Montañas de Raccoon City 3:50 P.M. Jueves 24 de Julio de 1997
Mientras explorábamos el área, nuestras miradas se cruzaron y supe al instante que Jill también estaba reviviendo aquel recuerdo de Detroit. Era como si el tiempo se hubiera detenido por un instante, y ambos estuviéramos atrapados en aquellos momentos de intimidad que compartimos en el pasado.
El recuerdo de aquel día en el río, rodeados por la naturaleza y entregándonos el uno al otro, seguía presente en nuestras mentes, recordándonos lo que alguna vez tuvimos y lo que ahora parecía tan lejano.
Mientras nos detenemos porque Jill quiere tomar una foto del hermoso paisaje, siento una oleada de felicidad al estar cerca de Jill nuevamente. Su presencia siempre me ha hecho sentir bien, y esta vez no es una excepción. Sin embargo, algo dentro de mí se remueve cuando la veo nerviosa por mi proximidad.
Decido ofrecerle mi ayuda con la cámara, más por mí que por ella ya que, aunque intente negarlo lo único que quiero es tenerla cerca, muy cerca de mí, sin decir nada me acerco posicionándome detrás de ella y colocando mis manos sobre las suyas. Su piel suave bajo mis dedos me hace consciente de la electricidad entre nosotros, y una sensación de calidez se apodera de mí. Puedo sentir el calor emanando de su cuerpo y un escalofrío recorre mi espalda.
Mis manos siguen sobre las suyas mientras intento controlar mis bajos instintos, tratando de controlarme, aunque sin mucho éxito, sé que mi miembro está por despertar y no hay nada que pueda hacer para evitarlo, porque alejarme de ella no es una opción, así que sin nada más que hacer sucumbí a mis instintos naturales dejando crecer a mi "amigo" provocando una notoria erección sobre el cuerpo de Jill.
Me pregunto si ella también siente lo mismo, si aún despierto su pasión como solía hacerlo. Su nerviosismo me hace creer que nuestra conexión sigue siendo igual de intensa que antes.
Ella se mueve lentamente mientras suelta un suspiro lo que me hace saber que siente mi erección. No quiero que se sienta incómoda, así que me alejé de ella en silencio, tratando de ocultar mi reacción física. La vergüenza me invadió mientras me apartaba, sintiendo cómo el rubor subía por mi rostro.
No sabía cómo explicarle lo que estaba pasando, así que opté por disculparme con ella para evitar más incomodidades.
Me giré hacia Jill con una expresión apenada. -Lo siento, Jill. Murmuré, luchando por encontrar las palabras adecuadas para disculparme por mi reacción. -Mi... amigo... parecía un poco inquieto. No era mi intención incomodarte. Mi voz sonaba torpe, pero esperaba que entendiera mi arrepentimiento y aceptara mis disculpas.
Ella se queda en silencio mientras yo me mantengo a una distancia segura, dándole la espalda para ocultar el notorio bulto en mis pantalones, aunque no sé porque lo hago igual ella ya me ha visto muchas veces desnudó, conoce bastante bien mi cuerpo, ya ha sentido mi erección contra ella más veces de las que quiera admitir, esa mujer ejerce tal control sobre mí que solo basta con que me toque para estar duro y listo para hacerla mía.
Creí que en estos días eso había cambiado, pero no es así sigo igual de loco por ella, sin notarlo se me escapan unas palabras en susurro dichas más para mí que para ella: -No puedo controlarme cuando estoy cerca de ti.
Me apresuré a acomodar mis pantalones, tratando de disimular la erección, pero en cada roce con el pantalón o los calzoncillos, me hacía sentir más excitado, aumentando mi erección.
La voz suave de Jill rompió el silencio incómodo. -No te preocupes, Chris. Entiendo que estas cosas pueden suceder. No pasa nada.
A pesar de mi decisión por mantener la distancia emocional, una parte de mí ardía con un deseo irrefrenable. No podía evitar sentir una atracción magnética hacia Jill, una conexión que trascendía las complicaciones y los problemas que nos rodeaban.
Mis pensamientos se nublaron con la intensidad del deseo, ahogando cualquier preocupación o duda que pudiera haber tenido. En ese momento, todo lo que quería era tomarla entre mis brazos, perderme en sus labios y hacerla mía de una vez por todas.
Jill se acercó preocupada a mí, notando mi inusual silencio y mi expresión distante. -¿Estás seguro de que estás bien, Chris?
