Departamento de Jill Raccoon City 8:50 P.M. Viernes 25 de Julio de 1997

Chris me miró con una expresión llena de apoyo. Sus ojos reflejaban una mezcla de admiración y solidaridad mientras escuchaba atentamente mi relato.

-Jill, no puedo ni imaginar todo lo que has pasado". Dijo Chris con voz suave. -Pero quiero que sepas que admiro tu fuerza y tu valentía para enfrentar todo eso y seguir adelante. Estoy seguro de que Jackson estaría orgulloso de ti.

-Aprecio mucho tu comprensión, Chris. Respondí con gratitud, sintiendo un alivio momentáneo al compartir mi carga emocional con él.

Chris me miró con curiosidad, su expresión reflejaba una mezcla de interés y preocupación. -¿Por qué nunca me hablaste de esto antes? Preguntó con ternura en su voz.

Suspiré, sintiendo el peso de mis recuerdos mientras buscaba las palabras adecuadas para explicarme. -Es difícil, Chris. Esas son heridas que nunca cicatrizan completamente. Hablar de ello... es doloroso.

Chris asintió comprensivamente. -Lo entiendo, Jill, hay cosas que nunca se olvidan solo se aprende a vivir con ello, pero sabes que estoy aquí junto a ti para apoyarte en todo lo que necesites. Te juro que nunca volverás a estar sola porque yo siempre estaré para ti mi amor.

-Gracias Chris. Susurre mientras posaba mi mano sobre la mejilla de Chris, sintiendo su calor bajo mis dedos. Él respondió con un beso suave en la palma de mi mano, inundándome de ternura. Luego, sin decir una palabra, lo sujeté con suavidad y lo besé.

Chris correspondió al beso con la misma intensidad, dejando que sus labios se encontraran con los míos cargados de emoción y amor. Luego, apartándose ligeramente, me miró a los ojos con sinceridad y confesó:

-Jill, quiero pedirte disculpas. Comenzó Chris con voz suave, sus palabras resonando en el silencio que nos rodeaba. -Fui un completo idiota al pensar que tenías un amante. No sé en qué estaba pensando y lamento haber dudado de ti.

-Chris, no entiendo por qué dudaste de mí. Por qué no me buscaste para pedirme explicación. Tan poco te importo que decidiste terminar sin siquiera escuchar mi versión de lo ocurrido. Expresé con voz firme, mirándolo a los ojos con una mezcla de confusión y decepción.

Él bajó la mirada por un momento antes de responder: -Lo siento, Jill. Fui un estúpido al pensar que podías traicionarme. Pero, ¿sabes? Me alejé y no te busqué para aclarar las cosas por la misma razón que tú no lo hiciste cuando creíste que yo me había acostado con otra mujer.

Mi corazón dio un vuelco al escuchar sus palabras, haciéndome reflexionar sobre nuestras acciones y reacciones. -Quizás tengas razón. Admití con humildad, sintiendo un nudo en la garganta. -Ambos cometimos errores y dejamos que nuestros miedos se interpusieran en nuestra relación.

Chris suspiró. -Estaba demasiado dolido como para confrontarte en ese momento. Además tenía mucho miedo de perderte para siempre. El solo pensamiento de alejarte de mí me aterraba, y preferí guardar silencio. Además, me consumían los celos cada vez que pensaba que podrías estar viéndote con alguien más. Confesó con franqueza.

Mis labios temblaron mientras luchaba por reunir el coraje necesario para confesar mis propios miedos y celos. Finalmente, con un suspiro entrecortado, dejé escapar la verdad que había estado guardando dentro de mí durante tanto tiempo.

-Chris, también me moría de celos. Me atormentaba la idea de que estuvieras acostándote con otras mujeres, dándoles todo lo que un día me diste a mí.

-Jill, eso jamás. Aseguró con firmeza, sus palabras resonando en el espacio entre nosotros. -Nunca he vuelto a tocar a ninguna mujer que no seas tú. Y aunque lo hiciera, estoy seguro de que lo que te doy a ti cuando hacemos el amor, nunca se lo daría a nadie más. Nunca volveré a entregarme con tanta pasión y amor como lo hago contigo. Puedes estar segura de eso.

