Terry y Candy se casan, tratare de terminar todas mis historias especialmente esa para las que me siguen pueden buscarme en Wattpad.
Corazón salvaje segunda parte del libro Titulada Candy (Mónica)…
Disclaimer: Los personajes de Candy no me pertenece sino a Kioko Mishuki y Yumiko Igarashi y la historia Corazón Salvaje le pertenece a la escritora mexicana Caridad Bravo Adams. Este fic es hecho con fines recreativos no pretendo buscar ningún tipo de remuneración o reconocimiento, simplemente lo comparto con ustedes porque realmente me gusta la historia y los personajes de Candy.
¡Holaaaa meus amores! Reportándome de nuevo, no tengo mucho tiempo, desde que empezaron mis clases, No me maten por favor.
La historia tendrá tres partes como la trilogía original, "Eliza (Aimé) y Terry (Juan)", " Candy" (Viene siendo el libro de Mónica), Candy
(Mónica) y Terry (Juan) y la última el desenlace y final (Viene siendo el libro de Juan del Diablo versión Terry Pirata)
Realmente espero que sea de su agrado. Ya sin más que añadir, los dejo con la lectura. Disfruten la segunda parte del libro.
Segunda Parte
Capitulo Dieciocho.
Candy (Mónica) y Terry (Juan)
—Tú has sido la víctima inocente. Yo cometí el crimen de arrojarte en los brazos de Terry; pero yo, yo solo, contra ti misma si es preciso, te libraré de ese canalla...
Anthony ha hablado, temblando la pasión en su voz, aun no podía creer haber perdido el amor de su mejor amiga, cuando su mirada azul sea límpida y suave. Ha querido en un momento arrancarla de aquel ambiente para él horrible, empezar la obra de reparación de su mal; pero
Candy, le rechaza, relampagueantes de ira los ojos:
_ ¡Terry, no es un canalla! ¡Ni tú ni nadie dirá de él una cosa semejante delante de mil ¿Dónde está y qué le han hecho?
—No corre ningún riesgo ni se le ha hecho aún ningún mal.
_Por otra parte, quiero empezar por decirte que te excuso, del esfuerzo de representar el papel de esposa preocupada...
—¡No estoy representando ningún papel! ¡No tengo ninguna queja de Terry! ¿Qué pasa Anthony, ahora quieres vengarte?
_ ¿Si pudiera creer que dices la verdad, creo que le daría? Pero si quisiera vengarme de este bastardo.
_ gracias a Dios por haberme escuchado. ¡No sabes cómo he rogado desde el fondo de mi alma, qué horas de angustia he vivido desde que supe la verdad! Sí, Candy... Eliza me dijo al fin toda la verdad...
_ ¡Jesús! ¡Pero tú... tú...! ¿Has tenido calma? —se sorprende Candy, desplomándose anonadada en la cercana Butaca
—Mi dolor y mi desilusión han hallado la serenidad necesaria... Y no es mérito... Había sufrido tanto, había llegado a imaginar lo peor con tanta fuerza, con tan vivos colores creía tener entre las manos el horror de un engaño... De un engaño de otra índole, compréndeme. Sí, Candy, he estado loco, ciego, desesperado... Sólo demente pude creer que tú, tan pura, tan altiva, habías sido capaz de entregarte así... Perdóname, Candy, he sido un insensato... Si te acosé, si me revolví contra ti sin piedad, si me convertí en una fiera, fue porque creí que Eliza era la culpable... la única culpable. ...
Pero, Anthony es verdad, Eliza es la única culpable de esa jugada, Terrence vivió engañado, él no sabía de su compromiso, juro esperarlo, ella uso a los dos... —intenta protestar Candy totalmente avergonzada de su hermana-
_ culpable como es, en realidad, de un pecado de egoísmo, de ligereza imperdonable... No culpable como lo ha sido... como una niña demasiado mimada, capaz de arrojar sobre ti el fardo de todas las responsabilidades, sino culpable de otro, como una verdadera mujer adúltera y liviana... Sufría tanto yo mismo, que me era imposible medir el sufrimiento de los demás. Por eso te precipité al abismo, por eso te arrojé en brazos de ese salvaje...
