Ya es la tercera parte del libro... la ultima parte.

Disclaimer: Los personajes de Candy no me pertenece sino a Kioko Mishuki y Yumiko Igarashi y la historia Corazón Salvaje le pertenece a la escritora mexicana Caridad Bravo Adams. Este fic es hecho con fines recreativos no pretendo buscar ningún tipo de remuneración o reconocimiento, simplemente lo comparto con ustedes porque realmente me gusta la historia y los personajes de Candy.

La historia tendrá tres partes como la trilogía original, "Eliza (Aimé) y Terry (Juan)", " Candy" (Viene siendo el libro de Mónica), Candy

Parte final (El libro de Juan del Diablo versión Terry Pirata)

Hola mis amores, estoy de vuelta. Primer capítulo de la tercera, esta tercera parte, es la última parte de ésta historia…

Ya sin más que añadir, los dejo con la lectura. Disfrutadla.

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TERCERA PARTE

JUAN DEL DIABLO.

TERRY PIRATA.

CAPÍTULO 6

Candy se aleja del beso de Tony.

_Eso no está bien.

_No me vayas a decir que no te dejo desequilibrar de mis brazos.

_Tal vez recordé lo que sentí por ti, pero ahora, creo que me he confundido por un momento, pero ya no te quiero como antes, solo siento gratitud, amistad, porque amo a mi esposo...

_Quieres decir que lo que sientes por mí es solo gratitud, se perfectamente que te falle, pero puedes empezar a amarme nuevamente, todos merecemos una segunda oportunidad.

_No lo sé Tony, abecés pienso que solo quieres usarme para tu venganza en contra de Eliza.

_No, mi amor por ti es sincero, tal vez no lo deje ver porque estaba empecinado con tu hermana.

_De todas maneras Anthony el tiempo no se puede volver atrás, déjame sola por favor, que ahora necesito estar sola, necesito pensar, por favor, déjame sola.

Terry y junto con Albert, no pudo con el dolor de mirar a su pecosa besar a otro, pues pensaba que tal vez ella aún seguía enamorada de Tony.

Terry lloroso cruza a largas zancadas la plazuela en declive... Ha seguido calle abajo como si cruzara un mundo nuevo, y apenas refrena un poco el paso cuando la voz fatigada de su único amigo, suplica doliente:

—¿Quieres matarme? ¡No puedo correr de esta manera! Eres un desconsiderado... ¿Piensas que tengo tus años y tus piernas? ¡No puedo correr así! -

_No puedo Albert, No puedo ver a mi pecosa besar a otro, ella no me quiere, nunca me ha querido, siempre ha estado enamorada de Anthony, ella lo ama a él.

_No sé qué pensar hijo, después del beso que me contestes, no sé qué pensar, perdóname Terry, será mejor que la olvides,

Terrence lloraba desconsoladamente, Albert lo abrazaba.

Pero le viene su ira, su parte diabólica, empuja al anciano.

_ Con no venir detrás de mí, se ahorra la carrera... ¿Quiere dejarme en paz Albert?

—Después de todo, creo que es lo que tengo que hacer. No te interesa mi amistad, te molesta tenerme al lado tuyo... Eres como el mendigo ciego, lo bastante loco para echar a palos al perro que le sirve de lazarillo.

_No soy ningún mendigo

_ ¡Ni yo ningún perro! —se indigna el viejo notario—. ¡Diablo de muchacho! Estoy hablando en sentido figurado...

_Pero no te preocupes, si quieres de verdad que te deje en paz, definitivamente de dejo.

—Estese quieto —suplica Terry con afectuosa autoridad—.

_ No me atormente más. ¿Es que no se da cuenta?

—Saliste como un rayo, me pasaste por delante como si n me vieras... Supongo que olvidaste que habías ido conmigo al convento. ¿Por qué no me invitas a un jarro de cerveza? Mira qué buen lugar hay en aquella esquina para que refresquemos.

Terry, ha bajado la cabeza para mirar el rostro del anciano, la redonda cabeza ya casi calva, los pequeños ojuelos claros, a la vez maliciosos e ingenuos, aquel conjunto humilde de inteligencia y de bondad que repentinamente le conmueve al extremo de hacerle echar el brazo sobre los hombros del notario y disculparse:

_ Sí, Albert... Usted no tiene la culpa de riada, no tiene la culpa de mis sentimientos por Candy, Su consejo fue bueno, pero su buena voluntad y mi impulso sincero chocaron contra la eterna muralla en la que todo lo mío se estrella. No soy nadie para su corazón, no significo nada para ella...

