Nota de la autora: Encantamiento anti-litigios: Ninguno de los personajes me pertenece. Pertenecen a JK Rowling, quien dejó que toda mi razón para leer la serie de Harry Potter se desangrara en el suelo de la Casa de los Grítos. Estoy construyendo un mundo mejor.
Y como siempre, un agradecimiento especial a la reina de las betas, stgulik, la beta más paciente, más inteligente y más rápida del mundo. Este capítulo era un desastre, un desastre completo e ilegible, y habría seguido siéndolo sin stgulik. Te amo como no te imaginas, niña; Eres mi Hermione Granger.
Este capítulo se inspiró en el fic de Aurette The Occluded Soul, Capítulo 12: Picking Up The Pieces.
Nota de la traductora: esto va a ser una montaña rusa, una muy emotiva por cierto! Pero es un de mis capítulos favoritos en todo el universo de los fanficts. Espero lo disfruten. Me alegra que llegaras Gred-y-Feorge y bueno, al parecer la leona tomó una medida más permanente que meter a Dumbledore a un hogar de ancianos XD Me mataste de risa con tu comentario acerca de que Harry actuó de forma muy madura pero después la tuvo que cagar porque... bueno, porque es Harry XD Te había dicho algunos capítulos atrás que se trataría específicamente el asunto de la inocencia de Hermione mas adelante, y ahora si, el futuro es ahora jajajaja, este capítulo es al que me refería. Concuerdo en que Severus fue demasiado frio pero hasta cierto punto lo entiendo, Severus en canon en realidad es uno de los personajes más emocionales, pero cada que se deja llevar por sus emociones se mete en problemas así que va con esa frialdad y lejanía por la vida, creo que su reacción es exactamente como se portaría en una situación en la que no supiera que hacer. Pero no te preocupes, tiene un motivo para irse a la biblioteca y esperaré con ansias tus opiniones acerca de esta cap, que como dije, es uno de mis favoritos en cuanto a fanfics se refiere.
El Espacio Intermedio
Míranos girando en la locura de una montaña rusa, sabes que saldrás disparado como el diablo en una iglesia. En medio de una habitación llena de gente, todo lo que podemos hacer, mi amor, es esperar que no hundamos este barco...
El espacio entre las balas en nuestro tiroteo es donde me esconderé, esperándote.
La lluvia que cae chapoteando en tu corazón corrió como tristeza por la ventana de tu habitación.
El espacio entre nuestras perversas mentiras es donde esperamos mantenernos a salvo del dolor.
El espacio entre lo que está mal y lo que está bien es donde me encontrarás escondiéndote, esperándote.
El espacio entre tu corazón y el mío es el espacio que llenaremos con tiempo
Toma mi mano porque nos vamos de aquí...
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Entonces, entonces crees que puedes distinguir el Cielo del Infierno, el cielo azul del dolor.
¿Puedes distinguir un campo verde de un frío riel de acero? ¿Una sonrisa detrás un velo? ¿Piensas que puedes distinguir?
¿Y consiguieron que cambiaras a tus héroes por fantasmas? ¿Cenizas humeantes en vez de árboles? ¿Aire caliente en lugar de una brisa fresca? ¿Un frío consuelo para variar?
¿Y cambiaste un papel en la guerra por un papel principal en una jaula?
Como desearía, como desearía que estuvieras aquí.
Sólo somos dos almas perdidas nadando en una pecera, año tras año,
Corriendo sobre el mismo viejo suelo. ¿Qué has encontrado? Los mismos viejos miedos. Desearía que estuvieras aquí.
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Severus caminó decididamente hacia una parte de la estantería que contenía sus tomos más oscuros. Susurro un hechizo de autoprotección y sacó un texto delgado y quebradizo del estante. La portada del libro siempre le ponía la carne de gallina; estaba hecho de piel humana curada. El volumen en sí era breve, sólo unas treinta páginas aproximadamente, y le había costado una pequeña fortuna en el mercado negro años atrás, cuando era sólo un poco mayor que Hermione. Había comprado el libro por una curiosidad insaciable; nunca lo había usado.
El volumen, llamado Venecarmen Praelabor, contenía las instrucciones para preparar varias pociones muy cuestionables, junto con los hechizos que las acompañaban y que funcionaban en conjunto con ellas. No eran ni oscuridad ni luz, ni buenos ni malos. Más bien eran transitorios. Podrían sacar el alma del Espacio Intermedio o enviarla allí. Cumplían el propósito necesario en un momento determinado; Dependiendo de la necesidad, cada hechizo podría curar o dañar, crear o destruir, infligir dolor o placer.
Severus pasó cautelosamente las frágiles páginas hasta que encontró las instrucciones de la poción, junto con el encantamiento que necesitaba. Ofrecía varias alternativas para lograr el objetivo que buscaba. La idea de lo que tendría que hacer lo regocijó y al mismo tiempo lo asustó.
Sintió que el cansancio lo recorría como una oleada de náuseas. Necesitaba dormir; Crear la poción necesaria era complicado y usarla junto con este poderoso hechizo requeriría cada ápice de su concentración.
Miró hacia su dormitorio y suspiró. Debería dormir. Su cama lo atraía tentadoramente, como una amante. Sacudió la cabeza contra sus pensamientos egoístas. El tiempo era precioso. Cuanto más esperara, más difícil sería reparar el daño del alma de Hermione. Se puso de pie, se quitó la túnica exterior y arremangó su camina. Su esposa lo necesitaba; ella había quitado una vida por él esta noche. Le debía a Hermione devolverle su propia vida.
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Hermione sintió unas manos tiernamente despertarla de su sueño. Se dio la vuelta cuando Severus, vestido con una sencilla camisa de dormir, la tomó en sus brazos y la besó. Ella no pudo obligarse a responder; era como si todas sus terminaciones nerviosas estuvieran muertas y el entumecimiento la frotara en carne viva. Ella miró sus ojos oscuros y exhaustos y vio amor y preocupación, y quiso sentirse agradecida, pero tampoco pudo evocar esa emoción. "¿Qué está mal conmigo?" —murmuró, sonando drogada y lejana.
Severus besó su frente y le apartó el cabello de los ojos. "Hermione, quiero que me escuches atentamente. Quiero que seas mi niña buena y me obedezcas en todo lo que te pida. ¿Harás eso por mí, pequeña?" Él la miraba con una paciencia tan inusualmente suave que ella sólo podía pensar en una cosa.
"¿Me odias, Severus?"
Debería haberse sorprendido al ver las lágrimas, si hubiera podido sentir sorpresa. Él tomó su cabeza entre sus manos y besó suavemente sus entumecidos labios. "No, mi preciosa niña. Nunca te odiaría. Tenemos mucho de qué hablar, pero primero es necesario que te traigan de vuelta. Estás en el Espacio Intermedio".
"Oh." ¡Qué desinteresada parecía! Ella, Hermione Granger-Snape, extraordinaria esponja de conocimiento, no parecía más interesada en esta nueva información que un Gusarajo. Fue horrible escuchar su voz plana e indiferente. Sus ojos estaban vacíos; era como si estuviera enterrada tan profundamente dentro de sí misma que nunca pudiera encontrarla.
