Naruto.
—¡¿Qué quieres decir con "qué"?! ¡Eso debería decirlo yo! —respondió a la defensiva, levantando el tono de voz. Seguidamente, emitió un quejido de dolor—. ¡Ugh!
—¡Naruto! ¡Quítate de en medio, quiero sentarme ahí! —gritó una niña de cabello oscuro de tonos violetas, ignorando olímpicamente a Sakura que estaba a su lado, empujándola con el hombro de manera intencional.
La chica, Ami, se había dado cuenta de a qué lugar se dirigía Sakura a tomar asiento, por lo que decidió apresurarse para que no le quitara el lugar junto al chico más guapo de la Academia. No iba a permitir que esa "rarita de pelo rosa" le robara la atención de Sasuke, aunque tuviera que sentarse junto al desagradable de Naruto.
Por el lado de Sakura, su ceño se frunció levemente ante la agresión intencional de la chica que siempre buscaba la oportunidad de meterse con ella. La peli-rosa siempre mantenía la compostura ante sus provocaciones, ignorándola la mayor parte del tiempo, pero en su interior no podía evitar sentirse molesta por su forma de actuar.
¿Quién se cree para tratar así a los demás?, pensó con enfado, porque lo que más le molestaba de esta chica era que también se metía con Naruto y ya se estaba hartando de ello. Su boca se torció en una mueca de desagrado, apenas perceptible para los demás.
—Oye…
—¡Sasuke-kun, ¿puedo sentarme a tu lado?! —chilló Ami, interrumpiéndola descaradamente, mientras empujaba la cabeza de Naruto contra la mesa para que el pelinegro pudiera ver mejor su rostro con expresión coqueta.
El Uchiha solo la ignoró, volteando al frente y haciendo que la chica ruidosa agachara la cabeza en derrota y un aura depresiva la rodeara.
Los ánimos se caldearon un poco más ante su acción indiferente, enfureciendo a Naruto porque siempre era lo mismo cuando se trataba del pelinegro, siempre quedaba impune con su actitud altanera mientras que él terminaba siendo al blanco de todos.
El Uzumaki se subió a la mesa, poniéndose de cuclillas frente a su rival, mirándolo de forma desafiante.
¿Qué es lo que le ven? No lo entiendo, se preguntó con irritación. Frunció más el ceño cuando Sasuke le devolvió la mirada de la misma manera por su atrevimiento.
—¡Hey, Naruto! ¡Apártate de Sasuke-kun! —comenzaron a chillar las demás chicas presentes, Ami incluida, claramente fastidiadas porque de nuevo estaba molestando al chico por el cual suspiraban.
—¡Muévete! —ordenó el de cabello azabache, irritado por el escándalo que se había armado por culpa del rubio.
—¡Oblígame! —provocó sin abandonar su postura. Incluso se podían ver los rayos chispeantes entre los ojos de ambos.
—¡Sasuke-kun, patea el trasero de ese perdedor! —gritaron las "animadoras" que se habían amontonado para alentar a su amado.
Justo en ese momento, el chico que estaba en la mesa de adelante hablando con otro compañero e ignorante de lo que pasaba a sus espaldas, estiró su cuerpo hacia atrás para acomodarse, lo que ocasionó que empujara sin querer el cuerpo de Naruto. Las chicas contuvieron el aliento al ver al Uzumaki cayendo en cámara lenta hacia adelante al perder el equilibrio, acercándose peligrosamente a la cara del pelinegro que se quedó de piedra en su lugar.
Luego, todo pasó rápido como una película a la cual se le acelera la escena.
Sakura, entre todo el alboroto armado y viendo que era nuevamente ignorada, decidió tomar asiento sin que nadie se diera cuenta donde antes estaba su amigo. Miraba con una gota de sudor cayendo por su sien el espectáculo infantil que estaban dando los dos jóvenes. Gracias a sus sentidos, que siempre estaban en alerta, pudo prever lo que sucedería a continuación.
Cuando Naruto se acercaba cada vez más al rostro de Sasuke, más específicamente a sus labios, ella lo tomó rápidamente del brazo y lo jaló hacia el otro lado, maniobrando para sentarlo junto a ella lo más delicadamente que pudo dada la situación.
Las chicas suspiraron dramáticamente con el alivio recorriendo sus cuerpos al saber que aún podían ser el primer beso del Uchiha. Por otro lado, los implicados en el asunto se encontraron asombrados por la rápida reacción de la peli-rosa; uno siendo más disimulado que el otro, pero ambos internamente agradecidos con ella por haberlos salvado de semejante situación bochornosa.
Mientras tanto, la heroína del momento se mantuvo con su semblante serio, sentada entre ambos rivales, con la mirada al frente y sin darle mucha importancia a lo que había hecho.
Ami estaba a punto de tomar la delantera para enfrentar a Naruto por lo que había hecho y casi hace, crujiendo sus nudillos lista para desquitarse con él. Pero no consiguió poner en marcha su cometido porque su mirada se dirigió hacia el color rosa entre las cabelleras rubia y azabache.
—¡FRENTONA! —gritó hacia Sakura, provocando que ella frunciera el ceño con cansancio y molestia una vez más—. ¡¿Qué crees que haces en mi lugar?! —continuó reclamando sin variar su tono chillón y enojado.
Nadie, además de Sasuke y Naruto, se había percatado hasta ese momento que Sakura estaba sentada entre los dos chicos, ignorando todo con sus ojos cerrados, demostrando que no pensaba contestarle ni seguirle el juego. Eso era en el exterior, puesto que ella estaba con sus sentidos cien por ciento alertas para intervenir si esas chicas se atrevían a golpear a su amigo. Ya no lo toleraría más, ni siquiera por petición del chico.
En ese momento, una voz se hizo presente por sobre las demás voces del montón de chicas arremolinadas en la mesa de la discordia.
—Ya déjalo, Ami. Ella llegó primero —resonó la voz de Ino, una rubia de ojos celestes, abriéndose paso entre la multitud para situarse más cerca de los protagonistas de la escandalosa escena. Ella había llegado al salón detrás de Ami, quien llegó después que Sakura, y observó todo lo que había provocado su compañera—. Además, Sasuke-kun no te permitió sentarte junto a él y parece no molestarle que ella lo haga —agregó intentando calmar un poco las cosas. A pesar de que sentía cierto recelo hacia Sakura y no se esforzaba en disimularlo, debían aceptar la derrota.
Sasuke se encontraba muy irritado por toda esa situación, solo quería que esa chica dejara de gritar y hacer tanto escándalo porque no hacía más que incentivar a las demás a seguirla. No le desagradaba que la peli-rosa se sentara junto a él, era la única que no le resultaba molesta del lugar —solo cuando parecía querer huir de él como si le hubiera hecho algo— y no quería que se cambiara de asiento ya que eso le dejaría vía libre a esas escandalosas.
Ami estaba por reprocharle a Ino, pero entonces Iruka ingresó al salón y todos tuvieron que dispersarse hacia sus respectivos lugares. Las jovencitas con evidente enojo y envidia hacia la rara de cabello rosa.
Maldita chica, fue el pensamiento colectivo que tuvieron.
═══════ • ❀ • ═══════
N/A: En mi cuenta de Wattpad [ (arroba)naori2211 ], en este mismo capítulo de la historia, compartí la imagen de la vestimenta de Sakura y los chicos.
