Jaime II
Medio día, eso era lo que les debería tomar llegar a la Roca desde donde estaban acampando.
Cerca de una quincena les había llevado mover a todo el ejército Lannister y personal de servicio que su familia tenía en King's Landing a través del Camino del Oro y adentrarse en las Tierras del Oeste.
Habían tenido mucha suerte que nadie en la Capital se haya molestado en detenerlos.
Eso decía mucho del poder que tenían los Leones de la Roca durante el gobierno de Robert y de lo poco que le importaba los asuntos del Reino al primer Rey de la Dinastía Baratheon.
No obstante, en este instante Jaime tenía que agradecer la naturaleza borracha y libidinosa del marido de su hermana.
Robert aún no sabía de la traición que él y su Cersei pasaron seis y diez años cometiendo, y parecía que ni Jon Arryn ni su repentina salida de la Capital los había delatado aun, de lo contrario ya estarían muertos o al menos, se habrían encontrado con problemas en el camino.
Por ello, anticipando que la mano del rey aprovecharía su ausencia de la Fortaleza Roja para revelarle a Robert la verdad, Jaime siempre mantuvo a sus hombres alerta durante la marcha por las Tierras de la Corona e inclusive por el breve momento que el Goldroad los llevó a adentrarse en las Tierras de los Ríos y el Reach… Sólo pudo relajarse un poco cuando por fin entraron en los territorios controlados por su familia.
Jaime sabía que pronto estallaría la guerra entre el Ciervo Coronado y el León Dorado, solo era cuestión de tiempo.
Necesitaban llegar a la Roca lo antes posible y hacer una llamado a las armas.
Ellos solos no tenían posibilidad alguna de ganar contra los otro siete reinos, era cierto, incluso con el poder del ejército Lannister y todo el oro de las tierras del oeste, pero estaría condenado si alguna vez permitiera que ese gordo indigno de la Corona pusiera sus manos sobre Cersei y sus hijos nuevamente.
El viaje al final transcurrió mayormente en tranquilidad, sin incidentes más allá de unos pocos soldados borrachos que se pelearon por una seguidora de campamento.
Al parecer era una prostituta de Flea Bottom de no más de nueve y diez onomásticos que optó por seguir al campamento Lannister para ganar dinero fácil y mudarse a Lannisport teniendo la protección del los soldados de Jaime durante el viaje.
La mujer estaba… prestando sus servicios a uno de sus soldados, cuando otro de sus hombres en su borrachera decidió que sería buena idea robar a la prostituta y tomarla para sí mismo.
Lo que atrajo la atención de Jaime al altercado, que en sí era algo bastante común, fue la persona que detuvo la pelea.
Joffrey.
Sí, su hijo mayor, el cruel y orgulloso pero cobarde monstruo que tenía como primogénito, fue quien tomó control de la situación y la manejó de forma magistral.
"Si alguna vez me vuelvo a enterar que alguno de ustedes, montón de inútiles, se arma una escena como la que acabo de presenciar, ¡Les juró por los siete que ese idiota pasará el resto de sus días paleando mierda de caballo!"
La forma en que Joff tomó mando de la situación lo dejó atónito.
El tono de su voz, su postura, su confianza, demonios, incluso el castigo con el que amenazó a los culpables de la pelea fue tan diferente al niño cruel y estúpido que recordaba.
A decir verdad esperaba más amenazas de manos cortadas o cabezas en estacas salir de la boca de su cachorro.
En ese momento la actitud de Joffrey le recordó un poco a si mismo y francamente lo llenó de esperanza, si su hijo ya era tan diferente en este mundo, quizás aún había la posibilidad de salvarlo.
Que Joffrey le tomara gusto a la chica y la llevara a su carpa todas las noches por el resto del viaje y que ella no sólo estuviera viva, sino que sin una marca de violencia visible en su cuerpo, fue quizás aún más sorprendente para Jaime.
Él, por supuesto, había puesto guardias fuera de la carpa de Joffrey en caso de que su hijo decidiera dañar a la mujer, pero al final no fue necesario.
Según el reporte de sus hombres, Joff sólo había ocupado sus noches teniendo sexo con la mujer y al parecer, incluso la mantenía en su cama hasta el amanecer.
De hecho, para el tercer día Joffrey le había conseguido un caballo para que ella ya no tuviera que seguirlos a pie, quien diría que su hijo podría llegar ser considerado!
Sin embargo, las sorpresas no provinieron únicamente de Joffrey.
Jaime estaba casi seguro que su pequeña Myrcella había recuperado sus recuerdos del viejo mundo.
Ella aún no le había dicho nada que le hiciera pensar que ella era la niña que murió en sus brazos, envenenada por Ellaria Sand, pero era su forma de actuar y de hablar, madura más allá de sus años, lo que le hizo sospechar.
Tommen en cambio era tal y como recordaba a su bebé cuando aún era solo un niño de nueve onomásticos.
"En que estas pensado, mi amor"
Ahí estaba, la persona que más había cambiado desde su despertar, Cersei.
Su hermana gemela y el amor de su vida estaba acostada a su lado en la cama, con su cabeza descansando en el pecho de Jaime, una de sus piernas lo rodeaba por la cintura, mientras que ella lo acariciaba y le besaba en cuello perezosamente.
"No es nada, Cersei, solo estaba pensando en nuestros hijos"
Ella podría ser la persona que más le afectó haber regresado al pasado, o eso creía Jaime.
La destrucción de King's Landing y sus muertes en las profundidades del Red Keep, la había marcado mucho más de lo que creía posible.
Cersei estaba aterrorizada.
La mera posibilidad de volver a ver a la bestia de Daenerys Targaryen la hacia entrar en pánico, las pocas veces que la mencionó de pasada intentando construir algo remotamente parecido a un plan para las guerras venideras, terminaron en horas tratando de calmarla, por lo que Jaime decidió que por el momento evitaría cualquier mención de la Reina Targaryen y sus dragones.
Le recordaba a como se comportaban muchos de los hombres que lucharon a su lado en el Blackwater Rush y sobrevivieron para contarlo.
Siete Infiernos, la mayoría de ellos ni siquiera podían ver una hoguera encendida porque entraban en pánico, huyendo de las llamas.
Supuso que recaerá sobre él, Tyrion y su padre, el planear la inevitable guerra contra Robert Baratheon y en un futuro, la Gran Guerra y la Invasión de Daenerys.
