¡Buenas noches! Espero estén disfrutando de su miércoles por la noche; y si no es así, aquí les traigo la actualización.
Affinity
Era imposible no enfocarse en un chico como él. Su rubia cabellera era corta, incapaz de mantenerse quieta por lo que varias puntas saltaban tanto en la parte superior de su cabeza como a sus costados. Y un flequillo central acentuaba el suave celeste de sus ojos.
En términos generales era un chico bien parecido y con cuerpo atlético.
—¿Lo conoces?
Sora mordió su labio inferior. No quiso profundizar su respiración, tampoco mostrarle su vergonzosa etapa de vulnerabilidad. No deseaba que se diera cuenta de su verdadera relación con aquel chico.
—En cierto modo. —Su contestación ambigua irritó a Kuramochi.
—¿Por qué razón estará con Takashima-sensei? —Se cuestionaba otro más.
—¿Será acaso que ha encontrado otro jugador para reclutar? —La premisa de Maezono provocó una oleada de murmullos entre los presentes.
Un nuevo miembro significaría más competencia para obtener una posición dentro del equipo principal.
—Este equipo ya tiene suficientes pitchers —alegaba Sawamura. Kawakami y Furuya apoyaban su noción en silencio.
—Tal vez están pensando demasiado las cosas. ¿No creen? —comunicaba Haruno—. Bien podrían ser meros conocidos y le está pidiendo algunos consejos.
—Se ve que posee un buen estado físico. —Sachiko analizó con detalle al extraño que continuaba intercambiando palabras con la profesora de inglés—. La problemática radica en si es bueno o no.
—Tampoco sería tan malo contar con un nuevo jugador —pronunciaba Yui con una suave sonrisa.
—No me digan que...—Kuramochi miró a ese par más que felices ante aquella posibilidad. Estaban completamente embelesadas por el rubio—. Las hemos perdido.
—¿No te has cansado de mirarme? —interrogaba Sora obsequiándole un rápido vistazo a Yōichi.
—¿Qué posición juega?
Ella no comprendía por qué Kuramochi lucía ligeramente mosqueado.
—Jardinero izquierdo —respondió Sora.
—¿Y es bueno?
—No puedo saber su desempeño como jardinero. No obstante, su técnica de bateo es buena, consistente. Su swing es rápido gracias a su buen control de manos y muñecas —expresaba Miyuki tras analizarlo mientras practicaba con la lanzadora—. Habría que ver si es un buen corredor o es hábil para el fildeo.
—Descuida, nosotros amablemente le enseñaremos cómo se hace. ¿No es así chicos? —Los labios de Yōichi formaron una ancha y maligna sonrisa.
El resto mostró ese mismo semblante lleno de oscuras y perversas intenciones.
—Alguien la va a tener bastante difícil si llega a entrar al equipo. —Kazuya sonreía al imaginarse los posibles escenarios entre el rubio y sus compañeros de equipo.
—¿Qué es lo que están haciendo todos aquí?
Estaban tan centrados en lo suyo que no notaron cuando Rei ascendió a la segunda planta para ser partícipe de su charla.
—¿No me digan que estaban espiando? —pronunció festiva.
—Yo les dije que no hicieran algo tan bajo como eso, mas no me escucharon. ¡Deberían sentirse avergonzados! ¡Cien vueltas alrededor del hostal! —exclamaba un estricto Sawamura para esos jóvenes que no se comportaron adecuadamente—. Por favor, ignora a mis estúpidos y mal portados compañeros de equipo.
¿Pensaron alguna vez que ese muchacho podría lucir tan serio fuera del campo de béisbol? ¿Cómo es que de repente le habían despertado sus buenos modales?
—Mi nombre es Sawamura Eijun y seré la futura estrella de Seidō. Encantado de conocerte. —Su sonrisa cargada de confianza y calidez saludó al rubio mientras extendía su mano hacia él.
—Tatsuhisa Souh, encantado —pronunció y estrechó la mano—. Llámame por mi nombre.
—A mí puedes decirme Eijun. —Agitó su mano de arriba abajo—. Y descuida. Ya te acostumbrarás a esta panda de malolientes y buenos para nada jugadores.
—¡Idiota, ¿a quiénes les estás diciendo malolientes y buenos para nada?! ¡Respétanos que somos tus mayores! —bramaron los ofendidos.
—Tal parece que se han confundido —habló Takashima—. Souh-kun no está aquí para unirse al equipo. —Hubo silencio e intercambios de miradas entre los miembros de Seidō—. Él ha venido a pedirme asesoría con respecto a su manera de jugar.
