5. ¿Cómo…?
Tras pasar el verano en casa Ginny había hablado con Harry. Finalmente había conseguido el puesto de jefa de sección y ahora podría elegir sus horarios más libremente.
Entre otras cosas, le había dicho que echaba de menos estar un poco más de tiempo en casa, que sentía que había descuidado un poco su relación. Se disculpó con él por haberle dejado de lado. Pero esta vez fue Harry el que tuvo que excusarse y decirle que con la nueva temporada del equipo de Quidditch y los entrenamientos no iba a poder parar mucho en casa.
Ella lo entendió y se culpó un poco. Finalmente prometió que se esforzaría por recuperar el tiempo perdido con él, pero a Harry ya no le interesaba demasiado recuperar el tiempo con su mujer.
Le dio pena no poder ir a King Cross ese inicio de curso. Ya era una costumbre ver allí a Draco, aprovechar para ir a tomar algo con él y charlar sobre tonterías y tiempos pasados. Pero un incendio muggle se había descontrolado y había terminado llamando la atención del Ministerio de Magia por ser sospechoso de ser mágico.
En estos casos siempre se enviaba al jefe del departamento junto con otros aurores para tratar de averiguar la causa y controlarlo, pues obviamente los bomberos muggles no iban a poder apagarlo jamás por sí mismos.
Llamaba la atención el hecho de que estuviese en mitad del bosque. En septiembre ya no había riesgo de incendios forestales. Aunque cualquier mago con malas intenciones podría haberlo iniciado y después haberse desaparecido. Todo era posible, así que debían ir preparados.
Ese mismo día comenzaba la temporada, el primer partido estaba al caer. Afortunadamente llegó a tiempo al primer entrenamiento oficial de la temporada. La temporada comenzaba con el enfrentamiento contra los Obuses invisibles, un equipo no demasiado profesional pero que a veces daba la sorpresa. Lo último que querían era empezar la temporada perdiendo precisamente contra ellos.
Por su parte Harry, aunque lo dió todo, notaba la fatiga del día. Sabía que aún quedaban un par de entrenamientos antes del partido de apertura pero su bajo rendimiento ya le costó una bronca del entrenador.
Llegó a casa algo desmoralizado y muy cansado. Se dio una ducha y se metió en la cama. No se extrañó siquiera de que su mujer no estuviese en casa.
Sin embargo sí que echó de menos a Draco, llevaba sin saber nada de él desde el fin de semana en su casa. Hacía un mes y medio.
Así era la relación que tenían, minimizaban el contacto para evitar ser descubiertos. Pues aunque Ginny se pasaba fuera de casa casi todo el tiempo, Astoria no. Y según le había comentado Draco, ya este verano, estaba bastante rara. Temían que sospechara algo y si les descubría no se pondría muy contenta. Astoria era una mujer muy celosa y posesiva por lo que Draco había puesto distancia para evitar sospechas. Quizá le estuviese controlando hasta la correspondencia, así que tampoco se escribían.
Por eso le había molestado no poder ir a la estación, porque le apetecía tener una excusa para verle y también asegurarse de que estaba bien.
Una semana más tarde debutó en el primer partido oficial. El buscador oficial se había puesto enfermo en el último momento y él había salido en su lugar.
Había sido un partido largo, pues la niebla le había imposibilitado encontrar la snitch durante horas. Se notaba mucho el aumento de nivel de los jugadores respecto a su época de jugador. Aquí los bludger iban certeros contra tu cabeza, no se desviaban como en Hogwarts. Cada golpe estaba controlado y los propios golpeadores tenían claro que incluso siendo de su propio equipo era responsabilidad tuya estar atento de ellas y confiar en que ellos las repelerían. Su rival, el Obus, era especialista en eso.
Esquivó por muy poco varios lanzamientos directos cuando aceleraba tras haber visto un reflejo. Iban a por el buscador y prácticamente se olvidaban del resto del equipo contrario. Si no encontrabas la snitch el partido seguía y ellos seguían teniendo oportunidades de romperte un hueso o tirarte de la escoba, además de permitir a su propio buscador hacer su trabajo y conseguir la snitch.
Sin duda aquello era otra historia. A las 3 horas de partido su equipo llevaba más de 150 puntos de ventaja y él aún no había encontrado la dichosa pelotita. Algunos le gritaban que se diera prisa, que estaban agotados. Como si no estuviese haciendo todo lo que podía
Un empujón del otro buscador que casi le tira al suelo primero y una bludger después le empujaron por diferentes lados, desestabilizandole.
Reaccionó rápidamente, a pesar del dolor del brazo, y voló tras el buscador para cerciorarse de que no estaba tratando de engañarle pero no, ahí estaba la bolita dichosa, entre la niebla, volando lenta y pausada, sin prisa.
