Mi nivel favorito del juego :3
11. Risco Dorado
Tema: Suelto
Madeline había sido soltado a su suerte y anchas tras su fiasco con Mr. Oshiro. Al igual que él. Madeline quería estar sola. Por desgracia, después de que el Resorte Celestial desaparecía en la distancia, Madeline encontró a la señora anciana en una cabina con un pequeño ascensor de madera, sirviendo de punto de descanso cerca de la entrada del risco.
"Oh genial, tú otra vez." Madeline batalló para controlar su impulso de darse la vuelta y alejarse de ella; lo habría hecho así si no hubiera sido por su paralizante ansiedad.
"Bueno, bueno, ¡No esperaba verte aquí! Me alegra que sigas en una pieza. Veo que visitaste el hotel, ¿Conociste a Mr. Oshiro?"
Madeline quiso darle el resumen más breve que pudiera a la señora anciana. Pero más pronto que tarde Madeline alargó la lengua más de lo que le hubiera gustado, ganándose una sólida risa de la señora.
"Oshiro es un alma perdida, querida. Ese lugar es más que un hotel para él. Tú no puedes cambiar eso. Todo lo que hacemos es para sentirnos a salvo. Nadie es exento de eso." Allí estaba esa anciana inesperadamente sabia y bien intencionada que Madeline conoció a los pies de la montaña. O al menos la mujer que Madeline pensó que conoció si no hubiera estado tan nerviosa de ir a la montaña.
A salvo. Eso se sentía bien, pero…
"¿No te sientes sola en esa pequeña cabaña?" Madeline preguntó.
"Tengo amigos, querida. Puede que sea loca, pero no soy una ermitaña."
"Lo siento…No quería asumir."
"Cuando tenía tu edad no podía imaginar quedarme en un lugar tanto tiempo. Pero entonces encontré esta montaña. Supe de inmediato que sería mi hogar.
"Esta montaña te muestra quien eres en verdad. No importa si estás lista o no. Me mantiene honesta.
Esa última parte le dio un poco de vergüenza a sí misma al escuchar eso último. Sabía que no había hecho eso mucho recientemente. No es que era mala en lidiando con sus problemas. ¡Ella nunca se permitía lidiar con sus problemas en lo absoluto!
Madeline tuvo sentimientos encontrados una vez que estuvo sola con sus pensamientos otra vez. Esto era lo que quería, ¿Verdad? Nadie que la juzgara y silencio.
Nadie que la acompañara y demasiado silencio.
Diablos, ¿En qué estaba pensando? No, en serio. ¿Qué era esta línea de pensamiento?
Intentó concentrarse en el aquí y el ahora. Intentó poner todo lo que pasó en el Resorte Celestial detrás suyo. Ya estaba detrás suyo. Igual que la señora anciana. Madeline no la necesitaba. No necesitaba a nadie. Ella era lo único que necesitaba.
Ella era todo lo que tenía.
¿Eso era confortante o aterrorizante?
Confortante eran las nubes que encontró que podía de hecho…¿Saltar sobre ellas? Madeline estaba tan…acorchado…por todo lo que había pasado. No cuestionó esas nubes demasiado. No tenía la energía o las ganas para hacerlo de cualquier modo.
Había escuchado que insanidad era repetir algo una y otra y otra vez esperando por un cambio. Un concepto con el que ella estaba familiarizada. ¿Pero tal vez también lo era el separarse de lo que ella consideraba cómo posible o cabal?
Ella estaba a salvo. Sabía eso. Relativamente a salvo.
Podía estar agradecida de que no lo tenía mejor, ¿Verdad?
En algún punto Madeline alcanzo riscos altos de rocas moradas y cielos anaranjados colmados con tormentas de nieve esporádicas golpeándola con toda la fuerza que la montaña tenía. Madeline tenía que contratacar con toda su propia fuerza para simplemente no ser empujada para atrás ni arrastrada de los muros a los que se aferraba cuando el viento soplaba mortíferamente. Sus pies eran débiles en el suelo contra el fuerte viento, siempre resbalándose a cada paso.
