Capítulo 11
Sakura miró a su alrededor y vio la mugre que cubrían tanto las paredes como el suelo. Un montón de paja a un lado de la celda le indicó que ese sería su colchón a partir de entonces mientras que en el resto del lugar, no había nada más. Rezó internamente para que las ratas no pulularan por las mazmorras y se acercó a una de las paredes para apoyarse en ella, pues a cada segundo que pasaba se encontraba más mareada. En el dormitorio de Itachi ya había comenzado a sentirse débil, pero pensó que se trataba por la cantidad de sangre que manaba del costado del guerrero y la que manchaba su propio vestido. Nunca había visto tanta sangre y le había causado demasiada impresión.
Sakura suspiró y cuando su espalda chocó contra la pared, gimió de dolor. La joven entonces frunció el ceño y llevó la mano hacia donde le había dolido, volviendo a lanzar un gemido. Y cuando vio la sangre fresca que manchaba sus dedos, se asustó. Sentía que no llegaba suficiente aire a sus pulmones y respiraba con dificultad.
—No puede ser... —murmuró.
Hasta ese momento no había sido consciente de que la flecha que había atravesado a Itachi, también le había hecho un corte a ella en el costado antes de clavarse en el suelo. De hecho, en ese momento llegó el recuerdo a su mente. Cuando escuchó a Itachi quejarse, ella también había sentido un pinchazo, pero como había estado tan pendiente del guerrero, no se había preocupado por ella misma. Además, había pensado que la sangre que manchaba su vestido era de Itachi y no suya.
Cada vez más débil, Sakura se acercó a los barrotes y vociferó intentando pedir ayuda:
—¡Auxilio, por favor!
Su cuerpo temblaba tan fuerte que incluso los dientes le castañeaban. Se maldijo por no haberse dado cuenta antes de que estaba herida, ya que la situación sería diferente, pero sabía que si la dejaban allí, tal vez moriría desangrada.
Sakura intentó mirar a través de los barrotes para comprobar si alguien venía en su ayuda, pero el silencio allí abajo era abrumador. Nadie solía acercarse al pasillo de las mazmorras y seguramente en ese instante todos los Uchiha estaban curando a los heridos, por lo que estaba completamente sola.
—¿Cómo ha podido hacer esto, padre? —se quejó intentando contener las lágrimas que pugnaban por salir.
Las manos de la joven fueron directamente a los cordones del corsé y los desató rápidamente. Dejó a un lado la tela del vestido y rasgó la camisola a la altura de la herida. De no haber sido por la debilidad que sentía por la sangre perdida, Sakura habría dejado escapar un suspiro de alivio, pues no parecía una herida demasiado profunda. Sin embargo, había pasado demasiado tiempo hasta que se dio cuenta de que estaba herida.
—Vaya... —Una voz conocida la alertó y sobresaltó al mismo tiempo.
Había llegado con tanto sigilo que no había escuchado sus pasos y ahora que la tenía enfrente, intentó pedir su ayuda a pesar de que sabía que la odiaba. Karin, la doncella del castillo que estaba segura de que mantenía una relación con Itachi, la miraba con cierto desdén desde el pasillo. Dio un paso hacia ella y cuando la vio herida, lanzó una carcajada.
—Por fin Dios ha escuchado mis súplicas.
Sakura intentó levantarse, pero su cuerpo chocó contra la pared. Estaba muy mareada y apenas podía mantenerse en pie, por lo que desde el suelo, suplicó su ayuda.
—Por favor, avisad a Kisame o a cualquier otro guerrero. Decidle que estoy herida. Karin negó con la cabeza y una sonrisa en los labios.
—Yo no acepto órdenes de una Haruno.
—No es una orden, es una súplica —insistió la joven intentando tapar con la mano la sangre que salía de la herida.
—Desde que pusisteis un pie en este castillo he deseado que Itachi os matara. Habéis hecho que me expulse de su cama y me trate como una sirvienta más, pero ahora que vais a morir volveré a reclamar mi puesto.
—Yo no he hecho nada... Por favor, ayúdame.
—Itachi sabe reconocer la belleza en una mujer y lo he visto prendado de vos, así que no voy a hacer nada por salvaros. Espero que muráis en esta mugrosa celda y vuestro clan pague por todo el daño.
Sakura separó los labios para responder, pero Karin se marchó, dejándola con la palabra en la boca y sorprendida por la frialdad de la joven. Ella no le había hecho nada ni se había metido en la relación que tuviera con el laird. Sí le causaba celos saber que el guerrero tal vez la quería, pero si fuera así ¿por qué
la había besado? Además, las miradas que le lanzaba cuando estaban a solas provocaban un intenso fuego en ella que la hacía desear más.
