Ya es la tercera parte del libro... la ultima parte.
Disclaimer: Los personajes de Candy no me pertenece sino a Kioko Mishuki y Yumiko Igarashi y la historia Corazón Salvaje le pertenece a la escritora mexicana Caridad Bravo Adams. Este fic es hecho con fines recreativos no pretendo buscar ningún tipo de remuneración o reconocimiento, simplemente lo comparto con ustedes porque realmente me gusta la historia y los personajes de Candy.
La historia tendrá tres partes como la trilogía original, "Eliza (Aimé) y Terry (Juan)", " Candy" (Viene siendo el libro de Mónica), Candy
Parte final (El libro de Juan del Diablo versión Terry Pirata)
Hola mis amores, estoy de vuelta. Primer capítulo de la tercera, esta tercera parte, es la última parte de ésta historia…
Ya sin más que añadir, los dejo con la lectura. Disfrutadla.
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TERCERA PARTE
JUAN DEL DIABLO.
TERRY PIRATA.
CAPÍTULO 7
_ Me dijo que cuando usted estuviera solo, y que no importaba que fuera cuando ya estuviésemos de viaje... Pero acabe de leerla, patrón...
_ ¿Para qué? Ya sé perfectamente lo que dice, lo que puede decir desde el principio al fin... Perdóname si ayer no supe hablarte con la serenidad que hubiera querido, y decirte que sólo gratitud guardo para ti... ¡Gratitud! ¡Qué palabra más socorrida es ésta! Adiós, Terry... Que seas feliz como yo te lo deseo... Que en otras tierras encuentres la felicidad que mereces, y que la triste sombra que pude ser en tu vida, se borre totalmente, ya que pronto van a romperse las cadenas con que otros nos ataron. Nunca olvidaré la bondad que te debo, aunque yo sí te suplico que la olvides totalmente a Eliza, evitándote hasta el esfuerzo de compadecerme... ¡Lindas palabras para despacharme contento!
Ha ido hada la puerta del cafetín, congestionado el rostro, turbios los ojos, estrujando en su puño cerrado aquella carta, cuya helada cortesía le hiere y le punza como la peor de las ofensas... Hacia el lado del mar, sobre las aguas de la bahía, un resplandor sonrosado asoma débilmente... Es el amanecer. ... Kuki. ha seguido sus pasos, tembloroso, los gruesos labios entreabiertos, e indaga:
_Patrón ¿Qué piensas hacer?
_ ¡Nada! ¡Déjame en paz! ¡Vete! ¡Lárgate! ¡Espera! ¿Qué es eso que se oye?
_ ¡Oh! Las campanas del convento. Ya es de mañana, y allá, en la iglesia del convento, dicen misa bien temprano... todavía; de noche, patrón...
¡Misa de alba...! Para los más devotos, para los más fíe[1]les... Seguramente es la que escucha Santa Pecas. ¡Pues allí la veré!
En efecto, es la primera misa del día en la iglesia del Convento de las Siervas del Verbo Encarnado. Ya han abierto la puerta lateral, ya arden en el altar las blancas velas y, como cada madrugada, van llegando los escasos fieles: viejas beatas, gentes de luto riguroso, alguien que cumple una promesa... La parte de la iglesia destinada al público, está casi desierta, y en la anexa capilla de las monjas, separada del resto por una reja, llegan en movimiento suave las blancas filas de novicias, las negras filas de profesas... Una mujer va tras las últimas... Viste de negro, aunque no son sus ropas monjiles, y un grueso velo envuelve su cabeza, casi cubriendo el fino rostro de color ambarino... Es Candy... Desde lejos la reconoce Juan, que con paso audaz ha llegado hasta aquella reja. No necesita hablar ni hacer el menor ruido. Rápidamente, la cabeza de
Candy se vuelve como si aquella mirada de fuego que la persigue fuera algo tangible...
—Tengo que hablar contigo en el acto —declara Juan en voz baja pero enérgica—. ¿Sales, o entro?
