Disclaimer: Los personajes de Candy no me pertenecen sino le pertenecen a Kioko Mishuki y Yumiko Igarashi, y la historia Corazón Salvaje no me pertenece sino a la escritora mexicana Caridad Bravo Adams. Este fic es hecho con fines recreativos no pretendo buscar ningún tipo de remuneración o reconocimiento, simplemente lo comparto con ustedes porque realmente me gusta la historia y los personajes de Candy.

¡Holaaaa! Yo de nuevo por aquí después de tres semanas, por lo que veo tuvo buena aceptación el fic ¡Yupiiii! —Brinca de felicidad porque de verdad le gusta esta historia— Estoy muy feliz porque les guste.

Bueno en este capítulo veremos la continuación del anterior y sucesos posteriores de Corazón Salvaje con Candy y Terry.

La historia tendrá tres partes como la trilogía original, " Eliza (Aimé) Terry (Juan)", de ahí viene la parte más romántica "Candy (Mónica) y Terry (Juan)" y la última el desenlace y final de "Terry (Juan del diablo)" versión (Terry Pirata)

Primera Parte...

capítulo 8

Terry, se dirigió a la casa de Eliza, ya que no podía vivir sin ella, pero se tomo la sorpresa de ver a Anthony junto con su amigo Neal a la mansión Andrew.

_Por favor amigo, mientras Candy siga con su vocación religiosa, ni se te ocurra acercarte a ella.

_Pero no me dijiste que me ibas a presentar y hacer todo lo posible para que sea mi esposa.

_Si, amigo, pero ahora esta con su vocación religiosa, no puedes hacerle una broma del mal gusto.

_Solo deseo conocerla, nada más, soy un caballero

_Confió en ti…

Anthony, se acerca a la puerta y se escucha un sonido... la empleada Dorothi le abre la puerta.

_Bienvenido joven Anthony.

_Pasa Anthony- dijo Eliza contenta, presentándose en la sala con un lindo vestido rosado, elegante, de la moda de Francia, era un poco atrevido ya que en Francia era mas adelantado, pero decente y zapatitos de cristales blancos, con su lindo pelo suelto y majillaje natural.

_Hola amor, te tengo una sorpresa..

_Neal, que gusto verte

_¿Como esta la mujer mas hermosa de Mayame?- dijo saludándola, besando la mano.

_Bien Neil

_Felicidades, por el compromiso, hace una linda pareja con mi amigo del alma.

_Gracias, que gusto verte.

_Va quedarse una temporada en el campo real.

_Que bueno, pero pasen siéntense..

_Nana, ve avisarle a mi madre y a mi hermana que Anthony, junto con su amigo Neal, estan presente aquí.

_Claro que si, niña…

_¿Como sigue Candy? – pregunta Anthony.

_Ya mejor, gracias a Dios, hoy se regresa al convento.. – dijo sonriendo. Y Tu Neal ¿Qué cuentas? ¿Qué dice?, ¿Has visto a la prima Annie?

_No, mucho, pero la vi, solo una vez en una velada de la casa del abogado Michael Durand.

_Hay como extraño, esas fiestas, pero bueno eran otros tiempos, de todas maneras siempre me han gustado las veladas, mas la disfruten en Londres.

_Yo también querida, cuando estuve en Paris, me divertía las veladas, de todas maneras son países avanzados a diferencia que Estados Unidos.

_Bueno hay ciudades de Estados Unidos que son muy adelantado como Chicago, San José, los Ángeles, yo siempre recorrí el mundo, me encanta los vestidos de moda, los coches, las fiestas.

_Eres una mujer admirable que conoce el mundo.

_Gracias, Neal, les ofrezco algo…

_Bueno yo quiero un café- dijo Neil sonriendo.

_Y Tu Anthony ¿Qué deseas?

_Un café querida.

Eliza, se levanta del sofa y se retira a la cocina, para decirle a su nana que prepare el café.

En la habitación de Candy, se encontraba mejor, quería salir a la sala.

_Hija, no puedes salir

_¿Porque?

_Anthony esta presente en la sala, recuerda que dijo que venia el viernes.

_Si, lo se, pero no te preocupes yo puedo estar presente ahí.

_Si te enfermaste porque no soportas estar al lado de Anthony, le puedo decir que estas enferma.

_No quiero ser grosera, Para que mentir… de todas maneras esto ya paso, es mi futuro cuñado, como tal debo respetarlo.
_¿De verdad hija?, no quiero que te pongas pálida.

_Estoy bien madre. Puedo presentarme en la sala.

En ese momento Doña Elroy y su mayor hija se presentan en la sala.

Anthony caballerosamente saluda a Elroy y le da un beso en la mano.

_Me da gusto saludarla futura suegra.

_Gracias estas bien guapo hijo.

_Querida Candy, me da gusto que ya se encuentre mejor- le dijo, y casi la iba a besar en la mano.

Ella contiene sus lagrimas, retira la mano y le dice:

_Soy novicia, no puedo tener amistades con caballeros, ni mucho menos que me besen en la mano, pero gracias por su preocupación de mi enfermedad, no fue nada, solo un simple malestar- dijo con carácter fuerte.

_Disculpa- dijo Anthony serio.

-Madre, Anthony trajo a un amigo, que yo también conocí en la capital

_Neal Leagan señora, a sus pies.

_Muchas gracias, Anthony me hablo mucho de usted, veo que es un buen caballero.

_Gracias señora… El gusto es mío, también me da gusto conocerla hermana.

_No soy hermana, solo soy novicia

_Disculpa.

Todos se sentaron al sofá y quedaron platicando.

En la casa de Terry..

Tom habla con el señor Carson, uno de los trabajadores de Terry.

_Bueno, pero como fue el resultado.

_¿Terry logro salir de la cárcel?

_No se.

_Terry, me da gusto que estés por aquí….

_Que bueno que estas libre,

_Hubiera preferido pudrirme en la cárcel..

_¿Como puedes decir eso?

_Me consiguieron la libertad, por medio de las influencias de un tipo.

_Ese tipo debe tener un buen corazón.

_Lo que sea, pero no me gusta deberle nada a nadie, ni mucho menos a Anthony Grandchester….

_¿El fue el que te ayudo?

_Si… pero no me gusta nada, algo me dice que tiene interés en mi mujer.

_¿Te refieres a la señorita Eliza?, nunca te había visto tan loco por una mujer, ni mucho menos comprarle ese tipo de collar.

_Lo que pasa es que ella no esta acostumbrada a las cosas baratitas.

_No me digas ¿Qué te has enamorado?

_No lo sé, pero creo que sí, estoy loco por ella y haremos un último viaje, pero esta vez regresamos ricos.

_Está bien, ¿Cuándo nos vamos?

_El domingo…

En la casa de la familia Andrew...

_Y ¿Cuándo piensan volver al campo real?

_Creo que la otra semana, por cierto, que mi madre me pidió que les invitara a pasar una temporada

_Si, seria bonito, casi no recuerdo el campo real – dijo sonriendo, Irisa. Y ¿Ahí vamos a vivir después de casarnos? – pregunto para herir a su hermana.

Candy, llora como siempre en silencio y Elroy, miraba con tristeza a su hija.

_Anthony ¿Te conto de nuestro compromiso? Neal- pregunto Irisa para lastimar a su hermana.

_Claro que si, los felicito.

_Yo tambien, los felicito- dijo Candy llorada

Anthony, se queda mirando los ojos de tristeza de Candy, pero no le importo su sufrimiento.

_Gracias..

Eliza, era bien atrevida, inteligente y orgullosa de su pasión con su pirata, conto un poco de su relación con Terry, en forma de leyenda.

_Ahora les cuento una leyenda, dicen que hace muchos años el cabo del diablo, es conocido como la posta de la muerte, porque vivió un pescador fuerte que la gente le tiembla acercarse, pero ese pescador tuvo miedo de enamorarse de una condesa, al final terminaron enamorados y como eran distintos dicen que la condesa y el pescador vivieron un romance y ambos terminaron muertos de locura, pasión y amor.

