¡Buenas noches! Regresé más pronto de lo que esperaba, pero bueno, sé que no habrá quejas. Hay que exprimir a la musa de la inspiración, aprovechando que se dignó a venir a este fandom. Disfruten su lectura.


Intentions


—¿No les parece que de repente el ambiente se puso muy intenso? —opinaba Kuramochi.

Ese par se dirigieron hasta el área de cocina. Cada uno se apropió de una sección.

—Supongo que es porque ambos son muy competitivos —habló Sora después de escuchar las últimas palabras que esos dos intercambiaron antes de centrarse en lo que debían hacer.

—Estoy muy seguro que el motivo por el que esto se detonó va más allá de eso.

—Miyuki dijo que no quería arriesgarse con la comida que saldría de todos ustedes. Por lo que veo normal que reaccionara de esa manera. —Yūki sabía que ese hombre podía ser muy quisquilloso cuando se trataba de comida.

—Tampoco creo que sea ese el caso.

—Siento que estás dándole muchas vueltas al asunto, Kuramochi.

«Ese idiota no hubiera aceptado ponerse a cocinar para todos en otras circunstancias. Y, sin embargo, lo está haciendo, contra todo pronóstico».

Kominato apoyaba a Miyuki mientras Furuya hacía lo mismo con Tatsuhisa. Sawamura por su parte estaba vitoreando el nombre de ambos para motivarlos a cocinar con mayor prontitud y eficacia.

«Es evidente que no quiere perder contra Tatsuhisa en algo que es bueno. Por lo que esta es la oportunidad perfecta para ello. No obstante, aquí hay otras motivaciones».

Necesitaba más bases, más pruebas para apoyar su conjetura. ¿Cómo las obtendría?

—¿Qué tanto estás pensando, Kuramochi? —Sora estaba extrañada por su calmo comportamiento. Él solía ser más ruidoso.

—¿No le dijiste a Tatsuhisa que lo ayudarías a lavar la col?

—¡Es cierto! Lo había olvidado. —Dejó de perder más el tiempo y se fue directo con el francés.

«Es un buen momento para proporcionarle mi grandiosa ayuda a nuestro fastidioso capitán».

Llegó hasta el puesto del receptor y con una sonrisa que llenaba de desconfianza a Miyuki, tomó un cuchillo y empezó a picar la cebolla.

—Espero que te estés tomando en serio este duelo, capitán.

—¿Duelo? —Su ceja izquierda se arqueó y su mirada pasó de la tenue confusión a manifestar la gracia que aquello le causaba—. No estamos compitiendo. Simplemente no quiero comer lo que él haga.

—¿Por qué no cumple tus estándares de calidad? —Yōichi ya era todo un experto en confrontarlo—. Porque a Sora parece encantarle su comida.

—A ella cualquier cosa que esté medianamente buena le gustará —expresó con frescura y hasta con un toque de pitorreo—. Por lo que su opinión no es válida.

—¿Significa entonces que le ofrecerás de tu comida para que sepa lo que es un platillo de calidad? —No temía el incursionar en territorio tan minado.

Yōichi odiaba cuando se quedaba callado o salía con esos sonidos vocales que nada le decían.

—No estoy interesado en que una troglodita como ella evalúe mi comida.

«¡Este grandísimo idiota! ¡¿Qué tan grande es su ego para decir semejantes cosas?!».

Lo peor es que Miyuki tenía una enorme sonrisa de autosuficiencia.

«¡De verdad que me desquicia y me dan ganas de golpearlo!».

Gracias al trabajo en equipo y la buena diligencia de aquellos expertos cocineros, todo quedó listo para la hora de la cena. Únicamente debían aguardar a que el resto de los miembros del equipo arribaron para ponerse a preparar.

—El verdadero trabajo empezará cuando los chicos lleguen —mencionaba Souh tranquilamente.

—Está a punto de iniciar la diversión —pronunció Kazuya cuando vio a los chicos entrando uno tras otro.

