Capítulo 18: El Príncipe Mestizo

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene violencia gráfica, lo advierto para no herir susceptibilidades. Pongo entre las lineas largas el texto sensible, para que puedan saltarlo si quieren.


Para Ron fue el grito más horrible que había escuchado, Ginny gritó que Harry había muerto mientras lo despertaba de sus dulces sueños en la madrugada. Todo el dormitorio de sexto año se despertó aturdido, nadie sabía que estaba haciendo una chica en su dormitorio, y apenas alcanzaron a cubrirse avergonzados, cuando entendieron lo que la pelirroja estaba gritando a su hermano todos se levantaron y fueron hacia la cama de Harry.

El muchacho estaba empapado en sudor, con un rictus de agonía en el rostro, sin responder, sólo soltando gritos de dolor ocasionales. Entre todos lo llevaron cargando hacia la sala común, para informar a la profesora McGonagall y llevarlo a la enfermería. Prácticamente todo el dormitorio se despertó, incluso las chicas se asomaban de la escalera que llevaba a sus habitaciones, el asustado rostro de Hermione salió de entre la multitud y se dirigió hacia Ron.

La profesora salió rápidamente de sus aposentos y se asustó al ver así a Harry, movió su varita y lo elevó en el aire, ladrando órdenes de que todos regresaran a sus aposentos y durmieran mientras ella salía a paso veloz hacia la enfermería con Harry a cuestas. Ron tomó la mano de su hermana, quien seguía pálida y horrorizada, sin poder siquiera moverse, y la arrastró con él. Cuando volteó a ver a Hermione, ella, que no le dirigía la palabra desde que le había lanzado esos pájaros cuando lo encontró con Lavender Brown en un apasionado beso se abalanzó hacia él llorando, Ron le tomó la mano y arrastró a ambas chicas por el pasillo, siguiendo a la profesora.

Apenas llegaron a la enfermería, madame Pomfrey salió en bata de dormir y lo comenzó a atender, mientras la profesora avisaba al director, quien llegó poco después. Los 3 chicos se pusieron a los pies de la cama observando cómo atendían a Harry.

Dumbledore les cuestionó qué había pasado, y Ron le explicó lo que había pasado, lo poco que sabía. El director sólo asintió hacía Ginny mientras adoptaba una expresión rara en su rostro, Ron casi podía asegurar ver algo de burla, pero pronto olvidó eso.

Tras varios hechizos y pociones, la medimaga logró despertar a Harry, pero sólo buscó con la mirada a Ginny mientras murmuraba algo sobre la maldición cruciatus. Dumbledore sólo carraspeó y los mandó a su habitación, diciendo que dejaran descansar a Harry y lo fueran a visitar por la mañana.

Ron asintió, obedeciendo, y al igual que había tenido que llevar a rastras a las chicas hacia la enfermería, las tuvo que llevar al dormitorio, tuvo que batallar especialmente con su hermana quien se negaba a separarse de Harry, pero ella no le podía ganar en fuerza física. La llevó al dormitorio de chicos, y, como no hacía desde que eran niños, la abrazó y durmió junto a ella, mientras acariciaba su cabeza.

El hombre Weasley más joven no sabía nada del ritual, esa información, que se pasaba a todo mago sangre pura apenas cumplía 15 años le había sido negada, no porque sus padres lo quisieran mantener a oscuras, sino porque habían estado tan estresados por el regreso de Quien-No-Debe-Ser-Nombrado que lo último que pasó por su mente fue hablar sobre eso por sexta vez.

Así, cuando al otro día, todo Hogwarts sabía lo que había pasado, él seguía en ignorancia, fingiendo saber todo frente a los Slytherin quienes lo veían con burla y morbo cada vez que ese asunto salía a colación. Parecía que las personas que más odiaba sabían más que él y burlaban.

Cuando Harry despertó y les contó lo que había pasado, Ron no pudo evitar la ira, cómo se atrevía a manosear a su hermanita, se merecía lo que le había pasado. Pero después de la ira vino la curiosidad, no se explicaban lo que había pasado.

Incluso entre los tres enfrentaron a Ginny e intentaron forzarla a que hablara, pero ella les dirigió su acostumbrada mirada de desprecio y miró a su hermano casi con impaciencia, como si esperara que él lo explicara, pero Ron estaba igual de perdido que Harry y Hermione.

o-o-o-o


–Amor, los encontraremos ¿no? – Harry le pregunta mientras toma su mano y la mira con desesperación, Ginny asiente, claro que los encontrarán…espera.