_No, me digas que ¿Crees en las leyendas? – pregunto Neil sonriendo.

-Tal vez hay algo de cierto

_Y usted ¿Qué opina sobre esa leyenda señorita Candy?

Candy, estaba en las nubes, no había escuchado nada.

_De ¿Qué?

_¿Sobre la leyenda?- pregunto Neil.

_Pienso que son creencia de la gente del pueblo y si me disculpan yo quisiera retirarme.

_Has abusado los esfuerzos mi cielo, apenas ayer tuvo una fiebre terrible.

_Me dio mucho gusto saludarlos, con su permiso- dijo parándose del sofá.

_Despache usted... – dijo Anthony y Candy le mira sus ojos, luego se retira, él se siente al ver que su amiga de la infancia aun sufre por él.

_También nosotros, nos retiramos, ¿Qué ha decidido sobre la invitación de mi madre?

_Bueno yo no se si Candy, quiera ir

_Candy, no se regresa al convento

_Por ahora no, esta tan débil

_Bueno Tía ella decidirá y si Candy decide acompañarnos, tal vez le haga bien una temporada en el campo real

_Gracias…

_Hasta luego Tía… dijo besando la mano de la condesa Elroy

_Me despido de usted, mi amada bella- dijo besando la mano de su novia.

Neil, también se despide con cortesía. y ambos caballeros se retiran…

Doña Elroy, se sienta con su hija Eliza

_Hay no se que hacer con tu hermana, mejor hubiese sido que no aceptaras casarte con Anthony.

_Siempre protegiéndola ¿No?

_Tienes que entender Eliza, tu hermana no es tan fuerte como tú, ella tiene un carácter débil, inocente y es por eso la protejo.

_Hay madre, Candy no es una beba, para que le estés protegiendo toda la vida, yo no tengo porque no casarme con Anthony solo para proteger a la bebita de mi hermana, yo quiero casarme con el y mi hermana tiene que respetar ese compromiso y aprender a aceptar que Anthony me ama a mí.

_Pero tu ¿Lo amas?

Eliza, no respondió solo dijo:

_Nunca debemos dejar de aprovechar la oportunidad que nos ofrece la vida…

_Tienes razón, quiero que convenzas a tu hermana que deje el convento y que se quede con nosotras- dijo llorosa su madre- Yo la extraño mucho, siempre he estado pegada a ella.

_Esta bien madre, le convenceré para que deje los hábitos- mintió Eliza, ella quería que su hermana estuviera lejos y encerrada en un convento para siempre, para así dejar de ser vigilada y poder estar más tiempo con su amante.

Don William Albert, se encontraba en la mesa disfrutando de su rico platillo, pero se enojó cuando su sirviente Charlie, le dijo que Sandra se había escapado.

_ ¿Como que se escapó?

_Al enterarse que Terry del diablo ya estaba libre, me pidió permiso para ir a verlo y como le dije que no, la niña caprichosa se largó, hay licenciado, esa niña es difícil de controlar, no sabe que hacer, no le gusta hacer nada y es bien respondona.

_Es que no he tenido tiempo de buscarle trabajo, en cuanto venga mándale a llamar, necesito hablar con ella y llamarle la atención.

_Hay licenciado, ella necesita darle una buena cachetada para que se deje de caprichito.

En la casa de Terry...

Tom le hablaba de Anthony Grandchester.

_Puedes dejarme de hablar de ese tipo…

_Pero porque Terry, el te ayudo, veo que te aprecia, siempre es bueno tener un amigo influyente

_Anthony Grandhester no es mi amigo

_Bueno, entonces ¿Por qué te ayudo?

_Son desplantes de los aristócratas, para sentirse superiores y humillar con su generosidad

En ese momento Sandra se aparece en la casa de Terry…

_No puedo ¿Creer que estas libre?, estoy tan contenta Terry. – dijo llorada.

_Y ¿Por qué lloras?

_Me gusta verte llorar, tenia tanto miedo que te encerraran para siempre.

_Si, no era para tanto

_Pero si fuera la amante rica que estuviera aquí diciéndote que alegría verte libre mi amor, vamos a la camita, ahí si ¿No?, sabes como odio a esa señorita bonita y rica, si pudiera le arrancaría los ojos con mis propias manos, hasta le desaparecería, porque es una rica y descarada sin vergüenza... odio a todas las amantes que has tenido y mas a ella, que es tu favorita, desde que tu amada señorita de la alta sociedad apareció ya no te veo acostándote con otras, parece que esta señorita te tiene embrujado.

_Primero dime ¿Cómo Don Albert te dio permiso para que vinieras hasta aquí?

Sandra no contestaba.

_ ¿Te saliste a la brava?

_Pedí permiso a don Charlie, el sirviente de Don Albert.

_No, hiciste muy mal, mira Sandra te puse en casa bajo la responsabilidad de Don Albert, no puedes hacer lo que te de la gana.

_Quería verte- dijo triste.

_Ya me vistes, ahora regrésate a la casa de Don Albert y que sea la última que haces esto.

_Tu no eres nadie para mandarme

_Bueno regrésate a la cantina, donde te encontré y dedícate a vender placer a los borrachos, como antes.

Sandra lloro, al recordar lo que se dedicaba.

_No regresaría hay nunca, yo solo quería felicitarte por tu libertad y porque te quiero mucho.

_Gracias, pero ahora tienes que estar en la casa de Don Albert que prometió velar por ti.

_ ¿Nunca volvería a vivir contigo? ¿No?

_No, porque confundes las cosas, de mi solo vas a encontrar protección, cariño, cuando yo te encontré en esa cantina que te presentaste como vedet quizás paso algo entre nosotros una vez, pero al darme cuenta de tu edad, me distes pena que solo te dedicabas a vender placer para salvar a tu madre de su enfermedad y yo prometí velar por ti, te saque de ahí, te traje a vivir a mi casa como mi hija y también a tu madre, para que no se dedique a la esclavitud, pero luego ella murió y de ahí yo prometí cuidar como si fueras mi hija, yo no puedo estar contigo porque eres menor de edad y no me gustaría retroceder mi infancia, porque yo también me dedique a eso, pero tu tienes que cambiar y encontrar un hombre que te quiera, que te cuide y que sea de tu misma edad.

Sandra lloraba, ya que ella estaba enamorada de su protector y le dice:

_No me gusta estar en esa casa, porque Don Charlie es muy renegón conmigo.

_Es una persona mayor y la tienes que respetar.

_Tom, llévatela a la casa de Don Albert.

Sandra lloraba...

_Eres malo, por no querer estar conmigo, yo te quiero...

_Eres una niña, eso no va pasar nunca.

_Vamos niña- dijo Tom y se la lleva a la casa de Don Albert.

Candy se la pasaba llorando en su habitación.

_Dios mío, que angustia siente mi alma, no se que hacer con todo este amor que me ahoga, ojalá encuentre paz en este convento, ojalá me restablezca pronto para ir allí y nunca mas volver aquí, trato de luchar para no caer en esa tentación, llévate esos recuerdos de amor que viví con el de niña...

_Hija, basta mi niña, basta por favor de llorar- dijo Emilia Elroy, presentándose a la habitación de su hija, así cada vez te estas enfermando peor.

_Madre, te juro que trato de luchar contra ese sentimiento, pero no puedo sacarlo de mi corazón, no puedo…. dijo llorosa.

_Ya mi niña, no llores mi cielo, Tu tía Rosemary nos invitó a Campo real y tienes que estar presente ahí.

_Madre no quiero, prefiero regresar al convento.

_El convento no es para ti, además hay hombre lindo para ti, ¿Qué tal te cae el amigo de Anthony, Neal Legan?

_No me interesa conocer otro amor, nunca más me volvería a enamorar y no creo que vaya a campo real

_ ¿Crees que no soportarías ver a Anthony todos los días?