_ ¡Óyeme, Anthony! —trata de detener Candy aquel torrente de explicaciones que todavía no alcanza a comprender en su verdadero sentido
-Te oiré en seguida, pero déjame acabar. Fui más que injusto, llegué a ser inhumano. Y contigo... contigo, que es lo que me duele más hondo, que es lo que me reprocho más... Contigo, para quien sólo debiera yo tener gratitud, reverencia... ¡Oh!, no diré ninguna palabra que no debas escuchar; pero lo sé todo y no quiero ni debo ocultártelo; Lo sé todo, y me pondría de rodillas para pedirte que no te avergonzaras, porque el amor no puede avergonzar a nadie, y no ha habido sobre mi vida nada más hermoso que ese amor que tú supiste darme...
_Cállate Anthony... cállate Anthony. Yo ya no te amo.
Se ha levantado, encendidas las mejillas, trémulos los labios, sintiendo que la tierra vacila bajo sus pies, que giran las paredes mientras golpea en sus sienes la sangre.
Es una indescriptible mezcla de horror, de vergüenza, de angustia... un ansia de morir para luego resucitar sin aquel pasado, mientras él sonríe como si recogiese una flor:
—Gracias, Candy. Gracias y perdón... Son las dos únicas palabras que frente a ti debo pronunciar.
-¡Eliza... Eliza... Eliza, te ha dicho...! —tartamudea Candy como obsesionada.
—¡Ella no es capaz de decir la verdad! —estalla Candy sin poderse contener—. ¡Es una hipócrita, una embustera, una infame! ¡Es la más vil y más cobarde...!
—Es quizá todo eso, pero me ha dicho la verdad... la verdad que te limpia y te salva, mientras a ella la obliga a bajar la cabeza frente a ti y frente a mí mismo. Porque comprenderás que no puedo verla igual, que no puedo apreciarla igual, y ella lo sabe. Mi ilusión por ella ha muerto, mi fe en la diafanidad de su alma se ha roto en pedazos, aunque va a darme un hijo...
Candy, se ha mordido la lengua, se ha mordido los labios, ha callado destrozándose, como si para callar tuviese qué clavarse las uñas en la conciencia y en las entrañas... pero ha callado... Ha callado detenida por el impacto de aquella palabra... Ha callado, trémula ante aquella otra vida que se anuncia, y ha vuelto a caer cubriéndose el rostro con las manos. Quiere oír hasta el final lo que sabe Anthony, pues esté bien segura de que Eliza, sólo habló a medias. A fuerza de sufrir, ya casi no puede pensar, y oye, como a través de muchos velos, aquellas palabras de
Anthony, que le suenan estúpidas, ingenuas, trágicamente ridículas, en la emoción de aquella alma otra vez engañada. Y al fin, apremia:
—¡Habla, Anthony habla! ¿Qué te ha dicho Eliza? o repetiré cosas que sabes, cosas que yo había olvidado... He sido torpe y ciego, pero quiero que sepas que, durante las horas de este viaje, con la mirada fija en las estrellas, no pensé sino en ti, con el alma desgarrada por el dolor del mal que te había hecho... Que me perdone tu pudor de mujer honesta, de mujer dignísima, de mujer inmaculada... Tu hermana me lo contó todo: sus celos, su miedo, la forma infantil pero infame, inconsciente pero baja, con que urdió alrededor tuyo los supuestos amores de Terry del Diablo... Cómo ilusionó a esa pobre bestia...
- ¡No hables así de Terry! —se enardece Candy, ante el procaz insulto—. ¡No sabes lo que dices! ¡Cállate!
—Tienes derecho a enfurecerte, a insultarme... Tienes hasta el deber de defenderlo, ya que, por mi culpa, por mi enorme culpa, y por la culpa lamentable de Eliza, ese hombre es tu marido, es tu esposo ante Dios y ante los hombres, es tu dueño y compañero del alma... Para romper el lazo que te ata a Terry, sería necesario que el matrimonio no se hubiera realizado...
_calla- se desespera Candy me, pero es indispensable que yo lo sepa... ¿Pudiste resistir? Para poder librarte de él... Grito del corazón, estallido del alma, torrente salvaje de un sentimiento real, oculto aun para ella misma, son aquellas palabras que han brotado de los labios de
Candy, y un instante, Anthony retrocede desconcertado, para serenarse casi en seguida creyendo comprender...
