Disclaimer: Los personajes que reconozcáis y el universo le pertenecen a JK Rowling. La historia es mía. No obtengo beneficios económicos al escribirla.
Aviso: Este fic participa en el tópico "Duelos entre Potterhead" del foro "Hogwarts a través de los años".
Dani H. Danvers me dio tres desafíos que acepté.
Este es el primero.
El primer viaje en el expreso de Hogwarts y las primeras experiencias en el colegio de un miembro de la tercera generación.
Todo irá bien, Teddy.
Teddy aferró la mano de su padrino con fuerza.
Harry le había prometido estar allí durante su primer viaje a Hogwarts y había cumplido su promesa a pesar de que tenía que trabajar.
Estaba nervioso aunque su abuela le había dicho que no lo estuviera.
Su pelo se había puesto de cinco colores diferentes en diez segundos y su piel había parecido afectada por la viruela debido a las manchas verdes que la cubrían.
-Todo estará bien, Teddy. Vas a pasarlo bien. Harás amigos que te durarán toda la vida y aprenderás muchas cosas. Y no es un adiós. Es un hasta luego.
Harry acercó a su ahijado y le abrazó.
-Tus padres deberían ser quienes te trajeran, pero no ha podido ser.
Teddy asintió.
No le iba a decir a su padrino que no le importaba. Que si bien le ría gustado tener padres, no sentía nada más que anhelo por ello. No estaba triste, no los echaba de menos porque ¿cómo extrañar algo que nunca se ha tenido?
Nunca lo dijo porque haría daño a su abuela.
Ella había perdido a su hija, a su marido y a su yerno en esa guerra. Ella tenía derecho a sentirse triste, no él.
Porque él era feliz.
Padrino y ahijado buscaron un compartimento juntos.
Encontraron uno vacío hacia la mitad del tren y Harry le ayudó a meter sus cosas.
Había mucha gente que quiso hablar con él aunque hubieran pasado casi doce años desde la guerra, pero había aurores estacionados en el andén que lo impedían.
Era el día de Teddy. Potter no quería que se convirtiera en un circo.
Teddy subió al tren y se sentó.
Luego se levantó, no podía estarse quieto.
La emoción le llenaba y también los nervios.
Abrió la ventanilla y habló con su padrino un poco más.
No quería decir adiós. Iba a echarle de menos.
-Nos veremos en navidad, Gremlin. No te preocupes. Y tienes a Atenea para escribir cartas. Y seguro que harás amigos pronto y no te acordarás de este viejo.
-No digas eso. Te voy a echar de menos todos los días y te voy a escribir tanto que el montón de papeles de tu oficina será pequeño en comparación.
Harry se rió.
Agarró la mano de su ahijado por un momento y solo la soltó porque el tren silbaba, señal de que se pondría en marcha.
Ambos saludaron hasta que el tren se perdió de vista.
Harry corrió a su lado hasta que ya no pudo seguirlo.
Después se desapareció.
No tenía sentido quedarse más de lo necesario.
Teddy se preguntó si debía salir del vagón y buscar a alguien para ser amigos.
Muchos Weasley decían que así era como debía ser. Los amigos para siempre se hacían en el tren.
Pero no se atrevió.
Hacía dos noches había soñado que todos los estudiantes del tren querían conocerle por ser ahijado de Harry Potter y hubo una avalancha de niños que le aplastaban queriendo estar más cerca.
Y no sería tan raro.
En el callejón Diagon pasó algo similar.
Todos querían saludar a Harry y vinieron como una bola gigante de gente.
Así que se quedó en su vagón, inseguro de qué hacer.
Al menos allí no cabría una avalancha.
También le preocupaba que sus compañeros quisieran ser sus amigos por ser ahijado del Derrotador de Voldemort y no podía soportar que le quisieran por interés.
No lo toleraría.
Un niño más bajito que él, con pelo rizado rubio y ojos verdes entró tímidamente al compartimento.
-Hola. ¿Puedo sentarme aquí?
