Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi y la historia está escrita sin fines de lucro.

Mientras ocurría aquel lindo momento entre Ranma y Akane en la ciudad de Tokio, por otro lado, en el pueblo de Nerima, en la hacienda Tatewaki, Nabiki se encontraba subiendo las escaleras para dirigirse a la habitación de Kodachi, llevándole su cena y las medicinas que le tocaban tomar a esa hora (ya que, Anna, la empleada que se encargaba de su cuidado, había dejado de trabajar hacía ya una semana, por aproximarse la fecha en que daría a luz a su primer hijo).

Al llegar, tocó a la puerta:

― Adelante -dijo Kodachi, desde su cama-.

― Con permiso, señorita -dijo Nabiki, ingresando a la habitación- le traje su cena y sus medicinas... -iba a seguir hablando, pero de pronto, entró Tacchi corriendo tras ella y de un pequeño brinco, se tiró a la cama de Kodachi (era muy confianzudo)- ¡hijo, compórtate! -le dijo, llamándole la atención- ¡ya te he dicho varias veces que estamos en casa ajena y que no puedes hacer lo que quieras!

Kodachi rio un poco al ver la situación:

― Pero, la señorita Kodachi no se enoja conmigo -le dijo el niño a su mamá y después, se dirigió a Kodachi- ¿verdad que usted no se enoja conmigo, señorita?

― No, claro que no, pequeño -le dijo ella, sonriendo- no te preocupes.

El niño le sonrió también y Nabiki solo negó con la cabeza, acercándole la cena a Kodachi:

― Eh… gracias, pero, no tengo hambre -le dijo, rápidamente-.

― Pero, usted nunca come bien -le dijo Tacchi, interviniendo- yo me he dado cuenta y si desea recuperarse, tiene que alimentarse.

― Cariño, por favor -le dijo Nabiki, con reproche-.

Kodachi volvió a sonreír al escuchar al niño:

― No hay problema, Nabiki -le dijo, después- tu hijo tiene mucha razón.

― Bueno, es que, mi mami siempre me dice que debo comer muy bien si quiero estar sano y fuerte -dijo Tacchi, nuevamente-.

Nabiki solo sonrió al escucharlo:

― Sí, eso es muy cierto -dijo Kodachi, viendo al niño con ternura-.

― Por eso, usted también tiene que comer bien -continuó el niño- además, mi mami fue la que le preparó la cena y está deliciosa, ¿por qué no la prueba? -dijo después, acercándose mucho más a ella, para agarrar los palillos que estaban en el azafate que Nabiki le había colocado sobre sus piernas y tomaba un pedazo de fruta con ellos- a ver, abra la boca -dijo, acercándole el pedazo de fruta-.

Kodachi rio un poco nuevamente y lo hizo así:

― ¿Verdad que sí está deliciosa? -le preguntó el niño, al verla masticando la comida-.

― Sí, muy deliciosa, amor -le respondió ella- gracias.

El niño sonrió ampliamente al escucharla:

― Bueno, cariño, creo que es mejor que la dejes descansar –le dijo Nabiki, algo seria- ve a cepillarte y a ponerte la pijama, que yo en un momento te alcanzo.

― Sí, mami… -le dijo bufando un poco, mientras se bajaba de la cama- ya voy.

Kodachi sonrió al verlo:

― Hasta mañana, pequeño… -le dijo, después- y gracias por los consejos.

― Hasta mañana, señorita.

― ¿Me das un beso de las buenas noches?

Nabiki se sorprendió mucho al escucharla y el niño se acercó rápidamente a ella (Kodachi), para darle un beso en la mejilla:

― Qué descanses, cielo –le dijo Kodachi nuevamente, mientras lo abrazaba fuertemente-.

Tacchi sonrió ampliamente al escucharla y después, salió de la habitación:

― Tu hijo es hermoso, Nabiki –le dijo Kodachi aun sonriendo, al irse el niño. Luego, exhaló un pequeño suspiro y volvió a decir- jamás creí que de mi hermano podría salir algo tan lindo y especial.

Nabiki cambió completamente su expresión y se puso rígida al escuchar eso último:

― No… no… no comprendo –le dijo, después-.

― Sí, Nabiki: desde hace ya un buen tiempo sé que Tacchi es hijo de mi hermano, no tienes por qué asustarte… -le dijo, muy tranquila- aunque te confieso que al principio sí me costó mucho creerlo y asimilarlo, por llevárselas él de ser un "señor muy respetable".

― No… no sé de qué me está hablando –le dijo nuevamente, tartamudeando-.

― Sabes muy bien de lo que te estoy hablando, no puedes negarlo –luego, hizo una pequeña pausa- Kuno jamás se había desvivido ni había sido tan generoso en hacerle obsequios a un niño cualquiera, ni mucho menos se había preocupado porque los empleados lo fueran a dejar y a traer a la escuela todos los días, además es idéntico a él y tiene como nombre el apodo que mi padre le decía cuando estaba pequeño –dijo, riendo un poco-.

― ¡Está… está completamente equivocada! –le dijo después, empezando a enojarse- ¡mi esposo murió hace años y a su hermano ni siquiera lo conocía antes de venir a vivir a este pueblo!... ¡¿cómo puede inventar algo así?!

― Tranquilízate, no te pongas así –le dijo preocupada, mientras Nabiki empezaba a derramar unas pequeñas lágrimas de angustia y desesperación:-

― ¡Lo único que quiero es que usted se recupere para poder irme de aquí lo antes posible, porque ya no soporto estar un día más en este lugar!... ¡ya no!

Kodachi se levantó de su cama para acercarse a ella y abrazarla:

― Cálmate, por favor, no llores: mi intención nunca fue ofenderte o juzgarte al decirte todo esto… es más, no sabes lo feliz que me siento de que ese niño tan lindo sea mi sobrino –le dijo después, sonriendo levemente- pero, lo que no entiendo aún es por qué mi hermano se está arriesgando tanto al tenerlos aquí, estando ya a pocos meses de casarse con Akane –y se quedó un momento ensimismada- bueno, no importa, pero lo que sí puedo decirte es que si alguien tiene más derechos aquí que esa mujer, eres tú, Nabiki, porque tuviste un hijo suyo y no puedes permitir que todo lo que por ley te corresponde a ti y a Tacchi, lo gocen esa mujer y los hijos que puedan tener en el futuro… -ya que a Kodachi seguía sin caerle bien Akane- deberías aprovechar a sacarle hasta el último centavo y dejarlo en la calle por lo que te hizo... ¡es que, de verdad, es un cínico y alguien tiene que hacerlo pagar ya!

Nabiki solo la estaba escuchando:

― Piénsalo –volvió a decirle Kodachi- podrías vengarte de él y destruirlo por completo: es lo mínimo que se merece por ser tan despreciable... no dejes ir esta oportunidad, lo tienes en tus manos...

― Eh… yo… yo… creo que es mejor que me vaya –le dijo después, con voz temblorosa- buenas noches… que… que descanse –y diciendo esto último, salió rápidamente de la habitación-.

― ¡Nabiki, piénsalo, por favor! –le gritó todavía y luego dijo, internamente- ¡eres mi única esperanza para acabar con mi hermano de una vez por todas e irme muy lejos de aquí para siempre!... ¡porque eso es lo único que me interesa, no hay nada más!... ¡nada más! –exhaló un pequeño suspiro y después, sin saber bien por qué, volteó a ver a su mesita de noche, donde se encontraban aún en un florero, unas bellas rosas amarillas. Se sentó un momento en su cama y tomó una de ellas para acercarla a su nariz- no hay nada más que me importe –repitió en su mente, aunque por supuesto, no podía engañarse a sí misma, porque desde que descubrió que Mousse era quien en realidad le obsequiaba esas rosas, no había dejado de pensar en él ni un solo momento, ¿a qué se debía?… bueno, quizás "no lo odiaba tanto" como creía-.

Por otro lado, después de un mes aproximadamente, nuevamente en la ciudad de Tokio, siendo el último fin de semana de junio de 1939, Shampoo y Ranma se encontraban en la estación de trenes esperando el arribo del primer tren que había partido desde el pueblo de Nerima hacia dicha ciudad:

― ¡Ah, mira, ya está llegando! -exclamó Shampoo, señalando hacia el lugar donde el tren se estaba estacionando- ¡estoy segura que de ahí bajará Akane, ya verás, porque todos estos años, siempre ha regresado el último sábado del mes que nos dan de vacaciones, en el tren que arriba a las ocho de la mañana!

― Así lo espero, Shampoo -dijo Ranma exhalando un pequeño suspiro, mientras sostenía con sus manos, un ramo de rosas rojas que había comprado para regalárselo a su novia- porque ya me urge verla de nuevo, para saber que está bien y para preguntarle cómo siguió su padre y por qué no se comunicó conmigo en todo el mes… -apretó sus puños fuertemente y luego le dijo, algo exasperado- ¡es que, ya esperé demasiado y si no viene hoy, iré a buscarla sin importarme las consecuencias, aunque su padre siga enfermo, porque ya no puedo soportar que siga comprometida con ese tipo un día más…! –dijo después refiriéndose a Kuno, por supuesto-.