Sólo puede maldecirse a sí misma y a toda su sangre por no haber aprendido a controlar sus habilidades, sus visiones eran borrosas y después de su matrimonio eran escasas. Nunca supo qué hacer con estas.

Se separan para buscar a sus hijos, Harry hacia Escocia y ella hacia Europa Continental, al campo de concentración de Dovras, algo dentro de ella susurra que allí podrá encontrar a sus bebés.

Piensa en su mamá conteniendo las lágrimas, no ha tenido tiempo de llorarla, no puede hacerlo, ni si quiera papá ha podido llorar a su esposa, ya que también está buscando a los nietos que fueron arrancados de la Madriguera.

Contiene una maldición mientras maneja la moto, obligando a sus lágrimas a retroceder, si comienza a llorar no podrá parar. No puede evitar maldecir a Hermione por haber cometido el Gran Error, el error que arrojó a todos al abismo, a veces siente tanto odio por su cuñada que no puede siquiera mirarla, a pesar de que no es culpa suya todo lo que está pasando.

Pronto llega al bosque, piensa con leve curiosidad que es el mismo lugar en el que Voldemort se escondió antes de que su esposo lo derrotara. Intenta concentrarse, y, usando la capa de invisibilidad y un hechizo de levitación atraviesa la cerca con concertina en sus puntas. Le extraña que por ese lado no hay guardias vigilando.

Ve de pronto un gran agujero en el piso, se acerca corriendo, en un impulso y alcanza a reconocer a sus hijos, a James y a Albus, ambos con las ropas destrozadas, la cara como una pulpa sanguinolenta, allí, sus niños yacen con una palidez cadavérica, ella no puede sostenerse, sus rodillas ceden ante el horror. Ni siquiera ha percibido el olor a heces, a cañería, a cuerpos pudriéndose.

De pronto una mano se posa en su hombro y la arroja lejos de la fosa. Es la primera vez que Ginny ve a los lobos, retrocede arrastrándose por la tierra. Parecen la personificación de la muerte, llevan pasamontañas, hablan en inglés, le piden sus documentos.

Ella no entiende, acaba de ver la escena más enloquecedora que su mente puede concebir.

Uno de ellos le da una patada a en al pecho y ella suelta su varita.

Ver su varita alejarse de ella la vuelve agresiva, les grita que se alejen de ella. Les pregunta quién son, dice que quiere hablar con su líder.

La golpean, ella sólo es consciente de sus gritos, sigue en el piso, una bota la pisa, la aplasta. De pronto escucha una voz que le ordena que se levante.

Le preguntan qué hace allí, le piden su documentación, ahora la llaman bruja.

–Levántate bruja.

Ginny se pone de pie. Siente un dolor punzante en la mano, ya no puede cerrarla, se ha dado cuenta de que nadie puede ayudarla. Ahora es consciente de lo que sucede…Escucha los gemidos dentro de los edificios grises cuadrados. Oye a la gente atrapada. ¿Dónde está Lily? Harry, Percy, su padre, sus sobrinos…Siente que sentido de la percepción se amplía, se dilata, abarca varios kilómetros como el de los animales…Tiene que percibir el mundo que la rodea para no quedarse aislada…en esa pesadilla, aún muy turbia y confusa.

Siente el olor de los cuerpos putrefactos, mezclado con el olor de los hombres que apestan a tierra, a sudor, a alcohol.

El miedo la ha dejado sin aire. El comandante del grupo le ordena que se desnude.

Ginny está aturdida, no entiende qué está pasando, pero obedece. Tiene que obedecer si quiere encontrar a Lily. Pero ahora no sabe dónde tiene los brazos, las manos. Tiene que llegar a los ganchos, la ropa se le pega a la piel por culpa del sudor, que le empaña la mirada. Se acercan dos manos y le arrancan el sujetador.

Ginny ve un pezón entre la tela rasgada y no sabe si es el suyo o el de otra mujer, de su madre, o de una amiga suya.

Sabe que no hay salvación, que la muerte está allí…pero su Lily. No tiene la intención de rebelarse, quiere vivir para encontrarla. Se llena de miedo, ¿esto le hicieron a sus hijos? ¿a Lily?

