Encuentros, Enigmas y Acuerdos.
La chica parece un tanto nerviosa ante mi petición, por lo que rápidamente le explico que no es para presentar una queja sino para tratar asuntos comerciales.
Ella asiente y en cuestión de minutos regresa acompañada del encargado.
El proceso de fabricación del papel resulta relativamente sencillo; sin embargo, lo que realmente deseo aprender es el método específico utilizado aquí ya que me resulta desconocido.
Un hombre delgado hace su aparición frente a nosotros: tiene orejas doradas semejantes a las de un gato y una sonrisa codiciosa adornando sus labios. Viste una túnica blanca con bordes dorados perfectamente combinada con su cabello.
—¿En qué puedo ayudarlo? —pregunta el encargado expectante mientras nos observa atentamente.
Su tono de voz es sereno y seguro, lo que me deja con una buena impresión inicial. Le explico la situación y de dónde vengo, esperando obtener información sobre el papel utilizado en el restaurante.
Al principio, parece reticente a compartir muchos detalles al respecto; sin embargo, su expresión cambia por completo cuando le entrego una moneda de oro.
—El papel es obtenido por la dueña del establecimiento en Kararagi —responde finalmente.
Al escuchar sus palabras, un mal presentimiento se apodera de mí y siento como si el destino jugara conmigo. En ese preciso instante, oigo una voz familiar resonar en mis oídos.
—Vaya, quién diría que nos encontraríamos tan pronto otra vez...
Anastasia entra en el restaurante acompañada de Julius y sus mercenarios, incluyendo a los adorables pequeños que siempre los acompañan. Mimi se acerca emocionada a Julius mientras jala su traje.
—¡Hey! ¡Hey! ¿Fue él a quien pateaste el trasero? —pregunta Mimi con alegría desbordante.
Julius tose ligeramente ante las palabras de Mimi e intenta mantener la compostura respondiendo:
—Fue una gran batalla...
Anastasia se acerca hacia mí sin prestar atención a todo lo que ocurre a su alrededor.
Camina decidida mientras los demás toman asiento.
—Es realmente curioso encontrarnos nuevamente aquí ¿No crees? —me dice Anastasia con un brillo misterioso en sus ojos.
¿Acaso estuvo siguiéndome desde lejos?
No tiene sentido... no podría haber llegado hasta aquí tan rápido.
La única explicación posible es que se trata de una simple coincidencia fortuita.
—Sí, sin duda alguna, una gran coincidencia... —respondo con cautela mientras intento descifrar el verdadero propósito de su presencia.
Ella sonríe y dirige su mirada hacia el encargado, quien de inmediato se apresura a explicar la situación y detallar mi pedido.
Lidiar con Anastasia siempre resulta complicado; desde mi perspectiva, ella es como un astuto zorro que engaña primero para luego morder sin piedad.
Así es cómo funciona el mundo del comercio.
—El papel eh, lamentablemente, no puedo revelarte el método de creación, ya que se trata de un producto novedoso desarrollado por mi grupo mercante —afirma Anastasia.
Invito a Anastasia a tomar asiento mientras los meseros conectan dos mesas para unir la nuestra con la suya. Por un breve instante, Anastasia dirige su mirada hacia Emilia; sin embargo, debido a que lleva puesta una capa, no puede saber quién es en realidad.
Si aún no ha quitado su capa es porque desea ocultar su verdadera identidad.
—Es una amiga que conocí hace aproximadamente un mes —explico cordialmente al presentar a Emilia ante Anastasia y los demás comensales.
Sin embargo, decido mantener en secreto el nombre de Mimi para sembrar desinformación y hacerla sentir más confiada. Dirijo mi mirada a ella, como si pidiese que se presente.
—¡Soy Mimi! ¡Y soy muy fuerte! Jajaja —exclama Mimi con una amplia sonrisa mientras extiende su báculo frente a todos.
El otro acompañante es un niño con monóculo cuyo nombre no recuerdo claramente.
—Soy Tivey Pearlbaton. Me disculpo por la descortesía de mi hermana. —Se inclina respetuosamente Tivey.
Mimi ríe a carcajadas ante la disculpa de Tivey, mientras Julius parece estar soportando con gran esfuerzo las travesuras de Mimi.
—Forman un dúo interesante —comento observando su dinámica peculiar.
—¡Somos un trío! Aún falta Hetaro. —Interviene Mimi emocionada por completar el grupo.
