El canto del petirrojo
Contexto: Historia ubicada despues de la "muerte y resurrección" de Yuji antes del evento de las escuelas de Tokio y Kioto.
Un suave sonido lo despertó… un canturreo alegre ¿En qué momento se había despertado? Ella parecía siempre como un ave al alba, que despertaba y empezaba a cantar.
A pesar de que ella estuviera ausente en la cama, él aún no quería levantarse. Cómo un niño emberrinchado, abrazó la almohada donde la noche anterior había descansado la cabeza de Utahime, inhaló profundo y detectó el suave aroma de la loción que se ponía en las noches ella, era dulce —Lo cual le provocaba cierta gracia, ya que ella odiaba comer dulces—, Sin embargo no era un aroma empalagoso, era un olor suave a vainilla, como el de un postrecillo de alta repostería. Nuevamente aspiró profundamente a la par que estrujaba la almohada, pareciera que estuviera abrazando a la morena, sólo que este apretón no tenía la calidez del cuerpo ni el sonido del corazón de ella. De a poco parecía que se iba a volver a dormir.
En su casi ensoñación, recordó la noche anterior… Los dos días anteriores habían sido estresantes, su recién integrado alumno y protegido, Yuji Itadori había muerto tras un altercado provocado por los altos mandos, que había sido disfrazado con una misión… Había sido una trampa, ya que el joven hechicero era considerado peligroso, pero no sólo la misión había sido peligrosa para el muchacho, sino que también puso en riesgo a sus dos compañeros de primer año. Por fortuna, Itadori había podido revivir gracias a su vínculo con Sukuna, sin embargo toda la situación había dejado furioso y un tanto impotente al usuario de los seis ojos, odiaba a esos vejestorios por sus ideas tan nefastas y radicales —Era la segunda vez que querían acabar con la vida de un menor de edad.
Se sentía tan desganado que casi de forma inconsciente mandó un mensaje a alguien importante
· ¿Puedo llegar hoy a tu casa?
La destinataria era su "superior", Utahime.
— ¡Claro! Ya supe lo que pasó. En un par de horas puedes encontrarme ahí.
Ella contestó rápidamente haciendo notar su preocupación. Sabía que Utahime era temperamental —Sobre todo con él—, pero en momentos difíciles él sabía que podía contar con ella.
Después de unos minutos de la hora acordada, sonó el timbre del departamento de Utahine, a lo cual ella de inmediato fue a abrir la puerta.
—Satoru… —Utahime no pudo continuar con su saludo, ya que su visitante al instante la abrazó.
Cuando Gojo llegaba así, ella sabía que no sacaría una palabra de él, sin embargo…
— Lo siento… en verdad lamento lo que pasó —Ella correspondió al abrazo con un suave agarre—, sé que es tonto preguntar, pero ¿Cómo estás? —Cuestionó.
El albino sólo gruñó apretando más el abrazo… En efecto, no iba a hablar.
—Está bien, está bien —Exhaló profundamente.
Satoru podía comportarse muy inmaduro la mayor parte del tiempo y en esa ocasión no fue la excepción, el que pasarán por sus deseos lo podía descomponer y aunque no lo mostrara o lo enmascarara con su irritante sentido del humor, en ocasiones —Como esa— se podía decaer bastante y actuar igual de mimado que un niño a quien le han quitado un dulce.
La mujer no se dejaba manipular por sus rabietas tan fácilmente, pero sabía que en ese instante el humor de Satoru era más que justificado —También sabía que la reacción de él podía ser aún peor de lo que había sido.
—¡Satoru! —Sintió cómo era arrastrada más al interior del departamento— La puerta está…
El hechicero cerró la puerta con su "azul".
— ¡No deberías usar…! —Molesta inició su regaño.
Sin hacer caso a lo dicho, se abalanzó junto a su acompañante hacia el sillón de tres plazas que tenía casi a la entrada la anfitriona.
—¡Gojo! —Reaccionó, entre preocupada y molesta.
Ya en el sillón, el hombre sólo procedió a acomodar su cabeza en el pecho de ella… Esa era la señal de que no se movería ni dejaría que ella se moviera en un buen rato. Utahime sólo se limitó a suspirar con rendición a la vez que abrazaba la cabeza de Satoru.
Comenzó a deslizar sus dedos por la blanca cabellera de él, a lo cual éste empezó a sentirse menos estresado. Las suaves caricias junto con el calmado compás del corazón de la mujer lo estaba relajando bastante. Estaba tan acostumbrado a estar alerta todo el tiempo, que cuando estaba con ella se podía dar un descanso de ser el "más fuerte" y sentirse un poco más "normal".
Como un reflejo, Utahime empezó a canturrear, el hecho de estar callada en esa situación le incomodaba bastante —A pesar de que su compañero la mayor parte del tiempo no se podía quedar callado, pero en ese momento preferiría oír todas las estupideces de Satoru—. También lo hacía para tratar de calmar toda la tensión, y vaya que estaba funcionando, el suave sonido de su voz lo estaba relajando y reconfortando.