Tragándose su miedo, Severus se levantó de la cama. "En tu corazón, has asesinado a Albus Dumbledore. Tu alma ha sido dañada por tu ira, tu odio hacia él y tu venganza. Ha sido enviada al Espacio Intermedio, y ahora... debes decidir qué hacer con ella". Él la miró con tanta culpa y tristeza que Hermione supo que no habría sido capaz de soportarlo si su alma hubiera estado intacta.
"Nunca he oído hablar del Espacio Intermedio".
Severus negó con la cabeza. "No, no lo habrías hecho. Algunos creen que es simplemente un concepto abstracto. Yo creo que es muy real y un alma que no ha estado expuesta a la Oscuridad puede encontrar refugio allí. Tu alma está bastante equilibrada, Hermione, pero cometer lo que crees que es un asesinato te ha desequilibrado. He estado trabajando en una solución y creo que puedo ayudarte".
Hermione se sentó y observó mientras él tomaba algo de la mesita de noche. "¿Es por eso que estoy tan entumecida? No puedo sentir nada. Es como si mis emociones se hubieran separado de mi cuerpo".
Severus asintió. "Están encerradas. ¿Recuerdas lo que leímos en los libros de Albus sobre la creación de Horrocruxes?" Respiró hondo, como si intentara reunir coraje. "Un mago oscuro usa el Espacio Intermedio para alejar cualquier sentimiento de duda o remordimiento. Le permite crear el Horrocrux sin verse abrumado por sus emociones."
"La creencia es que, cuando el alma se divide debido a..." vaciló, odiando decir las palabras, "las acciones como la que realizaste esta noche, ingresa a un lugar llamado el Espacio Intermedio, donde el alma está seccionada y espera. Puedes elegir enviar esa mitad de tu alma, como lo hizo el Señor Oscuro, a un Horrocrux. O puedes encontrar el remordimiento dentro de ti, perdonarte a ti mismo y ser perdonado, y el alma podrá ser restaurada. Es un proceso doloroso y requerirá todas tus fuerzas". Él tomó su mano. "Eres lo suficientemente fuerte como para recuperarla. Y te ayudaré a hacerlo".
Ella lo miró sin emoción, sin comprender, y la total falta de su brillante inteligencia en sus ojos hizo que su corazón latiera con una fuerza repugnante. "Existe un hechizo que puede usarse para realizar el Horrocrux o restaurar el alma. Hacer un Horrocrux es un evento personal y no necesita ayuda. Pero para restaurar un alma se necesita la ayuda de otros. Como ya no puedes pedir perdón a Dumbledore ni expresar tu remordimiento, yo puedo actuar como receptor del mismo y tú puedes restaurar tu equilibrio a través de mí."
"Para restaurar el alma, el hechizo requiere lo que se llama una 'Triada': el actor, el receptor y el sufriente. El texto dice que cada rol debe ser desempeñado por un individuo separado, pero no tenemos ni el tiempo ni las personas disponibles para ayudarnos. Asumiré todos los roles yo mismo". En su corazón, Severus sabía que esto era arriesgado, no sólo para Hermione, sino para él mismo, pero alejó sus dudas. Le debía la vida; Con mucho gusto haría lo que fuera necesario para sanar su alma fracturada.
Dudó y luego se aclaró la garganta. "Significará que debo entrar en lo más profundo de tu mente. Estaré sondeando partes de tu alma que has cerrado, incluso de ti misma. Debes permitirme ir a donde quiera y no luchar conmigo ni intentar obstaculizarme". Se sentó a su lado en la cama, la tomó en sus brazos y la abrazó con fuerza. "¿Quieres ser mi buena chica y hacer eso? ¿Permitirme ir a lugares a los que nunca antes le habías permitido a nadie entrar?"
Hermione asintió y cerró los ojos. "Cualquier cosa para volver a sentir. Incluso si es dolor. Ya no me siento viva". Su voz, tan desprovista de vida, era desconcertante y endureció su resolución.
Levantó el objeto que había tomado de su mesa de noche. Era un frasco de poción. "Esta es Patafamenserum." Hermione miró de la pequeña e inocua botella a su marido.
Patafamenserum era como una combinación de Veritaserum y la maldición Imperio. Se utilizaba para abrir la mente de una persona; los hacía muy susceptibles a la sugestión. También era muy peligrosa, ya que a una persona bajo su influencia se le podía ordenar que hiciera cualquier cosa en contra de su voluntad, y su barrera moral se suprimiría lo suficiente como para permitir que hiciera lo que fuera. Las brujas y los magos sin escrúpulos podrían usarlo para implantar todo tipo de sugerencias en la mente de otra persona, y esa persona creería que fue idea suya desde el principio.
Una tenue línea surcó el espacio entre las delicadas cejas de Hermione. "He oído hablar de ella." Sacudió la cabeza casi con reproche. "Es ilegal elaborarla".
Severus puso los ojos en blanco. "Una vez más, Horace ha logrado descartar lo inusual al insinuar lo improbable mientras explica lo imposible. Sí, prepararlo para uso personal es ilegal, pero Medimagos entrenados pueden usarlo con bastante eficacia para ayudar a quienes sufren pérdida de memoria u otros daños psicológicos".
Ella levantó sus enormes ojos vacíos hacia los de él. "¿Así es como estoy ahora, Severus? ¿Dañada?"
Severus sintió que se le secaba la garganta. Este era su pago, su penitencia por la muerte de Dumbledore. Antes de que termine esta noche. Voy a expiar por esto...
"No quiero que lo veas de esa manera, Hermione. Vamos a reparar el daño, tú y yo. El Patafamen abrirán tu mente y nos permitirán estar unidos como antes, y a partir de ahí, podremos curarte nuevamente". Le tocó la cara con ternura. "Ya no puedo sentirte en mi mente, pequeña, y te extraño". Besó sus labios inmóviles. "Te necesito, Hermione. Te necesito de vuelta, amor", dijo, su voz suave y tierna por el anhelo.
"Yo tampoco puedo sentirte", dijo, asintiendo. Automáticamente, tomó el frasco de sus dedos y esperó, confiada. Instantáneamente recordó a la pequeña empollona que había hecho de sus clases una pesadilla en su infancia. Su corazón sintió como si fuera a estallar.
Él se lo quitó suavemente. "Quiero que esta sea la primera y la última vez que tengamos que hacer esto". Sin dudarlo, descorchó el frasco y vertió la poción en su boca. Sabía absolutamente repugnante e hizo una mueca mientras contaba hasta treinta. Hermione lo miró desapasionadamente; obviamente recordó lo que sucedería después, y aceptó su beso mientras él transfería la poción mejorada de su boca a la de ella. Ella lo recibió todo y lo tragó automáticamente, sin el menor indicio de su mal sabor.
Luego le ordenó que se acostara con él. Estaban uno frente al otro, uno al lado del otro. Le acarició la cara suavemente. Tenía los ojos apagados, como canicas rayadas y turbias. "En un momento querrás dormirte. No luches contra eso, y no luches conmigo... eso es", la animó, haciendo que su voz fuera suave y exuberante. Al ver sus párpados caer, canturreó: "Solo déjate llevar... buena chica... eso es..."
