El cáliz de fuego es un artefacto mágico cuyo origen se ha perdido en el tiempo. Lo único que se sabe a ciencia cierta ed su uso como juez imparcial en la selección de los participantes del torneo de los tres magos.
La historia del torneo de los tres magos es bien conocida, o mejor dicho, es bien conocido el reguero de sangre, muerte y desolación que deja a su paso. Es bien sabido que en todas las ediciones, sin excepción alguna, ha fallecido al menos uno de los participantes y no es infrecuente que haya multiples heridos entre participantes y espectadores.
Pero lo que es desconocido por el público es que el cáliz es un objeto oscuro, anclado en el torneo de los tres magos, atrae la muerte para hacerse más poderoso. Es por ello que el cáliz necesita que regularmente muera alguien en el torneo, por ello cuando tras muchos años el torneo se ha revivido, el cáliz clama por sangre. Porque para ello había sido creado, para matar.
Cuando su nombre salió del cáliz, Harry no se inmutó, era algo que ya esperaba, pues la selección de los participantes se realizaba en Halloween y siempre le pasaba algo malo ese día. Por ello, no se movió, se quedó callado y no se levantó de su sitio, no tenía ninguna duda de que sería obligado a formar partedel torneo, en otro intento de matarlo.
Alguien lo agarró por detras, obligándolo a levantarse, y lo empujó hacia delante. Harry caminó resignado hacía la puerta que acababan de cruzar los otros participantes. Si no podía evitar la reunión que se iba a llevar a cabo en la sala de trofeos, mejor acabar con ella lo antes posible. Tras él entraron los tres directores de las escuelas participantes, algunos otros profesores de Hogwarts y miembros del ministerio de magia. Snape, con cara de asco, rápidamente lo agarró de la capa para que no pudiese escapar
Tal como esperaba, la reunión fue una cosa inútil, sin pistas sobre las pruebas, y por supuesto, sin posibilidad alguna de negarse a participar. Harry iba a ser forzado a participar, quisiera o no, o perdería su magia y probablemente también su vida, y si era sincero, Harry pensaba que ambas cosas serían para é igual. Sin su magia sería obligado a volver a los Dursleys, y eso solo significaba palizas diarias, tareas todo el tiempo y días sin comer, lo que hacía casi preferible la muerte.
Al menos, Harry pensó que no importase que, tendría a Hermione y Ron a su lado, sus dos mejores amigos. Pero se equivocaba. Cuando alcanzó la sala común de Gryffindor, escoltado por McGonnagal y el retrato se abrió, Harry supo al instante que ese no sería el caso. Él esperaba una fiesta, algo que sus compañeros de casa les gustaba hacer, por cualquier motivo, pensó en que al entrar le daría la bienvenida un ruido atronador, la música alta sonando y a la gente bailar y cantar con una botella de cerveza de mantequilla. Pero cuando entró lo único que había era un silencio sepulcral, parecía que todo el mundo se había reunido en la sala común, desde primer a séptimo año sin distinción, y todos estaban fijándose en él.
