Ya es la tercera parte del libro... la ultima parte.

Disclaimer: Los personajes de Candy no me pertenece sino a Kioko Mishuki y Yumiko Igarashi y la historia Corazón Salvaje le pertenece a la escritora mexicana Caridad Bravo Adams. Este fic es hecho con fines recreativos no pretendo buscar ningún tipo de remuneración o reconocimiento, simplemente lo comparto con ustedes porque realmente me gusta la historia y los personajes de Candy.

La historia tendrá tres partes como la trilogía original, "Eliza (Aimé) y Terry (Juan)", " Candy" (Viene siendo el libro de Mónica), Candy

Parte final (El libro de Juan del Diablo versión Terry Pirata)

Hola mis amores, estoy de vuelta. esta tercera parte, es la última parte de ésta historia…

Ya sin más que añadir, los dejo con la lectura. Disfrutadla.

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TERCERA PARTE

JUAN DEL DIABLO.

TERRY PIRATA.

Capítulo 15.

—¡Tío George! ¿Qué va usted a hacer? —indaga Flanmy, acercándose alarmada—. ¡No irá a buscar a Dorothi con los perros! ¡Oh, es horrible! ¡La morderán, la destrozarán con los colmillos!

—Te has vuelto muy compasiva, Flanmy —desprecia George socarrón—. Vuelve a tus obligaciones, no te metas en esto... Tengo permiso para hacer cualquier cosa con tal de dar con ella. Prometí que la encontraría, y voy a traerla, ¿sabes? ¡Voy a traerla, muerta o viva!

De un manotazo, George, ha quitado de en medio a Yanina... Ha salido, lleva en la mano un pesado látigo, y sujetando fuertemente a los perros, corre con ellos hasta el extremo del jardín...

Ya están en el campo libre... Sujetos por la correa, tiemblan y saltan impacientes los tres feroces animales... Con trabajo los domina George, mientras les hace oler una prenda de ropa usada por Dorothi... Como flechas, en todas direcciones, han corrido los perros, saltando como demonios, olfateando el aire, las yerbas, los arbustos... Al fin, uno de ellos parece encontrar el rastro deseado...

_ ¡Bravo, León! ¡Aquí, Leal... Mastín...! ¡Quietos... Quietos...!

Un hombretón, más negro que la noche, surge tras George... Lleva el tosco traje de dril de los guardianes del valle, altas botas cubren sus piernas, una canana le cruza el pecho de gigante, y sus rudas manazas empuñan una escopeta... Tan fiero y obediente como los mastines, se mueve a la voz de George, que ordena:

—¡Francisco, ven detrás de mí!

Dorothi, ha caído en medio de la desvencijada cabaña, agarrándose a los vestidos de la curandera, que apenas acierta a cerrar la puerta tras ella...

—¡Escóndeme, Kuma, me buscan, vienen detrás de mí!

_ ¡Cierra la puerta, la ventana... tapa la rendija, apaga la lumbre! ¡Que no me encuentren... que no me encuentren!

—implora la asustada Dorothi, muerta de miedo.

_ ¿Te volviste loca? ¿Por qué llegas así? ¿Qué pasó? ¿Quién eres? —interroga Kuma desconcertada.

El George, me anda buscando con los perros... Yo oí el ladrido, sí. Los soltó... los soltaron allá abajo, y entraron por los cafetales, por las barracas grandes. Yo sabía... yo sabía que me querían matar... Por eso no quería venir para acá. ¡Ay, Señor! No hizo sino morirse la señora Eliza, y él detrás de mí... ¡Ay, ay, ay...!

—¡No grites! ¡No grites! ¿La señora Eliza, has dicho? Tú eres la doncella de la ama Eliza, tú fuiste la que llegaste aquí con ella, ¿verdad? ¡Ya decía yo que te conocía!

_ Sí... sí... y me quedé en la puerta mientras el ama te decía... Yo no sé lo que te decía, pero te dio dinero, yo sé que te dio dinero. Y si me agarran con los perros, y yo digo que él ama te dio dinero a ti, y que tú ibas a ayudarla... ¡Ay, Dios mío! El George me mata y te mata, Kuma... ¡a ti también te van a matar, la señora Eliza ha hecho tantas cosas malas, sobre todo jugar con los sentimientos de ambos hermanos Anthony y Terry del diablo, pero ella solo amo al señor Terry...!