Tiene la sensación de que ya ha ocurrido en otras ocasiones, de que no se trata de algo fortuito, de que esos hombres lo han hecho antes. Ni tan siquiera parecen excitados, no hay confusión, esos gestos están arraigados. La insultan, la abofetean sin demasiada convicción, como si ya estuvieran cansados.

Como su fuera una suerte de ritual que se repite, una ceremonia rúnica llevada a cabo por un puñado de tristes diablos.

¿Dónde se han entrenado? ¿Qué cuerpos han usado?

Se le mojan las piernas, imagina que acaba en el suelo, que se funde y mezcla con esa orina. Eso es lo que desea, irse, transformarse en líquido, deslizarse por la tierra, ser absorbida por esta.

Hace poco era una bruja libre, hace poco era una chica más valiente que las demás. Ahora es un agujero, un cráter habitado por el miedo ¿Cómo es posible que lo que ve le esté sucediendo a ella? El pánico tiene el sabor abrasador de los jugos gástricos. Es como si todos los órganos hicieran presión hacia arriba, contra la garganta, para defenderse de la emboscada. No nota nada de bajo, se siente entumecida…Las manos que la agarran, los dedos que se clavan en la carne parecen posarse en un cuerpo lejano. La han tumbado en la tierra.

Ginny está pensando en su madre, en la última vez que la vio con vida, hace 1 mes, cocinándole una suntuosa cena antes de partir con Harry. Piensa en el olor que inundaba la cocina. Sus hermanos a su lado discutiendo qué debían hacer.

Sólo alcanza a vislumbrar un pie blanco en el aire ¿será el suyo?

No ha perdido el conocimiento en ningún momento, no ha tenido ese consuelo. Ha permanecido lúcida, se ha tragado toda esa maldad, sin la menor posibilidad de eludirla.

Al amanecer hacen que camine hacia el edificio, sin siquiera dejarla cubrirse.

Siente la violación en los huesos, en el ano, en la boca. Todos sus órganos están fuera de lugar, carne que bate contra el cerebro.

La dejan con más mujeres, y busca a Lily, Astoria le dice que está en otro edificio. Que las rotan cada ciertos días, y piensa que si resiste más, pronto la verá y podrán escapar. Hay una niña, una amiguita de Lily, una niña que debería estar a salvo en Hogwarts.

De pequeña se avergonzaba de su cabello, ese color tan estridente, tener un color así es ya un destino, llamas la atención de los pájaros, como una calabaza abierta en medio de un campo. Se toca las piernas para que se mantengan firmes, pero los músculos tiemblan como unas salchichas en el sartén.

No siente dolor, pero nota un reguero líquido en alguna parte, ¿su cabeza? Tal vez su vagina o su ano.

Las alimentan por el día, y por la noche las visitan. Ginny se esconde. Se llevan a dos o tres cada vez. Las traen de vuelta al alba. No quieren que las demás las miren. Se dirigen en trompicones al baño. También se la llevan a ella, que destaca por el color de su pelo, es un pececillo rojo, es fácil pescarla. Los ojos se posen sobre ella en la oscuridad, oye las risas.

Ginny resiste. Entonces, un día se llevan también a la pequeña, una niña de doce años. Y no vuelve.

Se pregunta dónde está la pequeña. Cuando los encapuchados la eligieron, los siguió con la misma diligencia que debía mostrar en la escuela, cuando sus maestros la llaman para demostrar un hechizo.

Vuelven a buscarla varias veces.

Entiende por qué la pequeña no ha sobrevivido.

El cuerpo de Ginny parece adormecido. El dolor es sordo, permanece encarcelado en otra parte. Parece atravesar un cuerpo que está a su lado.

El problema llega después, en las horas posteriores a la violencia. Cuando se percata que no puede regresar a su cuerpo.

Ginny deja de oir sus voces "puta bruja, perra, fenómeno, llama a tu ministro" Rien, se divierte.

Son monótonos, todo es monótono. El crescendo de las violaciones es siempre, más o menos, el mismo.

Una de las mujeres ha visto a la pequeña, lo que quedaba de ella.

Ella no grita, no hasta que en la siguiente rotación ve a Lily. Lo que queda de su cuerpo destrozado, violado, mordido, quemado.

