Departamento de Jill Raccoon City 23:40 P.M. Martes 16 de Julio de 1997

Las luces tenues de la ciudad me acompañan mientras llego a mi edificio. Aunque la brisa nocturna es fresca, aún puedo sentir el calor que Chris y yo compartimos durante el momento especial que vivimos juntos.

Al llegar al vestíbulo, mis pasos resuenan en el silencio del lugar. La recepción está vacía, pero no puedo evitar sonreír al recordar la pasión a la que Chris y yo nos entregamos. Al dirigirme hacia el ascensor, mis pensamientos están llenos de Chris de sus besos, sus caricias, su cuerpo, la forma en que se entrega a mí, en cómo me hace suya y me demuestra que es mío.

Al presionar el botón del ascensor, las puertas se abren lentamente. Mis emociones están a flor de piel, pero un gesto amable se dibuja en mi rostro. Justo cuando estoy a punto de entrar, me encuentro con el guardián del edificio, un hombre mayor con una sonrisa cálida.

- Buena noche, señorita Valentine, ¿cómo ha sido su día? - me saluda con cortesía.

- Ha sido un día memorable, gracias - respondo con una sonrisa, consciente de la complicidad que brilla en mis ojos.

El guardián, con una mirada comprensiva, asiente. - A veces, los mejores días surgen de la nada. Que tenga una agradable noche, señorita Valentine.

- Igualmente - le agradezco antes de adentrarme en el ascensor. Mientras las puertas se cierran.

Al llegar a mi piso, lo primero que hago es darme un baño, aunque ya lo había hecho junto a Chris en ese mágico lugar pero me ayuda a dormir.

La luz tenue del baño crea una atmósfera relajante mientras el agua cae suavemente. Me sumerjo en la tina, dejando que el calor abrace mi cuerpo cansado pero lleno de gratitud. Cierro los ojos y me dejo llevar por el susurro del agua que acaricia mi piel.

Mis pensamientos se sumergen en los recuerdos de Chris y yo, en la forma en que sus manos suavemente acariciaron mi cuerpo. La sensación de su ternura y la profundidad de su amor se fusionan con el agua que me rodea.

Él por fin abrió sus emociones, expreso todo el dolor que tenía dentro, me dejo ver su lado vulnerable y luego me demostró lo mucho que me amaba.

Mis manos exploran mi propio cuerpo, recreando mentalmente el tacto de Chris. Imaginándome su rostro viéndome con ese deseo profundo.

Bajo el agua caliente, dejo que mi mente se deslice por cada instante compartido, desde las palabras reconfortantes hasta la pasión desbordante. Cada recuerdo es como una caricia en mi piel, y mientras el agua acaricia mi cuerpo, mis pensamientos se unen con la dulzura del amor compartido.

Termino mi baño con una sonrisa en los labios, agradecida por la magia de este día único. Envuelta en una toalla, me dejo llevar por la serenidad de mi departamento.

Mientras me seco el cabello, las palabras de Chris resuenan en mi mente como un suave eco reconfortante. "Jill, quiero que sepas que soy tuyo. En cuerpo y alma, jamás seré de nadie más. Tú me perteneces a mí, y yo te pertenezco a ti". La profundidad de esas palabras me hace estremecer, y siento cómo mi corazón late al ritmo de la seguridad y el amor que él expresó.

Me miro en el espejo, y una sonrisa se dibuja en mis labios. Chris es mío, solamente mío en un sentido profundo y significativo. Nuestra promesa une nuestras almas, y nos da la certeza de que él me pertenece, y yo a él.

Mientras me preparo para descansar, mi corazón late con la seguridad de que tengo a alguien que me pertenece de una manera única. Chris es mi amor, y la idea de que él es mío llena mi interior con una calidez reconfortante.

Me deslizo bajo las sábanas, sintiendo la suavidad de la cama acogerme como un abrazo. Cierro los ojos, llevando conmigo las palabras de Chris y el recuerdo de cada gesto compartido.

Cuando estoy a punto de dormirme suena mi teléfono, al principio no atiendo pero ante la insistencia decido tomar llamada.

Al contestar, escucho la voz del guardia del edificio con un tono de urgencia. -Señorita Valentine, hay un joven en la recepción que insiste en hablar con usted de inmediato. Dice que es urgente.

Una mezcla de curiosidad y cautela se apodera de mí mientras me incorporo en la cama. Pregunto con precaución: -¿Alguna indicación de quién es o de qué se trata?

- No dio muchos detalles, solo mencionó que necesita hablar con usted de forma urgente y que usted lo reconocería con solo verlo. Parece estar bastante ansioso.

Agradeciendo la información, me deslizo fuera de la cama, envuelvo la bata a mí alrededor y me dirijo hacia la recepción para saber de qué se trata esta extraña visita.

En la recepción, el guardia me saluda con una mirada que denota cierta incertidumbre y me informa: -Señorita Valentine, él la espera afuera. Dice que es urgente. Mi mente da vueltas tratando de comprender quién podría ser y por qué está aquí a estas horas.