_No madre, sino que es una decisión que he tomado y quiero que la respetes, con su permiso, iré a preparar un postre para la cena.

_Esta bien mi cielo.

La condesa Emilia Elroy Andrew, no deseaba que su hija se metiera al convento por decepción, ella tenía que hacer algo para evitar que su hija regresara al convento.

En la mansión de los Grandchester, Anthony y Neil, llegan a su centro de estudio.

Anthony se sentó en su silla favorita, sobre su escritorio, frente a su amigo Neil.

_Al principio me sentía afectado que se rompiera el compromiso, pero ahora al ver a Candy tan tranquila, me di cuenta que quizás siempre quiso ser religiosa.

_Puede ser, pero es una lástima, es bien linda.

_Si.

_Para mi es mas bonita que su hermana, me encanta ese piel blanca y cabellos rubios es como los rayos del sol.

_Ay, no, eso si que no, Eliza es más hermosa para mí, esa sonrisa, mirada coqueta, la manera de hablar, es una joven que conoce mucho de cultura, tiene mucho conocimiento acerca de las creencias en cada país, sabe de teoría, política, fiestas.

_Es que ha vivido toda su vida en Londres, por eso es lógico que tenga más conocimiento sobre la cultura, el amor, las creencias.

_Tu misma lo dijiste, mientras Candy solo es tímida, te apuesto que como esposa, solo serviría para cocinar postres, porque ni habla, ni sabe de teoría, no tiene conocimiento de lo que es vivir, además seria yo quien la cuidara, porque es demasiada tímida y sobre protectora.

_Bueno Anthony, es tu forma de parecer, pero para mi Candy es mas hermosa que su hermana, porque me parece una joven sincera, humilde, te aseguro que será una gran ama de casa y una gran madre para mis hijos.

_ ¿Me parece que te has enamorado de ella?

_Me parece bonita

_Neil, quiero que quede bien claro, no voy a permitir que haga ninguna inclinación a Candy, ni que le faltes el respeto, antes que nada porque es mi futura cuñada y luego porque hay que respetar sus inclinaciones religiosas.

_Bueno supongamos que cambie de parecer y se enamore de mí.

_No creo que eso suceda.

_ ¿Supongamos que si suceda?, ¿Por qué no puede enamorarse de mí?, ¿Sientes celos?

_No son celos, sino porque me dijiste que no tienes dinero.

_Te equivocas, no seré tan rico como tú, pero puedo tratar como una reina a la mujer que será mi esposa y la futura madre de mis hijos, te apuesto que si esa mujer fuera Candy, seria muy dichoso, porque es una gran joven y con un espíritu especial.

En la casa de Albert, Tom trae a Sandra, mientras la resondran por haberse escapado de la casa.

_Nada, de pretexto niña, aquí no vas hacer lo que se te antoje, yo no te di permiso para salir, por lo que veo es que ni siquiera podrías trabajar en una casa, porque seguro terminarías escapándote, pero te voy a meter a un lugar del que nunca podrás escapar, al menos que si fueras una bárbara para romper las puertas del convento.

_¿Me va encerrar con las monjitas?

_Si niña.

Sandra se queda asombrada, pero a la vez miedosa, porque no quería ser encerrada en el convento.

En la casa de Terry…

Eliza con su hermoso vestido rosado y su sombrilla, como siempre estaba presente en la casa de Terry, esperando furiosa, ya que nunca encontraba a su amado, siempre piensa que le es infiel con otra mujer.

_Nunca, encuentro a Terry, Me supongo que debe estar paseándose en su barco con alguna mujerzuela. - dijo molesta.

Terry, se presenta afuera de su casa y su empleado Charlie, le dice:

_Hace rato, llego la condesita y esta adentro esperándote furiosa.

-Gracias…

Terry, se presenta en la sala donde le esperaba Eliza.

_Hola preciosa.

_Hasta que por fin apareces, ¿Dónde estabas?, yo siempre cada vez que vengo nunca te encuentro.

_Cálmate, he estado trabajando, más bien eres tú quien debería explicarme, vi a dos hombres entrar a tu casa.

_ ¿Cuándo?

_Hace dos horas, no creo que se te haya olvidado, fue Anthony Grandchester ¿Verdad?

_ ¿Lo conoces?

_ ¿Qué hace por allá?

_De visita, somos parientes, mi mamá y mi tía son primas.

_Cuando un joven soltero visita a una casa donde hay muchachas casaderas, es por algo ¿No?, no será que como tu hermana lo rechazo, ¿Puso sus ojos en ti?

_ ¿En mí?, ¿Cómo crees?

_Entonces, ¿Qué diablos hacia por ahí?

_Esta bien, te lo voy a contar, toda la culpa la tiene Candy, resulta que ella y Anthony están comprometidos desde niños, la ultima vez que se vieron fue cuando él tenía trece años, en unas vacaciones que vino a visitar a mi familia, ya que el casi toda su vida vivió en Paris, con el pasar el tiempo a Candy no le intereso, rompió el compromiso para meterse de monja, pero luego se le ocurrió invitarle a la casa, porque resulta que la extrañaba.

_Ahora resulta que la monja quiere recuperar a su amado Y ¿Tu madre que dice?

_No se da cuenta, la pobre vive en la luna.

_ ¿Tú me crees imbécil Eliza?, ¿Crees que a mi me vas a engañar?, me parece tonto tu argumento del hombre rico enamorado de la monjita, lo que pasa es que tu eres una tremenda que te gusta volver loco a los hombres, porque con tu belleza y coquetería eres capaz de enamorar a miles.

_No, mi amor, ¿Cómo vas a creer eso de mí?

_De ti puedo esperar cualquier cosa.

_Nunca dudes de mí, yo quiero que sepas que a mi no me puede interesar otro hombre cuando te tengo a ti. Dijo Eliza, parándose del sofá y camina hacia donde esta Terry y le acaricia el rostro

Terry se siente embrujado por la caricia de Eliza y le advierte:

_Nunca me engañes Eliza, nunca, porque si Grandchester se atreve a ponerse los ojos encima lo mato. - le dijo apretando la cintura.

Elisa lo beso apasionadamente sus labios

_ ¿Te gusta como uso mi boca sobre el tuyo? - . Dijo Eliza levantando la ceja para provocarle la lujuria

Terry no podía contener la lujuria, que le provocaba Eliza...

- Si, me gustas demasiado, tanto que mataría al hombre que pusiera sus ojos en ti.

_ ¿No me digas que me quieres llevar en tu barco llamado Luzbel a pasearme por el mar? - dijo Eliza haciéndose la desentendida.

_ ¿Al barco?, no querida, quiero ir a nuestro rincón para serte mía y te hundas en mí y no te hagas la decente y vamos - dijo Terry con carácter fuerte y la carga en sus brazos.

-A estas horas no puedo., bájame Terry... bájame Terry del diablo

-Ahora te aguantas, tú me provocas y te llevo a mis brazos para hacerte mía…

En el cuarto, ambos, se tiran a la cama…

Terry rozaba apasionadamente los labios de Eliza, mientras Elisa lo correspondía sus besos y con lentitud empezó a desabrochar la camisa, Eliza empezó a besar su pecho, Terry se quedó sin aliento y con más deseo de la necesidad.

- ¿Ahora qué hago? – Pregunto ella con una sonrisa sensual. ¿Quieres disfrutar mi desnudes?

- Eres astuta, ¿Sientes como estoy?, Quítate el vestido rápido, que deseo hacerte mía.

Elisa se quitó el vestido y con su desnudez y danzo, ascendió, descendió, cuantas veces quiso y necesito para conseguir y brindar una pasión intensa, mientras se besaban con ardor, en medio de la lujuria…

….