Ella solo lo estaba escuchando. Iba a responderle, pero de pronto, vio que de ese tren bajaban las señoras Aiko y Cologne (pues, las reconoció de inmediato) y no dejó de sorprenderse:

― ¡Son la madre y la abuela de Akane! -exclamó- ¡qué extraño que la hayan acompañado esta vez…!

Ranma volteó a ver a las señoras:

― ¿Ellas son su mamá y su abuela? -dijo después, sonriendo ilusionado de por fin tener la oportunidad de conocer a algunos de los miembros de la familia de su novia-.

― Sí, así es…

Siguieron bajando más personas detrás de ellas, hasta que por fin, apareció a quien Ranma estaba esperando con todo su corazón: Akane. Sonrió ampliamente al verla nuevamente, mientras que ella quedó como piedra al divisarlo junto a Shampoo en ese lugar, poniéndose muy nerviosa y empezando a temblar, sin saber qué hacer:

― ¿Por qué te quedas ahí parada? -le preguntó alguien de pronto por detrás, que venía también acompañándola esta vez-.

― Yo… eh… lo… lo siento -le dijo ella, tratando de no ver hacia donde estaba Ranma-.

― ¡Ay, no puede ser! -dijo Shampoo, al reconocer a esa otra persona-.

― ¿Qué, qué ocurre? -le preguntó Ranma, cambiando su expresión y volteándola a ver-.

Shampoo iba a responderle, pero de pronto, las señoras Aiko y Cologne se acercaron a ella rápidamente, al reconocerla también:

― ¡Shampoo, qué gusto verte!: ¡¿cómo estás, linda?! -le dijo la señora Aiko, abrazándola fuertemente-.

― Bien, muchas gracias, señora -le respondió, sonriendo nerviosamente- ¿y ustedes, cómo han estado?

― Muy bien, querida, gracias -dijo la señora Cologne-.

― Mucho gusto, señoras –dijo de pronto Ranma interviniendo, mientras hacía una reverencia-.

Ambas voltearon a verlo:

― Hola, jovencito, el gusto es nuestro -le dijo la señora Aiko, sonriendo- tú debes ser el novio de Shampoo, ¿verdad?: creo que Kirin es tu nombre…

― ¿En serio? -dijo la señora Cologne muy sorprendida, viendo a Ranma- pero, no pareces ser chino como ella.

― Eh… no, no, yo no soy el novio de Shampoo -les respondió él, rápidamente- de hecho yo soy…

― ¡Hola, Shampoo! -dijo Akane de pronto, interrumpiéndolo e ignorándolo completamente, llegando con su amiga para abrazarla-.

― ¡Akane, me alegra mucho que ya hayas regresado y acompañada por tu linda familia! -le dijo Shampoo, correspondiendo a su abrazo-.

Ranma se desconcertó un poco por la acción de Akane, pero, trató de no prestarle mucha atención:

― Hola, Akane, a mí también me alegra mucho que hayas regresado -le dijo después, sonriendo ampliamente- ya conocí a tu mamá y a tu abuela y les estaba diciendo que…

― ¿Y él quién es? -dijo de pronto la otra persona que también había llegado con ellas, en tono bastante reseco y posesivo, interrumpiendo a Ranma y parándose a la par de Akane-.

Ranma se le quedó viendo un momento:

― ¿Él es tu hermano, Akane? -le preguntó después, al recordar que ella le había comentado en una oportunidad que tenía un hermano-.

― ¡Qué hermano ni que ocho cuartos!: ¡Soy Kuno Tatewaki, su prometido! -dijo bastante molesto, abrazando a Akane por la cintura-.

Akane tragó muy duro, inclinando su rostro, muy avergonzada, mientras Ranma trataba de asimilar lo que acababa de escuchar:

― ¿Su prometido? -preguntó después, bastante desconcertado- ¿eres su prometido?

― ¡¿No entiendes lo que significa esa palabra o qué?! -le dijo, abrazando aún más a Akane- ¡soy su futuro esposo!

Ranma se le quedó viendo un momento nuevamente. Luego, sonrió sarcásticamente y negó con la cabeza:

¡Así que este es el sujeto que forzó a Akane a aceptar ese absurdo compromiso!... ¡vaya, hasta que se me concedió la oportunidad de conocerlo finalmente! –dijo después, internamente-.

― ¡¿Y tú quién rayos eres y con qué derecho te atreves a querer obsequiarle flores a mi prometida, eh?! -continuó Kuno aún molesto, al percatarse del ramo de rosas que Ranma tenía en sus manos-.

Ambos se estaban fulminando con la mirada, mientras se veían de arriba hacia abajo:

― Kuno, tranquilízate, por favor… -le dijo la señora Aiko con preocupación, al ver su reacción- no es para que te pongas así.

― ¡¿Quieres saber quién soy?! -le preguntó Ranma a Kuno después, bastante molesto- ¡¿de verdad?!, ¡pues, con mucho gusto te lo diré!: ¡yo soy…!

― ¡Kirin! -dijo Akane casi gritando, interrumpiéndolo y dirigiéndose a Kuno- ¡él es Kirin, el novio de Shampoo!

Tanto Shampoo como Ranma se sorprendieron y se desconcertaron mucho más al escucharla:

― Él solo vino para acompañarla a esperarme acá a la estación -continuó Akane, dirigiéndose aún a Kuno- por favor, no te enojes, ¿sí?... esas flores solo son un detalle para darme la bienvenida.

Kuno no parecía muy convencido con esa explicación y Ranma no podía creer que ella se hubiera atrevido a inventar algo así y lo negara frente a su familia:

― Pero, tú nos estabas diciendo que no eras el novio de Shampoo -dijo después la señora Aiko, dirigiéndose a Ranma-.

― Es cierto -dijo también la señora Cologne- además, recuerdo que Akane nos había comentado que el novio de Shampoo era chino como ella y a mí me sigue pareciendo que tú no lo eres.

Ranma solo las estaba escuchando, sin poder creer aun lo que Akane acababa de hacer. Luego, volteó a verla, reflejando en su mirada una enorme decepción, dolor y tristeza:

― Bueno, lo que sucede es que… es que… -dijo Shampoo algo nerviosa, tratando de inventar algo rápidamente, pero, Ranma la interrumpió:-

― "Lo que sucede es que Shampoo no es mi novia, sino mi prometida" -dijo él después en perfecto idioma chino, abrazándola por los hombros- "y nosotros también nos casaremos muy pronto".

Todos se sorprendieron al escucharlo hablar así, sobre todo, Akane, pues, no sabía que pudiera hablar ese idioma (aunque, solo Shampoo hubiera entendido muy bien lo que él había dicho):

― ¡Hablaste en chino, Kirin! –exclamó después la mamá de Akane, muy emocionada- ¡¿y qué fue lo que dijiste?!

Ranma volteó a ver a Akane nuevamente, antes de responderle a la señora Aiko:

― Dije que… que Shampoo no es mi novia, sino, "mi prometida" y que nosotros también nos casaremos muy pronto… quizás, hasta podríamos hacer "una boda doble" –dijo después, con mucho sarcasmo-.

Akane volteó a verlo también, con muchas ganas de llorar:

― ¡Ay, qué alegre! –dijo la señora Aiko- ¡los felicito!: ¡hacen una magnífica pareja!

La señora Cologne solo había estado escuchando y observando, pues, seguía sin creer que ese muchacho "Kirin" fuera chino y algo le decía que ya lo había visto antes:

― Eh… gracias, señora –dijo Shampoo bastante desconcertada aún, por lo que su amiga había inventado-.

― Sí, sí, qué bueno –dijo después Kuno interviniendo, sin mostrar interés- pero, es una lástima que no se pueda lo de la boda doble, porque los preparativos de la nuestra ya están muy avanzados y precisamente, hoy acompañamos a "mi futura esposa" para entregarles invitaciones a sus amigas y maestros… -dijo luego con bastante sarcasmo, abrazando mucho más a Akane y viendo aún a Ranma de arriba hacia abajo con desprecio- y supongo que si Shampoo es una de sus amigas, pues, ya se le entregará a ella también su invitación.

Tanto la señora Aiko como la señora Cologne voltearon a verlo muy sorprendidas, al escuchar eso último:

― ¿Y por qué no se la entregas de una vez, Kuno? –le preguntó después, la mamá de Akane- ¿por qué no aprovechas a hacerlo ahora que la tenemos enfrente?

― Primero, hay que ver si nos alcanzan, suegra –dijo de manera insolente, pues, Shampoo seguía sin caerle bien- y si es así, pues, ya iremos a buscarla más tarde a su casa.

― Pero, Kuno… -dijo la señora Aiko, mucho más sorprendida al escucharlo-.

― Eh… no se preocupe, señora –le dijo Shampoo, sonriendo levemente- no hay ningún problema si no alcanzan las invitaciones o si me la llevan más tarde a mi casa…

― Pero, más tarde no vas a estar en tu casa, Shampoo, porque hoy tendremos una cita, ¿no lo recuerdas? –dijo Ranma después, dirigiéndose a ella, pero, viendo a Akane- además, si no nos quieren invitar a tan "exclusivo evento", es mejor que no les roguemos.

