Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de Silque, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.

Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from Silque, I'm just translating with the permission of the author.

Capítulo traducido por Yanina Barboza

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POV Bella

Despertar en una cama extraña no habría sido tan malo si no hubiera estado sola. Sabía que le había pedido a Edward que se quedara hasta que me durmiera, pero en el fondo de mi corazón, me hubiera gustado que se quedara toda la noche. Sabía que era egoísta porque él no dormía, y no podía imaginar lo aburrido que habría estado, simplemente acostado allí mientras yo dormía toda la noche.

Aun así… suspiré un poco, pasando la mano por el lugar a mi lado, donde había estado anoche. Hubiera sido tan lindo despertar con sus hermosos ojos. Y sus fuertes brazos rodeándome. Y su cuerpo presionado contra el mío. Me estremecí ante ese recuerdo.

Cuanto antes me levantara de la cama, antes estaría con Edward otra vez. Solo pensar en él me daba un vuelco en el estómago. Rápidamente hice la cama, luego recogí la ropa para el día y me fui al baño. Como me lavé el cabello ayer por la tarde, no necesitaba hacerlo hoy, así que lo até en la parte superior de mi cabeza y comencé a ducharme.

Debería haber sabido que era solo cuestión de tiempo antes de que tuviera un percance, y en el momento justo, me resbalé saliendo de la ducha. El mármol es precioso, pero también muy resbaladizo, y me caí. Afortunadamente, sostuve la mayor parte de mi peso en mis manos, pero logré golpearme bastante bien la cadera cuando golpeé el suelo.

En cuestión de segundos, Edward estaba arrodillado a mi lado. ¡Esa audición de vampiros! Mortificada, agarré una toalla de la barra de la puerta de la ducha y me tapé apresuradamente. Él ni siquiera pareció darse cuenta.

—¡Oh, Dios, Bella! ¿Tienes algo roto? ¿Qué te duele? Carlisle está en el hospital, pero Rosalie tiene un título en medicina. La llamaré…

—¡Edward, detente! Estoy bien, de verdad. Solo me golpeé la cadera. Solo... uf. Me resbalé, no es gran cosa. Lo hago todo el tiempo. No tengo nada roto.

No dudó ni un segundo, simplemente me tomó en sus brazos y me llevó a la cama. Me las arreglé para mantener todas las partes pertinentes cubiertas con la toalla, pero todo lo que se veía estaba sonrojado de un color rosa brillante. Sí, se me ruborizaba todo el cuerpo si había mucho en juego.

Edward apartó la esquina de la toalla que cubría mi cadera y siseó. Miré hacia abajo y, efectivamente, ya se estaba formando un bonito hematoma en el lugar donde había golpeado el suelo.

—Voy a llamar a Carlisle. Necesitas radiografías. ¿Te duele en algún otro lugar, amor? —Su rostro era una máscara de angustia.

—Cariño, vamos. Me caí y me golpeé la cadera. Es un moretón, no tengo nada roto y estoy bien. Te prometo que estoy bien. —Tomé su mano y la apreté para tranquilizarlo.

—Lo siento mucho, amor. Debería haberme dado cuenta de lo resbaladiza que sería la ducha para ti. Dios, soy un idiota —se reprendió a sí mismo, tirando de su cabello.

—Edward, por favor, cálmate, ¿eh? Me he estado cayendo desde que era pequeña. Este es solo otro día para mí. —Saqué una de sus manos de su cabello y sus ojos se posaron en los míos—. Olvídalo. Te digo que estoy bien. Te prometo que si realmente me hubiera lastimado, estaría dispuesta a que me llevaras al hospital. ¿Confiarás en mí?

Me quitó mechones de cabello de la cara.

—Está bien. Confiaré en tu palabra. Esta vez. Pero prometí que siempre estaría allí para atraparte, y fallé. Me siento terri…

—Yyy ya es suficiente —dije con firmeza—. La única manera de hacer eso es si me siguieras cada segundo de cada día. Después de todo, una chica necesita su privacidad. —Le guiñé un ojo—. Y hablando de privacidad, ¿crees que podría tener algo para poder vestirme? —Señalé la toalla que cubría mi cuerpo.

En el segundo exacto en que saltó sobre sus pies como si lo hubiera quemado, y comenzó a tartamudear disculpas, Alice apareció en la puerta, con los ojos muy abiertos.

—¡Edward Anthony Masen Cullen! ¿Qué en nombre de todo lo sagrado le estás haciendo a Isabella? —Edward la miró con horror y ella rápidamente se echó a reír—. ¡Oh, Dios! ¡Tu cara!

No estaba segura a la cara de quién se refería, porque estaba bastante segura de que yo parecía al menos tan horrorizada como Edward.

Él se recuperó primero, haciéndome una pequeña reverencia rígida como si estuviéramos en un salón bebiendo té.

—Baja las escaleras cuando estés lista. Hoy saldremos, pero vístete informal. —Su rostro estaba rígido como su reverencia y sus ojos estaban fijos en la pared. Se dirigió hacia la puerta y agarró a su hermana del brazo. Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, podría haber jurado que escuché a Edward sisear mientras se alejaban por el pasillo.

Cuando finalmente llegué a la sala de estar, Edward me encontró al pie de las escaleras. Alice estaba hojeando una Cosmo, Rosalie se examinaba las uñas y los chicos estaban sentados en el mismo lugar que la noche anterior, en el sofá, jugando un videojuego. Si no estuvieran usando ropa diferente, sospecharía que habían estado sentados allí toda la noche.

Emmett pausó el juego y me miró con una sonrisa maliciosa.

—¡Buenos días, Bumble Bee!

