Terry y Candy se casan, tratare de terminar todas mis historias especialmente esa para las que me siguen pueden buscarme en Wattpad.

Corazón salvaje segunda parte del libro Titulada Candy (Mónica)…

Disclaimer: Los personajes de Candy no me pertenece sino a Kioko Mishuki y Yumiko Igarashi y la historia Corazón Salvaje le pertenece a la escritora mexicana Caridad Bravo Adams. Este fic es hecho con fines recreativos no pretendo buscar ningún tipo de remuneración o reconocimiento, simplemente lo comparto con ustedes porque realmente me gusta la historia y los personajes de Candy.

¡Holaaaa meus amores! Reportándome de nuevo, no tengo mucho tiempo, desde que empezaron mis clases, No me maten por favor.

La historia tendrá tres partes como la trilogía original, "Eliza (Aimé) y Terry (Juan)", " Candy" (Viene siendo el libro de Mónica), Candy

(Mónica) y Terry (Juan) y la última el desenlace y final (Viene siendo el libro de Juan del Diablo versión Terry Pirata)

Realmente espero que sea de su agrado. Ya sin más que añadir, los dejo con la lectura. Disfruten la segunda parte del libro.

Segunda Parte

Capitulo Diez.

Candy (Mónica) y Terry (Juan)

LOS OJOS DE Candy se han abierto despacio, muy despacio, volviendo a cerrarse casi en el mismo instante, como si la luz los hiriese, y han vuelto a mirar por entre los párpados, seminternados, como reconociendo el extraño lugar en que se halla. Los grandes ojos daros de la ex-novicia se abren totalmente para mirar el rostro desconocido, de expresión noble y grave, de aquel hombre vestido de negro que inclina la cabeza cana, como consultando varias hojas de apuntes. Está tendida en una de aquellas literas, sobre un grueso colchón de lana. Bajo la cabeza dolorida, en la que las ideas parecen vibrar, salir y entrar inseguras y vagas, hay almohadas, y finas sábanas de hilo cubren su cuerpo vestido con un ropón liso y blanco. Las débiles manos rechazan un poco las sábanas... la cabeza de rubios cabellos enmarañados se levanta ligeramente, con esfuerzo. Trata de incorporarse, cuando...

_ ¡Caramba, si ha despertado usted! ¿Cómo se siente? – El hombre vestido de negro ha llegado hasta ella, ha tirado de una banqueta con la absoluta naturalidad de quien está acostumbrado a moverse en, aquella estancia, y ha buscado el pulso de la enferma mirándola con ojos bondadosos y cansados a los que asoma la esperanza, mientras aconseja:

—No se mueva ni hable; no haga ningún esfuerzo. Está mejor, ¿sabe? Está mucho mejor, pero es preciso que no cometa la menor imprudencia. Ahora mismo voy a enviar por algo que necesita tomar.

—No se mueva ni hable; no haga ningún esfuerzo. Está mejor, ¿sabe? Está mucho mejor, pero es preciso que no cometa la menor imprudencia. Ahora mismo voy a enviar por algo que necesita tomar.

La rubia cabeza de Candy, se estremece queriendo en vano fijar las imágenes que ahora pasan como en un torbellino. ¿Quién es aquel hombre? ¿En qué lugar se encuentra? ¿Está viva o muerta? ¿Sueña o ha perdido la razón? No recuerda haber visto jamás aquella estancia, no recuerda haberse acostado nunca en un lecho semejante, y el aire fresco que penetra por las ventanas tiene un áspero olor a salitre y a yodo. Es el aire del mar muy cercano... Está en un barco... sí, está en un barco, y enferma, gravemente enferma. Pero, ¿Cómo está allí? ¿Por dónde llegó hasta aquel barco? Las imágenes se hacen más precisas. Recuerda... recuerda el valle de Campo Real, la lujosa mansión de los Grandchester... Rosemary, Anthony.. Eloy Eliza, Terry... TERRY DEL DIABLO ! Y al tomar cuerpo esta verdad en su mente, prorrumpe en un sollozo:

_Dios mío.. Dios mío… Qué le pasa? —acude solícito el doctor—. ¿Siente algún dolor, alguna molestia especial? Dígamelo, hija, dígamelo sin afligirse. Trate de explicarme lo que siente. Soy el doctor Faber, su médico, y llevo tres días junta a usted, aunque no recuerde, haberme visto antes. Ha estado con fiebre muy alta y algo fuera del mundo, pero lo peor ha pasado ya, y Dios mediante...