Pero sacudió la cabeza para alejar de su mente aquellos pensamientos. No era momento para intentar descubrir si Itachi realmente estaba prendado de ella como la doncella le había dicho. E internamente, el simple hecho de pensar que así era le dio fuerzas para seguir adelante.
Con ímpetu, rasgó el bajo de la camisola para intentar hacer una venda con la que frenar la salida de la sangre. La celda parecía dar vueltas a su alrededor y tuvo que apoyar la cabeza contra la fría piedra para serenarse. Se dijo que debía mantener la fortaleza si quería aguantar y seguir viva. Después, miró hacia la herida y lentamente pasó el vendaje por su espalda y cuando por fin la tapó, anudó la tela y dejó caer las manos. Aquel pequeño movimiento había sido realmente agotador, por lo que cerró los ojos un instante.
El sueño la vencía poco a poco y, aunque sabía que tenía que mantenerse despierta, se dejó llevar, pues no podía más. Su cuerpo se escurrió por la pared y cayó a un lado, sobre la paja, y a medida que pasaban las horas y la fiebre aparecía, cayó en un extraño sueño en el que aparecía Itachi y la salvaba una y otra vez hasta hacerla suya.
Antes de que el día llegara a su fin, Tsunade, la curandera, volvió a visitar a Itachi a su dormitorio. La primera vez que lo curó dijo que aunque la flecha le había atravesado el costado, no corría peligro, pues ningún órgano había sido afectado y gracias a la fortaleza del guerrero se curaría pronto.
Sasuke no se había separado ni un solo segundo de su hermano, sentándose en un sillón junto a su cama y sin dejar de observarlo en todo momento. Desde que lo había visto inconsciente, una furia inmensa recorrió su interior y, aunque dentro de él sabía que la prisionera no tenía nada que ver con el ataque, había necesitado culparla para calmar la ira.
Y ahora que lo pensaba fríamente, no estaba seguro de si había hecho bien. Cuando Itachi despertara y descubriera lo que había hecho, tal vez se enfadaría con él, pero en ese instante, Sasuke sabía que él era el responsable circunstancial del clan, por lo que debía preocuparse por los suyos como lo haría su hermano.
Sobre sus hombros había portado una inmensa carga durante muchos años y sabía que a veces se excedía, pero ya no podía cambiar. De hecho, se juró no volver a ser el que era. Y así había sido hasta entonces.
Su mirada voló hacia su hermano y se dijo que no podía estar enfadado con él. Desde que habían capturado a la joven Haruno lo había visto diferente. Su carácter había cambiado y tan pronto estaba relajado como enfadado con ella. Y aunque lo culpaba por tener ciertos sentimientos hacia ella, aunque Itachi aún no lo hubiera reconocido, sabía que no podía culparlo. La prisionera poseía una belleza que había encandilado a más de un guerrero del clan Uchiha, algo que le había valido más de una regañina por su parte, pues le molestaba que Sakura causara esa sensación, y además le fastidiaba que su hermano hubiera caído también preso de ella.
Sasuke suspiró largamente y apoyó la espalda en el sillón. El amor..., pensó. Ese sentimiento capaz de mover montañas entre dos personas que lo sienten, pero que también pueden matar el corazón de uno de ellos si lo abandonaban. Y él conocía muy bien ese sentimiento, pues su alma se volvió negra tiempo atrás.
La curandera entró en el dormitorio y miró a Sasuke, que se levantó del sillón y la observó, esperando que dijera algo.
—¿Tiene fiebre?
El guerrero negó con la cabeza haciendo sonreír a la mujer.
—Entonces puede que mañana recupere la consciencia. El laird es un joven fuerte, así que se recuperará pronto.
—¿Los demás cómo están? —le preguntó el joven. Tsunade se encogió de hombros.
—Poca cosa. Lograron protegerse de las flechas y son heridas superficiales, así que ya están en sus casas descansando. Pero la cuestión no es esa, sino ¿cómo estás tú?
Sasuke frunció el ceño y respondió con un seco:
—Bien.
Tsunade sonrió y le puso una mano en el hombro.
—Muchacho, olvida el pasado, vive el presente y disfruta el futuro. Y deja que tu hermano también lo haga.
Sasuke la miró, sin comprender.
—He visto a la joven que sacabas a la fuerza de esta habitación. Supongo que será la Haruno.
El guerrero asintió.
—Es la mujer perfecta que este castillo necesita.
—¿A qué te refieres?
—Tú sabes a lo que me refiero. No los he visto juntos, pero me ha bastado una mirada a esos ojos verdes de ella para saber que es lo que tu hermano necesita.
Sasuke esperó unos segundos para responder.