Cuando sus ojos se cerraron y su respiración se volvió pesada y uniforme, Severus agarró su varita y con su mayor concentración, dibujó el complicado sigilo en el aire, conjurando suavemente el encantamiento, "Investri Mensentia".
Mientras murmuraba el hechizo, la habitación, la cama, el aire mismo cambió, y se encontró caminando por un largo pasillo. Las puertas avanzaban a ambos lados del pasillo a intervalos regulares; todas estaban cerradas y bajo llave. Notó con alivio que había traído su varita con él. Se acercó a la primera puerta. Parecía ni más ni menos que una puerta interior normal de Hogwarts, la señaló y exclamó: "¡Alohamora!".
La puerta se abrió amablemente. En el interior, encontró a Hermione, sentada junto a una ventana en una habitación que reconoció como un dormitorio. Los colores rojo y dorado de Gryffindor eran evidentes en la cama y en las cortinas. Tenía aproximadamente la misma edad que cuando la conoció cuando tenía doce años y vestía su túnica de primer año. Ella se volvió hacia él con una sonrisa triste.
"Les dije a mamá y papá que esperaba estar en Ravenclaw, pero me clasificaron en Gryffindor". Se volvió hacia la ventana. "Aquí no le agrado a nadie". Podía oír las lágrimas ahogadas en su voz.
"¿Qué estás buscando?" preguntó, entrando a la habitación. Como ella no respondió, él cruzó la habitación y se reunió con ella junto a la ventana. Afuera estaba oscuro; el viento hacía girar las hojas y lo que parecían chispas de una hoguera debajo de su campo de visión. "¿Qué esperas encontrar aquí, Hermione?"
Ella se volvió hacia él con inmensa dignidad. "Un amigo." Una lágrima cayó por su suave mejilla y ella se la secó con dedos con las puntas de las uñas mordidas y ensangrentadas. "¿Por qué no le agrado a la gente?" Casi para sí misma, preguntó: "¿Es porque soy inteligente? No puedo evitarlo". Suspiró y volvió a mirar hacia la ventana. "Sólo desearía ser alguien que le agradara a la gente".
A Severus le dolía el corazón. Con un sobresalto, se dio cuenta de que, a su edad, él había sentido exactamente lo mismo. Incluso cuando Lily saltó del taburete de clasificación a la mesa de Gryffindor, dejándolo solo para arreglárselas con los elitistas Slytherin, recordó ese doloroso y anhelante deseo de ser querido y aceptado. Una vez más, recordó lo parecidos que realmente eran él y Hermione.
Extendió la mano. "Seré tu amigo, Hermione. Y si vienes conmigo, te encontraremos otros amigos".
La niña lo miró con absoluta confianza y puso su mano con seguridad en la de él. Ella le sonrió con sus dientes grandes y bastante salientes. "Gracias", dijo, y procedió a tirar de él hacia la puerta. Con su voz mandona, añadió: "No nos entretengamos, Severus. Tenemos cosas que hacer".
Sorprendido, dijo: "¿Me conoces?"
La pequeña empollona puso los ojos en blanco. "Oh, en serio, Severus; Estoy casada contigo". Ella se detuvo y pareció insegura. Mirándolo con ojos grandes y preocupados, ella dijo: "Lamento haber prendido fuego a tu túnica. Pensé que estabas tratando de lastimar a Harry. Pensé que estaba ayudando. ¿Me perdonas?"
Había olvidado lo precoz que era ella a esa edad. "Por supuesto que sí. Te dije que lo hacía, ¿lo recuerdas?"
Ella sonrió y él pudo ver alivio en sus ojos. "Lo recuerdo. Sólo quería asegurarme de que lo decías en serio". Ella tiró de su mano con impaciencia. "Vamos, Severus, te extraño".
Severus se dejó llevar fuera de la habitación. Una vez que estuvieron en el pasillo, la luz cambió, se hizo más oscura e instintivamente la pequeña se acercó a él. "Algo viene", susurró, apretando su mano con más fuerza. "No me gusta esto. No me gusta esto en absoluto".
La puerta de al lado tenía una superficie reflejante, como un espejo, y los dos se miraron solemnemente. Al ver su reflejo, descubrió que llevaba una túnica de mago larga, casi formal. Estaba descalzo; No había sido consciente de ello hasta ahora. Parecía un de los Antiguos, tal vez un druida, guiando a los fieles hacia la luz. Por supuesto, pensó. Soy el receptor de su remordimiento. Era a él a quien le pediría perdón. ¿Cómo los había llamado el libro? El receptor, el actor y el sufriente. Él desempeñaría todos los papeles como destinatario de su arrepentimiento.
Mientras él y la joven Hermione examinaban la puerta de espejo, pronto descubrieron que la puerta no se podía abrir con un hechizo. Mientras intentaban descubrir una manera de entrar, Severus vio algo reflejado sobre su hombro. Los dos gritaron cuando una enorme serpiente se alzó detrás de ellos. Hermione gritó y Severus se arrojó sobre la joven para protegerla del golpe, que nunca llegó. El reptil simplemente atravesó la puerta, pasó por encima de sus cabezas y desapareció en el reflejo. Severus extendió la mano y tocó la puerta. Cedió bajo su mano como la superficie ondulante de un charco de agua vertical. Miró a Hermione, quien le dio un pequeño gesto de aliento, y los dos silenciosamente cruzaron la puerta.
A Severus le pareció como si estuviera atravesando una pared de agua helada, y a su lado escuchó a Hermione jadear con el mismo shock de frío. Caminaron a través de la pared de agua helada hasta el otro lado, pero una vez allí, estaban completamente secos.
Se encontraron en un vasto túnel, con grandes viaductos de piedra a ambos lados. Sus pasos resonaron mientras caminaban hacia una figura en el otro extremo. Aquí, una Hermione mayor estaba de espaldas a ellos, sosteniendo un espejo frente a su cara.
"Sangre sucia. Impura. Inmundicia. Basura." Su voz sonaba enfadada, rechazada, y escupía las palabras de su boca como si le repugnaran. Se dirigió a Severus y a su yo más joven a través del reflejo del espejo, negándose a darse la vuelta. "Inferior. No tienes nada que hacer aquí. Indigna. Sangre sucia. Impura. Inmundicia. Basura."
"Tú no eres ninguna de esas cosas, Hermione", dijo Severus con firmeza, y sintió que la chica más joven soltaba su mano. Caminó hacia la versión mayor de sí misma.
"No tienes que estar sola ahora", declaró, como si entablara una conversación con su homólogo mayor. "Ya no tienes por qué sentirte humillada".
"¿Y si no soy lo suficientemente buena? ¿Qué tengo que hacer para demostrar mi valía aquí?" La voz se elevó, desafiante, avergonzada. Se volvió hacia el espejo. "Sangre sucia. Impura. Inmundicia. Basura." Luego, sus ojos se encontraron con los de él en el espejo y añadió suavemente: "Ladrona". Ella comenzó a recitar las palabras nuevamente, esta vez agregando "ladrona" a la retahíla de insultos.