Mimi pide hamburguesas emocionada, para mi sorpresa ella también las pide con la salsa especial.
Quiero preguntar, pero mejor me quedo con la sorpresa cuando llegue.
Anastasia no deja de fijar su mirada en mí, como si estuviera tratando de escudriñar mis reacciones y comportamiento.
Pero no permitiré que vea lo que busca.
—Entiendo la situación entonces, supongo que, aunque no puedas revelarme el método de creación, sí puedes venderme el papel —digo con determinación.
Es perfecto para mi propósito y debo obtenerlo sin dudarlo.
—Me gustaría saber cuál es tu motivo para desear este papel. Como comerciante, siempre resulta interesante escuchar las historias detrás de cada compra —comenta Anastasia dirigiendo su mirada hacia Emilia y Beatrice, quienes conversan tranquilamente.
Emilia parece actuar un tanto nerviosa, pero mantiene la calma y utiliza una forma de hablar tosca, como si intentara ocultar su verdadera identidad.
Anastasia parece sospechar algo así que decido distraerla.
—Bueno, hoy mismo la señorita Emilia me comentó su intención de añadir carteles al pueblo. Lo habitual sería utilizar papel delgado pero este nuevo tipo es mucho más resistente. Las condiciones adversas a menudo dañan los carteles rápidamente y se requiere reemplazarlos con frecuencia. Un papel más duradero implicaría una mayor eficiencia en ese sentido —explico detalladamente mientras observo cómo Anastasia desvía su mirada hacia Emilia en busca de alguna reacción ante mis palabras.
Emilia permanece imperturbable.
—Ya veo, parece que ella ha estado trabajando duro; puedo darme cuenta de su valor, pero sin duda tu fuiste un gran factor en su discurso —afirma Anastasia cambiando nuevamente la dirección de su mirada hacia mí sin alterar ni un ápice su expresión.
Para distraerla aún más, Emilia actúa emocionada, mientras mira a Beatrice con interés.
—Beatrice, Beatrice, cuéntame sobre cómo era el castillo —dice Emilia con naturalidad.
Beatrice comprende de inmediato y comienza a seguirle la corriente. Una conversación común y esperada ya que el castillo es algo que un plebeyo o ciudadano común no puede ver.
Una excelente coartada para desviar cualquier sospecha.
—Bueno, he estado al servicio de la señorita Emilia desde hace poco más de dos meses. Ella me acogió bajo su protección y desde entonces trabajo a su lado —respondo sin titubear mientras Anastasia me mira nuevamente con una sonrisa enigmática sin alterar ni un ápice su expresión.
—¿Tú le enseñaste? Eres muy elocuente para alguien de baja extracción social. Durante la selección también te mantuviste acorde a la situación —comenta Anastasia intrigada por mi desenvoltura verbal.
Respondo a la sonrisa de Anastasia con una sonrisa propia, pero en mi interior suspiro cansado.
Tendré que seguir el juego por ahora.
—Eres muy perceptiva, señorita Anastasia. Su inteligencia es evidente —comento, reconociendo su agudeza mental. Ella se siente gratificada al saber que he notado su perspicacia.
—Yo fui parte de su proceso, pero fue ella quien escribió su discurso. Supongo que también será así en su caso —añado misterio a mi trasfondo para mantenerla intrigada y evitar subestimaciones por parte de Anastasia.
Es natural que desee conocer qué tipo de persona soy: si soy confiado o si hablo demasiado, si soy cauteloso o si soy alguien descuidado.
Ella no va a subestimar mi actuar, puesto que sobre mi yacen mis logros, el solo hecho de ser creador de la maquina a vapor, así como manejar las cosas durante la selección indican que no soy alguien normal.
Por eso, me dedico a tejer un velo de enigma alrededor de mí mismo mientras revelo sutilmente aspectos clave sobre mí mismo. Así ella será cautelosa y se tomará tiempo para investigar antes de sacar conclusiones precipitadas.
Anastasia asiente sin burlarse ni mencionar nada sobre Emilia.
—Debo admitir que estoy sumamente interesada en ti, Marco Luz —dice Anastasia mientras intenta ponerme nervioso con una mirada intensa y unos ojos celestes penetrantes que buscan adentrarse en mi mente para obtener más respuestas acerca de quién soy realmente.