_Oh Jesús- exclama Candy,

—¿Qué tiene? ¿Qué le pasa? Cálmese. ¿Por qué se asusta de ese modo? No va a pasarle nada, se lo aseguro... —El doctor Faber ha tratado en vano de calmarla, pero al desplomarse Candy, desvanecida, con tono casi áspero, reprocha—: ¡Ah, caramba! Ha aparecido usted de repente, y me temo que al verle se ha asustado. Mire usted en qué forma tan tonta acaba de desmayarse...

El hombre cuya presencia provocara el desmayo de Candy, se acerca muy despacio, sereno y triste, y queda inmóvil, mirándola... Ahora, sin las rosetas de la fiebre, las mejillas de Mónica son más blancas que las blancas sábanas en que se envuelve ... La mira y la halla hermosa, extraordinariamente hermosa, a pesar de su aspecto débil, enfermizo, con una belleza doliente que la hace más niña.

_ ¿Está mejor? ¿Verdad doctor? Infinitamente mejor... Pero este desmayo... este desmayo... ¡Vaya, menos mal, creo que ya vuelve en sí!

_ ¿Quiere dejarme con ella doctor? ¡no, doctor, no se vaya! —suplica Candy, francamente angustiada, dueña ya de sus facultades.

—¿Eh? —se sorprende el doctor—. Su esposo quiere hablarle a solas, hija mía. —Y volviéndose a Terry, recomienda—: Caballero, a lo que parece se trata de un capricho de enferma, pero me atrevo a rogarle... No se preocupe, doctor —le interrumpe Terry, con serena amabilidad—, yo soy el que se va. ¡no, doctor, no se vaya! —suplica Mónica francamente angustiada, dueña ya de sus facultades.

—¿Eh? —se sorprende el doctor—. Su esposo quiere hablarle a solas, hija mía. —Y volviéndose a Terry, recomienda—: Caballero, a lo que parece se trata de un capricho de enferma, pero me atrevo a rogarle...

—No se preocupe, doctor —le interrumpe Terry, con serena amabilidad—, yo soy el que se va. netamente, el rumor de los pasos de Juan ha ido apagándose, mientras Candy, vuelve a entornar los párpados, sintiendo que otra vez desfallecen cuerpo y alma. Ya sabe dónde está, ya recuerda con verdadero horror cuanto ha pasado: es la cabina del Luzbel y está casada con Terry, del Diablo. Las lívidas imágenes de aquella pesadilla que fueron sus últimas horas en Campo Real, danzan como una zarabanda en su razón aun vacilante. Después, la espantosa carrera sobre los campos, la lucha al borde de la playa, las manos de aquel hombre atenazándola, arrastrándola al bote, arrojándola al fondo de aquel cubil inmundo, y luego la sombra, la oscuridad, las nubes rojas de la fiebre. No recuerda más... no puede recordar más... ¿qué otra cosa ha podido pasar? Si los cobardes marineros incapaces de ampararla, ni el Dios a quien invocara desesperada, lo han evitado...

—¿Cuántos días hace que estoy en este barco, doctor? ¿Cuando llegamos a Saint-Pierre? ¿Cuándo le llamaron?

_A sampierre.

—Sí, doctor, a Saint-Pierre. El barco está anclado... ¿O no? ¿No estamos en puerto? ¿No estamos en Saint-Pierre?

—Estamos anclados en el canal, frente a Grand Bourg, capital de María Galante. Su Saint-Pierre está a muchos cientos de millas más al Sur...