—¡Lo siento! —Se disculpaba Sawamura con el joven tras liberar su mano—. Como te vimos junto a Takashima-sensei creíamos que te había reclutado.
—Sí. Supuse que se había armado un malentendido. No te preocupes. —Le restó importancia a todo ese asunto con un suave levantamiento de hombros—. Si me disculpan, tengo una buena ducha que tomar.
Se despidió con un ademán tanto del pitcher como de Rei y prosiguió su andar hacia la tercera planta.
—¡Ven, eso les pasa por pensar cosas que no son! —Eijun sintió el deber moral de regañar a sus compañeros.
—Compórtate de una buena vez, Bakamura. —Las patadas de Kuramochi sobre el trasero del lanzador zurdo no podían faltar.
—Esto es lo que se ganan por espiar las conversaciones de los adultos. —Para Rei era el momento perfecto para echarles en cara su innecesario dramatismo—. Espero hayan aprendido la lección.
—Deja de burlarte de todos ellos cuando tú mismo te encargaste de sugestionarlos con tus palabras. —Sora suspiró con resignación ante lo manipulador que era Miyuki.
—No es mi culpa que sean tan fáciles de embaucar. —Esa fue su descarada excusa para justificar su pequeño juego de manipulación—. Debe haber ascendido recientemente al primer equipo o ser del Bloque Este porque no recuerdo haberlo visto antes dentro de la alineación de algún equipo.
Y vaya que poseía buena memoria para recordar a los jugadores de cada equipo rival.
—Eso es porque actualmente no juega para ningún equipo de béisbol.
—¿Cómo es que un jugador así no tiene equipo? —inquiría Kazuya—. ¿Se trata de algún revoltoso que nadie es capaz de soportar y no lo aceptan en ninguna parte? —especuló con diversión.
—Es algo más complicado que eso. —Takashima se cruzó de brazos, suspirando.
Pese a que la hora de dormir se acercaba con premura, no tenía sueño. No estaba lista para descansar y darle la bienvenida al siguiente día. Continuaba abrumada y descolocada hasta el punto en que su cabeza jugaba a la ruleta rusa con sus memorias.
No quería evocar nada que existiera antes de su llegada a Seidō. Ni a él ni a lo que encerró dentro de ella cuando dejó atrás su antiguo colegio.
Respiró profunda y dolorosamente. Estranguló sus deseos e interrogantes. Y retorció su voluntad para aferrarse a la promesa que forjó para su propia sobrevivencia.
—No se supone que volveríamos a encontrarnos tan pronto…
Sonrió con ironía ante su errada percepción del tiempo. Era tan lamentable y ridículo su comportamiento que se desconoció brevemente. Tenía que centrarse y mostrarse tan integra como él lo hizo.
—Deja de pensar en ello, Sora. Ya no es tiempo para volver.
Su burbuja de caóticos pensamientos se reventó. En su camino sobre el angosto pasillo de la segunda planta vislumbró a un escandaloso chico abandonando su cuarto.
—¿A dónde se supone que va ese adicto a la lucha libre? —susurraba.
—Apenas es el primer día y estoy exhausto.
Las palabras de lamento de Miyuki la condujeron a asomarse al interior de la habitación. Estaba solo, sentado en medio de la salita envuelto con un aura poco amigable.
—¿Y el resto?
—Sawamura, Kominato y Furuya se fueron al cuarto de ese chico. Al parecer se han puesto a hablar de béisbol y no se ve para cuándo vayan a parar.
Debía estarse refiriendo a Tatsuhisa.
—Y Kuramochi fue a jugar videojuegos con Zono y otros más.
—Deberías verte más feliz de que estás solo, sin nadie que te moleste.
—Estoy sintiendo esas palabras como un insulto.
—Sin compañía, una buena comida y el haber estado en las termas debió ser más que suficiente para que estés relajado, disfrutando de la noche... Parece que los descansos no funcionan contigo. Eso o no te gustan. —Lo veía como si fuera un cachorro triste y abandonado que nadie deseaba llevarse a casa para darle un mejor estilo de vida.
—¡Deja de mirarme con lástima!
—Oh, entonces tú también tienes problemas de chicos —burlarse de Miyuki podría ser la terapía que necesitaba para despejar su lío mental.
—¿Qué demonios quieres dar a entender con «problemas de chicos»?
—Ya sabes.
—No. Claro que no sé. —Con cada vocablo que pronunciaba se le notaba un poco más molesto.
—Ya sabes.
No. Él no sabía a qué se refería.
—No ser lo suficiente popular entre las chicas o ser rechazado por aquella de la que te has enamorado. O tal vez tenga que ver con no saber cómo lidiar con esos mal olores que llegan junto con la pubertad.