Abro los ojos fingiendo sorpresa y realizo un movimiento ligero con la mano mientras rasco rápidamente mi cabeza con la otra mano.
—¿Qué... puede desear una candidata como usted con alguien como yo? —pregunto con timidez, mostrando una respuesta adecuada a sus insinuaciones.
Julius permanece en silencio, observando nuestra pequeña confrontación detenidamente sin intervenir por el momento.
—Eres el creador de la famosa máquina a vapor y además diseñaste métodos para evitar su desmontaje —continúa Anastasia, revelando su conocimiento sobre mis habilidades técnicas.
Después de haber creado esos métodos, personalmente los instalé en las pocas máquinas a vapor que había vendido en aquel entonces. Para mí, lo más importante es evitar cualquier situación desfavorable.
Respondo con orgullo y rapidez entre palabras entrecortadas:
—Debo proteger lo que me pertenece. Ese método fue obtenido... quiero decir, creado por mí —afirmo con convicción, aunque pareciera increíble la verdad que encierra esa afirmación.
Una verdad que parece mentira.
Anastasia cierra los ojos con satisfacción ante mi respuesta.
Si ella logra ver a través de mi actuación, sabrá que soy el verdadero inventor del mecanismo de protección. Pero si no lo descubre, creerá que hay alguien más detrás de todo esto y se encontrará con un muro en sus investigaciones.
Dejaré impresión de ser meticuloso, lo cual dificultará la cooperación, pero generará aún más interés.
—He escuchado que tu mayor comprador es nada menos que Crusch Karsten —afirma Anastasia sin sutilezas, buscando ponerme a prueba para saber si mi acto es fingido o genuino.
Con una sonrisa enigmática en mis labios respondo:
—Lamentablemente no suelo hablar sobre ese tipo de asuntos, por lo tanto, no puedo confirmar ni negar esa información.
Es evidente que ella ya está al tanto del hecho, pero prefiero mantenerlo como una incógnita en lugar de mentir descaradamente.
Las personas siempre buscan tener razón o sentirse superiores y cuanto más habilidades tenga alguien, más fácil será manipularlo aprovechando su narcisismo. Sin embargo, cuando una persona comprende bien sus fortalezas y debilidades se vuelve mucho más difícil manipularla.
Anastasia posee esa astucia propia del zorro cazador; una vez ha catalogado a su presa resulta casi imposible hacerle ver qué es exactamente lo que está persiguiendo.
—Esa es una gran cualidad para un negociante... bastante interesante —comenta mientras entrelaza sus brazos y apoya su mentón pensativamente.
Manteniendo nuestra mirada fija entre nosotros, ella sonríe con malicia. Es evidente que quiere llevarme a un terreno más personal.
—He oído decir que muchas carrozas se reúnen en su territorio; sin duda, parece que está muy ocupada —señala provocativamente.
Encogiéndome de hombros ante su insinuación, decido mantener mi posición y no revelar demasiado.
—Quizás, como no pudo celebrar antes, ahora está planeando hacer algo —respondo con cautela.
El recuerdo del bochornoso acto de Crusch se cierne en el aire y Anastasia suelta una pequeña risa.
—Tienes razón, podría ser eso —admite ella mientras sus cejas se mueven ligeramente antes de volver a esbozar una sonrisa.
—¿Careces de una puerta mágica? —pregunto a Anastasia, quien se ve sorprendida por la nueva dirección que ha tomado nuestra conversación.
Me levanto inmediatamente y me inclino en señal de disculpa.
—Mis más sinceras disculpas por el comportamiento imprudente de mi espíritu. Para alguien incapaz de manipular maná exponerse a tal presión podría resultar peligroso. Si la señorita Emilia no hubiera estado allí, habría sido realmente problemático.
Los ojos de Anastasia se abren con sorpresa al escuchar mis palabras.
—Vaya, eres mucho más cuidadoso de lo que pensaba —comenta ella admirada mientras yo niego con la cabeza y vuelvo a tomar asiento.
—Siempre trato considerar el bienestar de los demás; por eso puedo llegar a ser un tanto impulsivo —explico contrariándome un poco antes soltar una pequeña analogía para ilustrarlo mejor.
Anastasia parece haber entrado en confianza ya que su rostro muestra cierta calma.
Cuando forzamos una sonrisa, lo normal es que sea lo más ideal posible, pero cuando sonreímos o reímos de verdad, es difícil ocultar nuestra verdadera expresión.