― ¡Perfecto, me alegra que lo tomen de esa manera! –dijo Kuno nuevamente, con sarcasmo- entonces, si nos disculpan, debemos empezar ya con la repartición de invitaciones, hasta luego… -y después, se dirigió a Akane- ¿nos vamos, amor mío?

Akane volteó a ver a Ranma con mucho dolor, antes de responderle a su prometido:

― Sí, Kuno, como digas –y empezaron a caminar para irse de ahí-.

― Eh… no le hagan caso a mi futuro yerno –dijo después la señora Aiko sonriendo, dirigiéndose a Ranma y a Shampoo- es que, está muy nervioso con todo esto de los preparativos, pero, por supuesto que ustedes sí están invitados a su boda, no se preocupen, porque sé lo importantes que son para mi hija y tienen que estar ahí para acompañarla en ese día tan especial y trascendental para ella…

Shampoo sonrió levemente al escucharla y Ranma se quedó con la mirada perdida, dejando de prestar atención a su alrededor:

― Sí –secundó la señora Cologne- si no se puede hoy que les entreguemos su invitación, porque según Kuno no van a alcanzar las que trajeron con mi nieta, ya otro día será, pero, de que están invitados, lo están, ¿de acuerdo?

― Muchas gracias… -dijo Shampoo, haciendo una reverencia- me dio mucho gusto saludarlas.

― Igualmente, linda –le dijeron ambas y luego, se despidieron-.

Cuando ya se habían ido, Shampoo le dijo a Ranma, muy apenada:

― Yo… yo… no… no sé qué pudo haber pasado, pero, te prometo que hablaré con ella más tarde y…

― No… no tiene caso, Shampoo –le dijo él interrumpiéndola, con voz bastante apagada- ya tú también viste y escuchaste todo: Akane me negó frente a su madre y su abuela porque va a casarse con ese "rico hacendado" y… -exhaló un pequeño suspiro- y hoy iniciarán con la repartición de las invitaciones…

― ¡Pero, lo más seguro es que la obligaron a seguir con ese compromiso, Ranma! –le dijo, con mucho reproche- ¡tú sabes que ella no lo ama!

Ranma sonrió con algo de ironía al escucharla. Volteó a verla y después, le dijo:

― Sí, quizás... por eso, habíamos quedado en que la acompañaría a su pueblo cuando tuviera vacaciones nuevamente, para que no tuviera que enfrentarse sola a su familia ni a su prometido, pero, no me esperó… sin embargo, respeté su decisión porque su padre estaba "muy enfermo" y no quise presionarla… -exhaló un suspiro, nuevamente- fui un estúpido.

― No, no digas eso, Ranma…

― Ya no importa… de todas formas, gracias por tu ayuda -dijo después, con voz que denotaba un profundo abatimiento y le entregó el ramo de rosas que había comprado para regalárselo a Akane- toma, es para ti: cómo eres mi novia, ¿no? –le dijo luego, en tono sarcástico-.

― De verdad, lo siento mucho, Ranma –le dijo ella, bastante triste-.

― Adiós, Shampoo y gracias de nuevo –le dijo después y se fue rápidamente de ahí-.

Ella solo se quedó viendo. Luego, exhaló un pequeño suspiro y pensó:

¡Ay, Akane, ¿pero, qué es lo que estás haciendo?!... ¡te vas a arrepentir toda tu vida si te casas con ese tipo!

Y así transcurrió el día rápidamente: Akane, su mamá y su abuela, junto a Kuno, repartieron las invitaciones y conocieron a algunas de las compañeras y maestros de la universidad. Al finalizar, fueron a comer a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, muy contentos, olvidando lo ocurrido por la mañana (a excepción de Akane, por supuesto). Platicaron un buen rato y después, aprovecharon para comprar otras cosas que pensaron que también le podrían servir a Akane el día de su boda (parecía que quienes se iban a casar otra vez eran las señoras Aiko y Cologne, de lo emocionadas que estaban con todos los preparativos).

Horas más tarde, acompañaron a Akane a su departamento y después de dejarla instalada nuevamente y de despedirse de ella, regresaron a su pueblo (pues, aunque Kuno deseara quedarse más tiempo en la ciudad con su prometida, "sus importantes negocios" en Nerima, no le permitían que se ausentara por mucho tiempo).

Cuando ya se habían ido, Akane decidió salir a caminar un momento, ya que, lo necesitaba, realmente lo necesitaba, al sentirse asfixiada y sobre todo, fatal por lo que había hecho con Ranma, al negarlo frente a su familia e inventar que era el novio de su amiga.

Caminó un buen rato y sin darse cuenta, llegó al parque donde Ranma le había llevado una hermosa serenata, hacía ya más de un mes. Sonrió con mucha amargura y se quedó un momento ensimismada, recordando ese mágico momento, cuando de pronto, sintió que por detrás, alguien la tomaba de uno de sus brazos para hacerla voltear a ver:

― Ra… Ranma –exclamó, pues, no podía creer que lo tuviera enfrente de nuevo. Iba a decir algo más, pero, él ya no se lo permitió, porque en ese momento, se inclinó para besarla con mucha desesperación, celos, rabia, tristeza, pero, sobre todo, con el profundo amor que sentía por ella (él también había salido a caminar y sin saber bien por qué, tuvo el fuerte deseo de ir a ese lugar, sin imaginarse que encontraría ahí a la mujer que tanto amaba, pero también, por la que tanto sufría)-.

Akane se sorprendió mucho ante tal acción, pero después, le correspondió, importándole poco si estaban siendo observados o no. Ranma la acercó mucho más a él al sentir que estaba correspondiendo a su beso, tomándola por la nuca con su mano derecha y abrazándola fuertemente por la cintura con su otro brazo, mientras ella lo abrazaba por el cuello. Se besaron con mucha intensidad, al necesitarlo desesperadamente después de no haberse visto por todo un mes.

Pasaron así varios segundos, hasta que se les hizo difícil seguir respirando:

― ¿Por qué me haces esto, Akane? –le preguntó él con mucha frustración y con la respiración agitada aún- ¡¿por qué me lastimas así, accediendo a casarte con ese sujeto, luego de confesarme en este lugar, hace apenas poco más de un mes, que me amabas tanto como yo a ti?!...

Ella inclinó su rostro al escucharlo, empezando a llorar con mucho dolor:

― ¡¿Por qué, Akane?!, ¡¿por qué?! –continuó él, casi gritando- ¡si yo te dije que estaba dispuesto a luchar por ti y que no permitiría que nada ni nadie nos separara…!

― ¡Perdóname, Ranma! –le dijo con mucha dificultad, interrumpiéndolo- ¡perdóname, por favor, pero, no pude evitarlo!: ¡los preparativos para mi boda ya estaban muy avanzados cuando regresé a mi pueblo!... ¡Kuno le pidió a mi familia que los adelantaran sin avisarme!

― ¡Por eso, no quería que esperáramos tanto para hablar con ellos, ni mucho menos, que los enfrentaras sola!

― ¡Me informaron que mi padre estaba enfermo, Ranma!: ¡tenía que ir a verlo cuanto antes!

― ¡Entonces, te hubieras comunicado conmigo para contarme cómo iban las cosas…!

― ¡Ya no tiene caso, Ranma, lo mejor será que nos olvidemos de lo que sentimos, porque nunca podremos ser felices!: ¡mi padre me volvió a recordar que…!

― Pero, mi amor, si yo ya te había dicho que dejaras de tener miedo, porque ahora contabas conmigo y…

― ¡Es que, no solo es mi familia, Ranma!: ¡la tuya también se opone a lo nuestro y lo sabes de sobra, porque tus padres te retiraron todo su apoyo, desconociéndote como su hijo por no querer olvidarte de mí!... ¡tu tía me lo contó el día que volví a mi pueblo!

― ¡¿Mi tía se atrevió a contártelo?! -le dijo, muy molesto- ¡pero, ¿con qué derecho lo hizo?!

― ¡¿Y tú, cuándo pensabas hacerlo?!

― ¡Siento no habértelo contado, no quería preocuparte, pero, eso no importa ahora, porque también te había dicho que aunque mis padres se siguieran oponiendo a mis sentimientos, no permitiría que me alejaran de ti!: ¡Akane, me tiene muy sin cuidado si me desconocen como su hijo o me desheredan!, ¡no me interesa su dinero, pues, sé que puedo salir adelante perfectamente sin su ayuda!

Ella inclinó nuevamente su rostro, mientras lloraba con amargura:

― Preciosa… -le dijo él después suavemente, tomando su mentón con delicadeza- a mí no me importa renunciar a todo por ti…

― Pero, Ranma, es que…

― ¡Casémonos, Akane! –soltó, de pronto-.

Ella se sorprendió mucho y se quedó sin habla, al escuchar eso último:

― ¡Si de verdad, no hay manera de detener tu matrimonio con ese tipo, porque tu padre te sigue amenazando con lo mismo, entonces, cásate conmigo, mi amor y vayámonos muy lejos de aquí, donde nadie nos conozca y podamos ser felices!

