Corazon salvaje segunda parte del libro Titulada Candy (Mónica)…

Disclaimer: Los personajes de Candy no me pertenece sino a Kioko Mishuki y Yumiko Igarashi y la historia Corazón Salvaje le pertenece a la escritora mexicana Caridad Bravo Adams. Este fic es hecho con fines recreativos no pretendo buscar ningún tipo de remuneración o reconocimiento, simplemente lo comparto con ustedes porque realmente me gusta la historia y los personajes de Candy.

¡Holaaaa meus amores! Reportándome de nuevo, no tengo mucho tiempo, desde que empezaron mis clases, No me maten por favor.

La historia tendrá tres partes como la trilogía original, "Eliza (Aimé) y Terry (Juan)", " Candy" (Viene siendo el libro de Mónica), Candy (Mónica) y Terry (Juan) y la última el desenlace y final (Viene siendo el libro de Juan del Diablo versión Terry Pirata)

Realmente espero que sea de su agrado. Ya sin más que añadir, los dejo con la lectura. Disfruten la segunda parte del libro.

Segunda Parte

Candy (Mónica) y Terry (Juan)

Capítulo 5

Ha arrastrado a Eliza, llevándola consigo. En vano ella lucha, en vano se resiste... Él va como loco, como ciego, sin acertar siquiera a distinguir en qué caos de sentimientos, en qué torbellino de locura van envueltas su razón y su vida. Y forcejeando, Eliza suplica:

_No Anthony, espera por favor.

_Frente a Dios dirás todo lo que tengas que decir.

_No… no ¿Estas loco? ¿No me lleves así? Y en desesperación grita Eliza- Por favor.

—¡Anthony... Eliza... Hija... Hija...! —En vano ha clamado la voz espantada de Elroy, pues tomo una tromba cruza Anthony salas y jardines, arrastrando a Eliza consigo, mientras la voz de Elroy de Andrew, persiste en un grito

—: ¡Anthony... Eliza...!

La anciana intuye la tragedia, la presiente, la adivina. Quiere correr, pero le falta el aire, se le nubla la vista, y cae fin de rodillas... Ha visto cruzar una pequeña sombra oscura. ... Es Colibrí, pero éste no se detiene a la voz desesperada que clama en un sollozo:

_—¡Muchacho... muchacho! ¡Pronto... Socorro...! ¿Qué pasa? ¿Quién llama? —Es la voz del viejo notario que espantado ante los gritos de auxilio se acerca y, asombrado, exclama—: ¡Doña Elroy...!

_ ¡Oh, Albert, amigo mío! ¡Pronto! ¡Hay que impedirlo! ¡Llame a doña Rosemary! ¡Hay que impedirlo!

—¡Oh, Albert, amigo mío! ¡Pronto! ¡Hay que impedirlo! ¡Llame a doña Rosemary! ¡Hay que impedirlo!

_Pero impedir ¿Qué?

_He ha quedado inmóvil, sin sentido. Albert, trémulo, mira a todas partes. Sombra y silencio caen sobre campos y jardines... Un trueno cercano parece agitar el espiado y una ráfaga de viento silba entre el follaje y la espesura. También él presiente, intuye, adivina, tiembla ante el terror de lo que ve venir, y alza en vano los ojos al cielo mientras la tormenta se avecina... Tan inútil como el deseo de detener la tormenta, tan, imposible-como sujetar el rayo, es impedirlo... Y ante su impotencia, exclama como en un rezo:

_ ¡Dios mío!... Oh Dios mío.

Candy suplicaba a Terry que deje en paz a su hermana.

¡MIENTE! USTED VINO a atravesarse en mi camino porque averiguó que íbamos a huir, porque vive a la espía...

- ¡yo vine porque Eliza, me pidió que viniera! ¡Vine en su nombre para hacerle comprender a usted de su locura y su vileza! Vine para pedirle...

_Es inútil pedirme.

