Viserys I
Al parecer era el destino para los hombres llamados Viserys Targaryen caer en las garras de una dama de la casa Hightower o una mujer de alta alcurnia proveniente de Lys.
Hace más de siglo y medio, el Rey Viserys Primero tomó a la Dama Alicent Hightower como su segunda esposa y madre de sus hijos: el Rey Aegon Segundo, la Reina Helaena y sus hermanos menores, los Príncipes Aemond el Tuerto y Daeron el Atrevido.
Un par de décadas después el Rey Viserys Segundo, para entonces solamente Príncipe Viserys, contrajo nupcias con Larra Rogare, una dama de una casa noble de Lys, quién tuvo a sus tres hijos; el Rey Aegon Cuarto, el Príncipe Aemon el Caballero Dragón y la Reina Naerys.
Por supuesto, sólo sería natural que él siguiera el ejemplo de sus dos antecesores.
Lynesse Hightower, era el nombre de la mujer que con una sola mirada y unas palabras se adueñaría de la vida del joven Príncipe Targaryen.
Ella era una Dama Westerosi que tras de ser exiliada al continente de Essos por un crimen que su entonces marido Jorah Mormont cometió, consiguió labrarse su camino en estas tierras lejanas, convirtiéndose poco tiempo después cruzar el Mar Angosto, en la amante de un Príncipe Comerciante de Lys.
Era tan grande su influencia sobre el Príncipe Tregar Ormollen, que incluso la esposa del príncipe le temía y obedecía a la Dama Hightower.
Fue Lynesse quién lo encontró y de aluna manera Viserys atrajo su atención por sobre todos en la ciudad y en poco tiempo él y su hermanita estaban en un barco rumbo a Lys.
A decir verdad, hasta ese momento, la vida de Viserys Targaryen, hijo del Rey Loco Aerys Segundo y hermano menor del Último Dragón, no había sido para nada la vida protegida y ostentosa que se esperaría de un heredero al trono de hierro.
Desde que Robert Baratheon hundió su martillo de guerra en el peto con rubíes incrustados de Rhaegar en la Batalla del Tridente, la vida del joven príncipe había sido completamente destruida.
Habiendo sido obligado a abandonar la seguridad de su hogar, huyó de la furia del Ciervo Demonio y el Lobo Silencioso tras la pérdida de toda su familia y seres queridos.
La muerte de su madre en Dragonstone mientras daba a luz a su hermanita, dejándolos solamente bajo la protección del maestro de armas de la Fortaleza Roja, Ser Willem Darry, fue solo una de las tantas tragedias que caerían sobre ambos Targaryen en los años por venir.
Era sorprendente que no hubiera perdido la cabeza como su padre tras vivir tantos eventos traumáticos siendo tan sólo un niño pequeño.
Sin embargo, Viserys se atrevía a decir que lo peor no comenzó sino hasta un par de años después cuando su cuidador repentinamente murió, quedando él como la única persona que podía ver de sí mismo y de Dany.
Daenerys no lo sabía, o ciertamente esperaba que no supiera, pero desde entonces, para asegurarles comida y posada, Viserys se rebajó a sí mismo constantemente, hasta el punto de humillarse en busca de monedas.
Originalmente intentaba robar a los borrachos en las tabernas o callejones oscuros, pero rápidamente aprendió que la vida de príncipe mimado no le había dado las habilidades para hurtar sin ser descubierto.
Las palizas que recibió no habían sido para nada agradables, pero al menos nunca fue mutilado como reprimenda, no sabría lo que habría hecho si hubiese perdido una mano por robar un par de monedas para darle de comer a Daenerys.
Definitivamente el peor castigo que obtuvo luego de ser atrapado con las manos en una bolsa de monedas que definitivamente no eran suyas, fue lo que un comerciante proveniente de Tyrosh y sus compañeros hicieron con él cuando lo atraparon, para entonces tenía no mas de quince onomásticos.
No recordaba mucho, pero despertarse a la mañana siguiente en un establo, rodeado de mierda de caballo, completamente desnudo, la cara hinchada y cubierto de moretones de pies a cabeza, además de un ardor insoportable en su culo y garganta, junto a la sensación de algo pegajoso deslizándose desde su trasero, era más que suficiente evidencia para descubrir lo que le había pasado.
Se sentía, sucio, asqueroso, humillado, más aún cuando tuvo que caminar en ese estado por toda la ciudad para llegar a la pequeña habitación que estaba alquilando para él y su hermana.
Recordaba haber llorado por horas, maldiciendo a todos los dioses que conocía por su miseria.
Ni lo Siete que son Uno, ni los Dioses de la Antigua Valyria intercedieron por su vida, ni por la de Daenerys. Y que decir de los pequeños hijos de Rhaegar que fueron masacrados por los hombres del que era el mejor amigo de su padre, al final de la guerra de Usurpación.
Los Dioses, todos ellos, habían abandonado a la Casa del Dragón.
Aún así, él y Dany tenían que comer, y por supuesto pagar la habitación en la que vivían, si no quería que lo echaran y él jamás permitiría que su hermanita durmiera en la calle, por eso, un par de noches después estaba de regreso en una taberna, no la misma, claro está, no planeaba ser violado como castigo nuevamente.
Pero esta vez, no iba a robarle monedas a los despistados y borrachos, no, él no volvería a arriesgarse a que la noche anterior se repitiera.