Me vuelvo hacia el guardia y le pregunto en voz baja: -¿Por qué está afuera? El guardia, manteniendo su expresión seria, responde con tranquilidad: -Dijo que quería esperarla afuera. No se preocupe, señorita Valentine, afirmó que usted lo conoce muy bien.

Mis cejas se fruncen ligeramente ante la respuesta del guardia. Trato de recordar cualquier conexión con un joven que pudiera tener motivos para buscarme de forma tan urgente. Además, la confianza que el guardia transmite no resuelve completamente mis dudas, pero decido seguir su indicación.

Salgo del edificio en busca del joven, pero al principio, no encuentro a nadie en la oscura noche. La brisa fresca juega con mi cabello mientras mi mirada investiga los alrededores.

De repente, de entre las sombras, emerge un muchacho con suéter y gorro, su rostro parcialmente oculto. Nuestros ojos se encuentran, y una chispa de reconocimiento ilumina sus ojos. Mi corazón late con fuerza, tratando de descifrar quién es este misterioso joven y qué conexión tiene conmigo. Con precaución, me acerco y le pregunto con cautela: ¿Quién eres y por qué necesitas hablar conmigo de forma tan urgente?

El muchacho, con una mezcla de nerviosismo y emoción, se quita el gorro, revelando su rostro a la tenue luz de la noche. Mis ojos se abren con sorpresa al reconocer a Julián, mi hermano mayor, quien ha estado fuera de contacto por mucho tiempo.

-Jill, soy Julián, tu hermano. He vuelto, y necesitaba verte urgentemente.

Mi corazón se agita ante sus palabras, y una mezcla de incredulidad y alegría se apodera de mí. Mis labios apenas pueden articular una respuesta: - Julián... ¿realmente eres tú? ¿Después de todos estos años?

- Sí, Jill, soy yo. He estado lejos, enfrentando mis propios demonios, pero ahora estoy aquí. No esperaba que fuera tan difícil dar con tu paradero. Murmura Julián, su tono es indiferente.

Mi entusiasmo inicial se desvanece, y la confusión se apodera de mí. - Julián, ¿por qué te comportas así? ¿Qué sucede?

Él se cruza de brazos, su mirada penetrante sin mostrar ninguna emoción genuina. - No estoy aquí por un reencuentro emocional, Jill. Hay asuntos que debo discutir contigo, pero no esperes que esto sea una muestra de afecto fraternal.

La frialdad de sus palabras hiela mi corazón, y siento un nudo en el estómago. - ¿Qué quieres decir, Julián? ¿Por qué regresas solo para tratarme así?

Julián suspira con desdén antes de responder. - Hay algo que necesito de ti, Jill. Algo que solo tú puedes proporcionarme. No estoy aquí por un lazo familiar, sino por un interés específico.

- ¿Interés? ¿Qué estás buscando? Pregunto en tono serio.

- Jill, necesito tu ayuda, pero también necesito dinero. No puedo hacer esto solo.

- ¿Dinero? Después de años de no saber nada de ti, ¿apareces de la nada solo para pedir dinero?

Él desvía la mirada, un gesto que expresa cierta vergüenza algo que es raro en él. -Es complicado, Jill. Hay deudas, problemas que necesito resolver. Y tú eres la única persona que puede ayudarme.

No puedo contener mi enojo ante sus palabras - ¡No puedo creerlo, Julián! Después de todo este tiempo, sigues siendo el mismo, siempre buscando el camino fácil y escapando de los problemas hasta que te vez encerrado y sin salida.

Julián trata de explicarse, pero sus palabras suenan falsas. - Jill, entiende, esta es una situación difícil para mí. No tienes idea de lo que he pasado.

La ira se apodera de mí, y lo enfrento. - Tú no sabes lo que he pasado yo, Julián. No estuviste aquí cuando más te necesitaba. No puedes simplemente aparecer y esperar que todo esté bien, solo porque necesitas algo.

Julián, irritado por mi reacción, responde con un tono más agresivo: - ¿Acaso pretendes juzgarme, Jill? No tienes idea de lo que he vivido, y tus problemas no son los únicos que importan.

Mi paciencia se desvanece con su actitud: - No estoy dispuesta a darte dinero después de todo este tiempo de abandono. ¿Vuelves solo para aprovecharte de mí?

Julián, al darse cuenta de que su agresión no surte el efecto deseado, cambia de táctica: - Jill, vámonos a tu departamento. No quiero que todo el mundo conozca tus problemas familiares. Podemos hablar allí de forma más privada.

Aunque molesta, acepto porque lo que dice es cierto lo que menos quiero es tener problemas en el edificio o que todos sepan de nuestra mala relación: - Está bien, pero que quede claro, Julián, esto no significa que voy a darte lo que pides.

Entramos en el edificio en un silencio incómodo, Julián subió por la escalera de emergencia ya que no quiero provocar rumores o que se den malentendidos por entrar con un muchacho a mi departamento.

Bueno con otro muchacho porque todos en el edificio saben de mi relación con Chris, incluso él se la pasa más aquí que en su propio departamento, tiene su propio juego de llaves y el acceso permitido al edificio sin necesidad de identificación.