—¿Le hablaste de verdad de tus sentimientos, sinceramente?

—Empecé a hacerlo, pero apenas me dio tiempo y cuando la vi besando a Anthony, me di cuenta que ella no me ama. Es muy avara de sus minutos, los necesita todos para sufrir por él, para llorar por él. Tiene voluntad para rechazarle, mientras legalmente sea un imposible para ella; pero él la ronda con terquedad, lucha con todas sus fuerzas para separarla de mí y quizá para ser libre él también... No es que yo lo sepa, pero, ¿qué otro camino les queda?

_ Bueno, tú y yo sabemos la verdad con respecto a la que es su esposa. Sabemos cosas qué de saberlas él

_ Le harían matarla, no por amor, que ya no la quiere, sino porque es todo un caballero, un Grandchester... Y me buscaría a mí también... ¡Si viera cómo lo deseo, ¡qué placer sería!

_ ¿Estás loco?

—No tenga miedo. No será si él no me desafía, si él no me ofende. Lo he prometido a Candy. Se lo prometí, y me alejé, hui, no pude soportar ver en sus ojos lágrimas de gratitud. Me alejé por no enloquecer, por no ver asomada a sus pupilas la imagen de otro nombre y sentir el deseo de apretar también su cuello... Se acabó todo, ahora sí que terminó todo. Esta misma noche zarpará el Luzbel, y en él me alejaré para siempre ... Pero no hablemos más de eso.

_ ¿Quiere todavía su jarro de cerveza? ¡Entremos irme antes una sola cosa! Me dijiste que tenías que hacerle una pregunta, de la que dependía tu vida futura...

_ ¿Llegaste a hacerla?

—No, Albert ¿Para qué? Todo me dio la respuesta... Quería invitarla a un viaje, llevármela esta misma noche, arrancarla de aquí, sacarla de esa tumba donde agoniza por un amor que es imposible para ella y que ella aun lo ama, porque si no hubiera correspondido esos besos de Tony, además estoy seguro que Tony no ama a Candy solo la está utilizando para vengarse de Eliza y de mí.

_ ¿De verdad crees que Tony beso a Candy por venganza?

_ Si, y mirar sus ojos a Candy bajo otra luz, bajo otros cielos, arrancarle como a un ídolo las mil túnicas falsas en que su alma se envuelve, y volver a sentir su corazón entre mis manos... Escuchar el latido de su sangre bajo las estrellas, y entonces, sólo entonces, preguntarle si el amor de Juan del Diablo es algo para ella... De otro modo, no lo haré, no lo haré, aunque me muera...

_ Eres terco, Terry... Bueno, bebamos ese jarro de cerveza...

…..

_ Kuki, Pero, ¿estás aquí todavía?

—No me quería marchar sin verla otra vez» ya que usted me dijo que no podía volver a entrar. Por eso me escondí y me quedé esperándola. El patrón me dijo que yo tenía que estar con usted para atenderla, para servirla, pero si usted me echa...

Dolorosamente, Candy se ha acercado al niño negro, atrayéndole a sí. Es ya casi de noche, las sombras del crepúsculo envuelven aquel jardín cercado de altas tapias donde Kuki ha aguardado, escondido entre los arbustos, el momento de verla otra vez. Y con el muchachuelo de ojos ingenuos, aparece llegar de nuevo hasta Candy una oleada de aquel mundo distinto, extraño, con el que inútilmente se ha propuesto romper.

—Que Dios te bendiga por haberme esperado Kuki.

_ Pienso que es él quien te dio la idea de aguardarme.

—¿De veras, mi ama? ¿No se pone brava porque antes no la obedecí? ¿Hablará conmigo siempre que yo me cuele por arriba de las tapias?

_Hablaré contigo ahora; y tendré que agradecerte un último favor. Si no fueras tan niño, tal vez te hablaría... Pero es demasiado para ti.

_ ¿Y me va dejar a su lado para siempre?

_ No, Kuki, tendrás que irte. Tu lugar está junto a Terry, a él se lo debes todo... lo que él hizo por ti, sería una ingratitud que lo olvidaras. Volverás junto a él y le llevarás una carta mía. Esta tarde nos separamos de un modo violento. Lo llamé, le grité que se detuviera. No quiso escucharme.