Sin embargo, existía un camino.
Odiaba que esa haya sido lo único que se le ocurrió, pero él tenía la belleza particular de un hijo de Valyria y si bien el cabello blanco y ojos amatista no era poco comunes en Essos como lo era en su antiguo hogar, aún podían ser muy codiciados en Casas de Placer, Tabernas y callejones oscuros en general.
No tardó mucho en conseguir su primer cliente.
Era un comerciante de especias que acababa de llegar a la ciudad, probablemente tenía unos cuarenta y tantos años y estaba gordo como una ballena, solo tenía cabello en los lados de su cabeza mostrando una calva en la parte superior y olía a aceites y especias raras.
Viserys se acercó con toda la confianza que debía tener un Príncipe de los Siete Reinos y de la forma más encantadora que pudo se ofreció a… bueno, darle placer, a cambio de una vergonzosa baja cantidad de dinero.
La respuesta que recibió de ese cabrón fue un estruendosa carcajada por lo patético que había sonado, no obstante el comerciante aceptó.
Minutos después Viserys se encontró arrodillado entre las piernas del comerciante chupándole su asqueroso pene. Conteniendo el impulso de vomitar, intentó parecer lo más confiado posible, como si de hecho lo disfrutara, manteniendo una mirada seductora y gimiendo como la haría una puta barata hasta que sintió que el hijo de perra derramó su salada leche dentro de su boca.
El pago por lo que acababa de hacer fue de apenas 2 torres…
Desde ese día, Viserys, tragándose su orgullo, se dedicó a vender su cuerpo a cambio de monedas.
Al fin de cuentas, en una ciudad como Pentos siempre habrían hombres dispuestos a pagar buen dinero para meter sus asquerosas y sucias vergas en un agujero caliente.
Sin importar lo mucho que lo odiara, Viserys saco provecho a sus delicadas facciones y apariencia andrógina. Se dejó crecer el cabello, y mantenía su rostro sin barba, llegando hasta rasurar incluso todo el pelo que crecía en sus piernas, abdomen y axilas.
Él incluso había empezado a caminar de una forma más femenina, moviendo sus caderas de lado a lado seductoramente cada vez que buscaba clientes, por supuesto, esto lo hacía por las noches en tabernas de mala muerte y esquinas solitarias, luego de dejar durmiendo a Dany en su habitación conjunta.
Sus principales clientes eran después de todo hombres, pasando desde mercenarios con dinero de sobra, a sacerdotes de R'hllor, comerciantes, marinos, y borrachos que no podían diferenciar sus rasgos de los de una mujer, incluso llegó a acostarse con uno que otro salvaje Dothraki.
ÉL no sólo se limitaba a usar su boca y sus manos, o levantar su trasero y dejarse coger. Curiosamente era bastante común que esos hombres que pagaban por tener sexo con él, sin importar lo barbaros que se veían, le pidieran tragar su espada y con bastante frecuencia les gustaba ser penetrados también.
Al principio, en esos casos, Viserys tenía que hacer un esfuerzo considerable en conjurar en su mente la imagen de una mujer para siquiera ponerse duro.
Principalmente usaba la imagen de lo que en su mente era la mujer Valyria ideal… y si esa dama usualmente terminaba pareciéndose a la Reina Rhaella Targaryen, bueno, que podía decir?
Su familia nunca había caído tan bajo como para abusar de la Doctrina del Excepcionalismo de ese modo, pero en una Casa donde era bastante común el matrimonio entre hermanos y hermanas o Tíos y Sobrinas, el utilizar el recuerdo de su madre muerta para excitarse no era tan descabellado.
O puede que Viserys sí estuviera tan loco como el hombre que lo engendró, después de todo, se decía que Aerys obtenía placer sexual de ver a hombres y mujeres quemarse vivos en fuego salvaje.
Tardó casi un año en reconocer que, después de todo, sí podía excitarse mientras follaba con otro hombre, si era lo suficientemente guapo a sus ojos por supuesto, incluso cuando estaba casi completamente seguro que prefería a las mujeres.
Aunque no era una ocurrencia muy común, también estaban aquellos clientes que lo buscaban para simplemente masturbarse mientas veían a Viserys follar con alguien más, una prostituta generalmente, aunque a veces esos hombres dejaban que el príncipe exiliado se cogiera a sus esposas, al parecer les daba morbo ver a sus mujeres en brazos de otro hombre.
El disfrutaba de este tipo de clientes porque gracias a ellos, Viserys podía disfrutar del coño de una mujer durante el sexo sin la necesidad de pagar por ello.
Y fue así como conoció a Lynesse.
La dama Hightower y el Príncipe Tregar entraron esa fatídica noche en la casa de placer en la que Viserys había estado trabajando en los últimos meses. La pareja buscaba una aventura mientras visitaban Pentos.
Él, por su parte, se encontraba inclinado sobre una de las mesas del lugar, sus piernas abiertas de par en par, trasero en alto, mientras un idiota con el cabello pintado en azul disfrutaba su culo con avidez.
El animal ese no sólo se contentó en cogerlo, no! el hijo de puta también disfrutaba jalarle el pelo, que para entonces le llegaba a la mitad de la espalda, y nalguearlo... con fuerza!