"¡No!" La voz de Severus resonó a través de la cavernosa cámara. "Sabes en el fondo de tu corazón que ninguno de esos nombres se aplica a ti, ni a ninguna bruja o mago nacido de muggles, Hermione. Tienes todo el derecho a estar aquí". Buscó algo para tratar de conectar con la chica que hablaba. "Estoy dispuesto a perdonarte por robarme los ingredientes para la poción multijugos".
Dejó de hablar y lentamente bajó el espejo. Por primera vez, se giró y encaró a Severus y a su encarnación más joven. Severus retrocedió ante su rostro gris y ceniciento. Era la misma palidez espantosa que había tenido cuando la petrificó el basilisco, mientras yacía quieta y congelada en la enfermería de Hogwarts.
Su yo más joven, sin embargo, no tuvo reparos en la condición del rostro de Hermione. Ella simplemente dijo: "Tenemos que volver con Severus. Di que lo sientes y podremos continuar". Sonaba tan imperiosa y natural que Severus no pudo evitar sonreír con tristeza.
Mientras la chica mayor estaba frente a Severus, el tono gris y mohoso de su rostro volvió a la tez color melocotón de su yo normal. Miró a Severus con la misma mirada de dolor y arrepentimiento. "Lamento haberte robado. Pero necesitaba saber que estábamos a salvo del Heredero de Slytherin. Lamento que te decepcionaras de mi".
Severus extendió sus manos hacia las dos chicas. "Lo sé, Hermione. Y te perdono. No lo habrías hecho a menos que no tuvieras otra opción".
Vio una dolorosa esperanza surgir en sus ojos y, como una sola, las dos Hermiones tomaron sus manos. Los tres se dieron vuelta y salieron de la Cámara de los Secretos de la mente de Hermione.
La puerta de al lado era una que conocía terriblemente bien. Recordaba muy claramente haber estado afuera de esta puerta cuatro años antes, esperando el momento perfecto para entrar corriendo y atrapar a Sirius Black. Era la puerta del dormitorio de la Casa de los Gritos.
Sin dudarlo, Severus abrió la puerta de una patada y los tres entraron corriendo como si lo hubieran planeado juntos. Una tercera Hermione, de unos catorce años, estaba parada en el centro de la habitación, apuntando su varita a Severus. Parecía aterrorizada.
"He hechizado a un profesor. ¡He hechizado a un profesor!" exclamó, respirando tan fuerte que estaba a punto de hiperventilar. Miró a Severus con un miedo apenas disimulado, y sus ojos se pusieron en blanco por el pánico.
"Por favor no me expulse, señor. Estaba tan asustada. Ha sido horrible", se lamentó y se abrazó a sí misma, luchando contra las lágrimas. Señaló un espacio en el suelo. "Sirius y Remus estaban allí y explicaron todo. ¡Sirius era inocente de traicionar a los Potter y yo estaba confundida y frustrada! Estabas tan enojado y tenía miedo de que lo lastimaras y entré en pánico y te hechicé."
Ella miró a Severus. "No he hecho nada bien", susurró, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. "Te hice enojar tanto... y aun así, nos protegiste del profesor Lupin". Ella apartó la mirada, como si tuviera demasiado miedo de su ira.
Severus vaciló. Tenía que tener mucho cuidado aquí. "Hermione, escúchame. Estaba muy enojado contigo por haberme hechizado. Estaba enojado contigo por dejar escapar a Black. Hiciste muy mal al atacar a un profesor. Pero," Severus tragó, odiando tener que decir esas palabras, sabiendo que otra puerta pronto demostraría que estaba equivocado.
"Black era inocente. Impediste que enviaran a un hombre inocente de regreso a Azkaban". Y él te pagó intentando violarte dos años después, pensó Severus sombríamente. Aquí es donde las cosas se van a complicar.
Hermione lo miró dubitativa, pero al menos estaba escuchando. Él gritó: "Y salvaste a Buckbeak". Quien intentó matarme esta noche. Dioses, que desastre.
Dejó eso de lado por considerarlo irrelevante. Le sonrió a la bruja que recordaba tan bien, una chica que estaba ganando belleza y poder, pero aún lo suficientemente inocente como para creer que debería hacer campaña para liberar a los elfos domésticos. "Hermione, eres una amiga leal y muy inteligente. ¿Recuerdas cómo resolviste mi adivinanza de pociones? ¿Recuerdas cómo descubriste al Basilisco en la Cámara? ¿Recuerdas cómo te diste cuenta de que estaba tratando de revelar que Lupin era un hombre lobo?"
La Hermione más joven sonrió. Su homóloga actual parecía insegura, pero tomó la mano de la niña. Antes de que los cuatro pudieran irse, la mayor lo miró expectante. Él asintió.
"Te perdono, Hermione." El alivio en la muchacha era palpable. Sonrió a las tres brujas, todas Hermione, todas confiando en que él las sacaría de esta prisión de puertas, recuerdos y emociones. Se aferraron a él como a un salvavidas. Juntos los cuatro abandonaron la habitación.
La cuarta puerta se abría al Gran Salón, donde las decoraciones del Baile de Navidad colgaban silenciosamente en la habitación silenciosa y vacía. En medio de la pista de baile, Hermione, de más o menos quince años, bailaba sola con su precioso vestido color melocotón. Se movía lentamente, como en un sueño, y sus ojos estaban oscuros por una furia apenas controlada.
Los tres Hermiones más jóvenes observaron mientras Severus caminaba hacia su encarnación más reciente. Él tomó su mano, pasó el otro brazo alrededor de su cintura y comenzó a bailar con ella como si estuviera sonando música real. Ella no lo miraba; en cambio, centró su mirada en uno de los botones negros de su pecho. Murmurando, ella gruñó: "¿Qué ve él en ella? ¿Quién se cree que es?'", siseó en voz baja. "Maldita Rita Skeeter; ¡Perra de mierda!"
Su voz era rencorosa. En un tono feo y burlón, dijo: "Oh, soy lo suficientemente buena para hacer sus tareas y ayudar a Harry a resolver los acertijos del Torneo de los Tres Magos. Oh, Hermione es una Enciclopedia Mágica ambulante, pero cuando se trata de llevar a alguien a bailar, Hermione no es lo suficientemente femenina como para ser considerada una cita adecuada".
"Eras la chica más bonita allí, Hermione", dijo Severus, en serio.
Como si no lo hubiera escuchado, continuó con una voz hirviendo de rabia apenas controlada: "Oh, claro, Victor Krum la invitó a salir, pero ella solo fue con él para poner celoso al Gran Harry Potter. Está confraternizando con el enemigo. Ella es la Mata Hari del mundo mágico, ¿no lo sabías?"
Severus la sacudió un poco y ella finalmente lo miró, con sus ojos brillando de ira. Recordó haberla visto esa noche. Él mismo había estado enojado y enfermo de miedo, después de haber tenido esa conversación inútil y irritante con Karkaroff sobre el regreso del Señor Oscuro. Durante todo el mes anterior, había sentido su Marca Oscura burbujear bajo su piel, sin saber que unos meses más tarde la maldita cosa volvería a la vida mientras estaba sentado en las gradas del Torneo de los Tres Magos. Severus había necesitado todas sus fuerzas para no salir corriendo del campo, llorando desolado. Se había sentado, inmóvil como una piedra, rodeado de vítores y risas, con tantas ganas de morir que consideró seriamente arrojarse desde las gradas.