Kuma ha vuelto temblorosa hacia la puerta y ha espiado por la estrecha rendija. Luego, con disgusto, se vuelve a la gesticulante Dorothi:

_ ¡Nadie viene detrás de ti! ¡Creo que estás loca! ¡No grites!

—¡Yo no hice nada, pero el Bautista me la tiene jurada, y ahora va a matarme y a matarte a ti! Tú tienes poder... si, ahora me acuerdo... El ama dijo que tú tienes poder.

_ ¡Manda un espíritu para que acabe con los perros! Hazle el maleficio, Kuma, hazle el maleficio al George... ¡Que se le rompan las piernas... que se le salten los ojos... que se caiga muerto en medio del camino... que los perros lo muerdan a él... a él...!

—¡Que te callaras, dije! Si das otro grito, es a ti a quien te hago el maleficio: ¡te convertiré en sapo, en piedra, en lagartija...!

—¡Conviérteme en cualquier cosa, pero que no me agarre George! —Y con repentina alegría, exclama—: ¡Conviértelo a él en sapo! Tú tienes poder, Kuma... Cuentan que una vez lo hiciste, que convertiste a un hombre en sapo... ¡Conviértelo a él en sapo! George es blanco, y eso es muy difícil —rehúsa hechicera—. Además, tiene un amuleto con un poder más grande que el mío. Pero yo voy a darte otro amuleto a ti, el mejor amuleto que existe. Cuando lo tengas en las manos, puedes salir tranquila, huir sin peligro. No va a pasarte nada. Yo te protejo, yo puedo... Siempre lo oíste decir, ¿verdad? Kuma tiene poder. Espera, espera... Yo te haré salir, yo te haré escapar, pero tienes que hacer lo que yo te diga. Espera... espera...

Temblando, Kuma ha ido hasta la puerta. Sobre el rostro color de azabache giran los ojos espantados, mientras su mente astuta mide el peligro, calcula, con su habilidad de vieja embaucadora, la credulidad de aquella infeliz que en medio de su choza tiembla de rodillas

Tienes que salir. Si te encuentran aquí, estamos las dos perdidas. Pero hay un camino por el que voy a llevarte, y el amuleto está aquí... aquí.

Ha tomado al azar un mazo de hierbas, el primero con que tropieza su mano, y lo aprieta contra el pecho de Dorothi...

Luego la arrastra hasta una estrecha puertecilla que abre al otro lado de la cabaña, y ordena a la desesperada Dorothi:

_ No tengas miedo... sal por aquí... y no te asomes al camino. Trepa por los riscos, y baja luego al desfiladero...

_ Allí hay una cascada... Entra en el agua y sal por el otro lado... Tienes que entrar en el agua cada vez que la encuentres, para que el amuleto te sirva. Baja al fondo del desfiladero, entre las piedras hay un camino; agarrándote a las ramas llegarás abajo, al remanso del río. Entra también en el agua allí...

_ ¿Y si me lleva el río?

_ ¡Peor será caer en los colmillos de los perros! Pero no tiene por qué llevarte. Por ese lado no es hondo... Sigue por él todo el rato que puedas, y cuando salgas, que sea por la otra orilla. Y entonces corre, corre hasta el camino.

_ Allí hay un puente, una cerca de piedra... allí se acaba Campo Real. ¡Si llegas hasta allí, estarás salvada, estaros libre...! ¡Anda...vete...

Con mal contenido impulso violento, con casi irrefrenable impaciencia, ha hecho Kuma salir a Dorothi, por aquella puertecilla estrecha, disimulada entre las mal unidas tablas de su cabaña; la cierra después, asegurándola con un tosco pestillo de madera, y se acurruca tras el horno de barro, rezando temblorosa:

—¡Que tu divina persona me proteja, señor de los tres poderes! ¡Por el agua y el fuego, por el cielo y la tierra!

_ Por aquí se metió! ¡Estoy seguro! —se oye la voz de George.

_ ¡Ampárame, señor de los tres poderes! —persiste Kuma cada vez más espantada—. ¡Ampárame con el primero de tus dones, que doma a las fieras! ¡Ampárame contra las uñas y contra los colmillos!

_ ¡Ahí está! —avisa. Y ordena—: Richard, echa abajo esa puerta con la culata de la escopeta, ¡Pronto!

_ ¡Sujeta los perros!

De un salto se ha trepado Kuma sobre la mesa, esquivando milagrosamente la primera embestida de los feroces animales. George, ha sujetado por el collar al más fiero de los tres perros, mientras los otros recorren la cabaña, olfateándola furiosamente, escarbando con las uñas el piso de tierra junto a la puertecilla por la que Ana acaba de escapar...