Por supuesto, esto ya era algo bastante común para él, después de cinco años de ser follado por el culo todas las noches mientras vendía su cuerpo, y se atrevía a admitir que las nalgadas podrían llegar a ser placenteras hasta cierto punto, pero sólo porque el maldito le estaba pagando cinco titanes y diez torres por coger con él, no le daba el derecho de golpearlo tan jodidamente duro.
Luego hubo este momento, cuando el hombre se recostó sobre la espalda de Viserys y pasando una mano por debajo de su cuerpo, el cabrón agarró su pene con su mano callosa y comenzó a acariciar su verga al mismo ritmo que lo cogía.
Por supuesto, Viserys dejó escapar un gemido de placer por la sobre estimulación, pero se contuvo, no iba a darle el gusto de venirse al idiota.
El hombre de cabello azul no paraba de besar su hombro y su cuello, mientras gruñía en su oído en perfecto Westerosi lo mucho que amaba a su príncipe y lo muy agradecido que estaba que hubiese abandonado a la puta Dorniense y a la Loba ladrona.
A caso el cabrón que acababa de follarlo de alguna forma lo reconoció?
Lo había llamado príncipe después de todo.
Pero él mencionó a Elia Martell y Lyanna Stark, o se estaba imaginando cosas?
Cuando por fin el hombre lo soltó, su trasero estaba más rojo que un rubí y en su hombro quedaron las marcas de sus mordidas, además la asquerosa semilla del peli azul se escurría desde su agujero, deslizándose por el interior sus piernas.
Pero esa fue una buena paga, más que suficiente para comprarle a Daenerys un collar para su Onomástico y pagar el alquiler de la habitación, quedando dinero de sobra para comprar ropa nueva y algunas otras comodidades.
Iba a limpiarse antes de buscar otro cliente, cuando ella se acercó a él.
Viserys jamás había visto una mujer más impresionantemente hermosa como la dama que tenía en frente, su piel de porcelana, sus grandes ojos celestes y su cabello rubio lo hipnotizaron enseguida
"Sígueme" fue todo lo que dijo dándose media vuelta y liderando el camino hacia el Príncipe Ormollen.
Sin dudarlo si quiera Viserys tomo la bolsa con el dinero que acaba a de ganar y fue tras la impresionante dama, no se molestó si quera en vestirse nuevamente, rara vez tenía la oportunidad de tener sexo con mujeres mientras trabajaba y menos aún con una tan bella, por lo que no se iba a negar.
Lynesse y Tregar había tomado una habitación privada en la casa de placer, y para cuando Viserys los alcanzó ambos ya estaban en la enorme cama completamente desnudos, la dama Hightower cabalgándolo como si de un semental pura sangre se tratase.
Ver esos pechos perfectos rebotando al compas del sube y baja de la belleza rubia hizo maravillas para reavivar a su pequeño dragón.
Pero el no estaba destinado a ayudar al Príncipe a complacer a su amante, ni a satisfacer la curiosidad de Tregar en el sexo con otro hombre tampoco.
Él había sido llevado a la habitación con ellos para follar a la esposa de Tregar.
"Correrte dentro de ella si quieres" Gruñó Lady Hightower, sin dejar de rebotar sobre la verga de su amante. "No me importa si la dejas embarazada, quedar preñada con un bastardo es lo que se merece esa bruja por intentar alejarme de Tregar"
Desde la llegada de Lynesse a Essos, ella había tomado la posición de Princesa Consorte de Tregar en todo menos el nombre, siendo su verdadera esposa relegada a ser otra más de sus Concubinas.
Fue idea de Lynesse que Tregar castigara a su esposa haciendo que otro hombre la follara mientras él tomaba a la Dama Westerosi al mismo tiempo.
Por eso estaban allí.
La esposa de Tregar probablemente le doblaba la edad, siendo casi veinte años mayor que Viserys, pero no era para nada fea, quizás sus pechos estaban un poco caídos y su rostro resignado estaba empezando a mostrar señales de su edad a través de pequeñas arrugas alrededor de su boca y sus ojos, no obstante la dama aún conservaba ese aire de elegancia de alguien claramente nacida y criada en la nobleza.
Obviamente no tuvieron permitido subirse a la cama junto al Príncipe Ormollen, por lo que Viserys optó por acostar suavemente a la esposa de Tregar sobre la dura mesa de madera que estaba en medio de la habitación y tras enviarle de disculpa con sus ojos, comenzó a follarla.
Aún recordaba la mirada de derrota de la pobre mujer.
Debió ser una pesadilla para ella, no estaba para nada mojada y aunque ella intentó ahogar sus gruñidos de dolor, Viserys pudo oírlos perfectamente.
El joven Targaryen no tuvo más remedio que ignorar la culpa que sentía, él estaba violando a una pobre mujer bajo las órdenes de un Príncipe extranjero por una bolsa de monedas.
Para tratar de ahogar su culpa, Viserys comenzó a repetir una y otra vez en su mente que necesitaba el dinero, que hacía esto por el bienestar de Daenerys.
Así mismo él hizo lo mejor que pudo en hacer que la dama sintiera algo de placer, ella no se merecía ser tratada como una puta por su propio marido, pero el no podía ayudarla.
Un par de horas después Viserys había derramado tanta de su semilla dentro de su vientre, que era casi inevitable que ella saliera de la casa de placer con un bastardo creciendo dentro su ser.
