Terry y Candy se casan, tratare de terminar todas mis historias especialmente esa para las que me siguen pueden buscarme en Wattpad.

Corazón salvaje segunda parte del libro Titulada Candy (Mónica)…

Disclaimer: Los personajes de Candy no me pertenece sino a Kioko Mishuki y Yumiko Igarashi y la historia Corazón Salvaje le pertenece a la escritora mexicana Caridad Bravo Adams. Este fic es hecho con fines recreativos no pretendo buscar ningún tipo de remuneración o reconocimiento, simplemente lo comparto con ustedes porque realmente me gusta la historia y los personajes de Candy.

¡Holaaaa meus amores! Reportándome de nuevo, no tengo mucho tiempo, desde que empezaron mis clases, No me maten por favor.

La historia tendrá tres partes como la trilogía original, "Eliza (Aimé) y Terry (Juan)", " Candy" (Viene siendo el libro de Mónica), Candy

(Mónica) y Terry (Juan) y la última el desenlace y final (Viene siendo el libro de Juan del Diablo versión Terry Pirata)

Realmente espero que sea de su agrado. Ya sin más que añadir, los dejo con la lectura. Disfruten la segunda parte del libro.

Segunda Parte

Capitulo Trece

Candy (Mónica) y Terry (Juan)

Se ha alejado sin ruido, con el paso silencioso y firme de sus pies descalzos, y ella queda inmóvil y estremecida, con el nombre de Juan anudado en la garganta y el calor de aquellas manos anchas ardiéndole en la piel de raso...

_ ¿Por qué la deja en este instante? ¿Por qué no se acerca a ella, como sin duda se acercará la primera noche? Sin él, es como si de pronto el mundo se hubiera vaciado; sin él, se siente sola, y tiene frío... y no puede llamarlo... Una oleada de rubor le enciende las mejillas y se desborda por sus ojos en extrañas lágrimas... Piensa en tantas mujeres que sin duda estuvieron en sus brazos... En las perdidas del puerto, en las mujerzuelas de taberna que seguramente se lo disputaron... Piensa en Eliza, y una oleada candente, de indefinibles sentimientos, la embarga: ira, rencor, vergüenza, acaso celos... Bruscamente entra en la cabina, cerrando tras de sí las puertas, con rabia...

—¡Dorothi… Dorothi! ¡Acaba de despertar, estúpida

—¡Ah, caramba! A todas horas me tiene que insultar

_ A todas horas tienes que desesperarme; a todas horas tienes que estar dormida... Sal a dar una vuelta por la casa. Anda a ver dónde están los demás y qué hacen...

_ ¿Ahora? Ay, mi ama, si son las tres de la madrugada. Sin verlo se lo puedo contar. Ni el ama Sofía ni la señora Catalina han vuelto de la capital. En cuanto al notario y al señor Anthony...

—¿Ha seguido bebiendo Anthony?

—Como que ya no, mi ama. Anda como una sombra dando vueltas; A veces se tira en el sofá del despacho y se queda como adormilado. Luego se levanta, y otra vez a beber, otra vez a pasear... Pero desde ayer por la tarde no ha pedido nada...

_ ¿Dónde dices que esta?

—En el portal del frente de la casa, mira que te mira para el camino y para el desfiladero... Para mí que está desesperado porque vuelva la señora Rosemary y la señora Elroy. Pero es lo que yo digo, ¿por qué no coge él un caballo y va a buscarlas?

_ Digo yo... Si desde ayer no bebió nada, seguro que se le pasó ya.

_Dame un Chal

—¿Un chal? ¿Va a salir de aquí? La señora Rosemary, le dijo bien claro que no se moviera de estos cuartos, Se va a meter usted misma en la boca del lobo... Acuérdese de cómo volvió la otra tarde, después que la mandó llamar y usted fue para allá...

_ Tráeme el chal y quítate de en medio pazguata. —Sí, allí está Anthony de pie junto a la baranda, cruzados los brazos, los ojos encendidos de alcohol y de fiebre... Ha cambiado lo bastante para parecer otro hombre: revueltos los cabellos, crecida la barba, abierta la camisa que muestra el pecho blanco, la mirada sombría, amargo el pliegue de los labios... Se diría envejecido en diez años, y ahora, con ese gesto y esa traza que le hacen trágica sombra de sí mismo, extrañamente parecido a Richard Grandchester. indudable hermano de Terry del Diablo...

_ Anthony, Anthony... ¿Quieres oírme? ¿Quieres que hablemos? —ruega Eliza en tono suplicante.

—¿Hablar? ¿Hablar? —duda Anthony, con gran amargura—. ¿Ahora quieres hablar?