Candy, como siempre en la madrugada, se dirige al cuarto de su hermana. Y al ver que no había nadie, sospechaba que su hermana era amante de Terry, porque salía a cada rato y se sentó en su tocador a revisar sus cosas, encontró su cofre donde guardaba todas sus joyas, dentro de esas joyas encuentra su anillo de compromiso.

Ella llorando se probo el anillo de su hermana y soñó por un rato como la esposa de Anthony, hasta que de repente despertó de su sueño y dijo:

_Basta Candy, él no te quiere, quiere a la hipócrita de tu hermana, así que deja de soñar tonterías... y se quita el anillo.

Luego Candy guarda el anillo y de repente encuentra un collar sospechocho de perlas

Eliza ha mirado como su hermana con expresión interrogadora revisaba sus cosas

_ ¿Qué haces en mi habitación?

_ Me sorprende que llegues a estas horas de la playa hermanita… Madrugarte en la playa no entraba en tus costumbres, Eliza.
—Las costumbres cambian con frecuencia. Ahora madrugo y me gusta estar sola en la playa.
— Para revolcarte en la cama con ese contrabandista ¿Verdad?, ¿qué te pasa?, ¿Dónde están tus valores?
— No me pasa nada, solo Miro el mar. ¿También vas a criticarme porque miro al mar?

_A mí no me engañes hermanita que miras el mar a estas horas de la madrugada. Ahora me vas a decir de ¿Dónde sacaste ese collar?

_Eso es una porquería.

_No es una porquería, son perlas de verdad, ¿Quién te lo dio?

_Anthony.

_Está bien, la próxima vez que lo veo se lo pregunto, con permiso hermana, debes tener mucho sueño, por aparecerte a esas horas de la playa- dijo riéndose.

_Espera…

Candy se queda riéndose.

_Tenia que decirte que el collar me regalo Anthony, porque me miras como si fuera la sinvergüenza más grande del mundo.

_No hermanita, te miro como una chica decente de su casa, eres tremenda Eliza, ahora mismo me vas a decir ¿Quién te regalo ese collar?

_El collar, es un regalo de mi prima Annie.

_ ¿Porque no nos dijiste nada?

_La verdad que se lo dio un enamorado, pero como tenía problemas con el, me lo dio a mí.

_Eso si que no te creo nada.

_Tu nunca me crees nada, además yo no tengo porque darte explicaciones, además que haces metiéndote en mis cosas.

_Tengo que meterme Eliza.

- ¿Por qué?, solo porque eres mi hermana, quieres fastidiarme porque tu amado Anthony me eligió a mí, no soportas que me prefirió a mi como esposa.

_ ¿te prefirió a ti como esposa?

_Tu coqueteaste con el sabiendo que era mi prometido.

_Yo no hice nada, te lo juro me comporte como una señorita decente.

_Tu a mi no me engañes hermanita, tu estas aparentando conmigo, lo que no eres y quieres conservarlo, de ahora en adelante eres exactamente lo que eres, así que se acabaron las mentiras, los regalitos de quien sabe quién y no pasees por la playa.

_ ¿Qué?, ni siquiera puedo pasearme por la playa a mirar el mar?, No me digas que no te gusta el mar
—No. El mar es muy hermoso. Pero sigues sorprendiéndome… Nunca pensé que te interesaran los paisajes. ¿Qué buscas en el mar? ¿Un hombre fuerte marinero, donde puedas coquetearte y revolcarte como una descarada? ¿Qué se te ha metido en el cuerpo un demonio?

_Hay hermanita, no seas tan mojigata.

_Y tu no seas indecente, ¿Cuánto necesitas coquetearte?, hasta tienes que hacerlo con ese individuo tan descarado, no me digas ¿qué te gustan sus bromas groseras?

_Ya basta, Si te interesa tanto saberlo, te diré que me interesa ver la vela de un barco.
—¿Cuál? ¿La de aquel balandro? No está desplegada…
— Me gusta ver un barco que se llama Luzbel.
—¿El Luzbel? —se extraña Candy—. ¿Se llama así ese barco?
—Sí, hermana, se llama el Luzbel y puedes santiguarte si crees que por nombrarlo va a llevarte el diablo —contesta Eliza, desabrida y con cierto retintín.
—El Luzbel —repite Candy —. Es un bello nombre, al fin y al cabo. Además, guarda una gran enseñanza. Luzbel era el más hermoso de los ángeles y perdió el cielo por un gesto de soberbia. Su caso es más frecuente de lo que parece. ¡Qué fácil es comprometer, por una ligereza, por un capricho, todo un paraíso de felicidad! ¿Has pensado en eso, Eliza?
—¿Sabes que es muy tarde para escuchar parábolas?
—No es una parábola, sino un consejo.
—También, es muy tarde para escuchar consejos o máximas morales.
—Lo siento. Ahora no tenía la menor intención de moralizarte. Pero ¿qué te ocurre? ¿Qué te pasa? Tú no eres la misma, con los ojos llenos de lágrimas me juraste que Anthony Grandchester era tu vida entera, que eras capaz de matar y de morir para conservarlo… pero no te creo, pienso que estás enamorada de ese individuo descarado inmoral.
—Déjame decirte que, en este momento, te estoy aborreciendo —dijo Irisa, exasperada—. ¿Por qué tienes que perseguirme y hostigarme de la manera que lo haces? Eres como mi sombra. ¡Una sombra agorera que no sabe pronosticar más que desgracias!
—¿Qué te pasa? ¿Has perdido tu decencia por ese hombre?, mira la hora que es, ninguna señorita de su casa entra a estas horas. ¿Quiero saber porque te importa tanto ese hombre?, contéstame, ¿Tu eres la amante de ese pirata?
—¡Si supieras cómo te odio en este momento…! ¡Déjame en paz!
_Ódiame hermana, ódiame todo lo que quieras, pero ahora en adelante te comportas como una señorita decente, sino olvídate de tu matrimonio con Anthony Grandchester, yo misma me encargare de destruirlo, si me entero que te revuelcas como una cualquiera con ese individuo de lo peor, así vaya en contra de mis votos religiosos, pero no permitiré que hagas sufrir a un gran amigo de la infancia, ni mucho menos le darás el disgusto de mi madre, que descanses y con permiso. – dijo retirándose.

Eliza, queda molesta se dice a si misma:

_Como te odio hermana, te odio hermana, que mojigata, hipócrita, no voy a dejar de ser la amante de mi pirata, solo porque esta mojigata me va vigilar como una encarcelada…

…..
Candy trata de dormir, pero sus sueños aparecen su hermana con aquel hombre de ancho pecho desnudo, mirada insolente y sonrisa audaz.
—El Luzbel
Ha repetido el nombre para recordarlo, para grabarlo en su memoria, como grabado está para siempre aquel rostro sólo visto unos instantes tras las rejas de una ventana

_ ¿Qué tiene que ver mi hermana con ese hombre?, ¿Qué tiene que ver?, Dios mío, por favor, haz que mi hermana se porte como una señorita decente. Y trataba de dormir, pero ese hombre era una pesadilla en los sueños de la santa Candy.

…..

La mañana siguiente, Eliza se puso mal, porque las relaciones que llevaba con Terry, eran demasiadas duras, había amanecido con una cierta fiebre.

—Eliza, se siente mal… le duele la cabeza y ha tenido que recostarse. Te ruega que la excuses.

_Ay mi niña, tenemos que ir a buscar a la bruja adivina, de la herbolaria

_ ¿Quién es ella?

_Ay niña, es una bruja que prepara medicamentos que se compran las vedets cuando tienen relaciones y ese tipo de fiebre y dolores que sientes tú, vamos rápido, antes que tu madre descubra la verdad con un médico.

_Está bien, vamos, así me duela yo nunca dejare de ser la amante de ese contrabandista fuerte, me encanta sus pasiones, pero tampoco deseo ser criticada, ni menos que mi futuro marido descubra que ya no soy virgen

_Apúrate niña, vamos… ponte esa ropa pueblana, nadie le descubrirá.