Las visitas de Lynesse, Tregar y su esposa al burdel continuaron por otras nueve noches consecutivas, y cada vez Viserys era elegido para castigar a la mujer del príncipe, quien simplemente se dejaba hacer, llorando silenciosamente.
La décima noche, sin embargo, ocurrió algo diferente.
Sólo Lynesse y la esposa de Ormollen entraron al burdel, al parecer el Príncipe estaba ocupado negociando un acuerdo comercial con alguien importante, pero aún deseaba que su esposa recibiera su castigo.
La pobre dama, que para entonces ya debía estar embarazada con su bastardo, fue desnudada frente a todos en el lugar y Lynesse declaró en voz alta que la esposa de Tregar sería de uso libre para todos los que quisieran follarla hasta el amanecer, por supuesto Ormollen le daría al establecimiento una compensación monetaria a cambio.
Esa noche, la mujer que sin duda alguna daría a luz a su hijo, fue abusada por docenas de hombres, uno tras de otro, sin parar.
Lady Hightower por su parte, no se molestó en quedarse a ver el espectáculo, en cambio, tomó a Viserys y se lo llevó a la misma habitación que habían estado usado la última semana.
No dijo ni una sola palabra mientras Viserys la ayudaba a deshacerse de su elegante y probablemente muy costoso vestido.
Pronto la dama estaba completamente desnuda, mostrándose en toda su gloria ante el joven dragón, su piel de porcelana, sus suaves curvas, el arbusto rubio entre sus piernas que coronaba la entrada al paraíso.
Por un momento, Viserys le dio gracias a todos los dioses en los que ya no creía por dejarlo vivir ese momento.
Lynesse seductoramente se sentó en el borde del colchón y levantó una de sus piernas ligeramente.
Captando rápidamente lo que ella quería que él hiciera, Viserys se dejó caer de rodillas y tomó el pie ofrecido como si de la joya más costosa se tratase.
"Tu eres Viserys Targaryen, hijo del Rey Loco" La rubia declaró con naturalidad, mientas el susodicho plantaba besos de adoración sobre su hermoso y delicado pie.
Ella sabía quién era, él no sabía como, pero Lynesse lo supo todo el tiempo.
Viserys solo asintió mientras poco a poco subía dejando besos húmedos por las largas piernas de Lynesse en búsqueda de la fuente de ese aroma almizclado que lo enloquecía y lo atraía como una polilla a las llamas.
Que supiera su identidad no le importaba mucho a decir verdad, después de todo, sin dinero, sin un ejército y hombres leales a su causa, su nombre y su título no servían mas que para recordarle todo lo que había perdido.
"Ven conmigo a Lys, y convenceré a Tregar de la importancia de tu sangre de dragón"
Pero Lynesse sabía lo que significaba que un heredero legítimo al Trono de Hierro aún viviera para oponerse al Usurpador.
Ella sabía la oportunidad que nacía con la mera existencia de su reclamo por el Trono que su ancestro el Conquistador forjó con las llamas de Balerion el Terror Negro.
Al parecer él no era el único que soñaba con regresar a su hogar.
"Se mío, y tendrás el poder de Lys y toda su flota respaldándote si decides recuperar la Corona de tu familia"
Él aceptó, ella no necesitó endulzar la propuesta, solo la sensación de los suaves muslos apresando su rostro con un agarre de hierro y el glorioso sabor de su centro, fue más que suficiente para convencerlo.
A decir verdad, si esa noche Lynesse le hubiese dado la orden de luchar contra un león por ella y lo decía con esos mismos labios que habían aullado de placer mientras se corría en su polla, Viserys habría tomado una espada y habría dado su vida para complacer a Lady Hightower.
Era un hombre débil, lo sabía, pero en su defensa decirle que no a Lynesse cuando ella quería algo parecía ser una tarea completamente imposible, al menos para él.
Daenerys I
Se había equivocado, ahora podía verlo.
Había sido la rabia, el dolor, la traición, la desesperación, acompañado con la urgencia de tomar el trono antes que sus enemigos la asesinaran para que los malditos traidores pudieran coronar a su sobrino como el Rey de los Siete Reinos.
Fue esa mezcla de sentimientos lo que destruyó la Capital de los Siete Reinos.
Fueron Cersei Lannister, Euron Greyjoy, El Rey de la Noche, Jaime Lannister, Tyrion, Varys, Sansa y Arya Stark los que destruyeron King's Landing, no podían culparla.
No cuando Daenerys aún podía escuchar los gritos de dolor de Viserion y Rhaegal mientras eran derribados de los cielos.
O cuando en su memoria se repetía una y otra vez las trágicas muertes de Ser Jorah y Missandei.
Y aún así, ella debió haber escuchado a Tyrion, le dolía en el corazón admitirlo, pero su Mano tenía razón, ella debió detener el saqueo de la ciudad tan pronto sonaron las campanas.
Pero la furia de Drogon por la perdida de sus hermanos junto a la suya propia por la ejecución injusta de su mejor amiga, fue motivo más que suficiente para desatar el poder de su hijo y reducir toda la ciudad, la fuente de su dolor, a cenizas.
Se había sentido tan bien, que lloviera fuego y sangre para castigar a los culpables de sus penurias, por quienes ella entregó todo y aún así, a pesar de sus sacrificios para salvar el mundo de los hombres, la rechazaron.
