Departamento de Policía de Raccoon City 6:40 P.M. Jueves 18 de Julio de 1997
El eco de las palabras de Chris resuena en el estacionamiento, y mi corazón late con fuerza mientras observo cómo se aleja. La sorpresa inicial da paso a una profunda tristeza, y su última frase retumba en mi mente. Me quedo allí, aturdida, sin poder articular una respuesta inmediata.
La brisa de la noche parece más fría de lo normal, como si el mundo se sumiera en un silencio doloroso. Las luces del estacionamiento parpadean, pero mi mirada sigue fija en el lugar donde Chris se desvaneció.
No puede ser real. Pienso, pero las palabras crueles persisten en mi mente. Me obligo a dar unos pasos hacia adelante, intentando alcanzarlo. -Chris, espera. No puedes dejar las cosas así.
Mis palabras se pierden en el aire, y la figura distante de Chris no da señales de detenerse. La realidad de sus palabras me golpea, y la idea de perderlo se convierte en una tormenta de emociones que apenas puedo contener.
-¿Qué hice mal?" Me pregunto, buscando respuestas que parecen escurrirse entre mis dedos.
Las palabras finales de Chris retumban en mi mente. –"Espero que encuentres lo que estás buscando. Y tal vez, en algún lugar, puedas conseguir a otro idiota que te amé tanto como yo para poder aprovecharte de él"
Un nudo se forma en mi garganta mientras luchó contra las lágrimas que amenazan con escapar.
-Jill, ¿estás bien? Pregunta Barry, notando la tristeza en mi mirada.
Las lágrimas que amenazaban con caer finalmente se deslizan por mis mejillas mientras intento articular una respuesta.
-Jill, ¿ustedes pelearon? Chris estaba actuando de manera extraña hoy, y ahora te veo llorando. Necesito entender qué está pasando entre ustedes.
-Barry, las cosas... las cosas no están bien. Chris y yo... hemos terminado.
La sorpresa cruza el rostro de Barry, y sus ojos reflejan una mezcla de incredulidad y pesar. -¿Qué ha sucedido? Ustedes dos siempre han sido tan fuertes juntos. ¿Puedo hacer algo para ayudar?
Intento explicar, pero las palabras se enredan en mi garganta, y un sollozo escapa antes de poder responder. Barry, con compasión, coloca una mano reconfortante en mi hombro.
-Jill, necesito entender qué pasó. ¿Lograste hablar con Chris?
Asiento con tristeza, recordando la amargura en las palabras de Chris. "Intenté hablar con él, Barry, pero... todo está tan confuso. Chris ha decidido que lo mejor es seguir caminos separados.
-Lo siento mucho. No puedo creer que estén pasando por esto.
-Yo tampoco lo puedo creer. Murmuro entre sollozos. -Nuestro amor era fuerte, pero algo cambio, y no puedo entender por qué o que lo provoco. Intenté hablar con él, pero ni siquiera me dejaba hablar parecía molesto y no entiendo porque.
-¿Chris dio alguna razón en particular?"
-Él está herido y molesto. No puedo comprender completamente sus motivos. Creo que Chris estaba molesto porque falté a la comisaría sin decirle nada. Pero cuando intenté explicarle mis motivos, ni siquiera me dejó hablar.
-A veces, las situaciones se salen de control antes de que podamos entenderlas. Tal vez, con el tiempo, él esté dispuesto a escuchar y a hablar sobre lo que realmente sucedió.
-Chris me dijo algo que aún me tiene confundida. Él dijo: -Espero que encuentres lo que estás buscando. Y tal vez, en algún lugar, puedas conseguir a otro idiota que te amé tanto como yo para poder aprovecharte de él. No entiendo por qué me dijo eso además al decirlo parecía tan herido y tan seguro de que esto es lo mejor.
Barry, visiblemente sorprendido por la crueldad de las palabras de Chris, comenta con preocupación, -No puedo creer que Chris haya dicho algo así. Esa no es la actitud que esperaría de él.
-Quizá simplemente ya no quiera hablar conmigo.
-Esas palabras son duras. Tal vez Chris está lidiando con sus propios sentimientos de una manera que no logramos comprender. No pierdas la esperanza; las cosas pueden cambiar.
-No sé si podré soportar otra conversación que termine en más lágrimas y palabras hirientes.
