10. Persecución de Mr. Oshiro

Tema: Dañado

Muchas cosas en el hotel habían sido dañadas en poco tiempo, además de rotas y agotadas. Entre ellas la paciencia de Oshiro.

No quería decirlo o siquiera pensarlo en voz alta, pero estaba convencido de que la causa de sus problemas más recientes había sido provocada por la llegada de su más nueva inquilina, la Srta. Madeline.

El estrés lo había hecho recaer en ser su versión más trabajadora, optima y capaz que pudiera. Aquella versión que le había dado al hotel gran renombre. Pero cada uno de sus intentos era o ignorado o mofado. Oshiro solo quería hacer su trabajo y sin embargo Srta. Madeline iba por su propio camino y Oshiro lo decía en serio. La Srta. Madeline se metía en zonas restringidas solo para staff del hotel y hacía de ellas un desorden Oshiro solo podía imaginar en sus peores pesadillas.

Esa tenía que ser la única explicación razonable al estado del hotel. Tenía que serla.

Tal vez él no estaba haciendo un buen trabajo. Tal vez esta era la manera de la Srta. Madeline de solicitar—si es que así se le podía llamar—un mejor servicio. Oshiro debía sacar su mejor carta. La suite presidencial.

Justo cuando Oshiro pensó que había convencido a la Srta. Madeline de la calidad y elegancia de su hotel, su más nueva inquilina volvió a ignorar sus esfuerzos y seguir con su propia agenda.

Él estaba tan enfocado en que la Srta. Madeline no se fuera insatisfecha que él no le pareció extraño cuando una copia purpura flotante de su inquilina emergió del espejo de cuerpo completo con un estruendoso sonido de vidrio rompiéndose que casi lo tumba al suelo a pesar de flotar. Por supuesto el primer pensamiento de Oshiro fue que tendría que limpiar el vidrio roto del suelo.

"Madeline, cariño, olvídate de este perdedor." Dijo tan tranquilamente como quien exhala y puede ver su aliento en un clima helado.

"¿Perdedor?"

"Estas negando la realidad, abuelo. Este hotel es un basurero. ¡Nadie en su sano juicio se alojaría aquí!" Le reprochó con más ferocidad de la necesaria antes de recomponerse y reír enfrente suyo como si nada. "Alguien tenía que decírselo." Como si nada.

Oshiro tiritó por unos segundos antes de caer de rodillas en el suelo con las manos en su cabeza.

Oshiro podía tolerar muchas cosas. Podía tolerar que pájaros ingresaran a su hotel y desarreglaran cuantas habitaciones cruzasen. Podía tolerar que la gente hiciera su trabajo innecesariamente más complicado de lo que ya era. Podía hasta tolerar que se burlaran de él y su descendencia japonesa entrecerrando sus ojos y pretendiendo hablar japones cuando en realidad decían sandeces, lo cual obviamente no era algo que le haya provocado a Oshiro un trauma como para recordar una burla tan específica relacionada con él.

Pero lo que no podía tolerar era que la gente se burlase de su hotel y sobre todo lo dañara, como la doppelgänger de la Srta. Madeline hizo rompiendo el techo y dejando un terrible agujero antes de que flotara por el boquete.

La Srta. Madeline fue detrás de su contraparte poco después, dejando a Oshiro solo con sus incesantes pensamientos y una pregunta.

¿Por qué?

¿Por qué había abusado de su amabilidad? ¿Por qué se había esmerado en pretender ser tan bueno con él si al final solo se iba a burlar de él e irse?

Siguió a Srta. Madeline por el agujero hasta el techo del hotel. Tenía que saberlo. Simplemente tenía que hacerlo.

"Ella solo ayuda gente para alimentar su retorcido ego. Nunca le importaste. Ambos sois patéticos."

El ojo izquierdo de Oshiro tuvo un tic al escuchar eso. Devolvió sus manos a su cabeza mientras cerraba los ojos con fuerza.

"¿¡Patético!? ¡Solo ha venido aquí a humillarme! ¡No voy a rebajarme más!"

Su visión se volvió borrosa como si estuviera en medio de una tormenta de nieve, todo lo que podía discernir era la silueta de la Srta. Madeline. Y solo quería hacer una cosa.

Dañar.

Dañarla antes de que ella lo dañara a él.

Antes de que lo abandonara…

"¡Como los demás!...como Charlotte…"

"¡No! ¡Ellos no te abandonaron!"

"¿Dónde estaban cuando yo me quede solo esa noche?"

"¡Eso fue tu culpa!"

"¡No tenía por qué estar solo!"

"¡Exacto!"

"¡BASTA!"

Los siguientes minutos habían pasado como un manchón borroso por los ojos de Oshiro. Tan solo pudo distinguir momentos fugaces de si mismo tratando de atrapar a la Srta. Madeline mientras atravesaban el tejado del hotel de un extremo al otro. Al llegar al final de camino, Oshiro acorraló a su objetivo al borde del toldo de la salida trasera del hotel.

"¡Mr. Oshiro, espere! ¡Solo quería ayudar!" Fue la única suplica que pudo exclamar la Srta. Madeline antes de que Oshiro dañara la plataforma en la que se encontraban y la pisoteara con fuerza, partiéndola en varios pedazos y cayeron al suelo.

Fue solo tras el golpe que Oshiro regresó a si mismo abruptamente, como una persona que había logrado salir del océano a segundos de ahogarse, pataleando y buscando algo a que aferrarse. Como si se hubiera despertado de un mal sueño. Y de la misma manera, sus primeros pensamientos fueron preocuparse más por el hotel que por sí mismo.

"He decidido cerrar el hotel por reparaciones. Por favor, déjeme solo." Oshiro dio media vuelta y se encerró de vuelta en el hotel para lidiar con sus problemas de la única manera que conocía, dejando a Madeline sola y libre para continuar su recorrido por la montaña.

Al volver a tener su soledad, Oshiro flotó tenso con una expresión paralizada en su cara hacía su oficina llena de montañas de cajas rozando el techo y un gran ventanal roto que Oshiro se había dicho que repararía algún día. Cajas y…esas…esferas rojas esparcidas por toda la habitación que no hacían más que ocupar espacio y empeorar sus problemas. Problemas que…el mismo se causó. Él, las cajas, las esferas mismas. El hotel.

Pero por primera vez en mucho tiempo, no les prestó atención y se sentó en su escritorio lleno de papeles. Papeles como inventario y cuentas, pero también, cartas de agradecimiento de antiguos clientes por su estadía. Cartas de las cuales él se regocijaba tener y que volvía a leer cuando cuestionaba su trabajo.

Cartas. Antiguas cartas. Viejos papeles. Un hotel viejo, vacío y lleno al mismo tiempo de las peores maneras. Pero sobre todo vacío. Muy vacío.

Demasiado vacío.

No la clase indicada de vacío.

Oshiro tomo todos los papeles desparramados en su escritorio y los tiro en el pequeño bote de basura que estaba a un lado.

Un bote de basura lleno.

La clase indicada de lleno.

Tan solo faltaba concentrarse por primera vez en una cosa a la vez y darle a su oficina la clase indicada de vacío.

Un pájaro azul entró por la ventana rota y se posó sobre el escritorio de Oshiro, mirando curioso al fantasma. Oshiro extendió su mano para acariciarlo, pero antes de que pudiera tocarlo, el pájaro le chirrió y alzó vuelo, volviendo por donde vino.

La cara de Oshiro permaneció congelada e inmóvil a excepción de una pequeña y sola risa y lo que era un diminuto esbozo de una sonrisa. Él tenía comida para pájaro en la bodega, ¿No era así?