No fue sino hasta que Jon fue a enfrentarla, cuando la furia y el dolor se habían reducido a meras brazas en el interior de su alma, que ella se dio cuenta de lo que había hecho.
Niños… Niños pequeños quemados!
En ese momento no pudo aceptar que se había equivocado. Era demasiado tarde, ya había destruido la ciudad, no podía retractarse, lo que estaba hecho, hecho estaba y no podía deshacerse.
Y aún le dolía tanto, en su interior ella agonizaba, tenía por fin en sus manos lo que por años luchó con tanto esfuerzo para recuperar y al final, el precio que pago era inimaginablemente alto.
Además! Tyrion, su Mano de la Reina, la había traicionado! había conspirado con Jaime Lannister, para sacar a su hermana de la fortaleza Roja. Y sí, puede que al final ambos murieran en las profundidades del castillo, cuando ésta se derrumbó bajo el fiereza del aliento de fuego de Drogon, pero traición era traición al fin y al cabo.
Pero Jon no quería verlo, quería que ella lo perdonara, que le diera clemencia, y ella no podía, en su corazón no quería.
El mundo que necesitamos tiene que ser un mundo de misericordia!
Y su Jon– no, su Aegon era un hombre tan bueno, tan honorable que no paraba de rogarle para que perdonara a todos los que lucharon contra ella, incluyendo a los soldados Lannister, quienes también habían sido los mayores enemigos de los Stark por los últimos ocho años.
Oh como lo amaba, Daenerys jamás pensó que ella podría llegar a amar a un hombre como una vez amó a Drogo y sin embargo Aegon robó su corazón tan fácilmente, que francamente la aterrorizaba.
Pero otra mujer ya había hundido su colmillos y sus garras en él.
Sansa Stark, junto a su hermana Arya susurraron en sus oídos palabras de traición y lo alejaron de ella, lo pusieron en su contra.
Las lobas del norte atrajeron al dragón lejos de su guarida, y con falsas promesas de amor y familia lo sedujeron, y lo domesticaron hasta el punto en que el rey de los cielos descartó sus alas y se escondió bajo las pieles de un lobo blanco.
Su amado Aegon abandonó su lecho de amor tan pronto llegaron a Winterfell, alegando que sería indecoroso que una Reina durmiera con un hombre si no estaban casados y desde que se reunió con sus primas, él comenzó a limitar su afecto hacia Daenerys a sólo besos ocasionales, y eso siempre que nadie los viera.
Fueron ellas y quizás los traidores Tyrion y Varys, los que convencieron a Aegon de asesinarla.
Después de todo él nunca la lastimaría, él era un buen hombre, uno que anteponía su honor sobre todas las cosas, él no se convertiría en un asesino de parientes y menos, un asesino de Reinas, si no lo estuvieran obligando.
Por ello Dany no lo culpaba.
Eres mi Reina, ahora y siempre.
Y ahora tenía una segunda oportunidad.
No sabía cómo, ni porqué, pero Daenerys se había despertado hace poco más de un mes en este nuevo mundo.
Tenía siete y diez onomásticos nuevamente, pero el mundo era distinto al que recordaba.
No estaba viviendo en Pentos junto a su hermano Viserys, como invitados del Magistrado Illyrio Mopatis, a la espera de ser vendida a su primer esposo.
Por alguna razón, ahora se encontraban en Lys, viviendo como invitados del Príncipe Tregar Ormollen, desde hace poco más de dos años, según lo que Viserys le había dicho.
De hecho, Viserys parecía una persona completamente distinta a lo que Dany recordaba, menos paranoico y vengativo, se veía alegre incluso. Además, no que importará, pero su cabello ahora le llegaba a la cintura en vez de a la altura de los hombros como en su memoria.
Y al parecer Dany ahora tenía dos pequeños sobrinos, sin contar a Jon por supuesto.
El primero, Gaemon de Lys, tenía alrededor de dos onomásticos y para su sorpresa, era el hijo bastardo de su hermano con la esposa del Príncipe Tregar.
Daenerys no entendía por qué su anfitrión había permitido tal insulto, incluso después de dejarles vivir en su mansión, pero se alegraba que no hayan desterrado al pobre niño, eran familia después de todo, y que Viserys no haya sido castigado por revolcarse con la mujer del Príncipe era prácticamente un milagro.
Y luego estaba la pequeña Daenys Targaryen, de apenas tres lunas de edad e hija primogénita de Viserys y su esposa… Doreah.
Su amiga, su compañera, quien le enseñó como hacer feliz en la cama a Drogo y quién cuando más la necesitaba la traicionó, ella le entregó sus dragones a los Warlocks de Qarth, y asesinó a Irri.
Resulta que ella se había casado con Viserys.
Al parecer fue el propio Príncipe Ormollen y su amante Lynesse Hightower, la antigua esposa de su adorado protector y Caballero, Ser Jorah, quienes arreglaron el matrimonio para su hermano.
No sabía por qué su hermano aceptó desposar a una antigua esclava de placer pero aún así, Daenerys no tenía más remedio que aceptar la unión.
Su buena hermana aún no la había traicionado, así como Viserys aún no la había amenazado con cortar su vientre y sacarle a Rhaego en su ira.