La nieve cubría su cara al punto de que no podía ver a veces. Como si la ceguera no fuera suficiente al escalar una montaña. Las congelantes tormentas empezaban a entumir su piel y sus dedos. Moverse tan ágil como la montaña lo exigía requería cada vez más esfuerzo.
Su cuerpo se volvía lento y pesado. Sostenerse a los muros se volvía más difícil y tenía que duplicar sus esfuerzos para mantener su agarre en los rocosos muros en los que caería a pozos sin fondo de lo contrario. Su esfuerzo era tal, que Madeline podía sentir pequeños cortes en las puntas de sus dedos de la presión que aplicaba al aferrarse a las piedras—Debió pensar en comprar guantes.
Madeline había apenas logrado escalar una pendiente arrastrando su cuerpo sobre el borde de forma brusca, como si fuera una marioneta sin vida antes de caer agotada, mientras que su vista se perdía en el cielo amarillento y anaranjado. Sus fuerzas estaban tan gastadas que sus manos temblaban del esfuerzo a las que las sometía y no por el frío ambiente.
Podría sentarse allí mismo. Darse un descanso y recuperar el aliento.
¡Maldición! ¡Podría tomar algo de agua de su mochila!
Pero la mera idea de hacer eso le daban ganas de vomitar. El extenuante ejercicio que había realizado seguro no tenía nada que ver con eso último.
Madeline había tenido su mente vacía por poco más que unos segundos y el accidente del Resorte Celestial surgió de nuevo en su mente. Madeline intentó distraerse concentrándose en el siguiente lote de abismos y obstáculos enfrente suyo mientras que su mente de una vez trabajaba en cómo resolverlos y cruzar; ni siquiera había terminado cuando se levantó mientras limpiaba el sudor frio de su frente.
"Merezco esto," Madeline dijo al aire sin tener las fuerzas para importarle si alguien la escuchaba. Escapaba de su conocimiento que alguien si la había escuchado. El chillido de un ave azul en un risco elevado le hizo saberlo. Madeline suspiró. "Esto es lo que obtengo por ser inútil."
Solo había querido ayudar a Mr. Oshiro. Pero en el proceso, hizo lo que mejor sabía hacer. Arruinar todo. Esto apenas era castigo suficiente por su estupidez.
Madeline había alcanzado una pequeña cueva que servía como refugio contra las heladas ventiscas. Apretó los dientes al verse a sí misma protegida. Si eso era por estrés o por su tembloroso cuerpo, no sabría decir.
Pero sí sabía del averso odio ardiendo en su corazón. Se aferró a dicho sentimiento sin importarle que podría calentarla ahora, al precio de dejarla fría en su tumba. Tal tumba siendo la Montaña Celeste. Pero al contrario que un infierno abrasador, Madeline se sometió a aguantar otra tormenta de nieve, recibiendo el golpe de esta directamente sin ningún intento por protegerse y continuó por los riscos y cielos dorados.
Allí iba Madeline otra vez. Soltándose a sí misma sobre más problemas para no lidiar con los que ya tenía. No quería lidiar con los problemas en los que se había metido—¡Conscientemente!—para evadir los OTROS problemas de los que huía desde un principio.
¿Cuántos problemas sueltos serían suficientes?
Eventualmente llegó a lo que parecía ser una gandola junto a un enorme vacío en el que solo podía ver la entrada a una antigua estructura al otro lado en lo alto, pero antes de que pudiera la gandola, una voz acabó con su soledad.
"¡Madeline! ¡Espérame!"
Madeline vio hacia arriba y vio a Theo en una pendiente más alta. Como si no hubiera atravesado la tortura que el Risco Dorado era, Madeline puso su mejor cara con una sonrisa, soltándose de sus problemas, y ciertamente intentando soltarse del frio y tembloroso frio que su cuerpo cargaba.