Fieramente, Terry, ha enfrentado a Candy, encendidas de Fieramente, Terry ha enfrentado a Candy, encendidas de cólera las soberbias pupilas. Ha ido a ella como si quisiera destrozarla, golpearla con sus puños poderosos, pero la pálida figura helada y triste que se alza ante él, le detiene, inspirándole un respeto invencible, mientras un relámpago rojo, qué es ya de odio, brilla en sus ojos magníficos... cólera las soberbias pupilas. Ha ido a ella como si quisiera destrozarla, golpearla con sus puños poderosos, pero la pálida figura helada y triste que se alza ante él, le detiene, inspirándole un respeto invencible, mientras un relámpago rojo, qué es ya de odio, brilla en sus ojos magníficos...

_-Le advierto que, si Eliza no aparece dentro de cinco minutos, voy a buscarla adonde esté, sin que nada ni nadie me detenga. ¡Ni siquiera su marido!

- ¿Pretende llevársela por la fuerza? ¿Es que no entiende que ella no quiere ir? -protesta Candy en un arrebato de ira.

-Ella es mía, juro ser mía por siempre y lo tiene que cumplir.

- ¡Pues bien, sin ruegos! -se exaspera Candy-. No quiere ir con usted; no quiere seguirle... Vuelva en sí de esa estúpida vanidad por la que pretende ser para ella más que nada en el mundo... Eliza, está arrepentida de su locura. Llorando me ha pedido que le detenga; ha rezado, acaso por primera vez en su vida, pidiéndole a Dios que la salve de usted, de su violencia, de su barbarie, de la brutal pasión que usted significa...

_ ¿Quién dijo eso?

_Ella misma, Ya lo sabe, Terry, ella no quiere seguirle, ella solo pide que le deje tranquila.

_ ¿Burlándose de mí?

-No hay burla. Hay arrepentimiento, dolor de sus pecados, deseo de rehacer su vida, de ser fiel y leal al hombre honrado de quien es esposa

_Es una cínica, mentirosa, fue ella la que siempre me buscaba, a espiarme hasta desnudo, -¡Mentira! ¡Mentira! ¡Que venga ella! Que cara a cara me lo diga, que me jure todo eso a mí, que me diga que no quiere volver a verme, que me pida ella, ella misma, que olvide su nombre, y entonces...

_Calla te hago un pacto.

_Un pacto con el diablo, jajajajaja, Santa Pecas.

_Un Pacto con el hombre, Terry De Dios, ¿cásate conmigo?, por favor, no te lleves a mi hermana. Suplico llorosa.

_Santa pecas, ¿Por qué defiende tanto a Anthony, porque le preocupa su bienestar?

_Estoy enamorada de él, sé que es amar a una persona, cuando uno ama no es egoísta, daría mi vida y cualquier sacrificio con tal de que sea feliz, incluso casarme con usted con tal de que él no se dé cuente lo arpía que es mi hermana- dijo llorosa. -¡Calle! -le ataja Candy con gesto imperioso-. Alguien viene... Alguien viene, sí... ¡Váyase, escóndase...! -De pronto, como si el mundo se le viniese encima, lanza un grito-: ¡Anthony! -Y aún más espantada-: ¡Eliza!

-¡Yo, sí...! -confirma Anthony, llegando junto a ellos-. En el mejor momento, Candy. Ya sé que pretendías que lo ignorase todo. Ya sé que reprocharás a tu hermana por habérmelo dicho, pero ella no podía callar, no era posible que siguiera callando, porque, quieras o no, yo soy el amo de esta casa y el jefe de esta familia...

_Anthony- exclama Candy, completamente desconcertada.

-Me importa poco lo que pienses, ni lo que Terry pueda decir. Están en mi casa, y en mi casa se va por el camino recto, se juega limpio, se procede con dignidad y decoro... Y si lo has olvidado, Terry, aquí estoy para recordártelo y para exigirte cuentas muy estrechas de la forma en que has procedido con Candy.

- ¿Qué? -se extraña Terry, sin comprender el alcance de las palabras de Anthony.