—Sí, Anthony, ahora quiero hablar, porque ahora me parece que no estás borracho... Perdóname, pero es la palabra exacta. Llevas muchos días bebiendo como un loco y comportándote como un salvaje... Ahora me parece que estás en tu juicio, y tengo la esperanza de que podamos hablar como dos seres Civilizados...

—¡Pues no la tengas! ¡Los Grandchester, no somos civilizados! Ni lo fue mi padre, ni lo es... mi hermano, ni yo tampoco lo era en realidad, aunque llegara a aparentarlo... Tenemos en la sangre el fuego de esta tierra bárbara, los sentimientos crudos, las pasiones salvajes...

_ ¡Somos primitivos en el rencor, en el amor y en el odio! No quiero que ignores esto... Quiero darte la última oportunidad de salvarte... - Huye si eres culpable, Eliza, huye antes de que tenga yo la absoluta seguridad de que eres culpable, sálvate ahora, aprovecha este momento en que un resto del hombre que fui se me sube a los labios.

_ ¡Después será demasiado tarde!

Eliza, ha temblado, un escalofrío le recorre la espalda, pero hay también un espolazo de rabia, de amor propio, de ansia infinita de jugar y ganar, y, apoyándose en ella, clava los dedos trémulos en el brazo de Anthony:

—¡No tengo por qué huir, ni de qué salvarme! ¡Óyeme si quieres saber la verdad... toda la verdad! ¡No tengo nada que reprocharme! Ser tu esposa era mi único y verdadero sueño...

—¡Mira bien las palabras que estás pronunciando! Como juramento sagrado voy a tomarte cada una de ellas, y si volvieras a mentir sería de verdad tu última mentira, porque serían tus últimas palabras. ¡Habla!

_ Tengo que tomar las cosas desde muy lejos... Ese hombre me cortejaba... ¿Terry del Diablo? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¡Eras ya mi novia! Eras ya mi novia cuando llegaste de Francia... Y si eras ya mi novia, y me pertenecías espiritualmente, ¿cómo fue posible que...? ¡Habla de una vez!

_Antes Anthony, antes, ¿de qué? ¡Antes de volver a las Antillas no podías conocer a Terry hará que puedas comprenderme, tengo que empezar desde antes... Yo era aún una niña; Candy y tú adolescentes ya...

_Solo dos años es Candy mayor que tú, solo dos años.

—Sí, ya lo sé. Pero por su forma de ser, por su carácter... Tú estabas siempre con ella, apenas me hacías caso, y yo empezaba a quererte ya... Tú no comprendes lo que sufre el corazón de una niña que empieza a ser mujer... Yo te quería a ti, y tú parecías querer a Candy... yo sufría mucho de celos y de rabia, y Candy, estaba segura de que tú te casarías con ella... Para ti se peinaba, para ti se arreglaba, para ti ponía flores en la mesa, por ti se pasaba las noches y los días estudiando, para poder hablar contigo de todo lo que tú quisieras hablar, mientras que yo era una pobre ignorante...

¿Qué estás diciendo? —se sobresalta Anthony. sorprendido e interesado a pesar suyo.

_ Tu siempre supiste que Candy, estaba locamente enamorada de ti, Anthony, no pensaba más que en ti, no hablaba más que de ti... Tenía la absoluta seguridad de que un día habrías de casarte con ella... —Las manos de Anthony, se han aflojado, su rostro refleja ahora perplejidad, desconcierto, sorpresa profunda, y algo así como el dolor de haber causado involuntariamente un mal. Y reaccionando, inquiere: ¿Candy me amaba? Una vez me dijiste algo parecido... No reparé en ello, no quise fijarme, fueron disculpas tuyas, mentiras, engaños...

_ No, Anthony, Candy te amaba, estaba loca por ti, y por ti, al ver que al fin me preferías a mí y rompiste con ella, tomó los hábitos, quiso profesar, se fue al Convento de Marsella... ¿No recuerdas su extraña actitud, su cambio radical, sus medias palabras? Parecía odiarte... Tú llegaste a pensar que te aborrecía, y era porque te amaba. Estaba locamente enamorada de ti, y yo tenía celos, celos salvajes que me encendían la sangre...

-Oh imposible, Oh imposible.-.

—¡Te juro que es verdad! Te lo juro por lo más santo, por lo más sagrado... ¡Por la propia vida de mi madre! Candy te adoraba, y me consideraba a mí muy alocada, muy infantil, muy ignorante, muy poca cosa para hacerte feliz...

_ Ella siempre ha sido más inteligente que yo, siempre ha tenido más fuerza de carácter... Aprovechándose de todo eso, me obligó a jurarle...

