Terry y Candy se casan, tratare de terminar todas mis historias especialmente esa para las que me siguen pueden buscarme en Wattpad.

Corazón salvaje segunda parte del libro Titulada Candy (Mónica)…

Disclaimer: Los personajes de Candy no me pertenece sino a Kioko Mishuki y Yumiko Igarashi y la historia Corazón Salvaje le pertenece a la escritora mexicana Caridad Bravo Adams. Este fic es hecho con fines recreativos no pretendo buscar ningún tipo de remuneración o reconocimiento, simplemente lo comparto con ustedes porque realmente me gusta la historia y los personajes de Candy.

¡Holaaaa meus amores! Reportándome de nuevo, no tengo mucho tiempo, desde que empezaron mis clases, No me maten por favor.

La historia tendrá tres partes como la trilogía original, "Eliza (Aimé) y Terry (Juan)", " Candy" (Viene siendo el libro de Mónica), Candy

(Mónica) y Terry (Juan) y la última el desenlace y final (Viene siendo el libro de Juan del Diablo versión Terry Pirata)

Realmente espero que sea de su agrado. Ya sin más que añadir, los dejo con la lectura. Disfruten la segunda parte del libro.

Segunda Parte

Capitulo Veinte.

Candy (Mónica) y Terry (Juan)

—El barco está, como quien dice, en nuestras manos, patrón. Y si no es por nosotros, anoche naufragamos, nos hubiéramos estrellado contra las rocas de Granaditas, habríamos encallado en un bajo, o quizás hubiésemos caído en el centro del huracán...

—Dentro de media hora cambiará el viento. Mira a ver si pueden alzar otra vela en el palo que queda intacto, para que viremos cuando el tiempo cambie ¡Y podremos irnos hasta el fin del mundo! —se alboroza con la esperanza a duras penas contenida—. Si usted me autoriza, patrón, yo me encargo de limpiar el guardacostas de los pocos que nos están estorbando...

_ ¡Con ellos no podemos llegar muy lejos... nos denunciarán!

_No Segundo Thomas, no vamos a matar a nadie

-Patrón, esta es la oportunidad, la única oportunidad que tiene usted y que tenemos todos. ¡Ponga proa al continente, desembarcamos en la Guayana, y ahí que nos busquen!

_no, Segundo Thomas, no vamos a escapar. —Y en tono autoritario, ordena—: ¡Levanta la otra vela, haz lo que te mando!

_ Está bien, patrón. Por usted, no por mí lo decía. Yo no tengo juicios ni cargos, a mí no pueden hacerme nada, pero usted es muy tonto con volver a meterse en la boca del lobo...

_ Ve a lo que te he mandado. Vamos a virar. ¡En Saint-Pierre debe estarme esperando una dama a la que quiero volver a ver, pagare por ello el precio que pague!

Conteniendo el gesto rebelde, obedece Segundo a la voz de Terry. Su figura se encoge, se aleja desvaneciéndose en la estrecha cubierta mojada, mientras por el lado contrario de la caseta del timón otro hombre aparece, los ojos como brazas, el rostro pálido y demudado. De una ojeada parece medir de pies a cabeza al recio hombretón que ahora sólo parece atento a llevar el barco. En el suelo, a su lado, envuelto en su chaqueta de marino, un niño negro duerme como un ángel y el rostro del joven oficial se crispa de extrañeza mirándolo, para volver luego a contemplar con temor y curiosidad al que llegó al Gallón prisionero y atado... Largo rato vacila como si escogiera cuidadosamente las palabras que va a dirigirle, como si luchara entre dos temores, conteniendo con esfuerzo su ansiedad... hasta que fuerza al fin una sonrisa diplomática

—Salimos del apuro, ¿verdad? Amainó la tormenta, y si no miro mal, lo que hay al frente de nosotros son montañas... El Santa Catalina, el Montain, el Maiclán... ¿Conoce usted la isla de Granada de Florida?

—En este caso, lo único importante es que usted la conoce. La capital se llama San Jorge... Tengo entendido que es un puerto importante. Usted sabrá cómo nos acercamos. —De pronto, el oficial cambia su tono zalamero, y con cierta alarma, interpela—: Oiga, ¿por qué se desvía? ¿Por qué vuelve así el barco? ¿Qué es lo que se ha propuesto? ¡Si piensa que va a burlarse de mí...!

—Cálmese, oficial, y quite la mano del revólver... Quítela, o soltaré el timón y nos iremos todos al infierno.

_ Ya está quitada. Abusa usted de la situación... ¿No va a llevar el barco a San Jorweh?

_Que yo sepa, no se nos ha perdido riada por allá.