-Tal vez no tengo ya derecho a pedirte que confíes en mí, pero, de todos modos, por tu propio bien, te pido que lo hagas. Todo cuanto he hecho es por ti, para ti, para librarte, para rescatarte... - Que no te ciegue el rencor en este momento
- No es rencor, estás completamente equivocado... Pero Terry, no es el hombre que imaginas. Además, es mi esposo y no hay nada más que averiguar.
- ¿Estás tratando de decirme que tienes por él el sentimiento normal de una esposa?
- ¡No estoy tratando de decirte sino qué nos dejes en paz!
—También comprendo que tu amor haya adquirido tintes de odio. Hemos sido inhumanos, pero, ¿por qué accediste a esa boda? ¡Ninguna mujer en el mundo hubiera soportado tanto! ¿Cómo es posible que llegaras...?
-Ibas a matar a Terry, a mi hermana... Tus razones eran a filo de cuchillo...
- ¡Yo no quería sino arrancar la verdad a quien la supiera!
- ¿Por qué no hablaste? Procedí como un loco, pero fue porque las circunstancias me enloquecieron. Cuando te vi aceptar a Terry, tuve que pensar que lo amabas, que lo habías amado o que habías cometido un pecado de amor, y, en ese caso, tal vez no era yo el que podía imponerte el castigo de ese matrimonio desigual, pero era justo... Al menos, comprende mi buena intención, no te revuelvas contra mí de esa manera... o, en realidad, no respondes jamás a mi pregunta: ¿dónde está Terry?
- Ven aquí, a esta ventana. Mira allá, en el puerto, en el mar, cerca del Fuerte... ¿Qué ves?
Un guardacostas... Un guardacostas con la bandera de Francia...
El Galión, primer centinela de las costas de la Martinica para combatir el contrabando y otras actividades en las que Terry no tiene muy limpias las manos... Son pecados veniales, pero de ellos tuve que valerme... Ahí está Juan...,
—¿En el Gallón? ¿Detenido? ¿Preso? Reclamado por el Gobernador de la Martinica para ir a Saint-Pierre a dar cuenta de varias acusaciones por las que se pidió su extradición al Gobierno Colonial Británico de la Dominica...
- ¿Lo has denunciado tú... tú...? ¿Lo has acusado de
—De lo único que podía acusarlo. Hice lo posible y lo imposible por rescatarte cuando supe la verdad, agravada por la circunstancia de una enfermedad que, según cierto doctor Faber, estabas sufriendo...
—Anthony, ese barco se va... ¡Se va llevándose a Terry! —se angustia Candy
-Naturalmente. A Terry y a todos los tripulantes de su barco[L1] ...
—¡Pero eso no es posible! ¡A él le llevan allá, y yo... yo
-Nosotros saldremos mañana o pasado, en un barco que reúna para ti las comodidades necesarias.
- ¡Oh, no, no! ¿Sin verle? ¿Sin hablarle? ¡Haz que detengan ese barco! ¡Salgamos nosotros también inmediatamente
—Inmediatamente no es posible. Te dije mañana o pasado, porque es cuando se espera aquí un barco de pasajeros y... El Luzbel está listo.
- Ya veo que eres implacable. En fin, si te empeñas regresaremos en el Luzbel tan pronto como consiga tripulación con qué hacerlo a la mar.
—¿Dónde están los muchachos de Juan? Segundo puede guiarlo... y Kukií... ¿Por qué me le arrancaron de las manos? ¿Por qué permitiste que esos hombres se lo llevaran?
—No le han hecho nada. La tripulación entera del Luzbel ha sido apresada y viaja con su patrón en el guardacostas que viste alejarse. El niño era grumete del Luzbel, y a peores cosas estará acostumbrado. No vas a decirme que siendo sirviente de Terry...
Terry es bondadoso con ese niño, generoso y humano con cuantos dependen de él —defiende Candy vivamente
—. En el Luzbel no he presenciado una sola crueldad, mientras que en tus tierras de Campo Real... Mejor es que me calle, ANTHONY, pero, en realidad, tú no sabes nada, no puedes comprender nada... Quién es TERRY... cómo es TERRY...