Al igual que Jon… Aegon aún no había clavado su daga en su corazón siguiendo las órdenes de Sansa Stark.
Tenía una nueva oportunidad.
Podía hacer las cosas bien.
Podía recuperar el Trono de su familia, su Trono.
Y más importante aún, ésta vez tendría a Aegon a su lado. Él sería el Consorte perfecto, el Jinete de Rhaegal y por supuesto un esposo y padre amoroso.
Lo sentía por su sol y sus estrellas, pero Aegon y ella estaba destinados a estar juntos, su hermoso Dragón Esmeralda iba a ser el padre de Rhaego y juntos romperán la rueda, recuperarán los Siete Reinos y crearán el mundo de Piedad que ambos anhelan.
Viserys podía unirse a ellos si quería, tal vez Daenerys le entregue Harrenhal, para que viva su nueva vida con Doreah y críen a sus hijos en un castillo digno de la grandeza Targaryen.
Ella incluso podría permitirle a Sansa Stark convertirse en la segunda esposa de Aegon, en la Visenya de su marido, eso debería asegurarle la lealtad de la Loba Roja de Winterfell. Daenerys estaba completamente segura que la prima de Egg estaba perdidamente enamorada de él, lo supo desde el momento en que sus ojos la vieron abrazando a Jon cuando llegaron por primera vez a Invernalia.
Además, si todo salía bien, quizás podría considerarla a ella como una forma segura de restaurar la casa Targaryen a su antigua gloria.
Ella misma no podía arriesgarse a quedar embarazada muchas veces, por más que anhelara ver su vientre redondeado con sus bebes, después de pasar tantos años siendo totalmente incapaz de crear vida con su vientre, era más que natural que ahora que podía hacerlo nuevamente estuviera tentada a darle muchos hijos a Aegon.
Pero era muy riesgoso, ella sabía muy bien que era más que posible que una mujer no sobreviva al parto, y como Reina Gobernante ella no podía darse el lujo de tomar esa apuesta muchas veces.
Así que sería trabajo de Aegon y Viserys, el reconstruir su Casa desde cero. Tal vez Arya Stark también se interese en ser amante de Aegon, ellos parecían ser bastante cercanos.
"Princesa". Una esclava vino a buscarla.
La cena estaba lista y su hermano y sus anfitriones solicitaban su presencia en el comedor.
Ella por su parte se encontraba disfrutando de un baño en una bañera de cobre que cuando la trajeron a sus aposentos hace ya un buen rato el agua estaba completamente hirviendo como a ella le gustaba, aunque ahora ya se había enfriado bastante.
Daenerys le agradeció a la pobre sirvienta y se levantó lentamente, saliendo de la bañera, su piel totalmente intacta a pesar del calor del agua.
En ningún momento la madre de dragones ocultó su cuerpo, ella estaba realmente orgullosa de cómo se veía y hace mucho tiempo había perdido la vergüenza de mostrar su desnudez, de hecho con frecuencia disfrutaba de las miradas repletas de deseo que recibía, tanto de hombres como mujeres.
Ésta última luna de hecho Daenerys decidió aprovechar su estancia como invitada en una mansión en una isla del verano para disfrutar del calor y los rayos del sol que sólo se podían conseguir viviendo tan al sur y de los vientos salados de mar que entraban por el enorme balcón, paseándose completamente desnuda por sus habitaciones.
Cuando salía de sus aposentos sin embargo, utilizaba vestidos hechos con telas ligeras, casi transparentes que no ocultaban sus atributos en lo absoluto y algo similar es lo que pensaba ponerse para la comida de ésta noche.
La esclava se apresuró a secar su cuerpo y a vestirla con un hermoso vestido de seda color rojo sangre, en honor a la Casa Targaryen, ella no llevaría ropa interior bajo su vestido, por lo que sus pezones y el arbusto entre sus piernas serían completamente visibles.
Tampoco iba a utilizar zapatillas, el piso de mármol de la mansión estaba lo suficientemente limpio como para poder caminar descalza por todo el lugar libremente.
A penas recordaba lo mucho que le gustaba utilizar ropas ligeras y reveladoras, esos últimos dos años, tanto en Dragonstone y como en Winterfell, los vientos de invierno la obligaron a utilizar gruesas pieles para mantener alejado el frío extremo, sin embargo allí eso no era necesario.
La esclava terminó y se excusó para continuar con sus deberes.
Esclavitud.
Que practica tan barbárica.
Por años ella luchó para erradicar la esclavitud en Essos. Sus ciudades en la Bahía de los Dragones, Astapor, Yunkai y Meereen, eran un testimonio perfecto de que era posible liberar a todos los esclavos de este mundo y ella así lo haría.
Dany se juró internamente que antes de navegar a Westeros, ella liberaría todos y cada uno de los esclavos que sufrían en Lys, y en las ciudades que algún día fueron suyas, después de todo, ella era la Rompedora de Cadenas, no es así?
Pero para ello necesitaba recuperar su poder, sus ejércitos, sus amados dragones.
Dándose la vuelta, su atención se enfocó en el fuego que calentaba sus aposentos.
Allí, en medio de las llamas descansa su hijo, su adorado Drogon, aún dentro de su huevo, esperando el momento adecuado para eclosionar.