-Dale tiempo. No tomes decisiones apresuradas, pero tampoco te cierres completamente. La comunicación es clave, y estoy seguro de que Chris también necesita procesar lo que está sucediendo.
-No sé qué hacer, Barry. Lo amo, pero parece que cada palabra que intercambiamos solo empeora las cosas.
-Intentaré hablar con Chris y entender qué está pasando. A veces, las cosas se aclaran mejor cuando alguien más está involucrado.
Me ofrece un pañuelo, y lo acepto agradecida mientras intento secar mis lágrimas. -Gracias, Barry. Aprecio tu apoyo en estos momentos tan difíciles.
Él sonríe con tristeza. -Siempre estaré aquí para ti. Pase lo que pase, no estás sola. Sé que las cosas parecen oscuras ahora, pero no pierdas la esperanza. A veces, las heridas pueden sanar con el tiempo. ¿Hay algo más que pueda hacer por ti?
-No, Barry. Creo que solo necesito tiempo para procesar todo esto.
-Si necesitas hablar o cualquier cosa, estaré aquí para ti. Recuerda que no estás sola en esto.
Yo asiento y me dirijo en silencio a mi departamento, mientras subo las escaleras, las lágrimas amenazan con emerger de nuevo. No puedo evitar sentirme herida y confundida por la frialdad de Chris, por su actitud distante. La llave se desliza en la cerradura, y al abrir la puerta, me encuentro con el espacio que compartíamos y que ahora parece ajeno y solitario.
Mientras me preparo para ponerme el pijama, mis manos se deslizan entre la ropa en el armario. Entre las prendas, encuentro la camisa de Chris, un recordatorio de días más felices. La sostengo en mis manos, sintiendo la textura familiar y la calidez que aún conserva.
Inevitablemente, una oleada de recuerdos me envuelve. Su aroma se mezcla con el tejido, y por un momento, me transporto a momentos compartidos, risas y abrazos cómodos. Pero la cruel realidad se hace presente, y esa misma camisa se convierte en una prueba tangible de la distancia que ha crecido entre nosotros.
El nudo en mi garganta se aprieta cuando observo detenidamente la prenda. Las lágrimas empañan mis ojos mientras enfrento la verdad dolorosa. Con delicadeza, me coloco la camisa sobre los hombros, pero no es más que una ilusión del deseo que siento por tenerlo junto a mí abrazándome y llenándome de su amor.
Entre sollozos, abrazo la camisa como si pudiera retener la esencia de lo que alguna vez fuimos.
Con el peso de la necesidad de aclarar las cosas, decido que es hora de hablar con Chris. Tomo mi teléfono y marco su número con la esperanza de que esté dispuesto a escucharme y entender.
Mi corazón late con intensidad mientras el teléfono continúa sonando, pero Chris no responde. Intento una vez más sin embargo, la llamada se desvanece en la indiferencia del contestador automático. Aunque esta vez sí le dejo un mensaje de voz:
-Chris, si no quieres saber nada más de mí, está bien. Pero por favor, dímelo en la cara. Necesitamos hablar y entender qué está pasando. No quiero que las cosas terminen así.
Decido que no puedo seguir en la incertidumbre y la distancia, así que tomo una decisión. Guardo el teléfono, decidiendo enfrentar lo que sea que haya causado esta ruptura entre nosotros. Mis pasos me llevan hacia la puerta, y con cada uno, la determinación se mezcla con la ansiedad que se cierne sobre mi pecho.
Mientras me dirijo hacia el departamento de Chris, resuena en mi mente la frase que me ha herido profundamente. –"Espero que encuentres lo que estás buscando. Y tal vez, en algún lugar, puedas conseguir a otro idiota que te amé tanto como yo para poder aprovecharte de él."
Estas palabras retumban en mi cabeza, y aunque quiero creer que hay una explicación lógica, el dolor persiste. Me pregunto qué pudo haber llevado a Chris a pronunciar esas palabras crueles y a alejarse de esta manera.
Finalmente, llego frente a la puerta de su departamento. Dudo un momento antes de levantar la mano para tocar. Las emociones se mezclan en mi interior: el miedo a lo que pueda descubrir, la tristeza por la distancia que se ha formado entre nosotros y la determinación de buscar respuestas.
Respiro hondo y golpeo la puerta. Mientras espero, mi corazón late con fuerza, como si estuviera a punto de enfrentarme a algo irreversible.
La puerta se abre aunque quien sale es la figura inesperada de Forest que bloquea mi camino.