_ Estuvo aquí, ¿verdad? —observa Bautista—. No lo niegues. ¡Mira cómo la huelen los perros! ¡Pobre de ti si la escondes! ¡Entrégala!

_ ¡No escondo a nadie! ¡Lo juro... lo juro! —protesta Kuma asustada—. Aquí entra y sale mucha gente... No sé de quién hablas...

_ ¡Sí sabes! Sí sabes, porque ella venía huyendo. Es una doncella de la casa grande... ¡Si la ocultas, pagarás por ella!

_ ¡No me pegues... no me pegues! —se queja la hechicera espantada—. Ahora que dices... Una doncella de la casa grande, sí... Pero no entró... siguió corriendo hacia los barracones

—¡Mientes! ¡No puede ser! ¡Por allí veníamos nosotros!

_ ¿Qué es esto? ¡Ah, un pañuelo! ¡El que ella tenía en la cabeza! Estuvo aquí, y este pañuelo es de ella. ¡Contesta!

_ ¿Qué es eso? ¿Eso? Nada... Una puerta...

—¡Efectivamente! —confirma George, abriéndola de una formidable patada—. Francisco, ve detrás de los perros. ¡Y tú, maldita embustera, ya volveré a darte lo que mereces!

Kuma se ha alzado con esfuerzo; dando tumbos, llega a la puertecilla, casi arrancada al golpe brutal que la abriera...

Monte arriba, siguiendo el rastro que olfatean los perros, van los perseguidores de Ana. Con gesto dolorido, lleva la mano al oscuro brazo, donde el látigo de George, dejara su sangrienta huella, y se crispan sus puños en gesto de fiera rebeldía, de odio africano, salvaje e intenso:

—¡Maldito! ¡Maldito de los pies a la cabeza! ¡Maldito tú y maldito el amo, a quien sirves! ¡Maldito Anthony Grand chéster! ¡Malditos su nombre, su raza, su tierra! ¡Que el fuego se lleve su casa y el viento su dinero! ¡Que se caigan sus árboles, que se sequen sus siembras, que no tenga nunca un hijo de su sangre, y que un bastardo le arrebate su herencia!

_ ¡Ay, ay, ay, señor Terry... señor Terry del Diablo! ¡Bendito Dios que lo encontré! ¡Qué desgracia, qué desgracia tan grande!

—Desgracia, ¿de qué? ¿Acabarás de hablar?

Desplomada en el centro de aquel vestíbulo, que es a la vez recibidor, despacho y biblioteca en la modesta casa del notario Albert, Dorothi, trata en vano de explicarse frente a aquellos dos hombres que han cruzado una mirada sobre su cabeza, como dudando de la razón de aquella mujer trémula, gesticulante, desgreñada, con el roto vestido húmedo y, enfangado, demasiado cansada para tenerse en pie, demasiada asustada para hablar cuerdamente...

_ ¡Ay, mi señor don Terry del Diablo !¡Ay, mi señor don Albert! No puedo más... me muero...

_ ¿Quieres decirnos qué te pasa, muchacha? —pregunta Albert— Tanto lamento sin explicación, se pasa.

_ ¡Ay, mi señora Eliza... tan linda y tan buena! Ella no quería hacerse así... ella no quería hacerse eso... ¡Qué desgracia y qué injusticia! Y todo porque el amo Anthony fue detrás de ella...

¿Anthony? —se extraña Terry sin comprender lo que trata de decir Dorothi.

_Yo sé que usted la amo mucho, pero hubo una muerte, esa muerte es la mujer que usted alguna vez amo.

-—No entiendo, ¿Quién estaba muerta? —pregunta Terry.

_ ¿Quién va a ser? Mi señora Eliza... ¡Linda como una virgen, con su traje blanco y su velo...!

_ ¿Muerta Eliza? —susurra Terry, anonadado, como si le doliera su muerte, quedo impactado—. ¿Dices que ha muerto Eliza?

_Si, pero algo quiero que sepas, ella nunca amo al señor Anthony, siempre estuvo enamorada de usted, siempre lo amo a usted, nunca debió haberse casado con el señor Anthony, por su posición, debió esperarlo, quizás otra hubiera sido su destino, reconozco que ella misma busco su mala suerte.

