Departamento de Jill Raccoon City 8:30 A.M. Sábado 26 de Julio de 1997

Desperté con la luz del sol filtrándose por las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Con cuidado para no despertar a Chris, me giré hacia él y lo vi dormir profundamente a mi lado. Su rostro tranquilo y relajado me llenó de amor, y una sonrisa se formó en mis labios mientras lo observaba.

Aún estaba desnudo, su pecho desnudo subía y bajaba con cada respiración tranquila. Con delicadeza, pasé mis dedos por su pecho, sintiendo el latido de su corazón bajo mi toque.

Inclinándome hacia él, deposité un beso suave en sus labios dormidos, sintiendo el roce cálido y reconfortante. Sus labios respondieron ligeramente al contacto, como si sintieran mi presencia incluso en el sueño. Me quedé allí un momento más, perdida en la tranquilidad de ese momento, agradecida por tener a Chris a mi lado, en cuerpo y alma.

Con suavidad, deslicé mi brazo alrededor de su torso, abrazando sus abdominales con ternura mientras mi cabeza descansaba en su pecho. Sentí la calidez de su piel bajo mi mano, la familiaridad reconfortante de su presencia a mi lado. Un suspiro escapó de mis labios mientras cerraba los ojos y me sumergía en el abrazo reconfortante de Chris.

Extrañaba tanto dormir junto a él, sentir su cercanía y su amor envolviéndome. No sé cómo había aguantado tanto tiempo sin él, sin sus brazos fuertes abrazándome y su amor llenándome el alma de alegría y felicidad. Cada momento lejos de él había sido una eternidad, una espera interminable para volver a estar juntos.

Pero ahora, en este momento, me sentía completa. Con Chris a mi lado, todo parecía estar en su lugar, como si finalmente hubiéramos encontrado nuestro camino de regreso el uno al otro. Respiré profundamente, inhalando su aroma familiar y dejándome envolver por la paz y la serenidad de estar junto a él.

También observé con una sonrisa su erección matutina, un recordatorio vívido de su deseo por mí, de su pasión que no conocía límites. Esa era otra de las cosas que extrañaba: despertar junto a él y ser recibida por esa manifestación física de su amor y deseo. Era reconfortante y excitante a la vez, saber que incluso en el sueño, su cuerpo anhelaba el mío. Esa conexión íntima, esa chispa entre nosotros, era algo que había echado de menos cada día que habíamos estado separados.

Por un momento, la tentación de despertarlo y entregarme a él era abrumadora, pero a la vez, me parecía un crimen interrumpir su sueño tranquilo. Chris lucía tan pacífico, tan hermoso en su descanso, que decidí no interferir y dejar que siguiera durmiendo placenteramente. Opté por disfrutar de ese momento de calma, sabiendo que aún tendríamos todo el día por delante para amarnos.

Aunque antes de sucumbir a la tentación mejor decidí levantarme con cuidado para no perturbar su sueño y dirigirme al baño. El agua tibia de la ducha caía sobre mi piel, reconfortándome y ayudándome a despejar mi mente. Cerré los ojos y dejé que el agua me envolviera hasta que sentí el calor de su cuerpo detrás de mí y su aliento suave rozando mi mejilla. Chris había entrado a la ducha, y su presencia me hizo sonreír instintivamente. Sus brazos rodearon mi cintura, atrayéndome hacia él en un abrazo.

-Buenos días, preciosa. Susurró Chris con voz ronca, depositando un beso suave en mi mejilla. El contacto de sus labios contra mi piel envió un escalofrío de placer a través de mí, y me acurruqué más cerca de su cuerpo.

-Buenos días, amor. Respondí, girando ligeramente para poder mirarlo a los ojos. La ternura en su mirada me hizo sentir amada y protegida, y me perdí en el brillo cálido de sus hermosos ojos azules.

Chris me sostuvo con suavidad, como si nunca quisiera dejarme ir, y me quedé allí, disfrutando del calor de su abrazo y la sensación reconfortante de estar en sus brazos una vez más.

-¿Por qué no me despertaste? Preguntó Chris con una sonrisa traviesa, rompiendo el silencio de la ducha. Su voz resonó suavemente en el pequeño espacio, llenándolo con su calidez.