Asentí con una sonrisa forzada. -Sí, estoy bien. Respondí con voz ronca, tratando de desviar la atención.
Sin embargo, mientras se acercaba a mí por detrás, pude sentir su presencia más cerca que nunca. La cercanía de su cuerpo me hizo estremecer, y no pude evitar notar cómo mi bulto cobraba vida con renovada intensidad. ¿Cómo podía ocultar mi deseo por ella cuando estábamos tan cerca?
Inhale profundamente, tratando de recuperar la compostura mientras evitaba el contacto visual. -Solo necesito un momento para... ya sabes...bajar.
-Ella no respondió, pero era evidente que Jill estaba mirando el bulto en mis pantalones, y aunque trataba de ocultarlo, podía sentir su mirada intensa sobre mí. Traté de mantener la calma y mantener la situación bajo control, pero cada segundo que pasaba, la tensión sexual entre nosotros aumentaba.
Me dejé llevar por el arrebato del momento y sin pensarlo dos veces, me giré hacia Jill y la besé apasionadamente. Sus labios respondieron con urgencia, fundiéndose con los míos en un beso cargado de deseo y anhelo acumulado. En ese instante, todas las preocupaciones y los problemas se desvanecieron, dejando solo espacio para la intensidad del momento.
Nos entregamos al beso con fervor, dejando que nuestras emociones tomaran el control y nos llevaran a un lugar donde solo existíamos nosotros dos. Era como si el mundo se detuviera a nuestro alrededor, dejándonos atrapados en una burbuja de pura pasión y deseo.
Después de ese primer beso apasionado, nos miramos a los ojos, con la respiración entrecortada y el corazón latiendo con fuerza. Había una mezcla de sorpresa, deseo y complicidad en nuestras miradas, como si estuviéramos reconociendo lo que acababa de suceder entre nosotros.
Sin decir una palabra, nos dejamos llevar nuevamente por la intensidad del momento. Nuestros labios se encontraron en otro beso, esta vez aún más apasionado que el anterior. Nos entregamos por completo a la sensación de estar juntos, dejando que nuestras emociones fluyeran libremente.
Continuamos besándonos hasta que nos acomodamos juntos bajo la sombra del árbol, y sentí el calor del sol filtrándose entre las hojas, creando una atmósfera íntima y acogedora. Puse ambas manos alrededor de la cintura de Jill mientras impulso mi cuerpo hacia ella haciéndola sentir mi erección lo que produce un gemido en ella.
Rompiendo el beso, aunque sin perder el tiempo le beso el cuello con pasión mientras ella susurró cerca de mi oído, su aliento cálido enviando escalofríos por mi espalda.
-Estás muy duro. Murmuró, mientras con una mano tocaba mi erección y su voz estaba cargada de deseo.
Al sentir sus dedos sobre mi erección suelto un fuerte gemido, lo que provoca una sonrisa en ella. -Estoy así por ti. Le confesé en un susurro, mi aliento rozando su piel con cada palabra. -No tienes idea de cuánto te he deseado en estos días que hemos estado separados.
-Entonces, demuéstramelo. Hazme sentir cuánto me has deseado, y te mostraré cuánto te deseo a ti.
Sus palabras encendieron aún más la pasión que ardía dentro de mí, y sin vacilar, mis labios buscaron los suyos en un beso apasionado, respondiendo a su llamado con una intensidad que había estado ardiendo en mi interior durante mucho tiempo. La suavidad de su piel, el sabor de sus labios, todo era tan cautivador que me perdí en el momento, dejando que la pasión nos consumiera por completo.
Observé con fascinación cómo Jill se despojaba de su camisa de S.T.A.R.S., revelando su piel suave y seductora, mi corazón latía con fuerza ante la visión de su belleza desnuda frente a mí.
Desesperadamente, me quité el chaleco y la camisa de STARS, ansioso por sentir la piel de Jill contra la mía. Al hacerlo era como estar en el paraíso, cada roce, cada caricia me enloquecían no sé cómo he aguantado todo este tiempo sin estar con ella.
Le quite el sujetador para besar sus hermosos pechos deteniéndome el tiempo necesario para tratar a cada uno como se merece jugueteando por turnos con sus pezones para luego volver a subir a su rostro y besarla mientras mis manos exploraban cada rincón de su cuerpo con devoción, como si estuviera grabando en mi memoria cada contorno, cada curva, cada suspiro de placer que escapaba de sus labios. En ese instante, no había lugar para el mundo exterior, solo existíamos nosotros dos, atrapados en el éxtasis de nuestra pasión.