—Ella es nuestra enemiga.
—¿Estás seguro de que para tu hermano también lo es? Abre tu corazón y sabrás verlo y entenderlo.
Sasuke le sostuvo la mirada. La verdad es que no podía comprender que su hermano pudiera haber puesto sus ojos sobre ella. Sakura era su enemiga, no una muchacha cualquiera de otro clan con el que tuvieran amistad. Si era verdad que Itachi sentía algo por ella, sabía que iba a enfrentarse al juicio de gran parte del clan, pero por lo que había oído, mucha gente del pueblo había alabado la destreza y valentía de la joven por salvar a Nagato del agua del lago. E incluso él mismo se había sorprendido porque hubiera antepuesto la vida de alguien de un clan enemigo a la suya.
La noche pasó más deprisa de lo que había imaginado en un principio. Itachi no tuvo fiebre en ningún momento y de hecho tuvo la sensación de que lucía mejor color en el rostro, por lo que pudo respirar tranquilo.
Sasuke se levantó del sillón para avivar el fuego. Aún era de noche, pero por la ventana vio que las primeras luces del alba aparecían por el horizonte. El guerrero estiró el cuerpo para desentumecerlo, puesto que aunque estuviera acostumbrado a dormir bajo las estrellas, el sillón había tenido su cuerpo en una postura extraña, por lo que le dolía la espalda.
Apenas había podido conciliar el sueño después de la conversación que había mantenido con la curandera. La verdad es que estaba deseando que su hermano despertara para poder hablar con él en cuanto tuviera oportunidad y así preguntarle si realmente sentía algo por la prisionera. No podía dejar de pensar en ello y en parte le enfadaba que, en caso de ser cierto, su hermano no hubiera confiado en él para contárselo.
El joven caminó hasta el balcón y se asomó por él. Disfrutó del momento del amanecer en el que la luz volvía a alumbrar la tierra y todo a su alrededor comenzaba a despertar.
—Aún sigo pensando que te va a salir humo por las orejas si sigues guardando tanta rabia dentro de ti. La voz de Itachi lo sobresaltó y lo miró. Dejó salir el aire lentamente, pero no modificó su gesto duro.
—Ya sabes que soy así, hermano.
—Hubo un tiempo en que eras lo contrario.
—El Sasuke que conociste murió —le espetó. Itachi esbozó una sonrisa cansada.
—Nunca es tarde para revivirlo.
Sasuke se encogió de hombros y desvió la mirada mientras se sentaba de nuevo frente a él en el sillón.
Itachi se incorporó en la cama y lanzó una maldición cuando sintió dolor en el costado.
—Kisashi Haruno es un desgraciado —murmuró antes de volver a dejarse caer entre las sábanas—. ¿Ha habido bajas?
—Nadie. Algún herido como tú, pero de menor consideración. A ti te atravesó la flecha.
—Qué suerte —ironizó—. Y si no ha muerto nadie, ¿por qué demonios tienes esa cara? Sasuke lo miró y después se llevó una mano al rostro. Suspiró.
—Venga, hermano. Parece que quisieras decirme algo. ¿Sasuke Uchiha teme a su hermano mayor?
El aludido negó con la cabeza y volvió a levantar su mirada hacia él. Lo vio buscar a Sakura en el dormitorio y después paró su mirada de nuevo en su hermano.
—¿Dónde está Sakura? Le ordené que durmiera en mi dormitorio para tenerla vigilada...
Sasuke observó todos y cada uno de sus movimientos y gestos en ese instante y vio verdadera preocupación aunque intentara disimularlo.
—Antes de responderte a eso me gustaría preguntarte algo.
Itachi frunció el ceño y apartó las sábanas de su cuerpo. Poco le importó su desnudez y, aunque con dificultad, logró incorporarse y sentarse en el borde de la cama.
—Me estoy poniendo un poco nervioso, Sasuke —le dijo con cierto tono peligroso—. ¿Qué pasa?
—¿Qué sientes por ella? —le espetó de golpe.
Itachi frunció el ceño y apoyó los codos en las rodillas para acercarse más a su hermano.
—¿Cómo dices?
Sasuke chasqueó la lengua, contrariado.
—La hija de Haruno... Has cambiado desde que ella está aquí, y no soy el único que se ha dado cuenta.
¿Te has enamorado de ella?
Itachi no respondió al instante, sino que miró a su hermano fijamente y de repente, su mirada se tornó iracunda.
—Es nuestra enemiga —respondió secamente.
—Lo sé, pero me di cuenta de cómo la mirabas después de sacarla del lago. Vi preocupación en tus ojos, y eso jamás te lo he visto con un enemigo.
—Solo quería salvarla para usarla y liberar a nuestro hermano.