En la noche del Baile de Navidad, Karkaroff lo había acorralado, orinándose de miedo y llamando una estúpida cantidad de atención hacia sí mismo. Severus finalmente había liberado los dedos del búlgaro de su túnica y había huido del tonto. Cuando Severus pasó junto a Hermione sentada en los escalones, su expresión enojada e indignada reflejaba sus propios sentimientos tan fielmente que no pudo evitar reconocerla con un breve asentimiento. Ella le había devuelto un asentimiento igualmente breve.
Por un momento, Severus se sintió extrañamente reivindicado, como si alguien lo hubiera entendido a él y a sus sentimientos. Había durado poco, cuando se recordó a sí mismo exactamente quién era ella, después de todo: Hermione Granger, la pequeña rémora de Potter. Ahora se daba cuenta de cuanto ella realmente había reflejado sus pensamientos a lo largo de su asociación juntos.
Ahora ella lo miraba con una mezcla de esperanza y enojo. "Todo se está desmoronando. Harry dice que Voldemort ha regresado. Yo le creo, pero nadie más lo hace". Ella frunció el ceño. "Nadie quiere aceptar la verdad".
"Tenías razón al creerle a Potter", dijo Severus, guiándola hábilmente fuera de la pista de baile hacia sus otros tres yo. "Hiciste todo lo posible para protegerlo". Él le dio la mano al más joven, con una sonrisa.
Pero los ojos de sus acompañantes no estaban fijos en él, sino en un lugar detrás de él. Se giró y vio a su Hermione, parada frente a él. Se veía exactamente como la Hermione junto a la que había yacido antes de comenzar este arduo viaje dentro de su mente. Estaba vestida con una túnica idéntica a la de él y estaba descalza.
La habitación cambió a su alrededor, volviéndose estrecha y oscura, y la reconoció como Grimmauld Place. Hermione se abrazó protectoramente. Ella lo miró con ira. "Él me tocó hoy. Estuviste aquí. Remus estuvo aquí. Nadie lo detuvo".
El reproche abandonó sus ojos. "Pensé que simplemente estaba siendo amable". La vergüenza le quemó las mejillas. "Me emocionó. Yo estaba... —Se alejó de él y susurró— excitada por eso. Pero luego no se detuvo cuando se lo pedí. Ahora me dan ganas de vomitar, pero tengo que ser amable con él".
La habitación se oscureció y, de repente, las otras chicas desaparecieron. Severus frenéticamente miró a su alrededor buscándolas. Volvió a mirar el rostro de Hermione y supo por qué ahora estaban solos. Su inocencia había desaparecido. Todo lo que había sido antes había sido absorbido por esta joven e intacta bruja. Sirius Black, en el transcurso de una calurosa tarde de verano, le había quitado las escamas de los ojos y la había hecho verse no como una chica joven, sino como una mujer floreciente. Severus apretó los dientes con ira. Deseaba que Sirius estuviera aquí para poder hechizarlo de nuevo...
Entonces lo golpeó y el aire salió de sus pulmones en un áspero jadeo. "Oh dioses. Fui yo." Miró su rostro cansado y la vergüenza lo inundó y, por un momento, olvidó dónde estaba y por qué estaban allí; en ese segundo, los cambió para siempre.
"Todo este tiempo he culpado a Black, pero fui yo. Yo lo hice, Hermione."
Ella lo miró desconcertada. "No entiendo. ¿Hiciste qué, Severus?
Severus cayó de rodillas bajo el peso de la repentina comprensión, demasiado cansado y desconsolado para seguir adelante. Juntó las manos delante de él, como si rezara al diablo. "Yo fui quien te corrompió, no Black. Te deseaba tanto que le hablé de ti al Señor Oscuro." Él dirigió su mirada hacia ella.
Ella lo miraba perpleja y él se obligó a continuar. "Te mentí a ti y a Albus, ¿sabes? ¿Recuerdas la noche en Grimmauld Place, cuando llegué tan gravemente herido?" Cuando ella asintió, él dijo: "Siempre dije que el Señor Oscuro te vio en mi mente y que rápidamente inventé una mentira diciendo que estabas enamorada de mí para cubrir mis huellas". Se estremeció. "Pero la verdad, Hermione, di la información voluntariamente. Lo que vio fue mi lujuria, mis celos, mi deseo por ti. No tuve que fabricarlo".
La sorpresa en el rostro de Hermione casi lo mata. Sabía que se estaba desviando traicioneramente del guion que debía seguir, pero no podía dejarla allí, creyendo que él era inocente de todo aquello. "Me estaban torturando y yo seguía pensando en ti, y en como quería mantenerte alejada de Black, y en lo único que podía pensar era en hacer que el Señor Oscuro se detuviera. Pensé: 'Sólo por una vez, ¿por qué no puedo tener lo que quiero?'" Cerró los ojos. "Así que te ofrecí como un dulce para él. Él nunca te vio antes de que lo invitara a verte".
"Pero tú me protegiste..."
"Te seduje", interrumpió con dureza. "¡Oh, me dije a mí mismo que te estaba protegiendo, pero te quería más que a mi propia vida! Más que a mi carta de Hogwarts, más que a mi varita, más que a mi primer conjunto de túnicas finas". Con los dientes apretados, añadió: "Más que a Lily". Él se rió, una risa áspera y triste que resonó en la habitación. "Seguirías siendo inocente si no fuera por mi deseo egoísta. Prometí protegerte".
Hermione se acercó a él, como si se acercara a un animal herido. "Severus, me has protegido".
Sacudió la cabeza. "De todos menos de mí, pequeña. La única diferencia real entre Black y yo fue que yo te atraje a comer del árbol del conocimiento voluntariamente, en lugar de intentar obligarte". Impulsivamente, sabiendo que se estaba saliendo del mapa, Severus gimió: "Lo siento, Hermione". Él la miró suplicante. "Por favor, perdóname", suplicó y puso su cabeza entre sus manos. "Yo fui quien tomó tu inocencia. No te mantuve a salvo. No te protegí de Black, ni de la maldición de Dolohov, ni de la muerte de tus padres, ni de mi propio fracaso al matar a Dumbledore. Perdóname."
Por unos momentos la habitación quedó en silencio excepto por sus sollozos. Finalmente, se agotaron y él reunió el coraje para mirarla. Ella también estaba llorando. Ella le tendió las manos y lo ayudó a ponerse de pie. Él la tomó entre sus brazos y la abrazó contra su pecho, y ella a cambio lo abrazó.
"No siento que me hayas hecho daño, Severus". Ella le secó las lágrimas del rostro. "He tenido acceso a tu corazón, ¿recuerdas? Y sé que me amas más que a tu carta de Hogwarts, tu varita y tu túnica. Incluso más que a Lily. Esas son verdades, ¿no?"
Él asintió y se secó los ojos. "Es lo más cierto sobre mí, Hermione".