_ ¿Admirable verdad? - apunta Anthony con ironía.
-Sí. Aunque no puedas creerlo, aunque no quieras comprenderlo, has dicho la palabra justa: admirable.
No te conocía como actriz, Candy Encuentro muy sutil y muy femenina tu forma de venganza. Tu apología de las virtudes de ese canalla, de ese salvaje...
_ ¡Terry no es un canalla ni un salvaje! —se encrespa Candy francamente airada—¡TERRY es el mejor hombre que he conocido!
-Candy, ¿hasta dónde vas a llegar? Entiendo que debes estar[L2] loca, trastornada. Eres otra, sí... eres otra, de pies a cabeza has cambiado. Todo ha cambiado en ti, hasta ese traje de colorines, absurdo, impropio en una mujer de tu, linaje, aun cuando con él te veas hermosa, como si con tu desdén y tu belleza quisieras castigarme. Hazlo, puedes hacerlo. ¡lo merezco por no haber comprendido tu amor, por no haberte sabido, amar!
ANTHONY se ha acercado a CANDY con ademán apasionado, pero ella retrocede, y la luz que un instante ardiera en los ojos de él, se diluye, como se apaga una ilusión fugaz... Y después de mirarla, mueve la cabeza, como frente a una verdad que le desconcertara:
—" CANDY, ¿puedo preguntarte si amas a TERRY?
-Yo si lo amo. No lo sé, si él me ame... pero es igual... Él no me quiere a mí, no me querrá jamás...
pero yo lo amo.
- ¿Qué estás diciendo? —indaga Anthony sorprendido y confuso— Entonces, cuanto hizo... ¿por qué lo hizo? ¿Por qué lo hizo?
Candy, ha vuelto a apretar los labios, ha entornado de nuevo los párpados, y un instante su rostro recuerda al desaquella Otra CANDY sufrida, resignada, encadenada a su obligación de callar. Pero es sólo un instante... La mujer nueva vuelve a aparecer y hay una mueca ambigua en sus frescos labios, al comentar:
- ¿Qué puede importarte lo que él y yo sintamos? La verdad es que no tengo ninguna queja contra TERRY. Bien o mal, me lo diste, me lo impusiste como esposo. Por una u otra razón, le juré lealtad al pie del altar, y yo todavía les concedo valor a mis juramentos.
-Está bien. Todo lo que he hecho ha sido por reparar una falta, por sacarte del infierno en que creí haberte sepultado, y ahora resulta que tu infierno te agrada.
Cuando me arrojaste a él, hubiera preferido la muerte cien veces a aquel sentirme arrebatada por los brazos de TERRY—recuerda CANDY apasionada—. El peor de los suplidos, la más terrible de las agonías eran para mí más deseables que aquel hombre que me arrastraba, a través de los caminos y a través de los mares, como puede arrastrar su conquista un vándalo. Entre las cuatro paredes de la cabina del Luzbel, lloré y supliqué, desgarrándome el cuerpo y el alma, pidiéndole a Dios que me enviara la muerte repentina. Si entonces hubieras corrido detrás de mí, si un verdadero sentimiento de justicia y de piedad humana te hubiese hecho seguirnos, detenernos, habría besado las huellas de tus pasos. Pero todo tiene en este mundo su momento, su hora, su oportunidad...
—Debemos pensar en el mal que hacemos, antes de hacerlo... Las reparaciones suelen llegar, como esta tuya, demasiado tarde y haciendo todavía más daño del que hizo el propio mal. ¿Comprendes ahora?
—Tengo que comprender. Has hablado muy claro —acepta ANTHONY dolido. Y en tono de fina ironía, observa—:
-Supongo que no te servirá de nada que te presente mis excusas, que te diga que siento con toda mi alma haber interrumpido tu idilio primitivo con Juan en esa mugre de barquichuelo...