_ Entiende de una vez, Terry, que en este asunto es conmigo, y no con las mujeres, con quien vas a mi

_No sabes cuánto celebro que sea contigo! -acepta Terry, en tono insolente-. ¡Deseando estaba encontrarte cara a cara!

- ¡Pues aquí me tienes! -se ofrece Anthony violentamente-. ¡Te entenderás conmigo, y sólo conmigo!

- ¡Cuando quieras! -desafía Terry, dando un paso adelante y echando mano a su cintura.

- ¡No! ¡No! ¡Ese cuchillo...! -advierte Candy, en un grito de espanto.

_Yo no tengo armas, indica Anthony, con gesto noble y fiero.

_ ¡Mejor es así! -acepta Terry arrojando el cuchillo al suelo-. ¡Cara a cara... de hombre a hombre! Con los puños, con los dientes, con las uñas... ¡Como quieras! ¡He venido a llevármela, y me la llevaré por encima de ti!

_ ¡No te la llevarás sin hacerla tu esposa!

_ ¿Que?, se desconcierta Terry, ¿Hacerla mi esposa?

_Candy es para mí una hermana. ¡Si le debes la honra, tendrás que cumplir!

_ ¿Candy? - tartamudea Terry estupefacto.

-¡Candy...si... sí! -interviene Eliza con decisión-. No lo niegue usted, Terry del Diablo, no intente mentir. Usted ha arrastrado a mi pobre hermana a los peores extremos... Usted la tiene asustada, acorralada y sometida por el terror... ¡Usted... usted...!

_ ¡Eliza...! -reprueba Candy con acento desgarrador ¡Es la verdad! ¡Es la verdad! Perdóname que se lo haya dicho a Anthony, pero yo no podía callarme esto. ¡No podía! ¡Perdóname, Candy, perdóname! Tuve que decirle... ¡Fue necesario...! ¿Me oyes? ¿Me entiendes? Era horrible lo que Anthony, creía. Tuve que decirle la verdad. ¡Que eras tú... tú... tú!

Ha ido a ella, estrujando su brazo, pero Candy la rechaza de un brusco empujón, irguiéndose fría, tensa, sacudida por un temblor nervioso. Juan ha retrocedido, ahogada de asombro la voz en su garganta, pero Anthony ha dado un paso sujetando a Eliza con sus manos como zarpas, clavadas las pupilas en el rostro de Candy como si se asomara al fondo de un abismo:

_Candy, Eliza me ha dicho que Terry, es tu amante. ¿Es verdad, o es mentira?

_ Es verdad, Anthony... -murmura Eliza, en voz ronca. Y cobrando fuerzas y valor, prosigue con su engaño-: Es el hombre a quien quiero, el hombre a quien le di mi amor y mi vida, y no te doy derecho a intervenir. ¡No te doy derecho a intervenir el derecho...!

Terry se quedo asombrado por las palabras de Candy, su sacrificio de su amor por Anthony.

_Me has decepcionado Candy, creí que tu amor era grande y real, pero no, gracias a Dios no tengo ningún remordimiento de culpa por haberte cambiado por tu hermana, Bendiciones para ti hermana.

La mirada de Anthony, ha ido hacia Terry como un relámpago. Ve el rostro viril endurecido, apretadas las mandíbulas, ardientes los ojos con una llama indefinible y le espeta:

_Esto se arregla de hombre a hombre, Terry ¡tu vida contra la mía!

_ ¿Por qué? ¿Por quién? ¿Por esa...? -salta Terry, en un estallido de ira y de asco.

¡Por la mujer que es una hermana para mí! -sentencia

Anthony, en tono rotundo y amenazador-. ¡Cumplirás con ella! ¡Te portarás como un hombre, o te mataré como a un perro!

_ ¡No... no, Anthony! -interviene Candy, con la angustia reflejada en su pálido rostro-. Este asunto es mío, sólo mío. No puedo consentir...

_ ¡Calla! -la interrumpe Anthony imperioso. Y dirigiéndose a Terry, exclama-: ¡Sólo a mí has de darme cuentas, Terry!