Grita, grita tanto que excita a los lobos.

Ella se defiende, ya no tiene motivo para vivir, sólo quiere matarlos.

La ahogan con sus miembros, y uno de ellos, especialmente divertido por sus gritos, prende fuego en su vello púbico. "Sólo a las zorras como tú les gusta estar tan peludas, puta"

Ve el cuerpo de Lily y tiene sus asquerosos penes en su boca. La muerte acude a salvarla, su sufrimiento por fin termina por el propio asco y horror que siente, vomita y se atraganta.

Y aunque su vida termina allí, puede ver el sufrimiento de Harry al encontrarla, cómo con su muerte, él finalmente se rinde y prefiere reunirse con su familia en el más allá.


Ginny salió de su cama con las ojeras marcadas y el cabello opaco, la garganta estaba en carne viva por los gritos, seguía temblando y se sentía entumecida, su cuello, su boca, su vagina, su ano, todo su cuerpo dolía, como si realmente hubiera vivido su visión. Aguantó las lágrimas y respiró profundamente intentando calmarse, esa pesadilla era su culpa.

Sabía que sus dudas habían provocado esa visión tan detallada, no la había visto en años, ella dudó, consideró por un momento seriamente el no continuar con sus planes, en rendirse y ahorrarse los años duros que le esperarían. Pero esa visión le devolvió la determinación.

Las pesadillas eran cada vez más comunes desde que Harry se había negado a compartir la cama con ella hasta saber qué pasaba exactamente.

Ella estaba atada por la sangre y no podía decir nada, pero había orientado a Hermione en el camino correcto para que descubriera el ritual rúnico, ella sí podría decirle a Harry todo. No quería que esos últimos meses juntos pasaran así, tan alejados el uno del otro. No cuando habían estado juntos por más de 3 años, durante los cuales habían dormido juntos todas las noches.

Se volvió a reprender mentalmente por su estupidez al no haber detenido a Harry cuando sus caricias se tornaron más intensas, él pudo haber muerto por su culpa y no podía volver a pasar, ella no lo podía permitir, una segunda vez para Harry sería la muerte. Ella no podía arriesgarlo por su egoísmo y su propia comodidad.

La chica se bañó y se puso su uniforme y túnica, era muy temprano, pero quería ver a Trelawney antes de desayunar. La profesora la saludó y le sirvió un té asqueroso y ella bebió por educación, después de todo le había impuesto su presencia demasiado temprano.

De manera extraña estar con esa mujer siempre la calmaba y también le reafirmaba su propio ser, sabía que, si ella se volcaba al alcohol de la misma forma que la profesora, sería recompensada con el dulce olvido y descanso. Las visiones nunca entraban en donde ya estaba el alcohol, era lo único que esa mujer patética le había enseñado.

Era lastimoso que la única descendiente de las Trelawney que tenía el ojo interno apuñalara a ese ojo hasta dejarlo ciego. Pero…pero, ¿acaso no estaba ella misma aterrada por las visiones? ¿no deseaba nunca tener otra? Sólo tenía 15 años, fácilmente podía vivir seis veces esa edad y no podía saber si algún día podría estar tan desesperada como para recurrir al alcohol de la forma en que la profesora Trelawney.

No podía permitirse el lujo de juzgar a la única mujer que podía entenderla, aunque fuera un poco.

Después de su plática salió a desayunar, Harry la estaba esperando fuera del salón y lo saludó con un beso, ambos se dirigieron al comedor, una vez terminado el desayuno se separó de él y fue a clases, divagando en su mente sobre el futuro todo el tiempo.

Las clases en cierta forma le parecían intranscendentes, si ella dudaba, en 20 años nadie sabría la teoría detrás de la transformación de un ser vivo a objeto inanimado. Especialmente le era odiosa la clase de la profesora McGonagall, a pesar de ser una excelente maestra a ella le desagradaba Ginny y no podía evitar ocultarlo. Por supuesto que Ginny entendía el porqué de su desagrado, la profesora McGonagall no ocultaba su desdén por la adivinación y las personas que creían en ello. Y aunque en cierta medida sí creía que Ginny podía ver el futuro, le era desagradable por la indiferencia que Ginny mostraba por lo que pasaba.