-Chris, se honesto conmigo. ¿Mientras estuvimos separados... estuviste con otra mujer?

Me miró directamente a los ojos, su expresión sincera y decidida. -No, Jill. Respondió con firmeza. -Hubo una vez que fui a un bar y una mujer se me insinuó, pero la rechacé.

La curiosidad me invadió. -¿Por qué la rechazaste? Pregunté, esperando comprender sus motivos.

-Porque simplemente no era correcto. Admitió Chris, sus ojos reflejando su honestidad. -Aunque estábamos separados, mi corazón siempre te perteneció a ti.

-¿Deseabas acostarte con ella? Pregunté con cautela, necesitando saber la verdad.

Chris tomó mi mano con ternura. -Jill, la única mujer con la que he deseado acostarme en todo este tiempo eres tú. Aunque estuviera con esa mujer, no habría significado nada para mí. Mi deseo siempre ha sido estar contigo.

Sus palabras calaron profundamente en mi corazón, disipando cualquier rastro de duda o inseguridad. Me abrazó con fuerza, su amor envolviéndome y nos mantuvimos así mucho tiempo hasta que él rompió el silencio.

-¿Y tú, Jill? Su voz sonó suave, llena de curiosidad y un ligero temblor de ansiedad. -¿Estuviste con algún otro hombre mientras estábamos separados?

Negué con la cabeza. -No, Chris. No hubo nadie más.

-¿Y qué hay de Kevin? Su tono era cauteloso mientras formulaba la pregunta.

-Nunca pasó nada con él. Ni siquiera nos besamos.

Una expresión de alivio cruzó su rostro. -Me alegra escuchar eso. Gracias por aclararlo y por ser honesta conmigo. Significa mucho para mí.

-También me alegra saber que no estuviste con nadie más. Y sobre mis reclamos por verte con Verónica... Lo siento por haber pensado mal.

Chris negó con la cabeza. -No, Jill, no tienes por qué disculparte. Pero déjame aclararte que Verónica y yo no teníamos nada. La vez que nos viste llegar juntos fue solo porque la encontré de casualidad y le ofrecí llevarla al trabajo. No fue porque hayamos dormido juntos ni nada por el estilo.

-Un día antes los vi coquetear. Repliqué con tono celoso. -Así que es normal que pensara lo peor.

Chris suspiro. -Jill, te lo aseguro, yo no coqueteaba con ella. Solo intentaba ser amable.

-¿Amable? Repetí con escepticismo, cruzando los brazos sobre el pecho.

-¡Estás Celosa! Exclamó Chris con una sonrisa.

-Sí, mucho. Admití con sinceridad. -Me moría de celos cada vez que los veía hablando o cuando te veía mirándola. Estaba tan cerca de ti que lo único que quería era alejarla, pero me tuve que contener para no quedar en evidencia.

-Sabes, me pasaba lo mismo cuando te veía cerca de Kevin. Me daban ganas de ir y besarte frente a todos para que se den cuenta de que te amo, pero luego pensaba que quizás tú no sentías lo mismo, y eso me hacía sentir miserable.

-Chris, escúchame bien. Jamás dejaré de amarte. Eres el único hombre con el que quiero estar. Y lamento mucho haberte hecho creer que tenía algo con Kevin. Fue un error, y me duele saber que te hice sentir así.

-Olvida eso ya no tiene importancia, lo que importa es que estamos aclarando las cosas. Sabes quiero disculparme por cómo me comporté en las montañas luego de que hicimos el amor. Estaba tan feliz por haber estado contigo, por creer que íbamos a regresar a estar juntos, que cuando vi la llamada de Kevin, me volví loco de celos. Me consumió la idea de que alguien más pudiera tener tu atención, y cuando tú lo defendiste, me dejé llevar por la rabia y los celos. Lo siento mucho, Jill. No debería haber reaccionado así. Fue injusto para ti, y no quiero que ese momento tan especial se haya visto empañado por mis celos irracionales.

-Chris, esa vez también estaba feliz. Comencé, buscando las palabras adecuadas para expresarme. -Creí que habíamos arreglado las cosas entre nosotros, pero me lastimaste con lo que dijiste, sobre todo al pensar que después de haberme entregado a ti, sería capaz de buscar a otro.