NAda más abandonar la sala común McGonnagal, el portal cerrándose tras ella, Hermione y Ron dieron un paso al frente, seguidos del equipo de Quidditch y el resto de chicos de cuarto año. Un chico de séptimo se abrió paso entre el resto de estudiantes, y le entregó un rollo de pergamino, volviendo a su sitio en la parte de atrás junto con el resto de chicos de séptimo. Ella lo cogió con solemnidad, lo desenrolló, y pronunció las palabras que pusieron el mundo de Harry patas arriba, cosas que nunca hubiese esperado oír saliendo de la boca de su amiga. Estaba siendo expulsado de la casa Gryffindor, todo el mundo había firmado la expulsión, le arrojó el pergamino, donde en organizadas columnas habían firmado todos los miembros de la casa. Fue entonces, cuando Ron arrastró su baúl frente a él, donde tenía guardadas sus más preciados objetos (el álbum de fotos que le había regalado Hagrid tras su primer año, la capa de invisibilidad que había sido de su padre, la escoba voladora que Sirius le había regalado el año anterior y el mapa del merodeador creado por su padre y sus amigos)
Una sensación extraña lo embargó, era opresiva y no le permitía moverse. Entonces, como si fuera en cámara lenta, los estudiantes apuntaron con sus varitas a su baúl. Ron fue el primero, él quería gloria y también y lo llamó traidor, apuntó con su varita al baúl y lo prendió en llamas, con todas sus posesiones dentro. Luego fue Hermione, el fuego creciendo tras su hechizo, tras ella Ginny y el equipo de Quidditch, los chicos y chicas de cuarto, y uno tras otros todos los estudiantes de primero a séptimo. Uno tras otro, lanzando sus propios hechizos incendiarios, el fuego creciente tras cada uno, por último la chica de séptimo que era prefecta lanzó el suyo, el fuego alcanzó el techo de la sala común y su extinguió de repente, dejando tras de sí solo un montón de ceniza en el suelo, que fue instantáneamente elimina.
La extraña sensación lo abandonó, y si lo hubiese deseado, Harry podría moverse de nuevo, pero no podía. Como podía reaccionar cuando en el transcurso de unas pocas horas había perdido no solo a las personas que creía que serían siempre sus amigos, sino también las pocas cosas que tenía para recordar a sus padres.
Un chico mayor lo empujó fuera de la sala común, arrojándole el pergamino de expulsión a su cabeza antes de cerrar el portal tras él. La dama del retrato no le dejó volver a entrar incluso tras decir correctamente la contraseña, solo los Gryffindor o estudiantes de otras casas invitados por estos podían entrar, y Harry no era uno de ellos. Se dirigió al despacho de McGonnagal, pero la mujer no estaba allí, posiblemente se hubiese retirado ya a su habitación privada. Lo mismo pasó cuando fue a los despachos del resto de profesores, era tarde, y posiblemente todos estuviesen ya durmiendo.
Harry, no queriendo pasar toda la noche deambulando por el castillo y ser pillado por Filch pensó en donde podía esconderse el resto de la noche. Necesitaba un lugar donde estar seguro, donde nadie lo pudiese pillar. Pensó durante un rato, hasta que llegó a la conclusión de que su mejor opción era la Cámara Secreta de Slytherin, al ser el único hablante de pársel en la escuela nadie podría acceder a ella. Así que se dirigió a ella, preparándose mentalmente para la peste que un basilisco en descomposición provocaría, abrió la puerta y entró en la cámara. Para su sorpresa, el basilisco no era una masa apestosa en descomposición, sino que solo quedaban los huesos y la piel de la inmensa serpiente que poco más de un año atrás casi lo había matado. No queriendo dormir en el frío y duro suelo, movió algunas pieles del basilisco, creando una especie de cama y se durmió profundamente.
A la mañana siguiente Harry se despertó temprano, un rápido hechizo después supo que apenas pasaban de las seis de la mañana. Harry se levantó y salió sin que nadie se diese cuenta de donde había pasado la noche. Se lavó como pudo en un baño del primer piso, y un par de hechizos de limpieza dejaron la ropa que llevaba en perfecto estado. Caminó un poco por el castillo, con cuidado de no ser visto, ya que no sabía a partir de que hora de la mañana tenía permitido andar fuera de la sala común. Estaba buscando donde pasar las noches, pues aunque la Cámara de los Secretos era segura, no era lo mas cómodo para más de un par de noches, caminaba en el séptimo piso por un corredor vacío, de un lado a otro, cuando de repente apareció una puerta en donde antes solo había una pared vacía. Cuando entró se encontró en usa habitación que le recordó a la sala común de Gryffindor, pero más pequeña, y en ve de escaleras que llevasen a los dormitorios, había una única puerta al final de la sala. Al abrirla se encontró una habitación con una cama con dosel y una puerta entreabierta que dejaba ver un baño, también había un armario con varios uniformes del colegio en perfecto estado, aunque las formas de estas le hicieron a Harry pensar que ya tenían un par de décadas.