_ Escuche usted— parece decidirse el oficial—, yo no sé de qué está acusado ni qué cargos hay en su contra. Me he limitado a cumplir las órdenes de mis superiores tomándolo preso y encargándome de su custodia en este barco hasta entregarlo a las autoridades de la Martinica.

_ Ya sé que las cosas han cambiado... No ignoro que le debemos un favor enorme...

_ Pero eso es lo de menos, ¿verdad? —observa Terry con fina ironía—. Ya pasó la tormenta, ya no tiene usted miedo...estamos a la vista de una isla británica... ¡Qué cómodamente cumpliría usted su misión desembarcando, refiriendo lo que ha pasado y haciéndonos trasladar a la cárcel de San Jorweh! ¿Piensa que voy a tener la candidez de entregarme de nuevo a sus sabuesos, para sufrir toda clase de vejaciones y brutalidades?

_ Le prendimos en la forma usual... Tenía usted ficha de ser hombre muy peligroso —pretende disculparse el oficial, algo apurado—. Lamento de veras lo qué ha pasado. Yo no tuve intención de mostrarme particularmente duro con ustedes... particularmente, no, claro. Tampoco era preciso... Bastaba con la forma usual de tratar a los que caen entre las mallas de vuestras leyes sin tener influencias, blasones o fortuna. ¡Pobres gentes, pobres diablos! ¿Para qué guardamos consideraciones? ¡Vale tan poco la vida de un hombre en desgracia! La de usted mismo, oficial, ¿qué vale ahora que el barco está en mis manos? ¿Ve usted? Hemos virado... Proa al Norte... Su isla británica queda atrás... Ahora los papeles se han cambiado... Me bastaría hacer una seña a uno de mis hombres para que le arrojaran a usted de cabeza al mar...

_ ¿Qué dice? ¿Juega conmigo? ¿Qué es lo que se ha propuesto?

—Nada. Vamos rumbo a la Martinica... Cumplirá su misión, sólo con unas horas de retraso

_ ¿A la Martinica? ¡Pero estamos muy lejos, las máquinas no funcionan! ¡No podremos llegar!

_ El viento se encargará de empujamos. Llegaremos navegando a vela, que es lo único que entiende Terry del Diablo...

—Estaremos en Saint-Pierre mañana por la tarde, si el viento no cambia, si es así, contará con nuestra gratitud más completa, y si puedo hacer algo por usted...

_ Sí. Llenar mi pipa de tabaco y ordenar que le den algo de comer a mis hombres...

Terry ha vuelto a mirar la bitácora, ha desviado levemente a estribor y ha extendido la ardiente mirada de sus ojos oscuros por el ancho mar que lentamente va aplacándose, mientras el sol desgarra las nubes y baña con luz dorada su frente altanera, su pecho ancho y alto, sus brazos de bíceps poderosos, su negra cabeza rizada, sus. labios que se aprietan como si no quisieran dejar escapar la clave dolorosa de su alma, la que va, sobre los vientos y los mares, hasta Candy Andrew...

_ Sí, aquí enfermé... Aquí estuve a punto de morir... Aquí agonicé, y sus cuidados me salvaron...

Cruzados los brazos, el rostro con la expresión incrédula de quien escucha un inverosímil relato, oye Anthony, las palabras de Candy en aquella misma cabina del Luzbel donde la vida de Candy, cambiara. Todo el dolor y toda la esperanza de las horas vividas entre aquellas paredes parecen renacer en este instante en que, juntas las manos, revive la ex-novicia las horas pasadas...

_ Un triste rincón, Candy. Me duele el alma de considerar que, por mí, por culpa mía...

_ No es triste para mí este rincón, Anthony.

_ Si he de juzgar por tu aspecto, tendré que darte la razón. Pero no, no puedo creer lo que afirmas. Hay cosas qué no caben en la razón, y la razón no puede aceptarlas. Ya sé que quieres defenderlo, que alzas entre tú y yo tu reserva como un muro de hielo, y creo adivinar por qué lo haces... No necesito pensar mucho para calcular lo que has debido sufrir entre estas paredes, el horror de vivir aquí compartiéndolo todo con un hombre que tan lejos está de tu educación y de tus costumbres... La mujer que tú eres, Candy...

_ La mujer que yo fui, Anthony, tal vez, como supones, no era capaz de comprender a Juan. La que actualmente soy...

_ ¡Basta! —corta Anthony impulsado por la ira—. No cambian de ese modo los corazones ni las conciencias. Tu transformación es física, exterior nada más... Estás más hermosa, más deseable, eres como una flor capaz de hacer arder los sentidos del hombre con sólo contemplarte. Pero, ¿a qué precio has logrado eso? ¿Qué sufrimiento, qué sacrificio has tenido que dar a cambio del que has logrado? ¿Qué es en realidad ese hombre para ti, Candy?

