Departamento de Policía de Raccoon City 8:44 A.M. Miércoles 23 de Julio de 1997
Los días se deslizaban con una lentitud tortuosa, cada uno marcado por la ausencia de Chris. La distancia entre nosotros se sentía abrumadora, especialmente cuando lo veía en la comisaría, tan cerca y, sin embargo, tan lejos. Cada vez que nuestros ojos se encontraban, una barrera invisible se presentaba entre nosotros, impidiendo cualquier intento de conexión.
Extrañaba la calidez de su presencia, la seguridad de sus brazos a mi alrededor. Me la pasó observándolo en silencio mientras Chris se sumerge en su trabajo, cuando él parece que va a notar mi mirada lo esquivo de inmediato, no quiero que sepa que sufro por nuestra separación.
El susurro constante de los murmullos a mi alrededor solo sirve para aumentar mi angustia. Los compañeros de trabajo especulaban sobre lo que había sucedido entre nosotros, alimentando la curiosidad con cada rumor y chisme. Pero nadie parecía entender la verdadera magnitud de nuestro dolor, ni la complejidad de nuestras emociones entrelazadas.
El dolor de la ruptura con Chris se ha convertido en una carga pesada que llevaba a cuestas día tras día. Cada momento era una lucha constante contra la soledad y el vacío que dejó su ausencia. A veces me encontraba sumergida en recuerdos de los momentos felices que compartimos, preguntándome cómo habíamos llegado a este punto.
Lo que más me dolía era la idea de que Chris estaba con otras mujeres mientras yo sufría por él. La imagen de él compartiendo su intimidad con alguien más me atormentaba día y noche, llenándome de un dolor punzante que no parecía tener fin. Sentía como si mi corazón se rompiera en mil pedazos cada vez que imaginaba su vida sin mí, cada beso y cada abrazo compartido con otra persona.
Me dolía saber que él estaba con otras mujeres, que podía encontrar consuelo y compañía en brazos ajenos mientras yo luchaba por superar su pérdida. No logro comprender cómo Chris, después de haberme jurado amor eterno, había sido capaz de acostarse con otra mujer.
No podía entender cómo alguien que me había asegurado que yo era su única y verdadera amada podía ser capaz de traicionar ese juramento de manera tan descarada. Cada recuerdo de nuestras conversaciones íntimas, de los momentos compartidos en la intimidad, de la complicidad que compartíamos luego de hacer el amor, todos esos momentos ahora se veían empañados por la sombra de la traición.
Cada vez que veía a Chris en la comisaría, mi corazón se hundía un poco más. Su presencia era un recordatorio constante de lo que habíamos perdido, de todo lo que solíamos ser y ya no éramos. A pesar de mis intentos por mantener la distancia emocional, no podía evitar sentirme atraída hacia él, anhelando la cercanía que una vez compartimos.
Me sentía como si estuviera viviendo en una pesadilla, incapaz de aceptar la verdad que se revelaba ante mí.
Al levantar la vista, me encontré con la figura de Chris saludando a los demás con una sonrisa que parecía ocultar más de lo que expresaba. Sin embargo, cuando su mirada se posó brevemente en la mía, no hubo ni rastro de reconocimiento, solo indiferencia.
Nos ignoramos mutuamente, evitando cualquier contacto visual o interacción directa. Cada vez que nuestras miradas se encontraban, ambos desviábamos la mirada de inmediato cómo si se tratase de una competencia.
Habíamos compartido tanto juntos, habíamos sido un equipo inseparable. Pero ahora, éramos dos extraños atrapados en un ciclo interminable de silencio y dolor.
El resto del equipo continuaba con sus actividades como si nada pasara, pero para mí, cada segundo era una agonía silenciosa. No habíamos hablado casi nada en días, y cuando lo hacíamos, era solo para discutir cuestiones de trabajo, respondiendo con monosílabos y evitando cualquier conversación que pudiera profundizar en nuestra situación.
Barry entró en la oficina de los S.T.A.R.S. con algunas carpetas en la mano. Al acercarse a nosotros, depositó las carpetas sobre el escritorio y nos miró con seriedad.
-Chris, Jill, tengo un nuevo caso para ustedes dos. Se trata de una serie de asesinatos en el centro de la ciudad. Necesito que trabajen juntos para resolverlo lo más rápido posible.
Sin embargo, antes de que Barry pudiera terminar su frase, Chris interrumpió con voz cortante y fría. -Me encargaré del caso solo, Barry. No necesito la ayuda de Jill.
Miré a Chris, sorprendida por su actitud, pero él evitó mi mirada, manteniendo su atención en Barry.
Barry frunció el ceño, claramente desconcertado. -Chris, este caso es importante y necesito que trabajen juntos en él. Su experiencia y habilidades combinadas podrían ser clave para resolverlo.