Se puede distinguir entre una sonrisa sincera y una falsa.
En ese momento llega la comida y el ambiente se calma. A simple vista mi hamburguesa parece normal, sin embargo, puedo notar cómo una salsa verdosa asoma tímidamente deslizándose por encima de ella.
No tengo idea del sabor que tendrá esa salsa en particular, pero probarla individualmente ahora sería hacer trampa.
Tomando la hamburguesa con mis manos y sintiendo cómo se hunde ligeramente en el suave pan, me acerco con cuidado y doy un mordisco inicial para comenzar a saborearla.
Al principio no logro percibir el sabor de la salsa; sin embargo, poco a poco surge un regusto dulce seguido de una sensación acaramelada que se va expandiendo en mi boca...
—Esto...
La interrupción de Mimi me deja perplejo por un momento, pero rápidamente comprendo que quiere compartir su entusiasmo por la deliciosa salsa especial de este lugar.
—La salsa es realmente exquisita. A Mimi le encanta comerla —explica Anastasia con una sonrisa mientras observo cómo Mimi disfruta cada bocado como si fuera una entrada al mismísimo paraíso.
—¡Esh muy ricah! —exclama Mimi emocionada, con trozos de comida aún en su boca.
Termino mi hamburguesa y dirijo mi mirada hacia Anastasia, quien también ha terminado la suya.
—No te preocupes por las hamburguesas, yo invito. Después de todo, ya me has pagado con tu valiosa información —dice ella, por lo que le agradezco sin molestarme.
Hacer un espectáculo sería contrario a mis intenciones.
Sé que no puedo permitir que ella subestime mi inteligencia tan fácilmente; mostrar demasiada estupidez solo dificultaría el éxito de nuestra farsa.
—¿Qué tal si hacemos un trato? —propongo abruptamente antes de darle oportunidad para responder.
Anastasia inclina ligeramente la cabeza, curiosa ante mi petición.
Sin dejarla hablar mucho más comento:
—Soy inventor y estoy seguro de poder mejorar la producción del papel. Solo necesitaría una parte de tu producción. Si gustas, puedes verificarlo tú misma en Irlam.
Mi intención es mostrarle algo complejo sin explicar demasiado para causar cierta impresión temerosa en ella.
Cuando vea la eficiencia con la que trabajo seguramente querrá formar una alianza comercial de inmediato para evitar que se forme un monopolio
O, tal vez desee robarme.
Aunque preferiría la primera opción, ya que así podría expandirme más fácilmente y el nombre de Irlam crecería junto conmigo. Además, estoy seguro de que ella también está interesada en los rifles, pues ha echado varias miradas furtivas a mi lado donde descansa uno.
Anastasia sonríe como si eso fuera precisamente lo que buscaba desde un principio.
—Será un placer. Después de todo, la máquina a vapor también está dentro de mis intereses —responde mientras ella se levanta y el resto del grupo le sigue.
Nos levantamos de la mesa y salimos del restaurante. Anastasia anuncia que se dirige a su mansión, visiblemente satisfecha por el día que ha tenido.
—Ha sido un día largo. —Sonríe—. Deseo volver a encontrarnos, en Irlam.
Asiento y me despido de ella, así como de Julius y el resto de las personas presentes. Parece que Julius quiere hablar sobre algo, pero al tener que acompañar a Anastasia decide evitarlo.
—¿A dónde vamos ahora? —pregunta Emilia con cierto tono melancólico— Estuviste hablando mucho con Anastasia. Incluso Betty está triste.
Beatrice toma la mano de Emilia y cuando intento verla, ella gira su rostro para evitarme.
—Qué tal si buscamos un bar? Preferiblemente uno que no tenga tan mala apariencia —sugiero.
Emilia asiente, deseando probar alcohol nuevamente. Partimos inmediatamente hacia un bar mientras observamos todos los lugares en busca del más tranquilo.
En Irlam solo hay una posada y uno que otro restaurante/bar que decidí abrir para los trabajadores; generalmente la posada no recibe muchos visitantes ya que la mayoría viene por negocios y pocos se quedan para disfrutar del estilo de vida local.
Debo crear más lugares de entretenimiento: bares, discotecas, teatros... El entretenimiento siempre genera grandes ganancias económicas.
Justo mientras caminamos alguien nos grita desde atrás.