Eliza se disfraza de una joven pueblana, Dorothi le lleva a Eliza donde una vieja bruja que lo conocía como adivina, ella idolatraba a los demonios que creían en ese tiempo, leía carta, pero también hierbas prohibidas ante la sociedad, para las mujerzuelas del pueblo cuando tienen relaciones. y quedaba en un rincón lejano del pueblo.

_Ahí es niña, compra rápido y nos vamos.

_Gracias nana… - le dijo dándole un beso a su nana.

Eliza entra a la casa de la bruja y le dice:

_Buenos días.

La bruja se sorprende al ver una señorita hermosa, nunca antes en su vida había conocido a una joven con ese tipo de belleza, no parecía una vedet, sino una joven de familia, por ese lindo cabello rojizo, esa figura, esa delicada piel, sin duda tenía que ser una muchacha de familia, no una cualquiera, pero inmediatamente se dio cuenta que esa hermosa muchacha ha roto su virtud.

_ ¿Usted es la adivina?

_Si, ¿Que se le ofrece señorita?

-Tengo una amiga casada y cuando tiene relaciones esta todo normal, pero ahora ha amanecido con cierta fiebre y es peligroso, pero ella quiere seguir teniendo relaciones, por eso vine para que prepare esa hierva.

_Está bien

La bruja le prepara la hierba llamada Achicoria en forma de líquido en un frasco de medicina y le dice:

_Toma esta en forma de miel ósea de líquido, tiene que tomar 9 cucharaditas apenas amanezca y por lo menos descanse un día, trata de no tener relaciones por esta noche, ya mañana puede seguir continuando, pero eso sí, cuando tenga dolor, puede tomar esa medicina y no se preocupe, si en caso sale embarazada antes de que él bebe se reproduzca tiene que tomar 3 cucharaditas y así sufra un aborto espontaneo, además nadie se enterara si usted sabe usar bien ese medicamento.

_Ya le dije que no es para mí…

_A mi no me mienta señorita, yo conozco ese tipo de cosas, pero no se preocupe no diré nada, porque me doy cuenta que usted es una joven de sociedad, así que cuando quiera ser sus aventuras puede contar conmigo y yo le sigo preparando esas hierbas.

_Gracias ¿Cuánto le debo?

_El doble de lo que paga las vedets, usted es rica ¿N0? O su familia no lo sabe, si no lo sabe puede pagarme el mismo precio, solo que un punto más, págame 20 dólar.

Eliza, le da el dinero y se retira donde le espera la nana, mientras la bruja se ríe …

..

La joven sale, mientras en el camino pasa un carruaje donde estaba paseándose Patty con su abuela Martha, y pide a su chofer que detenga el carruaje y le dice: Espera, un momento...

Mirando a Eliza, le pregunta: Eliza, ¿Qué haces aquí y vestida de esa manera?, ella se hace la que no escucha y se tapa con un velo y se va a su casa junto con su nana.

A Patty nunca le cayo bien Eliza, siempre le pareció una joven demasiada frívola, hasta le creía capaz de coquetear con cualquier contrabandista del mar, le parecía sospechosa que ella ande vestida de esa manera y en esos lugares oscuros

_Hija ¿Qué te pasa?, estamos pasando por lugares bien feos, pero felizmente llegaremos a casa después de un día de viaje.

_Abuela no sabes a quien vi en estos lugares.

_ ¿A quién?

_A Eliza.

_De esa mujercita se puede esperar cualquier cosa, desde niña siempre me cayo mal, lo malo es que mi gran amiga Eloy siempre le cumple todos sus caprichos, ni siquiera se da cuenta lo arpía que es, en cambio mi querida Candy es una niña dulce inocente, así como tú, por eso me encanta que seas su mejor amiga.

_Eso si Candy es hermosa, no entiendo como Anthony Grandchester la pudo cambiar por esa semilla mala de Eliza.

_Tu misma lo has dicho, a Eliza que solo le gusta coquetear y hacer todo lo que esta fuera de la ley, pero no hablemos de esa mala semilla, oremos para llegar pronto a casa, porque esos lugares que cruzamos cada vez que llegamos de viaje, uf parece el demonio.

Patty se persigna, habían estado de viaje a Chicago, por unos días la familia O'Brien, pero estaba de regreso a su casa.

…..

La señora Elroy Emilia Andrew no encuentra en su habitación a Eliza y molesta con ella atiende a Anthony.
—Doña Elroy, ¿quiere darle usted esto en mi nombre a Eliza?
—Por supuesto, hijo, por supuesto. ¡Pero qué flores más lindas! Son una preciosidad. ¿Quieres ponerlas en un florero, Candy? Para eso tienes tú más gracia que nadie.
—Las pondré en agua y la dejaré a Eliza, el gusto de colocarlas ella misma en los floreros de su cuarto.
Un momento han temblado las manos de Candy al tomar aquel ramo, acaso menos blanco que sus tocas de novicia, que sus pálidas mejillas, y lo oprime hasta sentir las espinas.
—Aguarda, Candy —ruega Anthony con cierta timidez—. Si Eliza estuviera un poco mejor y me dejara verla por un minuto nada más… Si no le molestara mucho salir un momento… Digo, si no sufre mucho…
—Voy a preguntárselo. Estaba mal, pero voy a preguntárselo —accede Candy alejándose.
la señora Elroy y Anthony quedan solos y silenciosos por unos instantes en la vieja sala de la casa de los Andrew, abstraídos cada quien, en sus propios pensamientos, hasta que la voz de Candy, que regresa, le devuelve a la realidad:
—Eliza te ruega que la excuses. No se siente con ánimos de levantarse.
—¿Tan mal está? Si me lo permiten, en un momento va mi criado y le trae al doctor Duval.
—Por Dios, no es para tanto. ¿Verdad, Candy? —explica doña Elroy con verdadera angustia.
—En efecto, Anthony, no es para tanto —asegura Mónica—. Eliza estará bien pronto; si sigue mal, yo mandaré por el médico del convento. Pero no te preocupes, porque no tiene nada… Al menos, espero que no sea nada.
Se ha vuelto hacia su madre con una mirada que pretende tranquilizarla, aprovechando un momento en que Anthony, demasiado impaciente, da unos pasos por la ancha sala para volver después a insistir:
—No sabes cómo siento no verla, aunque sólo sea un momento, antes de marcharme, Eliza.
—La ausencia será corta si vuelves por nosotras el sábado.
—Reconozco que es corta, pero se me hace eterna … En fin, despídeme de tu hermana, ¿quieres?
—¿Por qué no das una vuelta y vuelves, hijo? —interviene Elroy—. Acaso en este tiempo…
—Es lo que estaba pensando. Voy a ir hasta el centro por un último encargo de mamá y antes de salir volveré a pasar por aquí. La verdad es que no estoy tranquilo marchándome mientras Eliza se queda mal. Si no ha mejorado, con permiso de ustedes traeré al médico. Perdónenme que me tome esa libertad, pero la quiero demasiado. Ríete de mí si quieres, Candy. Tú seguramente pensarás que llego demasiado con mi ternura…
—No pienso nada, y aunque lo pensara, ¿qué importa? El mundo, para ti, se llama Eliza, ¿verdad?
—Eso, desde luego, y no creo que puedas reprochármelo. Pero me dolería parecerle risible a una hermana como tú, cuyo criterio e inteligencia tengo en tanto.
—Debes tenerme por un crítico muy severo, Anthony.
—Tan severo como lo leo en tus ojos, Candy. Y no sabes lo que me duele no ser santo de tu devoción. Pero, en fin, paciencia. Ahora sí me despido… hasta pronto…

…..
Anthony Grandchester, ha salido de la casa, donde quedan solas madre e hija. Elroy Andrew, con la angustia reflejada en el rostro, interroga a Mónica:
—¿La viste? ¿La encontraste? ¿Dónde estaba? ¿Pudiste avisarle? ¿Estará aquí para cuando él vuelva?
—No sé absolutamente nada, mamá. No está en la casa. No sé dónde ha ido. Pero voy a buscarla… Voy a buscarla por todas partes y, como no la encuentre, le diré la verdad a Anthony: ¡Que sale de casa a todas horas!… ¡Que tú nunca sabes dónde está!

