Día 2. Aprecio

Roy

"Roy-Boy recuerda comportarte adecuadamente, como el caballero que sé que puedes llegar a ser." Me dijo mi tía antes de que me fuera a casa de los abuelos de Riza ya que me habían invitado a nadar.

"Claro que lo haré."

"Bien, que te diviertas, muchacho."

"Gracias, tía."

Cuando apenas había avanzado una cuadra un auto se detuvo a mi lado sorprendiéndome cuando ví a Riza abriendo la puerta.

"Vamos, Roy, sube." Me dijo ella mientras se movía para dejarme espacio.

"Hola, Riza. Te lo agradezco, pero no crea que sea una buena idea-"

"No digas tonterías, muchacho, vamos sube." Dijo el abuelo de Riza quien era el que estaba manejando.

Ligeramente apenado obedecí. "Muchas gracias, señor. Gracias, Riza."

"No hay nada que agradecer, es justo que ustedes tengan un poco de diversión. Además, hay que aprovechar ahora que no están mi hija y mi yerno." Dijo el abuelo de Riza riendo ligeramente.


Todavía me costaba trabajo creer que hubieran personas como Riza y sus abuelos. En las casas anteriores en las que habíamos estado, ninguno nos habían tratado de esa manera, aunque algunos no eran groseros, sí se encargaban de dejar marcada la diferencia entre ellos y nosotros.

Repentinamente sentí cómo Riza me salpicaba de agua en la piscina, sacándome de mi ensimismamiento. "¡Vamos, Roy!" Dijo riendo. No pude evitar reír y justo cuando iba a regresarle el favor me detuve en seco. Provocando que ella me mirara confundida. "¿Qué ocurre, Roy?"

"Creo que no es adecuado que yo te salpique agua, después de todo eres hija de los jefes de mi tía."

"Roy, estamos en casa de mis abuelos. Aquí no importa quiénes somos. Además somos amigos, ¿no?"

"Sí, lo somos, pero-"

"Pero nada. Recuerda que mi abuelo dijo que este día era para que nos divirtiéramos, así que vamos a hacerlo. Tú puedes salpicarme de agua y yo puedo hacer lo mismo. A menos que tú no quieras…" Dijo preocupada al final.

"Claro que quiero, es solo que es la primera vez que convivo con la hija de los jefes de mi tía y no quiero meter la pata."

"¿Tan difíciles eran?" Me preguntó.

"La mayoría, sí. Algunos me trataban como si fuera una plaga o algo así." No sabía cómo es que podía hablar con Riza libremente, pero realmente no me sentía incómodo. "En una ocasión, uno de los niños que era un poco más pequeño que yo rompió una vasija muy cara y me culpó a mí." Agaché la cabeza. "Traté de defenderme pero al final no me creyeron, dijeron que era un mentiroso, ingrato, que por mi culpa mi tía y yo tendríamos que irnos de esa casa." Tragué un nudo al recordar ese momento. "Mi tía perdió su trabajo pero ella me creyó, me dijo que no me sintiera culpable…"

Sentí la mano de Riza sobre mi brazo. "Pero te sientes responsable de ello, ¿no es así?"

Asentí. "A veces siento que soy solamente una carga para ella, porque por mi culpa a veces le niegan el trabajo, por eso trato de esforzarme en ayudarle y no darle problemas." Las palabras fluyeron, incluso unas lágrimas las cuales limpié de inmediato. "Lo siento." Sentí cómo ella me abrazaba.

"No tienes nada por qué disculparte, Roy y tampoco debes sentirte de esa forma." Levanté mi cabeza y me encontré con su mirada caoba. "Tu tía te ama mucho, Roy, de eso no hay duda por lo que ella jamás te consideraría una carga. Eres su única familia así como ella lo es para ti. Créeme cuando te digo que eres un buen chico, no había conocido a alguien de mi edad que ayudara tanto a su familia. Eres genial, Roy, no lo dudes y la verdad aprecio el tenerte como amigo." Me dijo con una sonrisa.