Gojo en ocasiones cuestionaba a Utahime sobre si el canto que usaba para arrullarlo también formaba parte de sus rituales, ya que siempre que usaba el arrullo para calmarlo terminaba tan relajado que se acababa por quedar dormido. Ella siempre que la cuestionaba lo negaba, pero el hombre era tan terco que se negaba a creerle, sin embargo en efecto ella tenía razón, y tan cierto era que cualquiera que pudiera percibir la energía maldita se daría cuenta que en esos momentos no se liberaba ni un gramo de ésta.
Gojo se relajó tanto que se quedó dormido, Utahime al notar esto se trató de zafar, sin embargo aún inconsciente él no la soltaba, así que decidió seguir el ejemplo y también dormir un rato —En ocasiones era bueno tomarse una pausa y lo sabía, aunque hubiera preferido estar en esa situación en un contexto diferente.
—¿Qué hora es?
—¡Ah! —Utahime despertó de pronto.
Su sueño siempre había sido ligero y parecía que él lo sabía, volteó su mirada hacia la pared donde había un reloj.
—Son casi las ocho de la noche —El tono calmado de la mujer se fue sorprendiendo al notar el tiempo transcurrido.
—Con razón tuve un sueño bastante relajante —Confesó con tono juguetón.
—Al menos alguien durmió bien —Ella estiró su espalda.
El haber dormido en el sillón con Satoru, le había provocado cierto dolor en la espalda.
—Aunque por el tono que me hablas, puedo pensar que estás mejor —Aun abrazándolo afirmó.
—Pues… —Gojo gruñó, sabía que empezaría un corto interrogatorio.
—¡Ash! —Utahime de inmediato percibió la poca cooperación del albino.
La mujer empezó a querer soltarse del abrazo.
—¡Espera! —Satoru no la dejó moverse.
—¡Eres un niño! —Rezongó entre molesta e impotente al resistirse— Al menos respóndeme algo.
— ¿Qué quieres saber? —Preguntó más como una obligación que porque quisiera ser cuestionado.
— ¿Cómo está Megumi? Sé que él también estuvo involucrado en el altercado —Realmente preocupada preguntó.
—Está bien —Confesó con un toque de envidia—, no te alteres más por él.
—Oye… Eso sonó muy infantil de tu parte, no te pongas celoso.
—¡No digas tonterías! —No le gustaron las palabras dichas—. Los dos chicos de primero están bien, sus heridas son leves y en un par de días se recuperarán por completo —Al final contestó lo que quería saber la sacerdotisa.
—Es bueno saberlo —Suspiró con satisfacción tras obtener parte de la información que deseaba— ¿Y tú cómo estás?
Volvió a gruñir Gojo.
—¡No sé para que me esfuerzo!—Molesta, reaccionó tras el berrinche de Gojo.
Se zafó de entre el agarre del hombre, para después empezar a levantarse, pero Satoru la abrazó por la cintura aún estando sentada en el sofá.
—¡Satoru! —Elevó la voz perdiendo la paciencia.
— Ya estoy mejor —Apretó más el abrazo a la vez que su voz sonaba cálida—, sólo déjame estar contigo.
— No me puedo enojar con él por esta reacción… Está jugando sucio —Pensó cediendo y exhaló con resignación.
— Déjame tocarte aún más —Con voz enronquecida, pidió a la vez que iba adentrando sus manos por debajo del uniforme de maestra de ella.
— No… —Respondió tratando de sonar lo más serena que pudo — No aquí. Estoy cansada de hacer esto en la sala —Corrigió.
— Entonces…
Gojo tomó entre sus brazos a Utahime levantándose del lugar.
— Vamos a la habitación.
—¡Espera! ¿No se supone que estabas decaído? —La mujer se quejó, siendo arrastrada hacia su cuarto.
—Aún lo estoy… Por eso vamos a que me lo quites —Confesó con su acostumbrado humor restablecido.
—¡Eres un…! —Fue lanzada a la cama, por fin habían llegado al dormitorio.
—Ayuda a este pobre hombre a que su pesar desaparezca —Enseguida se puso sobre la mujer.
—¿Hombre? Con esta actitud sólo demuestras que eres como un muchachito precoz, así que…
No la dejó continuar Satoru… Empezó a besarla con voracidad a la vez que Utahime ejercía resistencia, la cual con la prolongación del húmedo toque, cedió paulatinamente, dejándose llevar al final.
Así eran siempre sus visitas, era imposible que Satoru contuviera su libido, estar de esa manera con Utahime le hacía sentir bien y recargar su ánimo juguetón. En esa ocasión en verdad necesitaba sentir la suave piel de ella, recorrer con sus manos y besar cada curva y recoveco del cuerpo de ella, saborear aquellos jugosos labios, adentrarse en la húmeda estrechez de ella, escuchar cómo le hacía cantar palabras inaudibles y dulces gemidos, y también sentir como el cuerpo de ella se estremecía con cada acción que él ejercía… Si bien gozaba poseerla de esa manera, las reacciones de su amante era lo que lo hacía sentir satisfecho, sabía que aquello era gracias a él, le encantaba saber que era el único que le hacía sentir y expresar su placer de esa manera.