_ Supongo que fue culpa mía, pues lo exasperé, lo enfurecí, le hice perder la paciencia. En realidad, no tengo derecho a forzar sus confidencias, a asomarme al fondo de su corazón. Él nunca dijo que su corazón era mío. Hablo tonterías. No pretendo que entiendas, Kuki, pero tengo que decirlo, porque los sentimientos, aquí dentro, llegan a podrirse cuando se calla y se calla. Por eso hablo y hablo, y tú debes pensar que me he vuelto loca... Me vas a esperar aquí. No será mucho rato. Bajaré en seguida... Son sólo unas líneas...

_ Si es una carta para el patrón, se la llevo enseguida. A todo lo que me den los pies, corro.

_ No se la entregarás sino cuando estés a solas con él. No importa que pasen las horas ni los días; no importa que se haya hecho a la mar el Luzbel y que ya no se distinga la tierra de la Martinica... Hasta entonces, si antes no puedes, se la entregarás tú. Tal vez no le importe, tal vez mi carta le haga sonreír, tal vez la arroje al mar sin acabar de leerla; pero quiero que se la lleves. Espérame... espérame...

Profundamente conmovida, Candy ha estrechado contra su corazón al niño negro y ha besado su frente; luego, se aparta de él y marcha muy de prisa escaleras arriba...

Los dedos nerviosos han roto por tercera vez la carta apenas comenzada, y otra vez emprende, con pluma vacilante, la difícil tarea: hablar al que ama, sin hablar de su amor... Pasar como una esponja de suavidad sobre las escenas de su última entrevista, mientras su corazón apasionado destila la hiel y el fuego de los celos...

Extender las palabras como un bálsamo sobre el rencor, mientras siente girar, como un torbellino, ideas y sentimientos... Firmar con una frase amable y fría, mientras las lágrimas caen ardientes, corno si desmintieran cada falsa palabra de serenidad... Y al fin, cubrir de besos aquellas palabras heladas, sólo porque los ojos de él han de leerlas...

—Kuki, ¿qué haces aquí? ¡No es éste el lugar a donde me gusta que entres! Te lo he dicho mil veces

Los brillantes ojos de Kuki han girado con expresión de susto, pero no retrocede. Está frente a la mesa desnuda de un cafetín del puerto, donde Terry ha apurado copa tras copa. Es mus de medianoche, y, en el lugar casi desierto, los pocos parroquianos que quedan están lejos, junto al fonógrafo que desgrana las notas picarescas del último can can, enfrascados unos en sus juegos de naipes y otros en sus vasos de ajenjo...

Terry, sacude la cabeza, mirando con fijeza al muchacho. Ahora, sus ojos están turbios, su razón hundida como en un letargo; pero, a través de todo eso, contempla los ojazos vivos, el rostro oscuro de expresión inteligente, la actitud a la vez tímida y decidida del muchachuelo, y lo amenaza:

—Si no sales obedecerme, le daré orden a Segundo de que no te deje bajar de la goleta... Y ahora... se ponga bravo, patrón. Tenía que esperar a que es[1]tuviera usted solo. Por eso entré... Tengo una carta del ama, que me dijo se la diera cuando no hubiera nadie, y claro que" aquí hay gente, pero...

_Dame esa carta.

Terry se ha puesto de pie. Como bajo un soplo que barriera las nubes, su frente se serena. Su ancha mano se extiende, atrapando a Kuki, obligándole a acercarse... Casi de un manotazo ha tomado el sobre lacrado donde la pluma de Candy escribiera su nombre. Como si aún no acabase de comprender, lo rasga bruscamente y recorre con la turbia mirada las apretadas líneas de fina letra, mientras se crispan sus labios en una mueca, al leer: Al señor Terry del Diablo, a bordo del Luzbel... ¡Menos mal que ya no soy Terry de Dios para ella! —Ávidamente, lee y relee cada palabra, salpicando la lectura de sarcásticas observaciones—: Una carta muy fina, muy correcta... Mi apreciado Terry... Menos mal que me aprecia... Cuando ésta llegue a tu poder, ya estarás lejos.

_Pues no, señorita Andrew; estoy cerca, demasiado cerca. Creo que te diste demasiada prisa en traerla, Kuki, pues era una romántica carta de despedida, para ser leída en un viaje sin regreso... Confío en tu promesa de que te alejaras, de que seguramente no volveremos jamás a vernos Es gracioso cómo lo arregla todo a su gusto. Tampoco puede negarse que es inteligente..., y te doy las gracias por la generosidad que ese alejamiento representa... ¿Estás oyendo Kuki? Me da las gracias por el favor de no volverme a ver. El tribunal me absolvió, pero ella me condena al eterno destierro. Y no es que me interesé demasiado esta maldita isla, pero nací en ella y tengo tanto derecho como cualquier Grandchester...