_Tu te callas, no quiero que piensen que tu hermana es una cualquiera…

- ¿Cuándo no tapando los caprichos de mi hermana?, no seas tan inocente, tenemos que vigilarla.

_ ¿Porque ha hecho algo indebido?

_No, madre, solo que debe comportarse como una mujer comprometida, no dejar que salga a todas horas, iré a buscarla.

….

Candy sale por la playa a buscar a su hermana Eliza.
—¡Eliza... Eliza…! ¡Oh…!
Candy se ha detenido, retrocediendo luego un paso, sorprendida. Por el sendero estrecho, abierto en roca viva, que es el camino de la cercana playa, ha surgido la figura de Terry, acaso más ruda y descuidada que nunca. Éste no ha perdido más que unos minutos para llegar hasta su barco y ver desde lejos el movimiento de los soldados que vuelven al bote que los llevara. Apenas ha cruzado unas palabras con su segundo, mandándole reunir la dispersa tripulación, y ha corrido en busca de aquella mujer que le obsesiona, ha ido a buscarla, casi sorprendido del impulso que lo mueve así, pero se detiene y sonríe… sonríe enmascarando burlonamente su disgusto, acaso divertido al ver que las mejillas de la novicia se vuelven aún más pálidas, que toda ella se estremece a un viento de emoción, tensa y sensible bajo aquellos hábitos que en vano quieren ser una barrera contra el mundo, y pregunta con sorna:
—¿Qué le pasa, Santa Pecas? ¿Anda perdida por aquí?
—Estoy buscando a mi hermana. ¿Podría usted darme alguna razón de ella? ¿Sabe dónde está?
—¿Quiere decirme con eso que no está en su casa? —pregunta a su vez Terry.
—No quiero decir nada —contesta Candy, impaciente—. Estoy preguntando…
—Y yo estoy respondiendo. No, no la he visto, Santa Pecas.
—¿Quiere no llamarme así? ¿A qué viene esa burla? ¡Déjeme pasar!
—Dicen que es pecado tener mal genio, hermana. Tiene libre el camino… Bastante malo para tanta tela como usted usa —observa Terry, haciéndose a un lado.
—¡Ah…! ¡Jesús! —exclama Candy, asustada.
—¿Ve usted? —sonríe burlón Terry, extendiendo sus manos para sujetarla.
Espantada, Candy ha vuelto la cabeza para no mirar la profunda grieta a donde ha estado a punto de caer, al resbalar sobre el borde mismo del acantilado. Luego se separa bruscamente, esquivando las manos de Terry que, al impedirle caer, apretaron sus brazos un instante más de lo necesario, y le reprocha:
—¿Cómo se atreve…?
—¿A impedir que se mate? La verdad es que yo mismo no lo sé. Hice mal en estirar la mano. Siga su camino y estréllese si ése es su gusto.
—¡Es usted todo un patán! Le aborrezco.

_Dicen que es pecado tomar mal genio hermana, en lugar de regañarme debería estar agradecida.

_ ¿Por qué?, debería agradecerle a un patán, no sabe cómo me repugne.
—Y usted tiene arrestos que no son de monja precisamente. Porque las monjas no repugnen a nadie y yo no entiendo porque me repugne, —responde Terry con ironía—. Porque soy pobre, ignorante, mal vestido, porque hablo por lo que salta a la vista. Usted tiene aires de abadesa mitrada. ¿No es así como se llaman? Conocí una en un convento de Trinidad. El año pasado Hubo un incendio en el convento y las monjas escaparon por la playa. Tenían tanto miedo, que se metieron en mi barco y yo los salve. Cuando las gentes tienen miedo, se les acaba todo: la soberbia, el empaque, el aire de superioridad… y piden a gritos que alguien las salve, aun cuando sea el mismo diablo.

-Cállate insolente, de usted solo puedo esperar que es una persona que no tiene corazón, un pirata del mal vivir…

-Suficiente Santa Pecas, solo le diré un consejo que no juzgue a las personas sin conocer, además no entiendo como una muchacha tan bonita quiere serse monja, Pero adelante… siga su camino… no la detengo más…
Se ha quitado la gorra, saludándola con una reverencia seria, y acaso espera verla de nuevo resbalar, pero Candy recoge levemente sus largos hábitos y cruza rápida y segura sobre las rocas resbaladizas, mientras él sonríe a pesar suyo.

…..

Eliza, aparece ante Terry, después que se fue Candy.
—¡Eliza! ¿De dónde vienes?
—¡Oh, Terry! De buscarte como una loca. ¿Qué es lo que te ha pasado? No zarpaste, había soldados en tu barco, alguien me dijo que estabas preso… ¿Por qué? ¿Qué hiciste?
—Todo se arregló ya. El retraso fue sólo de unas horas. Pero si no salgo en seguida, no llegaré a tiempo a donde tengo que llegar.
—¿En qué empresas andas, Terry?
—¿Qué más te da? No te metas en mis negocios…
—Es que puede pasarte algo, y yo no quiero que te pase nada. Quiero que vuelvas, que vuelvas siempre… y mejor aún, que no te vayas, al menos tan pronto. Quédate hasta mañana, Terry, porque mañana no voy poder estar contigo, tengo que tomar una medicina. Esta noche hablaremos, ahora no puedo. He visto de lejos a Candy. Sé que me está buscando…
—¿Y qué? ¿Por qué le tienes tanto miedo a tu hermana? Dile que se vaya al convento y que nos deje en paz.
—Es lo que yo quisiera: que volviera al convento, que profesara, que no saliera más.
—A ti te está pasando algo extraño. Antes no eras así.
—Antes no la tenía metida en casa…
—¿Es sólo por tu hermana? —Hay un tono violento en la voz de Terry cuando ordena—: ¡Júralo!
—¿Crees ya en juramentos? Cuando nos conocimos me dijiste que no creías en nada… —responde Eliza, suave y astuta.
—A veces pienso que me estás engañando —afirma Terry en tono rencoroso—. Eres libre, puedes hacer lo que quieras, pero no me mientas, no me engañes.
—¿Con que puedo hacer lo que quiera? —coquetea Eliza, provocativa.
—Ahora quieres desesperarme, ¿eh?
—¡Ay, bruto! Suéltame esa mano… —Un fuerte silbido ha interrumpido su queja y, sobresaltada, indaga—: ¿Qué es eso, Terry?
—Nada… me llaman. Es mi segundo. Tengo que zarpar esta tarde, aprovechando los vientos del Poniente.
—¿Y por qué no mañana al amanecer? ¿No puedes perder una noche? —Otro fuerte silbido se escucha ya más cercano, y Eliza le apremia—: Anda… te llaman… tu negocio parece muy importante.
—Y el tuyo también, porque estás muerta de impaciencia. ¿Qué pasa?
—¡Oh…! —se sorprende Eliza, pero en seguida reacciona y, disimulando su turbación, contesta—: No sé… llegó visita a casa.
—Ya vi cruzar la calle a dos jinetes: amo y criado. ¿Son ésos los que esperas?
—Yo no espero a nadie, pero hay visita y tengo que ir. Y a ti también te están llamando. —En efecto, nuevos e insistentes silbidos se dejan escuchar, y Eliza casi ordena más que invita—: Anda, que ese hombre está impaciente.
—¡No te vayas! Espérame dentro de diez minutos. Aguárdame aquí mismo… ¡Aguárdame o te arrepentirás! —sentencia Terry, alejándose con rapidez.

…..