Chris sacudió la cabeza con firmeza, reafirmando su posición. -No necesito la ayuda de Jill. Me encargaré del caso solo.
El ambiente en la oficina se volvió aún más tenso, y un silencio incómodo llenó el espacio entre nosotros. Barry miró de un lado a otro, evidentemente indeciso sobre cómo proceder ante la situación.
-Jill, ¿estás de acuerdo con que Chris trabaje solo en este caso?
-Si es lo que quiere, está bien. Que trabaje solo el caso. No es algo que me importe.
Mis palabras apenas habían escapado de mis labios cuando Chris respondió con un tono cortante y lleno de amargura.
-Obviamente, a ti no te importa nada que tenga que ver conmigo. Dijo Chris, su voz cargada de resentimiento mientras me miraba con dureza.
-No es eso, Chris. Solo estoy tratando de respetar tu decisión. Si prefieres trabajar solo, está bien. No quiero ser un obstáculo para ti.
Mi intento de explicación pareció caer en oídos sordos, ya que Chris simplemente resopló con desdén y se alejó, sin siquiera mirarme.
-Jill, ¿puedo hablar contigo en privado un momento? Preguntó Barry con seriedad.
Asentí y seguí a Barry hacia un rincón más apartado de la oficina. Una vez que estuvimos lo suficientemente alejados de la vista y el oído de los demás, Barry se volvió hacia mí, su expresión seria. -Sé que las cosas han estado difíciles últimamente entre tú y Chris. He notado la tensión entre ustedes y sé que no ha sido fácil para ninguno de los dos.
-No sé exactamente qué pasó entre tú y Chris, pero puedo ver que ninguno de los dos está dispuesto a hablar al respecto. Eso me hace pensar que debe ser algo realmente grave. Pero no pueden seguir así. Todos en la comisaría saben que ustedes dos tuvieron una pelea. Se nota en cómo apenas se hablan y cuando lo hacen, la tensión es notable. No podemos ignorar esto y fingir que todo está bien entre ustedes.
-Incluso inventé lo del informe sobre el caso de asesinato, con la esperanza de que trabajar juntos les diera la oportunidad de empezar a hablar. Pero los dos son tan tercos que prefieren trabajar solos antes que siquiera intentar comunicarse.
-Barry, no soy yo quien no quiere hablar. Es Chris. Se nota que no puede soportarme. No quiere ni siquiera dirigirme la palabra, y cada vez que lo intento, me responde con frialdad. Así que no puedo hacer más, si quiere trabajar solo que lo haga es problema de él.
Barry suspiró. -Jill, entiendo que estés herida y frustrada, pero ambos están actuando de la misma manera. Si Chris no hubiera tomado la iniciativa de hacer el informe solo, estoy seguro de que habrías sido tú quien lo propusiera. Ambos están dejando que su orgullo se interponga en el camino de una solución.
-Creo que esto no tiene solución. Chris me ha lastimado mucho, y parece que ni siquiera le importa. Está feliz, disfrutando de nuestra ruptura, mientras yo... Mi voz se quebró, incapaz de terminar la frase.
-Jill, ¿Qué te hizo Chris? Porque él aseguró que fuiste tú quien lo lastimó. Dijo con tono inquisitivo.
-Si él dice eso, es un descarado. Respondí con amargura. La idea de que Chris pudiera culparme por todo lo que había sucedido solo aumentaba mi frustración.
Barry asintió, pero antes de que pudiera decir algo más, la puerta se abrió de golpe y entró la secretaria de Irons, con una sonrisa radiante en el rostro. Su presencia repentina llamó la atención de todos en la habitación, incluido Chris, quien la miró con cierta sorpresa.
-¡Hola, Chris! Exclamó la secretaria, con un brillo travieso en los ojos mientras se acercaba a él. -¿Cómo has estado?
Chris parecía incómodo con la atención repentina, pero respondió cortésmente: -Hola, Verónica. Estoy bien, gracias. ¿Y tú?
La secretaria, dejó escapar una risita coqueta y se inclinó un poco más cerca de Chris. -Oh, siempre estoy bien cuando estoy cerca de ti.
Observé la interacción entre ellos con una mezcla de confusión y molestia. Era evidente que Verónica estaba coqueteando descaradamente con Chris, y él parecía no saber cómo manejar la situación. Una punzada de celos se apoderó de mí mientras los observaba interactuar.
-¿Qué tal si salimos a tomar algo esta noche? Sé que has estado muy ocupado últimamente, pero creo que ambos podríamos usar un descanso. Dijo ella con una sonrisa juguetona.
Chris levantó la mirada de su trabajo, sorprendido por la invitación inesperada. Trató de mantener su expresión neutral mientras respondía: -Lo siento, Verónica, pero estoy realmente ocupado en estos días. Tengo mucho trabajo pendiente y no creo que pueda hacer tiempo para salir.
