Disclaimer: Los personajes que reconozcáis y el universo le pertenecen a JK Rowling.
Solo la trama es mía.
No obtengo ningún beneficio económico ni lucrativo de algún tipo al escribir este fic.
Aviso: Este fic forma parte del juego Drabble tag del foro Hogwarts a través de los años.
Elegí las condiciones Segunda generación y Grageas de todos los sabores.
Cómo molestar a un Slytherin.
-¿En serio tengo que taparme los ojos? Si me quitas las gafas no veo nada.
-No protestes, Harry. Dijiste que haríamos lo que yo quisiera.
-Vas a venderme a tus compañeros de casa, ¿verdad? Tenéis planeado un ritual horrible en el que me cortaréis en pedacitos para comerlos y conseguir mi fuerza...
-Por Salazar, Harry. ¿Has estado leyendo el diario de Bulpécula Black otra vez? Porque nosotros no hacemos eso. Te desangraremos y nos bañaremos en tu sangre. Luego tomarás pociones restaurativas y nadie se enterará de lo que ha pasado.
Harry vio a un niño de tercero de Ravenclaw salir corriendo. No sabía si iba a investigar si los rituales eran reales o si Theo le había aterrorizado.
-Tenemos el peor humor del mundo. -Potter declaró. -¿Crees que hemos traumatizado a ese chico?
-Espero que sí.
-¡Theo!
-¿Qué? No debería escuchar conversaciones privadas. Ahora deja de distraerme y tápate los ojos. La última vez los abriste así que no, no puedes simplemente cerrarlos.
-Ay, lo que hago por amor. -Harry suspiró.
Se cubrió los ojos y se dejó llevar a su trágico final. Sería horrible y escribirían crónicas sobre ello en El Profeta.
No hubo rituales. Los amigos de Theo les habían invitado a un juego de cartas donde las fichas eran grageas de todos los sabores.
-¡Blaise! ¡Deja de comértelas, no son para eso. -Greengrass gruñó.
-Técnicamente lo son. -Harry comentó.
Ante la mirada odiosa de la chica, levantó una y se la comió.
Sabía a pescado podrido pero siguió masticando sin quitar la mirada de los ojos de Greengrass. Luego le robó una a Malfoy porque el juego de cartas era aburrido y molestar al rubio dramático era más divertido.
-Esa era mía, Potter.
-Era. Ahora es mía. Aunque... -Se la sacó de la boca y se la tendió.
-¡Qué asquerosidad! ¿Es que te han criado animales?
-Oye, ¿serás desagradecido? ¿Tú sabes cuánto valdría esta gragea? Está mordida por mí y tiene mi saliva. Es objeto de coleccionista.
-Eres repugnante. Aleja eso de mí.
-Harry, cómetela. -Theo suspiró. -No quieres que nadie tenga saliva, sangre, pelo, piel, uñas ni semen tuyo. Con pociones se pueden hacer muchas cosas.
-¿Rituales nefastos? Eso me interesa.
-Estás obsesionado con eso. Creo que voy a hablar con tu padrino para que esconda esos diarios.
-No me quites mi diversión, Theodore Cantankerous Nott.
-No me llamo así. Y deja de robar mis grageas azules.
-Te estoy dando mis rojas a cambio. Estoy siendo bueno. ¿Y si jugamos a un juego muggle?
-¡No! -Malfoy gruñó.
-¡Sí! -Zabini se animó.
Harry aplaudió.
-Bien. Jugaremos. Se llama Yo nunca. Se hace con bebidas, pero lo haremos con grageas porque es divertido y algunas son repugnantes.
-No hemos dicho que queramos jugar. -Crabbe bufó.
-Vale, pues quien no quiera, que juegue a ese aburridísimo juego de cartas. Los demás haremos algo interesante.
-Explica el juego, Potter. -Zabini pidió.
-Bien. Uno dice algo y quien lo haya hecho, come una gragea. Por ejemplo: Yo nunca he sido un hurón. -Sonrió mucho.