Después de una hora…
—¡Oh, Terry! ¿Estabas aquí todavía?
—Has tardado casi una hora, Eliza.
—Perdóname, no pude salir antes. Candy…
—¡No digas que fue por tu hermana! ¡Fue por ese tipo que estaba de visita en tu casa! —asegura Terry, encolerizado—. Fue por él… Te vi despedirlo en la ventana.
—¿Estás loco? Fue Candy la que…
—Me acerqué lo bastante para ver que eras tú y para ver quién era él.
—Un amigo… Un buen amigo de mi familia, de mi casa. Desde niños, Terry… te lo juro… Mira… cuando mandaron a Anthony a Francia, fue a cargo de mamá. Yo, como comprenderás, era muy pequeñita. Después, naturalmente, visitaba la casa. Entraba y salía… Yo le miro como a un hermano. Al volver a Saint-Pierre, es lógico que nos visite. Es amable, atento…
—Y millonario. El hombre más rico de Saint-Pierre. Supongo que lo sabes… El hombre más rico de la isla.
—¿Tanto como eso? —finge sorprenderse Eliza.
—Y uno de los más ricos de Francia. ¿Te importa mucho eso? ¿Te agrada? Te gusta el dinero, ¿verdad?
—¿Y a quién no le gusta, Terry?
—Pero a ti más que a nadie. Vi cómo te brillaban los ojos. Sí, Anthony Grandchester es muy rico, puede darse el lujo de tirar sus onzas al mar, de arrojar una limosna cuantiosa, como se arroja una piltrafa, para sentirse superior frente a un pobre diablo, para humillarle con su esplendidez y con su generosidad.
—¿Por qué hablas de ese modo, Terry?
—Óyeme, Eliza. Si el dinero te gusta, yo pronto voy a tener mucho dinero. Volveré rico del viaje que hare después —afirma Terry, violento y apasionado—. No me mires así… No me estoy burlando… Te digo la verdad. Traeré dinero, mucho dinero, para comprar todo eso que a las mujeres les agrada: joyas, vestidos, perfumes, casas con cortinajes… Mucho dinero para satisfacer tus caprichos, ¡y para arrojárselo a Anthony Grandchester a la cara!
Brusco, exaltado, sacudido por una pasión violenta y repentina, Terry habla inclinándose casi al oído de Eliza. ¡me muero de celos al pensar que me engañas… vamos a mi casa que quiero hacerte mía…

-No puedo, mi hermana es capaz de contárselo a mi madre ¿Quieres que me descubran?

-no se como hare, pero juro que en el próximo viaje traeré mucho dinero….

Pero Eliza Andrew no cree sus palabras, no recibe el halago a su belleza, que de ellas se desprende… Tiembla sólo temiendo la represalia del amante brutal, busca una disculpa, una forma para calmarlo, y susurra:
—Pero si yo no quiero nada… si yo no pido nada…
—Tú lo quieres todo. Pero soy yo, no él, quien tiene que dártelo. Se te iluminó el rostro de alegría cuando te dije que Anthony Grandchester era el hombre más rico de la isla. Te agradó… te agradó demasiado, te sentiste orgullosa de que rondara tu casa y…
—No la ronda por mí.
—¡Júralo!
—Bueno… te lo juro…
Vacilando, ha jurado en falso, temblando más por superstición que por imperativo de su conciencia. Pero el duro rostro de Terry se suaviza y sus anchas manos crispadas se ablandan para acariciarla.
—¿No lo quieres a él? ¿No te importa que sea millonario?
—No, Terry. ¿Por qué ha de importarme? Y ahora que pienso, ¿de dónde conoces tanto a Anthony?, que siempre me hablas de el ¿Tienes algún negocio con él?
—¿Con Grandchester ? —ríe Terry—. ¿Por quién me tomas? Además, él no tiene negocios: hace recoger con sus capataces la sangre y el sudor de sus esclavos, y lo vende a peso de oro en forma de café, cacao, caña, tabaco… Son barcos completos los que salen de Saint-Pierre cargados de su mercancía, y chorros de monedas de oro que caen en sus arcas. ¿Es que no lo sabes? ¿No dices que eres su amiga desde niña?
—Amigo de la casa… mucho más amigo de Candy que mío…
—No vas a hacerme creer que viene por la monja. Ésa es una arpía vestida de blanco. Me mira como a un perro sarnoso. Hoy me dieron ganas de gritarle…
—¿Estás loco? ¿Qué hiciste?
—Tranquilízate. No le dije nada. Ella sí me insultó porque le di la mano cuando resbaló al borde de los farallones.
—¿Por qué no la dejaste caer?
—Se hubiera matado.
—¡Y qué! —salta Eliza, con ira que no puede disimular.
—¿Quisieras verla muerta? ¿Por qué la odias tanto? —pregunta Terry. desagradablemente sorprendido.
—No es que la odie… Es mi hermana, pero… a veces hablo sin saber lo que digo… Es que Candy llega a desesperarme.
—¿Por qué quiere meterse a monja?
—¿Cómo quieres que yo lo sepa? Además, ¿qué puede importarte?
—¿A mí? Claro que nada. Tú solo me importas, y eres mía para siempre.
—¡Soy tuya para siempre, Terry!
—No de este modo: mía de verdad. Llevarte conmigo donde yo quiera, que nadie tenga el derecho de mirarte, que no mires a nadie… Te daré todo lo que el más rico pueda darte: tendrás casa, tierras, sirvientes…
—Apenas puedo creer lo que oigo… eres salvaje y enamorado ¿Me estás ofreciendo matrimonio, Terry? —pregunta Eliza con burla sutilmente contenida.
—Soy salvaje, si pero ¿Enamorado yo y Matrimonio contigo…? —se sorprende y ríe en carcajadas Terry, desconcertado .yo no pienso casarme…
—Me quieres para ti solo, con todos los derechos legales… dice que vas a volver rico para ofrecerme una casa opulenta…
—¡Y anillos, y collares, y trajes como no los tiene la mujer del Gobernador, y una casa más grande que la de Anthony! Y todo conseguido por mí, ganado por mí, arrancado al mundo por estas manos…
—¿Con qué negocio? —inquiere irónica Eliza—. No es grata una luna de miel en la cárcel…
—¿Piensas que soy un imbécil? —se encrespa Terry.
—No, Terry —responde Eliza, ahora sincera de verdad—. Pienso que te gusto, que me quieres, que me deseas más que nada, que harás todo por mí ya que tanto te importo. Y eso me hace feliz, muy feliz…
Apasionado, Terry la ha besado en los labios con uno de aquellos besos suyos con los que parece arrebatarla a la realidad… recios besos de fuego que son como el batir del mar contra las rocas: imperiosos, apasionados, casi brutales.

— No te detengas., hacemos la pasión - susurró Eliza que enloqueció a Terry.

Terry lleva a Eliza en la casa de la Playa..

En su habitación… Terry a beso apasionadamente sus labios contra los de ella. Dulces, exquisitos, perfectos.

Acarició con la punta de sus dedos sus finas piernas alzando lentamente su vestido. Terry besó cada uno de sus muslos haciendo que Eliza soltará varios gemidos, música para sus oídos.

Dejo un trazo de besos húmedos por sus piernas acercando su rostro cada vez más hacia esa sensible parte de su cuerpo.

Su corazón latía emocionado, el saber que sería el primero, el último y el único en la vida de Eliza hacían su pecho explotar en felicidad. La tendría para toda la vida, después de eso sería su pareja.

Él ya estaba desnudo así que la mitad del trabajo ya estaba terminado, solo tenía que desnudar a Eliza y disfrutaría cada momento de aquello.

Sus instintos fueron mayores que su razón, la pelirroja lo estaba volviendo loco.

Estaba a punto de desgarrar el vestido de Eliza, pero volvió a la razón, no podía permitir que su mujer saliera desnuda al mar, solo él podría verla.

Tiró de los cordones de su corcel torpemente y dejo que cayera a su lado, solo faltaba ese vestido.