-Lo siento, pensé que necesitabas dormir un poco más. Respondí, girando para enfrentarlo. -No quería molestarte.

Chris sonrió, acariciando suavemente mi mejilla con el pulgar. -Me preocupé cuando desperté y no te vi a mi lado. Pero cuando escuché la ducha, supe que estabas bien. Y pensé en darte una sorpresa.

Una sonrisa juguetona apareció en mis labios mientras lo miraba con curiosidad. -¿Qué tipo de sorpresa?

-No te lo imaginas. Respondió enigmáticamente, antes de darme un rápido beso en los labios. -¿Quieres que te enjabone la espalda?

Asentí con entusiasmo, dejando que el agua caliente nos envolviera mientras disfrutábamos de nuestro momento juntos en la ducha.

Chris extendió con cuidado el jabón por mi espalda, sus manos fuertes y seguras moviéndose con suavidad sobre mi piel. Cada roce era una caricia que me hacía estremecer de placer.

Sentí su dureza presionando contra mi muslo, una sensación que me hizo inhalar profundamente. Su cercanía me inundaba de un deseo ardiente que me hacía anhelar más de él.

-Chris... Murmuré su nombre, dejando escapar un suspiro involuntario mientras sus manos continuaban su suave masaje.

Mis sentidos se agudizaron ante el toque experto de Chris, que ahora se aventuraba hacia mi intimidad con una destreza que me dejaba sin aliento. Sus manos, hábiles y firmes, exploraban cada centímetro de mi piel, provocando oleadas de placer que recorrían todo mi ser.

Sus labios encontraron mi cuello y hombros, besándolos con una pasión desbordante que me hacía temblar de deseo.

Gemí suavemente cuando su mano encontró mi centro, sus dedos expertos acariciándome con delicadeza y firmeza al mismo tiempo. El placer se intensificó con cada roce, haciéndome arquear la espalda y mí cuerpo respondió instintivamente, buscando más de su toque. Me pegué más a él, sintiendo su cuerpo firme contra el mío mientras nos movíamos al compás del deseo.

Nuestros cuerpos se presionaron contra la pared de la ducha quedando a espaldas de él, la lluvia de agua caliente cayendo sobre nosotros y mezclándose con nuestros suspiros entrelazados.

Al sentir un qué Chris introdujo un dedo en mi interior, mis manos se aferraron a los hombros de él, buscando anclarme a él mientras me dejaba llevar por la oleada de sensaciones que me embriagaban. Su dedo se movía dentro de mí con una destreza exquisita, provocando oleadas de placer que se extendían por todo mí ser.

Con habilidad, introdujo dos dedos más en mi intimidad, llevándome al éxtasis con cada movimiento.

El placer se volvió aumento mientras me dejaba llevar por las sensaciones que recorrían mi cuerpo. Mis gemidos se mezclaron con el sonido del agua de la ducha, creando una sinfonía de pasión y deseo que nos envolvía por completo.

Chris continuó acariciándome con devoción, llevándome cada vez más cerca del borde del placer. Y cuando finalmente llegué al orgasmo, fue como si el mundo entero se detuviera por un instante.

Mis sentidos se vieron inundados por una explosión de placer, y me aferré a Chris con fuerza mientras las olas de éxtasis me envolvían por completo.

Chris me besó dulcemente el hombro mientras yo me recuperaba del orgasmo que acababa de experimentar. Con un susurro suave, le expresé lo que sentía: -Eso fue increíble.

Él asintió con una sonrisa en los labios, sus ojos brillaban con ternura mientras me acariciaba con suavidad. -Me alegra que te haya gustado. Quiero que cada momento que compartamos sea especial para ti.

Sonreí traviesamente, mirando a Chris. -Ahora es mi turno de darte una sorpresa. Le dije con un brillo travieso en los ojos.

Chris me miró curioso. -¿Qué estás tramando?

Sin decir nada me incliné hacia él y tomé su erección entre mis manos, sintiendo su pulso acelerado bajo mis dedos. Lo llevé a mi boca con delicadeza, decidida a darle placer.

Los gemidos de sorpresa y placer de Chris llenaron el espacio mientras me entregaba a complacerlo con movimientos suaves. Cada succión, cada roce de mi lengua, lo llevaba más cerca del éxtasis, y yo me entregaba por completo a darle placer.