Cuando la profesora estaba de espaldas escribiendo en el pizarrón, Ginny no pudo ocultar una sonrisa amarga al verla y pensar en su destino, ella siempre sería la eterna defensora de los muggles, quienes en todas sus visiones terminaban traicionándola. Tal vez Salazar Slytherin al fin sí había tenido razón al enumerar los peligros de mezclarse con muggles, la profesora era una mestiza quien nunca pudo evitar defender su lado muggle.

Cuando las clases de la tarde terminaron, Harry la alcanzó a medio pasillo, si no supiera que la encontraba con el mapa del merodeador él parecería un tétrico acosador. Ginny sintió que volvía a respirar cuando lo vio, tomó su mano y caminaron juntos por los pasillos del castillo.

Harry la miró con tanta pasión en la cena que sentía que se sonrojaba, lo amaba tanto y lo deseaba tanto, anhelaba lo que no podían tener hasta dentro de mucho, mucho tiempo. Casi lloraba cuando pensaba en tener que estar con otro hombre, y en esos momentos de anhelo odiaba profundamente a Dumbledore por haber persuadido a sus padres de realizar el ritual.

Pero también, les agradecía, el sólo pensar en todos los horrores de los que la habían salvado la ponía feliz. No podía quitarse esas horrendas imágenes de la mente, la visión le había cerrado otro capítulo en su vida sexual.

Como pudo, se escabulló de su novio y buscó a Luna, el sólo recordar el dolor al quemar su pubis la hacía tener náuseas y ganas de llorar, el sólo sentir los vellos allí la aterraba. Luna pronto le dio una solución. Una poción, para desaparecer los vellos, después de 2 meses de uso diario, nunca le volverían a salir.

Con respecto a la idea de algún día tener un pene en su boca, esa idea la repugnaba tanto que prefería morir antes de hacerlo.

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Si el director se sorprendió cuando a sus sesiones con Harry aparecieron sus eternos compañeros no lo demostró en su expresión.

–Señorita Granger, señor Weasley, ¿a qué debo el placer de su visita? – Dijo con una sonrisa, aunque Harry notó que el acostumbrado brillo en los ojos había desaparecido. Harry sospechó que el profesor sabía por qué habían llegado, él nunca había preguntado nada sobre Ginny ni habían hablado de ella en el ámbito personal, pero todos en ese castillo sabían que ellos salían, y aún más, todos sabían que él casi había muerto estando con ella.

–Perdón por interrumpirlo director, queremos preguntarle algo, si no es mucha molestia. – Dijo Hermione con educación, aunque por la expresión de Ron, él no se iría hasta tener respuestas, sin importarle si fuera una molestia.

–Por supuesto señorita Granger, será un placer, por favor tomen asiento, ¿gustan un dulce de limón?– Hermione y Harry lo rechazaron, pero Ron tomó uno. –Por favor señorita Granger, adelante.

–Es sobre Ginny, Profesor, en otras circunstancias ni siquiera le diría a usted esto, pero me preocupa demasiado. Hace un mes ella y Harry se encontraban en una posición… comprometedora, cuando Harry de repente se encontró bajo lo que él dice es la maldición crucio, él ha estado bajo esa maldición terrible profesor, y usted sabe que es poco dado a exagerar. Me preocupé y comencé a investigar. – Dijo Hermione con rapidez, intentado que no el profesor no prestara mucha atención en lo que había provocado esa maldición en Harry.

–¿Y qué encontró señorita Granger? – Le preguntó el director con tono plano.

–Primero pensé que Ginny lo había puesto bajo la maldición cruciatus,– Dijo la chica sonrojada, mientras sus dos amigos la miraban con enojo ante esas palabras, a ninguno de los dos jóvenes se les ocurrió culpar a Ginny por lo que pasó. –Pero leí un libro de las maldiciones que producían torturas como aquella, y en un listado encontré un ritual que se parece fielmente a los efectos que sufrió Harry.

Lucrecia castitate, señorita Granger.– Dijo Dumbledore con seriedad, como había acostumbrado hace un año ignoró la mirada de Harry, como si intentara evitarlo. –¿Es ese el ritual que encontró en su investigación?

–Sí– Dijo Hermione sorprendida por un momento, como si realmente no hubiera esperado que el profesor supiera sobre eso. –Una ritual tan oscuro que ni siquiera hay información sobre ello en la sección prohibida.