Akane lo veía detenidamente, sin responderle aún:

― ¿Qué me dices, preciosa? –le insistió él, nuevamente- ¿aceptas?

Flashback, parte 1

Días después de lo sucedido con Picolette y de la discusión que se había suscitado entre Ranma y su padre, (estando ya por finalizar el mes de mayo de 1939), siendo aún muy temprano, Akane se dispuso a ir a la universidad como siempre, pero, antes de salir del edificio donde vivía, el señor Watanabe la detuvo para entregarle una carta que le había enviado su familia. Ella le agradeció y la guardó en su bolso para leerla a la hora del receso.

Más tarde, al finalizar el último curso que tenía antes del mediodía, aprovechó para hacerlo (estando aún en su salón de clases):

― ¿Es de tu familia? -le preguntó Shampoo, sonriendo con curiosidad-.

― Sí -le dijo ella sonriendo también, mientras empezaba a leerla. Pero, luego de unos segundos, empezó a cambiar su expresión:-

― Y… ¿qué cuentan? -le preguntó Shampoo nuevamente, al notar ese repentino cambio de actitud en su amiga-.

Ella no le respondió y se quedó un momento con la mirada perdida, reflejando mucha preocupación:

― ¿Qué ocurre, Akane? -volvió a preguntarle Shampoo-.

― Es que… -dijo al fin, con voz temblorosa- es que… mi abuelita y mi mamá me cuentan en la carta que… que… mi papá ha estado enfermo y que el doctor dijo que si no se cuida, podrían… podrían devenirle problemas cardíacos -dijo después, con pequeñas lágrimas en los ojos-.

Shampoo se sorprendió mucho e iba a decirle algo, pero de pronto, ingresó al salón de clases la coordinadora de la carrera de enfermería, a dar información sobre los exámenes finales que se llevarían a cabo la siguiente semana:

― ¡Hola, señoritas, ¿cómo han estado?!

― Muy bien, profesora, gracias -le respondió Shampoo, rápidamente-.

― Sí, hemos estado bien… muchas gracias -dijo Akane, con voz temblorosa aún-.

La coordinadora se le quedó viendo a Akane un momento:

― ¿Te pasa algo? -le preguntó después, acercándose a ella- ¿qué tienes?

― Es que… es que… -dijo, casi llorando- acabo de recibir una carta donde me informan que… que… ¡que mi papá está muy enfermo! –ya que, la señora Aiko y su suegra le habían enviado esa carta a Akane hacía ya una semana, aunque su intención en ningún momento había sido preocuparla, pero, querían que lo supiera-.

Mientras tanto, por otro lado, en Ichigaya, en la Academia del Ejército Imperial Japonés, el Teniente Sanzenin se encontraba atendiendo una llamada telefónica "muy importante" de uno de sus superiores:

― Veré qué puedo hacer por ti, Picolette… es que, no es tan sencillo: comprende que es muy grave de lo que te acusan.

― ¡Pues, no sé cómo diablos vas a hacerle, pero me tienes que sacar de aquí, ¿me oyes?!... ¡y cuanto antes, porque ya no aguanto estar un día más en este lugar!

― Está bien, está bien: prometo que te conseguiré un buen abogado, pero, por lo pronto, procura mantener la calma, ¿quieres?

― ¡Qué calma ni que ocho cuartos!: ¡es mejor que te apresures, si no quieres verte en graves problemas conmigo cuando salga de este maldito lugar!

― Sí, sí, ya entendí… no es necesario que me amenaces -y colgó el teléfono. Luego, bufó fastidiado y dijo- ¡ahora resulta que yo tengo que cargar con el muerto, ¿eh?!: ¡sí, cómo no!, ¡¿quién le manda obsesionarse tanto con una mujer?!... ¡yo todavía se lo advertí varias veces, pero no quiso escucharme!, ¡es el colmo! –y diciendo esto último, iba a disponerse a contactar a algún abogado, pero de pronto, se quedó un momento ensimismado- bueno, pero, ¿por qué tengo yo la obligación de ayudarlo?... además, estando en la cárcel, no puede hacerme nada y por supuesto, alguien debe hacerse cargo de esta Academia cuanto antes y no estando él, pues, lógicamente, me tocaría hacerlo a mí, ¿no?... creo que me beneficiaría mucho que nunca saliera de ahí –dijo sonriendo con algo de ironía. Iba a decir algo más, pero en ese momento, alguien ingresó abruptamente a la oficina, sacándolo de sus cavilaciones:-

― ¡¿Dónde rayos está el Capitán Chardin?!, ¡¿por qué no ha estado cumpliendo con sus obligaciones?! –gritó la persona que acababa de llegar-.

El Teniente Sanzenin no podría creer de quién se trataba:

― Ge… Ge… General Daikoku –dijo después, levantándose torpemente de la silla donde estaba sentado, haciendo el saludo respectivo- yo… yo… eh…

― ¡Me acaban de informar que tiene días de haberse ausentado! –volvió a gritar- ¡¿dónde diablos se metió?!, ¡espero que tenga una buena justificación por haber abandonado su puesto sin pedir permiso y también espero que pueda explicarme por qué demonios se extralimitó en sus funciones al haber expulsado a uno de mis mejores hombres sin haberme consultado, antes de tomar esa clase de decisiones!...

― Bueno, señor, yo… -dijo tartamudeando, pues, todavía no creía que lo tuviera enfrente-.

― ¡¿Qué fueron todas esas estupideces y acusaciones espurias qué me envió a Mongolia, eh?!

Por otro lado, después de unos minutos, nuevamente en la ciudad de Tokio:

― Vete tranquila a visitar a tu padre, Akane -le dijo la coordinadora de la carrera, al terminar de escucharla- no te preocupes, que yo me encargaré de hablar con todos tus profesores para que te pasen los exámenes finales la primera semana de julio, al volver de las vacaciones, ¿de acuerdo? -ya que, estarían todo el mes de junio de vacaciones y en julio iniciarían con sus prácticas- te aseguro que no habrá ningún problema con ellos, porque tú eres nuestra mejor estudiante, además, lo único que importa en este momento, es que tu padre se recupere.

Akane sonrió levemente al escucharla:

― ¡¿Lo ves, amiga?! -dijo Shampoo después muy contenta, dirigiéndose a ella- ¡ya escuchaste a la profesora!: ¡no hay ningún problema en que vayas a visitar a tu padre!

― ¡Muchas gracias, profesora Yamagawa! -dijo Akane, animándose a abrazarla- ¡se lo agradezco mucho!

― De nada, Akane -le dijo, respondiendo su abrazo- ahora date prisa, para poder tomar el tren que salga a tu pueblo a esta hora.

― ¡Sí, así lo haré!

La coordinadora sonrió al escucharla y después, salió del salón de clases, mientras Akane empezaba a guardar todas sus cosas rápidamente. Al finalizar, le dijo a Shampoo:

― Eh… disculpa, amiga… ¿podrías… podrías hacerme un gran favor?

― Claro, dime.

Akane exhaló un pequeño suspiro, con algo de tristeza:

― Es que… yo… yo… ya no podré esperar a hablar con Ranma a la hora de salida y contarle lo que está pasando…

― ¿Quieres que yo se lo diga por ti? –le dijo, interrumpiéndola-.

― Eh… sí, por favor -le dijo sonriendo levemente y luego, inclinó su rostro- y también dile que… dile que… que lo amo… ¡que lo amo con toda mi alma! –le dijo después, con pequeñas lágrimas en los ojos- ¡que jamás lo dude y que muy pronto me estaré comunicando para ponernos de acuerdo nuevamente, para que él también vaya a mi pueblo y podamos hablar con mi familia sobre nuestros sentimientos!… ¡por favor!

Shampoo también sonrió levemente, al escucharla:

― Así lo haré, amiga: no te preocupes… ve con cuidado y de verdad, espero que tu papá se recupere muy pronto.

― Gracias, Shampoo.

Se abrazaron fuertemente y se despidieron. Después, Akane salió rápidamente de su salón de clases para dirigirse a la puerta principal de la universidad. Sin embargo, cuando estaba próxima a llegar, alguien le apareció de frente y le habló:

― Akane Tendo.

Ella se quedó viendo, muy sorprendida:

― Qué bueno que te haya encontrado y que no haya sido necesario preguntar por ti… -continuó la persona que acababa de llegar, mientras la veía de arriba hacia abajo, con mucho desprecio: se trataba de la tía de Ranma, la señora Hinako Ninomiya- necesito que hablemos urgentemente.

Mientras tanto, por otro lado, en el pueblo de Wazuka, en la casa donde vivía Sentaro con su abuela:

― A ver, niña, ya es hora de almorzar… ven y ayúdame a poner la mesa –dijo la abuela de Sentaro algo molesta, dirigiéndose a Mariko- porque ya es tiempo de que hagas algo y no solo te la pases acostada en esa cama todo el día.

Mariko bufó fastidiada al escucharla:

― Eso lo hacen las sirvientas –dijo después despectivamente sin voltear a verla, mientras leía una revista-.

