Detroit, Michigan 18:20 P.M. Miércoles 16 de Julio de 1997
Mientras me recupero de la vulnerabilidad compartida, Jill suavemente me acaricia el rostro, limpiando las lágrimas que han marcado mi piel. Sus ojos reflejan un amor profundo y sincero.
Levantando la mirada hacia ella, siento una mezcla de alivio y gratitud. La vulnerabilidad, aunque aterradora al principio, ha creado un puente entre nosotros que fortalece nuestra relación.
-Chris, estoy segura de que tus padres estarían orgullosos de la persona que eres hoy. La fuerza, el coraje y la compasión que llevas contigo son cualidades que cualquier padre desearía ver en su hijo. Así como estoy orgullosa de ti, estoy segura de que ellos también lo estarían.
Sus palabras resuenan en mi corazón, y por un momento, siento la presencia reconfortante de mis padres, como si estuvieran observándonos desde algún lugar lejano. La idea de que podrían estar orgullosos de mí, a pesar de mis luchas y dolor, trae un sentimiento de paz.
Agradecido por las palabras de Jill, le doy las gracias con una sonrisa sincera y le digo: -Gracias. Significa mucho para mí escuchar eso. Tener tu apoyo me da la fuerza para seguir adelante.
Jill asiente y responde: -Chris tu pasado es parte de lo que eres, pero no define tu futuro.
-Sabes este es el día más feliz de mi vida. No solo por la liberación de mis propias cargas, sino porque tú estás aquí, iluminando mi camino con tu amor y comprensión. Gracias por ser mi luz en la oscuridad.
-Chris, el privilegio es mío de estar a tu lado. Juntos, superaremos cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino. Nuestro amor es más fuerte que cualquier sombra del pasado, y estoy emocionada por el futuro que construiremos juntos.
Nuestros labios se encuentran en un beso tierno, un suave roce que refleja la ternura de este momento especial. Pero la pasión crece gradualmente, como una llama que avanza, y el beso se vuelve más intenso, más apasionado.
La dulzura inicial se transforma en un fuego ardiente de deseo compartido. Mis manos encuentran el contorno de su rostro, mientras el beso se vuelve un intercambio apasionado de emociones y anhelos profundos.
La fuerza de la pasión nos envuelve, y la falta de ropa no ayuda para contenernos. Puedo sentir lo duro que estoy y sé cuál es la única manera en que puedo tener un alivio, por suerte ese alivio está junto a mí. Quito la ropa de S.T.A.R.S que cubrió nuestros cuerpos para quedar nuevamente desnudos, me coloco a espaldas de ella, estamos tumbados allí, con nuestras respiraciones entrelazadas revelan la intensidad de lo compartido.
Jill soltó un gemido cuando apreté mi erección contra ella mientras yo acariciaba sus muslos y glúteos para acabar en su entrepierna. Esta muy mojada, lista para que la penetre y aunque es lo que más deseo, sé que aun no es el momento así que tengo que controlar mis impulsos.
Desciendo lentamente sobre su cuerpo dejando varios besos y caricias sobre su espalda hasta llegar a su entrepierna.
Ella suelta varios gemidos cuando mi boca hace contacto con su intimidad, yo hago mi labor con pasión, sin detenerme, disfrutando cada instante, mientras que sus gemidos se pierden en el eco del lugar no importa porque estamos en medio de la nada y nadie podrá escucharnos.
Aunque si ayudan a excitarme más de lo que ya estoy como si eso fuera posible. Puedo sentirla temblar, por lo que su orgasmo se acerca, así que me detengo.
La agarro de la cintura y la penetró mientras un grito ahogado se escapa de mis labios se siente tan bien estar dentro de ella.
Mis moviendo son rápidos y fuertes aunque siempre mantengo el cuidado de no lastimarla, esto me encanta no creo demorar mucho en alcanzar mi orgasmo y me aterra acabar antes que ella.
Aunque recién me acabo de recuperar de nuestro encuentro anterior, ella de verdad me excita de una manera que jamás había experimentado en mi vida, para mí es un reto tenerla así, estar dentro de ella, sentir su intimidad llenando de calidez mi miembro y no eyacular de inmediato.
No quiero dejarla insatisfecha así que contengo mi orgasmo disminuyendo la velocidad de las embestidas.
Pero ella al notarlo se separa brevemente de mí para luego tumbarme al suelo y colocar una pierna a cada lado de mi pelvis.
Mis manos subieron por su cintura hasta apretar sus pechos, lo que provoco que ella mordiera sus labios. Tomo mi miembro duro y lentamente lo metió en su intimidad lo que me provocó varios gemidos.