"Myrcella te adora, de hecho creo que ella descubrió hace tiempo que tu eres su verdadero padre" Ella murmuró acurrucándose aún más cerca de él, su cuerpo desnudo amoldándose perfectamente con el suyo.
Cersei había estado siendo más cariñosa últimamente y aunque lo disfrutaba enormemente, en especial porque siempre había querido poder amarla abiertamente, como lo haría un Targaryen, también le preocupaba el cambio en la personalidad de su hermana.
Ella tenía ojeras muy pronunciadas por la falta de sueño, pero por más que lo intentara Cersei no conseguía una noche completa de descanso, en sus sueños moría noche tras noche aplastada bajo las entrañas del Red Keep.
"Pronto tendremos a nuestro bebe" Ella susurró suavemente sus ojos perdidos en las paredes de tela de su tienda de campaña.
Jaime sólo pudo sonreír amargamente ante la declaración de su hermana, el pequeño cachorro que estaba dentro de Cersei no había regresado con ellos al pasado.
Ella tuvo su sangre de luna exactamente nueve días después de abandonar la capital, había estado devastada cuando sintió la sangre salir de su vientre y deslizarse por sus piernas.
Ella lloró por horas.
Ese día Jaime le juró que tendrían más hijos, una docena más si era posible.
No había pasado una noche en la última semana que no hicieran el amor hasta el amanecer y esa noche no había sido una excepción.
Le hizo el amor lentamente, besando todo su cuerpo con devoción y ternura, ella necesitaba sanar, no había espacio para la lujuria desenfrenada en esos momentos.
Jon II
Estaba exhausto, completamente agotado.
Jon no se había sentido así en muchos años, al menos no después de lo que consideraba cantidad relativamente moderada de esfuerzo físico.
Al parecer su cuerpo de diecisiete años no había desarrollado la resistencia que eventualmente desarrollaría dentro de una década.
Por supuesto, esa era una suposición algo obvia, pero aún era extremadamente molesto sentir como sus músculos ardían después de tan sólo unas horas de entrenamiento junto a su hermano y Theon, cuando en el futuro ese mismo entrenamiento para él sería solo un calentamiento ligero.
Por lo menos su habilidad con la espada no se había degradado más allá de una pequeña discrepancia en lo que su mente recordaba y lo que su cuerpo podía emular, por lo que tendía a ser algo más lento y descoordinado de lo que le gustaría, pero eso no era nada que no pudiera pulir en tan sólo un par de prácticas con Robb.
Y ciertamente necesitaba regresar a ser el mismo guerrero que era cuando luchó en la Batalla de los Bastardos y la Batalla por el Amanecer antes de tener que marchar nuevamente a la guerra, ya sea contra los Bolton en el éste, o Robert Baratheon en el Sur o los dioses no lo quieran, si el Rey de la Noche también recordaba lo ocurrido en el viejo mundo y decidía atacar Westeros antes de que estuvieran preparados para defenderse.
Claro está, consideraba que actualmente estaban en una mejor posición que durante su breve Reinado.
El norte aún no había sido devastado por la Guerra de los Cinco Reyes y la invasión de los hijos de Hierro, ni por el gobierno de los Bolton y, si todo salía bien, él y sus hermanos podrían unificar al Valle y las Tierras de los Ríos bajo el estandarte del Lobo Huargo.
Y desde que Robb aceptó con entusiasmo su idea de asentar a la totalidad del Pueblo Libre en el Regalo de Brandon y el Regalo de Alysanne , entonces podrían amasar un ejército de casi doscientos mil soldados, lo suficiente como para defender la totalidad de los tres Reinos que habían jurado su Lealtad a los Reyes del Norte.
Además no estaba sólo esta vez, Robb compartiría la carga de gobernar con él, Sansa nuevamente lo apoyaría como lo hizo en el viejo mundo, Arya y Bran estarían a su lado y Rickon estaba con vida y su padre y Lady Stark estaban con vida, y… Y el Lord Comandante Mormont aún no había sido traicionado por sus hombres y el Tío Benjen aún no se había convertido en un muerto viviente atrapado más allá del muro y Mance aún no ha había sido condenado a una muerte horrible y Hardhome aún no había caído ante el ejército de los muertos y…
Ygritte seguía con vida…
Y Daene–
"Tranquilízate Jon" Murmuró para sí mismo, de nada serviría terminar ese pensamiento. "Ninguna de esas tragedias va a ocurrir esta vez, no vas a permitirlo"
Era su tercer semana en este nuevo mundo pero la ansiedad y sus miedos estaban empezando a abrumarlo, quería acabar con todos sus problemas en ese mismo instante para mantener a su familia y seres queridos protegidos y no sentir que estaba progresando siempre fue su mayor dolor de cabeza en el pasado.
Eran Sansa y el resto de sus hermanos quienes lo mantenían cuerdo durante el día pero sus preocupaciones lo alcanzaban nuevamente en la obscuridad de la noche, por lo que no mucho después de su despertar en el pasado Jon decidió hacer uso de las agua termales de Winterfell para calmar su mente.
Después de su destierro al norte del muro, fue Val la que lo incitó a usar una fuente termal cerca a su asentamiento en lo profundo del Valle de Thenn para olvidarse de sus problemas y relajarse –y tener sexo con ella por supuesto– y debía decir que el agua caliente en contacto con sus doloridos músculos y el olor a azufre tenía una extraña forma de arrullarlo.
En el fondo de su mente le preocupaba que eso fuera un rasgo heredado de la línea de sangre de su verdadero padre.
A pesar de todo aún no se sentía cómodo con la idea de ser un Dragón que fue criado entre Lobos y no un verdadero Lobo huargo como sus hermanos.
Arya y Sansa podrían decir constantemente que él era un Stark, sin importar su nombre ni su sangre, pero eso no le impedía sentirse inadecuado y un impostor en lo profundo de su mente.
Después de todo él era Aegon Targaryen, sexto de su nombre, heredero al Trono de hierro, hijo del Último Dragón, Nieto del Rey Loco y sobrino de la mujer qué sin remordimientos hizo llover fuego sobre una ciudad llena de un millón de almas inocentes… y lo odiaba!
Odiaba tan siquiera la idea de tener sangre de dragón fluyendo por sus venas.