—Eso no responde a mi pregunta, Itachi. Karin camina por el castillo con una mezcla de pena y rabia, y eso solo quiere decir una cosa.
—¡La expulsé de mi dormitorio por mentir a Sakura!
—¿Tanto te importaba la opinión que pudiera tener sobre ti la prisionera?
Itachi resopló, enfadado. Con dificultad, se puso en pie y caminó de un lado a otro de la habitación.
Aunque sentía cierta debilidad, la irritación parecía darle fuerzas.
—Dime que no la has besado y te creeré.
Itachi paró en medio de la habitación con la mirada puesta en el fuego. Le daba la espalda a su hermano, por lo que este no podía ver la expresión de su rostro. El joven cerró los ojos y dejó salir lentamente el aire de sus pulmones. Lo había descubierto. ¿Cómo podía haberlo hecho? ¿Acaso lo había visto en las caballerizas? Pasados unos segundos, Itachi se giró hacia su hermano y lo miró a los ojos.
—La besé justo antes del ataque —admitió—, y por Dios que, aunque he estado intentado evitarlo, no puedo dejar de sentirme atraído por ella.
Sasuke resopló.
—Tú mismo has dicho que es nuestra enemiga...
—Porque si lo niego ante los demás, también me lo niego a mí. —Itachi se sentó en el borde del colchón
—. Creo que no podrás negarme su belleza. Y luego está su carácter... No es una mujer cualquiera. Aunque sea Haruno, me atrae y deseo tenerla conmigo en todo momento para protegerla de los suyos. Ya has visto lo que ha hecho su padre a sabiendas de que ella estaba aquí. Podría haberla matado. No puedo culparla por ser hija de quien es, tan solo protegerla para que ella no sufra por su culpa.
—Hermano —Sasuke se sentó a su lado—, no hablas como si ella te atrajera, sino como algo más.
—No lo sé, nunca he sentido algo así.
Sasuke suspiró y puso una mano en su hombro.
—Espero que el feroz Sasuke Uchiha no me odie por sentir algo por ella —bromeó.
El aludido lo miró con seriedad y tragó saliva mientras la piel de su rostro palidecía por momentos.
—Y yo espero que Itachi Uchiha no me odie por lo que he hecho... Itachi frunció el ceño.
—¿A qué te refieres? —Se levantó de la cama tras recibir el silencio de su hermano—. ¿Qué demonios has hecho?
Sasuke se levantó también y encaró la mirada de su hermano.
—Después del ataque necesitaba culpar a alguien. La rabia me cegó y...
Itachi lo agarró de la solapa de su camisa intentando hacer caso omiso del dolor del costado y lo acercó a él.
—¿Dónde está Sakura?
—La encerré en las mazmorras.
—¡Maldición, Sasuke! —vociferó soltándolo—. ¿En qué estabas pensando?
—Lo siento, hermano —se disculpó—. Pensé que sería lo mejor.
Pero Itachi no le respondió. Buscó desesperadamente una camisa limpia y tras ponérsela, no sin dificultad, se dispuso a salir del dormitorio, pero Sasuke lo frenó.
—Iré yo a sacarla. Tú tienes que descansar. Itachi se soltó y lo miró enfadado.
—Espero que jamás vuelvas a tomar una decisión así sin mi permiso mientras yo siga siendo el laird de este clan.
Su hermano asintió cabizbajo y lo dejó salir. Sasuke se golpeó mentalmente por haberlo enfurecido, lo cual le confirmó aún más que esa muchacha para Itachi era algo más que una simple atracción.
A pesar de la herida, Itachi bajó las escaleras con rapidez, seguido de Sasuke. El silencio entre ambos era abrumador, provocando que el hermano mediano se sintiera terriblemente mal por haberle fallado.
Las miradas de los sirvientes se quedaron perplejas al ver a su laird y a su hermano caminando tan deprisa camino de las mazmorras, especialmente al primero de ellos, cuya noticia por la herida corrió rápidamente de un lado a otro del castillo.
—Si no vas más despacio, se te abrirá el corte. Itachi giró la cabeza y lo miró con rabia.
—Lo que debería preocuparte es que no te abra uno a ti, Sasuke Uchiha.
El aludido abrió la boca para volver a disculparse, pero una voz conocida desde el patio de armas llamó la atención de ambos. Justo cuando pasaban por delante de la puerta de entrada al castillo, una sombra apareció en la jamba. Los gritos de júbilo de los guerreros llegaron hasta ellos y no fueron conscientes de lo que ocurría hasta que vieron aparecer por la puerta a su hermano Shisui.