Al principio Harry pensó que se había encontrado una antigua habitación privada de un profesor, pero no había nada personal, como fotos o libros, solo había algo de ropa en el armario, y era de la talla de un estudiante no de un adulto. Así que decidió que ese sería un buen lugar para estar fuera de clase. Eso le hizo recordar a Harry que no tenía sus libros, ni ningún material escolar, ya que todo había ardido la noche previa. De repente, un montón de libros aparecieron frente a él, unos rollos de pergamino sin usar, tinta y plumas para escribir, un caldero y una mochila, incluso para la alegría de Harry los deberes que tenía que entregar en los próximos días, escritos con su letra y su nombre en la parte de arriba. Sin pensar mucho sobre ello, metió todo lo necesario para el día en la mochila y se dirigió al comedor a desayunar. Pero no pudo, los Gryffindor no lo querían en su mesa, tampoco los Hufflepuff o los Ravenclaw, y los Slytherin le lanzaron hechizos incluso antes de que pudiese acercarse, por suerte pudo coger un par de tostadas de pan antes de salir y comérselas en el pasillo.
Y a partir de ahí, el día no mejoró. Lo insultaban el los pasillos, era ignorado por todos en las clases y si no había profesores presentes el resto de estudiantes le lanzaban hechizo. Tampoco podía hablar a solas con ningún profesor después de clase, pues siempre había alguien con dudas. Y cuando fue a la enfermería, Pomfrey le dijo que había sobrevivido a cosas peores que un par de hechizos de estudiantes, que estaba muy ocupada y que no la entretuviese más. No podía comer ni cenar en el GRan Comedor, pero al menos al llegar a la habitación que había encontrado se encontró un plato de comida en la mesa frente a la chimenea.
El resto de la semana continuó de igual manera, Harry pasaba el mínimo tiempo posible fuera de su habitación, de su refugio, y empezó cada vez a faltar a más clases. Nadie parecía importarle que no fuese, incluso los profesores ignoraban si lo maldecían en clase, si por ello no interrumpían la lección. Sus antiguos mejores amigos eran unos de los peores culpables, y sus hechizos, junto a los de los gemelos Weasley, difíciles de revertir. Además algunos estudiantes de último año habían comenzado a usar hechizos que eran clasificados como magia oscura, sin que los profesores los castigasen por usarlos. Cuando estaba en su habitación Harry pasaba innumerables horas leyendo libros sobre hechizos y maldiciones, así como la forma de deshacerlos.
Harry había mandado una letra a Sirius y Remus y estaba esperando una respuesta de ellos. Era viernes cuando Hedwig, su fiel amiga, surcó los corredores buscándolo. Era una lechuza muy lista así que pudo encontrarlo sin problemas, pero al dejar su carta y volar hacía la lechucería alguien le lanzó un hechizo. El rayo de luz verde iluminó el pasillo con su siniestra luz, y alcanzó a Hedwig, sin que esta o Harry pudiesen evitarlo. Hedwig se desplomó al suelo a mitad de vuelo. Los estudiantes rápidamente abandonaron el lugar, no queriendo ser vistos por ningún profesor, ya que el uso de la maldición asesina no era algo sobre lo que nadie quería ser interrogado.
Con cuidado Harry levantó del suelo a su querida lechuza y corrió hacia fuera del castillo. Se arrodilló al borde del Bosque Prohibido y allí cavó un pequeño agujero, envolvió con cariño a Hedwig en su mejor capa, y mientras lágrimas resbalaban por sus mejillas enterró a la lechuza. Marcó la tumba y permaneció allí sin moverse hasta bien entrada la noche.
Esa noche Harry leyó la carta, era de Sirius y Lupin, quienes le decían que estaban buscando una forma de sacarlo del torneo y de la escuela, pero que por el momento no habían encontrado ninguna forma, pero seguirían buscando. Le dijeron que le ayudarían en cuanto pudiesen y que sus padres si estuviesen vivos estarían furiosos por su situación.
