Detroit, Michigan 16:15 P.M. Miércoles 16 de Julio de 1997
Con la intensidad del momento reflejada en mis ojos, la tome suavemente de la mano bajo la cascada y dije con voz apasionada:
-Jill, quiero hacerte el amor. Necesito sentirte cerca, estar dentro de ti, conectarme contigo en cuerpo y alma. Quiero hacerte mía ahora mismo. Mis palabras resonaron en el aire, cargadas de deseo y pasión.
El corazón de Jill latía con fuerza, y en ese instante, sentí una descarga eléctrica recorrer todo mi cuerpo cuando con una mirada llena de deseo, me respondió:
-Chris, deseo lo mismo. Quiero perderme contigo en este momento, explorar cada rincón de tu cuerpo. Hagámoslo, conectémonos de una manera que solo tú y yo entendemos.
Jill y yo, con la pasión en nuestros ojos, nos dirigimos hacia la orilla, dejando que la cascada y el río fueran testigos de nuestro amor ardiente. La suave brisa acariciaba nuestra piel mientras encontrábamos un lugar cómodo para dar rienda suelta a nuestra pasión.
Con una mezcla de deseo y ternura, comencé a recolectar hojas y ramas cercanas. Con la intención de crear un espacio íntimo y cómodo, formando una cama improvisada bajo la extensa y hermosa vegetación.
-Jill, quiero que sea especial para ti, dije, mirándola con ternura mientras completaba la cama improvisada.
Se acercó a mí y, con una sonrisa juguetona, me dijo: -Chris, cualquier momento contigo es especial para mí. Este momento será inolvidable.
Juntos, nos tumbamos en la cama de hojas, sintiendo la naturaleza como nuestro testigo y el río susurrando melodías suaves a nuestro alrededor. Con un gesto caballeroso, extendí mi chaleco sobre las hojas, añadiendo un toque extra de comodidad.
El sol iluminaba la escena, mientras nos sumergíamos en la intimidad de nuestros deseos. Jill, con manos cálidas, acarició mi rostro, y nuestras miradas se encontraron.
-Chris, eres mi deseo hecho realidad, susurró, y su aliento cálido se mezcló con el aire fresco del río.
Mis dedos recorrieron suavemente su mandíbula. Para descender lentamente y despojarla de la poca ropa que le quedaba.
Quedando completamente desnuda frente a mis ojos, sin apartar la mirada me deshago de los bóxers para estar en igualdad de condiciones que ella.
Recorrí su piel lentamente, admirando su belleza, apreciando su suave piel y llenándome de su olor. Cada caricia, cada beso, era un eco de nuestro amor, resonando en cada parte de mi ser.
Después de varios besos y caricias no puedo controlarme, no quiero controlarme. Quiero estar dentro de ella pero no sé si ella quiere esperar un poco más. Mi control tiembla y se agrieta con cada beso, cada roce de mi lengua con la de ella, con la suavidad de su piel contra mis manos.
Me acomodo sobre ella besándola desesperadamente. Intento calmarme y ser gentil, sentir cada parte de ella, pero la espera me pasa factura y, aunque quiero devorarla, penetrarla, oírla gemir mi nombre al oído, me tomo mi tiempo acariciándola, besándola y, cuando su respiración se convierte en jadeos, sé que está tan excitada como yo.
Mis manos se inquietan y viajan recorriendo todo su cuerpo, mis labios nunca dejando los suyos. Mis dedos sobre su entrepierna, ella gime y yo le muerdo el labio inferior.
Ella no dice nada, solo se estremece cuando uno de mis dedos la penetra, se siente tan caliente y húmedo dentro de ella que noto que mi pene va a explotar de lo duro que está.
Hundo mi dedo aún más profundo dentro de ella y la escucho jadear, aferrándose a mis hombros. Mis labios abandonan los suyos para lamer y mordisquear la piel de su cuello. Sé que es su punto débil, ella deja caer su cabeza hacia atrás, sus caderas se mueven al ritmo de mis dedos, volviéndome loco. Uso mi mano libre para acariciar sus pechos.