"Lo sé. No sé qué vieron en mí cuando era más joven que causó esto, pero no te culpo por ello".
"Y tampoco debes culparte a ti misma, Hermione. Eras inocente". Sintió que las palabras, amargas como el limón, brotaban de sus labios. "Eras inocente hasta que te quité eso. Eras demasiado joven".
Algo parecido a una sonrisa tocó las comisuras de su boca. "Probablemente si era demasiado joven, pero estamos en guerra y ya no creo que cosas como la edad sean tan importantes. Perdí mi verdadera inocencia en el momento en que el Señor Oscuro volvió a la vida. Todos lo hicimos. Pero mis emociones son reales. Tan reales entonces como lo son ahora". Ella le tocó la cara, y la dulzura y el amor en su toque le hicieron emitir un suave sonido de anhelo. "Severus, mírame."
Con un esfuerzo supremo, él la miró y su corazón se encogió al ver el amor confiado en sus ojos. "Te perdono. Te perdono por necesitar que te quieran, por necesitar algo por qué vivir. No tomaste mi inocencia más de lo que tomaste mi virginidad. Esas siempre fueron mías para hacer con ellas lo que mejor me pareciera. En nuestra noche de bodas te pedí que me hicieras mujer, no que me quitaras mi doncellez, ¿recuerdas? Era mía para darla, así como mi inocencia era mía para descartarla, porque necesitaba ver la verdad". Ella le apartó suavemente el pelo de la cara y secó las lágrimas que brotaban de sus ojos. "Sirius Black era un depredador e intentó violarme. Y la única razón por la que no lo hizo fuiste tú, esposo. Amante. Amigo."
Se hundió contra ella, sintiéndose de repente tan viejo como Dumbledore. "Mi preciosa niña", murmuró en su cabello. "Gracias", dijo simplemente. No se necesitaron otras palabras. "Gracias." Podía sentir sus labios contra su garganta y, aturdido, agradeció a los dioses por ella una vez más.
De mala gana se apartó de ella con un gemido. "He sido bastante indulgente conmigo mismo, Hermione. Debemos regresar al camino y yo debo regresar a mi lugar apropiado".
Hermione asintió y cuando él tomó su mano, ella entrelazó sus dedos con confianza en los de él. Con una voz llena de arrepentimiento, dijo: "Todas esas cosas que te hice. Nunca me permití pensar en ellas de ninguna manera excepto como medios para justificar un fin. Nunca te dije que lo sentía". Ella lo miró a él. La tristeza ensombreció sus ojos llenos de lágrimas y su tono se volvió amargo. "Te lastime. Físicamente y emocionalmente. Y en mi arrogancia y mi sed de demostrar mi valía, no hice lugar para considerar tus sentimientos".
Ella se llevó su pálida mano a los labios y la besó con reverencia. "Lo siento, Severus. Podría usar cientos de excusas, pero el hecho es que te lastimé sin pensar. Lo siento."
Severus lo consideró. "Tal vez es por eso que te cuesta sentir remordimiento por Dumbledore. Nunca lo había pensado de esa manera, pero es posible que hayas encontrado la..."
Una luz brillante salió disparada de la varita de Severus, que había estado apuntando al suelo, y la luz fue seguida por un tintineo metálico. Se permitió una sonrisa mientras recogía el objeto que se había caído de su varita.
"- llave para el paso final. Literalmente", añadió con ironía. Le entregó a Hermione la llave plateada. "Es casi el final. ¿Puedes sentirlo?" Ella asintió y Severus la condujo fuera de Grimmauld Place.
El pasillo parecía interminable. Desde la distancia, pudieron distinguir la puerta más remota en la mente de Hermione, y Severus supo que los conduciría inexorablemente al último evento que revisitarían. No importaba lo rápido que caminaran, la puerta nunca parecía acercarse.
Hermione abrió la boca dos veces, como para decir algo. Finalmente, confesó. "Hice un pacto con Dumbledore la noche en que te pidió que lo mataras".
Severus se detuvo en seco. Como si su admisión hubiera sido la última pieza del rompecabezas, se encontraron ante la última puerta. La llave de Hermione encajó firmemente en la cerradura, y cuando hizo girar los pestillos, la puerta se abrió, invitándolos a entrar. Severus tomó la mano de Hermione y juntos cruzaron la puerta hacia un rellano familiar. Era la base de la Torre de Astronomía.
Ambos suspiraron y miraron hacia arriba. Había un largo camino hasta la cima, aparentemente más largo que la torre real. Por un momento, Severus no pensó que tendría la fuerza para ascender una vez más. Estaba tan cansado... miró a Hermione y supo que debía hacerlo. Ella dependía de él y, pasara lo que pasara, él no volvería a fallarle. Tomados de la mano, comenzaron a subir los escalones de piedra.
Mientras caminaban, Severus preguntó: "¿Qué tipo de pacto hiciste con Dumbledore?"
Después de un momento, Hermione comenzó. "El día que Dumbledore te encargó matarlo, regresaste a tus habitaciones y te emborrachaste, ¿recuerdas? Te encontré y te hice ir a la cama después de que me contaste lo que había sucedido". Severus asintió, demasiado sin aliento para responder, pero aparentemente fue suficiente para Hermione.
"Fui directo a la oficina de Dumbledore y lo enfrenté. Estaba furiosa. Le dije que había presionado demasiado y que no le permitiría usarte de esta manera. Me dijo que estabas obligado porque juraste obedecerle, yo le recordé que no era así."
"Hice un trato con él; Le dije que lo haría cuando fuera el momento adecuado, si tú no podías. Pero le hice prometer que no lo sabrías. No quería cargarte con eso. Me dijo que intentaría distanciarte de discutirlo, pero por supuesto, mintió. Se suponía que debía mantenerte inocente del proceso, para que tu nombre quedara libre de cualquier implicación con su muerte."
Ella sacudió la cabeza y se detuvo. Todavía había un largo camino hacia arriba y las piernas de Severus temblaban por el cansancio y los muchos pasos. "No sé si simplemente estaba delirando, o si había otra razón por la que te llamó antes de irse con Harry, pero creo que fue para debilitar tu determinación, por lo que sería demasiado difícil para ti matarlo."
Severus asintió con tristeza. "Ya lo había pensado".
Reanudaron su interminable ascenso. Severus ahora estaba apoyando su peso contra la pared mientras continuaban. Hermione también estaba luchando, respirando con dificultad mientras se esforzaban tenazmente por ir hacia arriba. "Me enojé mucho cuando me di cuenta de que estabas allí, enfrentándote a los Carrow y a Dumbledore solo. Cuando llegué, los Mortífagos te estaban incitando, y Dumbledore se estaba burlando de mí y llamándote cobarde, y..." Se detuvo y se tambaleó en las escaleras. Severus tomó sus manos para estabilizarla.
Ella lo miró con ojos atormentados. "Y lancé la maldición. Se sintió bien hacerlo. ¡Sólo para que se callara!" ella se alejó de Severus. "Me estaba incitando, ¿no?"
