Como un pequeño regalo para la naturaleza y para los habitantes de Republic City. Ese día las nubes cubrieron el cielo azul, eliminando aquella oleada de Calor y dejar así un agradable clima fresco que la misma naturaleza agradecía con aquel aroma de tierra húmeda.

A pesar de que era un viernes, día que motivaba a cualquier persona y le dejara de buen un humor, en alguna parte de la ciudad ocurría lo contrario.

― ¡Agh! ¡Me rindo!

Exclamo con enojo la morena sentándose de golpe en el frio suelo. Su mente estaba al punto se crear una gran explosión. Tenía miles de pensamientos que la frustración se apodero de ella.

Con amargura acomodo algunos cabellos que caían de su rostro mientras sentía como el sudor emparamaba su frente y parte del cuerpo. Llevaba varias horas intentando arreglar algo que no tenía solución.

Oh quizás, la vieja y empolvada motocicleta no era el problema.

- todo sería más fácil si estuvieras a mi lado… -susurro con tristeza mientras observaba aquella motocicleta.

Su ánimo se encontraba en el piso y su mente se encontraba en otro lugar que no era el presente.

"me alegra que triunfaste en el examen"

Ha sido lo único que ha podido recibir de su peli negra desde hace varios días. Su número nunca tiene una respuesta y aquellos mensajes solo se quedan en pendiente de entrega. No quería pensar pues sabía que su mente le llenaría de situaciones rumiantes que era algo apresurado para una relación que apenas estaba iniciando.

Pero la situación no le estaba siendo de ayuda, una motocicleta que no quería dar ninguna señal de vida y una "novia" ausente estaba provocando un desespero en su ser. Pues había tomado la decisión de volver a arreglar aquel objecto de metal para distraer su mente, llevaba una cajetilla de cigarrillos y varias tazas de café ya en su cuerpo, pero al no saber noticias de aquella peli negra, le generaba incertidumbre.

Volvió a tomar su celular con esperanza de visualizar alguna notificación, sin embargo, solo era una pantalla vacía.

9:00 am.

Era la hora que marcaba el dispositivo, apenas iniciaba la mañana y no sabía cómo aguantaría pues difícilmente logro descansar la noche pasada.

-Korra, el desayuno está en la mesa...

exclamo con algo cautela, pero con dulzura Pema quien hizo que la morena pegara un pequeño brinco de susto. Se le había olvidado que ella aún estaba en la casa y era único que hacía que la joven estuviera estable, puesto que sola podría cometer alguna locura en estas fechas.

-Gracias, en un momento voy –respondió la morena mientras le brindaba una suave sonrisa.

Tomo algunas herramientas y las dejo a un lado de la motocicleta, sabía que no tenía arreglo pues está ya estaba acobijada de una capa de polvo con grasa y aunque había cambiado algunas piezas, la principal que era el motor por más cosas que realizo no daba señales de arranque.

-Y nuevamente quedas guardada – comento al levantarse y tomar una gran manta para taparla por completo.

- korra, no crees que es mejor comprar una nueva –comento Pema desde el borde de la puerta que se encontraba entre el garaje y casa. - esa moto no prenderá y...

- y él tampoco va a volver –le complemento la morena con expresión de tristeza. -ya conozco aquellas palabras –Pema le miro con melancolía mientras la joven caminaba hacia ella. -él amaba esa moto y sé que quería que siguiera funcionando. -korra le sonrió-. Por algo le coloco nombre APPA.

Pema le devolvió la sonrisa. Pues era cierto. Ang quería tanto aquella motocicleta que le apodo y recordaba como más de una vez el joven peleaba cuando alguien se burlaba de aquel nombre.

Pema suspiró con tristeza al recordar a Aang y su amor por aquella vieja motocicleta. Cada detalle en el garaje era un recuerdo imborrable de él, y sabía que para Korra, reparar la moto era una forma de mantener viva su memoria.