Eso hizo pensar a Harry en Lily y James Potter, en cuanto los echaba de menos y cuanto deseaba que estuviesen allí con él. Sirius y Remus incluso aunque quisiesen ayudar y estar con él, no eran lo mismo. No habían estado allí nunca, nunca lo habían puesto por delante, Sirius había preferido la venganza tras la muerte de sus padres, y aunque entendía que debido a su licantropía no pudiese vivir con Remus, eso no quitaba que nunca lo hubiese visitado cuando vivía con los Dursleys.
Si era sincero con sigo mismo, casi no conocía a ninguno de los dos, que en la carta daban a entender que estuviesen en algún sitio juntos. Si estaban juntos, por que no le habían invitado a unirse el verano pasado, Harry se preguntó. Porque no les importaba, se respondió. Y entonces pensó que si a nadie le importaba, todo el mundo estaría mejor sin él.
Pensó en Hermione y Ron, en sus antiguos amigos, en sus hirientes palabras y acciones. Estaban saliendo si los rumores que había oído eran ciertos. Harry ya no les importaba.
También estaba el resto de Weasleys, de los que había pensado en ellos como una familia, como hermanos que estarían con el apoyándolo en todo momento. Pero no había sido así.
El resto del equipo de Quidditch y sus compañeros de habitación, ni si quiera habían sido cercano con ellos en el pasado, como iban a creerlo y apoyarlo ahora. Todas las personas que podían haberlo creído no lo habían hecho, nadie de los que pensaba habían creído que el no había puesto su nombre en el cáliz.
No tenía a nadie.
Estaba solo.
Esa misma noche, se escabulló de su habitación secreta, tan tarde que nadie estaba despierto patrullando por los pasillos, y se dirigió a la torre de astronomía. El frío viento de la noche soplaba fuerte, las nubes tapaban la luna. Harry se acercó al bordillo y se dejo caer.
Y así fue como el cáliz de fuego clamó su primera víctima.
El día de la primera prueba había llegado, la vida en el castillo apenas había parado un instante desde la muerte de Harry. Él no era querido por nadie de Hogwarts en sus últimos días y los estudiantes de las otras escuelas no lo conocían de nada,
Los dragones llegaron la semana anterior, un común verde de gales, un hocicorto sueco y el temible colacuerno hungaro.
Fleur, para su alivio, sacó el verde, Cedric el hocicorto y Krum el colacuerno. Los dos primeros no tuvieron grandes problemas y consiguieron sus huevos dorados sin recibir terribles heridas, Y por último salió Krum.
El famoso buscador intentó alcanzar el huevo volando, confiando en sus habilidades sobre la escoba. Pero el dragón rompió sus cadenas y escapó de la arena tras el mago. Gritos de terror se podían oír en las gradas, tras desaparecer las barreras protectoras que protegían a los estudiantes en las gradas. Krum voló hacia el colegio, entre torres y pasillos, y consiguió poner algo de distancia entre él y el enfurecido dragón.
El colacuerno lanzó una llamarada de fuego, quemando la cola de la saeta de fuego de Krum, quien tras un Wronsky feint consiguió el huevo dorado. El dragón, viendo lo que pensaba que era uno de sus preciosos huevos estaba siendo robado, lanzó otra llamarada. Las calientes llamas alcanzaron a Krum, calcinandolo al instante, cuando intentaba correr hacía la seguridad de la tienda de los campeones. Los espectadores tras el no tuvieron tanta suerte, al menos no todos. Los estudiantes de Durstram y Slytherin que animaban a Krum murieron pocos segundos después una muerte rápida, algunos Ravenclaws que se encontraban cerca no tubieron la misma suerte y sufrieron terribles quemaduras, muriendo horas y días más tarde. No fue hasta horas después que los cuidadores de dragones pudieron calmar al enfurecido colacuerno.