Ella movió sus caderas de arriba hacia abajo al principio lentamente lo que me permitió sentirla por completo, pero luego aumentó la velocidad lo que resultó en mi perdición ya que puedo sentirla perfectamente lo mojada esta sin duda le encanta hacerme perder el control.
Nuestros gemidos se hacen más ruidosos cuando Jill alcanza su orgasmo y el mío hace acto de presencia, liberándome dentro de ella mientras ella se dejaba caer sobre mi pecho.
-Eres mía Jill y yo soy tuyo, sin importar lo ocurra eso no cambiará. Susurre mientras besaba y acariciaba su cuello.
Jill se estremece ligeramente bajo mis caricias. En un susurro suave, responde: -Chris, siempre seré tuya, en cada momento que compartamos y en cada desafío que enfrentemos, siempre serás el dueño de mi amor y pasión.
Mis labios encuentran los suyos en un beso cargado de amor. Entre susurros, respondo: -Siempre seré el guardián de tu amor y el encargado de encender la llama de nuestra pasión. No hay palabras suficientes para describir lo que siento en este momento.
Jill sonríe con una expresión que refleja la complicidad de nuestras almas, y sus ojos hablan más allá de las palabras. Luego de unos minutos y con una sonrisa juguetona, me dice suavemente: -Chris, deberíamos regresar al hotel. Ya se nos hizo de noche y Wesker nos cito para volver a Raccoon City.
Sin embargo, la emoción del momento me embriaga, y le respondo con una mirada traviesa: -Jill, solo un poco más. Este momento es único, y quiero disfrutarlo contigo aquí, bajo el cielo estrellado de Detroit.
Jill, aunque comprende la magia del momento, insiste dulcemente: -Chris, sé que este momento es especial, pero debemos regresar. La realidad nos espera y no podemos quedarnos aquí para siempre.
Mis ojos reflejan una mezcla de complicidad y deseo de prolongar la magia, pero finalmente, acepto con una risa suave: -Tienes razón, Jill. Pero antes de regresar ¿qué te parece si vamos a nadar en el río? Será una forma refrescante de limpiarnos después de lo que acabamos de compartir.
Ella asiente con entusiasmo. Juntos, nos ponemos de pie, permitiendo que la luna nos ilumine mientras nos dirigimos hacia las aguas del río que reflejan su luz plateada.
Jill, con un gesto apenado, intenta cubrir su desnudez antes de entrar al agua. Sonrío con ternura y, con una voz suave, le digo:
-No te preocupes por eso. Es de noche, no se ve nada además estamos en medio de la nada, no tienes que cubrirte solo déjate llevar por el momento, sin preocupaciones ni barreras.
Ella se sonroja ligeramente, pero antes que responda la tomo de la mano y juntos nos sumergimos nuevamente en el río, permitiendo que la frescura y la libertad nos envuelvan.
Bajo el cielo estrellado, Jill y yo nos entregamos a la corriente del río, desnudos y libres. El agua acaricia nuestra piel, y la sensación de libertad se mezcla con la frescura nocturna.
Jill, con una risa juguetona, confiesa en un susurro: -Chris, esta es la primera vez que nado desnuda. Es liberador y emocionante al mismo tiempo.
Le respondo con una sonrisa: también es la primera vez que nado desnudo, y me alegra que sea contigo.
-Cada instante contigo se siente como una nueva aventura, responde Jill con una mirada chispeante. -Esta noche será difícil de olvidar.
Sonrío ante las palabras de Jill, para luego tomarla entre mis brazos y besarla dulcemente.
Entre risas y chapoteos, Jill, con la curiosidad brillando en sus ojos, me pregunta: -Chris, ¿cómo descubriste este lugar mágico?
-Lo descubrí durante una misión cuando aún estaba en las fuerzas aéreas. Necesitábamos encontrar una ubicación estratégica, y por casualidad llegue aquí, quedé asombrado por la belleza del lugar. Decidí guardarlo secreto, para disfrutarlo algún día en circunstancias más relajadas.
Ella sonríe, asombrada por la historia, mientras dejamos que la corriente nos lleve. Mirando a Jill con una expresión suave, le confieso: -Hasta ahora, eres la única persona aparte de mí que conoce este lugar. Pero más que eso, Jill, ahora este rincón mágico nos pertenece a ambos.
Jill, con una mirada tierna, responde: -Chris, saber que este lugar se convierte en algo único para los dos hace que cada rincón cobre aún más significado. Este día será un recuerdo que atesoraré siempre, y estoy emocionada por todo lo que compartimos en este lugar especial que ahora nos pertenece a ambos.
Ella se acerca y me besa suavemente bajo la luz de la luna. El beso es una expresión silenciosa de todo lo compartido este día mágico. Nos separamos con sonrisas, conscientes de que llevamos la esencia de este momento en nuestros corazones.