_ ¡Terry! ¿Estás loco? —Candy ha vacilado. Entre los hábitos cercanos, hay un movimiento de sorpresa, algunas cabezas se vuelven, y Mónica parece decidirse... cruza la pequeña puerta de resortes que da acceso a través de la verja y, sin mirar a Juan, va hacia el Cercano pórtico de la iglesia—. Supongo que has perdido la razón
—¿Tú crees? Si tenemos en cuenta quién eres y quién soy, debes pensar que sólo loco podría atreverme a exigir tu presencia del modo que lo he hecho. Pero no, no estoy loco. En mi mundo los derechos se toman. Y aún tengo derecho a obligarte a verme y a escucharme, porque todavía no está rota esa cadena de que tan elegantemente hablas en tu carta, aún tengo derecho a llamarte, y tienes que venir, aunque no quieras... Pero no te alarmes, no pongas esa cara de espanto...
—No es espanto lo que siento. Te entregaron mi carta en mal momento, ¿verdad? Regresabas de una juerga... De jugar, de beber... tal vez de los brazos de una mujerzuela...
_ ¿Qué estás diciendo? —reclama Terry en un arranque de ira.
_ Sólo así se comprende esta manera de llegar hasta aquí. Ya sé que soy tu esposa y que no se ha roto mi cadena; pero ni aun esa cadena te da derecho a acercarte de ese modo, a proceder en la forma que lo has hecho. Tengo la desgracia de ser tu esposa, pero no puedes tratarme como a una cualquiera...
Candy Andrew se ha erguido y, al alzar la cabeza, cae el velo, mostrando el fino rostro color de ámbar; tan digna, tan altiva, tan amargamente serena, que Juan retrocede, conteniendo la oleada de despecho que ha encendido aquella carta cuya helada cortesía le hiere más que la peor de las ofensas. Como de otro mundo, llega hasta ellos la música del órgano, el susurro del rezo, el aroma litúrgico del incienso... y los ojos de Juan se encienden, avivados por la llama del alcohol, que le hace parecer un demente:
_ Odio las inútiles cortesías hipócritas... Odio las explicaciones superfluas... Me escribiste para afirmar lo que no necesitabas decir dos veces, lo que resbaló de tu actitud durante nuestra entrevista. Tenías miedo que yo no hubiera entendido, ¿verdad?
—No tenía miedo de nada. Me dolió haberte tratado con violencia, cuando tú generosamente no deseabas el mal de nadie. Pensé, loca, ilusa, ingenua, que eras sincero cuando dijiste que te alejarías para siempre, que no querías chocar con tu hermano ni derramar su sangre, y que ponías lo que estaba de tu parte para alejarte de todo esto, haciendo imposible esa lucha fratricida que me causa horror...
_ Horror por él... miedo por él... No piensas sino en ayudarle y protegerle...Pues bien, no me iré de la Martinica, no dejaré Saint-Pierre. Me quedaré aquí, con tanto derecho como él. Lucharé como luchan los que nacen como yo, en el abismo más negro, hasta levantarme más alto que todos... Esta no es tierra de sangre azul, éstas no son tierras de príncipes, sino de aventureros. Todavía triunfa en ellas la ley del más fuerte...
_ ¿Qué pretendes?
_ Sólo una cosa.: demostrar que soy el más fuerte, que no vivo de la limosna de tu sonrisa y de tu gratitud, que tomo y dejo lo que quiero tomar y dejar, con estas manos. Que ahora mismo podría arrastrarte, contra tu voluntad, hasta mi barco, que me espera cerca; que otra vez podría llevarte hasta el Luzbel, como una conquista de vándalo, debatiéndote en mis brazos, y ahora sí que no tendría piedad de tu dolor ni de tú fiebre. Te haría mía, mía totalmente por la fuerza, doblegándote como a una esclava, porque te amo y ya no aguanto más, cuando te vi besarte con el imbécil de Anthony.
_No lo llames así...