Y con esto el cáliz de fuego clamó al segundo campeón, y a una centena de brujas y magos más.
Era una fría mañana de febrero cuando se produjo la segunda prueba. Hogwarts había estado de luto tras la muerte de más de una cuarta parte de sus estudiantes, los pocos supervivientes de Durstram habían decidido volver a sus casas. El invierno había sido oscuro y la decoración navideña escasa, los peofesores querían honrar a los estudiantes fallecidos. Incluso los estudiantes de Griffindor estaban afectados por lo ocurrido, pese a las disputas constantes con los Slytherin, lo que había pasado superaba cualquier pelea entre casa rivales. No era lo mismo pelearse que ver a gente de tu edad morir calcinado frente a tí.
Los dos participantes supervivientes, Cedric Diggory y Fleur Delacour, estaban en la plataforma del lago, templando de frío solo con trajes de baño. Se oyó el disparo del cañón que señalaba el comienzo de la prueba, y los dos saltaron al agua.
Tras una hora de espera, los espectafoes, estudiantes y profesores por igual, empezaron a preocuparse. Ya había pasado el tiempo que se les había dado para realizar la prueba, de sobra y de más para ir al fondo del lago y volver con su persona más preciada.
Diez minutos después de la hora, Cedric salió a la superficie del lago, con una claramente confusa Cho Chang a su lado. Los alumnos de Hogwarts gritaron con alegría, su campeón había regresado.
Pero Fleur no volvió. Diez minutos se convirtieron en veinte. Y veinte en media hora. Tras la segunda hora, Dumbledoee descendió al borde de la plataforma y llamó al jefe de los habitantes del lago. Tras unos minutos de conversación, este se sumergió de nuevo en el agua. Tras unos minutos regresó con una pequeña niña rubia, que a diferencia de Cho no se despertó tras salir del agua, y fue rápidamente llegaba a la enfermería. Un segundo ser, llevó a la superficie a una inconsciente Fleur Delacour
Esa misma tarde, Albus Dumbledore anunció que Fleur Delacour no había sobrevivio tras haber sido atacada por grindillows. Lo que no fue anunciado es que la niña pequeña que también habían rescatado del lago también había fallecido, nadie había previsto que el hechizo del sueño que le habían lanzado para que permaneciese en el lago fallaría. La niña, al igual que su hermana mayor, era parte veela, lo que la hacía más resistente a ese tipo de magia, el hechizo había fallado y se había despertado en el fondo del lago. La pequeña no tenía ningún tipo de conocimientos sobre hechizos para respkrar bajo el agua, un elemento en el que además era especialmente débil, y se había ahogado.
Y con ello el cáliz de fuego había reclamado al tercer campeón del torneo.
La noche de la tercera prueba había llegado, mucho más rápido de lo que todo el mundo hubiese deseado. Incluso habíando solo un único partivipante vivo, las normas del torneo requerían tres pruebas. Cedric Diggoru tendría que sobrevivir una prueba más.
La última prueba había sufrido grandes modificaciones, iba a ser un gran laberinto lleno de criaturas mágicas y diferentes hechizos y obstáculos que superar, pero las criticas por la falta de seguridad y las indemnizaciones a las familias de los fallecidos habían reducido en gran medida el presupuesto disponible. El laberinto se había conservado de la idea original, pero en vez de importar exóticas criaturas de otros paises, como una esfinge, el laberinto se llenaría con criaturas salidas del Bosque Prohibido. Tampoco habría obstaculos mágicos que no pudiesen ser creados por los profesores. Hagrid había sido ordenado con la tarea de encontrar criaturas para el laberinto, un trabajo que el semigigante estaba encantado de realizar.
Un aterrorizado Cedric dijo adiós a sus padres y su novia antes de entrar en el laberinto. Sabiendo que Hagrid tenía un amor desmesurdo por peligrosas criaturas mágicas, Cedric temía que fuese la última vez que viese a sus seres queridos.