_ Te las daré cumplidas... ¿Me aceptas por esposo, Candy de Andrew?

_SI- dijo Candy acorralada, con tal de que Anthony no se de cuenta de la verdad de su hermana, Terry estaba mas asombrado por el gran amor que Candy siente por Anthony.

_ Te casarás con Terry del Diablo, ¡o no saldrá él vivo de aquí!

Es un instante, uno de esos instantes largos como siglos en que las almas tiemblan. Desesperadamente, Anthony ordena, pide, exige... No ha creído más que a medias las palabras de Eliza, apenas ha podido dar crédito a sus ojos al hallar juntos a Candy y a Terry y se agiganta en su pecho la resolución terrible, el ansia salvaje de matar, hasta ahora desconocida para él. Quiere hallar la verdad... la verdad que al mismo tiempo le espanta, y tiembla también él al ver temblar a Candy, que vacila como si un momento considerara la profundidad de aquel abismo repentinamente abierto a sus pies.

_ Ya has visto no creo que Candy quiera casarse conmigo -expone Terry, con el más amargo sarcasmo-. Soy muy poca cosa para una Grandchester. Como esposo, no sirvo... Sirvo como juguete, como diversión, como amante de un día, como muñeco con el cual divertirse durante los meses de espera para una boda de su rango. Para eso es para lo único que sirvo... Ha sonreído... ha sonreído como Satanás pudiera sonreír. Y no mira a Candy, sino a Eliza, que se mantiene tensa y rígida, sintiendo apretarse un poco más las manos de Anthony, devolviéndole aquella mirada con la suya fija Como si contemplase la moneda que salta en el aire para caer, jugando a cara o cruz la muerte o la vida. Y es Candy quien rompe el silencio expectante:

_Acepto, Casarme con Terry del diablo.

_ Yo creo, Anthony ... -empieza a decir Eliza; pero Anthony, la ataja imperativa: ¡Tú, calla! Aceptas, ¿eh? Naturalmente que aceptas, Candy. Y tú, naturalmente que cumples, Terry. - -Y con indefinible amargura, comenta-: ¿Qué razón puede haber para que esa boda no se realice? ¿Cuál es el impedimento legal? ¿Por qué citarse detrás de la iglesia, Terry, cuándo puedes llevártela tras recibir, la bendición de Dios en el altar, con la alegría de todos y el aplauso de la sociedad? ¿Por qué no casarlos, Eliza? ¿No es eso colmar la medida de tu deseo, cumplir como Dios manda, como una buena hermana? ¿Por qué no ser nosotros padrinos de esa boda? ¿Por qué proceder como criminales cuando no están haciendo nada, absolutamente nada para lo que no tengan derecho legal? Aceptas... ¡naturalmente que aceptas, Candy! Te casas... ¡naturalmente que te casas, Terry!

_Para casarme tengo que llevar mi apellido.

_No te preocupes por eso. De eso me encargo yo.

Hay un rumor de pasos y voces que se acercan, y unos y, otros se miran sorprendidos, hasta que Anthony comenta

_ Creo que viene mi madre... Seguramente Elroy corrió a darle aviso... Bienvenidos todos para escuchar la buena nueva. -Y alzando la voz, llama-: ¡Madre... Albert... aquí estamos...! Ya verán cómo van a alegrarse todos...

_ Anthony... Anthony... -suplica Eliza presa de angustia-. No les hables a ellas... no les digas...

- ¡Eliza... hija...! -prorrumpe Eloy llegando junto al grupo. Y sorprendiéndose, exclama-: ¡Oh, Candy...!

_ Candy, si -confirma Anthony-. Candy y Terry de Dios... ¿No es ese el nombre que Candy gusta darle? ¡Terry de Dios...! Acércate, madre. Sí, Terry está aquí, pero no hay nada por lo que tengan que alarmarse...