Hubo silencio por unos segundos en la oficina, parecía que el director no les diría nada a pesar que era evidente que él lo sabía todo. Harry lo miró con frialdad y se levantó para salir se inmediato, en lo que a él respectaba nunca le volvería a dirigir la palabra a ese hombre.

–¿Le preguntó a la señorita Weasley algo Señor Potter?– Le dijo deteniéndolo en la puerta. Harry suspiró para calmarse y se obligó a voltear y contestar.

–Por supuesto que lo hice, y ella me dijo que sabe qué es lo que pasa pero no me lo puede decir por la misma naturaleza de la maldición.– Dijo Harry con furia, no con Ginny, sino por no saber nada.

–Por supuesto, sólo puede hablar de ello delante de quien realizó el ritual. – Dijo Dumbledore asintiendo.

–Es una maldición profesor, una maldición oscura que obliga a una mujer a ser virgen y causa que quien la toque de forma sexual sea torturado. – Dijo Hermione horrorizada. – Y alguien puso una maldición así en ella, es un crimen profesor, y quien lo haya hecho merece estar en Azkaban.

–Entiendo su punto de vista señorita Granger. – dijo Dumbledore con tranquilidad. –¿Qué más encontró sobre Lucrecia castitate?

–Nada, no hay nada sobre ella, sólo sobre los efectos de tortura y que no se puede retirar una vez lanzada. – Ron y Harry asintieron ante lo que decía su amiga.

–Es una definición bastante pobre, pero entiendo que era lo único estaba a su alcance. – Dijo el director tomando un dulce. –La maldición, como usted la llama, Lucrecia castitate, surgió como una forma de proteger a las doncellas.

–¿Proteger? Las obligaban a alejarse de los hombres y las restringía del contacto físico. – Dijo la chica ofendida por esa definición tan blanda.

–Esos son los motivos por los que surgió, ¿han oído sobre el suicidio de Lucrecia? – Dijo Dumbledore con seriedad.

Hermione asintió con seguridad, Harry no tenía idea de lo que hablaba y Ron parecía igual de confundido que él, Dumbledore se volvió hacia ellos y les explicó. –Lucrecia fue una matrona romana, llamada virtuosa y pura por los demás, una noche un invitado, amigo de su marido e hijo del emperador, entró a sus aposentos y la violó. Ella mandó a llamar a su esposo y a su padre al día siguiente y les dijo lo que había pasado, instándolos a limpiar su honor, posterior a eso se enterró un puñal en el pecho y se quitó la vida.

Hermione arrugó el entrecejo y una mirada de furia pasó por sus ojos. –Se suicidó diciendo "Vosotros veréis cuál es su merecido; por mi parte, aunque me absuelvo de culpa, no me eximo de castigo; en adelante ninguna mujer deshonrada tomará a Lucrecia como ejemplo para seguir con vida" Se suicidó como su hubiera sido culpable por haber sido violada.

–Sólo narró lo sucedido, señorita Granger, no estoy defendiendo lo ocurrido. – Dumbledore le dijo con amabilidad. –Debido a su violación y suicidio, su esposo y su padre prometieron venganza y como resultado el Imperio Romano cayó y surgió la República.

–¿Qué tiene que ver el hechizo con esa historia profesor? Independientemente del nombre. – Dijo la chica después de dar un gran suspiro para calmarse.

–Surgió posterior a la caída de Roma, cuando no había gobierno muggle fijo, los magos y brujas vivían en temor por las constantes guerras y saqueos. Y a menudo los magos eran llamados a la batalla por sus señores, dejando a sus esposas e hijas solas, sin protección. No hay realmente una fecha específica a cuando surgió el ritual, ni quien lo hizo. Se sabe que Slytherin utilizó el ritual tal cual como se conoce el día de hoy en una de sus hijas, por lo que es aún más antiguo que los fundadores. –Dumbledore los miró con atención. –Es un poderoso ritual de sangre, y por ser de sangre cae en la categoría de magia oscura.

–¿En qué consiste? No encontré ninguna información.– Preguntó Hermione con verdadera curiosidad.