—Muchas veces la mugre está en los palacios, y hay luz de sol hasta en las humildes tablas del Luzbel —reprueba CANDY con altivez—. Gracias a Dios, soy otra, ANTHONY. Soy la mujer de TERRY del Diablo, o de TERRY de Dios como yo lo llamo. Y como soy su esposa y sé que le has acusado con crueldad, de pecados veniales, cuando él podría acusar a otros de pecados más graves, y no lo hace... Como le supongo perseguido y maltratado injustamente una vez más, no tengo más que un anhelo: estar junto a él, volar a su lado, defenderle de las acusaciones que se le hagan, luchar a su lado por su vida y por su libertad... Si de veras quieres hacer algo por mí, contrata tripulantes y déjame ir inmediatamente a donde él está...
-eras complacida! —accede ANTHONY con ofendida dignidad—. Voy a realizar esas diligencias que reclamas... Nos haremos a la mar en tu maravilloso barco, y procuraré que sea cuanto antes...
- ¡Es lo único que te agradeceré con toda mi alma! — Desde la puerta, se ha vuelto ANTHONY, ha mirado de nuevo a CANDY, sintiendo que su repentina rabia se derrite en dolor, en angustia, en la sutil amargura del fracaso, y desborda en una breve flor de ironía:
-Gracias, por recordarme una vez más que fui inoportuno y torpe... ¡A tus pies, CANDY!
—¡Cuidado, kUKI! Ven al lado mío... quítate de en medio. Si te atrapa una de esas cajas, no vas a hacer el cuento.
—¿Qué es esto, patrón? —pregunta Segundo consternado.
—¿Qué quieres que sea más que una tormenta? — Barrido por el viento, sacudido por las gigantes olas de un mar espeso, envuelto en el violento azote de un repentino temporal, cruje el Gallón, estremecido desde la quilla hasta la punta del palo de mesana...
…..
Fin del Flash Black-
Han caído al fin las cuerdas que sujetan a Juan. Un instante se frota los brazos entumecidos, las muñecas amoratadas. De pronto, un violento golpe de mar entra por las escotillas, bañando las bodegas... El Gallón ha temblado como si fuese a partirse en dos, corren todos enloquecidos, resbalando por las estrechas escaleras de hierro, inundadas a cada golpe de mar... Llevando a Kuki como un fardo, trepa Terry el último... Ha respirado a pleno pulmón; el agua enfurecida le azota el rostro, le envuelve, le baña... Agarrado a una escotilla, puede mirar al fin sobre la cubierta barrida por las olas... El mar se hincha en marejadas como montañas, sopla el viento con furia de huracán, negro está el cielo, y apenas se ve la luz de los faroles furiosamente bamboleados...
- ¡Otro hombre al agua! —grita la voz patética de un marinero—. ¡Capitán!,. ¡Capitán...!
—¡El capitán está herido! —advierte el oficial. Y alzando la voz, llama—: ¡Timonel... Timonel...!
—¡Timonel al agua! —avisa una voz lejana.
Terry ha avanzado arrastrándose entre la furia de los elementos, agarrándose a los salientes, a los cables, a las tablas, protegiendo al muchacho que tiembla abrazado a él, resistiendo el azote de las olas que a cada instante amenazan con arrastrarle... Guiado por un instinto más fuerte que su voluntad, ha llegado hasta el puente de mando...Un hombre, con la cabeza rota, yace al pie del timón cuya rueda gira al garete... El oficial se inclina sobre el herido, y luego se alza mirando al hombre que acaba de llegar, para preguntarle
_ ¿Qué hace aquí?
—Y usted, ¿qué hace? Coja el timón... Hay rocas cerca... ¡Vamos a estrellamos! ¿No lo ve? ¡Vamos a zozobrar!
—¡Ya lo sé, pero no soy piloto! —se desespera el oficial—, ¡Tome usted el timón! ¡Haga algo...!
_ ¿Y las velas?
-No soy marino, no sé nada... Los que porfían saber, han caído. ¡Yo ni siquiera sé dónde estamos!
Las manos de Terry, se han aferrado al timón, desviando el choque inminente. Sus ojos atean el horizonte oscuro, se alzan luego hasta la bitácora que sobre su cabeza se balancea, y se yergue como tomando una determinación instantánea:
—¡Junte al hombre que puedan trabajar! ¡Que cierren las escotillas, que achiquen el agua! —Y alzando la voz entre el estruendo de la tempestad, grita—: ¡Segundo... Anguila... Martín...! ¿Dónde están? ¡Aquí... Pronto!