Rosemary ha llegado junto a Anthony, pálida, temblorosa, como si viera llegar por fin la desgracia tantas veces presentida para su hijo; pero Anthony sonríe... sonríe con una sonrisa nueva en él: desafiante, amarga, casi agresiva, cuando explica:

-Tengo que dar a todos una gran noticia: Candy y Terry han decidido casarse, y lo harán en seguida. ¡En seguida!

_Anthony, por favor- murmura Candy nerviosa.

_ Ni una palabra más por esta noche, querida -corta Anthony con ira el ruego de Eliza-. Necesitas descansar y dormir.

Candy y Terry quedaron solos, Terry mira con ternura a Candy.

_Nunca pensé que una mujer amara tanto como usted santa Candy, ahora si Santa Candy.

_Le pido que después de la boda me lleve a mi convento, Nunca debí haber salido de ahí.

_Se lo prometo, sabes yo no tengo nada de caballero, mas que la ropa, pero si yo la hubiese tenido a usted desde niño, si usted hubiera sido mi prometida desde niño, o la hubiera tenido en mis brazos ahora, solo volviéndome sordo, ciego o imbécil, nunca la hubiera dejado ir, ni mucho menos por una zorra como su hermana.

Candy, sonríe por las palabras del pirata.

_Usted es muy tonta, se deja quitar fácilmente y tan tranquila, somos muy distintos, a mi el que me hace el mal, le pago con la misma moneda.

_ ¿Qué quieres decir?

-Tu hermana se va arrepentir de haberme traicionado, nuestro matrimonio va servir de venganza, usted se casara conmigo por amor a su Anthony y yo me caso con usted por vengarme de Eliza, quiero que sepas que a pesar que me caso por venganza, te aprecio mucho, eres una joven hermosa, especial, eres mucho mas hermosa que tu hermana, le repito una vez más, si yo la hubiese tenido a usted en mis brazos solo volviendo sordo, ciego o imbécil, nunca la hubiera dejado ir, ni mucho menos la hubiera cambiado por una zorra como su hermana, siento que te quiero desde hoy al ver tu bondad, tu sacrificio de amor por ese imbécil, que no supo apreciar lo valiosa que eres, le dijo acariciando su rostro- eres hermosa Candy- casi le da un beso en sus labios.

Ella solo cierra los ojos: le dice: No Terry, yo no te amo, estoy dispuesta a cumplir mi palabra, pero no pasara nada entre nosotros, gracias por tus bellas palabras, eres muy amable- le dijo con una sonrisa, Terrence le mira diferente y le da un beso en la mano de su esposa, siente una simpatía a la sonrisa de la hermana ingenua, inocente, diferente a la otra, cínica y mentirosa- se dijo a si mismo: Eres real, así como eres, ojala que sí, seas distinta a tu hermana, eres mas hermosa que ella, ¿Qué me pasa?, Terrence queda mirando a Candy, ella solo le mira triste y acorralada por la situación.

….

Fin del Flash Back

Anthony y Eliza estaban entrando a campo real, discutiendo.

_ Mañana te aguarda un día terrible... Mañana mismo será la boda. Tengo también el mayor empeño en que mañana mismo estén lejos de aquí.

_Pero…

-Sin peros. Ellos no protestan, no replican, aceptan su cruz, aceptan la lógica consecuencia del pecado que han cometido... ¿O no crees que es un pecado? ¿Piensas que debo aplaudir su falta de respeto a la casa de mi madre? Dispénsame... Ya sé que se trata de tu hermana y que debes sentirte, casi como si lo hubieras hecho tú misma. Te sientes así, ¿verdad, querida? Pues desecha esa idea y no pienses más en el asunto. Yo hago a cada quien absoluto responsable de sus actos, desligándolo de responsabilidades consanguíneas. Nadie es culpable sino de sus propios actos, ¡y pobre de aquél cuyos actos puedan volverse contra él algún día...