En la carrera, su escoba se colocó a la altura de la de su rival, pero no conseguía sacarle ventaja en velocidad. La tenían a unos metros, él estiraba la mano pero Harry conocía lo peligroso de aquel gesto y trató de empujarle, pero el rival de repente desapareció de la carrera.
No miró qué había pasado, no le importaba, tenía que atrapar aquella maldita bola alada. Con un ágil movimiento la atrapó y el silbato del arbitro sonó. Miró entonces a su alrededor buscando a su rival. Le vió en el suelo, con su escoba partida por la mitad. No se movía. Se le encogió el estómago al pensar que ese podría ser él ahora mismo.
Entraron entonces los medimagos para atenderle. Tuvieron que sacarle levitando, parecía inconsciente. Sus compañeros se le echaron encima para abrazarle. Habían ganado el partido de debut en la liga nacional.
Una hora más tarde salieron de los vestuarios del estadio, dispuestos a celebrarlo, comentando las jugadas y la agresividad del contrario cuando le vio ahí de pie. Su corazón se aceleró de nuevo y un grito emocionado quedó ahogado en su garganta.
Draco llevaba un elegante abrigo negro largo y tenía mala cara. Aún así le sonreía.
— Id yendo, ahora voy yo — dijo Harry a sus compañeros.
Sus compañeros miraron a Draco y siguieron su camino. Algunas de las familias de los jugadores se unieron al grupo. Harry se acercó al rubio.
— Enhorabuena — dijo con un tono impropio de él.
— ¡Draco! ¿Lo has visto? — preguntó Harry emocionado.
— Desde el principio — dijo asintiendo con una sonrisa.
— ¿Estás bien? Tienes mala cara.
— ¿Tienes un momento? Me gustaría hablar contigo.
— Claro…
Llegaron a un restaurante cercano y pidieron mesa. Estaba sorprendido de lo serio y formal que estaba Draco ya se había olvidado de esa faceta suya.
— Has hecho un gran partido, Harry. Parece mentira que lleves tantos años sin practicar y en tan poco tiempo hayas conseguido llegar al nivel de los nacionales.
— Ha sido cuestión de suerte. El buscador titular se ha puesto enfermo a última hora y yo no habría podido atrapar la snitch de no ser por esa bludger perdida — dijo Harry mirando la carta distraído.
— No estaba perdida, iba para ti. El golpeador del equipo contrario la había lanzado para darte pero ha fallado.
Harry le miró sorprendido.
— ¿En serio? — preguntó con un escalofrío. — Te prometo que aquí juegan a otro nivel.
Pidieron la comida y Draco cruzó las manos sobre la mesa.
— Harry, antes de nada quiero disculparme por haber desaparecido tanto tiempo, han pasado muchas cosas y el trabajo tampoco ha ayudado a darme tiempo. Seré directo, Astoria me ha pedido el divorcio.
— ¿¡Qué?!
— Como lo oyes. ¿Recuerdas el fin de semana en mi casa?
— Si, claro… — dijo Harry con miedo.
— Ella llegó el sábado por la noche en lugar del domingo como estaba previsto.
— Pero si no la vimos.
— No, porque según llegó se fue, después de encontrarnos en la piscina.
A Harry se le paró el corazón.
— Ese fue el destello que vi… — Draco le miró como pidiendo que aclarase aquello. — Mientras estábamos en la piscina vi un destello de algo que se había movido en la cocina, pensé que serían los chicos o tal vez uno de tus elfos domésticos.
Draco simplemente le miró, estaba encajando las piezas del puzzle y finalmente bajó la mirada. El camarero llegó con los platos.
— En ese momento tal cual llegó se fue a casa de sus padres. Al parecer no ha dicho nada a nadie porque es algo sumamente vergonzoso para ella. Una semana más tarde volvió y me lo contó, en ese momento me dijo que tomaría medidas. Ha aguantado el verano actuando con normalidad por Scorpius pero en cuanto se fue al colegio me pidió el divorcio. Han sido semanas muy convulsas.
Harry estaba en shock. Todo era mágico sin tener que afrontar la realidad pero tarde o temprano hay que actuar. Se le quitó el hambre de golpe, pues de repente se vio en la situación de Draco con su propia mujer.
— ¿Cómo vais a actuar de ahora en adelante? ¿Se lo vais a decir a Scorpius?
— La cosa no termina ahí, Harry — dijo Draco con solemnidad. Harry esperó a que continuara. — Astoria está enferma.
— ¿Qué?
— Le han descubierto un virus en la sangre. Al parecer es un tema de herencia, no saben cuánto aguantará.