Mientras tanto, me encuentro en la recepción con el guardia, ajeno a la situación, se aproxima con una sonrisa amistosa. - Señorita Valentine, ¿cómo le fue con ese joven que la esperaba afuera?

Le devuelvo una mirada cansada y le respondo: - No era nadie importante. Solo un malentendido. Agradezco su preocupación, pero necesito descansar ahora.

El guardia asiente comprensivo, pero antes de retirarse, me advierte: - Si necesita algo, no dude en avisarnos. Estamos aquí para ayudar.

Aprovecho la oportunidad para asegurarme de que Julián no sea descubierto, así que le digo al guardia: - Gracias, pero por favor, no deseo ser molestada. Quiero pasar la noche en paz.

Él asiente y me retiro hacia mi piso donde estaba Julián escondido, sin decir nada me dirijo hacia la puerta de mi departamento, sintiendo la mirada de Julián quemándome la espalda.

Antes de entrar, me giro hacia él con firmeza: - Julián, hablemos de una vez, pero que quede claro que no estoy dispuesta a ceder a tus exigencias sin explicaciones claras.

Él asiente, su mirada aún esquiva. Abrimos la puerta y entramos. Al cerrarla, siento la tensión en el aire. Julián parece buscar las palabras adecuadas, pero su actitud distante me hace dudar de sus intenciones.

- Jill, este es un hermoso departamento. Nada que ver con lo que yo tengo que conformarme. - Comenta Julián, su tono irónico intentando desviar la atención de la verdadera razón de su visita.

La irritación crece en mí, y no puedo contener mi exasperación. - Julián, deja de rodear el tema. Si estás aquí, es por algo más que mi "hermoso departamento". ¿Por qué necesitas dinero?

Él suspira, como si resignarse a la verdad fuera una carga pesada. -Estoy metido en asuntos complicados, Jill. Deudas, personas con las que no debería haberme involucrado. Necesito dinero para salir de este lío.

-¿Deudas? ¿Involucrarte con gente problemática? Julián, siempre has tenido una forma de arrastrarte hacia el caos. Pero no pienso ser parte de tus problemas.

Él intenta explicarse, pero mis palabras resuenan. - Si pretendes que te ayude, necesitas decirme la verdad. ¿Por qué estás en esta situación? ¿Qué has estado haciendo todos estos años?

Julián vacila, como si debatiera internamente si confiar en mí. Finalmente, sus ojos encuentran los míos, y su voz suena más vulnerable. - Estuve involucrado en negocios ilegales, Jill. Una red de la que pensé que podría salir ileso, pero las cosas se complicaron. Necesito dinero para saldar mis deudas y alejarme de esos problemas.

Mientras la confesión de Julián aún flota en el aire, el sonido persistente del teléfono rompe el tenso silencio.

- Jill, ¿quién es? - pregunta Julián con un atisbo de ansiedad en su voz.

- Es de la recepción, pero no contestaré ahora. Necesitamos resolver esto primero.

Ignoro la insistencia del teléfono, centrando mi atención en Julián.- Después de ese horrible día, Jill, me vi obligado a huir. No podía enfrentar la realidad, así que me sumergí en una espiral descendente. Comencé con robos pequeños, buscando cualquier manera de escapar de mi propio pasado. - Explica Julián, sus ojos evitando los míos.

Al escuchar de ese día siento como la tristeza me invade. - Pero las cosas empeoraron. Me uní a negocios más grandes, caí en el tráfico de drogas. Me involucré con una mafia rusa, creyendo que era la salida fácil. Sus palabras pesan en el aire, y puedo ver en su mirada que se arrepiente de sus decisiones.

- Julián, ¿cómo pudiste llegar tan lejos? ¿Cómo te involucraste con algo tan peligroso Ambos juramos ser diferentes a nuestro padre. ¿Cómo permitiste que las cosas tomaran este rumbo?

Él baja la mirada. - Lo sé, Jill. Prometimos no seguir los pasos de nuestro padre, pero me dejé llevar por una serie de malas decisiones. Me dejé llevar por la desesperación y la búsqueda de una salida rápida. Pero ahora, esa mafia rusa está detrás de mí, exigiendo el pago de deudas que no puedo cubrir.

Julián se sume en un silencio reflexivo antes de seguir hablando, como si las sombras del pasado se manifestaran con cada palabra. - Desde ese día, mi vida quedó marcada. Las decisiones que tomé, los caminos que elegí, fueron una respuesta torcida a la experiencia tan horrible que vivimos.

- Mi vida también quedó marcada ese día, Julián, pero no usé eso como excusa para tomar el camino equivocado. Elegí luchar, ser fuerte, y buscar un propósito más allá de la oscuridad que vivimos.

Nuestros caminos se revelan claramente en la habitación, como dos destinos que tomaron trayectorias opuestas desde ese día fatal. Julián, enredado en una espiral descendente, y yo, encontrando fuerza en la adversidad para forjar un camino más luminoso.