Casi arrastrada por Anthony, ahora detenida por él frente a la puerta de aquel departamento preparado para el amor y la dicha, Eliza busca en vano gestos y palabras. Desde hace algunas horas cree vivir en una pesadilla. Renato es ahora, de repente, otro hombre para ella: lejano, helado, amargo, y al mismo tiempo imperioso, desconfiado, agresivo, como si cada instante temiese ser apuñaleado por la espalda, como si alguien hubiera derramado en sus venas un sutil veneno que corre emponzoñándolo. La mira... la mira muy de cerca, con fiera mirada interrogadora, y luego sonríe... sonríe con una sonrisa fría y breve, que es peor que todos los reproches, que todos los insultos, que todos los gritos...

_ Anthony... -suplica Eliza, con mortal angustia

_-Entra, y déjame... Tengo mucho que hacer todavía - ordena Anthony, con aspereza y dándole un leve empujón, tras lo cual cierra con llave la puerta.

-¡Anthony... Anthony...! ¿Qué haces? -se asusta Eliza. Anthony... Anthony...

_ Hijo, ¿has cerrado con llave esa puerta? -pregunta Rosemary, acercándose preocupada y vacilante-, ¿Con Eliza tras ella?

_ Justamente, madre, con Eliza, tras ella. Y ahora, si me das tu permiso...

_ No, aguarda un instante. Quiero saber lo que ha pasado. Lo reclamo, lo exijo. ¿Por qué has decidido esa boda, que no te concierne, en una forma así? ¿Por qué tratas a Eliza de este modo? ¿Por qué procedes como si hubieras enloquecido?

_ Tal vez porque quiero llegar al fin... No me preguntes demasiado, madre.

_ ¿Qué te han hecho, Anthony? -se angustia Rosemary-. Estaba segura, estaba bien segura... El golpe que más pueda herirte tiene que llegar de él...

_ ¿De mi hermano Terry? - dice Anthony.

_ ¡Anthony! - se alarma Rosemary.

De mi hermano Terry, madre... Dilo de una vez, acaba de decirlo... Y dime más, dime todo lo que sientes, todo lo que piensas, todo lo que has callado y callas todavía, con[1]teniendo años y años el anhelo de gritármelo. Dime que me odia, que sabes que me odia justamente por eso, porque es hermano mío y bastó una fórmula legal, bastaron unos papeles y unas firmas para que a mí todo me fuese otorgado mientras a él se le negaba todo. ¡Dilo, madre, dilo...!

-No fueron unos papeles, no fueron unas firmas... fue la diferencia de toda una vida: la mía, recta, honorable, limpia; la de esa mujer que dio a la casa Grandchester un bastardo... ¡qué digo un bastardo, un hijo maldito, fruto del adulterio y la vergüenza, la de esa mujerzuela baja y vil, como bajo y vil tiene que ser el corazón de ese hombre que hoy te ha herido...!

_No me ha herido madre.

_ ¿Que no te ha herido? Entonces, ¿por qué te revuelves así? ¿Qué puede importarte que Candy...? ¡Anthony, hijo, dime la verdad, toda la verdad!

-La verdad es la que oíste, es ésa y no puede ser otra. ¿Qué has pensado, madre, qué has creído? ¿Piensas que, de haber sido como sospechas, estaría ella viva detrás de esa puerta? ¡Ni él! ni ella hubieran escapado con vida, madre. Pero esa boda es mi garantía... Por eso quiero casarlos yo mismo, en seguida, cuanto antes... Ver en el rostro de mi esposa la sonrisa feliz de quien lleva una hermana al altar... Ya lo sabes todo, madre, y sabes también a dónde voy. Voy a prevenir a los que cuidan los linderos, a poner guardias en todos los caminos del valle, con orden de detener a los que entren o salgan. Terry del Diablo Grandchester no escapará de aquí sin haberse unido para siempre a Candy Andrew, sin atar sus vidas ante los jueces y el sacerdote, sin hacer buena la palabra empeñada, sin probarme a mí que es ella, y sólo ella, la que ha podido prostituirse hasta ser la ramera del puerto que aguarda a los marinos...