Él siempre quiso ser Jon Stark, hijo de Lord Eddard Stark y Lady Catelyn Stark, hermano del Rey Robb Stark y su mas leal abanderado.
A él nunca le interesó el Trono de Hierro, ni la profecía del Príncipe que fue Prometido y aún así ese parecía ser su destino.
No podía escapar del plan que los dioses habían trazado para él…
Ya bien entrada la hora del búho, Jon se sumergió en un pozo de agua humeante en medio del bosque de los dioses de Winterfell.
No construyó una fogata, no era necesario para mantener el calor, tampoco para ver en la obscuridad, las termas y la luna llena se encargaron de ello.
Se había desnudado por completo para bañarse en las aguas humeantes, estaba completamente sólo, por lo que nadie vería las cicatrices que en el viejo mundo provocaron su muerte.
Nunca se había sentido particularmente cómodo mostrando las marcas que los traidores de la Guardia Nocturna dejaron en su cuerpo.
Recordaba sentirse un poco cohibido al mostrarle por primera vez a Sansa la prueba irrefutable de su muerte y resurrección.
Eventualmente sin embargo, llegó a acostumbrarse a su existencia como una señal de los sacrificios que hizo para guiar a los vivos a la victoria en contra del Rey de la Noche.
Al menos a Val le gustaban.
Y hubo una lancera, unos diez onomásticos mayor que él, con la que tuvo sexo en más de un par de ocasiones, que por alguna razón disfrutaba pasar su legua por cada una de sus cicatrices.
Era raro, sí, pero extrañamente sensual cuando ambos estaban borrachos y apunto de follar.
Habiéndose puesto cómodo en el pozo termal, dejo a su mente viajar al momento en que se reunió por primera vez con todos sus hermanos en este nuevo mundo.
Ya había oscurecido cuando el y Robb entraron al castillo ancestral de su familia.
Debían ser discretos para no ser atrapados vistiendo sus ropas cubiertas de sangre seca. No apreciaba el hecho que sus heridas del viejo mundo hayan regresado con ellos, de eso estaba seguro.
Sería muy complicado explicar el porqué ambos lucían como si acabaran de luchar con un oso de nieve, en especial porque la cantidad de sangre que habían perdido debería haberlos matado.
También estaba el hecho que llevaban con ellos objetos que definitivamente no deberían estar en su posesión.
Una espada bastarda, una daga, y un cofre de madera que contenía algo que nunca esperó ver en su vida.
Lograron llegar hasta la parte de la fortaleza donde se encontraban las habitaciones privadas de su familia sin ser atrapados, cuando de la nada, se toparon con sus adoradas hermanas.
Por un instante, temió que ninguna de ellas recordaran el viejo mundo, en parte porque sus hermanitas tenían apenas trece y once años y que ellas vieran a sus hermanos mayores cubiertos de sangre estaría destinado a ser problemático.
Y en parte porque Jon no podría soportar perder esa cercanía que habían construido con Sansa desde su reencuentro en Castle Black, una cercanía que casi había abandonado cuando se arrodilló ante Daenerys, pero que deseaba por todos los medios recuperar.
Una inconmensurable vergüenza se apoderó de su ser no más de un segundo más tarde.
Su mente rápidamente le hizo recordar que para que Sansa se convirtiera en la mujer fuerte y segura de sí misma, la Reina, la asombrosa dama que recordaba, ella tuvo que sufrir ante la crueldad de Joffrey y Cersei, ante la enferma locura de Ramsey y Jon prefería ser destrozado por un ejército de espectros que permitir que su dulce hermana pasara por eso, incluso si eso fuera en los recuerdos de un futuro que no volvería a ocurrir si él tenía que decir algo al respecto.
Pero los dioses parecían odiarlo, porque cuando ellas posaron sus ojos en Robb y él desde el otro lado del pasillo—
"Jon!" Sansa soltó un grito ahogado y antes que pudiera reaccionar siquiera ella se había lanzado a sus brazos haciéndole soltar el cofre.
Ella lo envolvió en un abrazo desesperado, sollozando mientras lo apretaba contra su delgado cuerpo.
Él sólo pudo devolver el abrazo con igual intensidad, la había extrañado tanto, al fin, después de dos años de exilio, había vuelto a casa.
"Jon, regresaste, estas aquí..." Ella no hizo más que aferrarse a él como si su vida dependiera de ello y, entre lágrimas le imploró que no la dejara nuevamente, que lo sentía por traicionar su confianza.
"Hiciste lo que pensaste que era correcto, no te culpo por tratar de protegernos de Daenerys y su ira" Jon susurró contra su cabello mientras la mecía de un lado a otro suavemente.
Que ella aún no haya crecido para ser la mujer casi media cabeza más alta que él, lo hizo un poco más fácil la verdad.
Por supuesto ese momento de reconciliación con su hermana tuvo que ser roto por la voz sin emociones de Bran incitándolos a mover la emotiva reunión a las habitaciones de Robb si no querían ser vistos por los guardias, o peor aún, sus padres, mientras aún se encontraban cubierto de piezas a cabeza por sangre seca.
Ver a Bran con esa expresión en blanco sobre su pequeño rostro infantil, el verlo caminar sobre sus dos piernas, en vez de ver al hombre que recordaba moviéndose en una silla con ruedas fue un choque horrible del recuerdo que tenía de su hermanito y la imagen del Cuervo de Tres Ojos en quien se convirtió.
Las habitaciones de Robb trajeron consigo sentimientos mezclados a su corazón, después de todo él hizo uso de este cuarto cuando ejerció como Rey en el Norte, y aún cuando sabía que nadie lo culparía por tomar la habitación, no podía sino pensar en como había tomado todo lo que le pertenecía a Robb y se había adueñado de ello.
Robb tomó asiento en su escritorio manteniendo una posición cómoda pero majestuosa, digna de un Rey sin lugar a dudas.
Arya simplemente se tiró sin ningún tipo de cuidado sobre la cama de Robb en su típico despliegue de informalidad pero con una gracia que desmentía la destreza que desarrollo mientras entrenaba en Braavos.
Rickon se sentó en el suelo frente a la chimenea y Bran prefirió mantenerse en pie aunque recostándose contra una de las esquinas de la habitación.
Él por su parte tomó la única otra silla de la habitación de su hermano, a petición de Sansa quien optó por reclamar su regazo como su asiento, negándose a alejarse de él tan siquiera por un segundo.