_El que – amplia Anthony al ver a Eliza, se detiene dudando. que mi vida a tu lado sería sólo de abnegación y sacrificio, que te adoraría como a un dios, que te obedecería como una esclava... Me exigía que, para agradarte, renunciara a todo: a mis más pequeños caprichos, a las más irrefrenables manifestaciones de mi carácter... Me reprochaba como un crimen la menor coquetería, la menor veleidad... Era un guardián de todos mis actos, fiscalizaba hasta mis sonrisas y mis suspiros, creaba a mi alrededor una atmósfera densa de represión, de vigilancia, que me asfixiaba, y yo era una niña, una chiquilla, Anthony. A veces, por hacerla rabiar, sólo por hacerla rabiar, coqueteaba...

_ ¿Como?

—Coqueteaba, pero sólo queriéndote a ti, pensando sólo en ti... Era una forma de vengarme de su tiranía insoportable... Ella quería que yo fallara, quería cogerme en falta, me amenazaba a todas horas con hacer que me aborrecieras, decía, que le bastaría una palabra para lograrlo... Me encendía el amor propio, me abrumaba con sus continuos regaños, hasta que un día, harta de todo eso...
_Harta de todo esto, que faltaste me engañaste verdad.

—¡No, no! No hice nada que tuviera importancia... Fueron niñerías, bobadas... y por culpa de ella... Largo rato ha sollozado Eliza, cubierto el rostro con las manos, inclinada sobre la baranda de piedra, mientras Anthony, la contempla sin que acudan a sus labios palabras, sin que pueda siquiera ordenar los pensamientos que en loco torbellino sacuden su alma... Luego, Eliza, se incorpora muy despacio, y seca sus lágrimas...

_ ¿Qué hiciste por culpa de ella? … habla Yo... pues... no hice nada grave, Anthony... Terry del Diablo empezó a rondar nuestra casa... Por eso te dije antes que me cortejaba...

_ ¿A ti o a Ella?

_ En realidad, a mí, Anthony. Comenzó a cortejarme a mí... Ella había venido del convento, vestía de hábito... Él, como comprenderás, se dirigió a mí. No sabía nada, absolutamente nada de nuestro noviazgo... Un día se fijó en Candy, y yo le dije que todavía no había profesado, que podía dejar los hábitos, que era hermosa y que necesitaba un amor... Fue una ligereza, una niñería...

_ Nunca pensé que él iba a tomarlo en serio, ni que ella iba a enojarse tanto. Pero él cambió de rumbo, y yo, por travesura, sin medir el alcance de lo que hacía, lo animaba, le daba a entender que Candy, iba a corresponderle, que sólo se estaba haciendo la esquiva para interesarlo más, y él...

_Y el que sigue... Y el que sigue..

_ Yo tuve la culpa de que él se engañara. Ese es mi pecado, Anthony, el pecado que no quería confesarte. Yo, en nombre de ella, le escribí una carta diciéndole que viniera a buscarla a Campo Real. Jugué con los sentimientos de ambos, y cuando él vino y ella lo rechazó, se puso furioso, juró vengarse, y entonces fue inútil que yo quisiera alejarlo de aquí...

_ ¿Quieres decir que Mónica no le había correspondido? ¿Que, en realidad, no le quiso jamás? ¿Que nunca se entregó a él ni fue su amante?

—¡ESO, Anthony, es...! Se enredaron las cosas... Yo le dije a Candy, que tú ibas a matarme, y ella aceptó el sacrificio.

_ Por eso era mi angustia, mi desesperación cuando la obligaste a casarse, cuando él se la llevó tan lejos... Por ligereza fui mala, cruel y mala hermana... Esa es la verdad... Ese es mi único pecado... ¡Perdónamelo, Anthony!

_ ¡Perdónamelo tú, ya que ella no podrá perdonarme jamás! Casi sin fuerzas ya, perdida ella misma en la maraña de sus falsedades, enloquecida de angustia, pero decidida a no cejar, llora Eliza, tras aquellas palabras en que una vez más ha mentido... Ha mentido jugándose el todo por el todo, escudándose definitivamente en un nuevo engaño, acorralada por las circunstancias en las que mentir es su único camino, acumulando, una sobre otra, calumnias, falsedades, con la violenta audacia de quien va a una brutal lucha a vida o muerte... y al mismo tiempo llorando con lágrimas de espanto, asustada del nuevo abismo en que acaba de lanzarse, espiando con ansia infinita la expresión de aquel rostro demudado, también como el suyo pálido de espanto...

_ ¡No puede ser! ¡Es imposible! ¡Si es verdad lo que dices, has condenado a tu hermana inocente! ¡La has entregado indefensa a un hombre brutal!

_ ¿Es horrible? ¿Verdad? ¿Tú te empeñaste? pero, ¿por qué no me dijiste la verdad? —se exaspera Anthony—. ¿Por qué no hablaste entonces, como hablas ahora? ¿Por qué calló ella, soportando una cosa semejante?