—Parece que sí era en serio lo que decía Sawamura en su mensaje. —Maezono se mostraba bastante sorprendido, especialmente al encontrar a su capitán al lado de Tatsuhisa—. No me digan que Miyuki también fue reprendido.

—Claro que no. —Kawakami intervino para despejar las dudas del grandote—. Aunque tal parece que terminó siendo arrastrado a todo esto.

—Esto va a ser muy interesante. —Kanemaru era de los pocos que veían el lado divertido de todo aquel asunto.

—¡Miyuki, ya ponte a cocinar que tenemos hambre! —gritaba Eijun.

—A ti no te voy a dar nada —sentenció. El resto de los presentes se echaron a reír.

Los chicos conforme iban entrando, tomaron asiento y aguardaron a que se les indicara que ya era hora para formarse y recibir su inusual y apetitosa cena. Y para cuando salieron los primeros pedidos ya había una enorme fila.

No sólo se trataba de que era un platillo que no comían con regularidad, sino que sabía endemoniadamente bien; hasta el punto en que el repetir se volvió muy frecuente entre aquellos chicos. Y para quienes fungían como cocineros, la situación se estaba tornando bastante trabajosa.

—No han parado ni un solo minuto y no se les ve cansados o fastidiados —comentaba Kuramochi con un trozo de pizza japonesa dentro de la boca.

—Tú deberías estar ahí y no aquí, comiendo tan despreocupadamente.

Estaba sentada frente al deslenguado corredor que lo único que había hecho para «pagar» por su travesura fue el haber picado la cebolla y fastidiar al de gafas.

—Sinceramente estoy ayudando más de este lado que estando allá. —Fue su escueta excusa—. Además, tú también dijiste que los ayudarías y estás comiendo muy quitada de la pena.

—Antes de que me difames, que te quede claro que ayudé a Souh en todo lo que me pidió. —Tomó un bocado de aquella gloria conocida entre los mortales como pizza japonesa y prosiguió: —. Y por ello, me permitió retirarme para que pudiera comer antes de marcharme a casa.

—Que caballeroso de su parte —ironizó—. Oye, ¿cuántas llevas ya?

—¿Para qué quieres saberlo?

—Tengo el presentimiento de que llevas más de dos…—Ella prescindió totalmente de sus palabras y siguió comiendo con un aura de envidiable felicidad—. Ey, deja de ignorarme como lo haces con Miyuki.

—¿Sabías que hay dos estilos muy usuales para preparar el okonomiyaki? Uno es al estilo Osaka o Kansai, y el otro es el estilo Hiroshima —relataba para quien poco o nada le importaba conocer esos detalles gastronómicos—. Pese a que los dos son deliciosos y grandiosos a su manera, el estilo Osaka es el mejor por mucho.

—En serio que amas esa cosa.

—Kuramochi-kun, se supone que tú deberías estar cocinando al lado de Souh-kun. Y al que estoy viendo es a Miyuki-kun.

El muchacho experimentó el verdadero terror cuando oyó su nombre en boca de Takashima Rei.

—B-bueno, eso es porque…—¿Qué se le podría ocurrir para salvar su pellejo? Si no lograba convencerla, enfrentaría otro castigo.

—Él acarreó todos los ingredientes y siguió mis órdenes al pie de la letra. Por lo que cumplió con su parte. —Tatsuhisa se había acercado al notar la presencia de la profesora—. Aparte él se ofreció a lavar todo después de que la cena diera por terminada.

«¡¿Que yo qué?!».

No estaba nada feliz de que ahora fuera el encargado de los platos sucios. Pero si objetaba, Rei lo atraparía y le iría peor.

—Y aprovechando que ha venido hasta acá para ver que cumpliéramos al pie de la letra con nuestro castigo. ¿por qué no cena? —invitó a la profesora de inglés con bastante soltura—. Si no confía en lo que cocino, puede probar lo que hizo Miyuki.

—Aceptaré solamente porque no he comido en todo el día y conozco tu sazón.