―Bueno, si necesitas ayuda con algo, estaré en la cocina ―dijo Pema suavemente antes de regresar al interior de la casa, dejando a Korra sola con sus pensamientos.

Korra se quedó un momento más en el garaje, mirando la motocicleta cubierta, intentando calmar la tormenta de emociones que se arremolinaba dentro de ella. Finalmente, decidió que sería mejor despejar su mente y se dirigió hacia la cocina, donde el aroma del desayuno la recibió con calidez.

―Gracias por el desayuno, Pema ―dijo Korra al sentarse a la mesa, intentando esbozar una sonrisa.

―No hay de qué, querida. ―respondió Pema mientras servía un par de platos de panqueques y fruta fresca. — ¿Quieres hablar de lo que te preocupa?

Korra dudó un momento, jugando con su tenedor. Hablar de sus problemas no era algo que le saliera natural, pero sabía que Pema siempre estaba dispuesta a escucharla.

―Es solo que… todo se siente tan incierto últimamente. La moto, Asami... siento que estoy perdiendo el control de todo ―confesó finalmente, su voz apenas un susurro.

Pema se sentó frente a ella, mirándola con comprensión y ternura.

―A veces, cuando parece que todo se está desmoronando, es cuando más necesitamos recordar lo que nos hace fuertes. La conexión que tienes con Aang a través de esa moto, y con Asami… son cosas importantes. Pero también es importante cuidar de ti misma, Korra. No puedes cargar con todo el peso del mundo sola.

Korra asintió, sabiendo que Pema tenía razón. Se sentía tan atrapada en sus pensamientos y preocupaciones que había olvidado cuidar de sí misma.

―Gracias, Pema. A veces me olvido de eso ―dijo, apretando la mano de la mujer en señal de agradecimiento.

―Para eso estamos aquí ―respondió Pema con una sonrisa.

Después de desayunar, Korra decidió salir a dar un paseo al parque con Naga. Pensó que un poco de aire fresco y tiempo al aire libre le ayudarían a despejar la mente. Al llamar a su fiel amiga, Naga se acercó de inmediato, moviendo la cola con entusiasmo.

―Vamos, Naga. Necesitamos un poco de aire fresco ―dijo Korra mientras le ponía la correa a su amiga.

Las calles de Ciudad República estaban llenas de vida. La gente iba y venía, ocupada en sus propios asuntos, pero Korra apenas lo notaba. Su mente seguía dándole vueltas a sus preocupaciones. Naga, por otro lado, parecía disfrutar cada momento, olisqueando aquí y allá, y saludando a los niños que se acercaban para acariciarla.

El parque era un lugar de tranquilidad en medio del bullicio de la ciudad. Los árboles frondosos proporcionaban sombra, y el sonido de los pájaros cantando añadía un toque de serenidad. Korra dejó que Naga corriera libremente, observándola con una sonrisa mientras se divertía.

Hasta que aquella criatura blanca encontró otro amigo peludo que quería aquella libertad, pero este se encontraba amarrado a su ama que con dificultad intentaba controlarlo. Korra al ver como los perros en su juego amenazaba con tirar al joven corrió hacia ellos.

― ¡Ah! Tyson detente! ―exclamo la joven mientras jalaba la cuerda del pastor alemán-.

Sin embargo, aquella lucha de contenerlo no sirvió pues el canino se soltó y corrió emocionado con su nueva amiga blanca. Dejando caer sentada a su dueña. Korra viendo la escena quiso reírse pues inconscientemente se le hacía gracioso pues ya se estaba volviendo normal que su mascota haga caer a las jóvenes.

― ¿estas bien? -pregunto la morena ofreciendo su mano para que ella se levantara.

La joven de cabello negro ondulado y ojos verdosos miro a la morena con enojo quitando a un lado su mano para ella levantarse por sí sola.

― ¿Eres la dueña de ese oso? ―refutó la joven, limpiándose el polvo de su ropa y mirando a Korra con ojos acusadores.