Robb les dedicó una mirada entre sorprendida y divertida, sin duda encontraba hilarante su incomodidad ante lo pegajosa que se había convertido Sansa de repente.
Jon ocultando su vergüenza con una pequeña toz, optó por romper el incómodo momento.
"Bran, ¿tienes alguna idea de porqué nos despertamos en el cuerpo de nuestros yo del pasado?"
El Cuervo de Tres Ojo seguramente tendría alguna respuesta a esta pregunta que todos se estaban haciendo.
"Si te refieres a mi habilidad para ver el pasado y afectarle directamente, entonces no, no fui yo quien nos trajo al pasado, tuvo que haber sido alguien más, alguien mucho más poderoso que el Cuervo de Tres Ojos".
Entonces lo que supuso en un principio debía ser cierto, fue el dios rojo el que los trajo, con que motivo, no tenía ni idea, solo esperaba que lo que sea que planeaba el dios de fuego no involucrara el sufrimiento de su familia.
Esa primera noche los seis de ellos se mantuvieron despiertos hasta el amanecer poniéndose al día y tratando de armar un plan que les permitiera mantener a su familia segura, y proteger al norte y al reino de los hombres en su conjunto.
En lo primero que se pusieron de acuerdo fue en asegurarse de que su padre rechazara la oferta de Robert Baratheon de viajar a la capital para convertirse en la Mano del Rey.
"La destrucción de nuestra Casa comenzó cuando padre decidió ir al Sur, llevándose a las chicas con él"
Robb tenia razón, todas las tragedias que cayeron sobre su familia iniciaron el día en que el Rey Ciervo decidió alejar al Lobo Tranquilo de su hogar, sacarlo del Norte donde estaba seguro y llevarlo directo a la cueva de los Leones.
Ellos tenían que hacer algo al respecto, si no podían evitar que Lysa Tully asesinara a Jon Arryn, los jóvenes Stark deberán encontrar una manera de mantener a su Señor padre en Winterfell a como diera lugar.
La siguiente decisión que se tomó fue una con la que inicialmente tuvo problemas para aceptar.
"Declararemos el Norte independiente del Trono de Hierro"
Cuando escuchó la propuesta de la mayor de su amadas hermanas, Jon pudo sentir como algo pesado se hundía en su estómago.
"Sansa…" Él llamó su atención rodeando la cintura de su hermana con sus brazos.
"Sí hacemos eso no tendremos más remedio que ir a la guerra"
Eso era lo último que quería hacer, la guerra contra los Lannister culminó con la devastación del Norte y las Tierras de los Ríos, un conflicto con Desembarco del Rey no traería nada bueno para su familia.
"No importará que nuestro padre sea su mejor amigo, el Rey Robert no perdonará que nos levantemos en rebelión abierta"
Justo como Dany no planeaba perdonar a mis hermanas y al norte por no someterse ante su tiranía.
Su hermana besada por el fuego estuvo apunto de refutar sus palabras, estaba seguro, podía sentirlo en la forma que su cuerpo se tensaba, como sus delicadas manos apretaban las suyas.
"Estoy de acuerdo con Sansa" Robb se le adelantó sin embargo, dándole su apoyo a la idea de secesión de su hermana.
"Qué?" Fue todo lo que pudo decir, mientas volteaba a su mirada a su hermano mayor.
A quien vio sentado en ese escritorio no fue al hermano con el que jugaba a los caballeros cuando eran unos niños, ni al joven encantador por las que las sirvientas del castillo se desmallaban, ahí se encontraba el Rey en el Norte y El Tridente, ahí estaba la mente estratega que obligó a Tywin Lannister a huir del campo de batalla, el General que nunca perdió una sola batalla en su vida, ese era el temido Joven Lobo.
"Cientos, si no miles de personas despertaron con memorias de los sucesos futuros, al igual que nosotros" Bran comentó en voz baja desde su esquina de la habitación, de no ser por el silencio que se formó tras la declaración de Robb, quizás ninguno de ellos lo habrían escuchado. "La información sobre la verdad de tu nacimiento no tardará en llegar a los oídos de Robert Baratheon"
Rápidamente entendió lo que eso significaba.
"La guerra es inevitable"
No fue difícil convencerlo después de eso, fue su culpa que su familia estuviera en peligro.
Él era el hijo de Rhaegar Targaryen, un engendro de dragón. El demonio del Tridente nunca perdonaría su existencia, no importaba si el hombre que lo crió era Ned Stark, el mejor amigo del Rey, no importaba que su madre fuera Lyanna Stark, la mujer que Robert amaba, la vida de Jon no sería perdonada por el Rey Ciervo.
No tenía que buscar mucho en sus memorias para recordar lo que había escuchado de como fue la reacción de Robert al destino de Elia y sus hijos.
Se río. El Demonio del Tridente celebró la violación de la esposa de Rhaegar y el asesinato de los pequeños Aegon y Rhaenys.
La tercera decisión que tomaron esa noche fue a quien deberían coronar como Rey.
"Robb será el Rey"
La respuesta era obvia, Robb era el mayor, era un excelente líder, los señores del Norte lo respetarían sin lugar a dudas.
Además si lo que dijo Bran era cierto, que la mayoría de los lores del Norte y las Tierras de los Ríos recordaban el viejo mundo, entonces sería fácil convencerlos de coronar nuevamente a Robb.
Sansa sin embargo tenía otra opinión.
"Perdóname Robb" Su voz era firme, sin vacilación "Pero el único Rey al que juraré mi lealtad es Jon"
No sabía lo feliz que lo haría escuchar esas palabras cuando era Sansa las que las decía, lo hacía sentir realmente amado. Saber que su hermana confiaba tanto en él, lo llenaba de felicidad y orgullo, pero ella estaba equivocada.
La Corona del Norte era de Robb y en un futuro, de sus herederos, esa era la simple verdad.
Robb solo sonrió y tras inclinarse contra el escritorio apoyando su peso sobre sus antebrazos, simplemente respondió.
"No te preocupes hermanita, no hay nada que perdonar, después de todo planeaba sugerir que Jon y yo compartamos la Corona"
No podía creer lo que escuchaba, una cosa era saber que su hermano lo había nombrado su heredero cuando su única otra opción era entregarle Invernalia a los Lannister a través del matrimonio de Sansa con Tyrion y otra muy diferente era que Robb le ofreciera tomaran el Trono del Norte juntos.