Takashima tomó asiento, justo a un costado de donde permanecía Yōichi. Y un evento como ese dejó a todos intrigados; porque si bien ella se llevaba excelente con los miembros del equipo, eran rarísimas las ocasiones en que pasaba al comedor a degustar algún alimento.

—Siendo ese el caso, ¿por qué no pruebas este? —Kazuya ya estaba allí, con un platillo de okonomiyaki en la mano y que no demoró en poner sobre el puesto de Rei—. No te arrepentirás de su sabor.

—Te agradezco, Miyuki-kun. —La mujer dio un primer bocado y todos parecían mantenerse a la expectativa—. Está realmente delicioso —elogiaba—. Tu cocina no hace más que mejorar.

—Te dije que no te arrepentirías.

—Sora, ¿ya quedaste satisfecha? —cuestionamiento que provino de Souh.

—Bien podría comerme uno más.

Su respuesta causó una ola de murmullos y semblantes estupefactos.

—¡Se ha comido cinco!

—Es increíble que pueda comer tanto siendo sólo una chica…

—No cabe duda de que es la hermana menor de Tetsu-san —expresaron algunos sin importar sonar indiscretos.

—Aunque quisiera probar uno hecho por Miyuki. Todo mundo parece muy complacido. Así que deseo comprobarlo por mí misma —indicaba para Tatsuhisa a la vez que postraba su atención en el mencionado.

Era obvio lo que quería.

—Ah, lo siento, ya se terminó todo lo que hice y ya he tenido suficiente por esta noche.

Sora suspiró con resignación. Tal vez la vida le estaba diciendo que lo mejor era que no probara ese platillo hecho por ese hombre.

—Tienes muy mala suerte. —Le echó en cara Kuramochi a la callada chica. Ella lo estaba calando con la mirada hasta el punto en que sentía que debía retractarse de lo dicho—. Tampoco son la gran cosa. No te preocupes. Los de Tatsuhisa están al mismo nivel. No hay pierde.

—Si ese es el caso, te creeré. — Yūki ya se notaba menos aprensiva sobre el tema—. Comeré otro hecho por ti, Souh. Eso siempre y cuando quieras porque ya debes esta agobiado a este punto.

La estela de fracaso había desaparecido de su rostro; ahora estaba recuperada y lista para llenar el espacio libre que todavía le quedaba a su estómago.

—Uno más no matará a nadie. —Eso era justamente lo que la muchacha necesitaba escuchar—. Espera un poco y lo tendré listo.

Ella le agradeció y él se retiró a hacer lo suyo.

— Yūki-kun, de verdad que amas el okonomiyaki —comentaba Rei para la entusiasmada chica—. Y me sorprende que tu apetito equipare al de tu hermano. Pero recuerda que debes ejercitarse o todo eso se convertirá en horrible grasa.

¿Por qué la vida era tan injusta? ¿Por qué no podía comer sin tener que preocuparse por los kilos extras?

—Es lo mismo que yo le dije. —Nada como la amena participación del gracioso capitán—. A este paso serás como una pelota de baloncesto.

—No digan nada, dejen que él mismo se autodestruya —recomendaba Yōichi a los chicos que deseaban decirle a Miyuki que cortara el rollo sobre el futuro peso de su «novia».

—Ya te dije que eso no ocurrirá —dictaminó, frunciendo el ceño.

¿Por qué le arruinaba su deliciosa cena? ¿Por qué no iba a molestar a alguien más?

—Si el entrenador continúa siendo el mismo dictador de hace años atrás, dudo que toda esta comida sea problema para ti. —Souh ya había vuelto con el pedido. Lo colocó en la mesa y aguardó por su respuesta.

—Gracias. —Ya con su amado platillo tomó sus palillos e inició la degustación—. Ya pagué mi deuda con ese hombre. Estoy liberada de sus entrenamientos espartanos.

Yōichi y Kazuya sabían a quién se refería. Apenas ahorita se iban enterando que ella no continuaba practicando aquel deporte de combate.

—Entonces sí deberías empezar a preocuparte por tu peso.