Por suerte, él no tubo demasiados problemas hasta alcanzar el centro del laberinto, incluso estaba empezando a pensar que esa noche podría incluso cenar con su familia. Ya podía ver la copa, encima de una pedestal, en frente de él, casi la podía tocar con sus dedos, unos centímetros más y toda la muerte y locura del torneo terminarían. Casi la había tocado cuando sintió un mordisco en su pierna, los colmillos de una enorme araña peluda que estaba frene a él. Cedric nunca había tenido miedo a las arañas, pero esa no era una araña normal, era una muy venenosa acromántula. Rápidmente mató al animal y agarró la copa, sabiendo que esta era un traslador, y que una vez acabase la prueba podría obtener el antídoto.
Cedric agarró la copa y empezó a girar y girar, la copa tenía que llevarlo al escenario que había frente al laberinto, donde sería proclamado campeón. Pero él seguía girando y girando, mucho más de lo necesario pasa viajar solo unos cientos de metros como mucho. Finalmente el mundo dejó de girar, por fin había llegado a su destino, pero no había estaba en Hogwarts, pensó antes de desmayarse.
Cedric se despertó de nuevo, confuso y mareado, y atado a lo que parecía ser la tumba de un cementerio. El veneno estaba matándolo, tenía que huir, y pronto, a San Mungo o a Hogwarts o moriría. Intentó desaparecerse, pero no pudo, no sabía si porque el veneno le estaba afectado o es que había también algún tipo de barrera para evitar que huyese. Si esto era otra parte más de la tercera prueba Cedric pensaba que los jueces eran más macabros de lo que dejaban ver, y que no parecían demasiado preocupados por la seguridad que tanto decían importarles.
A unos metros frente a él había una figura encapuchada, haciendo lo que parecía algún tipo de siniestro ritual, aunque no sabía cual era. La figura, un hombre bajito y regordete cuya cara le recordaba por algún motivo a una rata, se hacerco a él con una daga en la mano izquierda, parte del brazo derecho le faltaba. Cedric dudaba de que fuese a ayudarlo.
El hombre le hizo un corte en el brazo, recogiendo un poco de su sangre. La llevó al caldero que estaba frente a él y la añadió. El caldero se fundió y dejó aparecer de sus restos a un hombre, muy alto y delgado, con cara serpiente, ojos rojos y extremadamente pálido, su piel casi transparente. El nuevo hombre fue rápidamente cubierto con una túnica negra y empezó a hablar, pero Cedric no podía entender sus palabras. Su visión se estaba nublando, su cuerpo ardía por dentro por el veneno de acromántula. Pese a los temblores que recorrían su cuerpo, logro mover sus débiles dedos y soltar el nudo que lo ataba. Cayó al suelo, ignorado por los dos hombre, y se arrastro hasta alcanzar la copa, sus dedos la rozaron y el mundo empezó a girar de nuevo.
Aterrizó de cara en el suelo con gritos a su alrededor, podía discernir con dificultad la colorida túnica de Dumbledore acercándose a el. Su padre llegó primero, abrazándolo con fuerza, diciendo palabras que Cedric no lograba comprender. El torneo había acabado, pensó, lo había conseguido, pronto estaría en casa con sus padres, en seguida estaría en la enfermería y le darían el antídoto, todo iba a estar bien. En unos días podría celebrar con sus compañeros de Hufflepuff la victoria, Hogwarts había sido el ganador del torneo de los tres magos. Cedric cerró los ojos, estaba cansado, y estaba en casa, a salvo, cuando los abriese de nuevo vería el techo de la enfermería, solo necesitaba descansar un poco.
Poco después el último campeon del torneo respiró por última vez, el veneno había estado demasiado tiempo sin tratar, el antídoto no había surtido efecto, el daño demasiado grande.
Con ello los cuatro magos seleccionados había muerto. El cáliz de fuego había satisfecho su sed de sangre y muerte por el momento, sus siniestras llamas se extinguieron, esperando hasta que volviesen a ser encendidas para el próximo torneo