—Entonces, ¿estoy sola... abandonada...? —se espanta Candy—No creo que "abandono" sea la palabra exacta. Su esposo es un muchacho fuerte y áspero como buen marinero, pero, si he de serle franco, diré que por lo menos en los cuatro días que llevan ustedes frente a María Galante, no ha podido portarse mejor. Ha transformado, en lo posible, esta pequeña cueva... y no ha omitido ningún gasto para proporcionarle a usted las mayores comodidades. Claro que lo sensato hubiera sido desembarcarla, llevarla al hospital. Yo hasta le insinué a su esposo la posibilidad de dejarla mientras él termina su viaje, pero no accedió y... me parece razonable. Después de lo que le he visto atenderla y cuidarla, considero que sería para él muy duro separarse de usted...

_ ¡Con qué desesperado impulso hubiese gritado Candy, pidiendo ayuda, protección, amparo contra Terry del Diablo! ¡Con qué ansia dolorosa le hubiese rogado a aquel anciano que rompiese sus cadenas, que la rescatase, salir de aquel cubil, dejar aquel barco, no ver más el rostro que la aterra, el duro y feroz rostro de Terry, del Diablo! Pero hay un pudor invencible que paraliza su lengua y sus manos, como una gran vergüenza sin nombre, como un último refugio de su dignidad... Al fin y al cabo, ¿Qué ha hecho Terry, del Diablo más que aquello a lo que su matrimonio le da derecho? ¿Cómo pedir ayuda contra él, sin denunciar la horrible circunstancia que la obligó a entregarse a todo riesgo? Como un temblor de fiebre, la sacude la protesta de su cuerpo y de su alma, pero se paraliza sin llegar a brotar...

Me atrevería a rogarle... ¿Quisiera usted escribir a mi madre, doctor Faber?

Desde luego no faltaría más, ¿Qué debo decirte?

—Que estoy viva y que no sufra por mí, que no se afane... Mi madre es Elroy de Andrew, Campo Real, La Martinica. No creo poder escribirle yo directamente, pero sus letras la tranquilizarán. Se lo agradeceré mucho, doctor No habrá razón. Se trata de un servicio insignificante. Lo haré hoy mismo con el mayor gusto. ¿Qué más debo decirle?

Que estoy viva y que no sufra por mí, que no se afane... Mi madre es Elroy Andrew, Campo Real, La Martinica. No creo poder escribirle yo directamente, pero sus letras la tranquilizarán. Se lo agradeceré mucho, doctor.

—No habrá razón. Se trata de un servicio insignificante. Lo haré hoy mismo con el mayor gusto. ¿Qué más debo decirle?

—Nada más. Y por favor, que quede entre nosotros

—Desde luego. Y ahora, hija mía, debo dejarla. Es la hora de mi visita al hospital. Si quiere que llame a su esposo...

_No nadie, llame a nadie, si alguien pregunta dice que estoy dormida.

Como usted lo desee... Hasta la tarde... Con paso mesurado, el doctor Faber ha dejado la cabina del Luzbel, cruzando despacio hada la escala. Junto a la proa, sentados en el suelo, cuchicheando en voz baja, están sus cuatro tripulantes. Lejos de todos, sobre el rollo de cuerdas de la popa, cruzados los brazos, la mirada lejana perdida en el mar, Terry del Diablo... Un instante desvía el médico sus pasos para acercarse a él, que al verle se levanta con brusco movimiento, preguntando:

_Ya se vea doctor.

_Por unas horas nada más. Creo que puedo hacerlo sin riesgo. Su esposa ha mejorado notablemente. Tanto, que, de no sobrevenir una recaída, casi podría decirle que no tiene ya peligro de morir...

_ Me alegro mucho, doctor. —Desmintiendo el tono seco y cortante, los ojos oscuros de Juan se han iluminado. Ha sentido como si su pecho se aflojase, como si pudiese respirar mejor, pero rechaza aquel alivio que a él mismo le sorprende, y apostilla—: Supongo que le habrá hecho depositario de sus quejas. ¿No le ha pedido ayuda, protección, auxilio? Claro que usted rio va a repetírmelo a mí. Usted, naturalmente, se ha sentido su caballero andante, su amigo incondicional. De lo que vaya a hacer, si es que va a hacer algo, me enteraré cuando surja el escándalo...