_Y sigues defendiendo a ese imbécil… te hare mía en contra de tu voluntad, ya me cansé de respetarte... del matrimonio por labor, yo no quiero una santa, yo quiero una mujer, una esposa., sabes me arrepiento de no haber huido con Eliza y no habérmela llevado porque ella si hubiera sido mi mujer y con lo enamorada que estaba no me hubiera resultado tan difícil de conversarla que se quede conmigo para siempre, en vez de aceptar esa absurda boda, cuando tú no me das lo que quiero.
_Entonces vete con ella y a mí me dejas en paz, yo no soy como ella, ni como las demás.
—¡Te respeté cómo un imbécil! ¡Ahora sería diferente! Pero no lo haré. ¿Y sabes por qué? Porque no me importas, porque no me interesas, porque hay cien mujeres en el puerto aguardando por Terry del Diablo...
_ ¡Cien mujerzuelas! ¡Vete con ellas!
—Podría llevarte a ti, aunque no quisieras ¡Tendrías que matarme antes! Inténtalo, acércate, toca uno solo de mis dedos, comete esa infamia aquí mismo, a las puertas de la casa de Dios...
_ Así muy fácil. Podría hacerlo sin que se cayeran las torres de la iglesia. Pero ya te lo dije antes... No quiero nada que se consiga en esa forma... De ti no quiero nada...
_ ¿Por qué vienes entonces a atormentarme de esta manera? ¿Qué pretendes aún de mí? ¿Qué esperas? ¿Qué mal te hice nunca?
_ ¿Y qué sé yo hasta dónde eres culpable del mal que me hicieron? Víctima o cómplice, no sé lo que eres, ni quiero saberlo. Llegué sólo a decirte que no pretendas manejarme otra vez, que no te serviré más de juguete, que me quedaré para pelear, para luchar contra ese protegido de la suerte que me lo usurpó todo al nacer, para arrancarle uno a uno los dones que le dieron. Dile que se cuide, que se defienda, que se apreste, porque Terry sin nombre está en pie de guerra...
_ ¿Y qué sé yo hasta dónde eres culpable del mal que me hicieron? Víctima o cómplice, no sé lo que eres, ni quiero saberlo. Llegué sólo a decirte que no pretendas manejarme otra vez, que no te serviré más de juguete, que me quedaré para pelear, para luchar contra ese protegido de la suerte que me lo usurpó todo al nacer, me quito mi padre, mi apellido, por culpa de esa maldita familia lo perdí todo, el hermano que siempre tuvo todo me arranco mi padre, mi posición, mi apellido, me arranco a la mujer que alguna vez ame, también me va arrancara, ahora le voy arrancarle uno a uno los dones que le dieron. Dile que se cuide, que se defienda, que se apreste, porque Terry sin nombre está en pie de guerra...
_Pero ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Por qué tú le quieres! No vayas a decir que no le quieres, para alejar de mí el odio, lo odio porque tú lo quieres, porque tú lo amas y eso a mí me duele que no logre que te enamoraras de mi...
_ ¿Lo odias por eso?
_ ¡Le odio desde que tengo conciencia! Sólo una cosa quiero decirte: no salgas del convento, que no te vea jamás junto a él porque lo mato. Esta es la última vez que hablamos... Ahora sí, definitivamente, siempre que cumplas tu palabra, siempre que, al romperse esa cadena, de la que tanto deseas librarte, no sea para burlarte de mí otra vez.
_ Vuelve a tu convento, Santa Candy. El salvaje que soy, no te llevará por la fuerza...
_Y ¿Si quiero seguirte? ¿Me llevarías?
Candy, ha temblado, espantada de su propia audacia. Ha esperado trémula, pero Juan retrocede en lugar de avanzar...
_ Ya veo que sigues siendo capaz de todo. Tienes el mismo temple de esos cristianos que, según cuentan, iban cantando hacia las fieras. No es necesario tanto... Si algún día quieres venir a mí, que no sea bajo la presión de una amenaza, como sería en este momento... Así no me interesa... ya no aguanto más Candy.
_ ¿Que no aguantas más? ¿Crees que soy mi hermana?
