Departamento de Policía de Raccoon City 8:01 A.M. Miércoles 17 de Julio de 1997

La imagen de ellos dos juntos, las evasivas y las palabras despectivas de ese idiota solo han alimentado la llama de los celos a tal punto de estar volviéndome loco.

Mis pensamientos se oscurecen mientras espero a Jill, deseando desesperadamente una explicación. ¿Cómo puede evitar hablar conmigo y, al mismo tiempo, tener tiempo para alguien más? La idea de que Jill podría estar siendo infiel me consume, y la sospecha se convierte en un veneno que corre por mis venas.

De repente, la puerta se abre con fuerza. Mi mirada se posa en la entrada, esperando ver a Jill, pero en su lugar, aparece Wesker con su sonrisa arrogante.

-Chris, parece que estás esperando a alguien. ¿Algún problema? Dice con su tono frío y calculador.

-¿Dónde está Jill? Respondo, apenas conteniendo mi enojo.

-Ah, sí, sobre eso. Resulta que Jill pidió el día libre. Parece que necesitaba un descanso. ¿No te dijo nada? Responde Wesker disfruta la situación fingiendo sorpresa.

Un nudo se forma en mi estómago. Jill tomando un día libre sin decirme nada solo agrega confusión y frustración a la mezcla.

-No, no me dijo nada. ¿Qué demonios está pasando? Esas últimas palabras las digo sin pensar.

-Oh, Chris, no te preocupes demasiado. A veces, las cosas no son lo que parecen. Quién sabe, tal vez necesite tiempo para reflexionar sobre sus decisiones. Hasta luego, Chris. Disfruta de tu día en soledad.

Mientras Wesker se aleja, mi mente da vueltas. Con esto la sospecha de que Jill podría estar con aquel sujeto que contestó el teléfono se confirma, es obvio que pasó la noche con él, incluso ahora deben estar juntos. ¿Un amante oculto, una traición que nunca vi venir?

Mis pasos resuenan en los pasillos desiertos mientras mi mente juega con las imágenes de Jill compartiendo momentos íntimos con alguien más. La sensación de traición se mezcla con la amargura. ¿Cómo pude estar tan ciego? ¿Desde cuándo me engaña?

No puede ser cierto, ella nunca me engañaría, todo deber tener una explicación, debe haber una razón su repentina ausencia, una parte de mí se niega a creer que me engaña, quizá todo es un malentendido, quizá si necesitaba de un día libre. ¿Pero porque no me aviso? ¿Porque no responde a mis llamadas? ¿Porque me contesto un hombre? ¿Realmente necesitaba descansar o era solo una excusa para encontrarse con él?

Mientras más me sumerjo en mis pensamientos, más que convenzo que algo está mal y la rabia comienza a emerger. Cierro los puños con fuerza, sintiendo la tensión acumulada en cada músculo. La sensación de ser traicionado por la persona en la que confiaba se vuelve insoportable.

-¿Cómo pudo hacerme esto? La puerta de la comisaría se abre nuevamente. Esta vez, es Forest. Quien me saluda sonriente aunque su expresión se transforma luego de un momento y la preocupación se refleja en sus ojos.

-Chris, ¿todo bien? Pregunta Forest, notando mi aspecto desaliñado y la furia apenas contenida.

Mis labios forman una línea tensa antes de poder responder. La mezcla de emociones hace difícil encontrar las palabras adecuadas.

-No, Forest, no estoy bien. Pero no creo que hablar de ello ahora vaya a solucionar algo. Respondo a regañadientes.

Él asiente, respetando mi decisión, pero no puede evitar plantear otra pregunta. -Bueno, al menos, ¿sabes por qué Jill no ha llegado a la comisaría? Algo importante debe haberle pasando, ella no es el tipo de chica que falta por cualquier cosa.

Me tenso ante la pregunta de Forest. La realidad se agita en mi mente, y una mezcla de emociones contradictorias amenaza con desbordarse.

-Wesker dijo que pidió el día libre, pero no me dijo nada a mí. Parece que hay algo más, algo que no sé.

-¿El día libre? Eso suena extraño. Chris, respóndeme una duda, ¿todo está bien entre tú y Jill?"

Ante su pregunta sólo puedo bajar la mirada sin saber que responder porque no sé cómo están las cosas entre nosotros, solo sé que está situación me lastima.

Forest, observando mi expresión triste, no puede evitar formular la pregunta que parece rondar en la mente de todos. -Chris, ¿te has peleado con Jill? Se nota que algo te tiene realmente mal. Su tono es empático, como un amigo que busca entender.

-Sí, Forest. No fue una pelea tradicional, pero algo está mal entre nosotros. Jill ha estado evitándome, y no tengo ni idea de por qué. No puedo seguir así, necesito respuestas.

-Habla con ella, Chris. Tal vez esté lidiando con algo que no conoces. Aclaren las cosas antes de que esta distancia se vuelva irreversible.