Lentamente, salimos del río, con el agua goteando de nuestros cuerpos. Nos secamos y, entre risas y susurros, nos ayudamos mutuamente a cambiarnos en la orilla.
Con la luna como testigo, caminamos juntos, envueltos en la brisa nocturna de vuelta a nuestro destino.
Al regresar al hotel, Jill y yo nos encontramos con Brad en el vestíbulo, quien nos mira con sorpresa y una pizca de curiosidad. ¿Dónde han estado?, pregunta, notando nuestro aspecto ligeramente despeinado y los destellos de complicidad en nuestros ojos.
Nerviosamente, intercambiamos miradas, y rápidamente intentamos encontrar una explicación razonable. -Oh, solo dimos un paseo por la ciudad, respondo con una sonrisa forzada, mientras Jill asiente en acuerdo.
Brad nos observa con una ceja alzada, como si detectara algo más, pero decide no profundizar. -Bueno, espero que hayan disfrutado su paseo es hora de regresar.
Jill y yo asentimos, listos para seguir adelante, cuando mi curiosidad sobre Wesker me lleva a preguntar: ¿Y Wesker? ¿Dónde está?
Brad arquea una ceja, pareciendo pensativo por un momento. -Ah, Wesker se fue hace horas. Tuvo que regresar a Raccoon City por un compromiso. Parecía tener prisa, explica con naturalidad.
Jill y yo intercambiamos miradas, ocultando cualquier rastro de sorpresa. -Bueno, gracias por la información, comento, aunque una sombra de intriga se refleja en mis ojos.
A bordo del helicóptero de S.T.A.R.S., el motor ruge mientras nos alejamos del lugar de nuestra escapada. Brad pilotea, y la ciudad de Detroit se convierte en luces que se desvanecen en la distancia.
Jill, visiblemente cansada después de nuestro día lleno de emociones, se recuesta en mi hombro. Su respiración se vuelve tranquila y constante mientras el helicóptero surca el cielo estrellado. La suavidad de su presencia es reconfortante, y mi brazo la rodea con ternura.
Brad, concentrado en el vuelo, sonríe al notar la escena y comenta en tono tranquilo: -Parece que está muy cansada porque disfrutó demasiado del día.
Con una sonrisa cansada, le respondo a Brad: Definitivamente, ha sido un día agotador para ambos. Pero valió la pena cada momento.
Brad, con un toque de ironía, comenta: -Oh, sí, puedo imaginármelo. No todos tienen la suerte de disfrutar de días tan emocionantes. Por cierto, Chris, cuando lleguemos a Raccoon City, Wesker estará esperándote en la oficina de los S.T.A.R.S. Parece tener algo importante que discutir contigo.
Asiento con seriedad, agradeciendo a Brad por la información. Mientras nos mantenemos en silencio el resto del viaje.
Brad, con habilidad, desciende el helicóptero y lo estaciona con precisión. Una vez en tierra firme, Jill y yo intercambiamos miradas, conscientes de que la rutina y las responsabilidades nos esperan.
-Gracias por traernos, Brad, digo, extendiendo mi mano en agradecimiento. Brad asiente. -No hay problema, Chris. Siempre es interesante cuando te unes a la fiesta.
Jill, con una sonrisa, comenta: -La misión resultó ser un éxito. Gracias a ambos. Brad responde con un asentimiento y nos deja a solas mientras la acompaño al estacionamiento.
Mirando a Jill, susurro: -Creo que es hora de regresar a la realidad, ¿verdad? Ella asiente, con la complicidad aún vibrando entre nosotros, Jill y yo nos abrazamos con suavidad en el estacionamiento. Aunque nuestra conexión era evidente, la presencia de los policías en el entorno nos recuerda la necesidad de ser cautelosos.
-No podemos besarnos aquí con tantos ojos vigilando, murmuro en su oído en un tono juguetón.
Jill sonríe, asintiendo: -Hasta mañana Chris, dice ella mientras me da un pequeño abrazo antes de deslizarse hacia su auto.
-Hasta mañana mi amor, susurre mientras la observaba alejarse.
Al regresar a la estación de policía aún distraído por mis pensamientos, choque accidentalmente con un joven misterioso, haciendo que el suéter con gorro del muchacho se desplace revelando su rostro.
Lo miro con sorpresa, hay algo en su expresión que despierta mi atención, pero antes de que pueda decir algo, el muchacho se disculpa apresuradamente y se aleja rápidamente, mezclándose nuevamente con la multitud.
Una sensación de intriga se apodera de mí mientras me pregunto quién podría ser ese joven y por qué su rostro me resulta tan familiar.