_Prefiero no hablar del pasado, dice Terry, reconoce que siente tristeza por la muerte de Eliza

_ Empiezo a comprender —asevera Albert—. Seguramente ha sucedido un accidente, una desgracia en la que Eliza, ha sido la víctima...

_ ¿Qué te ha hecho? —indaga el notario.

_ ¡Correr detrás de mí... soltarme los perros como si yo fuera un animal!

_ ¿Soltarte los perros? —se asombra Terry—. ¿Está usted oyendo, Albert?

Es un lamentable procedimiento que, por desgracia, aún se usa, aunque lo prohíban las leyes—acepta Albert con tristeza—. Pero responde, muchacha, ¿por qué huiste?

_ ¿El qué has de decirles? —pregunta Terry.

—¡Lo que usted sabe, señor Terry, lo que usted sabe! El señor Anthony, me matará a palos para que yo se lo diga a él, y luego me rematará para que no se lo diga a nadie más... ¡Escóndame usted, que es bueno, usted, que no le tiene miedo al amo Anthony! ¡A poco me matan los malditos perros! ¡No deje que lleguen... no deje que me lleven! Yo me callaré todo lo que sé... todo, todo, si usted me defiende. ¡Escóndame, aunque sea en su barco...!

_ ¡Déjeme con usted! No quiero que me maten... ¡no quiero!

Ha caído de bruces en el piso, llorando sin consuelo. Los dos hombres se miran en silencio. Terry, ha palidecido, y tiemblan un poco las manos de Albert, mientras, del pecho de Dorothi sale la voz como un gemido.

—¡No deje que me maten, señor Terry! Si me agarran, me matan sin remedio... Escóndame aquí, déjeme aquí. Aquí no va a venir a buscarme George con los perros, ni el amo Anthony...

—Tal vez vengan., pero no por ti —augura Terry—. Cálmate... levántate... Busca a Kuki y quédate con él. No te asomes si oyes gente extraña.

—Hijo, ¿qué te propones? —inquiere Albert, Nada. Darle asilo, puesto que tiene tanto miedo. Si el caballero Grand Chester es capaz de hacer perseguir con perros, como a una fiera; .si van a hacerle pagar con la vida el delito de saber lo que todos sabemos creo que es humano protegerla. No le falló el instinto viniendo a mí... Nada. Darle asilo, puesto que tiene tanto miedo. Si el caballero de Grand Chester, es capaz de hacer perseguir con perros, como a una fiera; .si van a hacerle pagar con la vida el delito de saber lo que todos sabemos creo que es humano protegerla. No le falló el instinto viniendo a mí...

_ ¿Qué quieres decir?

_ ¿No lo comprende? Pronto Anthony y yo estaremos frente a frente. Es inútil esquivar el destino... ¡El vendrá a buscarme, y yo haré que me encuentre!

Esta historia continuará…

Bueno ahora contestare sus comentarios en mi sección favorita.

Carol Aragón: Gracias por tu apoyo querida amiga, bendiciones, me encantan tus comentarios.

Blanca G: Gracias por tu apoyo mi querida amiga, el personaje George interpreta a Bautista si es muy malo, abecés los personajes buenos del anime, me gusta cambiarle el rumbo de otros papeles, también leí tu comentario en mi adaptación de Quinceañera, te pido que tengas paciencia y lo leas hasta el final, el protagonista es así, pero poco a poco cambiara, ya publique el siguiente capítulo de mi fic, primer amor gracias también por tu apoyo en mis otros fic. Bendiciones.

Marialuisa Casti: Gracias mi amada amiga por tus comentarios y apoyo en este fic, bendiciones.

Ana Isabel Marcos Tartilán: Gracias por tu apoyo amiga, bendiciones.

Mia8111: Como siempre agradecida por tus comentarios en este y en mis otros fic, si es cierto esta novela es hermosa por eso decidí adaptarla con mis personajes favoritos Candy y Terry, gracias bendiciones.

Ferrer G: Gracias por tu apoyo, bendiciones.

Nilda Manno: Gracias por tus comentarios, querida amiga, bendiciones.

SARITANIMELOVE: Amiga sé que siempre me lees, aunque un poco tarde, pero me alegra tus comentarios, veo que te gusta mucho mi adaptación de corazón salvaje, espero que te siga gustando, gracias por tu apoyo en este fic y en mis otros fic, ojalá puedas leerme todas mis historias, bendiciones.

Bueno me despido con cariño

Continuaremos con las que faltan

Con cariño

Maggie Grand.