—¿Tú también vas a molestarme con eso? —Lo veía con incredulidad. Sus palabras le supieron a deslealtad—. Ya me pondré a hacer algo para que dejen de incordiarme —pronunció tras haberse engullido el último bocado.

—Si quieres puedo recomendarte el gimnasio al que asisto por las noches. —Rei intercedió—. Estoy segura de que te gustará y te ayudará a liberar el estrés acumulado por la escuela.

Su recomendación no era para nada despreciable.

—Suena bien. —Nunca antes lo había pensado o hecho, así que, ¿por qué no darse la oportunidad? —. Espero no esté lejos de aquí porque si no mis padres no me dejarán ir.

—Descuida, está cerca de la estación. —Había sacado una pequeña tarjeta de su bolsa para entregársela—. Ahí están todos los datos sobre el lugar por si llegas a animarte.

—Le agradezco, Takashima-sensei. —Tomó aquello y lo contempló durante unos segundos antes de guardarlo.

—No hay de qué.

La cena concluyó, los chicos se fueron y al final quedaron ellos dos, sin ganas de moverse de su asiento o de levantar su rostro de la mesa. Estaban tan exhaustos que esperarían un poco más para ducharse y descansar apropiadamente.

—Fueron demasiados platos, demasiadas cacerolas. —Kuramochi ya alucinaba de tanto que había lavado esa noche.

—Es lo que te ganas por escabullirte de tus responsabilidades. —A Miyuki tampoco se le escuchaba mejor voz que al corredor.

—Oye —Lo llamó y este levantó su mirada hacia él—, ¿por qué no le preparaste a Sora el okonomiyaki que tanto quería? Mira que hasta te lo pidió personalmente. —Creyó que sí lo haría.

—Ya estaba demasiado cansado. —Dejó caer de nuevo su rostro contra la mesa—. Igualmente ella estuvo conforme con los que preparó Tatsuhisa.

—Pues yo te vi preparando un último platillo para la profesora.

¿Qué tan al pendiente estaba de él? Por lo visto más de lo que se imaginaba.

—¿Qué tanto te hubiera costado hacer otro? —Como siempre, parecía que estaba hablándole a la pared—. Bueno, es cosa tuya. No tengo por qué entrometerme ni preguntarte al respecto. —Y ya que la situación se estaba poniendo incómoda para él, se levantó—. Buenas noches. —Se despidió y abandonó el comedor—. Primero compite contra Tatsuhisa, luego termina dándole todo igual y ahora se comporta como si lo hubieran ofendido o algo parecido. —Lo peor es que él estaba poniéndose de mal humor a causa de su idiota capitán.

La hora del receso inició. El hambre lo obligó a movilizarse a la cafetería y comprar lo necesario para saciar su apetito. Y sin deseos de retornar al salón de clases, se puso a merodear por los jardines de la escuela para quitarse el aburrimiento.

Y su plan era continuar vagando hasta que las clases se reanudaran. Sin embargo, en su pequeña caminata se encontró justamente con quien había sido la primera persona en desaparecer cuando el descanso comenzó.

—¿De verdad le vas a hacer caso a los comentarios de Miyuki?

Algo que no hubiera cuestionado si no estuviera viendo a la joven, sentada en una banca, con una caja de almuerzo repleta de vegetales en su regazo.

—Sabes que únicamente está intentando sacarte de quicio. —Sin pedir autorización tomó asiento a su costado derecho—. Además, no te vas a llenar con eso.

—La verdad iba a pasar olímpicamente de sus comentarios —Mientras hablaba sus gestos faciales se torcían, como si el pesar la invadiera—, pero cometí el error de contarle todo lo ocurrido a mi madre y entonces hizo que me pesara…

—Subiste de peso. —Ella respondió con un suspiro—. Te atrapó por completo.

—Sí…—Encontraría consuelo mordisqueando una zanahoria—. Y mientras se le ocurre en qué meterme para que me ejercite, me matará de hambre con esta comida mundana.