"Siendo Co-gobernantes estoy seguro que compensaremos las fallas del otro"
Robb trató de convencerlo, pero por más que las palabras de su hermano lo hicieran sentir alagado y amado como nunca antes, debía negarse, Jon podía ayudar a compensar las fallas de su hermano actuando como un mero asesor, no tenía porque portar una corona para eso.
"Lo siento Robb, yo no–"
Por supuesto él fue interrumpido por Sansa antes de que siquiera pudiera terminar de rechazar la solicitud de regencia compartida del futuro Rey en el Norte.
"Está decidido entonces" La Loba Roja utilizó su voz de Dama para aceptar por él la propuesta del Joven Lobo.
"Robb y Jon gobernarán juntos el Norte, el Tridente y el Valle de Arryn como Reyes, el resto de nosotros haremos todo lo posible por apoyarlos en cada momento, incluso si a veces son unos tontos testarudos que se empeñan en ignorar nuestros consejos"
La no tan sutil acusación que Sansa le lanzó, a pesar de la lealtad incondicional que ella aún le guardaba, hizo que una pequeña sonrisa se formara en su rostro, incluso cuando todo lo que quería hacer era enterrar su cara en el cabello cobrizo de su hermana y gruñir de frustración.
Él no quería ser Rey, nunca lo quiso realmente, y mucho menos ahora que sabía lo terrible que era la carga que traía consigo la corona y sin embargo Sansa estaba empeñada en sentarlo en el Trono a como diera lugar, no importaba si era el Trono del Norte o esa maldita silla fea que su ancestro construyó en la Fortaleza Roja.
Sí, el no anhelaba el poder, y resentía la politiquería, las mentiras y los secretos, odiaba el juego… Pero conocía el deber, y por más que le doliera en el alma, jamás le daría la espalda al deber.
"Está bien, compartiré la corona con Robb" Jon confirmó, aceptando la decisión de su hermano mayor y de Sansa. "Con una condición"
Pudo sentir a Sansa tensarse en anticipación, y aún sin mirar alrededor de la habitación, sabía que todos sus hermanos estaban escuchando atentamente a su declaración.
"Sansa retomará su posición como la Dama de Winterfell y mi heredera—"
"Aegon"
Jon fue sacado de sus recuerdos cuando ella lo llamó por ese maldito nombre.
"Te he dicho que no me llames así" Él se quejó suavemente sin molestarse en moverse de su posición en el pozo de agua humeante.
Estaba recostado contra el borde con la cabeza inclinada hacia atrás, usando una piedra plana como almohada.
Como el agua le llegaba hasta la mitad de su abdomen, no intentó siquiera cubrirse, ella no podría ver sus partes privadas.
"Fui a tu habitación, no estabas allí"
Desde que regresaron al pasado, ella desarrolló el hábito de invadir su habitación por las noches, cuando las pesadillas la atormentaban buscaba consuelo en los brazos de Jon.
Él, por supuesto, solo se hacía a un lado bajo las pieles y la dejaba dormir envuelta en su abrazo, en el viejo mundo tenían la misma costumbre después de todo.
Cuando viajaron por el norte en busca de aliados para recuperar Winterfell, ellos compartían la misma carpa y frecuentemente ella lo envolvía con sus brazos y piernas mientras dormían.
Después de retomar Invernalia, la rutina era la misma, ella se colaba en su alcoba a altas horas de la noche y se adueñaba de la mitad de su cama, por supuesto, su hermana siempre se despertaba previo al amanecer y regresaba a su habitación antes que los sirvientes empezaran a recorrer los pasillos del castillo para comenzar con las actividades del día.
"Lo siento, necesitaba relajarme un poco" Se disculpó genuinamente arrepentido, él sabía que ella disfrutaba acurrucarse con él. "Dame un momento para vestirme y regresaremos a mi habitación"
Jon abrió los ojos y volteo a ver a Sansa para asegurarle con una sonrisa que no tardaría mucho en ponerse sus pantalones y túnica, pero la imagen que había ante sus ojos lo hizo detenerse de golpe.
Su hermanita se encontraba de pie al borde de las aguas termales, con la luz de la luna a sus espaldas, su cabello besado por el fuego brillaba radiante, como una corona de oro, cobre y plata enmarcando su rostro.
Pero no había sido su largo y hermoso cabello lacio lo que detuvo el flujo de sus pensamientos, congelándolo en su lugar.
No, fue lo que sus ojos vieron bajo el rostro sonrojado de su hermana y sus labios llenos y apetecibles.
Su mirada fue arrastrada por una fuerza invisible, bajando por el largo y delicado cuello de Sansa, pasando por su clavícula hasta detenerse en sus pechos, sus senos muy desnudos y respingones adornados por un par de pequeños y apetecibles pezones rosados, sin duda duros por culpa del frío aire de la noche.
"Sansa!" Jon susurró con fuerza, irracionalmente aterrorizado que alguien los encontrara ahora, a medianoche, en las profundidades del bosque al que sólo su familia entraba con alguna regularidad. "En qué demonios estás pensando!?"
Tuvo que obligar a su vista a enfocarse nuevamente en los ojos de su hermana, solamente sus ojos y no su hermoso cuerpo desnudo.
Él no era un pervertido, y realmente nunca había pensado en ella como un objeto de deseo, pero él era un hombre al final del día, y desde que marchó con el Pueblo Libre a reconquistar las tierras más allá del muro, Val y ocasionalmente alguna de las otras lanceras de su grupo se dieron la tarea de hacer que Jon aprendiera a disfrutar, sin ningún tapujo ni vergüenza, de los placeres que podía encontrar entre las piernas de las mujeres, o en sus manos, o su boca, o en ocasiones ese otro agujero…
Y ciertamente lo lograron.
"Alayne" La declaración de Sansa tardó un par de segundos en registrarse en su mente.
"Qué?" Fue lo único que atinó a preguntar.
"Mi nombre es Alayne Stone, mi príncipe" Ella dijo con una voz tímida e insegura, algo que realmente no podía asociar con la fuerte y decidida Lady Sansa Stark de Winterfell.
Alayne? Mi príncipe?
Qué estaba diciendo?
"Soy la hija Bastarda de Lord Petyr Baelish, Príncipe Aegon"
Sansa I
La mirada perpleja en el rostro de Jon, de su amado hermano –primo realmente– invocó una alegría traviesa en su ser.