_Dale con tu hermana, ya cansas, eres ingenua, no me entiendes, soy hombre, no santo, Eres mi esposa, tengo todo el derecho de tocarte, de besarte, de hacerte mía las veces que quiero, yo no quiero una santa, quiero una mujer que me ame, porque yo te amo... no sé si entiendes te amo... grito a esos cuatros paredes te amo y hacerte mía ahora mismo, … ya no puedo más, te amo… te amo como alguna vez ame a tu hermana, te amo más a ti, estoy enamorado de ti, no te quiero como santa, te quiero como mi esposa, como mi mujer
Candy solo lloraba no decía.
_Por favor di algo, no te quedes callada, Ya no aguanto más, no quiero perderte por nada, ni por nadie… Terry empieza a acariciar su rostro... quiero hacerte mía para siempre... le rozaba sus labios y él puso encima a los suyos, por un momento Candy se dejó llevar por un momento que correspondió ese beso.
_Eso no puede ser, yo ya tomé una decisión y no pienso dar más atrás, la verdad no quiero nada con ninguno de los dos, porque ningunos me merecen tú por irrespetuoso, y el otro por cambiarme cuando me juro amor desde niña, no quiero nada con ningunos…déjenme en paz
_No lo voy a permitir, te dejo en paz. Pero al menos yo sé que me amas, al menos reconócelo, porque no me dices lo que sientes por mi… ¿Me amas?
Candy mira con ojos de amor a Terry.
_Si tanto quieres saber eso, si Te amo, con todas mis fuerzas, con toda mi alma, te amo desde el momento que me cuidaste cuando estaba enferma, te amo porque eres un hombre generoso, me gustas tú, tu mirada, te amo Terry sin apellido, te amo como nunca pensé amar a nadie, ni siquiera a Anthony que lo ame tanto te amo a ti.
Terry se pone contento con la confesión de Candy, ambos sellan su amor con un beso.
Esta historia continuará...
Gracias por acompañarme en esta adaptación, como ya saben su respectiva autora es Caridad Bravo Adams, debo informarles que todavía falta mucho para terminar la tercera parte... la verdad es que en el libro, la actitud de Mónica cansa, por eso he hecho que Terry la bese a la fuerza para ver si así de una vez despierta… pero si ama a Juan, decidí cambiar esa parte… ya los próximos capítulos explicare todo lo que pasara, recuerda que todavía falta el castigo de Eliza… y otras cosas más que explicar. Santa Mónica ya cansa jajaja…
Ahora contesto sus comentarios en mi sección favorita…
Mia8111. GRACIAS POR TUS COMENTARIOS MI BELLA AMIGA.
Nilda Manno: Gracias hermosa por tus comentarios, si jajajaja, ya cansa Santa Mónica… sé que perteneces al grupo corazón Salvaje. gracias linda, hermosa por tu apoyo.
Cecilia. rodriguez1: Si jajajaja, ya cansa la actitud de Santa Mónica… mira que en el libro no pasa eso ya cansaba jajaja, ya decidí cambiarla… gracias... amiga linda bendiciones para ti... me gustaría invitarte a leer mis otras adaptaciones, gracias, Falta mucho para el castigo de Eliza (Aimé).
Carol Aragon: Gracias hermosa veo que te gusta mucho esta historia, gracias...
Elvia Soam: Gracias hermosa y sobre todo por compartir mi publicación en tu bello grupo de corazón salvaje, gracias por animarme a adaptar esta bella historia. Mil gracias tus comentarios y tu apoyo me hace feliz. Y también mil respetos a la bella Mirian Nasser por sus adaptaciones y escritos para corazón salvaje. Bendiciones.
Blanca G: Ya no te preocupes demasiada amiga, ya se dieron el beso, así es Santa Mónica… es demasiada ingenua, todavía falta para el castigo de Eliza, y otras cosas más. te mando besos, bendiciones amiga bella, gracias.
SARITANIMELOVE: jajaja si santa pecas… veo que te gusta mucho esta historia, es la favorita de varios, gracias… bendiciones.
Agradecimiento especial a Carol Aragon, Blanca G, Elvia Soam, Mia 811, SARITANIMELOVE y a todas las que leen.
Continuaremos con las que faltan
Bendiciones
Maggie Grand.