_ El ama estaba llorando cuando me dio esa carta, patrón, —observa Kuki—. Y me abrazó, y me besó muchas veces, y habló bien de usted, patrón... Dijo que usted era generoso y bueno...

_ Generoso y bueno, ¿eh? ¡Maravilloso! —se burla Terry en tono sarcástico y mordaz—. Hasta Santa Candy practica el sistema de fastidiar hasta el límite a los que son generosos y buenos. Te dio esta carta para mí, te dijo que me la entregaras en el mar, cuando ya estuviéramos lejos, ¿verdad?

—Me dijo que cuando usted estuviera solo, y que no importaba que fuera cuando ya estuviésemos de viaje... Pero acabe de leerla, patrón... estoy seguro que Candy lo quiere a usted y no al señor Anthony.

_jajajajaja. Se burla Terry. Esta Santa Pecosa de Candy Andrew es peor de hipócrita que su hermana.

_ ¿Qué le pasa mi amo? ¿Por qué habla así?, lee la carta.

—¿Para qué? Ya sé perfectamente lo que dice, lo que puede decir desde el principio al fin... Perdóname si ayer no supe hablarte con la serenidad que hubiera querido, y decirte que sólo gratitud guardo para ti... ¡Gratitud! ¡Qué palabra más socorrida es ésta! Adiós, Terry... Que seas feliz como yo te lo deseo... Que en otras tierras encuentres la felicidad que mereces, y que la triste sombra que pude ser en tu vida, se borre totalmente, ya que pronto van a romperse las cadenas con que otros nos ataron. Nunca olvidaré la bondad que te debo, aunque yo sí te suplico que la olvides totalmente a Eliza, evitándote hasta el esfuerzo de compadecerme... ¡Lindas palabras para despecharme! Yo ni loco lo leo, esa carta lo arrojo al mar y no quiero saber nunca más de Santa pecas, será mejor que se divorcie de mí, para que sea feliz en su amado convento o en los brazos de Anthony- dijo molesto Terry.

Kuki miraba de miedo la rabia de su amo. ¿Convencerá a Terry en darse cuenta que Candy lo ama?

Esta historia Continuará…

Buenas noches agradecida eternamente por sus hermosos comentarios.

Ahora contesto sus comentarios en mi sección favorita.

Blanca G: Muchas gracias por tus comentarios amiga bella, espero que te guste ese capítulo todavía falta regular para el final, no te preocupes por Terry él se va dar cuenta que Candy lo quiere. Amiga ya bajé cadenas de amargura no falta nada para el romance de los rebeldes, ahí si hay romance lindo, espero que te guste el capítulo nuevo que baje, aquí en esta adaptación de corazón salvaje es mas de celos e intrigas, pero los rebeldes quedaran juntos ya no falta nada para el castigo de Eliza y el beso apasionado de Candy y Terry, así que les pido paciencia.

Nilda Manno: Muchas gracias por tus comentarios hermosa, gracias bendiciones.

Henry Ferrer: Gracias por acompañarme en esta adaptación, que bueno saber que sigues la novela, es hermosa gracias y también gracias por tus comentarios en alguno de mis otros fic.

Carol Aragón: Como siempre agradecida por tus comentarios amiga bella, gracias por tu apoyo en este y en otros fic, espero que te siga gustando gracias.

Cecilia. rodriguez1: Me da gusto saber que te sigue gustando la historia, mil gracias por todo, muchas gracias por tus comentarios hermosa.

Simo Fo: Gracias por tus comentarios, a pesar de ser italiano lo entendí perfectamente, gracias.

SARITANIMELOVE: Muchas gracias hermosa, por tus comentarios y también agradecida por comentar algunos minific mios, que bueno que te gusta mis historias, te informo que el minific Bajo la lluvia tiene su secuencia de bajo la lluvia 2, espero que te guste tambien es erotico, gracias y bendiciones.

Agradecimiento especial a Carol Aragon, Blanca G, Elvia Soam, Mia 811, SARITANIMELOVE y a todas las que leen.

Continuaremos con las que faltan

Bendiciones

Maggie Grand.