—Por tu sobrevivencia será mejor que ese idiota no se entere de esto.

—Descuida, tú eres el único que sabe. Por lo que, si se llega a enterar, sé muy bien a quién dirigirme para arreglar este problema. —Giró su rostro hacia él, con lentitud y una impecable y engañosa sonrisa.

Kuramochi experimentó otro nivel de pavor.

—Jamás esperé decir esto, pero ¡no sonrías! Tus sonrisas son el preámbulo al desastre y el sufrimiento. —Sus palabras obtuvieron como pago un codazo—. ¡Ey!

—Dramatizas demasiado las cosas, Kuramochi.

—Entonces ve al gimnasio que Takashima-sensei te recomendó.

—Kuramochi, soy una simple estudiante de bachillerato. No puedo pagar una mensualidad tan costosa. Mi pobreza me impide ser fitness de manera convencional.

La vida no era fácil para un estudiante que no ganaba su propio dinero.

—¿Y por qué no corres por las mañanas? —Ella la miró y parpadeó con extrañeza—. Puedes levantarte a buena hora y correr alrededor de la manzana. Eso debería bastar por el momento.

—También lo pensé…

—¿Y ahora qué? ¿No te gusta correr? —Frunció el ceño ante lo chocosa que estaba resultando ser.

—Más bien es algo deprimente correr solo.

¿Hablaba en serio? ¿Ese era el motivo para esa cara larga?

— Cuando me ejercitaba en mi anterior escuela, siempre corría en compañía de las de mi club. Y del mismo modo en años anteriores. Solamente así es más entretenido.

—Sí que eres extraña —criticó. Ella por su lado se terminó lo que quedaba de su pedazo de zanahoria—. Podría acompañarte a correr.

¿Lo estaba diciendo en serio? Porque parecía sonar como algo que sólo escucharía en un sueño.

—Debes estar lista a la hora que yo te indique. Nos veríamos fuera de tu casa a las cinco de la mañana.

No le hacía gracia tener que madrugar, mas no tenía otra elección.

—No tengo objeción con tus condiciones.

—No tengo que decírtelo, pero el resto no debe enterarse o empezarán a fastidiar.

—Por supuesto que no.

Porque ella sabía perfectamente quién sería la persona que encabezaría tal cruzada. Y lo peor es que ambos se imaginaron a Miyuki, mofándose en sus caras, riendo perversamente.

—Sora —La nombró y ella lo miró de soslayo—, ese Tatsuhisa es muy extraño.

—¿En qué sentido lo dices? —curioseaba porque de verdad sentía intriga.

—Empiezo a creer que es rarito. O sea, que no le gustan las mujeres.

Sora no se pronunció. No porque no pudiera, sino porque estaba tosiendo. Casi se ahoga con el brócoli que estaba comiéndose.

—Digo, es tan popular como Miyuki y sin embargo tenía a dos chicos en su equipo. Eso es muy extraño.

La escuchó reír y no supo cómo reaccionar ante un evento tan inesperado.

—¿Qué te da tanta gracia ahora?

—Es increíble que pienses eso de Souh… Créeme Kuramochi, él no tiene esa clase de inclinaciones.

—Lo dices muy confiada. Como si te constara.

—Pues lo estoy diciendo porque me consta —recalcó—. A él le gustan las mujeres, no los hombres.

—¡E-espera! Eso significa que tú y él...

Era una posibilidad que venía barajeando desde el día en que conoció al rubio, pero siempre había motivos que lo hacían desistir de la idea. Ella le había dado la única prueba que necesitaba.

—¿Cómo demonios lograste convertirte en su novia?

—Es una historia bastante irónica, plagada de situaciones inverosímiles y graciosas. Un momento de mi pasado que no pienso abordar porque no es relevante.

¿Cómo esperaba que no quisiera saber el chisme completo si le hacía tremenda sinopsis de su anterior noviazgo?

—Y esa es otra cosa que también te debes callar. —Tanto material confidencial que no podía emplear en su beneficio.