-Tienes razón. No puedo permitir que esto se desmorone sin intentar arreglarlo. Jill significa mucho para mí, y necesito entender lo que está pasando.

-Aun no entiendo completamente cómo es su relación, pero sé que Jill te hace feliz. Y eso es lo que importa. Habla con ella, Chris. Ve por las respuestas que necesitas.

-Gracias, Forest. Por tu apoyo al salir de la comisaría enfrentare esto.

Él me da un apretón en el hombro, ofreciendo su apoyo silencioso antes de alejarse.

El trayecto hacia su departamento se siente interminable, pero mi determinación no flaquea.

Justo antes de entrar al departamento, una sombra captura mi atención. Dirijo la mirada hacia la escalera de emergencia y, para mi sorpresa, veo al mismo sujeto que vi anoche con Jill y el que supongo contesto el teléfono esta mañana, está saliendo apresuradamente del piso de Jill. Un escalofrío recorre mi espalda, conectando los puntos de manera abrupta, pasó el día con él, ese es el motivo de su ausencia en la comisaría, él es el motivo de sus evasivas.

Ese sujeto gira la cabeza en mi dirección. Nuestros ojos se encuentran por un breve instante, y puedo sentir la tensión en el aire. Mis ojos no se apartan del sujeto, que, tras un momento de observación, parece decidir que no soy una amenaza y se mantiene frente a la puerta del edificio lo que me desconcierta, es cómo si esperará a alguien.

Mi instinto me dice que vaya a confrontarlo pero quiero saber a quién espera así que me oculto tras unos árboles cerca del edificio, vigilando silenciosamente el lugar. Mi respiración se vuelve irregular, la adrenalina fluye mientras intento comprender el panorama.

Al enfocarme en su rostro, una sensación de reconocimiento invade mis pensamientos por alguna razón su rostro me resulta familiar aunque no logro identificar donde pude haberlo visto antes.

La puerta del edificio se abre nuevamente, y esta vez, Jill emerge, su mirada se encuentra con la del hombre. Un nudo se forma en mi garganta al presenciar su interacción. Entregándole un sobre, un gesto que despierta un sentimiento de desconcierto en mi interior.

La escena que se desenvuelve ante mis ojos parece irreal, él tipo ese la abraza mientras ella corresponde de inmediato a su abrazo y él la beso en la mejilla.

Mi corazón se comprime al ver cómo Jill en vez de enojarse o disgustarse, sonríe y acaricia la mejilla del sujeto. La sensación de traición se intensifica mientras mis ojos no pueden apartarse de la escena frente a mí. El susurro del viento lleva consigo la frialdad de la verdad, una verdad que duele más de lo que podría haber imaginado.

Me quedo oculto observando cómo la relación entre Jill y ese hombre se manifiesta ante mis ojos. La confusión se mezcla con la ira mientras mi mente intenta asimilar lo que ve.

Mis puños se aprietan con fuerza, luchando contra la marea de emociones que amenaza con arrastrarme. La necesidad de respuestas se convierte en un rugido en mi interior, pero también siento el miedo de enfrentar la verdad que se revela ante mí.

-¿Cómo puede sonreírle así? ¿Acaso todo fue una mentira? Murmuro entre dientes, sintiendo la traición agarrarse de mi alma como un parásito.

El sujeto se despide de Jill, dejándola con una sonrisa radiante en el rostro. Mis pasos se vuelven firmes, la necesidad de confrontarla y obtener respuestas se apodera de mí.

El silencio pesado del edificio se rompe con el sonido de mis propios pasos. Me acerco a Jill, mi mirada fija en ella, en busca de alguna explicación en sus ojos. Sin embargo, el nudo en mi garganta me impide continuar y desvió mi camino hacia mi auto.

La impotencia me envuelve, mis ojos siguen fijos en Jill mientras se aleja, ajena a mi presencia. Una mezcla de dolor, confusión y rabia se apodera de mí. No puedo contener las lágrimas que amenazan con escapar, y el nudo en mi garganta dificulta la respiración.

-¿Cómo pudo hacerme esto? Las imágenes de los momentos compartidos con Jill se entrelazan con la traición que acabo de presenciar. El amor y la confianza que construimos se desmoronan ante mis ojos.

El auto se siente como una caja cerrada, atrapándome en mis propios pensamientos. Mi mente juega con las distintas posibilidades, buscando una explicación que alivie el dolor, pero ninguna parece suficiente. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Cómo pudo Jill cambiar tan drásticamente?

Las lágrimas caen sin restricciones mientras la realidad de la situación se asienta. La sensación de abandono y la fractura de la confianza se manifiestan en sollozos silenciosos.

Cierro los ojos con fuerza, como si al hacerlo pudiera bloquear la realidad que me acecha. A través de las lágrimas, veo los recuerdos felices que compartimos, ahora empañados por la sombra de la traición.

El tiempo parece detenerse mientras me sumerjo en la tristeza y la desilusión. La imagen de Jill y aquel hombre sigue grabada en mi mente, alimentando el tormento emocional.