- ¡Aquí estamos, patrón! —responde Segundo, acercándose.
—¡Levanten una vela pequeña a proa! ¡Sosténganla esquivando el aire! ¡Hay que tomar otro rumbo, aunque sea embistiendo la tempestad! Segundo, toma el mando de los que van a la vela. Martín, a las bombas... ¡Haz achicar el agua!
_ Como un delfín, salta el Gallón sobre las olas; como un escualo, esquiva el golpe de los vientos, desviándose de las cercanas rocas amenazantes... El viento huracanado se arremolina sobre su única vela de proa, dándole fuerzas de gigante, y un relámpago rasga las nubes oscuras, iluminando al hombre que va al timón, con la luz cárdena del rayo... o siento en el alma, Candy, pero el puerto está cerrado por la tempestad y no hay permiso de salida para ningún barco...
—¡Oh! ¿Y el barco en que fue Terry? —indaga Candy con visible ansiedad sería lamentable, pero no creo que debas desesperarte hasta ese extremo. Supongo que Terry no tendrá miedo de un temporal.
_ ¡Terry no tiene miedo de nada ni de nadie! —se exalta Candy.
Esta historia continuará...
Ahora contestare sus comentarios en mi sección favorita.
CCarolaragon: Gracias por apoyarme en esta historia espero que te siga gustando mi historia, me gustaría invitarte a leer Confusiones en la guerra es una adaptación a una hermosa novela de guerra, espero que te siga gustando los demás capítulos de corazón salvaje. Si deseas seguirme con corazón salvaje en Watpad, me encontraras con mi mismo nombre es Maguie Grand.
Cecilia. rodriguez1: Gracias amiga, que bueno que te emociono esta historia, el capítulo, me gustaría que las confusiones en la guerra, es una historia de amor muy linda, te va gustar, es idea de mi hermosa madre, está súper hermosa, hay de toda pasión, guerra, amor, es una adaptación a una historia llamada Pasión de Guerra en PEARL HARBOR. Gracias por tus bellas palabras.
Guest: Gracias por tu comentario, y seguir apoyándome en mis historias, gracias.
Marialuisa Casti: Mil Gracias hermosa, por tu apoyo.
Elvia Soan: Mil Gracias, bellas palabras, sobre todo gracias por compartir mi adaptación en tu historia de Corazón Salvaje, me gustaría que me leyeras en wattpad ahí está más completa, hay videos, dibujos, más linda la ambientación.
Blanca G: Gracias hermosa, por tus comentarios, la única culpable de todo lo que está sufriendo Terry es Eliza, el odio de Anthony, / amiga tengo que aclararte algo Mi primer amor que has estado leyendo es Terrific, yo no sé de adonde sacan que Candy se va quedar con Anthony he dicho que rehacen su vida con él y Terry con Annie, pero al final los rebeldes quedan juntos, así que la puedes leer tranquilamente hasta el final, también me gustaría que las Confusiones en la guerra, es una adaptación a una novela que se llama Pasión de Guerra en PEARL HARBOR, te va encantar. No te puedes perder, es tan buena como corazón salvaje.
SARITANIMELOVE: Mil Gracias amiga, leí todos tus comentarios de los siguientes capítulos, Si pues Candy ya ama al guapote de Terry del diablo, ay mi bello rebelde lo amo tanto que me gusta escribir sobre ellos, pronto retomaré la historia del guapote profesor, bueno me encantaría que leas y comentes mi fic que se llame Confusiones en la guerra, que es una adaptación a la novela que se llama Pasión de Guerra en PEARL HARBOR, No te la puedes perder, porque si te la pierdes, estarías perdiendo una gran historia como corazón salvaje, me gustaría que leyeras y comentaras esta historia, es una de las mejores novelas que he visto, hay guerra, pasión, amor, celos, traición entre hermanos, te va encantar.
Proximas historias son cuarto mandamiento adaptacion de la novela la madrastra. y principe de egipto, adaptacion de la novela chilena diez mandamientos.
continuaremos con la historia que faltan.
Bendiciones
Maggie Grand.