― ¿En serio?, ¡no me digas! –le dijo, sarcásticamente- pero, da la casualidad que aquí no podemos darnos el lujo de contratar "sirvientas", así que, ¡levántate de esa cama ahora mismo y ayuda un poco! –le dijo después, bastante molesta- ¡porque ya me cansé de tener a una holgazana como tú en mi casa y si te he aguantado todos tus desplantes estas semanas, solo ha sido por el aprecio que le tengo a Shinno, nada más, porque si por mí fuera, ya te habría echado a la calle, sin ninguna consideración!

― Bueno, dígale eso a Shinnosuke, porque él fue quien me trajo a este "pueblucho horrendo", yo no se lo pedí –le dijo, de manera insolente- así que si alguien tiene la culpa aquí, es él, no yo… ¡y ya deje de molestar!... ¡yo no sé de qué tanto se queja si Shinnosuke le está pagando alquiler y comida, ¿no?, además, esa chica, creo que Kumiko se llama, ha venido a ayudarme con la limpieza, lavar ropa y…! –Kumiko trabajaba en la misma hacienda que Sentaro y Shinnosuke. Era amiga y compañera de trabajo de ambos, aunque estaba enamorada de Shinnosuke (este personaje apareció por primera vez en el capítulo 19 de esta historia)-.

― ¡Kumiko no tiene ninguna obligación de venir a ayudarte!: ¡tú eres quien debe hacerlo, para eso eres la esposa de Shinno!

― ¡Esposa, no sirvienta, además, estoy embarazada!

― ¡Embarazada, no inválida y aquí en este pueblo todas las mujeres aunque estén así, no descuidan en ningún momento sus obligaciones!

Y así siguieron discutiendo, hasta que escucharon que tocaban a la puerta. La abuela de Sentaro fue a abrir:

― ¡Buenas tardes, señora! –dijo Kumiko, alegremente- ¡ya estoy aquí para ayudarles en todo lo que necesiten!

― Kumiko, hola –le dijo la abuela de Sentaro, tratando de tranquilizarse- qué amable eres y de verdad, agradezco mucho tu ayuda, pero, no tienes ninguna responsabilidad con nosotros… además, ya tienes suficiente con las actividades que realizas en la hacienda donde trabajas.

― ¡Ay, no se preocupe, para mí es un gusto hacerlo! –dijo sonriendo, muy contenta aún e iba a seguir hablando, pero, Mariko apareció en ese momento y la interrumpió:-

― Qué bueno que lo dices, porque hay mucha ropa que lavar y ya sabes que debes tener mucho cuidado con la mía, porque son vestidos muy caros que ni con tu sueldo de un año, alcanzarías a pagar si los arruinas –le dijo, de manera prepotente-.

― Sí, señora Kobayashi –le dijo Kumiko asintiendo y haciendo una pequeña reverencia-.

― También quiero que vuelvas a barrer, a trapear y a sacudir los muebles de mi habitación, porque ya están llenos de polvo nuevamente, ¿entendiste?

― Sí, señora.

― También quiero que ordenes mi armario –continuó Mariko- pero, por lo pronto, ayúdale a la señora Daimonji a servir la comida y cuando esté listo mi plato, me lo llevas a mi habitación, ¿de acuerdo?

― Como usted diga, señora Kobayashi –volvió a decirle Kumiko-.

― ¿No manda otra cosa la señora? –dijo después sarcásticamente la abuela de Sentaro, interviniendo-.

Mariko se le quedó viendo un momento y después le dijo, imitando el tono de voz con el que le había hablado:

― Por el momento, es todo, ya les avisaré a ambas cuando necesite de "sirvientas" nuevamente –y diciendo esto último, se fue de ahí en dirección a su habitación-.

Cuando ya se había ido, la abuela de Sentaro dijo:

― ¡No sé cómo Shinno pudo fijarse en una mujer como esa, por Kami-sama!: ¡es que, es tan insoportable y lo peor de todo es que la haya traído a vivir a este pueblo! –a su casa, más específicamente-.

Kumiko solo la estaba escuchando y luego, inclinó el rostro:

― No debiste haberte ofrecido a ayudarla, niña –continuó la abuela de Sentaro- te trata como si fueras su sirvienta personal, ya lo dijo ella claramente y…

― Gracias, señora, pero de verdad, lo hago con mucho gusto.

― Yo no me lo creo –le dijo después, con perspicacia- ¿no será que es porque sigues sintiendo algo más que amistad por Shinno y piensas que tienes aún una esperanza con él?

Kumiko se sonrojó completamente y se quedó estática:

― Shinno es un hombre prohibido, tenlo muy presente y es mejor que te olvides de él –continuó la abuela de Sentaro- además, no creo que a tus padres les parezca que andes tras un hombre casado y…

― Yo… yo… -le dijo después muy nerviosa, haciéndose la desentendida- creo que… creo que es mejor que me dé prisa en servir la comida, con permiso –y se fue rápidamente de ahí, para no tener que darle explicaciones-.

Pero, Mariko había escuchado perfectamente la conversación entre ellas:

¡Así que esa sirvienta está enamorada de Shinnosuke! –pensó- ¡qué conveniente!... ¡ay, por mí que se lo quede y si quiere también a "este estorbo"…! –dijo después de manera aberrante, refiriéndose a su hijo- ¡se lo regalaré con todo gusto, porque de todas formas, después de que lo dé a luz, me iré de aquí y nadie podrá impedírmelo!... ¡y así podré iniciar con mi venganza!: ¡ya verán lo que les espera a todos los que se burlaron de mí, especialmente a Ranma por haberme rechazado!

Mientras tanto, por otro lado, en la salida de la Universidad Imperial de Tokio:

― Sí sabes quién soy, ¿verdad? –dijo la señora Hinako-.

― Sí, señora, lo sé muy bien –le respondió Akane, algo reseca- pero, ahora no puedo quedarme a hablar con usted, tengo mucha prisa… disculpe –y empezó a caminar para alejarse de ella-.

― Oh, sí, comprendo –le dijo, de manera irónica- no tienes tiempo para hablar conmigo porque de seguro quedaste en verte con otro de "los amiguitos" que tienes por ahí, aparte de mi sobrino y se te está haciendo tarde para llegar a "tu cita", ¿no es así?

Akane detuvo su andar precipitadamente al escucharla y la señora Hinako continuó:

― Porque como ya no tienes nada más que sacarle al ingenuo de Ranma, ahora que mi hermana y mi cuñado lo dejaron prácticamente en la calle al retirarle su apoyo económico, ya no vale nada para ti y por eso, andas en busca de "nuevos horizontes", ¿verdad?...

Akane se sorprendió mucho y se quedó completamente estática:

― ¿Q… Q… Qué? –le dijo después, con voz temblorosa- pe… pe… pero, ¿de qué… de qué me está hablando?

― ¡Ay, no te hagas la inocente, porque sabes perfectamente de lo qué te estoy hablando! –le dijo después, con mucha altanería- ¡no puede ser que no lo sepas, si ya hace días que mi cuñado le quitó el trabajo que realizaba en la fábrica y lo dejó sin un centavo partido por la mitad!

Akane no podía creer lo que estaba escuchando:

― ¡¿Y a qué no adivinas quién lo provocó?! –volvió a decirle la señora Hinako, sonriendo con malicia- ¡pues, tú!... ¡tú eres la causante de todo, por habértele metido por los ojos a mi sobrino!

― Pero, señora, yo…

― ¡No te bastó con haber provocado que Ranma se les rebelara a mi hermana y a mi cuñado, yéndose de la casa por la obsesión que siente por ti, sino que ahora, ocasionaste que lo desconocieran como hijo y que lo dejaran sin donde caerse muerto, con tal de obligarlo a que se olvide de ti!, ¡ay, debes estar muy satisfecha porque lograste tu objetivo y destruiste una familia tan "feliz y unida" como la nuestra! –dijo con mucho cinismo, fingiendo tristeza- ¡pero, ¿hasta dónde puede llegar tu ambición, por Kami-sama?!, ¡¿a cuántos más piensas hacerles lo mismo?!

Akane empezó a llorar sin poder evitarlo:

― ¡No pienso quedarme para seguirla escuchando, señora, porque nada de lo que me acusa es verdad! –le dijo después, con mucha desesperación- ¡yo no estoy con su sobrino por interés: estoy con él porque lo amo!... ¡lo amo profundamente y jamás fue mi intención provocarle problemas con sus padres, como me está reprochando!

― ¡No me digas! –le dijo, sarcásticamente- ¡¿y piensas que te voy a creer?!, ¡por favor!: ¡conozco a las mujerzuelas como tú: aprovechadas y arribistas que se van por la vida fácil y que echan a perder a los muchachos buenos, decentes y de familias de renombre como Ranma!...

― ¡Ya, por favor! –le gritó después, interrumpiéndola- ¡es suficiente, no voy a permitir que me siga ofendiendo!

― ¡Pues, entonces, deja en paz de una vez por todas a mi sobrino, porque con él ya no vas a jugar más y que te quede bien claro que a nuestra "prestigiosa familia" jamás entrará una descarada, sin escrúpulos y de mala reputación como tú, ¿me oyes?!: ¡porque mi hermana y mi cuñado nunca te aceptarán como prometida ni mucho menos como la esposa de Ranma!...