–Debo confesar que no lo sé.– Dijo para sorpresa de Harry y los demás ¿el profesor Dumbledore ignoraba algo? –El ritual completo se pasa de generación en generación de padre a hijo, lamentablemente mi propio padre salió de mi vida antes de que pudiera pasarme a mí el conocimiento. Y debido a la naturaleza del ritual no se enseña a hombres fuera de la familia. Sólo sé algunos elementos, es un ritual de sangre, con runas que se heredan, la doncella debe ser virgen para que el ritual funcione y debe ser un miembro de su línea de sangre quien lo realice.

–¿Qué implica realmente el hechizo?. – Preguntó Harry, ya que Hermione se veía horrorizada ante la idea de utilizar sangre en un ritual rúnico. –Es irrevocable, eso lo sabemos por lo que investigó Hermione, pero qué es lo que implica.

–Implica lo que ya saben, la joven doncella estará protegida del contacto de los hombres y no podrá mantener relaciones sexuales hasta el matrimonio. E incluso la ceremonia matrimonial será diferente, sólo podrá realizarse libremente con el consentimiento de quien realizó el ritual, o alguien de la sangre de él. – Dumbledore esperó unos segundos antes de continuar, esperando que digirieran la información. –El encantamiento nunca se retira, pasa de la protección de su padre a la de su esposo, y con ello su esposo será el único hombre con el que podrá tener sexo, en caso de viudez el encantamiento estará ligado al hombre más cercano a ella por sangre; hijo, padre, hermano, abuelo, tío, primo y sobrino, en ese orden. Y sólo podrá volver a tener sexo si se vuelve a casar, cualquier intento será un sufrimiento parecido a un cruciatus para el hombre, y si a pesar de la maldición el mismo hombre lo volviera a intentar, sería la muerte de él.

–Debe entender señorita Granger, que este ritual surgió como forma de proteger a las brujas de las violaciones, a pesar de las implicaciones y la restricción que las brujas tenían sobre sus cuerpos, los padres preferían eso a que sus hijas fueran violadas. – Dijo Dumbledore con tranquilidad, para después volverse hacia Ron. –Señor Weasley disculpe la pregunta, tengo entendido que sale con una jovencita en esto momento, ¿alguna vez intentó tener relaciones sexuales con ella?

Ron se puso colorado, sorprendido y avergonzado por la pregunta, apenas y pudo farfullar un no rotundo y casi horrorizado. Mientras Hermione lo veía fijamente, con el enojo escrito en el rostro.

–A los magos sangre pura se les educa para ni siquiera intentar acostarse con una señorita sangre pura, aunque no se les explica nada hasta llegar a la mayoría de edad, siempre está el peligro de que a una joven le hayan realizado el ritual. – Hermione asintió un poco sonrojada por la pregunta del profesor. –Por su puesto el ritual fue prohibido hace más de cien años por el Winzegamot, pero a día de hoy sigue practicándose, de hecho, durante la guerra contra Voldemort sucedió un verdadero pico de estos rituales después de los primeros ataques de los mortífagos. Especialmente cuando atacaron a la familia Bones, fue horrible lo que le hicieron a Edgar y a Maryknollys, y a sus hijas, todos quedaron horrorizados y comenzaron a realizar estos rituales para proteger a sus propias hijas después de lo que les hicieron a esas pobres niñas.

–¿Y no castigaron a quienes realizaron el ritual? – Preguntó Harry mirando a Dumbledore, estaba ligeramente pálido y se llenó de asco al comprender lo que el profesor insinuaba. Podía entender el motivo de la maldición, el señor Weasley seguramente habría querido proteger a su hija recién nacida, especialmente cuando siguieron los ataques de mortífagos tras la caída de Voldemort.

–Nunca se ha condenado a nadie por utilizarlo, a pesar de estar prohibido, son los hombres del mismo Winzegamot mayormente quienes utilizan ese ritual con sus hijas. – Dijo Dumbledore, agregando más información. –Una bruja bajo ese ritual siempre pertenecerá nominalmente a el hombre al que está atada, por lo que su apellido cambia automáticamente al tomar un esposo, y las leyes aplicadas a este tipo de matrimonio son específicas, ella nunca podría testificar contra su marido y por supuesto que la separación es algo imposible de realizar.