-Me has hecho tanta falta Chris. Sus palabras resuenan en mi alma con una fuerza que me deja sin aliento.
-Tú también me has hecho mucha falta. Respondo sinceramente, mis labios apenas separándose de los suyos mientras hablo. -No hubo ni un solo instante en el que no pensara en ti.
-No te imaginas lo mucho que he extrañado el calor de tus brazos y la intensidad de tu mirada.
-Yo también extrañaba tu sonrisa. Le digo con ternura, acariciando su mejilla con delicadeza. -Me muero por tenerte en mis brazos de nuevo.
Nuestros labios se encuentran de nuevo en un beso lleno de deseo, no puedo contener mis impulsos más tiempo. -Jill, quiero hacerte el amor aquí mismo, en este preciso momento. Murmuro entre besos, dejando que mi deseo se refleje en mis palabras.
-Hazme tuya en este instante no tardes más tiempo, no te imaginas lo mucho que deseo sentirte dentro de mí. Susurra mientras sus manos acarician mi pecho desnudó.
Sus palabras y la urgencia del momento me llevan a desabrochar mis pantalones con manos temblorosas, liberando la erección que desde hace tiempo a estado rogando por atención. Con un movimiento rápido, dejo caer mis pantalones al suelo, quedando solo con mi ropa interior mientras mi deseo por Jill alcanza su punto máximo.
De un movimiento la despojó del pantalón y la ropa interior quedando completamente desnuda frente a mí para luego yo bajarme los bóxers y antes de entrar en ella le doy un corto beso en los labios para luego posicionarme en su hombro y entrar con fuerza en ella de una sola estocada lo que provoca en gemido en ambos.
Cierro los ojos, disfrutando de la plenitud del momento, me deleito con la exquisita sensación de estar dentro de ella, haciéndola mía, sintiéndola tan estrecha, pero adaptándose tan bien a mí, como si estuviéramos hechos a la medida, además está tan mojada y su interior se siente tan caliente y suave que siento que estoy en el paraíso.
Un paraíso que solo existe con ella, porque solo ella puede provocar todas estas sensaciones en mí, solo ella puede hacerme enloquecer de amor y placer.
Mis movimientos son rápidos lo que provoca gemidos en ambos, he esperado tantos días este momento, por fin Jill vuelve a ser mía y no me importa si no me quiere o me engaña, no importa si quiere intentar una nueva relación con Kevin o si es amante de ese hombre con capucha, en este instante no me importa nada más que alcanzar juntos el cielo.
Nuestros gemidos siguen el ritmo de mis embestidas y aunque se siente bien necesito más para calmar el fuego que hay en mi interior así que aumento el movimiento y ella responde moviendo la pelvis para encontrarse con mis embestidas lo que provoca que ese fuego en lugar de disiparse aumente.
Ella se aferra a mí lo que me hace saber que está cerca de su orgasmo así que la beso mientras mis manos toman su trasero y la muevo hacia mí para enterrarme más en ella.
Jill gime en mi boca estremeciéndose y cediendo ante su orgasmo, puedo sentirla palpitando sobre mi miembro para luego mojarse aún más de lo que ya estaba, lo que hace vibrar y saber que no aguantare más tiempo.
-Creo que voy a venirme. Admití rompiendo el beso. Esperando su aprobación para venirme dentro de ella, ya que por cómo están las cosas entre nosotros no sé si es lo que ella desea.
-Hazlo quiero sentirlo, quiero sentir cómo te vienes dentro de mí. Susurra ella cerca de mi oído y es todo lo que necesito para explotar dejándome caer sobre su cuello.
Me quedé sin aliento, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Sentía una mezcla de éxtasis y agotamiento después de haberme entregado por completo a ella. Cada fibra de mi ser estaba impregnada de su presencia, de su aroma embriagador y su calor reconfortante.
Con un suspiro de satisfacción, me enderecé ligeramente para poder mirar a Jill a los ojos. -Extrañaba esto. Le confesé, tratando de transmitirle todo lo que sentía en ese momento.
Ella me devolvió la mirada con ternura, sus ojos brillando con emociones compartidas. -Yo también.