—¡Hermanito! —Felt exclama emocionada mientras se acerca rápidamente hacia nosotros.
SS-Anastasia
Un peligro latente.
Aprobé su batalla, ansiosa por obtener información sobre él, pero en el instante que lo vi, supe que algo problemático ocurriría.
Rara vez me equivoco al juzgar a la gente; aunque algunos pueden cambiar, jamás llegan a sorprenderme por completo.
Mientras luchan, no puedo evitar pensar en su actitud.
Es capaz de enfrentarse a los nobles con elocuencia y llevar adelante una discusión con tanta confianza en sus ojos y, sobre todo, en su sonrisa. Al principio, pensé que estaba loco, pero después de verlo actuar, me di cuenta de que tenía cada paso planeado meticulosamente.
Fue en ese momento que mi interés comenzó a florecer
La máquina a vapor llegó a través de mis fuentes de información, pero no era el momento adecuado.
Necesitaba ver con quién me enfrentaría.
Cada vez más productos salían de Irlam: baratos y eficaces.
Esto me preocupó por el cambio en la demanda y me planteó preguntas sobre cómo planeaban llevar el mercado. Parecían estar buscando un monopolio, pero no lograba obtener información sobre su situación interna, así que decidí intervenir y contribuir con mi propio esfuerzo.
Tras demostrar su fuerza al silenciar a todos respecto al culto, pude sentir algo diferente en el ambiente.
Reconozco el peligro; como comerciante, es una de mis habilidades más valiosas.
Mi caballero está frente a mí, tras haber tenido una batalla amistosa con Marco. Sin embargo, no parece estar del todo contento. Al preguntarle el motivo, descubrí lo sucedido.
Los pies de mi caballero se vieron lastimados por el impacto del golpe. Aunque él dice haberlo reparado al instante, esa hazaña destaca la increíble potencia de ese ataque.
—Aún potenciado, pudo dañar mi cuerpo, y solo ha pasado poco más de dos meses desde que forjó su puerta —comenta Julius, decidido a no decir más al respecto.
Se mantiene en silencio mientras busco un lugar para comer, decidiendo que iré a mi restaurante favorito, donde Mimi también podrá disfrutar a gusto.
Inesperadamente, lo vi de nuevo.
Observé cómo interactuaba con una desconocida y comencé a sospechar. Aunque no logré ver el rostro de la mujer, de alguna forma intuí lo que estaba sucediendo.
Pero eso no era lo que más me importaba.
Mientras sosteníamos una conversación, me di cuenta de que había perdido el control del ritmo, dejándome dirigir por él.
Fue entonces cuando decidí poner fin a esa situación y sorprenderlo.
—Eres el creador de la famosa máquina a vapor y también diseñaste medidas para evitar que fueran desmontadas —lo miré con una sonrisa, intentando intimidarlo.
Desde que obtuve información sobre la máquina a vapor, mi primer impulso fue buscarla para comprar una y poder recrearla. Sin embargo, descubrí que las personas a las que la había vendido eran todas cercanas y leales al marqués, a excepción de la familia Karsten, quienes, por contrato, no podían exhibirla.
Cuando una de las máquinas llegó a Kararagi, me apresuré a comprarla, pero entonces me enteré de que tenía un mecanismo que explotaría si era desarmada.
Aun así, la compré sin dudar y la envié a mi grupo para encontrar una forma de romper esa protección. Después de semanas de trabajo, pensaron haberlo conseguido, pero la máquina explotó, causando estragos significativos.
Crear un mecanismo así no es una tarea sencilla.
Por eso, necesito saber más, necesito tenerlo todo. Si logro que sus negocios fracasen y lo domino, entonces me pertenecerá.
Lo convertiré en mi peón para que me ayude a dominar todo. Alguien como él no debe estar sin control.
O se comerá todo cuanto menos lo esperes.
Como un dragón que está por despertar.
Habiendo alcanzado mi objetivo, me despedí con una sonrisa satisfecha.
—Ha sido un día largo —sonrío—. Deseo volver a encontrarnos, en Irlam.
Al salir, pude sentirlo; la forma en que habla sin dudar no es mera arrogancia, sus ojos transmiten una confianza peligrosa. Pareciera que ya supiera todo sobre mí, sobre todos, como si pudiera leer mis pensamientos y mis intenciones.
Es una existencia enigmática.
Marco Luz... es un hombre peligroso.