-Oh, vamos, Chris. Sé que puedes hacer un hueco en tu apretada agenda para mí. Dijo, jugando con un mechón de su cabello.
-Lo siento, Verónica, pero realmente no puedo. Tal vez otro día. Respondió, esperando que ella comprendiera sus razones y dejara el tema.
Sin embargo, Verónica no parecía dispuesta a darse por vencida. -Está bien, Chris. Pero no te librarás de mí tan fácilmente. Seguiré insistiendo hasta que aceptes salir conmigo.
-Sabes, Chris, siempre he pensado que eres el más guapo de todos los S.T.A.R.S. Desde que te vi por primera vez, me sentí atraída hacia ti.
-Gracias, Verónica. Eres muy amable. Respondió, tratando de desviar la conversación.
De repente, Verónica levantó la vista en dirección a Richard, percatándose que él estuviera viendo la escena, y luego se inclinó hacia Chris y le plantó un beso en la mejilla, rozando ligeramente sus labios. La acción tomó por sorpresa a Chris, quien retrocedió instintivamente.
La oficina quedó en un silencio incómodo mientras todos observaban la escena con sorpresa. Chris se aclaró la garganta, tratando de disimular lo ocurrido.
Barry frunció el ceño con desaprobación ante la escena, claramente molesto por la falta de profesionalismo de Verónica. Su expresión seria reflejaba la incomodidad que todos estábamos sintiendo en ese momento.
Pero lo que más me impactó fue la reacción de Richard. Sus ojos parecían arder con un fuego de celos mientras observaba la escena con una expresión tensa en su rostro, jamás lo había visto así estaba furioso. No pude evitar preguntarme qué pasaba por su mente en ese momento. ¿Estaba celoso de Verónica por coquetear con Chris, o era celoso de Chris por recibir la atención de Verónica? Es obvio que Richard y ella pelearon y por eso ella le quiere dar celos, pero porque precisamente con Chris era como si el mundo entero estuviera conspirando para separarme de Chris, empujándonos cada vez más lejos el uno del otro.
La incertidumbre me dejó intranquila, pero también me dio una extraña sensación de satisfacción al saber que no era la única que se sentía celosa con la situación. Sin embargo, sabía que no podía dejar que los celos me consumieran. Chris y yo después de todo ya no éramos nada y él era libre de estar con quien quiera, aunque desearía que eso no me doliera tanto, pero una parte de mí no podía evitar sentirse triste al ver a Chris con otra mujer.
Una sensación de amargura se apoderó de mí mientras observaba cómo Chris parecía aceptar el coqueteo de Verónica con una sonrisa cortés en el rostro. Era evidente que él no estaba tan afectado por la situación como yo.
Barry me miró con preocupación, como si pudiera leer mis pensamientos en mi rostro afligido. -Jill, ¿estás bien?
Me obligué a volver al presente forzando una sonrisa fingida. -Sí, estoy bien, Barry. Solo un poco cansada.
Barry pareció notar mi falsa sonrisa, sin decir nada se dirigió hacia Chris y Verónica y preguntó en tono serio: -¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?
Verónica pareció darse cuenta del espectáculo que estaba dando y se enderezó, su expresión volviendo a la seriedad. -Oh, sí, por supuesto. Solo necesitaba entregar estos documentos, parece que están ocupados, así que volveré más tarde.
Se despidió con un "adiós, guapo" dirigido a Chris, lanzándole un beso juguetón mientras salía de la oficina, dejando un rastro de coquetería a su paso.
Chris, visiblemente incómodo, recibió la despedida con una sonrisa tensa y un gesto incómodo. Mientras tanto, algunos de los compañeros de trabajo en la oficina soltaron risitas y murmullos, claramente divertidos por la situación.
-Oye, Chris, ¿estás seguro de que no quieres invitar a Verónica a salir? Bromeó Kevin, provocando risas entre los presentes.
-¡Sí, Chris, creo que Verónica tiene un pequeño crush por ti! Agregó Forest, con una sonrisa traviesa en el rostro.
Richard, quien había estado observando la interacción desde su escritorio, no pudo contener más sus emociones, se levantó de su asiento y se retiró de la habitación.
Los miembros de los S.T.A.R.S. notaron la partida de Richard y se detuvieron abruptamente, dándose cuenta de que habían ido demasiado lejos con sus bromas. Lo que me hace suponer que ellos saben de la relación que existe entre Verónica y Richard.
Chris desvió la mirada hacia mí, encontrando mis ojos con una expresión de incomodidad y celos. Ambos tratando de entrar respuestas en el rostro del otro, mientras podía sentir cómo la mirada de los demás pesaba sobre nosotros.
Intenté mantener la compostura, desviando la mirada para evitar verlo a los ojos. Sabía que esta situación solo empeoraría las cosas entre nosotros, pero me sentía impotente para hacer algo al respecto.