Las lágrimas han dejado surcos en mi rostro, pero la rabia emerge. Enciendo el motor del auto, dejando atrás el edificio donde presencié la traición. Cada giro del volante parece alejarme más de la felicidad que compartimos y sumergirme en un territorio desconocido de desconfianza.

El trayecto de regreso a mi departamento es un viaje silencioso, solo roto por el susurro del viento y el rugido del motor, el dolor en mi pecho se intensifica con cada respiración.

Al llegar a mi hogar, la puerta se abre con un crujido familiar. El apartamento, parece también recordarme de su traición, aquí pasamos muchos momentos hermosos, la presencia de Jill impregna cada rincón, y la sombra de su ausencia se apodera de mí.

Me dirijo hacia la sala, donde la fotografía de nosotros sonriendo parece burlarse de la felicidad que creíamos tener. Las lágrimas amenazan con regresar, pero las rechazo con una mirada decidida.

Las imágenes de nosotros se cuelan en mi mente, casi sin permiso, recuerdo los momentos compartidos, recuerdo la primera vez que nos besamos, un momento lleno de emoción y conexión. Aquel beso selló algo especial entre nosotros, y la chispa que surgió entonces ahora parece apagarse en la oscura realidad.

Las noches compartidas, los gestos de amor, todo ahora adquiere un matiz de amargura que me quema por dentro. Mi mirada se posa en el rincón donde compartimos risas y secretos. El sillón, que solía ser testigo de nuestras caricias, en nuestras noches de amor, ahora se siente frío y distante. La hermosa ilusión que construimos se desvanece.

Recuerdo la primera vez que hicimos el amor, la conexión física que reflejaba la profunda conexión emocional que compartíamos. Ahora, esos momentos íntimos se transforman en espinas que se clavan en mi corazón.

La cama, que solía ser un refugio de amor, ahora se convierte en un lugar de tormento. Las fotografías que decoran las paredes se vuelven miradas acusadoras, recordándome lo que perdí, o mejor dicho lo que perdimos. Cierro los ojos con fuerza, tratando de bloquear los recuerdos que ahora solo generan más dolor. Las lágrimas vuelven a emerger, no solo por la traición, sino por la pérdida de lo que creíamos tener.

El sonido insistente del teléfono perfora el silencio cargado de dolor en mi departamento. La pantalla ilumina con el nombre de Jill, una llamada que despierta una mezcla de emociones que resuena en mi interior. Dudo por un momento, sobre qué hacer la posibilidad de contestar y enfrentar la tormenta de explicaciones que seguramente la acompañaría.

Finalmente, con una determinación dolorosa, ignoro la llamada de Jill. Dejo que la melodía se desvanezca en el aire, sellando momentáneamente la puerta a la confrontación directa.

La pantalla del teléfono parpadea nuevamente con el nombre de Jill. Pero la decisión de ignorar la llamada persiste. El sonido se desvanece, dejando un eco incómodo en la habitación. La pregunta de qué hacer a continuación sigue flotando en el aire.

Después de unos minutos, la frustración y la necesidad de escapar se apoderan de mí, necesito olvidarme de todo, no puedo seguir en este departamento, todo me recuerda a ella, necesito aire y se quién puede ayudarme.

Marco el número de Forest, después de todo es mi mejor amigo y siempre está cuando lo necesito. El tono suena varias veces antes de que la voz de Forest resuene al otro lado de la línea.

-Chris, ¿qué pasa, amigo? Saluda Forest, con su típica felicidad.

-Forest, necesito verte. ¿Dónde estás? Pregunte, conteniendo las emociones que amenazan con desbordarse.

-Estoy en una fiesta, Chris. ¿Estás bien? Responde Forest, preocupado.

La idea de unirse a una fiesta en este momento parece extraña, pero la perspectiva de distracción y compañía resulta tentadora.

-No estoy bien, Forest. Necesito salir de aquí. ¿Puedo unirme a la fiesta? Quizás un cambio de ambiente me haga é buscando una vía de escape temporal.

-¡Por supuesto, amigo! Estamos en el club 'Blue Night', ven y únete a nosotros. Tal vez una noche diferente te ayude a aclarar las cosas. Sugiere Forest, ofreciendo su apoyo.

Agradecí a Forest y corte la llamada. La decisión está tomada. Mientras me dirijo a mi habitación para cambiarme, el teléfono vuelve a sonar parpadeando con el nombre de Jill.

Sin duda necesito salir de aquí, necesito un cambio, aunque sea momentáneo. La idea de unirme a la fiesta de Forest se convierte en mi vía de escape.

En el armario escogí un conjunto que solía usar para noches de fiesta. La camisa negra se desliza sobre mis hombros, y los pantalones oscuros siguen, formando una armadura momentánea contra mis emociones.

El teléfono vuelve a sonar, pero esta vez mi decisión está tomada. Ignoro la llamada de Jill y sigo preparándome para la noche que se extiende ante mí. Los latidos de la música en el 'Blue Night' parecen llamarme, una promesa de distracción y liberación.