Cada segundo parecía eterno, quería arrancar esa estúpida tela que impedía cualquier contacto contra su piel.

Desabrochó con torpeza cada uno de los botones de su vestido, su cuerpo temblaba ansioso.

Deslizo lentamente la fina prenda mirando hambriento cada centímetro de piel que quedaba al descubierto.

Era el mejor sexo para Terry, Eliza era lo más hermoso que sus ojos habían visto y seria solo suya.

Eliza quedo completamente desnuda excepto por esas pequeñas braguitas cubriendo su sexo.

— No.- impidió Terry. — Necesito verte.

Después de eso estarían vinculados de por vida, debía confiar en él.

La mirada de Terry recorrió su plano abdomen hasta detenerse sobre sus pechos. Tenían el tamaño perfecto y esos botones rosas convertían en agua su boca.

Su entrepierna comenzó a doler, pedía desesperadamente por atención. Quería entrar en ella y sentir como su interior lo rodeaba, necesitaba reclamarla, pero se tomaría el tiempo. Disfrutaría cada segundo de ese momento.

_Eres tan linda, mi bella Eliza, que tengo que morderte tus labios para no perder el control.

Terry besó sus labios e introdujo la lengua dentro de su boca, devorando y saboreando su cavidad, dejándola completamente sin aliento.

Descendió por su cuello rozando levemente sus labios, aspirando su aroma, hasta llegar a sus deseables pechos.

Atrapó su pezón sorpresivamente obligando a la Eliza a contraer su espalda ante tal sensación. Evitó soltar más sonidos, era vergonzoso y eso molesto horriblemente Terry, la haría gemir fuerte, tenía que escuchar su dulce voz.

Lamió y succiono enviando descargas placenteras hacia su interior, y pregunto:

_¿Por qué esa simple caricia la excitaba de esa manera?

No eran simplemente las caricias, era Terry, él era el culpable de esa dolorosa y deliciosa sensación.

Movió en círculos la yema de su dedo contra el montículo de carne entre sus piernas, mordiendo su pezón enviando al mismo tiempo enviando descargas de dolor y deliciosas sensaciones.

— No …- jadeó Eliza al sentir su cuerpo comenzaba a temblar.

— Déjalo salir, déjame oírte.- demandó con ronca y voraz.

— N-ahh…- el gemido escapó de sus labios antes de que pudiera evitarlo. Necesitaba urgente aferrarse de algo, algo golpeaba su interior y se sentía muy bien.

Terry introdujo un dedo dentro de Eliza obligándola a gemir de nuevo, debía dilatarla un poco para que su encuentro no fuera tan doloroso. La chica sintió desesperación y los espasmos se hicieron presentes. Apretó sus piernas involuntariamente y su interior hizo explosión. Clavó sus uñas contra la cama dejando que el placer recorriera su cuerpo.

Desgarro sus diminutas bragas haciéndolas pedazos. La rubia intento cerrar las piernas al sentirse expuesta pero Terry fue más rápido, acariciando sus muslos y colocando el rostro entre sus piernas.

Eliza sentía que moriría de la vergüenza, aunque todo rastro de timidez se esfumo en cuanto sintió la lengua de Terry sobre ese punto de su sensible cuerpo.

No tenía idea de todas las sensaciones que el chico le haría sentir.

— Ah… Nat…- balbuceó, su respiración agitada le impedía pronunciar alguna palabra. Ese hormigueo en su sexo era cada vez más gozoso y delicado. Movía sus piernas buscando alguna manera de liberar ese placer, aunque solo los gemidos parecían ser la salida.

El dolor en su erección era insoportable, necesitaba descargar esa excitación o no lo soportaría.

El chico sonrió tentador y subió a horcadas sobre el bello cuerpo de su chica.

— ¿Te gusto eso? - pregunto ardiente Terry.

Eliza no respondió, La excitación que sintió no debía ser correcta, pero eso ya no importaba. Amaba cada caricia, sus dudas habían desaparecido por completo. Lo quería demasiado y no iba a privarse de esa atracción.

Terry estaba duro y más que dispuesto por disipar su horrible pero placentero dolor, solo Eliza podía ayudar a su erección.

— Oh…ngah- gimió la chica al sentir el miembro del chico rozar su intimidad.

_ Eres mía, maldita sea- dijo Terry cegado en su pasión, Celoso, posesivo, seductor, gracioso, amable, necesitaba a Eliza en todas sus facetas. La necesitaba, para siempre, no podía permitir que su amada Eliza perteneciera a otro hombre que no sea el, estaba dispuesto a todo para ser millonario y poder tomar como esposa a su amada, Sin saber que era engañado.

…..

Esta historia Continuara…

Ya falta poco para terminar la primera parte del libro.

….

No se pierdan el siguiente capítulo de tu novela Corazón Salvaje.

Y bien hasta aquí llegamos hoy, tratare de bajar la novela lo más pronto posible, esta novela es una adaptación de la obra de Caridad Bravo Adams, bueno también incluye mis ideas, disculpa si tuve algún problema en la redacción, ya que no veo bien.

jajaja bueno, ya dejo la euforia para después, que bastante falta nos hará. Ahora responderé sus Reviews en mi sección favorita.

También quiero pedir disculpas por no terminar de publicar todas mis historias la faceta de Fanfiction ha tenido problemas, parece que se ha arreglado por eso he vuelto a terminar de publicar todas mis historias.

…..

Australia77: gracias por tu lindo comentario, me da gusto saber que me acompañas en esta aventura de ver a Terry como el pirata Juan del Diablo, no te preocupes ya estamos finalizando la primera parte Terry va amar a Candy, así como Juan amo tanto a Mónica, los dos se amaran, Eliza solo es un pasatiempo que domina la pasión, así como Aimé.

Blanca G :Si mi querida amiga, da pena que los dos hermanos se separaron y que uno lo tiene todo y el otro no tiene nada, recuerda que el mas va sufrir es el tierno Anthony (Renato) y se convertirá en un villano cuando se entera de la traición de Eliza (Aimé), uf tranqui el pirata Terry(Juan) va sufrir mucho pero será recompensado junto con Candy, hasta te podría decir que Anthony tiene un final estable, porque Renato se arrepiente y cambia, la única que recibirá un buen castigo es Eliza (Aimé), esta arpía si recibió su castigo como debe de ser.

Mia8111: gracias por tu apoyo, ya que te viste la telenovela, sabes mas o menos como va ir la trama, solo que aquí me baso en los dos ósea en la novela y en el libro.)

SARITANIMELOVE: Gracias por tu hermoso comentario, me da gusto saber que te gusta mi adaptación de Corazón Salvaje, tengo cuenta que me dijiste una vez que era tu novela favorita, porque sin duda es la mejor novela de todos los tiempos y el libro original es maravilloso, me encantaría que lo leyeras y espero que sigas disfrutando este corazón salvaje con Candy y Terry.

Mizuko: Bienvenido a Corazón Salvaje, gracias por tus hermosos comentarios, si pues esta bastante triste porque Terry sufre un montón por culpa de esa vieja que separo a los hermanos, que bueno saber que para ti mi bombón Terry es el perfecto corazón salvaje, tranquila no estés triste, su final es hermoso… Candy y Terry serán recompensados. Gracias por tu comentario.

Grace: Si pues mi querida amiga mi bombón Terry (Juan) guarda mucho odio, pero cuando se enamora de Candy (Mónica) cambia, sinceramente totalmente de acuerdo contigo yo también odie a Doña Sofia (Rosemary), porque era una vieja metiche que separo a los hermanos.

Elvian Soan: No tienes nada que agradecer querida por las actualizaciones, más bien gracias por participar con tus comentarios y pertenecer al grupo corazón salvaje yo igual que tú siempre pensé que la belleza de Mónica es igual al de Candy, ambas son rubias, hermosas, mi Terry siempre será mi valiente Juan del Diablo por su cabello largo, amé mucho su personalidad rebelde, fuerte.