-Creo que deberíamos vestirnos. Dije sin dejar de mirarla a los ojos. Jill asintió y se alejó un poco, tomando sus prendas y comenzando a vestirse.
Yo me dediqué a ponerme los pantalones con rapidez, tratando de recuperar un poco de compostura después de nuestro momento íntimo.
Me acerqué a ella, sintiendo una dulce calidez en mi pecho al verla allí, vulnerable pero hermosa, vistiendo solo una expresión de serenidad en su rostro. Le ofrecí su camisa y ella me miró con gratitud antes de deslizarla con suavidad sobre sus hombros.
Después de ayudar a Jill, me puse mi propia camisa, pero antes de abotonar un sonido capto mi atención, provenía del radio de Jill. Se encontraba en el suelo, vibrando con insistencia mientras la luz roja parpadeaba, indicando una llamada entrante.
En el identificador aparecía el nombre del radio de Kevin Ryman. ¿Por qué Kevin estaba llamando a Jill ahora?
Miré a Jill, quien parecía sorprendida por la llamada entrante. Nuestros ojos se encontraron brevemente, antes que ella cortara la llamada.
-¿Todo bien?. Pregunté, tratando de ocultar la punzada de celos que sentía ante la llamada de Kevin.
Jill asintió con rapidez. -Sí, solo era Kevin. Probablemente solo necesitaba algo relacionado con el trabajo.
Fruncí el ceño ligeramente. - ¿Por qué te llamaría Kevin en un momento como este? Pregunté, luchando por mantener mi tono neutral.
-No lo sé, tal vez necesitaba algo urgente. Respondió, sus palabras sonaban poco convincentes incluso para ella misma.
Mis palabras salieron cargadas de un veneno que apenas podía contener. No quería admitirlo, pero los celos me estaban consumiendo por dentro, devorando cualquier rastro de racionalidad que pudiera quedar en mí.
-Seguramente Kevin te está llamando para aclarar detalles de la cita que tendrás con él.
Jill me miró con sorpresa, evidentemente afectada por mi brusquedad. Sus ojos reflejaban una mezcla de confusión y molestia, y por un momento, me odié a mí mismo por causarle ese dolor.
-Chris, no es lo que estás pensando. Dijo ella con voz tranquila, tratando de calmar mis temores. -Kevin solo me llamaba para discutir un asunto relacionado con el trabajo, nada más.
Pero las palabras de Jill no lograron disipar mis sospechas. Una parte de mí quería creer en ella, quería confiar en que no había nada entre ella y Kevin más allá de la amistad y la colaboración profesional. Pero otra parte, la parte más oscura y temerosa de mi ser, seguía alimentando las llamas del descontento y la desconfianza.
-No me importa. Respondí con brusquedad, girando bruscamente para alejarme de ella. -Debemos irnos, tienes que llegar temprano a tu cita con Kevin.
-¡Eres un idiota! Me espetó Jill, su voz cargada de frustración y enojo.
-Eres tú quien va a ver a otro después de hacer el amor conmigo. Dije con amargura.
Jill me miró con incredulidad. -No puedo creer que pienses eso de mí. Dijo en un susurro cargado de tristeza.
-¿Qué quieres que piense? Me duele ver cómo haces estas cosas. Parece que disfrutas lastimarme, pero porque con él, ¿por qué precisamente con Kevin? Es otro miembro de la comisaría. ¿Por qué no pudiste elegir a alguien más, alguien que no esté tan involucrado en nuestras vidas?
-Chris, tú no tienes derecho a decir absolutamente nada, porque si a dobles caras vamos tú eres el maestro, el especialista en eso. Responde Jill con firmeza.
- ¿A qué te refieres? Pregunte intentando mantener cautela.
- ¿Cómo te atreves a reclamarme algo cuando tú te has estado acostando con otras mujeres? ¿Acaso olvidas que mientras estábamos juntos, tú estabas con otra mujer? Quién sabe con cuántas más. Y para no ir tan lejos, esta mañana llegaste con la secretaria de Irons en el mismo carro. Dice con amargura. -No tengo que ser un genio para adivinar lo que pasó entre ustedes anoche.
Sus palabras me golpean con fuerza, y sé que es el momento de confrontarla, por fin puedo reclamarle su engañó. Sé que no puedo seguir evitando la verdad. Es hora de enfrentar la realidad y espero con eso pueda encontrar algo de paz.