El rostro de Akane ya estaba inundado por las lágrimas y no podía estar un segundo más ahí. Negó con la cabeza y luego, salió corriendo muy desesperada:

― ¡Mejor regresa con el Teniente con el que andabas y con el que te pusiste de acuerdo para que expulsaran a mi sobrino del ejército! –le gritó todavía la señora Hinako, sonriendo muy contenta al haber logrado su objetivo- ¡quizás a él aún puedas sacarle más dinero, aprovecha! jajajaja –la tía de Ranma de verdad no tenía nada qué hacer. Había que buscarle un oficio y pronto-.

Por otro lado, después de unas horas, nuevamente en Ichigaya, en el Centro médico de la Academia del Ejército Imperial Japonés:

― Oigan, ¿saben qué es lo que está ocurriendo? –les preguntó Kirin a algunos de sus compañeros de trabajo- es que, hace rato que veo que hay demasiado movimiento por aquí, ¿a qué se deberá, eh?

― ¿Todavía no te has enterado? –le dijo uno de los doctores-.

― No, ¿qué ocurre?

― Es que, regresó el Coronel Daikoku –volvió a decir su compañero de trabajo-.

― ¡No!, ¡qué Coronel ni que nada! –dijo otro- ¡ahora es General!

― ¡¿General?! –dijo otro, muy sorprendido-.

Kirin solo los estaba escuchando:

― ¿Daikoku? –preguntó, después-.

― Sí –le respondieron-.

― Creo que me suena ese apellido.

― Sí, porque él era el que estaba a cargo de la Academia, hasta hace unos meses, ¿no te acuerdas? –le dijo nuevamente, uno de sus compañeros de trabajo-.

― Y parece que ahora sí le va a ir muy mal al Capitán Chardin, porque el General Daikoku ya anda averiguando sobre su desempeño en su cargo… -dijo otro-.

Kirin se quedó muy pensativo un momento:

¡Ya lo recuerdo! –dijo después, internamente- ¡con razón me sonaba ese apellido!… ¡sí, porque fue de él de quien Shampoo me pidió que le avisara cuando volviera!... –luego, exhaló un pequeño suspiro- pero, ¿será que debo hacerlo?... es que, sigo sin estar de acuerdo en que ellas (se refería a Shampoo y Akane) vuelvan a poner un pie en este lugar… -y pasó una de sus manos por su cabello, con algo de frustración- bueno, creo que sí debo hacerlo, porque se lo prometí a mi princesa y no puedo fallarle…

Por otro lado, después de unas horas más, Akane llegó finalmente a su pueblo (aún estaba muy triste no solo por haberse enterado de la enfermedad de su padre, sino también por lo ocurrido con la señora Hinako a la salida de la universidad):

¡Todavía sigo sin creer que los padres de Ranma hayan hecho algo así con tal de obligarlo a que se olvide de mí! –dijo internamente al bajarse del tren, mientras derramaba unas pequeñas lágrimas con mucho dolor- ¡¿pero, por qué me lo ocultaría?!, ¡¿por qué?! –pensó después, refiriéndose a Ranma. Hizo una pausa y luego, exhaló un pequeño suspiro- ¡fue horrible escuchar a su tía decir todas esas cosas de mí y aún más, que se atreviera a asegurar que ando tras el dinero de su familia!... ¡ay, parece que todo se nos está complicando y nada nos quiere salir bien, porque aún falta la reacción de mi familia y la de Kuno, cuando se enteren de mi relación con Ranma… y con lo de la enfermedad de mi padre, tendremos que esperar un poco más para poder hablarles sobre nuestros sentimientos! -se sentía muy desanimada. Se limpió las lágrimas y después, se apresuró a ir a la hacienda de su familia-.

Al llegar, fue directamente a la habitación de su padre (luego de preguntarles a su mamá y a su abuela por él):

― ¡Papá! –le dijo empezando a llorar nuevamente, acercándose a su cama para abrazarlo fuertemente- ¡papá, ¿cómo estás?!

― Akane… -dijo muy sorprendido al verla, pues, no sabía que su esposa y su madre le habían enviado una carta para contarle lo sucedido- pero, hija, ¿qué haces aquí?... pensé que vendrías hasta dentro de unas semanas más.

― ¡Sí, papá, así era, pero al enterarme que has estado enfermo, no pude esperar ni un minuto más para venir a verte! –le dijo aun llorando, con mucho dolor-.

― ¿Te lo contaron? pero, hija, tengo entendido que muy pronto serán tus exámenes finales de este semestre y podrías tener problemas por haberte venido así nada más.

― ¡Por eso no te preocupes, porque la coordinadora también está enterada y me dio permiso para venir a verte, además, me dijo que hablaría con mis profesores para que me pasen los exámenes la primera semana de julio, al regresar de las vacaciones!… -luego, hizo una pequeña pausa, mientras lo abrazaba aún más fuerte- ¡pero, eso no tiene importancia ahora porque mi familia siempre será mi prioridad y tu salud vale muchísimo más que mi carrera!

El señor Soun no pudo evitar conmoverse al escucharla hablar así y correspondió a su abrazo:

― Gracias, hija… gracias por venir a verme –le dijo, después-.

― ¡Te quiero mucho, papá, mucho!

― Y yo a ti, mi pequeña –le dijo, sonriendo levemente- me alegra que estés aquí.

Más tarde, siendo aproximadamente las cinco de la tarde, por otro lado, Kasumi salió un poco más temprano de su trabajo y después de pasar por su hija a la guardería, decidió ir a la escuela donde estudiaba Tacchi, por ser ya la hora en la que finalizaban sus clases, con la esperanza de ver que Nabiki llegara a traerlo, para poder platicar y contarle que le había escrito a sus padres, tal y como le había pedido de favor, hacía ya unas semanas, (también les había enviado un poco de dinero), ya que, no había tenido la oportunidad de platicar con ella, después de la forma en la que Kuno la trató la última vez que fue a su hacienda.

Al llegar a la escuela, vio que Tacchi estaba sentado en una banqueta platicando con uno de sus amigos y decidió acercarse a saludarlo:

― ¡Hola, cariño! –le dijo, con dulzura-.

― ¡Taii! –dijo su hija muy contenta, al verlo-.

― ¡Señorita Kasumi!, ¡Hana! –dijo él muy emocionado acercándose rápidamente a ambas, para saludarlas también-.

― ¡¿Cómo has estado, pequeño?! –le preguntó Kasumi, después-.

― Bien, señorita, gracias –le respondió, sonriendo ampliamente-.

― Y tú mamá, ¿cómo está? –le preguntó, nuevamente- ¿hoy sí vendrá a traerte?

― No, ella ya no me viene a traer… el señor Cacahuate manda a Ryu por mí.

― ¿Pero, es posible que ella ya no salga para nada de ese lugar? –le dijo después, muy desconcertada- eso no está nada bien: no es normal ni mucho menos, sano…

El niño se le quedó viendo muy sorprendido y ella continuó:

― A ver, Tacchi, dime, ¿no has visto algo extraño en la hacienda del señor Tatewaki?

― ¿Algo extraño?, ¿cómo qué?

― Bueno, cariño, no podría decírtelo exactamente, pero, sospecho que él tiene obligada a tu mamá a estar en ese lugar aunque ella ya no quiera.

― ¿Qué el señor Tatewaki la tiene obligada? pero, mi mami cuida a la señorita Kodachi que está enferma.

― Sí, lo sé, cielo, pero…

― A mí me gusta mucho vivir ahí, además, el señor Cacahuate es muy bueno, porque siempre nos hace obsequios, a ella y a mí.

Kasumi se sorprendió mucho al escuchar eso último:

― ¿A tu mamá también le ha hecho regalos? –le preguntó, después-.

― Sí, a mí me ha comprado muchos juguetes y a ella le ha regalado collares muy bonitos… -iba a seguir hablando, pero, de pronto, escucharon una voz prepotente:-

― ¡Tacchi, ven acá, ya es hora de irnos!

― ¡Señor Cacahuate! –dijo el niño emocionado, acercándose rápidamente a él-.

Kuno lo cargó y Tacchi le dijo:

― ¡Hoy vino por mí!

― Sí, enano, tuve cosas qué hacer por la tarde y aproveché para pasar por ti… -dijo sin mostrar mucho interés, mientras veía bastante molesto a Kasumi-.

― ¡Qué bueno!... ¡¿verdad que usted no tiene obligada a mi mami a estar en su hacienda?! –dijo de pronto, sin darse cuenta que estaba cometiendo una gran imprudencia al preguntarle eso-.

― ¡¿Qué?! –le dijo él después, empezando a enojarse más- ¡¿de qué hablas?!, ¡¿quién te dijo eso?!

El niño se sorprendió mucho por ese cambio de actitud tan repentino y volteó a ver a Kasumi:

― Súbete al carruaje –le dijo Kuno al niño nuevamente y después de ayudarlo a hacerlo, se acercó a Kasumi y le dijo, procurando que solo ella lo escuchara (además de que había demasiado ruido en la calle):- ¡¿qué es lo que pretende al decirle eso al niño, enfermera Ono?! –ese era el apellido de su esposo- ¡¿qué es lo que quiere?!: ¡¿por qué no deja de meter sus narices donde no la llaman, eh?!