_ No diga cosas absurdas. Nadie va a escandalizar. Ella no se ha quejado... —Otra vez, los oscuros ojos de Terry, se han iluminado; otra vez, aquel resplandor que no quiere dejar brotar, se asoma a sus pupilas, y el viejo médico, al advertirlo, arriesga una especie de pregunta—: No sé si tiene usted algo que reprocharse... Nació como yo, en la Martinica; pero sólo hace seis meses que regresó de Francia, a donde la llevaron de niña

—Ya... De cualquier modo, su esposa está tranquila por el momento, y es lo único que necesita: una absoluta tranquilidad, la seguridad de que nadie va a contrariarla ni a ejercer violencia sobre ella. Ahora duerme, y, como le dije, su mejor receta es el descanso. Hasta la tarde, señor mío...

Ha extendido la mano fina y cuidada de caballero, pero Terry, finge no advertir el gesto amistoso. Mordiéndose levemente los labios, disimula también el médico, aunque cambian su tono y su mirada, al comentar:

—Su esposa es una dama, una gran dama. Lo comprendí al mirarla... Luego, até cabos, y ahora hay un nombre que me suena: Campo Real. Es un "lugar famoso en todas las

Antillas, unido al apellido Grandchester, el de los más ricos e importantes terratenientes de la Martinica... No hace mucho, el joven Grandchester se casó con una Grandchester.. Andrew, es el apellido de su esposa, no el de usted... Perdóneme si soy indiscreto. .. ¿Usted se llama...? ¡a mí me llaman Terry del Diablo!

El doctor Faber ha. quedado inmóvil, mirando frente afrente a Terry, demasiado sorprendido para poder hablar, pero el hosco y cerrado rostro de su interlocutor es bastante elocuente en su expresión dura helada... Se limita, pues, a inclinar la cabeza en un ambiguo gesto de despedida, cruzando rápidamente la cubierta rumbo al costado del que pende la escala...

—Segundo, prepárate a ir a tierra. Puedes ir tú solo al remo. En el bote grande, que vayan Francisco y Julián.

_ ¿A dónde patrón?

A traer dos pipas de agua. El Anguila que se quede de guardia en la proa... Ellos, agua; y tú, las provisiones necesarias para zarpar tan pronto como hayan regresado.

Pero no digas una palabra a nadie. Da las órdenes precisas, y basta. Aquí tienes el dinero, estate atento y sal cuanto antes a lo que te he mandado. ¡Aguarda! Compra también frutas, una cesta grande... Las mejores que encuentres... y además, alguna ropa de mujer...

_ ¿Ropa de mujer? ¿No sabes comprarla? Vestidos, blusas, faldas. . . ¿Nunca compraste ropa de mujer? Trae también un chai de seda.

Por las noches está refrescando... Y una manta para la cama... ¡Ah! Y compra un espejo grande. ¡Date prisa!

_ ¿Ropa de mujer?

—¿No sabes comprarla? Vestidos, blusas, faldas. . . ¿Nunca compraste ropa de mujer? Trae también un chai de seda. Por las noches está refrescando... Y una manta para la cama... ¡Ah! Y compra un espejo grande. ¡Date prisa!

_Volando patrón

Segundo ha corrido para obedecer las órdenes de Terry. Un instante, el patrón del Luzbel contempla el panorama de la ciudad, frente a la que su barco está anclado. Aspira con fruición el aire cargado de salitre, llenándose con él el pecho, como si reuniese las fuerzas necesarias para una determinación definitiva, y luego, paso a paso, se dirige hacia la cabina.

_Estas despierta ya… Candy no responde, porque no acuden a sus labios las palabras. Ahora su mente está maravillosamente clara, diáfana... Como si hubiesen arrancado de sus ojos los velos de niebla que le ocultaban la realidad, contempla su triste situación cara a cara... Aquel hombre es su dueño, es el esposo que ha aceptado, del que en vano ha pretendido huir... Aun le inspira terror pensar que seguramente le ha pertenecido, aun arde en sus mejillas la llamarada del rubor, considerando que aquel rudo marino, a quien sólo puede mirar como a un extraño, tiene el secreto de su intimidad...