Severus la abrazó y acarició su cabello con dulzura. "Sí, pequeña. Ya estaba muriendo por un veneno que había ingerido. Estaba en agonía y yo la estaba prolongando porque no podía matarlo. No pude hacerlo". Severus bajó la cabeza. "Soy un cobarde".
"¡Eso no es cierto!" dijo con fiereza, agarrando la parte delantera de su túnica. "Eres el hombre más valiente que conozco". Sus ojos brillaron. "Si alguien fuel cobarde, fui yo; Debería haberte contado sobre nuestro acuerdo, pero no pude".
"¿Por qué no lo hiciste, pequeña? Nos contamos todo el uno al otro".
Ella bajó la cabeza. "Tenía miedo de que me detuvieras. Y Dumbledore tenía razón. Pronto el Señor Oscuro se hará cargo del Ministerio y la escuela se convertirá en una prisión o en una zona de guerra, y sabía que te nombraría Director." Miró a Severus y tomó su rostro entre sus manos, como si fuera él quien necesitara consuelo. "No estaba dispuesta a dejar que te llamaran asesino".
Severus sacudió la cabeza y tocó su suave mejilla. "No, pero estas dispuesta a asumir el nombre tú misma. Todo para salvarme". Sus labios presionaron contra su frente. "Nadie se ha interpuesto jamás entre la muerte y yo excepto tú, mi amor. Y lo has hecho una y otra vez".
Él la rodeó con sus brazos y la abrazó mientras ella lloraba. Sus emociones, que ahora salían a la superficie con cada paso hacia arriba, estaban menos controladas y eran más difíciles de predecir. Cuando sintió que podía, Severus la ayudó a subir los últimos escalones hasta la cima de la torre.
Salieron al rellano, al aire helado de la noche. Vieron formas fantasmales, casi transparentes, de los tres Mortífagos, Draco y Severus. Instintivamente, Severus supo que las figuras de las sombras estaban esperando, como maniquíes, a que Hermione y él asumieran sus posiciones para esta escena final. Incluso podía ver columnas de humo saliendo de sus bocas hacia el aire frío. Dumbledore, sin embargo, estaba tan quieto e inmóvil como una estatua.
"¿Por qué no se le nota el aliento con el frío?" preguntó Hermione.
"Porque ya se estaba muriendo, pequeña", explicó Severus. Él la rodeó con sus brazos y la abrazó. "Escúchame con atención, Hermione. Dumbledore quería que lanzaras la maldición. ¿Recuerdas el primer Horrocrux: el anillo? Eso ya lo estaba matando. Cuando él y Potter fueron a recuperar el Horrocrux, Albus tuvo que ingerir un veneno para llegar a él. Se ofreció a hacerlo porque ya se estaba muriendo. Cuando regresó, sentía un dolor indescriptible. Él te perdonó antes de que pronunciaras la maldición asesina porque quería que lo hicieras. No estabas haciendo ni más ni menos que sacar de su miseria a un animal que sufre".
"¡No! ¡Nos trató tan mal antes de eso!" —gritó, pero él pudo oírla debilitarse, su justa ira menguándose y volviéndose incierta.
Más confiado, Severus la sacudió un poco para llamar su atención. "¡Hermione, todo lo que hizo fue para incitarnos! Echándome en cara a Lily. Obligándonos a ocultar información a Potter. Amenazando con expulsarte. Dijo e hizo esas cosas para cargar nuestra culpa para que cuidáramos a Potter y siguiéramos actuando de la manera que él necesitaba que lo hiciéramos. Tienes que recordar, Hermione, que Albus llevaba una buena ventaja de diez años trabajándome la mente antes de que tú aparecieras. Estaba aterrorizado de que mis sentimientos por ti me hicieran perder de vista a Potter y esa maldita profecía. Tenía mucho que hacer para ponerse al día y ponerte en sintonía conmigo".
Severus miró a su alrededor a las figuras fantasmales congeladas en el tiempo a su alrededor. Con un gesto hacia ellos, dijo: "Pero esto se trataba de mí, Hermione. Albus sabía que el Señor Oscuro estaba perdiendo la fe en mí. Oh, él quería esto. Estaba sufriendo. Estaba sufriendo horriblemente. En unas horas, habría estado gritando de agonía. Tú lo salvaste de eso". Él besó sus manos temblorosas. "Y me salvaste de perder mi lugar al lado del Señor Oscuro".
"Es verdad, señorita Granger", dijo Dumbledore, débilmente, y tanto Hermione como Severus saltaron al escuchar su voz. Él les sonrió. "Me hizo un favor. Salvó a un anciano de perder sus facultades, el control sobre su cuerpo y su mente. Pero también salvó a Severus del Señor Oscuro. Ya no sentía que Severus fuera importante como espía".
Severus se volvió hacia Hermione. "Ahora, pequeña, sálvate". Miró a la figura de Dumbledore. "Él te perdonó antes de que subieras a esta torre. Perdónate a ti misma, Hermione."
Ella lo miró y asintió con la cabeza, mientras las lágrimas brotaban de sus ojos. Ella subió a su lugar en el cuadro. Se volvió hacia Severus. "No tengo varita".
Él asintió y le entregó su varita. Tembló en su mano y respiró hondo, y cuando se giró, fue Hermione, de doce años, quien apareció y levantó la varita de Severus hacia el anciano en la torre.
"¡A nadie le agradaba!" La magia surgió de su varita y Severus pudo sentir la acumulación de su poder.
La forma de Hermione cambió, y la pálido y petrificada estudiante de segundo año agarró su varita y el poder aumentó. "¡NO soy una sangre sucia!" gritó, y la magia comenzó a zumbar, y las figuras más allá de Hermione brillaron, como un espejismo en un pavimento caliente.
"¡Soy la bruja más brillante de mi época!" Gritó Hermione, de catorce años, girando sobre la Torre, y los ojos de Severus comenzaron a arder ante la pura intensidad de la acumulación mágica. El aire parecía estar lleno de metal y era tan pesado que los pájaros caían al suelo, incapaces de volar.
"¡No soy fea! ¡No soy una puta a la que puedan manosear! ¡Y no soy un niña!" Ella estaba cambiando, haciéndose mayor y más poderosa con cada giro, y el aullante y veloz viento de la magia era tan fuerte que causó que los tímpanos de Severus se doblaran hacia adentro y se sintiera mareado.
Sollozando, Hermione gritó: "Soy Hermione Granger-Snape, y protegeré a mi esposo de usted y de CUALQUIER persona que quiera hacerle daño". Ella estaba llorando, su pena era terrible. Ella sollozó: "¡Lo siento! ¡Lamento mucho haber tenido que hacer esto! ¡No tuve otra opción!"
Ella se volvió hacia él, con el pelo revuelto en todas direcciones y los ojos llameantes. La magia se arremolinaba a su alrededor; era su acólita, su esclava, y ella la mantenía bajo control, esperando desatarla. Severus pensó en todas esas veces que su magia se había manifestado durante su cópula, y se preguntó si así era como Hermione se sentía en esos momentos: temblando, en el momento, al borde de esta cataclísmica liberación de poder.
De repente, Severus entendió exactamente lo que tenía que hacer. El actor; el sufriente. Sin decir una palabra, se acercó silenciosamente a Hermione y tomó la varita de su mano. Podía sentirla estremecerse con el poder desatado.