Al parecer Jon no era inmune a ser seducido después de todo.
Aunque, eso la pelirroja ya lo sabía desde hace tiempo.
Había escuchado las historias del rey cuervo y su mujer del las lanza.
Ciertamente al pueblo libre les gustaban sus historias y el romance de su hermano con su primera esposa era un relato bastante popular entre los salvajes, en especial por su final trágico.
Ella no se avergonzaba en reconocer que lloró la primera vez que escuchó a esa joven curandera entonar una canción que contaba la historia de Jon y su amante besada por el fuego.
Eso ocurrió no mucho después de la Batalla por el Amanecer y para entonces Jon y la mitad del ejército norteño y los Caballeros del Valle se encontraban marchando al sur, con el objetivo de derrocar a Cersei en nombre de Daenerys Targaryen.
Por supuesto, Sansa, a diferencia de lo que pensaba sobre la primera amante de su hermano, odiaba con todo su ser a la Reina Dragón.
Supuso que lo había dejado en claro desde el primer momento en que ella, sus ejércitos y sus dragones invadieron su hogar.
Y quién no odiaría a la mujer que intentaba arrebatarles su libertad, imponer su voluntad sobre ellos, forzarlos a arrodillarse ante ella y adorarla como si de una diosa se tratase.
La Rompedora de Cadenas, sí, claro y Joffrey era Jaehaerys el Conciliador renacido.
Y todo por qué?
Porque era su derecho de nacimiento?
No lo era, Jon tenía un mejor reclamo sobre el Trono de Hierro, y aunque no fuera así, con la caída del Rey Loco y el ascenso de Robert a la corona, la dinastía Targaryen fue reemplazada por la dinastía Baratheon.
En todo caso Gendry tenía un mejor reclamo que ella.
Porque rompería la rueda y de alguna forma traería la paz y la prosperidad a Westeros?
Puras mentiras y propaganda, Daenerys Targaryen era una tirana, la Reina Loca, digna hija de su padre.
Y ella le había robado a su hermano…
Lo peor de todo era que no podía culparla por interesarse en Jon.
El Rey en el Norte, el Lobo Blanco, su melancólico pero dulce hermano era el hombre perfecto, era tan simple como eso.
Él era valiente, un líder nato, un gran estratega, pero también era amable, capaz de perdonar a los que se arrepentían de sus malos actos.
Pero Sansa dudaba que esas y sus muchas otras cualidades fueran lo que atrajo la mirada de la hermana menor de Rhaegar Targaryen.
No, ella estaba segura que la base de la relación entre el Lobo blanco y la madre de dragones fue pura lujuria y el deseo por el poder que el otro poseía.
Jon era guapo, increíblemente hermoso, una combinación perfecta entre la belleza salvaje del Norte y la belleza etérea de la vieja Valyria, pero aún más importante, él era el Rey de más de la mitad del continente.
Sansa también entendía el atractivo de Daenerys, ella sin duda era una mujer hermosa, quizás tanto o incluso más hermosa que Margaery Tyrell y el poder de sus Dragones eran de suma importancia para la guerra contra los Caminantes Blancos.
Por ello, por más que lo odiara, tampoco podía culpar a Jon por tomar a Daenerys como amante.
Él no lo hizo por amor verdadero, la Reina Dragón tenía razón en ese sentido, Sansa estaba segura de ello, él la usó para ganar la Gran Guerra, pero Jon al ser el hombre honorable que era, entregó todo su ser en convertir la mentira en realidad, convenciéndose a sí mismo que en verdad amaba a Daenerys Targaryen.
Cuando Jon fue encarcelado luego de acabar con la vida de Daenerys, ella estuvo tentada a simplemente declararle la guerra a los Inmaculados y los Dothraki que se encontraban en King's Landing.
Estaba segura que con el poder del ejército Tully y Stark que marcharon al sur con ella, los hombres que Jon trajo a la capital y los Caballeros del Valle, podría acabar con lo que quedaba del ejército de la Reina Loca.
Pero no podía arriesgar a Jon, si ella decidía rechazar el acuerdo de paz, su hermano sin lugar a dudas seria ejecutado en el acto.
Por eso ella aceptó la decisión del Gran Consejo, Bran sería el Rey del Sur, ella la Reina del Norte y Jon sería enviado a la Guardia Nocturna.
No obstante, tan pronto como Grey Worm tomó a los Inmaculados a Naath, donde cada uno de ellos perecería ante la fiebre de las mariposas, Sansa se apresuró a redactar un perdón real para Jon y convocó un Concilio con sus abanderados.
Ella le reveló a los Señores del Norte que planeaba abdicar y entregarle su corona a su legítimo Rey.
La mayoría estuvo de acuerdo, todas las dudas que sus estandartes tenían sobre Jon murieron cuando él clavó su daga en el corazón de la Reina Dragón, ellos finalmente entendieron el plan de su Rey.
Solo Lord Glover se negó abiertamente a aceptar a Jon como Rey nuevamente pero, bueno, digamos que Sansa no era tan buena para perdonar como su amado hermano.
Sin embargo, ni nos Lores, ni su pequeño consejo estaban al tanto de todas sus intenciones.
Sí, ella planeaba abdicar su título como Reina gobernante del Norte, pero no pensaba regresar a ser sólo la Dama de Winterfell.
Sansa sería la Reina Consorte de Jon, la mujer que lo aconsejaría, que sería su igual, que le daría hijos de sangre Stark para heredar el asiento de su familia y la Corona de Invierno.
Sansa deseaba a su hermano, eso era innegable, lo quería a su lado, en sus brazos, en su cama, quería sus labios contra los suyos y que sus manos tocaran cada pulgada de su piel, ella quería que Jon borrara con su amor todo el daño que Ramsey había hecho en su alma.
Al parecer con todo el tiempo que ella paso con Cersei Lannister, Sansa aprendió más que pura política y estrategia de la Luz del Oeste.
Sin embargo.
Jon no estaba en Castle Black.
Él había desaparecido con los Salvajes más allá del muro, se había ido.
Ella envió decenas de sus mejores hombres a buscarlo por el bosque encantado, Hardhome, el Puño de los Primeros Hombre y todos llegaron con las manos vacías, él no quería ser encontrado.
Dos años, pasaron dos años y ni un solo rastro!