El trío asintió ante la información y salió de la oficina dando las gracias por la explicación.

o-o-o-o

Harry no pudo resistir ni siquiera un mes, se estaban torturando los dos por esta separación voluntaria. Él la había buscado unos días después del incidente, pero ella lo había rechazado y se negaba a volver a su cama, amaba dormir con Ginny y si ella se negara sólo porque quería no la hubiera presionado, pero él veía lo que le pasaba, las enormes ojeras, el largo cabello opaco, había bajado de peso mucho y se veía tan pálida que le daba miedo lo que pudiera pasarle.

Ella nunca podía descansar bien, y sin alguien que la acompañara en la noche era aún peor, y sólo se estaba torturando al negarse a la paz que le proporcionaba su compañía y él había sido un estúpido por no rogarle que le permitiera confortarla.

Él le pidió perdón por asustarla y por haberse negado a dormir con ella después del ataque, y también le dijo que ya sabía del ritual, y que tendrían cuidado de que no volviera a pasar, pero que regresara a la cama que habían compartido por años.

Estaba presionando la pequeña caja negra contra su bolsillo a cada momento, intentando combatir la ansiedad que sentía, ¿y si ella le decía que no? No creía poder manejar su rechazo, no cuando ella era el amor de su vida y la única mujer que podía ver como su compañera y la madre de sus hijos. No le importaba lo que los demás opinaran acerca de su edad y lo jóvenes que era para saber lo que era el amor. La amaba y quería ser su esposo, quería ser todo para ella, quería ser suficiente para aliviar sus miedos y temores, y el primer paso debía ser el matrimonio, el vínculo que nadie podría romper y por el que estarían unidos hasta que la muerte los separara.

Hermione lo ayudó a comprar el anillo, sus padres le enviaron las opciones y después ellos lo compraron y lo enviaron a cambio de los galeones que él les envió. Era una bonita argolla de oro con un pequeño diamante en el centro. Ron tomó todo el asunto con una sorprendente calma, Harry pensó que armaría un escándalo como cuando se enteró de lo que él y Ginny habían hecho. Pero sorprendentemente Ron apoyó la propuesta, contribuyó con ideas para cómo proponerlo y hasta él se ofreció gustoso para llevar a Ginny al lugar donde lo haría.

A su manera, Ron se preocupaba por su hermana, e incluso él se había dado cuenta del estado en que se encontraba Ginny. La amaba y no quería seguir viéndola sufrir, y si casarse paraba todo y mejoraba su vida, él no dejaría que ninguna queja saliera de sus labios.

Con ayuda de sus amigos, especialmente de Hermione, prepararon la cabaña de Hagrid, limpiaron, adornaron y dejaron todo de una manera nauseabunda al estilo de la tienda de té de madame Pudipié. Ginny no era especialmente femenina ni le agradaban ese tipo de cosas y ornamentos, pero Hermione insistía que toda chica esperaría un ambiente romántico en una propuesta matrimonial.

Al final, cuando Ron llevó a su hermana la cabaña y la dejaron a solas con Harry, ella sólo lo miró con tanto afecto que él sentía que se le doblaban las rodillas.

Se acercó y antes de intentar besarla, tomó su mano y la llevó a su boca para darle un beso en la cálida palma blanca. No hubo más romanticismo después de eso.

–Ginny, te amo y sé que me amas. – Comenzó con voz firme casi como si estuviera declarándole una guerra en lugar de su amor. –Y no quiero separarme de ti, quiero estar a tu lado lo poco o mucho que viva. Desde hace mucho te considero mi familia, eres la persona que elegí y me eligió

A la joven los ojos le brillaron al escuchar las palabras de Harry, realmente conmovida. Y permaneció en silencio, dándole la oportunidad de expresar todos sus sentimientos.

–Eres mi familia en mi corazón, y quiero lo seas también legalmente. ¿te casarías conmigo? – Ginny se sorprendió cuando lo vio caer sobre una rodilla y le enseñaba un precioso anillo. Se tardó tanto en contestarle debido a la sensación de irrealidad que se apoderó de ella, y él se puso tan nervioso que comenzó a balbucear disculpas y promesas de que él esperaría lo que ella quisiera para casarse de ella.

–Acepto mi amor. – Le dijo con los ojos brillantes mientras reía y extendía su mano para que le colocara el anillo en su dedo anular. Harry, extasiado, lo colocó y besó su mano, para después levantarse y besarla en la boca, con suavidad.

Fue el momento más feliz de su vida.


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