Ambos se quedaron de piedra al verlo. Ni Itachi ni Sasuke eran capaces de mover un solo músculo para acercarse a él por miedo a que despareciera de repente. No podían creer que estuviera ante ellos con una sonrisa en los labios y con los brazos abiertos para darles un abrazo después de más de una semana sin verse.
Ambos vieron su rostro ligeramente amoratado por los golpes recibidos, pero en general se veía con buena salud. Itachi parpadeó varias veces, creyendo que la herida le hacía ver visiones que no eran reales, pero cuando miró de reojo a Sasuke, y este le devolvió una mirada asombrada, confirmó que la presencia de Shisui en el castillo era real.
El joven dio un paso hacia ellos y lanzó una carcajada de las suyas.
—Vaya, no esperaba una fiesta de bienvenida, pero al menos sí un recibimiento más caluroso por parte de mis hermanos.
En su voz se notaba el tono jocoso que siempre solía usar y fue entonces cuando Itachi reaccionó y caminó hacia él con rapidez para darle un potente abrazo.
—¡Hermano! ¿Qué haces aquí? —le preguntó aún sin poder creer su presencia. Shisui rio y le dio una palmada en la espalda.
—Yo también me alegro de verte, hermano.
Itachi lo apretó contra sí, como si temiera volver a perderlo de nuevo. Y luego se separó de él para cederle el paso a Sasuke, que también lo abrazó.
—¿Qué ha pasado en mi ausencia que parecéis demasiado tensos? —les preguntó cuando se separó de su hermano mediano.
—Supongo que tenemos muchas cosas que contarnos, pero la principal de ellas es ¿cómo has huido?
—Sí, los Haruno nos dijeron que no iban a soltarte. Por eso nos hemos quedado tan sorprendidos —dijo Sasuke.
Shisui amplió su sonrisa y apretó a su hermano contra sí. Por fin estaba en casa y la felicidad lo embargaba.
—Me soltó la madre de la jovencita que tenéis retenida, así que le debo la vida a esa mujer y a su hija.
Y le di mi palabra de que la soltaríamos, así que ¿dónde está?
Itachi mudó el rostro y miró de nuevo enfurecido a Sasuke. Con la llegada de Shisui se había olvidado por completo de Sakura y su corazón volvió a sentir un vuelco.
—Por vuestra cara deduzco que ha pasado algo con ella. ¿No la habréis matado? Itachi frunció el ceño.
—¿Por quién me tomas? —le preguntó, indignado—. Pregúntale a tu hermano. Sasuke torció el gesto y resopló.
—Ayer nos atacaron los Haruno e hirieron a Itachi...
Shisui miró al aludido.
—¿Estás bien?
Itachi asintió en silencio y miró mal a Sasuke.
—Me molestó bastante y encerré a la muchacha en las mazmorras. Shisui se separó de él y lo miró con gesto asombrado.
—¿Qué?
—Lo que oyes —dijo Itachi—. Íbamos ahora a sacarla.
—He dado mi palabra de que esa joven volverá a su casa. Su madre me sacó de la celda arriesgando su vida, así que no puede ocurrirle nada.
Itachi les hizo un gesto con la cabeza y los tres hermanos se dirigieron hacia las mazmorras. Con paso rápido y el corazón latiendo con demasiada fuerza, Itachi bajó las escaleras. El costado le dolía terriblemente, pero el miedo por Sakura era mayor, aunque le costara admitirlo.
Cuando llegaron al piso inferior y se encaminaron hacia la única celda cerrada, lo único que resonó fue el tintineo de las llaves que tomó Itachi, y al instante pararon frente a la celda donde estaba Sakura. La oscuridad que reinaba le impedía ver con claridad dónde estaba la joven, pero Shisui tomó la antorcha y la acercó a los barrotes para comprobar, con horror, que Sakura se encontraba tumbada sobre un charco de sangre.
—¿Pero qué demonios...? —tartamudeó Sasuke con horror.
Itachi giró la cabeza lentamente hacia él y a leguas podía notarse la rabia que crecía en su interior.
—¿La dejaste herida?
Sasuke negó con la cabeza, incapaz de decir nada. Itachi se lanzó a abrir los barrotes y entró en la celda con el corazón en un puño. Lentamente, temeroso de encontrarse con la peor de las realidades, se acercó a ella y se arrodilló junto a su cuerpo. Puso sus dedos en el cuello de la joven y suspiró aliviado tras comprobar que seguía con vida.
—Está viva —les dijo.
—Pero ¿qué le ha pasado? —peguntó Shisui.
Sasuke fue el único que se quedó fuera de la celda mientras observaba a sus dos hermanos junto a la joven. Jamás había fallado a Itachi y, aunque él seguía viéndola como a una enemiga, sabía que su hermano no la tenía como tal, además de que la madre de la joven había liberado a Shisui, por lo que se sintió aún peor.