De alguna forma los huevos de sus hijos encontraron su camino hasta ella, se suponía que Illyrio los tenía y planeaba dárselos en su boda con Drogo, pero ahora estaban aquí, y en poco tiempo los dará a luz nuevamente.
No se sentía bien que sólo uno de sus hijos estuviera realmente con ella, pero no debía preocuparse.
Su hermano tenía el huevo de Viserion, y si bien Dany no podía confiar en el Viserys del viejo mundo con uno de sus hijos, el nuevo Viserys era mil veces mejor que el jinete con el que su pequeño y amable dragón terminó atrapado la última vez y con un Targaryen como jinete, Viserion sería un objetivo mucho más difícil para las Lanzas del Rey de la Noche.
Y Rhaegal, bueno, solo había un lugar en el que el huevo de Rhaegal podría estar, y ella sabía que Aegon cuidaría bien de su hijo.
"Pronto estaremos todos juntos" Murmuró acariciando suavemente la superficie escamosa del hogar temporal de su bebé. "Pronto regresaremos a casa"
Jon III
Rhaegal.
El cofre que Robb y él encontraron en su camino a Winterfell el día de su despertar en este mundo contenía el huevo de Rhaegal.
Jon podía sentirlo, el vínculo entre ambos, en su ser, en su alma podía sentirlo, su dragón estaba allí, vivo, esperando el momento adecuado para eclosionar y reunirse con su jinete.
Era un sentimiento parecido al que percibió en el momento que la Loba Huargo de su padre entró por las puertas de la fortaleza de su familia, Ghost también estaba esperando para reunirse con su compañero.
No obstante, el huevo de Rhaegal no fue lo único que encontraron su hermano y él en ese cofre.
Si la certeza de tener un dragón a su disposición no fuera ya el pináculo de un tesoro que unos jóvenes de diez y siete onomásticos podían descubrir en medio del bosque, las dos armas de Acero Valyrio que acompañaban al huevo, no se quedaban atrás.
Una de ellas, Jon la reconoció con suma facilidad.
Catspaw, la daga que estuvo destinada a ser usada para acabar con la vida de Bran por órdenes de Littlefinger y que durante la Gran Guerra, su hermanita Arya utilizaría para acabar con la amenaza del Rey de La Noche y los Caminantes Blancos.
La otra, sin embargo, Jon deseó no haberla podido reconocer.
Era una espada bastarda, al igual que su Longclaw, pero está parecía ser un poco más delgada, no obstante su balance era nada menos que perfecto. Su guarda y su mango por su parte delataron fácilmente la identidad del arma.
Una guarda con forma de alas, su mango de cuero negro y su pomo que recordaba a un huevo de dragón, no podía ser otra que Darksister, la hoja que perteneció a la Reina Visenya Targaryen, a Daemon el Príncipe Pícaro, a Aemon el Caballero Dragón y a Brynden Rivers, el actual Cuervo de Tres Ojos.
Se suponía que la legendaria espada se perdió cuando Bloodraven desapareció más allá del muro, pero teniendo en cuenta que el huevo de Rhaegal debía estar en Pentos, Jon sólo pudo suponer que el contenido del cofre era un regalo del Señor de la Luz.
Ahora, no tenía que ser un Greenseer para saber que el Bastardo de Winterfell no podía caminar por el castillo con una de las espadas ancestrales de la casa Targaryen colgando se su cadera así como si nada, por ello él y sus hermanos acordaron que las armas de acero valyrio en su posesión se mantendrían ocultas hasta el momento en que tomaran control del Norte y le revelaran la verdad a Lord Stark y sus abanderados.
"Deberías encargarle a Mikken que forje una réplica de Longclaw para ti" Arya comentó una noche mientras él y los jóvenes Stark se reunían en la habitación de Robb.
Habían comenzado a hacer estas reuniones cada pocas noches desde su despertar en el nuevo mundo, el principal motivo era por supuesto el planear los movimientos políticos, económicos y militares que los llevaría a la victoria y a la supervivencia de su casa en las guerras por venir.
Y por supuesto, pasar tiempo en familia, echar chistes, chismear y disfrutar de poder estar juntos nuevamente después de tanto tiempo.
"Tienes razón, igual tengo que pedirle que forje a Neddle" Jon estuvo de acuerdo.
Las espadas de Mikken eran de muy buena calidad y si bien no se comparaban realmente a una de Acero Valyrio, servirían como un reemplazo bastante decente mientas esperaba el momento adecuado para usar a Darksister.
Aunque puede que terminen sobrecargando de trabajo al pobre herrero.
Hacer una sola espada de buena calidad podría tomarle a un herrero hasta semanas, sino lunas enteras en completar, si el arma estaba destinada para un Señor feudal o un Rey aún más.
Longclaw no era especialmente ornamentada y para Mikken, Jon no era más que el bastardo de su Señor, así que podría tardarse una quincena en terminarla probablemente.
Sin embargo, Neddle era más complicada, el diseño Braavosi aseguraba que al menos una luna fuera necesaria para tener lista la pequeña arma de su hermana.
Mientras tanto, tanto él como Robb se conformaron con espadas sin filo de entrenamiento, éstas eran mucho más pesadas que las de acero vivo y les servirían de maravilla para volver a desarrollar la fuerza en los brazos que necesitaban para los combates futuros.