Supongo que no has perdido el tiempo, y que has encontrado en el doctor Faber un mensajero servicial...

—No comprendo lo que quiere decirme...

—Comprendes demasiado. Hasta yo comprendo. El doctor Faber es de tu clase, de tu casta. Le bastó escuchar el apellido Andrew, para asociarlo a Grand chéster, No es ajeno a la fama de Campo Real y, naturalmente, se sorprende, se queda pasmado, no acierta a explicarse por qué razón estamos casados. Siento que lo precipitado del viaje me haya impedido traer certificados y papeles, esos importantes papeles sin los que no puede vivir la gente de cierta clase. Me hubiera gustado verle abrir la boca de asombro cuando leyera: "Yo, Padre Vivier, cura párroco de

Campo Real, declaro haber unido en legítimo matrimonio a Mónica de Candy con Terry, sin apellido, conocido por Terry del Diablo"... Habría que ver su cara de espanto...

Sólo por eso, siento no haber traído los papeles; pero podemos mandarlos a buscar. ¿Piensas que Anthony será lo bastante amable para mandarlos?

Continuará.

….

Gracias por sus comentarios… ahora contestare sus comentarios en mi sección favorita, disculpa si me iba a retirar, pero ya no lo hare, terminare con todas mis historias, quiero que no solo me apoyen en esta sino en todas, solo falta la última de diez capítulos la historia de Eleonor y Richard como protagonistas Candy y Terry.

Debo informarles si mi primita linda ingresa también adaptara esta preciosa historia de Corazón Salvaje, las obras de Caridad Bravo Adams son las mejores que he leído, espero que los disfruten.

Contesto sus comentarios en mi sección favorita.

Guets 1 : Gracias bello comentario,

Mia 811: Gracias por tu apoyo hermana de mi alma.

Blanca G: Gracias hermosa por tu apoyo, quiero que sepas que Eliza si está embarazada, pero ella pierde él bebe. La pregunta es ¿De quién es el hijo?, sacaras tu misma tu conclusión. Ya falta poco para que se enamoren. Ya Terry la está cuidando.

Blanca G: Gracias hermosa, la muerte de Eliza se realizara como en el libro, ya estamos en la segunda parte ahora solo falta la ultima parte, el libro de Juan DEL DIABLO / Versión Terry pirata.

Guets 2: Gracias hermosa por tu apoyo.

CCarolaragon: Gracias por tu apoyo, hermosa, espero que me sigas apoyándome en esta historia hasta el final.

SARITANIMELOVE: Gracias linda por tu comentario, te agradezco, tu si has visto la novela sabes que Aimé está embarazada, pero pierde al bebe, sufre un aborto, solo quiero que sepas que la muerte de Aime en la novela no es como en el libro hubo un cambio, esta historia es más apegada al libro, me gusta que sepan cómo es la verdadera historia de Corazón Salvaje, aunque ambas versiones son hermosas. Te invito a que leas la historia de mi prima es linda se llama Tormenta de Pasiones espero que me apoyes ahí también.

Dulce Graham: Si las pecas esta enfermita linda... pero ya se van enamorar, no falta casi nada, para que se besen con amor…. Ya estamos en la segunda parte del libro ahora solo falta la última Juan del Diablo / Versión Terry Pirata.

Elvia Soan: Gracias por tu apoyo y también por tu apoyo en el grupo de Corazón Salvaje es una excelente adaptación, respeta muchos hechos reales que escribió la inigualable Caridad Bravo Adams, pero también va mi imaginación.

Gracias a todos por su apoyo...

Ahora continuaremos con el primer capítulo de la novela de mi prima... que fue publicada en el 2013, ahora lo he retomado respetando el crédito de la autora, solo son trece capítulos, las únicas historias largas son Cadenas de Amargura y Corazón Salvaje, las demás son cortas. Las telenovelas son largas porque hacen un rollón, pero a mí no me gusta eso, yo tomo la idea, pero me gusta hacerlo más romántico e pequeño.

Bendiciones

Maguie Grand.