Vio cómo Itachi apartaba parte de la ropa de la joven y veía un vendaje en su costado que le indicaba de dónde manaba la sangre.
—La flecha que me atravesó debió de herirla a ella también, pues intenté protegerla —dijo Itachi—. Hay que llevarla al dormitorio y llamar a Tsunade.
Shisui asintió y le cedió la antorcha a su hermano.
—Deja que la cargue yo. Tú estás herido.
Itachi asintió y le dio una palmada en la espalda mientras su hermano miraba a la joven con pena.
—Más de una vez escuché a Kisashi hablar con desprecio de ella, como si no la quisiera. Supongo que por eso no le importó atacaros con flechas porque si la mataba, pensaría que se habría quitado un peso de encima.
—Desgraciado...
Itachi vio cómo Shisui la cogía con cuidado entre sus brazos y la levantaba del suelo. De la boca de la joven escapó un gemido de dolor, pero siguió inconsciente y dejó caer su cabeza en el hombro del guerrero. Itachi frunció el ceño al ver cómo lo atravesaba un ataque de celos. Debía ser él quien la cargara y no su hermano, pero si su herida se abría le haría un flaco favor a la joven, pues no podría protegerla como debiera.
Ambos salieron de la celda y Itachi miró de mala gana a Sasuke mientras Shisui caminaba con prisa hacia las escaleras. Ambos se sostuvieron la mirada hasta que Sasuke dejó escapar un suspiro.
Itachi dejó de observarlo y se dirigió directamente a las escaleras para seguir a su hermano pequeño. Desde un principio pensó que cuando Shisui volviera a estar con ellos todo sería alegría de nuevo, pero no era así. La preocupación lo consumía por dentro y a pesar de que sabía que debía hacer algo contra los Haruno, solo podía pensar en Sakura, en si podría recuperarse después de haber perdido sangre durante toda una noche.
—¡Shisune! —vociferó Itachi cuando pasaron cerca de las cocinas.
La mujer salió a toda prisa de su lugar de trabajo y miró al joven con ojos asustados, temerosa de que
estuviera sucediendo otro ataque en el castillo.
—¿Ocurre algo, mi señor?
—Envía a alguien para que busque a Tsunade. ¡Ya!
Shisune miró al otro guerrero que portaba a la joven entre sus brazos y descubrió que se trataba de Shisui. Abrió desmesuradamente los ojos y la boca sin poder creer que hubiera regresado el hermano pequeño del laird. Este pasó por su lado y le guiñó un ojo, divertido por su reacción, y siguió adelante sin detenerse.
—¿Cuál es su dormitorio? —preguntó Shisui cuando casi habían llegado al piso superior.
—No importa. Llévala al mío.
El joven miró a su hermano con una ceja levantada, pero no replicó, pues no era momento para intentar averiguar lo que había sucedido en su ausencia, aunque sí le extrañaba el comportamiento de Itachi respecto a la joven, especialmente si tenían en cuenta que era hija de su enemigo.
Shisui entró el dormitorio de su hermano y llevó a la joven hasta la cama. La depositó con cuidado, pero cuando su espalda se posó sobre el mullido colchón, lanzó un quejido lastimero.
Itachi vio que la frente de Sakura estaba perlada en sudor, por lo que dedujo que tenía fiebre.
—Maldita sea, ¿dónde está Tsunade?
—Tranquilo, hermano, ya habrán ido a buscarla —le dijo Shisui.
Itachi asintió y miró de nuevo a Sasuke, que se había quedado rezagado en el umbral de la puerta. Este dio un paso atrás, hacia el pasillo, y se cruzó de brazos mientras le sostenía la mirada a su hermano.
—¿Me vas a contar ya qué demonios pasa entre vosotros?
Itachi resopló, sin ánimo de hurgar en la herida, e intentó evitar responder.
—Vale, tengo que adivinarlo yo... —dijo Shisui más para sí que para Itachi—. ¿Lo que os pasa tiene que ver con esta bella joven?
Itachi bufó y se alejó de él, dándole la espalda. Shisui lo vio apretar los puños y poco a poco en sus labios se fue dibujando una sonrisa.
—No pensabas que la hija de Haruno iba a ser tan atractiva y deliciosamente atrayente cuando fuiste a por ella, ¿verdad? Porque he de reconocer que esta joven se parece poco a su padre...
De la boca de Itachi se escapó un rugido y se giró hacia Shisui con una expresión iracunda en el rostro.
—Pues sí, hermano. ¿Tienes algún problema con eso? El aludido se encogió de hombros.
—La verdad es que no veo el problema. Entiendo que te sientas atraído, y no es malo.