Sin saber cómo, la abracé. "Yo también aprecio mucho el tenerte como mi amiga, Riza." Nos separamos del abrazo. "Jamás había conocido a una chica como tú que me permitiera convivir con ella como iguales." Sonreí. "Gracias por ser mi amiga, Riza."

"Gracias por ser mi amigo, Roy." Me dijo sonriendo. "Ahora, vamos, hay que disfrutar este día." Nuevamente me salpicó de agua y nadó un poco para alejarse de mí. En esta ocasión la perseguí y salpiqué de agua.

Pasamos el siguiente par de horas jugando en la piscina, riendo y disfrutando la compañía del otro hasta que nos cansamos y los abuelos de Riza nos invitaron a comer unos sándwiches con limonada. Cuando terminamos y aprovechando el clima agradable, me acosté sobre el pasto bajo la sombra de un árbol.

"Ven, Riza. Recuéstate un rato, verás que es muy agradable." La invité, no estaba seguro si aceptaría pero tenía que intentarlo. Debo admitir que me sorprendió cuando se recostó a un lado mío.

Giró su rostro para verme. "¿Acaso creías que no lo haría?"

Reí ligeramente. "Si soy sincero, pensé que no lo harías. Ya sabes, a muchas chicas como tú les enseñan que esto no es muy apropiado."

"Bueno, ya ves que sí lo hago, aunque debo admitir que hacía mucho que no lo hacía. Tal vez cuando tenía 5 años o algo así y justamente lo hacía con mis abuelos." Miró al cielo y cerró los ojos. "Había olvidado lo agradable que esto era. Gracias por recordármelo, Roy."

"Cuando quieras, Riza. Es un placer." Dije sonriendo antes de imitar a Riza y cerrar mis ojos.

Realmente había sido uno de los mejores días de mi vida, no podía evitar estar agradecido de tener a una amiga que realmente apreciaba. Esperaba que en el futuro pudiera pasar más momentos como este con ella.


Cuando desperté, fue porque comencé a sentir comezón en mi nariz, al abrir mis ojos me encontré con Riza riendo y con un diente de león en su mano que obviamente había utilizado para despertarme.

"Vamos, dormilón. Hay que darnos una ducha antes de que regresemos a casa."

Me estiré un poco para desperezarme antes de ponerme de pie. "¿Cuánto tiempo me dormí?"

"Un par de horas. Yo también, no hace mucho desperté."

Después de tomar una ducha rápida, el abuelo de Riza insistió en que él nos llevaría de vuelta y que no aceptaría protestas, pero que lo haría después de que cenáramos. Como todavía faltaba una hora para la cena, Riza me llevó a la sala donde sus abuelos tenían un hermoso piano. Ella se sentó, me invitó a sentarme a su lado y comenzó a tocar un poco.

"¿Tú tocas?" Me preguntó cuando terminó una canción.

"Hace mucho tiempo que no lo hago. Mi papá me enseñó cuando era muy pequeño."

"¿En serio?"

"Sí, él se dedicaba a tocar en algunos restaurantes y como no teníamos un piano en casa, él ensayaba en esos lugares y me llevaba con él."

"Tienes muchos talentos ocultos." Me dijo ella sonriendo.

"Lo mismo opino de ti."

"Vamos, toca conmigo."

Al principio me estaba costando trabajo seguirle el ritmo a Riza por mi falta de práctica, pero después de unos minutos la música nuevamente fluyó en mi ser como lo hacía con mi padre. Comenzamos a hacer dúos y nos enseñamos melodías que el otro no conocía, sin darnos cuenta del paso del tiempo, los abuelos de Riza habían ingresado a la sala y estaban escuchando y aplaudiendo nuestras interpretaciones.


Desde ese día, mi amistad con Riza se había cimentado y siempre que podíamos pásabamos tiempo juntos, nos ayudábamos en nuestras tareas y nos hacíamos bromas. El paso de los años solamente hizo que nos volviéramos mejores amigos, a ella no le importaba que fuera el sobrino de su ama de llaves y con algo de trabajo y por mucha insistencia de Riza, dejé de verla como la hija de los patrones para simplemente vernos como iguales.