Oh, como si no hubiera visto venir esto a un kilómetro de distancia.

—¿Bumble Bee? —Edward estaba gruñendo profundamente en su pecho. Puse una mano en su brazo para calmarlo—. Tengo esto —susurré.

—¡Sí! Porque andas torpemente y tu nombre es Bella. Bumble "B" —sonrió.

Fingí reírme y me crucé de brazos, mirándolo de arriba abajo.

—Oh, sí. Oye, eso es muy gracioso, Emmett. Sin embargo, te ves elegante esta mañana. ¿Encontraste una tienda cercana que venda Garanimals* en tamaño "Neanderthal" o tienes que hacer el pedido en línea?

Hubo un silencio sepulcral durante unos tres segundos mientras la boca de Emmett se abría, y luego Jasper comenzó a reírse tan fuerte que se cayó del sofá. Alice se reía histéricamente, e incluso la boca de Rosalie se torció, como si estuviera tratando de no sonreír. Sentí a Edward reír suavemente contra mi lado.

Esme apareció en la puerta de la cocina, sonriendo enormemente.

—Bueno, parece que alguien te tiene calado, Emmett. —Ella me guiñó un ojo—. Ven y ayúdame a preparar tu desayuno, querida. ¿Quieres panqueques o un omelet?

Besé a Edward, que sonreía ampliamente, en la mejilla y me fui a la cocina con Esme.

Después del desayuno, Edward y yo bajamos las escaleras hasta el garaje, donde me llevó a un vehículo cubierto con lona estacionado junto a la pared del fondo. Con una sonrisa juvenil, quitó la lona para revelar lo que claramente era su orgullo y alegría; su Aston Martin V12 Vanquish. La pintura plateada brillaba y los detalles en cromo brillaban gracias a, estaba absolutamente segura, horas de pulido a mano. Era un coche precioso y parecía letalmente rápido. Justo como le gustaba a mi novio vampiro fanático de la velocidad.

Mi novio.

Me detuve de repente y miré a Edward. Este vampiro era mi novio.

—Edward, ¿adivina qué?

—¿Qué? —Estaba claramente confundido.

—Eres mi novio —sonreí.

Su sonrisa torcida como respuesta rivalizaba con el sol y me hizo respirar raro.

—Sí, soy tu novio. ¿Y sabes lo que eso significa? —preguntó en broma.

Estaba encantada de jugar.

—¿Qué?

—Eres mi novia.

—Sí, soy tu novia. Y ahora mismo, soy tu novia que necesita urgentemente algunos besos de su novio.

Cuando las palabras salieron de mi boca, de repente él estaba allí, justo frente a mí. Mi vampiro era rápido.

—Tu novio estará feliz de complacerte.

Me complació durante varios minutos, hasta que una voz femenina resonó en el espacio.

—¡Salgan de mi garaje!

Me di vuelta para ver a Rosalie, vestida con un mono ajustado y el cabello recogido en una cola de caballo.

—Si quieres que revise tu Volvo, entonces lárgate. Tienes un dormitorio para ese... —nos señaló vagamente— tipo de asuntos.

Edward se rio.

—Nos vamos. ¡Diviértete, Rose!

Ella resopló y rápidamente nos ignoró.

Nos subimos al Vanquish y, fiel a mi predicción, nos sacó del garaje y nos condujo por el camino de entrada como si el mismo diablo nos persiguiera.

Después de un breve recorrido por el pueblo, que fue corto por necesidad; realmente no había mucho pueblo, nos condujo hacia el norte por la 101, luego a la derecha por la 110 hasta que terminó el pavimento. Estaba desconcertada, porque no había más que bosque en tres lados, con el camino por el que habíamos llegado detrás de nosotros.

—Um... ¿novio? ¿Querías mostrarme... árboles?

—No, no, novia. Vamos a ir a correr. —Abrió el baúl y sacó una mochila.

Me reí burlonamente.

—Yo. Correr. Sí, déjame saber cómo te va con eso, novio.

Ahí estaba otra vez esa hermosa y torcida sonrisa.

—No te preocupes, encantadora novia. Yo correré, tú montarás. Vamos. —Me tendió la mano y nos adentramos en el bosque. A los pocos pasos, me puso la mochila y luego me subió a su espalda. Me reí como una niña pequeña. Él tenía ese efecto en mí—. ¡Agárrate fuerte!

Empezó a correr. Luego corrió más rápido. Casi me olvidé de respirar. Los árboles que pasaban zumbando no eran más que una mancha borrosa, y finalmente tuve que cerrar los ojos y enterrar mi rostro en su cuello, aferrándome con todas mis fuerzas.

Me tomó un momento darme cuenta de que nos habíamos detenido. Me dio unas palmaditas en la pierna.

—Ya puedes soltarme, amor. Estamos aquí.

Abrí los ojos para ver... más árboles. Horriblemente confundida, bajé las piernas de alrededor de su cintura y me deslicé al suelo.

—Edward, cariño, cielo, dulzura... todavía estamos en el bosque.

—Mujer de poca fe. Vamos. —Quitándome la mochila, volvió a tomar mi mano y me condujo entre los árboles. Atravesamos la maleza y vi que estábamos al borde de un prado, en lo profundo del bosque. El prado era pequeño, perfectamente redondo y lleno de flores silvestres; violetas, amarillas y blancas. En algún lugar cercano se oía la música burbujeante de un arroyo. Era, literalmente, el lugar más hermoso que jamás había visto.

En el centro del claro había una manta extendida sobre la hierba. Sobre esa manta había un estuche de guitarra.

—Oh, Edward.


*Garanimals: es una colección de ropa infantil que hace el mezclar y combinar muy divertido.