_Anthony… hijo…

Rosemary Grandchester ha dado unos pasos tras de Anthony, como si pretendiese aun retenerle, pero él no se detiene a su voz ni a su ademán, se aleja rápido y decidido... Rosemary vacila, mira a la puerta de aquella alcoba en la que Renato encerrara a Eliza... Por un largo momento parece luchar consigo misma y, antes de alejarse, amenaza como sacudida por la violencia de un sentimiento invencible:

_Pobre de ti que has manchado el nombre de mi hijo.

Eliza, se ha dejado caer rendida en el pequeño diván de raso colocado a los pies de la cama. En vano ha sacudido la cerrada puerta, en vano ha tratado de escuchar, acercando a sus rendijas el oído... Sólo ha percibido los pasos que se alejan, las voces apagadas de aquella conversación entre la madre. y el hijo, y ahora le asalta el recuerdo de aquellas horas que han sido como la amenaza de un puñal sobre su pecho... Como el vórtice de un torbellino, vuelve a sentirse arrastrada por Anthony, hasta aquella escena de pesadilla en la que saltan como visiones de horror los rostros conocidos: Candy, Anthony, Terry… Terry, sobre todo... Aquel Terry amado y aborrecido, temido y deseado, a cuya evocación la sangre de sus venas parece hervir...

- ¡no es posible... ¡No es posible...! Todos han enloquecido... ¡Todos! ¡Él dijo que sí... Ella dijo que sí.

Continuará

No perderse el próximo capitulo, ahora contestare sus comentarios en mi sección favorita:

CCarolaragon: Gracias por tu apoyo querido amigo, se que estas viendo la telenovela es hermosa esta novela solo que mi escrito esta apegada mas al libro, mas no las palabras de amor de Terry a Candy, ni la pasión de las noches de boda, esa será como la telenovela, pero la trama es como el libro. Ya se van a enamorar, falta poco. Eliza es una maldita.

Luzarda: Bello comentario, si es cortito, pero poco a poco bajare la historia, te invito a leer mis otras historias también son bellas y todos se tratan del amor de mis rebeldes, menos dos que son con Anthony, pero las demás son con Terry Grandchester.

Ary81: Hermosa gracias por tu apoyo.

Mia8111: Gracias por tu bello comentario mi hermosa hermana, gracias por tu apoyo en todas mis historias.

Blanca G: Gracias por tu apoyo en todas mis historias, sobre todo lo que son con Terry Grandchester, así poco a poco acabare todas mis historias de él, y escribiré más Terrific, ya que en esta pagina no hay muchas, pero en Wattpad si porque las Territanas publican más en Wattpad, Yo publico en los dos, pero aquí público más, Eliza es mala, enemiga de Candy, pero ella recibirá su castigo, por dejar mal a su hermana. Anthony ni decir es un ingenuo.

Guest 1: Gracias por tus bellas palabras.

Dulce Graham: Eliza es una maldita, no solo es Terrible, ella pagara todo el daño que esta haciendo, Candy y Terry tendrán su recompensa, te invito a leer mis otras historias con mis rebeldes estoy segura que te encantaran, gracias hermosa por tu apoyo.

Guest 2: Gracias por tu apoyo incondicional, sé que tardó mucho en actualizar, pero también tengo que actualizar mis otras historias y estudiar en la universidad.

Elvia Soan: Gracias hermosa por tu apoyo incondicional y compartir esta historia en tu grupo de Corazon Salvaje, bendiciones amiga bella.

SARITANIMELOVE: Hermosa gracias por tus comentarios, Si Eliza es una maldita, pobre Candy, aquí esta mas apegada al libro, pero sus palabras de amor y su pasión en la noche de bodas es como el de la telenovela. Gracias por tu apoyo, espero que también te gusten mis otras historias que son de mis rebeldes.

Tratare de bajar lo mas pronto, ya veo que esta es la que mas les gusta a todas, gracias por su apoyo, espero que así disfrute también mis otras historias porque gracias a sus comentarios me encanta escribir más sobre los rebeldes.

Un abrazo a la Distancia

Maggie Grand.