—Le quitas lo divertido a todo.

Ahora ya tenía sentido el comportamiento de ambos.

«¿Será posible que todavía sientan algo el uno por el otro? Aunque si ese fuera el caso, estoy seguro de que ella ya hubiera puesto punto final a su farsa con Miyuki para estar libre para él. Y las acciones de Tatsuhisa parecen estar más orientadas a fastidiar a ese idiota que en robar la atención de Sora».

—No encuentro gracia alguna en que te diviertas a costa de mi vida personal. —Que él y Kazuya lo hicieran a diario no significaba que le gustara—. Mejor regresemos al salón de clases antes de que me arrepienta de haberte dado tanta información personal.

Después de haber ventilado innecesariamente parte de su vida personal con alguien que en cualquier momento podría usar esa información en su contra, creyó inocentemente que el resto del día pasaría tranquilo sin ninguna exaltación innecesaria.

Había sido demasiado ingenua. Lo supo cuando llegó el descanso de la práctica de la tarde. En su camino hacia la máquina expendedora se encontró con aquel que tantos dolores de cabeza le producía.

—Genial, se ha terminado. —Su bebida favorita estaba agotada. ¿Qué más le tenía preparada la vida para ese día? —. Soy la única persona que tiene fijación con las bebidas de café… Ah, espera, ya no lo soy.

—El exceso de café tampoco es bueno para la salud.

—Puedo vivir con ello. —A falta de cafeína tendría que comprar un juego de manzana—. Presiento que estás aquí porque no quieres lidiar ni con Furuya ni con Sawamura. —Él bebió de su té frío y no contestó; ella interpretó eso como un sí—. Ahora mismo iré a decirles en dónde encontrarte.

—Si no dices nada, te daré esto.

Sora se odiaba un poco a sí misma y a su escaso autocontrol cuando se topaba con algo que le gustaba en demasía.

—Presioné el botón equivocado por estar respondiendo un correo y obtuve la bebida equivocada.

—Miyuki, a esto se le llama coacción. —Al receptor esos términos lo tenían sin cuidado—. Lo aceptaré únicamente porque tengo bastante antojo de esta bebida.

Había pactado con un demonio y no le importaba porque podía deleitarse con ese néctar sagrado.

—Sinceramente es muy fácil chantajearte.

—Algún día esa lengua suelta te meterá en graves problemas.

—Demasiado tarde —expresó Miyuki con comicidad.

—La verdad no me sorprende que digas eso.

Miró al despreocupado cácher. Era justo del tipo de persona que adoraba joder un poco a otros y que no le importaba las consecuencias. También poseía una actitud extraña ante los eventos adversos que involucraban a su persona porque no reaccionaba, simplemente se dejaba llevar por la corriente.

«Alguien lo golpeará muy duro un buen día de estos por esa horrible personalidad».

Rogaba por no ser ella, que no quería endeudarse con el equipo de Seidō.

«Si todas sus locas admiradoras se percataran de la personalidad tan torcida que posee no estarían tan fascinadas con él y se pondrían a idolatrar a otro chico. Mas todas están cegadas por su exterior. No son capaces de ver más allá».

Sorbía su café frío en silencio, con tranquilidad. Quería disfrutarlo al máximo. Además, de ese modo no tenía que cruzar palabra con quien recién se había terminado su té.

—¿Por qué no vas a convivir con el resto de los chicos del equipo? —Era su forma nada sutil de correrlo.

—Podrá decirte exactamente lo mismo contigo y el resto de las mánager. —Aplastó la lata de su bebida y la depositó en el bote de basura.

—A veces me gusta descansar de su entusiasmo y de la oleada de preguntas sobre nuestra relación. —Tiró su lata y quedó a su costado.

—Deberías disfrutar de tu juventud y crear buenos lazos de amistad con chicas de tu edad —propuso burlonamente.

—No tomaré en serio el consejo de alguien que se autoexcluye y prefiere estar parado al lado de una expendedora, sermoneando a alguien que solamente vino hasta aquí por una lata fría de café.