-Jill, ¿qué estás haciendo aquí?
-Necesito hablar con Chris. Hay cosas que debemos aclarar. Respondo, tratando de mantener la calma, aunque mi voz delata la ansiedad que siento.
Forest frunce el ceño, como si estuviera evaluando la situación. -Chris no está en condiciones de hablar ahora. Está ocupado. Responde con una mirada que insinúa más de lo que está dispuesto a revelar.
Una corriente de inquietud recorre mi espina dorsal, pero intento mantener la calma -¿A qué te refieres con "ocupado"?
-Jill, es asunto de hombres. Chris está lidiando con algo personal, y necesita espacio para resolverlo.
-Forest, no puedo simplemente quedarme esperando sin saber qué está pasando. Necesito hablar con Chris y aclarar las cosas.
Él parece titubear, y finalmente, suspira antes de responder. -En este momento, Chris no está disponible para hablar.
La insinuación de que Chris está "ocupado" me hace sentir un nudo en el estómago. -¿Qué significa eso exactamente, Forest? ¿Dónde está Chris?
Al no obtener respuesta por parte de Forest intentó entrar al departamento pero él me lo impide para luego añadir: -No puedes entrar ahora. Está todo hecho un desastre adentro, y Chris no quiere ser molestado.
-No me importa el desorden. Necesito hablar con él.
-En serio, ahora no es el mejor momento. Chris está ocupado en su habitación, y no quiere ser interrumpido.
-¿Qué significa eso, Forest? Necesito saber qué está pasando.
-Está... acompañado en este momento. No es buen momento para que entres.
La confusión y la sorpresa se reflejan en mi rostro mientras intento procesar lo que acabo de escuchar. -¿Acompañado? ¿Quieres decir que hay alguien más en su habitación?
Forest asiente: - Chris está teniendo sexo en su habitación en este momento. Aunque ya hayan terminado, lo más probable es que esté dormido y aún desnudo. Además, yo también tengo compañía aquí dentro con la que pasaré un rato. Sería mejor que te ahorres la incomodidad y te vayas.
Las palabras de Forest atraviesan mi corazón como una daga. La realidad de que Chris está compartiendo momentos íntimos con otra persona golpea con fuerza, dejándome sin aliento.
-¿Está con otra teniendo relaciones sexuales? ¿De verdad? Ni voz suena temblorosa, y siento que la realidad se desvanece a mi alrededor.
Él asiente con sinceridad. -Sí, llevan un buen rato encerrados, sin duda la deben estar pasando bien. Será mejor que intentes hablar con él mañana porque lo más seguro es que se la pase toda la noche con ella, deberías haberlos visto eran pura pasión apenas pudieron contenerse hasta llegar a la habitación.
La sensación de traición me envuelve, y las lágrimas amenazan con desbordarse. Intento procesar la situación, pero la idea de que Chris esté con otra mujer, especialmente en medio de nuestra crisis, resulta abrumadora.
Mis pasos resonaron en el pasillo, alejándome del departamento de Chris. Forest, al verme salir, mostró sorpresa y preocupación en su mirada. No dije una palabra, pero el dolor en mis ojos reflejaba el abismo emocional que enfrentaba.
Su voz me alcanzó antes de que pudiera escapar completamente. -Jill, espera. ¿Estás bien?
Forcé una sonrisa, una que apenas ocultaba el dolor que sentía. -Todo está bien, Forest. No quiero causar más problemas. Pasen una bonita noche.
Él asintió con comprensión, aunque sus ojos expresaban dudas.
Con el corazón roto y el eco de la traición presente en mi mente, me dirigí a mi departamento donde el sufrimiento se intensificaba con cada latido de mi corazón.
La imagen de Chris con otra mujer se materializaba en mi mente, una escena dolorosa que me atormentaba mientras intentaba comprender cómo habíamos llegado a este punto.
Cerré los ojos, pero las imágenes persistían, como un tormento visual que no podía eludir. La habitación parecía asfixiante, como si las paredes guardaran secretos que contribuían a mi desdicha. Intenté alejar los pensamientos, pero la realidad de su traición se aferraba a mi consciencia.
Las lágrimas rodaban por mis mejillas mientras mi mente recreaba escenarios que preferiría no imaginar. La idea de Chris entregándose a otra mujer, compartiendo momentos íntimos que antes eran solo nuestros, se convertía en un tormento visual que oscurecía aún más mi corazón con cada parpadeo doloroso.