—Ves las cosas demasiado simples. Es hija de nuestro enemigo.
Shisui abrió la boca para responder, pero la voz de una mujer cerca de ellos los calló al instante.
—No me quiero meter, pero ¿van a seguir gritando delante de una mujer herida?
Itachi miró hacia la puerta y se encontró con Tsunade, que portaba una cesta de mimbre con todo lo necesario para la curación de las heridas. Al instante, el guerrero negó con la cabeza y le cedió el paso.
—Ha perdido mucha sangre —le informó—. Y tiene fiebre.
La mujer asintió seriamente y con rapidez se acercó a la cama y apartó la venda provisional que se había puesto la propia Sakura.
—Está bien. Necesito que salgáis del dormitorio.
—No, yo me quedaré —insistió Itachi. Tsunade negó con la cabeza.
—No quiero llevarte la contraria, laird, pero estás nervioso. Tal vez un whisky te vendrá bien.
Itachi iba a negar de nuevo, pero Shisui salió al paso y lo agarró del brazo para sacarlo de la habitación. Sus ojos estaban fijos en Sakura a pesar de que todo su ser intentaba negarse ante la realidad y, finalmente, lleno de rabia, salió al pasillo. Cuando se cerró la puerta tras ellos, Itachi rezumaba ira por cada poro de su piel. Todo podía estar casi solucionado de no haber sido por el ataque y la herida de Sakura. ¿Y si moría?
¿Qué pensaría la madre de la muchacha si veía que Shisui no cumplía con su promesa? ¿Qué pasaría con los Haruno? ¿Qué pasaría con él?
Itachi caminaba como un animal enjaulado de un lado a otro del pasillo mientras las miradas de sus hermanos estaban puestas sobre él hasta que, finalmente, sin poder aguantar la rabia de su interior, se dirigió a Sasuke y le dio un puñetazo, lanzándolo contra la pared.
—¿Por qué demonios no comprobaste si estaba herida? ¡Por Dios, también estaba en el patio! Itachi intentó volver a golpearlo, pero la férrea mano de Shisui lo paró y lo obligó a mirarlo.
—¿Por qué no hablamos los tres tranquilamente en tu despacho con un whisky en la mano?
Itachi respiraba con fuerza, casi incapaz de contenerse, pero asintió tras unos segundos de duda y tiró con fuerza de su mano para soltarse de Shisui.
Sasuke se acariciaba la mandíbula mientras los seguía. Con el ceño fruncido, miró la espalda de Itachi y comprobó que aquella una de las pocas veces que los hermanos habían estado tan alejados aun estando uno al lado del otro.
El silencio los acompañó hasta el despacho, donde Shisui fue el encargado de servir las copas hasta que todos se sentaron en una silla.
Itachi miraba a sus hermanos alternativamente y no podía creer que el regreso de Shisui estuviera empañado por el odio que sentía en ese momento hacia Sasuke. Su plan había funcionado y, en lugar de estar contento por volver a la rutina y a sus vidas anteriores a ese problema, tenía la sensación de estar más perdido que nunca.
—A ver, Itachi —comenzó Shisui tras dar un largo trago a su copa—, sigo sin ver el problema en que te hayas enamorado de la chica.
—Yo no he dicho eso... —respondió lentamente el aludido—. Es una simple atracción. Shisui lanzó una carcajada y apoyó los codos en las rodillas.
—Venga, hermano. Se te ha puesto la misma cara que a Sasuke cuando él se enam... —Sus palabras se quedaron atascadas en la garganta tras darse cuenta de lo que había estado a punto de decir.
El rostro de su hermano se tornó entre lívido y rojizo por el recuerdo que Shisui había estado a punto de mencionar.
—Perdón —dijo enseguida el pequeño de los tres—. Solo quería decir que si únicamente fuera atracción, no estarías tan preocupado. Y antes has dicho que durante el ataque la protegiste y os hirió la misma flecha, así que ella no estaría muy lejos de ti...
Itachi apretó con fuerza su copa y la llevó a sus labios para beber largamente. Tenía sus sentimientos tan liados que no estaba seguro de lo que era cierto y lo que no; de lo que sentía y lo que no; lo que quería y lo que no...
—Reconozco que cuando la vi por primera vez en el convento llamó mi atención su belleza —dijo poco a poco—. Pero eso no es amor, hermano.
—¿Y después? ¿Qué has sentido? —preguntó Shisui.