Y ella era la Reina en el Norte , necesitaba un heredero.
Pero ella odiaba, le asqueaba el toque de los hombres, de todos los hombres excluyendo a Jon, Ramsey se aseguró de eso, y por más que supiera que debía tener hijos pronto, nunca considero casarse.
Siete Infiernos, ni siquiera tomo en cuenta tener un bastardo que luego legitimaria.
Honestamente, si no pudiera encontrar a Jon y proponerle matrimonio, entonces prefería esperar al regreso de Arya de sus viajes, rogándole a los dioses antiguos que para entonces su hermana pequeña tuviera uno o más cachorros que ella pudiera nombrar como herederos.
Pero ahora, estaban en el pasado, un nuevo mundo donde podía reparar sus errores.
y Jon la estaba mirando desnuda, completamente embelesado, como un lobo, no, como un dragón acechando a su presa.
Sus ojos vagando entre sus pechos turgentes, su vientre plano y sus caderas anchas.
Quitarse sus túnicas de dormir para seducir a Jon había sido una decisión precipitada y lo sabía, pero cuando vio a su hermano bañarse desnudo en las aguas termales, después de pasar horas buscándolo por todo el castillo, supo que ésta sería su mejor oportunidad.
Estaban solos en medio del bosque de los dioses, por lo que podía ser tan ruidosa como quisiera, perfecto para lo que ella deseaba hacer.
Pero su hermano era el perfecto hijo de su padre, él no iba a aceptar una relación incestuosa tan fácilmente, por eso ella decidió usar el nombre de Alayne.
Ella utilizó ese nombre cuando se hizo pasar como la hija bastarda de Littlefinger.
Llamar a Jon "Aegon", se sentía extraño, pero tenía un motivo para ello.
Quizás si fingían ser estas personas, que eran ellos pero a la vez no, él tendría menos reservas en dejarse llevar.
"Sansa, por favor detente, esto esta mal"
Por supuesto, su siempre honorable hermano trató de hacer lo correcto, pero ella no se rendiría tan fácilmente.
Ella lo amaba y estaba decidida a llegar hasta el final, tan solo esperaba que las mujeres del pueblo libre le hayan enseñado a Jon a olvidarse de su estricto código moral, a descartar sus inhibiciones y lo engatusaran a tener sexo con ellas de forma regular, eso haría su trabajo más fácil.
Aunque si eso era cierto, entonces era posible, e incluso bastante probable, que en el viejo mundo tuviera pequeños sobrinos y sobrinas creciendo más allá del muro.
"Mi nombre es Alayne, mi Príncipe, le pido que por favor lo recuerde"
Sansa insistió, acercándose con decisión al lugar donde su hermano se sentaba dentro del pozo de aguas termales.
Con cada paso que daba en las aguas poco profundas, sus caderas se balanceaban tentadoramente de lado a lado, atrayendo nuevamente la mirada de Jon.
Bien, estaba funcionado, quería ser vista por Jon, le gustaba mostrase ante él.
Sí, él la vería en todo su esplendor y su sangre se incendiaria de deseo por tenerla, por tomarla.
Su cuerpo aún no era el mismo que tendría en el futuro, aún no era tan alta y sus pechos eran considerablemente más pequeños, ni sus caderas tan anchas o su cintura tan delgada, pero confiaba en su belleza, en especial, ahora que las cicatrices que su segundo esposo hizo en su cuerpo ya no estaban.
No entendía por qué Jon y Robb, e incluso Bran y Rickon fueron marcados por las cicatrices de todas las heridas que sufrieron en el viejo mundo mientras que Arya y ella lucían los cuerpos suaves y perfectos de su juventud, pero estaba agradecida por ello.
Tenía a Jon bajo su hechizo.
"Somos hermanos, no podemos" Jon sabía que ese razonamiento no la iba a detener, y ciertamente no lo hizo.
"Eso no es cierto, mi Príncipe" Sansa declaró con una falsa inocencia a la vez que se paraba justo en frente del lugar donde Jon estaba sentado.
Para entonces él había comenzado a tapar su regazo con sus manos para evitar que Sansa viera su miembro.
Sansa por el contrario adoptó una pose orgullosa con sus piernas ligeramente separadas y las manos apoyadas en sus caderas, ella le exhibía con orgullo su coñito empapado, anticipando lo que estaba por venir.
La loba roja ardía por ser devorada por el lobo blanco, por ser besada en su lugar especial por su adorado hermano.
Ella no era ajena al placer de una legua cálida deslizándose por vagina y su clítoris, puede que odiara el toque de los hombres, pero no tenía problemas con las mujeres.
Durante su Reinado, Sansa de vez en cuando tomaba a una de sus sirvientas más leales a su cama, donde pasaría horas y horas recibiendo masajes, caricias y besos, y por supuesto, todo terminaría con ella corriéndose en la boca de dicha criada mientras ésta se concentraba en lamer su coño hasta que Sansa dijera lo contrario.
Esta noche, sin embargo, ella quería algo más que sólo la boca y los dedos de Jon.
"Jon Snow y Sansa Stark, son hermanos, eso es cierto…" Ella murmuró mientras se acomodaba a horcajadas sobre él, tomando sus manos entre las suyas para alejarlas de su entrepierna.
Los cuerpos de ambos ahora sumergidos hasta el ombligo en las turbias aguas termales, con el miembro de su primo duro como el acero valyrio y caliente como el fuego salvaje atrapado justo entre sus labios mayores .
"Pero el Príncipe Aegon el Joven, Hijo del Rey Rhaegar Targaryen, primero de su nombre y la Reina Consorte Lyanna Stark no comparte ninguna relación sanguínea con la hija Bastarda de Lord Petyr Baelish"
A pesar de ser un Targaryen de nacimiento, Jon era una Stark de pies a cabeza y la idea de hacer el amor con su hermana estaba destinada a ser poco atractiva ante sus ojos.
Por ello la hija de Ned y Catelyn Stark decidió en el momento, que haría lo que fuera para facilitarle la decisión a Jon.
Incluso inventar un mundo de fantasía solo para ellos dos, un mundo en el que podían amarse sin sentirse culpables.
Justo en esos momentos ellos habían dejado de ser Jon Snow, bastardo de Lord Eddard Stark y Rey en el Norte y Sansa Stark, su media hermana.
En su lugar, estaban Aegon el Joven y Alayne Stone.