—¡Rotundamente no se trata de eso! —prorrumpió—. ¿Por qué rayos has pensando en cosas tan desagradables como esas?
Ella le respondió mostrándole una fotografía en su móvil donde salía junto a Tetsuya y Masashi.
—Cierto, olvidaba que tienes dos hermanos y que creciste rodeada de chicos.
—Eres más complejo que una mujer.
—Tú solamente quieres fastidiarme, ¿verdad?
—Probablemente.
—¡Al menos intenta negarlo!
—Ya, tranquilízate —propuso—. Hoy he tenido una excelente tarde y me siento bondadosa. Por lo que haré algo para que te relajes.
Ignoraría aquel reencuentro y se centraría en lo positivo que aconteció en su vida aquella tarde.
Sora se sentó a su mano derecha. Y su instinto de supervivencia le aulló que no bajara la guardia.
—Acuéstate —pidió. Él meditó si lo hacía o no—. Deja de verme con desconfianza. No haré nada malo por lo que debas asustarte.
Acató la orden porque presentía que le iría peor sino lo hacía.
—¿Y qué se supone que harás?
—Un masaje relajante en la espalda aprovechando que estás completamente recuperado —respondió—. Tendré que levantar tu playera o no lo haré adecuadamente.
No fue para nada complicado alzar su vestimenta superior gracias a lo holgada que era esta prenda. Lo siguiente que él experimentó fue algo frío y viscoso.
—Es crema. No te alteres.
—¿Quién va por ahí cargando algo como eso?
No se veía como la típica chica que cargaba con todo lo necesario para mantenerse bella.
—Es una muestra gratis que me obsequiaron en la tienda de recuerdos con la que cuenta el hostal después de que compré algunas cosas. Y es muy buena. Puede usarse en los masajes.
Sus manos se deslizaban por cada centímetro de su espalda.
—Ya veo.
Sentía sus manos separando sus tejidos de adentro hacia afuera con la cantidad exacta de fuerza. Con un ritmo lento y constante.
—Estás más tenso de lo que imaginaba. —Amasó los tejidos un poco más, logrando que reaccionara—. Es doloroso, mas debes resistir.
—Y bien, ¿por qué estás de tan buen humor? Porque mira que es algo raro en ti.
Esperaba recibir algún castigo por su osadía. Sin embargo, lo único que experimentó fue una presión en ambos lados de las espinas vertebrales.
—Se me hizo tarde para bajar al comedor, por lo que en vez de comer lo que el resto de ustedes tuve la oportunidad de comer anguila asada… ¡Y estaba realmente deliciosa! Hasta pude repetir tanto como quise.
—Qué suerte la tuya. Yo tuve que comer cinco tazones de arroz porque los acompañamientos se habían agotado.
—Luego fui a las aguas termales.
Continuaba con su atención puesta en su espalda. Repetía los movimientos anteriores. No podía permitirse perder la concentración si deseaba que el masaje fuerza exitoso.
—Las chicas salieron justo cuando yo iba entrando por lo que tuve todo el lugar para mí sola. Fue de lo más relajante.
—Yo terminé atrapado en las termas con todos los chicos del primer equipo...—soltó sombrío, con desgano. Las multitudes no eran su fuerte—. Fue una verdadera pesadilla.
—Una bebida bien fría hubiera aliviado tus penas —decía—. Yo compré una lata de café frío y en vez de una, recibí dos.
—Ya se había agotado la bebida que quería —suspiró frustrado.
Gracias a lo que Sora le había contado se daba cuenta de la terrible mala suerte que poseía.
—Por lo menos ahora te están dejando respirar. Se medio compuso tu día.
Ninguno de los dos habló nuevamente hasta que terminó el masaje.
—¿Qué tal?
Miyuki ya estaba sentado con su playera bien puesta.
—La verdad no pensé que fueras capaz de dar un buen masaje considerando lo brusca que eres. —Su guasona sonrisa apareció para crisparle los nervios—. Ha estado bastante bien. Has hecho un gran trabajo.
Su masaje había sido lo suficientemente efectivo para relajarlo. Su espalda ya estaba ausente de esos molestos y dolorosos nudos.
—Ya que he hecho mi buena obra del mes, yo me re...—E iba a levantarse para irse, pero se abstuvo cuando Yōichi entró echando fuego por los ojos.
—¡Ese cara bonita va a arrepentirse por haberme humillado de esa forma! —espetó con el ceño fruncido.
Parecía que se iba a cobrar su enfado con ellos dos.