Itachi se encogió de hombros y se detuvo a analizar lo que Sakura le había hecho sentir desde que la habían secuestrado, pues desde el mismo momento en el que la joven cabalgó con él había sentido algo especial junto a ella, como si ya la conociera de antes, como si tuviera que protegerla en lugar de amenazarla como había pensado en un principio. Desde que Sakura estaba en el castillo lo había hecho sentir más vivo, como si de repente tuviera un motivo por el que levantarse cada mañana, además de las obligaciones del clan, algo nuevo que lo había hecho despertar, pero cuando estaba a punto de responder, la voz de Sasuke se levantó para sorpresa de todos:
—En el mismo instante en el que piensas que ella es especial y dejas de admirar la belleza de otras mujeres; en el momento en el que te das cuenta de que ella y solo ella es tu fuente inspiración... Cuando estás seguro de que ella es perfecta y la idealizas o cuando no puedes conciliar el sueño porque ella te lo quita... Cuando solo piensas en estar todo el tiempo a su lado y temes perderla o en el momento en el que piensas que no todo se reduce a pasar el rato en el catre es algo más que una simple atracción. Es amor. Y cuando la locura te incita a hacer lo que sea por ella también es amor, hermano. Ese es un sentimiento que, por desgracia, sentí hace mucho, así que sé de lo que hablo.
Shisui miraba a Sasuke con una ceja levantada y el rostro tornado en completa y profunda sorpresa. Su hermano jamás había abierto tanto su corazón como en ese instante y no podía creer que lo hubiera hecho.
Itachi, por su parte, también se sentía sorprendido, pero no solo por lo mismo que Shisui, sino por las palabras que habían salido de su boca. Esas eran las mismas palabras que, en forma de sentimientos, corrían dentro de él aunque no quisiera reconocerlo. A pesar de haber estado poco tiempo con ella y de no conocerla anteriormente, Itachi tenía la sensación de que llevaban toda la vida juntos y hasta entonces no se había dado cuenta de sus sentimientos. Lo que había dicho Sasuke era real. Todo eso, unido a los sentimientos hacia el clan de Sakura, se mezclaban en su corazón, impidiéndole darse cuenta de lo que en realidad le estaba ocurriendo.
—No es algo que quiera reconocer, pero lo que has dicho es cierto. En lugar de pensar en ella como una prisionera todo el tiempo he luchado conmigo mismo para no sentir lo contrario. Quiero protegerla en todo momento y la sola idea de tener que devolverla a su clan hace que se me revuelva el estómago.
—Pues por mi parte, hermano, no hay problema. ¿Ella siente lo mismo?
Itachi se encogió de hombros.
—Digamos que no he demostrado amistad hacia ella estos días...
Shisui soltó el aire en un bufido.
—Tengo los dos hermanos más raros del mundo. ¿Tanto os cuesta mostrar vuestros sentimientos?
Sasuke no contestó, sino que se limitó a mirar hacia otro lado, mientras que Itachi bajó también la mirada al tiempo que Shisui negaba con la cabeza y ponía los ojos en blanco.
—Pues si de verdad quieres a la hija de Haruno, haz lo que sea para estar con ella, aunque tengas a todo su clan en tu contra.
—Eso podría provocar una guerra —se lamentó.
—¿Y? Nadie dijo que fuera fácil.
Itachi suspiró y se pasó una mano por la frente mientas Shisui reía y le daba palmadas en el hombro.
—¡Quién me iba a decir que mi hermanito iba a enamorarse de su enemiga!
El guerrero levantó la mirada y la clavó en Shisui, matándolo con la mirada. Este levantó las manos y volvió a sentarse en la silla mientras intentaba aguantar la risa, sin éxito.
—Si sigues riéndote de mí no llegarás vivo al mediodía —lo amenazó.
Su hermano pequeño asintió con la sonrisa aún en los labios y le dio una palmada a Sasuke para que dijera algo. Este levantó la mirada y la clavó en Itachi.
—Lo siento, hermano. De haber sabido que la muchacha significaba algo para ti, no la habría encerrado.
—Odio estar enfadado contigo, Sasuke —le dijo Itachi—, pero debes reconocer que esta vez tu orgullo y la rabia que corre por tus venas y que eres incapaz de soltar han hecho que te equivoques.
—Lo sé —admitió.
—Y yo siento mucho el golpe. ¿Te duele?
Sasuke se encogió de hombros y esbozó una leve sonrisa.
—Hace falta mucho más para vencerme, hermano. Pero descuida, pienso devolvértelo.
Itachi le devolvió la sonrisa y se levantó de la silla para abrazarlo. Odiaba estar enfadado con alguno de sus hermanos porque para él la familia había sido algo esencial en su vida, por lo que no podía estar enfadado con ninguno de ellos.
—¿Y ahora? —le preguntó Shisui.
—Iré a ver cómo está Sakura y después planearemos algo para devolverle el ataque a los Haruno.