El eco de su risa y la sensación de sus manos sobre mi piel ahora se mezclaban con la cruel imagen de su complicidad con alguien más. Cerré los ojos, sintiendo el peso de la traición aplastándome el alma mientras enfrentaba la cruda realidad que se desvelaba ante mí.
¿Y si Chris ya no me amaba? Quizá había estado planeando terminar nuestra relación mucho antes de esta revelación. ¿Acaso encontró a alguien más, alguien que llenara su corazón de la manera que yo ya no podía? La idea de que él pudiera estar enamorado de otra persona me taladraba.
Cerré los ojos con fuerza, intentando bloquear las imágenes y pensamientos dolorosos que amenazaban con desgarrar mi alma.
La fatiga emocional se tradujo en un sueño profundo y reparador que, al menos temporalmente, me brindó un respiro de la tristeza aplastante.
La luz de la mañana filtrándose a través de las cortinas marcó el despertar de un nuevo día. Me incorporé lentamente, sintiendo el peso de la tristeza aún latente en mi pecho. La almohada, testigo de mis lágrimas nocturnas, se secaba con el rastro de emociones desbordadas.
Al mirar la camisa de Chris, tomé una decisión consciente. Era hora de dejar de aferrarme a un amor que ya no existía, la dejé caer al suelo, liberándome simbólicamente de las cadenas emocionales que me ataban al pasado.
La ducha se convirtió en un renacimiento, el agua corriendo mientras cerré los ojos, permitiéndome un momento de renovación, mientras dejaba atrás las lágrimas y las penas.
Me dirigí a la comisaría de Raccoon City. Pero al estar en la entrada, la escena que se desplegó ante mí me tomó por sorpresa. Frente a la puerta de la comisaría, Chris y Forest estaban de pie, en una conversación que se interrumpió al notar mi presencia.
Chris levantó la mirada, y por un breve instante, nuestros ojos se encontraron. En ese instante, el tiempo parecía suspenderse, dejando a la vista las cicatrices de la noche anterior.
El impulso de acercarse se reflejaba en los ojos de Chris, y aunque Forest intentaba detenerlo con gestos urgentes, su determinación era innegable. La brecha entre nosotros se desvaneció cuando Chris avanzó hacia mí, ignorando las advertencias de nuestro compañero.
Antes de que Chris pudiera articular una palabra, el peso de mi frustración y dolor se manifestó en dos sonoras cachetadas que resonaron en el aire. El contacto de mis manos con su rostro marcó un acto de liberación de la angustia que había llevado en mi interior.
Un momento en el que nuestras miradas se conectaron, y en esos ojos que alguna vez conocí tan bien, vi una mezcla de sorpresa, pesar y, quizás, un atisbo de arrepentimiento. Las marcas de mis dedos se dibujaron temporalmente en su mejilla.
-¿Cómo pudiste? Fueron las únicas palabras que logré articular. La escena en el estacionamiento, la traición, la noche de lágrimas; todo eso se unia en ese momento explosivo.
Forest y otros policías, testigos involuntarios de la confrontación, observaban con expresiones variadas de sorpresa y curiosidad.
Chris, con la mirada fija en la distancia se llevó la mano a la mejilla, donde las marcas de las cachetadas ardían con un enrojecimiento evidente.
Los ojos de Chris se encontraron con los míos, y en ese momento, pareció haber una comunicación silenciosa entre nosotros. Aunque las palabras no se pronunciaron, el dolor y la angustia se reflejaban en ambos rostros.
Mientras Forest permanecía en segundo plano, observando la escena con una mirada preocupada, Chris tomó una profunda inhalación, como si estuviera preparándose para hablar después del golpe literal y emocional que acababa de recibir.
Sin embargo, antes de que pudiera intentar explicaciones, mis palabras resonaron en el aire con una frialdad que apenas lograba ocultar el dolor. -No tienes derecho a hablar después de lo que hiciste. ¿Qué esperabas, Chris?
Aunque el arrepentimiento destellaba en sus ojos, las cicatrices de la traición eran demasiado frescas. Así que bajo la mirada curiosa de los presentes en la comisaría, ingresé, intentando mantener la compostura a pesar del huracán emocional que rugía dentro de mí. Los murmullos y las miradas furtivas seguían mis pasos, y sentía el peso de la situación envolverme como una pesada capa.