—¿«Cara bonita»? —expresaron tanto Sora como Kazuya.
—Hablo del rubiecito ese. Zono y yo quisimos hacer que Bakamura mordiera el polvo, así que fuimos a buscarlo. Sin embargo, lo encontramos con ese chico. Así que pensamos en aplastar a los dos. Mas resultó ser mejor de lo que esperaba. —Odiaba cuando las cosas no salían como él quería.
—Te dio la paliza de tu vida. —Bonita manera de darle la estocada final—. No me sorprende. Él es muy bueno con los videojuegos porque los juega desde pequeño gracias a que su madre comparte esa misma afición.
—¡Maldito friki! Lo aplastaré o dejo de llamarme Kuramochi Yōichi.
—Eso te convierte automáticamente en uno también. —Kazuya aprovechó para meterse con él.
—¡Por supuesto que no! —No iba a encasillarlo en el mismo término—. Además...—Yūki sintió sus ojos encima—, ¿qué estaban haciendo ustedes dos? Lucen sospechosos.
—Le di un masaje —respondió rápidamente. No quería darle pautas para que pensara en cosas indebidas—, en la espalda.
—Ustedes siempre hacen cosas sumamente aburridas. —Ni siquiera tenía material para meterse con ese par y quitarse el mal sabor que la derrota le trajo—. Ya que estás tan servicial y que ha sido causa de tu amigo el que tenga este humor de perros, dame un masaje. Necesito relajarme para dormir como un bebé.
—Tienes mi permiso para torcerle algún tendón.
—¡Miyuki, si serás...! —Estaba hecho una fiera, dispuesto a provocarle mucho dolor a su querido capitán.
—Te daré tu tonto masaje, pero cálmate. —Vio al joven que le sonreía. Lucía satisfecho por salirse con la suya—. Quítate la camisa y acuéstate.
—Jamás imaginé que la hermana de nuestro ex capitán fuera una chica tan traviesa —expresó tras retirarse su camisa. La sonrisa se le borró en cuanto vio a la impasible joven—. ¡Mierda! ¡Trasmite la misma sensación que su hermano cuando estaba al bate y se preparaba para realizar un home run! —Y eso era bastante aterrador en alguien que podía hacerle mucho daño con sus manos o piernas—. L-listo...
Kuramochi podría decir muchas cosas malas sobre ella. Pero que no servía para realizar un masaje en forma, jamás. Estaba totalmente satisfecho por el trabajo de la joven y se alegraba de haberle «pedido amablemente» que le diera uno.
—Al fin usas toda esa fuerza bruta para algo bueno.
—Golpearte también es algo bueno.
Antes de que la alarma de su celular sonara había despertado. Su cuerpo estaba tan sistematizado con sus horarios de entrenamiento que no requería de un estímulo externo para abrir los ojos. Y aunque intentó volver a dormir, su intención pereció cuando notó la ausencia de aquel escandaloso chico de primer año.
—¿Dónde se supone que se metió ese tonto? —Si se ponía a evocar todo lo que sucedió anoche, no recordaba si había vuelto o no—. Espero que no se haya metido en problemas o esté haciendo algo imprudente.
Se puso de pie y se cambió. Ya que había madrugado aprovecharía para trotar por los alrededores.
Miyuki abandonó el hostal, disfrutando aún de la oscuridad que precedía a la salida del sol. Agradecía que el sitio fuera lo suficientemente grande como para hacer de su trote matutino algo productivo.
Justo en la zona donde cortaban y almacenaban la leña halló al lanzador que le faltaba. Llevaba puesto su guante y tenía un montón de pelotas en una caja. Alguien había improvisado una portería con una malla sujetada a los troncos de dos árboles.
—Sawamura, ¿qué crees que estás haciendo? —El capitán se aproximó al de primero que continuaba lanzando—. ¿Ah?
Y al alcanzarlo se topó con otra sorpresa más.
—Nos despertamos temprano por lo que salimos a ejercitarnos. Y como yo quería seguir practicando mis cambios de velocidad y él su bateo, decidimos hacerlo juntos. —La sinceridad de Eijun era tanto un don como una maldición.
—Más te vale que hayas hecho tus estiramientos o te reprenderé.
—¡Sí los hice!
—Además, de seguro ya lo aburriste con tus malos lanzamientos —exponía más para el rubio que para el ruidoso chico—. Tendrás que disculparlo, siempre es así de intenso y desconsiderado. Únicamente piensa en sí mismo.
—¡¿No te estás mordiendo la lengua, capitán?!
—En realidad fui yo quien le pidió que lanzara para mí y él amablemente aceptó mi egoísta petición. —Tatsuhisa se pronunció, desconcertando al receptor.