Podía sentir cómo respondía a cada uno de mis movimientos, y eso solo me incentivaba a continuar con más pasión. Me dejé llevar por el deseo de verlo terminar.

Chris soltó un gemido de placer mientras se dejaba llevar por las sensaciones que le brindaba mi boca. Entre susurros entrecortados, expresó: -Se siente increíble no te imaginas lo mucho que disfruto cada caricia y cada movimiento.

Continué con mi tarea, decidida a llevarlo al límite del placer. Sus manos se aferraban al borde de la ducha mientras su cuerpo se tensaba con cada oleada de placer que lo recorría.

-Termina para mí. Susurré suavemente, deseando sentir su liberación, queriendo compartir ese momento de éxtasis con él. Mis palabras parecieron impulsarlo aún más, y con un gemido ronco, Chris alcanzó el clímax, liberando su placer en mi boca con un suspiro de satisfacción. Y yo sentí cómo llenaba mi boca con su esencia.

Una vez que se recuperó, nos miramos con complicidad, compartiendo una sonrisa cómplice que expresaba todo lo que no necesitábamos decir con palabras.

Nos abrazamos con ternura bajo el chorro de la ducha, sintiendo el agua tibia que nos envolvía. Chris me rodeó con sus brazos fuertes, y nos dimos besos tiernos en los labios, hombros y cuello, explorando cada centímetro de nuestra piel con suavidad y pasión.

Mis manos se deslizaron por su espalda, acariciando la suavidad de su piel mientras él dejaba suaves chupones en mis hombros, marcando nuestro momento de intimidad con pequeñas marcas que solo nosotros dos entenderíamos.

Mis labios se deslizaron suavemente por la piel de sus hombros, dejando pequeños chupones para dejarle un recordatorio de lo ocurrido. Chris dejó escapar un suspiro de placer, y me miró con complicidad.

-Estás marcándome como tuyo. Murmuró con una sonrisa juguetona.

-Así es. Respondí con una sonrisa traviesa. -Como tú lo estás haciendo conmigo.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Chris. -Siempre serás mía.

-Y tú siempre serás mío. Respondí con ternura, sintiendo mi corazón llenarse de amor y gratitud por tenerlo a mi lado.

Me siento aliviada que los chupones no hayan sido en el cuello porque al estar los chupones en los hombros. Nadie los notara fácilmente, y así no tendremos que dar explicaciones incómodas a nadie. Nos pertenecíamos el uno al otro en ese momento, y eso era todo lo que importaba.

Salimos de la ducha, y Chris me envolvió en una toalla con gentileza. Sentir su erección nuevamente me hizo sonreír, y no pude evitar comentar: -Eres increíble.

Él me miró con una chispa traviesa en los ojos y respondió con confianza: -Tú me pones así casi todo el tiempo.

Sonreí ante su comentario juguetón y le dije con picardía: -Bueno, ¿por qué no me dejas que te ayude a liberarte?

Chris asintió. -Es lo menos que puedes hacer, después de todo, siempre me pones duro. Admitió con complicidad.

-Quizás tengas razón. Respondí con una risita. -Pero también siempre te he ayudado a liberarte.

-De eso no tengo ninguna queja, siempre quedo muy complacido contigo.

Sonreí ante su elogio, sintiéndome feliz por su comentario aunque es algo que ya sabía siempre me alegra escuchar de sus labios que se siente complacido conmigo.

Chris me miró con una chispa traviesa en los ojos y, sin decir una palabra, me levantó en sus brazos y me llevó hacia la habitación. Nuestros cuerpos aún estaban húmedos por la ducha, pero eso no nos detuvo.

-Chris, no podemos acostarnos así, ensuciaremos todo. Le recordé mientras rodeaba su cuello con mis brazos.

Él solo sonrió. -Eso tiene solución.

Chris me levantó con firmeza y me colocó suavemente sobre una mesita de noche cerca de la cama. Con una mirada llena de deseo, se situó entre mis piernas, rozando su erección contra mi intimidad con una lentitud deliberada que hizo que mi corazón latiera con fuerza.

El roce de su miembro contra mi piel me envió escalofríos de placer, aumentando mi deseo y avivando el fuego entre nosotros.