No más, no puedo esperar más. Sin poder evitarlo, me separo de ella, sacando mi mano de su entrepierna para colocar mi miembro en su entrada.
Mi erección roza su mojada entrepierna y descanso mi frente sobre la de ella.
La sujeto de las mejillas, para poder mirarla a los ojos y muevo mis caderas hacia adelante, penetrándola por completo con una sola estocada.
Ambos gemimos ante la sensación. Dios, siempre me sorprende lo delicioso que se siente dentro de ella, mojado, apretado, caliente, suave...
No puedo dejar de mirarla se ve tan hermosa y vulnerable así, sus mejillas rojas, sus labios hinchados, sus ojos brillando de deseo.
Ella pasa sus manos alrededor de mi cuello y comienzo a moverme. Vuelvo a besarla, ahogando sus gemidos con mi boca.
Siento el roce de piel con piel, la suya es suave, mojada y caliente... Más, necesito más. Acelero mis movimientos, presionándola aún más, entrando y saliendo de su humedad, por un segundo, pienso en detenerme, no quiero hacerle daño, pero, por la manera en la que me pide más, sé que le gusta tanto como a mí.
Si esto sigue así, voy a terminar más rápido de lo que quiero. No quiero que ella piense que soy precoz, un principiante veloz o aun peor dejarla insatisfecha. Cargándola, me muevo hacia atrás hasta sentarme, ella queda sentada sobre mí, con el poder de volverme más loco de lo que ya me tiene.
Jill no duda en moverse encima de mí, en círculos, hacia adelante y hacia atrás y me doy cuenta de que esta no fue una buena idea para no terminar rápido.
Se ve tan sensual, la luz del sol le da un toque brillante a su ligeramente sudada piel. Se ve como una diosa, ella me ha enseñado que el sexo es algo diferente a lo que creía, jamás pensé que el sexo podría sentirse tan bien. No es solo el aspecto físico del mismo, es la conexión, esas emociones que se transmiten en cada toque, cada mirada, cada beso.
Ella me tiene en la palma de sus manos. Jill tiene el poder de destruirme, y aunque el miedo de ser destruido por ella acecha, la verdad es que no me importa, ser destruido por ella sería un verdadero privilegio.
Aprieto su cintura, guiando sus movimientos.
-¿Te gusta estar sobre mí?
-Sí, me gusta mucho. Respondió ella agitada.
-Quiero que te vengas sobre mí, así como estás. La siento apretarse contra mi miembro, sé que ya le falta poco.
Me muevo con ella, penetrándola profundamente. Sus gemidos se descontrolan y sé que a mí también me falta poco.
Jill se sigue moviendo sobre mí, al borde del orgasmo, arrastrándome con ella. Ella me besa y el roce de nuestros cuerpos conectados se intensifica.
Ella gime contra mi boca, su cuerpo estremeciéndose contra mí, su humedad apretando mi erección, su orgasmo impulsa el mío y aprieto sus caderas mientras me vengo.
Jill me abraza y yo entierro mi cara en su cuello. Puedo sentir los latidos acelerados de nuestros corazones, y no quiero moverme. En este momento, esto se siente perfecto.
Mientras yacía en la cama improvisada de hojas, envuelto en la suavidad del ambiente, mis pensamientos daban vueltas en torno a la experiencia que compartí con Jill. Susurros suaves del río y el suspiro del viento rodeaban nuestro rincón secreto, pero en mi mente, solo resonaba el eco de nuestra pasión.
Hacer el amor con ella era diferente a cualquier experiencia previa. Antes de ella, siempre quería alejarme de la chica con la que acabara de tener sexo, y cuando ya estaba satisfecho, solo quería alejarme de ellas.
Pero con Jill es distinto con ella siempre he sentido esa necesidad de quedarme a su lado, con ella pegada junto a mí. Esa sensación de pertenencia, se había arraigado profundamente en mi ser. Inhalo su esencia, y sonrío contra su piel, mientras abrazaba a Jill con ternura.