― ¡Entonces, sí hay algo muy raro en ese lugar...! –le dijo, levantando la voz-.

― Eh, eh, eh, es mejor que deje de hacerla de detective, señora –le dijo después interrumpiéndola, con tono de voz amenazante- porque no querrá conocerme como enemigo, se lo aseguro… -luego, volteó a ver a la pequeña Hana y acarició su cabello- ¡pero, qué niña más linda tuvieron su esposo y usted! –Hana le sonrió, al no comprender lo que estaba pasando y él continuó- sería de verdad una pena que tan pequeña quedara huérfana de madre…

Kasumi abrió mucho los ojos al escuchar eso último y él volvió a decir:

― ¡Y el doctor Tofu, no quiero ni imaginarme lo mucho que sufriría al quedar viudo! –dijo de manera irónica, simulando estar asustado y conmovido a la vez- no, definitivamente, eso no estaría nada bien, ¿no lo cree así?… por eso, sería muy conveniente que deje de meterse conmigo, ¿me escuchó?: ya no quiero volver a verla por mi hacienda ni que se acerque al niño, porque todavía no sabe de lo que puedo ser capaz.

― Pe… pero, ¿cómo se atreve a amenazarme…?

― Fue un gusto saludarla, mi apreciada señora –le dijo después interrumpiéndola nuevamente con mucho cinismo, haciendo una reverencia, mientras se quitaba el sombrero que cargaba puesto- espero haber sido bastante claro con usted, adiós –y diciendo esto último, se subió también al carruaje donde estaba Tacchi, para irse de ahí como si nada hubiera pasado-.

Kasumi se quedó un momento en shock mientras los veía alejarse, al no poder asimilar aun lo que acababa de suceder:

¡Por Kami-sama! –dijo después internamente, mientras cubría su boca con ambas manos- ¡yo ya lo sospechaba desde que vi el parecido tan extraordinario entre Kuno y Tacchi, pero, me negaba a creerlo, pensando que era una tontería de mi parte porque al venir Nabiki al pueblo con su hijo, nos aseguró a todos que era viuda!... ¡pero, ahora ya no tengo más dudas, porque todo encaja a la perfección!: ¡Kuno es el padre de Tacchi!

Mientras tanto, por otro lado, en la salida de la Universidad Imperial de Tokio:

― ¡Pero, ¿por qué no me esperó, Shampoo?! –dijo Ranma algo molesto pasando una de sus manos por su cabello, después de enterarse que Akane había viajado sola a su pueblo hacía ya unas horas- ¡habíamos quedado en que viajaríamos juntos a Nerima la próxima semana y…!

― Sí, Ranma, pero, comprende, por favor –le dijo ella, interrumpiéndolo- su padre está enfermo: no podía esperar una semana más para ir a verlo.

― ¡De acuerdo, ¿pero, qué le costaba esperar unas horas más para hablar conmigo y contarme lo que estaba pasando?! –le dijo, aún molesto- ¡pude haberla acompañado, porque no quiero que se enfrente sola a esa gente después de todo el daño que le han hecho al amenazarla y querer casarla con ese tipo que no ama!... ¡no, no puedo permitirlo!: ¡tomaré el próximo tren para alcanzarla! –dijo después, dándose la vuelta para irse de ahí-.

― ¡No, Ranma, aguarda! –le dijo ella todavía, tomándolo por el brazo para detenerlo- ¡mejor, espérate a que ella se comunique, porque con su padre enfermo, no es conveniente que le hablen aún sobre sus sentimientos, pues, podría tener una recaída por la impresión!...

― Pero, es que…

― ¡Según lo que le escribieron a Akane en la carta que le enviaron, es que le pueden devenir problemas cardíacos al señor Tendo si no se cuida y por eso, ella quiere esperarse a que él esté mejor para poder hablarle sobre ti y el gran amor que se tienen el uno por el otro…!

Ranma resopló no muy convencido y volteó a ver a otro lado:

― Confiemos en que se recuperará muy pronto, ¿sí? –continuó Shampoo- ya verás cómo en tan solo unos días, ella se estará comunicando para avisarte que puedes llegar a su pueblo.

― No lo sé, es que…

― ¡Ay, espérate solo un poquito más! –volvió a decirle ella- ¡te prometo que al tener noticias suyas, iré corriendo a avisarte a la fábrica de tu familia o a tu casa… ¿a qué hora te puedo encontrar?!

Él cambió completamente su expresión al escuchar eso último:

― Eh… no, a la fábrica de mi familia no –le dijo, después-.

― ¿Y eso por qué?

― Bueno, es que, decidí independizarme y conseguí un trabajo en otro lugar –dijo rápidamente, mintiendo-.

― Ah, ya veo… -dijo, un poco dudosa-.

― Mejor te daré la dirección de donde vivo ahora y mi teléfono –dijo, anotándolo en una libreta que cargaba, para luego, arrancar la hoja y entregársela- por favor, Shampoo –le dijo después, en tono de súplica- avísame cualquier cosa, te lo pido.

― Sí, no te preocupes, así lo haré: te lo prometo –le dijo, sonriendo-.

― Gracias… -dijo exhalando un pequeño suspiro, con algo de tristeza-.

― ¡Ay, no te pongas así!: ¡verás cómo tenemos noticias suyas, más pronto de lo que canta un gallo!

― Así lo espero, Shampoo… -dijo después, resoplando- así lo espero.

Por otro lado, una semana después, en el pueblo de Nerima, en la hacienda Tendo, toda la familia junto a la señora Atsuko y Ukyo, se encontraban desayunando en el comedor (ya que, ellas habían estado muy al pendiente de la salud del señor Soun desde que se enteraron y llegaban casi todos los días por si algo se ofrecía):

― ¡Pues, yo aún estoy muy contento de tenerte aquí antes de tiempo, hermanita! –le dijo Ryoga a Akane, abrazándola fuertemente- ¡ya te extrañaba mucho!

― ¡Y yo a ti, Ryoga! –le dijo Akane, muy contenta también- ¡ya me hacía mucha falta verlos a todos!

― Y ahora que estás aquí, tu padre ha estado mucho mejor atendido y consentido –le dijo la señora Atsuko, sonriendo y bromeando un poco-.

― ¡Sí! –secundó Ukyo- ¡porque, ¿qué mejor medicina para el señor Soun, que tener a toda su familia completa de nuevo?!

El señor Soun solo estaba escuchando, bastante serio, mientras comía su sopa de miso:

― Para mí, que lo que pasó no era para tanto, como para que te escribieran y te preocuparan, estando ya a las puertas de finalizar el último semestre de tu carrera –dijo después en tono reseco, dirigiéndose a su hija-.

Todos se le quedaron viendo, muy sorprendidos:

― Yo fui quien tomó la iniciativa, Soun –dijo después la señora Aiko, algo avergonzada- pero, mi intención, nunca fue asustarla o preocuparla…

― Yo también te ayudé a escribir la carta, Aiko –dijo la señora Cologne, interviniendo- así que, no solo tú eres responsable aquí.

― ¡No se sientan mal, por favor! –dijo Akane, rápidamente- ¡hicieron muy bien al escribirme y se los agradezco mucho, porque esto no se debe tomar tan a la ligera!

― Sí, papá –dijo Ryoga, interviniendo también- tu salud es muy importante y no puedes decir que no es para tanto, después de todas las medicinas y recomendaciones que te dio el doctor, además, ¿quién mejor que mi hermana para apoyarnos con tu cuidado, siendo experta en todo esto?

― ¡Bueno, está bien, está bien! –dijo después algo molesto, el señor Soun- ¡lo hecho, hecho está!: ¡Akane ya vino y por lo menos, su llegada servirá para unírseles con los preparativos de la boda, que ya están cada vez más avanzados!

Akane se sorprendió mucho al escuchar eso último, quedándose estática:

― ¿Co… continuar con los pre… pre… preparativos de la boda? –preguntó después, con voz temblorosa-.

― ¡Ay, hija, disculpa que no te lo hayamos comentado antes! –le dijo la señora Aiko, sonriendo- ¡es que, tuvimos que adelantarlos porque Kuno ya no pudo esperar más y nos pidió que lo hiciéramos! jajajajaja.

― ¡Sí, Akane! –dijo Ukyo, sonriendo también- ¡hace más de una semana que los iniciamos!... bueno, formalmente, porque mi mamá ya me había comprado mi yukata de bodas desde hace unos meses jajajaja: ¡es que, Ryoga y yo también nos casaremos el mismo día que Kuno y tú!

― ¡Sí, hermanita! –dijo Ryoga, tomando de la mano a Ukyo- ¡queríamos darte la sorpresa cuando vinieras, porque ya todo está arreglado para esa boda doble!

Akane no podía creer lo que estaba escuchando:

― ¿Bo… bo… boda doble? –preguntó después, aún con la voz temblorosa- pe… pe... pero…

― Más bien, triple, amor mío –dijo de pronto alguien más, ingresando al comedor- porque mi hermana también se casará ese día con su prometido.