Mis labios encontraron los suyos en un beso apasionado para luego susurrarle al oído: -Entra en mí de una vez.

Chris respondió a mis súplicas con una sola estocada, llenándome por completo con su presencia. Un gemido escapó de mis labios al sentirlo dentro de mí, uniendo nuestros cuerpos en un ardiente abrazo de pasión y deseo desenfrenado.

Con cada embestida, Chris me llenaba de placer, susurrándome al oído palabras cargadas de pasión. -Te deseo tanto, Jill. Murmuraba entre gemidos, su voz resonando en el aire cargado de lujuria. -Me encanta estar así contigo, entregándome por completo a nuestro amor. Eres todo para mí, y me vuelves loco.

Mis manos se aferraban a sus hombros, mis uñas arañando su piel con la intensidad del momento.

En cada embestida un torrente de placer que recorría mi cuerpo, haciéndome gemir su nombre en un eco de deseo.

Mis labios buscaron los suyos con ansias desenfrenadas mientras mis manos exploraban cada rincón de su cuerpo, sintiendo la pasión que fluía entre nosotros. -Quiero más de ti, Chris. Susurré entre gemidos, mis palabras mezclándose con los sonidos de nuestra entrega apasionada.

Chris respondió a mi deseo con embestidas aún más intensas, su fuerza y entrega me dejaban sin aliento. Sus manos recorrieron mi piel con una delicadeza y una ferocidad que me hacían temblar de placer.

El éxtasis nos envolvió mientras alcanzábamos el orgasmo sincronizadamente, nuestros cuerpos temblando de placer compartido. Un gemido escapó de mis labios mientras sentía cómo la semilla de Chris se derramaba dentro de mí, un torrente de sensaciones que me dejó sin aliento.

Nuestros corazones latían al unísono, el calor de nuestro amor fundiéndonos en un abrazo íntimo y eterno. Nos quedamos unidos en el éxtasis del momento, el tiempo pareciendo detenerse a nuestro alrededor mientras nos sumergíamos en la dicha del placer compartido.

Chris continuó besándome con pasión, sus labios buscando los míos en un ardiente encuentro que nos dejó sin aliento. Correspondí sus besos con la misma intensidad, sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío mientras lo rodeaba con mis brazos, aferrándome a él por los hombros.

Con delicadeza y ternura, Chris se retiró lentamente de mi interior, una sensación de pérdida momentánea se apoderó de mí, pero fue reemplazada por la anticipación de lo que vendría a continuación. Me levantó en sus fuertes brazos y me colocó con suavidad en la cama, situándose él encima de mí.

Chris me miró con ternura, sus ojos brillaban con emoción mientras acariciaba mi rostro con suavidad. -Jill, nunca me cansaré de estar así contigo. Susurró con sinceridad, su voz llena de amor. -Eres la mujer de mi vida, y cada momento a tu lado es un regalo.

Sonreí ante sus palabras, sintiendo mi corazón llenarse de felicidad. -Yo tampoco me cansaré nunca de estar contigo, Chris. Respondí con dulzura, acariciando su mejilla con ternura. -Espero que nunca volvamos a pelear, pero si lo hacemos, al menos sabemos que las reconciliaciones son lo mejor de todo.

Chris asintió con una sonrisa, sus ojos reflejaban confianza y amor. -Tienes razón. Y si todas nuestras reconciliaciones van a ser así no me importaría pelear eternamente contigo.

Sonreí ante la dulce complicidad entre nosotros, agradecida por el sentido del humor de Chris. Sus labios encontraron los míos en un beso suave y tierno, pero nuestro momento se vio interrumpido porque la puerta del cuarto de abrió de golpe.

-Jill, ¿por qué hay ropa tirada por todas partes? Preguntó, una voz que conocí de inmediato se trataba de Julián quien enrojeció de ira al ver la escena frente a sus ojos. Mis ojos se abrieron de par en par ante su reacción, mientras Chris y yo nos cubríamos instintivamente con las sábanas, sintiendo el peso de su mirada acusadora sobre nosotros.

-¡Jillian Natasha Valentine, qué diablos significa esto! Gritó Julián, su voz resonando en la habitación con una furia incontenible.