Envueltos en la tranquilidad después de habernos entregado con pasión, Jill y yo nos acomodamos en la cama improvisada. La suave brisa acariciaba nuestros cuerpos, y la serenidad del momento nos envolvía.
Jill, con un gesto de ternura, me rodeó con sus brazos, abrazándome con suavidad mientras mis pensamientos se desvanecían en la paz del lugar. Para cubrir nuestra parcialmente nuestra desnudez utilizamos los uniformes de S.T.A.R.S. No nos cubrían demasiado pero si lo necesario. La presencia de Jill creaba una sensación de seguridad que me permitía entregarme al sueño con confianza.
Horas después, desperté con la luz tenue del atardecer filtrándose a través de las hojas. Sin embargo, lo que me devolvió por completo a la conciencia fue el suave toque de los labios de Jill en los míos. El beso, delicado y lleno de amor, fue como un suave recordatorio del amor que compartíamos.
Mis ojos se abrieron lentamente, encontrándose con la mirada amorosa de Jill.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro, y le pregunté:
- ¿Cuánto tiempo dormimos?
Ella con ternura, respondió: -Un par de horas.
Agradecido por el breve descanso reparador, mi curiosidad me llevó a preguntar: - ¿Descansaste bien, Jill?
Ella asintió con una sonrisa radiante y respondió: -Sí, Chris. Fue un descanso necesario. Estaba agotada después de lo ocurrido entre nosotros, nuestra pasión fue intensa, pero maravillosa.
Mis ojos se encontraron con los de Jill, y una sonrisa se dibujó en mi rostro al escuchar sus palabras.
- ¿Cuánto tiempo has estado despierta? Pregunté, con un tono juguetón.
-Me dormí un rato mientras tú estabas profundamente dormido. Pero acabo de despertar hace poco. Con una expresión tierna, comenzó a acariciar suavemente mi rostro con sus dedos explorando con ternura cada detalle. Las hojas crujían ligeramente bajo nuestro contacto.
- Chris, ¿por qué no me contaste sobre el aniversario de la muerte de tus padres?
No puedo evitar mi sorpresa por su revelación. - ¿Cómo... cómo supiste de eso, Jill? Pregunté, tratando de entender cómo había llegado a conocer ese detalle tan íntimo de mi vida.
-Fue Claire quien me lo dijo, Chris. Estaba preocupada por ti, y ella compartió sobre el aniversario de la muerte de tus padres.
-¿Claire te lo confesó? Pregunté, aún procesando la idea de que mi hermana hubiera compartido ese detalle con Jill.
-Sí, Chris. Claire llamó y, en medio de la conversación, me compartió sobre la fecha y lo significativo que es para ti.
Jill, con una mirada preocupada, acarició suavemente mi mejilla y preguntó:
-Chris, ¿cómo te sientes respecto a todo esto? No quiero que guardes tus emociones, necesito saber cómo estás.
Tomé una respiración profunda, sintiendo la necesidad de ser honesto. -Jill, lo siento por no haberte dicho nada antes. Es solo que... la muerte de mis padres es un tema difícil para mí. Me duele recordarlo, pero estoy agradecido de tenerte a mi lado ahora.
-Chris, entiendo que sea doloroso. No necesitas disculparte. Estoy aquí para apoyarte en todo momento. Quiero que compartamos nuestras cargas y enfrentemos juntos lo que sea necesario.
Mis ojos se encontraron con los suyos, agradecido por su comprensión. -Gracias, Jill. Aprecio tu paciencia y apoyo. A veces, es solo que hablar de esos momentos es difícil.
Jill sonrió con ternura y dijo: -Estamos juntos en esto Chris, entiendo que quieras proteger a Claire, pero también mereces liberar tu dolor. No tienes que cargarlo solo.
Mi mirada se desvía por un momento hacia la cascada, sus palabras resonando en la serenidad del entorno.