Hermione respiraba como si hubiera corrido un maratón y las lágrimas corrían por su rostro. Severus honestamente no sabía qué pasaría, pero no importaba. Había hecho todo lo posible para que ella volviera a estar integra. Era suficiente. No había más secretos ni culpas tácitas entre ellos. Cerró los ojos y dijo en voz baja: "Hermione, por favor. No te di opción". Esperó, sintiendo su magia presionándolo, probándolo, tratando de determinar si era digno de doblegarla a su voluntad.
Severus sintió que las lágrimas brotaban de sus ojos cerrados. La varita le quemó la mano, como un acelerador, y la sostuvo hasta que la sintió responder a él. Abrió los ojos y giró la varita en un arco cortante hacia el pecho de Dumbledore.
"¡Avada Kedavra!"
Y con la misma rapidez, Severus también era Dumbledore. El actor; el sufriente. Una luz verde brillante lo bañó y la magia se abalanzó sobre él, robándole el aliento y los sentidos. Lo levantó como a un muñeco, y él se sintió arrastrado hacia adelante, luego lo soltó, lanzado al espacio. Mientras Severus se sentía arrastrado como una hoja desde la torre, la escuchó suplicar: "¡Perdónenme! Oh, dioses, perdónenme..."
Cerró los ojos y cayó, cayó, cayó...
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Severus abrió los ojos sobresaltado. La débil luz del sol de diciembre se filtró en el dormitorio, mostrando que él y Hermione estaban irremediablemente enredados en la ropa de cama. Tenía un terrible nudo en el cuello y se sentía indescriptiblemente sucio. Lo más silenciosamente posible, se movió. Hermione, recostada sobre él, respiró hondo. Ella estaba envuelta protectoramente en sus brazos; sus músculos estaban acalambrados por abrazarla con tanta fuerza. Ella también estaba húmeda y tenía el pelo húmedo, como si le hubiera bajado la fiebre durante la noche. Las lágrimas corrían por su rostro sucio y tenía los ojos hinchados.
Severus podía olerlos a ambos; estaban cubiertos de un sudor resbaladizo, casi grasoso, y el residuo de la poción desprendía un hedor metálico y mohoso que le hizo hacer una mueca. Miró cuidadosamente el rostro dormido de Hermione. Estaba ligeramente sonrojada, pero su expresión era pacífica, y él sabía que cuando abriera sus encantadores y cálidos ojos marrones, estarían llenos de tristeza y pena. Y más allá de eso, esperanza.
En silencio, se levantó y entró en el baño. Mientras la maltrecha tina se llenaba de agua tibia y fragantes pociones curativas, regresó a su dormitorio. Hermione no se había movido, así que silenciosamente la levitó hacia el baño, y una vez que se sentó en la vieja bañera, la bajó entre sus piernas, de modo que ella se reclinara con la espalda contra su pecho. Ella se agitó mientras él la bañaba con ternura, pero él la hizo callar para que volviera a dormir, susurrándole consuelo y hechizos curativos. Su cuerpo la anhelaba y sabía que más tarde ella despertaría y lo necesitaría también.
Pero por ahora necesitaba dormir, saber que él estaba allí, y eso era suficiente. Más tarde insistiría en que comiera algo nutritivo. Se sentiría bien, después de todos estos meses de quejas, cambiar la situación y ser quien la regañara para comer bien. Descubrió que eso le agradaba.
Quizás su amor había comenzado en circunstancias extremas y cuestionables. Se había convertido en todo lo que necesitaban. Severus se encargaría de que Hermione supiera que era amada. Sabría que era protegida, querida y deseada. Mañana tendrían que pensar en los terribles días siguientes. El mañana tendría que esperar por ahora.
A su forma dormida, le susurró: "Lamento que te hayas visto obligada a hacer lo que yo no pude. Estaba tan enojado conmigo mismo", dijo, odiando decir esas palabras pero sabiendo que debía hacerlo. "Estaba listo para hacerlo, pero al final..."
"No hay nada que perdonar que no haya sido perdonado", le susurró ella, y su voz sonó segura y serena, incluso medio dormida como estaba.
Él sonrió mientras Hermione se acurrucaba contra él en el baño tibio, confiada y relajada. Su corazón se hinchó al saber que él le inspiraba esa confianza, respeto y amor. Ella era hermosa y era suya. A pesar de la tristeza que sentía y del sombrío futuro que les esperaba, no lo afrontaría solo. Él la había traído de vuelta del Espacio Intermedio. Nunca más tendría que volver allí. Severus Granger-Snape había desaprendido como ser un cobarde. Él había sido el actor, el sufriente y el receptor. Él aprendería a ser su héroe.
Nota de la autora: Palabras de apertura : The Space Between - David J Matthews, Glen Ballard;
Wish You Were Here – David Gilmour, Roger Waters
Nota de la traductora: como mencioné, este es uno de mis capítulos favoritos en el universo de los fics. Alguna vez leí un comentario acerca de como todos los personajes de la saga con excepción de Harry eran completamente unidimensionales. Aunque discrepo con esa declaración, si creo que lo que vemos de los personajes está limitado por que estamos atrapados en el POV de Harry, y claro, conocemos a algunos personajes más que a otros dependiendo de su cercanía con el protagonista, y tal vez somos capaces de ver destellos aquí y allá en el texto de otros personajes prescindiendo de la opinión de Harry especialmente si nos percatamos con tiempo de que teníamos un narrador poco fiable (y a veces algo prejuicioso). Es por eso que me gustan los fics que no están centrados en Harry, porque si, el niño me cae muy bien, pero yo prefiero poder conocer más a fondo a otros personajes a través de las interpretaciones de los fickers.
Y es por eso que zambullirnos en la psique de uno de mis personajes favoritos de la manera que lo hicimos aquí fue en mi opinión espectacular y la autora lo manejó magistralmente. Para empezar creo que supo captar- al menos con las Hermiones jóvenes- al personaje canon al 100%, y luego, como esta Hermione vivió cosas diferentes a partir del inicio de esta historia, vemos un desarrollo diferente y la perdida de su inocencia al ver la vida. Como dije en el capítulo anterior, esta es una Dark!Hermione pero de forma orgánica, progresiva y congruente, porque al final de cuentas, esta es una chica que está peleando en una guerra, y a diferencia del canon, que es primero que nada un libro para niños, esta historia presenta los horrores de la guerra tal y como son, y eso sin mencionar todo el asunto con Sirius que fue el punto de partida de este nuevo desarrollo.
Me encantó todo el proceso de volver a unir las piezas del alma de Hermione, y me gustó el momento de vulnerabilidad de Severus al reconocer abiertamente algo que les mencioné desde un principio. Esta es una historia OSCURA, una historia de bélica, no una historia de amor, pero nuestros protagonistas logran encontrar amor de una situación bastante cuestionable y se aferran a eso porque creen que es lo único que los podrá salvar de la pesadilla en la que se encuentran... Y bueno, esperemos que tengan razón, y yo espero que estén disfrutando este viaje tanto como yo. Díganme que les pareció el capítulo.