Otras pocas agujas se le clavaron a Harry en el estómago. No quería pensar en dejar de ver a Draco y mucho menos en un momento así. Sabía que él le necesitaría más que nunca ¿y le estaba alejando?
— ¿Y qué vas a hacer, Draco?
— Estoy dividido, sinceramente — dijo con un suspiro profundo. — No quiero dejar de verte pero tampoco quiero dejar sola a mi mujer en un momento tan difícil. No me sentiría bien conmigo mismo y Scorpius me odiaría. Además, ella es su madre y aunque ya no esté enamorado de ella no soy tan hijo de puta como para dejarla de lado.
— Lo entiendo perfectamente, Draco. Y de verdad, cuenta conmigo para lo que necesites. Si decides tomar esa decisión la respetaré y apoyaré sin dudar.
¿Acaso estaba a tiempo él también de rehacer su vida familiar? La predisposición de Ginny de estar más en casa quizá podría ser una nueva oportunidad de hacer las cosas bien antes de llegar a ese mal trago.
¿Realmente quería eso?
Lo que seguro no quería era el solomillo con salsa de pimienta que tenía en el plato pero comió un poco por educación y no dejarlo entero.
Terminaron la comida en silencio. Cada uno perdido en sus propios pensamientos.
Hablaron de sus trabajos y de cosas triviales el resto de la velada. Después pagaron la cuenta y se fueron del lugar. Pasearon por la zona del estadio de Quidditch, separados y discretos. Entonces en una zona algo apartada Draco se giró y le miró fijamente. Tomó sus manos entre las suyas y las besó.
— No me arrepiento de nada, Harry, mis sentimientos por ti no han cambiado desde que estuvimos juntos en Hogwarts, pero ahora necesito tiempo. Necesito aclarar mi vida y mis prioridades. Si al menos estuviésemos en la misma situación tendría claro como actuar pero no es así. Debo hacer las cosas bien, ella es la madre de mi hijo. Bastante mal le he hecho ya.
Harry sintió las lágrimas inundar sus ojos. Cerró los ojos con fuerza para disimular las lágrimas, se acercó a Draco y sin pensarlo le besó con ganas.
— ¿Crees que podrás esperar otro poco?
— Te esperaré lo que sea necesario, Draco — dijo sujetando su rostro.
— En cuanto se vayan solucionando las cosas me pondré en contacto contigo.
— ¿Me lo prometes?
Draco le abrazó con fuerza y respiró hondo en su cuello, soltando su aliento cálido sobre la piel de Harry.
— Te lo prometo — dijo besando el hueco de la clavícula.
Aquel gesto le provocó tanta ansiedad como excitación. No quería soltarle, quería arrancarle aquel abrigo carísimo e impregnarle de su propio olor corporal, haciéndole gemir hasta la locura. Amaba a ese hombre pero no era momento de decírselo.
Draco se separó y con una breve despedida se desapareció, dejando a Harry en un profundo pozo de ansiedad y desesperación.
Volvió a casa y Ginny estaba allí para recibirle. Llegó con los brazos abiertos para abrazarle y felicitarle. Había preparado una cena especial para celebrarlo pero Harry solo quería estar solo.
Vacío y desganado habló con ella un rato antes de irse a dormir. A una hora prudente se retiró y se metió en la cama. Se sentía roto.
Por supuesto no podía dormir, solo podía darle vueltas y vueltas a la conversación con Draco. Habían sido descubiertos por la peor persona en el peor momento. Draco tendría que enfrentarse solo a todo lo que su aventura irresponsable había provocado y ahora su mujer había caído enferma. La congoja de que hubiera sido su mujer la que estuviese en su lugar le provocó náuseas.
Por eso, cuando Ginny llegó a dormir también y se abrazó a él se sintió sucio, impuro, un traidor y un monstruo. Se quedó quieto, haciéndose el dormido un rato.
Cuando ella se quedó dormida se levantó al baño y buscó una de las pastillas de la doctora para la ansiedad que le ayudaban a dormir sin sueños. Hacía cinco años que se habían encontrado y el destino había confabulado en su contra uniendo a sus hijos, ¿para qué? ¿Para recordarle que ese no era su destino? Durante años creyó haber superado su aventura juvenil.
Nada más lejos de la realidad.
Volvió a la cama y gracias a las pastillas se quedó dormido aún con lágrimas en los ojos.
Buenaaas!
Capítulo duro, sin duda :(
Corrigiendo unos años después he leído cosas que no recordaba, como que en la piscina había sido As la que les había pillado. Uff, pobre Draco. Cómo ha tenido que tirar de galones y sangre fría para hacer lo que ha hecho. Y justo cuando se entera de que ella está enferma. Las cosas malas siempre parecen venir todas juntas :(
En fin, a ver cómo avanzan las cosas.
Un abrazo!
Kanna