—Mi esposo... Ya lo sabes...

—¿Compartías con él está cabina?

_ No... Bueno... quiero decir... —vacila Candy.

—¡Por Dios te pido que me hables claro! Mientras estuviste enferma lo viste a tu lado; pero, ¿después...? Dime la verdad; no me mientas, Candy... ¡Por Dios vivo, no mientas!

_ Yo estaba sola aquí... —balbucea Candy—. Él fue para mí el mejor, el más amable y respetuoso de los amigos...

—¡Ah! —prorrumpe Anthony en una exclamación de triunfo

—. ¿Nada más?

_ Bueno, después que estuve enferma, nada más...

—¿Y antes? Dímelo todo, Candy, Te lo pido de rodillas, te lo suplico como un hermano, y te juro que nada de lo que me digas he de usarlo contra Terry, si tú no quieres que lo haga... Pero hay en tus relaciones con él algo extraño, incomprensible, algo de que necesito estar seguro, y tú no vas a negármelo. ¿Es Terry, tu esposo en realidad? ¿Fuiste suya o fuiste su mujer?

—No lo sé, Anthony, yo estuve enferma, no recuerdo si me deje llevar por la pasión, pero si lo hice fue por voluntad propia, el no hizo nada, solo que estaba enferma y me deje llevar por el resentimiento cuando tu rompiste conmigo, yo me compense en sus brazos —duda Candy haciendo un esfuerzo—. Mi vida se ha partido, se ha bifurcado... Todo fue distinto desde aquella noche... Hay un paréntesis de sombra y de horror que inútilmente he tratado de recordar. Fue como si muriera, como si cayera al fondo del infierno. Después fue como un lento resucitar. La mujer que fui hasta aquella noche odiaba a Terry del Diablo; la otra Eliza, la que volvió a la vida entre estas paredes, la que se miró por primera vez a sí misma como mujer en el agua clara de una fuente, cuando las manos de Terry me inclinaron sobre aquella agua, la que aprendió de sus labios la sonrisa y de sus ojos a mirar al sol, esa mujer... esa mujer ama a Terry, y le pertenece. Es la verdad, Anthony, ¡toda la verdad!, como también es verdad que yo ya no siento nada por ti, absolutamente nada, así que, si buscas lastimar a Terry por tu odio, siempre vas a perder, nadie tiene la culpa de que tu elegiste mal a la mujer que quisiste como esposa, no te miento Anthony, yo te amé, sí, pero tú nunca apareciste ese amor que sentí.

_Candy perdóname fui un estúpido, perdóname, nunca abrí los ojos como era en realidad tu hermana, me cuesta creer que te enamoraste de tu esposo- dijo Anthony lleno de amargura.

Candy ha terminado llorando, ha inclinado la frente, se ha cubierto el rostro con las manos, y permanece inmóvil, dejando resbalar aquel llanto que produce en Anthony por su odio, inquietud y tortura...

Continuará

Gracias a todos por sus comentarios en esta bella adaptación, falta aún regular para terminar la parte de Mónica Y Juan, veo que esta historia es la favorita de muchos, espero que me sigan acompañándome en esta bella historia.

Ahora contestare sus comentarios en mi sección favorita.

Marialuisa Casti: Mil gracias por tu apoyo.

Mia8111. Gracias lindas palabras, bendiciones.

White Andrew: Mil Gracias por tus palabras, que bueno que te encanta mi adaptación de Corazón Salvaje, si Anthony es un idiota, lamentablemente por elegir a una mala mujer y no darse cuenta en realidad como es Eliza, se lamenta todo lo perdió en Candy, porque ella ahora ama a Terry.

CCarolAragon: Gracias, que bueno que te encanto, mi adaptación de corazón salvaje, la historia me lo sé de memoria, mil gracias por tu apoyo bendiciones, amiga linda.

Elvia Soan. Gracias como siempre por tus comentarios y mil gracias por compartir mi historia en tu maravilloso grupo de corazón salvaje.

SARITANIMELOVE: Mil Gracias, que bueno que te encanta mi adaptación, espero que puedas seguir disfrutando de esta historia hasta el final, bendiciones amiga linda.

Blanca G: Mil Gracias por tus palabras y apoyo, que bueno que te gusta mi corazón Salvaje espero que sigas disfrutando esta historia y todas las que me sigues, ya baje mi usurpadora, gracias por tu apoyo, bendiciones amiga linda.

Mil gracias a todos por su apoyo, continuaremos con las que faltan

Bendiciones

Maggie Grand.