Cuando el cumpleaños 16 de Riza se estaba acercando, me puse a hacer cuentas y a pensar seriamente en darle un regalo especial. No había duda de que la apreciaba mucho y sabía que para las chicas el cumpleaños 16 era uno muy importante. Obviamente, al ser hija única y heredera a la fortuna de sus padres, le estaban organizando una fiesta enorme que se haría en el gran patio de su casa. Toda la servidumbre incluido yo, estaríamos uniformados y atendiendo durante el evento.

Afortunadamente para mí y por sugerencia de los abuelos de Riza, los padres de Riza habían comenzado a darme un pequeño salario por ayudar en diferentes labores de la casa, lo cual me estaba ayudando a ahorrar junto con mi tía para la universidad que se encontraba cada vez más próxima, pero no me importaba tomar una parte de esos ahorros para comprar un regalo para mi amiga. Probablemente no se compararía con los que recibiría de su familia e invitados a su fiesta, pero estaba seguro de que ella le agradaría porque venía de mí, pero aún así no tenía idea de qué regalarle.

"¿Qué haces, Roy-Boy? Pensé que estabas terminando tu tarea." Me dijo mi tía mientras ingresaba a nuestra habitación.

"Ya la terminé, estoy viendo en internet algunas ideas para regalos."

Mi tía sonrió. "Sabes que a Riza le gustará cualquier detalle que le des."

"Lo sé, pero aún así quiero que sea especial."

Me miró a los ojos. "Roy-Boy, ¿estás enamorado de Riza?" Me preguntó con seriedad.

"¿Enamorado? Nah, solamente es mi mejor amiga." Nunca había pensado en ello pero no podía negar que internamente esa pregunta me había movido.

Ella me miró incrédula. "¿Por qué no te he escuchado que andes de novio con alguna chica de tu escuela? Porque jovencito no me vas a negar que tienes admiradoras."

Sonreí de lado. Era cierto, algunas chicas de mi salón e incluso de otros grados me habían pedido citas pero simplemente no me encontraba interesado por lo que siempre las rechazaba. "Porque andar de novio no es algo que me interese en estos momentos. Sabes que me la paso estudiando y trabajando aquí, así que no hay mucho tiempo para eso."

Noté que mi tía hizo una mueca. "Roy, sabes que no es necesario que trabajes. Con lo que estoy ganando podemos irla pasando e ir ahorrando poco a poco para tus estudios."

Me sentí culpable, obviamente no había expresado correctamente mi punto. "Lo siento, tía. No lo quise decir de esa manera. Te agradezco mucho todo lo que haces por mí, pero quiero ayudarte. Sé que estudiar una carrera es costoso y tú ya has sacrificado muchas cosas por mí-"

"No digas tonterías, muchacho. Eres mi sobrino, mi única familia y obviamente siempre voy a estar para ti. Todo lo que hago es porque así lo deseo no porque tenga que hacerlo."

Sonreí ligeramente, no podía dejar de agradecer que a pesar de que el universo me hubiera puesto una prueba bastante difícil al dejarme huérfano, me hubiera dado una tía tan maravillosa como la que tenía.

"Gracias, en verdad. Pero aún así quiero ayudar, después de todo ya estaba acostumbrado a estar ayudando de una u otra forma a mis papás . Además si me mantengo ocupado me mantengo fuera de los problemas."

Mi tía rió. "Tienes un buen argumento ahí." Sonrió. "No pude pedir un mejor sobrino, algo atolondrado pero con un buen corazón."

Me levanté de mi cama y la abracé. "Y yo no pude pedir una tía mejor." Nos abrazamos por un momento antes de separarnos. Ella me miró de arriba a abajo. "¿Qué ocurre?"

"Roy-Boy, sigues estirándote demasiado rápido. Esos pantalones ya no te quedan bien." Pasó su mano por mi cabello. "Y ya necesitas otro corte. El fin de semana iremos por un par de pantalones nuevos y al regresar te cortaré ese cabello." Justo cuando estaba por replicar ella me detuvo. "Y no acepto reclamos."

"Está bien, gracias."