—Tal vez... Pero no hubiera cometido una horrenda injusticia. Si tú me hubieras dicho la verdad Hubo un momento en que fui a decírtela, a confesártela jugándome el todo por el todo, pero me dijiste que ese hombre era tu hermano... ¿Cómo podía yo ponerlos frente a frente? ¿Convertirte en su asesino o en su víctima? ¡No, Anthony, no, porque tú eres mi amor y mi vida, y porque voy a darte un hijo...!

Anthony, ha retrocedido sintiendo que enloquece, pero Eliza, respira, se afirma, se afianza. Sabe que él la ha creído... está libre de la única mancha que sabe

irremediable... Redoblando la audacia, corre a sus brazos:

_ ¡Mi Anthony, eres el único hombre a quien he amado! Por ti soy y he sido capaz de todo... He sacrificado a mi hermana, he hundido en la desesperación a mi madre, he mentido, he calumniado, he sido egoísta, cruel, inhumana, pero fue sólo por conservar tu amor, por defender tu vida, porque no te manchases de sangre... ¡He querido salvarte, aunque se hundiese el mundo!

_Sálvame, sálvame,

—Tú no lo permitiste. Has seguido dudando, has creído de mí lo peor, has convertido nuestra vida en un infierno.

_ Reniegas y maldices hasta del hijo tuyo que llevo en las entrañas, y por dura que sea la verdad he tenido que decírtela, que ponértela en las manos... Lo merezco todo, ya lo sé: el odio de mi hermana, la maldición de mi madre, el desprecio de las gentes honradas... Merezco todo, menos que tú me rechaces, porque todo lo hice por ti, por defender tu amor...

Ha caído de rodillas, juntas las manos en las que hunde la frente, y queda inmóvil, aguardando, pendiente de las palabras que, al brotar de labios de Anthony, señalarán su camino para siempre. Pero Anthony, no va hacia ella, no la levanta del suelo, no la estrecha en sus brazos, sino que mira a todas partes con los ojos de demente, y al fin grita a una sombra que pasa:

_Stear pronto estílame un caballo.

_Anthony ¿Dónde vas? se sobre salta Eliza.

_ ¿Dónde he de ir sino a buscar a nuestras madres? Sé que están en Saint-Pierre, que han ido a ver al Gobernador para rogarle que detenga ese barco... Estoy seguro que están luchando con todas sus fuerzas para salvar a Candy, que lo hacen a espaldas mías porque, como yo hasta hace un momento, la creen culpable, acaso porque creen que han de poner en una balanza su vida contra la tuya, acaso porque tienen escrúpulos, porque temen al escándalo, quizás porque temen a mi violencia. Pero todo va a cambiar. Ahora soy yo, yo, quien va a hacer detener ese barco. Yo, quien rescataré a Candy, pase lo que pase...

Continuará.

Esta historia es la que me animo a seguir escribiendo, les traigo un nuevo capítulo como regalo para Navidad…

Ahora contesto sus comentarios en mi sección favorita...

Ary81: Bellas palabras, hermosa, gracias por tu apoyo incondicional, en esta adaptación, gracias y Feliz Navidad, bendiciones para ti hermosa.

CCarolaragon: Gracias mi bella amiga por apoyarme en esta historia, espero que así me apoyes en mis otras adaptaciones, como siempre, bendiciones lindas, feliz Navidad mil gracias que la pases una bella navidad con tus seres queridos.

Guest: Mil Gracias a tu apoyo, bellas palabras, gracias a esa linda historia es lo que me animo a seguir escribiendo, bendiciones para ti también. Espero que la pases una linda Navidad.

Blanca G: Mil Gracias mi bella amiga, gracias a ti por tus bellas palabras y por tu apoyo, gracias linda, te deseo una feliz Navidad, como regalo de Navidad te baje un capítulo más de Corazón Salvaje, bendiciones. Que la pases una feliz Navidad con tus seres queridos, bendiciones.

Elvia Soan: Mil Gracias amiga bella, por continuar leyendo mi adaptación de esta bella historia de Caridad Bravo Adams, gracias por animarme a compartir en tu bello grupo de Corazón Salvaje. Linda bendiciones.

1: Gracias lindas por tus bellas palabras, gracias a ti por continuar leyendo esta linda historia, muy lindas palabras, hermosa, bendiciones para ti también, que la pases una linda Navidad con tus seres queridos. Te invito a leer mis otras adaptaciones, también, bendiciones.

Marialuisa Casti: Mil gracias por tus lindos comentarios, gracias linda, que pases una linda navidad hermosa, bendiciones para ti también.

Mia8111: Mil gracias por tus comentarios, bendiciones para ti también.

Ahora solo faltan una adaptación mas La Madrastra Y sueño de Princesas Bailarinas, contenido adulto.

Continuaremos con las que faltan...

Bendiciones para todas

Les deseo una linda Noche Buena y una feliz Navidad…