—¿De verdad? —Kazuya estaba escéptico.
—Si bien sus lanzamientos no poseen gran velocidad y potencia como los de Furuya, sus lanzamientos quebrados son asombrosos y no me han decepcionado —elogió honesto—. Me han sabido hacer sufrir.
Sawamura ya poseía su cara de bobo ante sus palabras. Hasta brillaba.
—Tal parece que Eijun posee un natural y peculiar movimiento errático en su pitcheo que dependiendo de su forma de agarre se rompe de distintos modos. Y eso es un verdadero dolor de cabeza a la hora de batear. También es muy divertido y emocionante.
«Vaya, es mucho más observador de lo que podría imaginarme. Y el que haya decidido ponerse a practicar con los lanzamientos de Sawamura deja claro lo seguro que está de sí mismo y de sus habilidades».
Miró al rubio en silencio; se le veía de lo más ameno intercambiando palabras con Eijun, como si ahora fueran los mejores amigos.
—No me digas que eres de esa clase que aman batirse en duelos directos con los pitchers.
—No creo que haya algo que motive y haga crecer más a un jugador que enfrentarse a una batería de gran poder y habilidades —enunció para quien se percataba de lo competitivo que era—. La sensación que experimentas al afrontar a un rival tan bueno o mucho mejor que tú, es única y adictiva. —Sonrió con entusiasmo, como si estuviera ansioso por verse en tales escenarios—. Así que cuando logras batear, te abruma un sentimiento de enorme satisfacción.
—Te oyes como un adicto a la victoria. —Se atrevió a decir Kazuya.
—Es el fin que siempre se busca en todo, no únicamente en el béisbol.
La vida se trataba de ganar o perder; nunca había puntos medios.
—Y muchas veces el viaje es mucho más divertido que el destino final.
—Dices cosas muy extrañas —espetó con obvia burla—. Ahora me queda claro por qué elegiste a Sawamura.
—Por comentarios como estos es que nadie te reconoce y respeta como capitán. —Allí estaba Eijun, levantándolo del cuello como era usual—. Tanto tiempo y no aprendiste nada de Chris-senpai.
—Parece que alguien quiere quedarse en la banca durante nuestro siguiente partido oficial.
—¡Pequeño desvergonzado!
—Con que aquí estaban. —Una cuarta voz se escuchó, acercándose—. Los he estado buscando a los tres.
—Rei-chan —saludaba Miyuki—. ¿Nos buscabas para algo?
—Los chicos son incapaces de disfrutar de este fin de semana de relajación sino juegan, aunque sea un poco… Consideraron buena idea tener un pequeño juego de práctica. ¿Qué opinan? ¿Quieren participar? —Tanto Sawamura como Miyuki respondieron con la mirada—. ¿Qué me dices tú, Souh-kun? ¿No quieres participar? Estoy segura de que será una buena experiencia para ti.
—Vamos, Souh. No te arrepentirás. Verás que te divertirás enormemente. —Eijun le había echado el brazo alrededor del cuello—. Todos los miembros de nuestro equipo son increíbles. Será emocionante.
Y antes de que Tatsuhisa pudiera aceptar o denegar ya se encontraba siendo llevado por Sawamura.
—Va lamentarse pronto el haberse acercado a Sawamura e hincharle el ego tan deliberadamente. —Gozaba con ver las penurias ajenas—. Resulta bastante extraño que lo hayas invitado a jugar con todos nosotros. No es algo que se haya hecho antes —expresó, viéndola de reojo. Él sabía que ella no hacía las cosas sin tener un objetivo en mente—. Y tampoco sería lo más razonable si consideramos que en el futuro puede convertirse en un rival a vencer.
—Es por eso mismo que lo he invitado a que juegue junto con los chicos de nuestro equipo.
Kazuya notaba hacia qué dirección iba todo el asunto. ¿Por qué no lo expresaba abiertamente?
«Quiere evaluarlo para ver si es funcional para el equipo. Y qué mejor modo que hacerlo que viéndolo jugar con el resto de los chicos».
Lo cual era astuto y perverso de su parte.
—¡No permitiré que esa vieja bruja se salga con las suyas esta vez! ¡La venceré y se lo restregaré en su operada cara la próxima vez que nos veamos! —Había sido envuelta en una aura aterradora y cargada de competitividad.
Tal vez el motivo que se escondía detrás no era el mismo que Miyuki pensó.
—¿Por qué presiento que esto no acabará bien?
Todavía estaba a tiempo de escabullirse de ese juego de práctica.