Arrastraba un baúl tras él y en su otra mano llevaba un transportín con un gatito blanco. -Los niños con los que estaba querían practicar hechizos con cookie. Cookie es mi gatito. Soy Jesse, por cierto. ¿Tu familia es mágica? La mía no. Pero el profesor Longbottom, ese es el que vino a darme mi carta, dijo que no pasaba nada porque tenía magia y podía aprender tan bien como alguien criado en el mundo mágico. ¿Tu pelo se está cambiando de color? ¿También puedo hacer eso? Hala, es como el mío. ¿Es verdad que tendremos que pasar por un perro de tres cabezas para que se nos permita entrar a la escuela y aprender? No soy mucho de estudiar, pero tampoco quiero ser el estúpido de la clase. Mi padre da clase de mitología griega en un instituto y me contó que a un cervero se le calma con música. ¿Sabes cantar? Yo no. ¿Cómo te llamas?
Teddy miró impresionado al chico. Podía hablar.
Casi no respiraba y no podía apartar la mirada.
-Pasa, hombre. No te quedes ahí. -Dijo cuando Jesse tomó aire para seguir hablando.
-Soy Teddy. Sí, me crié en el mundo mágico. No, no puedes hacer lo mismo. La metamorfomagia no es común. La heredé de mi madre. Ella la heredó de la parte de la familia de mi abuela, pero hacía varias generaciones que la habilidad no aparecía. Y no. No nos enfrentaremos a un perro de tres cabezas. Mi padrino lo hizo y sí, lo hicieron dormir con música. Pero no fue por la clasificación.
Durante todo el viaje, ambos chicos hablaron.
Teddy no dijo mucho, porque a Jesse le gustaba hablar, pero eso le parecía bien.
Cuando apareció la mujer del carrito, Teddy compró algunos dulces para compartir y Jesse, como había traído cosas de casa, intercambió con él.
Nunca se imaginó que Hagrid sería tan grande.
Había oído historias, pero la realidad superaba su imaginación.
-Es gigante. -Jesse susurró. -¿Es un gigante real?
-Solo semigigante. -Teddy explicó. -Mi padrino es un buen amigo suyo y por eso lo sé.
Aunque de todos modos Harry decía que ya no era un secreto desde ese horrible artículo de Rita Skeeter hacía ya unos quince años.
Navegar en los botes fue un poco aterrador.
Había oído historias del calamar gigante y temía ver un tentáculo. Al mismo tiempo deseaba verlo.
La vista desde el muelle era espectacular.
Su abuela decía que la primera impresión era la más importante. Nunca iba a olvidarlo.
Teddy entendió por qué ella le dijo eso.
El contraste entre Hagrid y el Profesor Flitwick, era impresionante.
Un hombre gigantesco y otro... muy bajito.
El hombre les condujo por el enorme vestíbulo hasta una sala donde debían esperar.
Teddy y su nuevo amigo trataron de mirarlo todo.
Jesse se asustó con los retratos, pero Lupin le explicó que era normal.
-Creo que va a ser un poco difícil los primeros días. -Susurró.
-No te preocupes. Somos amigos ahora.
A ambos les asustaron los fantasmas.
Eran aterradores. Ninguno quería hablar con ellos.
Y llegó el momento de la clasificación.
Teddy no sabía qué quería.
¿Hufflepuff para honrar a su madre? Gryffindor por su padre y padrino? ¿Slytherin por su abuela a pesar de que la casa era objeto de muchos prejuicios?
No pensó que iría a Ravenclaw.
Eso de estudiar no era lo suyo.
El sombrero decidiría, pero aún así, estaba ansioso.
No quería defraudar a nadie.
Cuando llegó su turno, todo el mundo le miraba.
Era ahijado de Harry Potter e hijo de un licántropo.
Esa maldita Skeeter y sus odiosos artículos...
Se sentó en el taburete, tratando de no mostrar lo nervioso que estaba y esperó.
-Valentía, lo veo. También lealtad. Ansias de probarte a ti mismo... Y sin miedo a trabajar duro por ello. Lo tengo claro. ¡Hufflepuff!
La mesa amarilla y negra aplaudió con fuerza y cuando Teddy se acercó con piernas temblorosas, se sintió muy bienvenido.
Eso le gustó.
¿Y lo mejor?
Su amigo Jesse también fue clasificado en Hufflepuff.
Aún echaba de menos a su padrino y a su abuela, pero no se sentía tan triste con sus compañeros de casa a su alrededor.