Sin embargo, en la privacidad de su habitación Jon no pudo evitar tomar a Darksister y gastar un par de horas limpiándola y engrasándola como solía hacerlo con la espada que le obsequió el Lord Comandante Mormont.
Esta noche sin embargo su atención se fijó en la otra arma ancestral de la familia de su padre.
Según Bran, Blackfyre y Darksister no fueron las únicas hojas de acero valyrio que pertenecieron a los conquistadores, al parecer Catspaw fue originalmente la daga del Lord de Rocadragón, Aenar Targaryen y luego fue heredada por Aegon Primero y pasada a sus descendientes tras su muerte.
Pero que fuera una de las armas de la Conquista no era lo más importante en la historia de esta daga.
Bran lo había dejado muy en claro, que la Daga pudiera destruir al Rey de La Noche no fue una mera coincidencia.
Si uno calentaba la hoja de Catspaw en las llamas hasta que estuviera al rojo vivo, unas escrituras en los glifos Valyrios se revelaban, su pequeño hermano les explicó.
Y por supuesto, tenía razón.
Aunque Jon no entendía el Alto Valyrio, él solo podía hablar la legua común y muy recientemente la lengua antigua, pero del idioma de su familia paterna apenas y si comprendía algunas palabras.
Arya de todas las personas fue quien tradujo el mensaje.
De mi sangre nacerá el Príncipe que Fue Prometido y suya será la Canción de Hielo y Fuego.
El Príncipe que fue Prometido.
El proprio Aegon el Conquistador creía en esa maldita profecía, demonios! Él no era Azor Ahai, él no tenía ninguna espada llameante llamada Lightbringer, y no fue él quien derrotó a Gran Otro.
Pero Bran dijo que ese era su destino, no el de Stannis, no el de Dany, él debía ser quién unificaría a Westeros y quien lideraría la batalla por el Amanecer y la ganaría, así como lo hizo la última vez.
Sí, porque incluso si el golpe final lo dio Arya, fue Jon quien reunió en Winterfell a los ejércitos y a las personas necesarias para defender el Reino de los hombres y fue él quien comandó las fuerzas y lideró el combate que los llevó a la victoria.
O al menos eso creía Robb, quién por suerte no estuvo allí para presenciar la absoluta destrucción de su castillo, la masacre de los hombres, mujeres y niños que lucharon valientemente para defender la vida, fue él quién no entendía la magnitud de la derrota que habría caído sobre los hombros de Jon si Arya no ponía fin a la batalla con una sola puñalada.
Incluso sobre el lomo de Rhaegal, él había sido inútil, claro, había quemado a cientos y cientos de espectros, pero apenas había hecho mella en la descomunal avalancha de muertos y luego, en la batalla en los cielos contra Viserion, incluso con la ayuda de Drogon, ellos perdieron.
Si bien su dragón le arrancó la mitad de la cara a la montura del Rey de la Noche, no pudo eliminarlo del combate, Viserion no dejó de moverse sino hasta el momento en que Arya eliminó a los Caminantes Blancos.
"Aún estas pensado en eso" Escuchó a Sansa murmurar preocupada a sus espaldas.
Su hermana se encontraba recostada sobre las pieles de la cama que ambos había empezado a compartir no más de un par de días atrás. Era la cama de Jon por supuesto, y ella sólo se colaba a su habitación pasada la hora del búho.
Él simplemente suspiró con cansancio y alejó la mirada de la daga de su antepasado, volteando a ver el fuego que calentaba su habitación, donde reposaba el huevo de Rhaegal, ambos siendo claras conexiones a la familia que desesperadamente no quería pertenecer.
"Sí, es sólo que–"
Todo esto era demasiado para él.
Por supuesto, él creía en la magia, sería imposible que no lo hiciera, después de lo que ha vivido desde que salió de Winterfell para unirse a la Guardia, pero sería demasiado hipócrita de su parte querer que el sueño que guio a Aegon y sus Hermanas a conquistar Westeros en un intento de unificar los Siete Reinos bajo una sola bandera, para así poder tener una oportunidad de derrotar a los Otros, y las profecías que convencieron a Rhaegar que debía tener un tercer hijo porque el dragón tiene tres cabezas fueran nada más que el resultado de la locura de la Casa del Dragón y no una verdad irrefutable de la que no podía escapar?
No sabía como explicarle esto a su hermana, no tenía las palabras para hacerlo.
Ella por supuesto lo comprendía perfectamente, ella captó su incertidumbre y su preocupación y siendo la mujer perfecta que era actuó en consecuencia.
Sintió sus brazos deslizarse por sus costados, una mano subiendo hasta detenerse justo sobre el centro de su pecho, donde la cicatriz que marcaba su muerte y resurrección descansaba, y la otra serpenteó hasta detenerse justo por debajo de su ombligo. Sansa envolvió su cuerpo con sus esbeltas y hermosas piernas para completar el abrazo.
Ella no dijo nada, simplemente lo sostuvo en un abrazo amoroso y eso era justamente lo que él necesitaba, que ella estuviera allí para él, nada más.
La sensación de su piel desnuda contra la de él era un bálsamo para su mente y su corazón. Al sentir sus pequeños pechos contra su espalda, sus besos en su cuello y hombros y escuchar sus dulces murmullos de consuelo, Jon podría jurar que a pesar de todo él era un hombre afortunado.