Él bajó la mirada. -Soy un imbécil. Murmuró con pesar, y yo asentí suavemente. -Sí, lo eres. Admití, pero luego añadí con un suspiro, -Pero no te preocupes. A pesar de todo, te amo.

Sus ojos se llenaron de emoción al escuchar mis palabras. -Ese momento que compartimos en las montañas... Lo guardo como algo mágico. Añadí con una sonrisa, recordando la belleza de aquel instante a pesar de las complicaciones que le siguieron.

-Te prometo que nunca más volveré a comportarme de esa manera. No te imaginas cuánto me alegra saber que volvemos a estar juntos- Dijo con suavidad, acercándose para besarme con ternura. Sus labios encontraron los míos en un suave encuentro cargado de emociones contenidas.

Luego, apartándose apenas para susurrarme al oído, dejó escapar las palabras que tanto había anhelado escuchar: -Te he extrañado tanto en el tiempo que estuvimos separados.

Chris volvió a acercarse y nuestros labios se encontraron una vez más en un beso. La suavidad inicial dio paso a una pasión creciente, y nuestros besos se volvieron más intensos y ardientes con cada roce. Cada contacto parecía encender una chispa dentro de nosotros, avivando el fuego de nuestro deseo compartido.

Me separé ligeramente de Chris, muestras miradas brillaban con complicidad mientras dirigí la vista hacia el enorme bulto que salía del pantalón de Chris. Y mis dedos rozaron sutilmente su erección. -Puedo notar cuánto me has extrañado. Susurre con una sonrisa traviesa.

Chris me miró con deseo, pero su expresión también reflejaba respeto y ternura. -Te deseo más de lo que puedes imaginar, pero si prefieres esperar, lo entenderé. Respondió con gentileza, acariciando mi mejilla con suavidad.

-También te deseo, Chris. Y ansío sentirte dentro de mí. Mi mano se deslizó por el torso de Chris con delicadeza. -Además si me entregué a ti en medio del bosque, por supuesto que lo haré aquí.

Chris asintió con una sonrisa, su mirada llena de deseo y amor. -Entonces, ¿qué esperamos? Murmuró antes de volver a besarme con pasión.

Los besos son cada vez más apasionados Chris sabe perfectamente bien cómo besarme, la forma en la que mueve los labios, la lengua, hasta la forma en la que se detiene para morderme el labio con suavidad, para luego volver a besarme con la misma pasión que me enloquece.

Chris se movió para quitarse el chaleco de S.T.A.R.S e ir desabrochando con habilidad los botones de su camisa mientras nuestros labios seguían buscándose en un beso apasionado. Con cada botón que deshacía, sentía cómo su piel se erizaba de anticipación, anhelando el contacto directo con mi piel.

Mientras tanto mis manos acariciaban su pecho y abdomen, sintiendo cómo su cuerpo musculoso se revelaba bajo mis dedos. Sus manos me despojaron de la camisa de S.T.A.R.S. Y recorrieron mi espalda con suavidad, deslizando la camisa hasta que finalmente cayó al suelo, dejando mi piel al descubierto para sus ojos deseosos.

Chris se detuvo por un momento para admirar mi figura, sus ojos brillando con deseo y adoración. Entonces, con un gesto gentil, me condujo hacia el sofá, donde me senté mientras él se arrodillaba frente a mí.

Con manos diestras, desabrochó el cinturón de mi pantalón y lo deslizó por mis caderas, dejando al descubierto la piel suave y tersa de mis piernas. Luego, con un toque de reverencia, me quitó los zapatos, dejándolos caer al suelo.

Mis manos desabrochaban el cinturón y el botón de su pantalón con habilidad, sintiendo lo duro que está aunque no me sorprende, así que lo despojo de sus pantalones. Chris dejó escapar un suspiro entrecortado, su respiración entrecortada por la excitación mientras me miraba con ojos llenos de deseo y pasión.

Sin perder tiempo, él se movió hacia mí, frotando su cuerpo contra el mío. Sentí el roce de su erección contra mi intimidad, enviando oleadas de electricidad a través de cada fibra de mí ser.