―Lo siento mucho, Naga puede ser un poco entusiasta cuando hace nuevos amigos ―respondió Korra, levantando las manos en un gesto de disculpa. Naga, ajena a la tensión, seguía jugando alegremente con Tyson.

― ¿Un poco? ―replicó la joven, todavía con el ceño fruncido. ―Tu "oso" casi me tiro al suelo.

―Es una samoyedo, en realidad ―corrigió Korra con una sonrisa, intentando aliviar la situación. ―Y de verdad, lo siento. ¿Estás segura de que estás bien?

La joven suspiró, y aunque todavía parecía molesta, se relajó un poco. Observo a korra por un momento detallando a la morena de pies a cabeza. Con un jean desgastado y una camiseta sin mangas color negra dejando ver sus brazos y un cabello algo alborotado quizás por las brisas algo fuertes del día, hizo que sonrojara un poco.

―Sí, estoy bien. Solo fue una sorpresa. Mi nombre es Kuvira, por cierto.

Se presento simulando algo de enojo.

―Soy Korra, y esta traviesa es Naga ―dijo Korra, extendiendo la mano nuevamente ingenua al comportamiento de la joven.

Kuvira miró la mano por un momento antes de estrecharla con una ligera sonrisa.

―Y ese de allá es Tyson ―dijo Kuvira, señalando al pastor alemán que ahora estaba tumbado, jadeando felizmente junto a Naga.

―Parece que se llevan bien ―comentó Korra, observando a los dos perros.

Kuvira asintió, todavía observando a su perro.

―Sí, parece que sí. A veces Tyson es un poco difícil de manejar, especialmente cuando ve a otros perros. Pero no suele soltarse así de fácil.

―Bueno, a Naga también le encanta hacer nuevos amigos. Tal vez fue algo bueno que se encontraran ―dijo Korra, sintiendo que la tensión se desvanecía un poco.

―Tal vez ―respondió Kira, sonriendo levemente. ―De todos modos, gracias por ofrecer ayuda.

―No hay problema. ¿Te gustaría caminar un poco más? Podríamos dejarlos jugar un rato y asegurarnos de que no causen más problemas ―sugirió Korra.

Kuvira dudó un momento, pues aquella amabilidad de la joven morena le tomaba por sorpresa sin embargo no le parecía mala idea por ello asintió.

―Sí, supongo que eso sería bueno. Así Tyson se cansa y no tengo que preocuparme tanto después.

Respondió la joven.

Las dos jóvenes comenzaron a caminar juntas, observando a sus perros correr y jugar libremente.

― y eres nueva por este sector –pregunto korra algo curiosa ya que era la primera vez que la veía a ella y a su mascota, en el parque literalmente se conoce a todo quien vive en lugar gracias a sus mascotas y aquella joven no le era conocida.

― sí, llegue hace una semana –respondió Kuvira mientras bajaba la mirada para ver sus pasos. -no era algo que tenía planeado, pero me comentaron que este barrio era algo tranquilo y en este momento es lo que más deseo.

Korra le miro con curiosidad. Pues aquella joven al final dejo ver algo de melancolía en su rostro provocando un aire familiar. Ella no era la única que estaba huyendo a un momento amargo.

― excepto que no sabía que mi perro iba a ser muy sociable –exclamo alzando la mirada a la morena con una sonrisa y guiando su mirada a los dos perros que jugaban. ― él no es tan juguetón ni sociable.

Korra sonrió, sintiendo una conexión inesperada con Kuvira.

―Naga tampoco suele ser tan efusiva con otros perros. Debe ser algo especial entre ellos ―dijo, observando a sus mascotas con cariño.

Mientras continuaban caminando, la conversación fluyó con más naturalidad. Hablaron sobre sus vidas, sus intereses y las razones que las llevaron a Ciudad República. Contándole a korra que tuvo un matrimonio joven que no resulto llevándole a tomar la decisión de iniciar una nueva vida pues aquel matrimonio no era lo único tormentoso pues aquella mujer la única familia que tenía era la de su esposo ya que sus padres le abandonaron desde pequeña.