Ella al inicio quería tomarse las cosas con calma al suponer que el ánimo del hombre no era el mejor, pero poco a poco lo que empezaban como palabras de freno para que fuera lento y suave al momento de penetrarla y estimularla, se convertían en súplicas para que no se detuviera y fuera más intenso. Por más prudente que se quisiera ver, Utahime disfrutaba cómo era poseída por Satoru, sólo en la intimidad era donde quería que la intensidad del albino se manifestara. Era innegable la conexión que tenían ellos dos al momento de la pasión.
Después de tomar lo deseado y soltar toda su tensión, Gojo descansó la cabeza sobre el pecho desnudo de su amante —Costumbre que nunca se le quitó—, mientras la abrazaba por la cintura de forma posesiva.
Por lo regular después de terminadas las caricias, no habían más palabras, solo quedaban prensados el uno con el otro en un abrazo. Utahime empezó a tararear una nana a la vez que acariciaba el suave cabello blanco a Satoru… De nuevo la relajación y somnolencia llegaba en el cuerpo y ojos azules del hombre… Definitivamente tenían algo mágico los cantos de su amada, no lograba dormir así de bien estando solo, la compañía de ella era curativa para él, aunque nunca se lo dijera abiertamente.
Satoru percibió un nuevo aroma dulzón, lo cual lo hizo salir de su sueño ¿Lo que olía eran pancakes? Amaba cuando Utahime se esmeraba así —Tal vez la había dejado demasiado preocupada desde antes de distraerlo con su "juego" favorito—. Aunque lo dulce no era el alimento predilecto de la joven, ella siempre hacía un esfuerzo por consentirlo cuando las cosas no iban bien.
Por fin se levantó de la cama y con paso lento y silencioso salió de la habitación, los sonidos de la cocina se hacían de a poco más fuertes a la vez que él avanzaba.
La mujer estaba muy atenta a su tarea a la vez que canturreaba y bailaba al ritmo de la música que salía de una bocina —Habito que siempre tenía—. La observó unos minutos, le encantaba verla tan desinhibida en la seguridad de la privacidad de su casa —En ocasiones se imaginaba a ella haciendo esas cosas en público, sería tan hilarante—. Dio una gran sonrisa inocente, que luego de un momento se transformó en una llena de picardía —Seguro estaba tramando una travesura.
—¿Dando un concierto "VIP" en la cocina? —Gojo de un salto llegó detrás de Utahime y le susurró al oído.
—¡Ah! —Ella saltó de la sorpresa.
Sabiendo el posible desastre que haría, Satoru sostuvo con firmeza la muñeca de Utahime para evitar que saliera volando la sartén y con la otra, sostuvo la otra muñeca para evitar que le pegara con la pala.
—¡Gojo! —Lo regañó molesta y sonrojada, mientras lo volteaba a ver.
—"Buenos días, mi amor", eso hubiera sonado mejor que un regaño —Lamió la pala.
—¡No hagas eso, está crudo! —la mujer nuevamente lo reprendió— Además tú también me abrazaste sin decir nada.
—Mmmm… —Exhaló pensativo— Tienes razón… ¡Buenos días, princesa! —La besó en la mejilla— Gracias por hacer el desayuno —Se separó soltándola suavemente.
—¡Oh! —Se sonrojó tras lo dicho.
Era raro escuchar a Gojo dando las gracias, Utahime no pudo ocultar el nerviosismo tras escuchar eso, trastabilló un poco antes de continuar su acción culinaria.
—¡No es nada! —La morena trató de sonar lo más serena posible— Ahora siéntate y no hagas ninguna tontería.
Satoru se limitó a dar una risita —De esas que le encantaban oír a Utahime—, lo cual la hizo sonreír sutilmente.
Así Utahime continuó haciendo el desayuno… Y de nueva cuenta y de forma inconsciente, empezó tarareando la melodía de la canción que se escuchaba de fondo, como un pajarillo alegre por la mañana.
Notas del Autor:
¡Hola!
Dije que volvería con un fic menos triste y aquí lo tienen.
Aclaración: por lo muy poco que investigue, solo hay petirrojos en Europa y América, pero me gusta mucho como cantan y por eso el nombre del fic.
Espero que les guste este one-shot y que dejen sus comentarios y favs. Tengo en proceso otro one-shot pero YutaMaki (además de un fic de varios capítulos de ellos mismos cof cof). Además de tener unas casas escritas y pensadas para un fic largo GoUta, pero no digo nada .as porque está muy verde XD
Por lo pronto es todo y gracias por leer este fic corto.
Ciao~~~
Pd. Es mi cumpleaños jijiji.