Ella plantó un pequeño beso en los labios de su amado, mientras envolvía sus brazos alrededor de su cuello, juntando sus pechos suaves con el pecho duro y marcado de Jon.
Ese fue su primer beso con su amado príncipe y el primer beso de la Sansa y Alayne de este mundo.
"Si mal no recuerdo, los hermanos de mi príncipe son los hijos de la Reina Consorte Elia Martell, la Princesa Rhaenys Targaryen y el Príncipe Heredero, Aegon el Mayor"
Sansa continuó tejiendo su pequeña fantasía a la vez que movía sus caderas hacia adelante y hacia atrás sobre el regazo de Jon, restregando su cálida y necesitada vagina contra su excitado miembro.
"Pero" La palabra salió como una gemido de los labios de la pelirroja, su cuerpo de trece años no estaba acostumbrado a la sensación abrumadora que Jon estaba provocando en su ser.
Jon sólo se aferró a sus caderas como si su vida dependiera de ello, de seguro iba a tener moretones en la mañana con lo fuerte que sus dedos la apretaban.
No le importaba, lo único en su mente en ese momento era que Jon estaba ayudando con el vaivén de sus caderas mientras empujaba inconscientemente desde abajo, su pene peligrosamente cerca de su virtud.
"Incluso si yo fuera su hermana, mi príncipe, usted es un Targaryen, y son bastante comunes las relaciones de tal índole entre dos parientes de una familia de la vieja Valyria, verdad?"
Para reafirmar aún más sus palabras, Sansa capturó sus labios en un desesperado beso.
Él se congeló por unos segundos, pero rápidamente se fundió en su abrazo.
Lo tenía!
"Sansa, estás segura?"
Que si estaba segura?
Ella fue la que empezó esto en primer lugar!
No solo estaba segura, estaba desesperada por ser suya, por ser amada por el hombre que adoraba.
"Lo estoy" Ella gimió y se inclinó para otro beso, fue un beso corto, Jon aún no había terminado.
"Esto no puede durar para siempre, Sansa"
Por supuesto, ella lo suponía, no era realista esperar que Jon simplemente la tomara, ponga un bebé en su vientre y la haga su esposa.
"Ygritte" El nombre de la lancera del pueblo libre que le robó a Jon su corazón salió de los labios de Sansa con resignación.
"Sí"
En los ojos de Jon vio todo el amor que aún tenía por la mujer del pueblo libre, no importaba con cuántas otras mujeres él haya estado, a cuántas haya amado, su hermano aún anhelaba a su primer amor
"Ésta bien, cuando vuelvas a encontrarte con ella y la hagas tu esposa…" Sansa habló acariciando su nariz con la de su hermano, disfrutando de lo íntimo que se sentía. "Cuando la conviertas en la Reina del Norte, regresaré a ser sólo tu hermana devota, pero tienes que saber…"
Tomó sus labios en otro beso desesperado.
"Que soy sólo tuya"
Y otro.
"Qué te amo"
Sus delicadas manos recorrían la extensión de su musculosa espalda.
"Para siempre"
Sus cinturas aún moviéndose en sincronía, haciendo que su clítoris y la punta de su pene se rozaran suavemente entre ellos arrancando gemidos de placer de ambos.
Jon sólo sonrió ante su confesión y con un rápido movimiento capturó los labios de la pelirroja en un feroz y hambriento beso.
Él había aceptado.
"Alayne" Jon gruñó el nombre falso de Sansa contra su cuello sonrojado, arrancando otro pequeño maullido de placer de la belleza de cabello rojo. "Regresemos a mis aposentos"
Oh no! si ella esperaba otro minuto más, seguro moriría.
"No~" Ella gimió su negativa, Jon justo había deslizado sus manos a su pequeño y redondo trasero y le dio un ligero apretón a sus suaves nalgas.
"Tómame aquí y ahora, por favor Aegon!"
Lo necesitaba, oh cuanto lo necesitaba!
Ygritte I
Ella iba a castrarlo!
Ygritte le prometió a Jon Snow una vez, que si algún día la traicionaba, ella le cortaría sus hermosas bolas y las colgaría en un collar alrededor de su cuello.
Ella estaba decidida a cruzar el muro, caminar hasta Winterfell y colarse en el castillo para buscar a su esposo y castrarlo por traicionarla y abandonarla!
Incluso cuando estaba dispuesta a luchar por él contra todo el ejército de Mance si fuera necesario, él la abandonó!
Él prefirió regresar a ser un maldito Cuervo y luchar contra el pueblo libre en vez estar con ella.
Maldita sea! Ella había pensado en proponerle escaparse de su grupo, huir de Tormund y los demás y viajar al sur, a Invernalia, con la familia de Jon.
Él le había dicho innumerables veces lo mucho que deseaba ayudar a su hermano en la guerra en el Sur, entonces por qué no tomarla con él y dirigirse a dónde sea que el Joven Lobo estuviera?
No sabes nada, Jon Snow.
Sí, ella iba a castrarlo.
Y luego lo besaría, le diría al idiota lo mucho que lo amaba y esta vez lo robaría ella misma.
Ygritte haría que Jon Snow entendiera que estaban casados, no solo eran amantes, eran esposo y esposa.
Tendría tanto sexo con su marido que esta vez ningún té de luna impediría que quedara embarazada…
Esta bien, tal vez no sería buena idea contarle sus bolas, sólo lo golpearía un poco, lo suficiente como para hacerle entender los furiosa que estaba y lo mucho que le había dolido su traición.
Y luego montaría su verga hasta dejarlo seco y a ella con un bebé en su vientre.
Una sonrisa lobuna se extendió brevemente por su rostro.
Ella volvería a verlo, pronto.
Hace poco más de media luna, Mance recibió un cuervo proveniente del sur.
Si bien prácticamente nadie en el pueblo libre sabía como leer, el Rey más allá del muro, como un antiguo miembro de la Guardia Nocturna podía descifrar el contenido de la carta.
Fue enviada por Jon.
Él los estaba invitado, a ella, a Mance, a Tormund, a Val y a los líderes de todos los Clanes a Hardhome, quería llegar a un acuerdo con ellos.
El idiota de su esposo al parecer fue nombrado el Rey de los Arrodillados.
Entonces… Si Ygritte lo robaba, los sureños tendrían que arrodillarse ante ella?
Puede que no le desagrade la idea.