―Es bueno poder hablar de esto con alguien que entiende lo que es llevar un peso tan grande ―dijo Kuvira, mirándola con gratitud.

Korra asintió, sintiendo una creciente simpatía hacia Kuvira.

―Sí, a veces es difícil encontrar a alguien que realmente entienda ―respondió Korra.

Justo en ese momento, Korra sintió una vibración en su bolsillo. Sacó su teléfono y vio que tenía un mensaje de texto. Al abrirlo, leyó:

"Hola, Korra. Estoy en tu casa. Necesito hablar contigo. -Asami"

El corazón de Korra dio un vuelco. A pesar de la agradable compañía de Kuvira, aquello que no dejaba su mente en paz, había dado una señal de vida de la cual sin pensarlo detuvo sus pasos y miro a peli negra.

―Lo siento, pero tengo que irme. ―dijo Korra, guardando el teléfono y mirando a Kuvira con una mezcla de disculpa y urgencia.

Kuvira asintió, aunque su expresión mostró una ligera decepción. Ella no era de tener amigos y aquella conexión que estaba teniendo con la morena algo que ella no comprendía, pero deseaba más. Sin embargo, un pasado que ella cargaba no podía dejar salir aquella necesidad.

―Claro, entiendo. Espero que podamos continuar esta conversación en otro momento ―respondió Kuvira con una sonrisa.

―Definitivamente ―dijo Korra, devolviéndole la sonrisa. Luego llamó a Naga para que la siguiera.

Mientras se dirigía hacia su casa. Korra no pudo evitar sentir una mezcla de emociones. La conexión inexplicable con Kuvira y la perspectiva de ver a Asami hicieron que su corazón latiera con fuerza. Quería verla y sobre todo besarla y no dejarla ir.

Llegó a la casa, notando que en la calle se encontraba su auto estacionado. ¡era cierto! ¡ella sí llegó a su hogar! tocó la puerta, esperando ansiosamente que Pema o mucho mejor ella fuera quien abriera la puerta.

―Hola, Korra tu ami...―dijo Pema quien tuvo que hacerse a un lado para dejar entrar a la morena ansiosa.

Korra entró buscando con su mirada a su amada, quien no la vio en su perímetro por lo que inmediatamente volvió su mirada hacia Pema.

Pema sin tener que escuchar al a joven rodeo sus ojos.

―Esta en el estudio. ―respondió mientras señalaba la habitación.

Korra sonrió de agradecimiento y apresuradamente camino hacia el lugar, mientras que atrás dejaba a una Pema regañando a Naga por entrar entusiasmada a saludarla.

Y allí estaba aquella mujer que estaba atormentado la noche anterior, pero a su vez le hacía sentir latir a toda fuerza su corazón mientras su ser le hacía anhelar sus labios.

Mientras, la oji verde estaba a espaldas mientras observaba fijamente una fotografía de korra, amaba aquella habitación pues sentía al cien por ciento la esencia de la morena. Sonrió inconscientemente. Ella amaba a korra y no podía negarlo, sin embargo, así como apareció esa sonrisa se esfumo. La razón de la cual la llevo a ir a la casa de su amada arruinaba cada hermoso pensamiento.

―Asami! ―exclamo korra al entrar a la habitación con una sonrisa.

Sonrisa que partía más el corazón de Asami.

―Korra –respondió Asami intentando simular cualquier tristeza.

Korra no dudo en querer abrazarla y besarla sin embargo la oji verde dio un paso atrás haciendo que la morena le mirara confundida.

― ¿pasa algo? -pregunto korra algo temerosa pues no le daba buena espina aquella acción de Asami.

Asami tomó un profundo suspiro, su expresión se volvió seria.

―Hay algo de lo que necesito hablar contigo, Korra. Algo importante.


Volvi... Espero que sea de su agradado... perdon por ortografia y redaccion llevo como 8 años sin escribir .. solo quiero terminar la historia... :(