¿Cómo se le fue a olvidar la parte en que ella responde tan mordazmente?

—Además, no soy yo la que tiene que formar lazos de amistad con la gente de aquí. —Lo veía de soslayo, apreciando la extrañeza que impregnaba su semblante—. Bueno, tienes a Kuramochi. Ya es ganancia.

—¡¿Ah?! —replicó porque lo sintió como un ataque personal—. Él y yo no tenemos esa clase de relación. —Estaba bien que se trataban, en cierto modo, humanamente bien, pero no era para tanto—. Somos simples compañeros de equipo y escuela. Nada sustancial.

Ella masajeó su frente con exasperación y lo encaró. Estaban frente a frente y tal vez más cerca de lo que deberían.

—¿Q-qué pasa ahora?

—Sabes, esa actitud tuya es bastante exasperante —increpó con el ceño fruncido—. Acepta lo que para todos es más que evidente.

¿Se estaba refiriendo a su supuesta amistad con Kuramochi o estaba hablando de alguna otra cosa que no lograba captar en su totalidad? Porque en ese instante, con esa seriedad, con esa proximidad, la confusión lo golpeó violentamente.

—La verdad no entiendo por qué te importa tanto que haga o no amigos aquí.

Y era cierto. A ella no debería interesarle si él era el marginado del equipo o si pasaba el resto de su vida sin un amigo de verdad a su lado.

—Y, de cualquier modo, estamos aquí para jugar y sacar nuestro máximo potencial. No nos sobra el tiempo para estar haciendo amistad entre nosotros. Ya lo dejé claro anteriormente.

—A mí favor diré que no estuve allí cuando dijiste eso —expresó como una disculpa indirecta—. No objetaré más al respecto porque es tu decisión. Y debe ser respetada.

¿Estaba siendo comprensiva? ¿El mundo se estaba volviendo loco?

—Aunque eso no significa que esté de acuerdo con ella… Descuida, no tocaré de nuevo el tema.

Kazuya sabía que era inevitable que no existiera un pero de por medio cuando se trataba de ella.

—Estás siendo demasiado empática hasta el punto en que me asustas. —Pasó de la seriedad a la burla.

—Todos poseemos puntos de vista en los que coincidimos o discrepamos. Así funcionan las cosas. Y mientras las diferencias no sean demasiado indigestas, todo está bien. —Dio un paso hacia atrás, tomando su necesaria distancia.

—Esas son palabras muy sabias si consideramos que las ha pronunciado alguien que todo quiere resolver con el uso de la fuerza.

Y luego la culpaba por querer callarlo con esos métodos tan primitivos.

—Eso es porque hay gente que no entiende con metodologías diplomáticas —aclaraba para quien meditaba si era buena idea seguir molestándola—. En fin, ya deberíamos regresar.

—Andando entonces.

Los dos iniciaron la retirada, manteniendo el mismo ritmo. Y con cada paso que daban, el ambiente ruidoso que caracterizaba al equipo de Seidō se hacía más pronunciado.

—Por cierto, Miyuki —Ambos hicieron un alto total a escasos metros de la cancha de práctica—, hay algo que he querido preguntarte desde hace un tiempo.

—¿A mí? ¿Y eso sería?

—¿Por qué te diriges a Takashima-sensei por su nombre?

Él se quedó reticente. Nadie hasta ahora se lo había cuestionado. Y justo tuvo que ser ella la que lo interrogara al respecto.

—¿Sabes qué? Olvídalo —No tenía la paciencia ni tampoco el derecho para exigir una respuesta y mucho menos si no deseaba dársela por los motivos que fueran—. A sabiendas de que eres un irrespetuoso, no me sorprende que la llames directamente por su nombre, agregándole ese honorífico.

—Puedo agregarle ese honorífico a tu nombre si quieres.

Ella chasqueó la lengua ante su pequeña propuesta y él por su lado, rio.

«Es tan divertido hacerla enfadar. ¡Tanto como a Sawamura y Furuya!».