Luego, con un gesto decidido, Chris me levantó en sus brazos, envolviéndome con fuerza mientras nos dirigíamos hacia la habitación. Mis piernas se enrollaron alrededor de su cintura, sintiendo la fuerza de su cuerpo sosteniéndome con seguridad mientras avanzábamos hacia nuestro destino.

Con cuidado, Chris me acomodó suavemente en la cama, como si fuera una preciosa joya que debía ser tratada con delicadeza. Mis ojos encontraron los suyos, centelleando con una mezcla de deseo y ternura mientras él deslizaba sus manos por mi cuerpo, despojándome lentamente de mi ropa interior, dejando mi piel al descubierto ante su mirada ardiente.

Su mano sube entre mis piernas para acariciar mi intimidad lo que me hace gemir ante su tacto, con su otra mano acarició suavemente mi piel, su aliento cálido rozando mi oído mientras me susurraba. -Estás tan mojada, mi amor. Estás lista para mí. Murmuró con voz ronca, sus dedos trazando suaves círculos sobre mi intimidad.

Una ola de calor y excitación me envolvió, y mis labios encontraron los suyos en un beso hambriento y lleno de pasión. -Hazme tuya, Chris. Susurré entre gemidos, mis manos aferrándose a él con desesperación. -Hazme sentir completamente tuya.

Luego, con un gesto decidido, Chris se deshizo de sus boxers, liberando su erección palpitante mientras se unía a mí en la cama.

Se colocó entre mis piernas y puedo sentir a la perfección su miembro rozando mi intimidad lo que me hace jadear, él entra de golpe hasta el fondo lo que me hace gemir y arquear un poco la espalda.

Él comienza con sus embestidas son fuertes y se sienten tan bien, son tan intensas que envuelvo mis piernas alrededor de su cadera para sentirlo más cerca, sentir aún más de él aunque ya no creo que sea posible.

En este momento, somos uno solo, entregados por completo el uno al otro. Sus labios encontraron los míos en un beso ardiente y profundo, pero que se ve interrumpido por la falta de aire y el movimiento, Chris aumenta sus embestidas y se siente tan bien tenerlo dentro de mí. Sé que el orgasmo está cerca así que me aferro a su espalda.

Él me susurra al oído: -Se siente tan húmedo y caliente dentro de ti que me vuelves loco.

-Tú me estás enloqueciendo estoy a punto de…

-Hazlo termina para mí y yo terminaré para para luego aumentar el ritmo de sus embestidas mientras yo me aferro a su espalda con fuerza y siento cómo el orgasmo se hace presente en una explosión de sensaciones que se expande en cada fibra de mi cuerpo.

Él continúa con sus embestidas hasta que con un gemido de satisfacción, se derramó dentro de mí. Puedo sentirlo palpitando dentro mí mientras su cálida semilla me llena.

Con respiración entrecortada, Chris se acomodó a mi lado, su rostro iluminado por la felicidad y el amor. Me miró con ternura y sinceridad en sus ojos, y sus palabras resonaron en el silencio cargado de emoción.

-Jill, no tienes idea de lo mucho que te amo. Dijo con voz suave, su mirada intensa. Estar contigo es lo mejor que me ha pasado en la vida, y no hay nada que desee más que seguir compartiendo cada momento a tu lado.

Es tan lindo mi mente no puede evitar pensar en lo afortunada que soy de tener a Chris a mi lado. Él siempre me trataba como una reina, siempre vela por mi bienestar y se entregaba a mí con una pasión que me deja sin aliento.

Cada vez que estamos juntos, es como si el mundo desapareciera a nuestro alrededor, dejándonos a solas con nuestros sentimientos más profundos y nuestras emociones más intensas. Y en esos momentos, me siento completa, amada y cuidada por él de una manera que nunca antes había experimentado.

-Y tú no tienes idea de lo afortunada que soy de tenerte a mi lado. Estar contigo es todo lo que deseo, Chris. Eres mi todo.

Nos quedamos en silencio por un momento, envueltos en el amor y la felicidad compartida. Sabía que estando juntos, éramos invencibles, y no había nada que pudiera interponerse en nuestro camino. Juntos, éramos más fuertes, más felices, y más completos, y no había nada en el mundo que pudiera separarnos.