― ¡Hola, Kuno! –lo saludaron alegremente todos los demás (como que ya estaban acostumbrados a sus apariciones tan repentinas)-.

― ¿Qué tal, familia? –dijo, acercándose a la mesa- ¿cómo estás, querida? –dijo después, dirigiéndose a Akane, mientras se sentaba a su lado- todavía no puedo creer que ya estés de regreso -y le dio un beso en la mejilla-.

― Kuno… yo… yo… tengo que hablar contigo, por favor –le dijo ella después en voz baja, alejándose un poco de él-.

― ¿Sobre qué, mi amor?... ¿acaso, de los preparativos para nuestra boda?

― Sí, Kuno, es que… yo…

― ¡Ay, ya muy pronto estarán las invitaciones! –dijo la señora Atsuko, sin darse cuenta que estaba interrumpiendo una importante conversación- ¡y cuando Akane regrese a la universidad al finalizar sus vacaciones, podrá entregárselas a todos sus amigos!

― ¡¿Amigos?! –preguntó Kuno bastante molesto, al escucharla- ¡¿cómo que amigos?!: ¡¿cuáles amigos?!...

Todos se sorprendieron mucho al ver su reacción:

― ¡Akane, ¿de qué amigos está hablando la señora Kuonji?! –continuó Kuno, dirigiéndose a su prometida- ¡¿cómo es que tienes amigos, eh?!, ¡¿no se supone que no tendrías contacto con ningún hombre al estudiar la carrera de enfermería?!...

― Tranquilízate, Kuno: solo era una manera de hablar –dijo después la señora Atsuko, muy avergonzada por lo que había dicho- siento haber utilizado la palabra incorrecta…

― ¡Sí, Kuno, no es para que te pongas así! –dijo Ryoga algo molesto, secundando a su futura suegra- ¡además, sabes perfectamente que mi hermana sería incapaz de engañarte, si eso es lo que estás insinuando con tus preguntas que están fuera de lugar!

Akane tragó muy duro y se puso bastante nerviosa al escuchar a su hermano:

― ¡Ella solo te ama a ti, me lo ha dicho varias veces y ha sabido respetar su compromiso contigo todos estos años! –continuó Ryoga- ¡no quiero que le vuelvas a hablar de esa manera!

― Hijo, cálmate, por favor –le dijo la señora Aiko, con preocupación-.

― Sí, muchachos, es mejor que se tranquilicen –dijo después el señor Happosai, dirigiéndose a Ryoga y a Kuno- solo fue un malentendido, ya Atsuko lo dijo y…

― De todas formas, papá –dijo después el señor Soun, interrumpiéndolo- malentendido o no, no estuvo de más que Kuno le hiciera esas preguntas a Akane, porque yo también espero que haya seguido las recomendaciones que se le dieron antes de salir del pueblo y que haya sabido comportarse y darse su lugar como la mujer comprometida que es –luego, volteó a ver a su hija y le dijo, con voz imponente (pues, solo los primeros días de su regreso, la había tratado bien)- no quiero enterarme que estuviste conviviendo con otros hombres más de lo estrictamente necesario, Akane, ¿me escuchaste?, ni mucho menos, que tienes "amigos" y peor aún: que esos "amigos" estén interesados en ti…

― ¡Ah, no!: ¡eso sí que no! –dijo Kuno bastante molesto, dirigiéndose a su prometida- ¡primero, los mato, Akane!: ¡los mato, porque nadie te arrebatará de mi lado!...

Akane se asustó mucho, al escucharlo hablar así:

― Kuno, por favor, tranquilízate –le dijo después, el señor Happosai- no es necesario que te pongas así… -y luego, se dirigió a su hijo- ni tampoco tú, Soun, porque mi nieta no tiene amigos y jamás se atrevería a engañar a su prometido.

― Sí, Kuno –dijo después la señora Aiko, muy asustada también por su reacción- mi hija siempre ha tenido muy claras las recomendaciones que se le dieron antes de irse a estudiar a Tokio, además, ya los preparativos de la boda están muy avanzados como nos pediste, no tienes de qué preocuparte, porque Akane está muy enamorada de ti: jamás te engañaría y se casará contigo, tal y como se pactó hace años.

Kuno se les quedó viendo un momento a todos y después, tomó un poco de aire para tratar de tranquilizarse:

― Está bien… lo siento –dijo después, entre dientes- exageré, pero, es que, de solo imaginar que otros hombres intenten acercarse a mi prometida para cortejarla…

― Eso no ocurrirá, Kuno –le dijo Ryoga algo molesto todavía, interrumpiéndolo- porque mi hermana ha sabido darse su lugar: deja ya a un lado tus inseguridades, ¿quieres?

Kuno se enojó nuevamente al escucharlo e iba a responderle, pero, la señora Atsuko intervino antes de que lo hiciera:

― ¡Ay, mejor volvamos a hablar de los preparativos para sus bodas, ¿sí?, porque hay que poner al tanto de todo a Akane!

― ¡Es cierto, mamá! –dijo Ukyo, secundándola y empezaron con su relato-.

Pero, Akane no les prestó nada de atención, al sentir que estaba nuevamente en una horrible pesadilla: ¿ahora, cómo podría hablarle a su padre y a Kuno de sus fuertes sentimientos por Ranma y de cancelar su compromiso, si iban a reaccionar de esa manera tan violenta y peor aún, con los preparativos de su boda, que ya estaban tan avanzados?... ¿y con su hermano que también se casaría el mismo día que ella?

Más tarde, estando en las caballerizas de la hacienda de su familia, mientras acariciaba el caballo blanco llamado "Koko", que Kuno le había regalado, pensaba aún en lo que haría, porque el tiempo seguía pasando y eso la atormentaba en gran manera:

¡Ay, Kami-sama, dime qué hacer, por favor!: ¡ilumíname! –decía internamente, con mucha desesperación- ¡dame valor para enfrentar a mi padre y a Kuno para detener todo esto, te lo suplico!...

Estaba muy ensimismada, cuando de pronto, una de las empleadas domésticas se acercó a ella para entregarle una carta que le habían enviado de la Universidad Imperial de Tokio. Akane le agradeció y se dispuso a abrirla en ese momento:

― Pero, ¿qué…? –dijo muy sorprendida al desdoblar y empezar a leer la hoja que venía dentro del sobre- esta no es una carta que me enviaron de la universidad… es… es una carta de Shampoo –negó con la cabeza sonriendo levemente, por las ocurrencias de su amiga para que su familia no se enterara que era ella quién le había escrito y continuó leyéndola- ¡¿qué?!... ¡¿el Coronel Daikoku regresó por fin a la Academia del Ejército?! –ya que, Kirin se había comunicado con Shampoo para informárselo- ¡no puedo creerlo y aceptó que vaya a verlo para que platique con él! –dijo después sonriendo con algo de nostalgia y cubriéndose la boca con una de sus manos- ¡me alegra mucho, porque eso quiere decir que… que podré arreglar la injusticia que cometió ese despreciable capitán hace meses!... –luego, derramó unas pequeñas lágrimas por la emoción- ¡ay, Ranma podrá retomar su carrera en el ejército!... ¡gracias, Kami-sama, porque no desaprovecharé esta oportunidad que me estás concediendo para ir a hablar con ese Coronel y contarle lo que en realidad sucedió aquel día!

CONTINUARÁ...

¡Hola, mis apreciados "Rankanelovers"! jejejeje, ¡qué gusto me da saludarlos nuevamente, espero que se encuentren muy bien! :)

Quiero comentarles que éste es el primer flashback que escribo, pero, espero de verdad, no haberlos confundido jejeje. Es que, era algo largo lo que sucedería antes que Ranma le propusiera matrimonio a Akane y por eso decidí dividirlo en dos partes, porque si no lo hacía así, iba a tardar muchísimo más en actualizar jejejeje, pero, ¡¿qué creen que le responderá a Ranma?!, ¡¿será que le dirá que sí acepta casarse con él?! jejeje. Si yo fuera ella, no lo pensaría dos veces para decirle que sí jejejejeje, pero, en el próximo capítulo lo descubriremos, aunque debo adelantarles, que lo que viene en el siguiente capítulo, será bastante crucial y se soprenderán muchísimo (apuesto a que ni se lo imaginan jejejeje XD). Lo que sí puedo asegurarles es que se trata del capítulo más importante de esta historia (o al menos, así lo considero yo), ojalá puedan seguirme acompañando a leerla :)

Espero, en serio, que no sea nuevamente demasiado lo que me tarde para traerles la siguiente parte, pero, por lo menos, les prometo tratar de no dejar pasar un mes sin actualizar :)

Muchas gracias a los nuevos seguidores, a quienes agregan mis historias a sus listas de lectura y a quienes me dejan siempre sus reviews, porque ya saben que alegran mucho mi corazón con todas estas lindas acciones y hacen que me inspire mucho más al escribir :)

¡Les mando muchos saludos, cuídense mucho!... ¡nos vemos muy pronto! :)

Rhou