—Ni te atrevas. —Lo amenazó—. Llámame Sora a secas o en todo caso, dirígete a mí por mi apellido. Pero jamás me denomines de esa forma.

Miyuki estaba muy confundido ante lo mucho que le desagradaba un simple honorífico. ¿Por qué lo aborrecía tanto?

—Si lo haces me dirigiré a ti como «Kazuya-chan». Y estoy segura de que no te gustará ni una pizca.

Él tendría que abstenerse de quererse divertir empleando aquel método o tendría que pagar un costo muy alto.

—Suena horrible. —Jamás en su vida se dirigieron a él de esa manera y no iba a empezar ahora en la preparatoria.

—Pues así me siento yo. Por lo que ya sabes.

—Miyuki, qué bueno que te encuentro.

Aquella tercera voz tomó por asalto tanto a Kazuya como a Sora. Fue inevitable no atender a quien había llegado hasta ellos.

—Chris-senpai. —Miyuki saludó con bastante educación al de tercero.

—Buenas tardes. —Sora también lo recibió con buenos modales.

—¿Qué es lo que necesitabas de mí?

—Quisiera hablarte sobre Sawamura.

El de gafas no se sorprendía que el tema principal de su charla fuera a ser aquel ruidoso pitcher; casi siempre lo era.

—Y ya que se van a poner hablar sobre tecnicismos y esas cosas, me retiro para que platiquen a sus anchas.

—Sora, antes de que te vayas, ¿crees que podría pedirte un favor?

Ella asintió tras unos cuantos segundos. Aquella petición le resultó inesperada. Demoró un poco en asimilarla.

—¿Crees que podrías comunicarte con Reiji? Estoy preocupado por él porque tiene una semana que no responde mis mensajes y sabes mejor que nadie que es un imán para los problemas —Chris aún no había terminado de hablar y ella ya tenía su cien entre su mano derecha, masajeándola—. Tal vez a ti sí te conteste.

—Más le vale a ese idiota no haberse metido en problemas o tendrá que escucharme —suspiró y regresó a sus cabales—. Descuida, le escribiré a Rei-chan y averiguaré qué ha pasado con él. Porque seguramente te está ocultando algo como siempre.

Era imposible esconder el mosqueo que sentía. Y es que hasta se le veía indignada y con muchas cosas por exteriorizar.

—Ahora entiendo por qué no me había escrito nada en los últimos días.

«Es la primera vez que la escucho dirigirse a alguien con ese honorífico. Hasta el punto que me suena extraño».

Y haciendo memoria, ambos debían estarse refiriendo a aquel pitcher que formó una batería con Takigawa y que a la vez era un gran amigo de Sora. Como resultado de aquella coincidencia, ambos debían conocerse desde hace unos años atrás. Y por ello no sorprendía que se hablaran con tanta familiaridad.

—Algunas cosas no cambian sin importar el tiempo que pase —comentaba Chris con una marcada sonrisa en sus labios—. Aun estando tan lejos sigues al pendiente de lo que hace.

—Me consuela saber que tú también lo haces —expresó con mejor humor—. En fin, cuando sepa algo te lo comunicaré.

—Gracias.

Tras su palabra de gratitud, ella se retiró y los dejó solos al fin.

—Tal parece que tienes ese don de toparte con pitchers de lo más variopintos —comentaba Kazuya para quien le entregó un sí con la mirada—. Primero Irabu y ahora Sawamura.

—Posiblemente así sea. Aunque ambos casos han sido de lo más interesantes. Cada uno me dio cosas importantes e irremplazables.

Miyuki podía imaginarse fácilmente el porqué de sus palabras. Ambos ocupaban la misma posición y no había nada más excitante y lucrativo para ellos que atrapar los lanzamientos de pitchers que representaran un verdadero desafío. No obstante, presentía que existía otro motivo tras su declaración, algo igualmente entrañable y significativo que lo llevaba a sonreír tan cálida y sinceramente.

Y ante su propia sorpresa, sentía curiosidad al respecto.