En lo más profundo de mí ser, oculto el dolor que dejó la trágica partida de mis padres en aquel fatídico accidente. Cada aniversario de su muerte es como una sombra que se adhiere mi corazón, recordándome la pérdida que aún siento. Sin embargo, mi máscara de fortaleza la llevo no solo para mí, sino también para Claire, mí querida hermana.
Prefiero esconder mis emociones, guardando el sufrimiento tras una mirada decidida y palabras que transmiten seguridad. Claire ha sufrido tanto, y no quiero que mi dolor agregue más peso a sus hombros. Quiero ser el hermano fuerte en el que pueda apoyarse.
Aunque por dentro, el peso del duelo es espantoso. Cada aniversario mi mente me juega una mala pasada e imagino las imágenes del accidente, el sonido del impacto, mis padres muertos y me invade el vacío que dejaron. Siento la necesidad de ser fuerte por Claire, pero la verdad es que también necesito un hombro en el que apoyarme.
Jill, con su comprensión y ternura, me invita a compartir mi carga. Ella ve a través de mi fachada y me anima a ser más humano, a no temer mostrar la vulnerabilidad que he mantenido en silencio. Pero la preocupación por Claire sigue siendo mi guía, y la idea de herirla con mi propio sufrimiento me detiene.
-Aprecio tu comprensión. Es solo que... siento que debo ser el fuerte, el que sostiene a todos a mí alrededor. Pero sé que no siempre es sano.
-Chris, ser fuerte no significa ocultar tus emociones. La verdadera fortaleza radica en ser auténtico, permitirte sentir y compartir ese peso con quienes te aman.
Mi mirada se encuentra con la suya. -Jill, tienes razón. Tal vez es hora de dejar que mi máscara de fortaleza se deslice un poco.
Ella sonríe con cariño, animándome a abrir mi corazón. -Estoy aquí para ti, Chris. Puedes ser vulnerable conmigo. Juntos enfrentaremos lo que sea necesario.
Con la confianza que Jill ha inspirado, decido compartir el dolor más profundo que he ocultado durante tanto tiempo.
-Jill, he estado escondiendo mucho dolor por la muerte de mis padres. No solo el aniversario me atormenta, sino los recuerdos de aquel día. Estaba en casa, no pude hacer nada para salvarlos. Cada imagen del accidente se reproduce en mi mente como una película sin fin, y siento que el fracaso me persigue.
Las lágrimas amenazan con emerger, pero las contengo mientras continúo mi confesión. -Me culpo a mí mismo. Debería haber estado allí, debería haberlos protegido. A veces, me pregunto si merezco ser feliz cuando no pude evitar su tragedia.
-Chris. No eres responsable de lo que sucedió. Culparte a ti mismo solo prolongará el dolor. Estoy aquí para ayudarte a enfrentar esos demonios internos. Tu felicidad no es un privilegio ganado, es un derecho que mereces.
Las lágrimas finalmente se liberan, y dejo que fluyan, liberando años de angustia acumulada. Jill me abraza con fuerza, ofreciéndome consuelo en mi vulnerabilidad.
-Chris, no estás solo. Estamos en esto juntos. Puedes soltar todo ese dolor. No tienes que ser el fuerte todo el tiempo.
Sus palabras encuentran un eco en mi corazón, y poco a poco, permito que la vulnerabilidad se convierta en una fuerza, compartiendo el peso de mi sufrimiento con la persona que ha llegado a significar tanto para mí.
-Gracias, Jill. Por ser mí apoyo, mi refugio. Nunca antes me había sentido tan libre y aceptado. No sé qué haría sin ti.
-Chris, estamos en esto juntos. Siempre. Tu dolor es mío, y tu felicidad también. No tienes que enfrentar esto solo, ni volver a sentir que estas solo porque te aseguro que conmigo jamás volverás a estar solo.
Mientras las lágrimas siguen fluyendo, siento que Jill no solo ha visto mi desnudez física, sino también mi desnudez emocional. Es como si hubiera expuesto cada capa de mi ser frente a ella, y en lugar de juzgarme, me sostiene con amor. Me aferro a ella y mi mente se llena de gratitud por tener a alguien tan increíble en mi vida.
