Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi y la historia está escrita sin fines de lucro.
― Aiko -dijo la señora Cologne- ¿crees que fue buena idea que por primera vez se le permitiera salir a Akane con ese muchacho? es que, a mí no me convence del todo haberla dejado ir sola con él.
― No se preocupe, suegra -dijo la señora Aiko sonriendo, mientras picaba verduras en una tabla (ya que, algunas veces, ellas también ayudaban en la cocina)- ahí también va a estar la hermana de Kuno y hasta ahora, él ha demostrado ser un chico muy respetuoso con Akane -hizo una pausa- y aunque me cueste, debo admitir que, al final, Soun hizo muy bien eligiendo a ese chico para ella.
La señora Cologne se quedó pensando un momento y después, dijo:
― Es que, en mi época, ni siquiera estando en tu casa te permitían estar a solas con tu prometido.
La señora Aiko rio un poco y le dijo:
― Los tiempos han cambiado, suegra -hizo una pausa- además, Soun estuvo perfectamente de acuerdo, porque él conoce mucho mejor a Kuno que nosotros...
― ¿Y hasta qué hora le dieron permiso?
― Creo que hasta después del mediodía.
― Es demasiado tiempo.
La señora Aiko volvió a reír y le dijo:
― Solo son unas cuantas horas, tranquilícese.
La señora Cologne no estaba muy convencida y la señora Aiko volvió a decirle:
― Ya no se preocupe por eso... mejor, démonos prisa para tener todo listo para el almuerzo.
― Tienes razón... ¿en qué más puedo ayudarte?
― Si gusta, me puede ayudar a picar las zanahorias.
― De acuerdo.
Y así continuaron con la preparación del almuerzo.
Por otro lado, Kuno y Akane ya habían llegado a la hacienda Tatewaki:
― Pasa adelante... ponte cómoda -dijo Kuno, señalándole los sillones de su sala a Akane-.
― Gracias -dijo Akane, ingresando a la sala-.
Cuando ya se había sentado, Kuno le dijo:
― Pediré que le avisen a mi hermana que ya estamos acá.
Akane asintió y él llamó a una de las chicas que ayudaban con la limpieza para que fuera con Kodachi y le avisara que bajara de su habitación inmediatamente.
La chica obedeció la orden y mientras esperaban a que Kodachi bajara, Kuno le dijo a Akane:
― ¿Te ofrezco algo de tomar? Whisky, vino o... -Akane lo interrumpió y le dijo:-
― Te lo agradezco, Kuno, pero, yo no bebo.
Kuno rio un poco y después, le dijo:
― ¿Es en serio? bueno, creo que tú y mi hermana van a congeniar muy bien en ese aspecto, porque a ella tampoco le gusta beber.
Akane sonrió levemente y Kuno se sirvió vino:
― Yo sí tomaré una copa de vino para celebrar estas semanas maravillosas a tu lado -hizo una pausa y después dijo, alzando un poco su copa- soy el hombre más feliz del mundo desde que aceptaste ser mi esposa y brindo por eso.
Kuno bebió de un solo sorbo todo el contenido de la copa y después, sonrió ampliamente. Akane se le quedó viendo un momento y después, volteó a ver a otro lado porque la mirada tan detenida de Kuno sobre ella, estaba empezando a incomodarla.
No sabía qué platicar con él. Suplicaba en su mente que Kodachi no tardara mucho en bajar, porque quizás con ella sí podría encontrar algún tema del cual conversar.
Kuno se sentó a su lado y tomó una de sus manos. De pronto, Akane se dio cuenta que él estaba acercándose mucho más para... ¿besarla?... ¡no! ¡aún no estaba lista para algo así!
Se levantó rápidamente del sillón y le dijo, tratando de encontrar un tema para conversar:
― Kuno, ¿tú estás estudiando alguna carrera en la universidad?
― ¿Qué? -preguntó sorprendido- no, por supuesto que no.
― ¿De verdad? ¿y no has pensado en hacerlo?
Kuno bufó fastidiado y le dijo:
― No, para nada... no lo necesito.
― ¿Por qué dices eso?
― Porque ya lo tengo todo: los negocios en la hacienda van muy bien y el dinero me sobra... no me hace falta seguir estudiando.
― Pero, entonces, ¿no tienes algún sueño que quieras hacer realidad?
Kuno volvió a sonreír. Se levantó del sillón, se acercó nuevamente a ella y le dijo:
― Claro que sí tengo un gran sueño que quiero hacer realidad algún día.
Akane se puso nerviosa y a la vez, se asustó al tenerlo tan cerca:
― ¿Ah, sí? ¿y cuál es tu sueño?
Kuno empezó a acariciar el largo cabello de Akane:
― Casarme contigo... -hizo una pausa- ¿sabes? llevo años enamorado de ti -la observó detenidamente- no tienes idea de cuánto te amo.
Akane tragó muy duro y él empezó a inclinarse para besarla, pero, de pronto, entró la chica que él había enviado por Kodachi:
― Señor Tatewaki, su hermana... ¡ay, perdón! -dijo, muy avergonzada al interrumpirlos-.
Kuno se enojó bastante y Akane agradeció internamente la intromisión de esa chica:
― ¿Dónde está Kodachi? -dijo Kuno, de manera reseca- ¿por qué no ha bajado?
― Señor, su hermana se excusa de no poder bajar por estar sufriendo de una fuerte migraña -dijo la chica-.
Kuno se le quedó viendo y después, rio de manera sarcástica:
― Con que una migraña, ¿eh?
― Sí, señor.
― ¡Es la excusa más ridícula que hasta ahora ha inventado Kodachi! -dijo furioso- ¡iré ahora mismo a traerla!
Akane se asustó al verlo tan molesto. Lo tomó del brazo y le dijo:
― ¡No, Kuno, por favor, no lo hagas!... déjala descansar, no hay ningún problema si ella se siente indispuesta.
Kuno volteó a verla y ella volvió a decirle:
― Por favor.
Kuno trató de tranquilizarse:
― Está bien, solo porque tú me lo pides, mi amor... pero, eso no quita que la reprenda más tarde por su falta de educación.
Akane se le quedó viendo y después le dijo, tratando de cambiar el tema:
― ¿Por qué mejor no olvidamos este incidente y me muestras tu hacienda?
Kuno pareció alegrarse y le dijo:
― ¡Tienes razón!... ¡vamos ahora mismo!
La tomó de la mano y después, se dirigió a la chica que había ido a buscar a Kodachi:
― Volveremos a la hora del almuerzo... asegúrate que preparen los mejores platillos, porque hoy nos acompañará a la mesa mi hermosa prometida.
― Lo que usted diga, señor.
Kuno sonrió satisfecho y después, salieron de la casa.
Kodachi los observó desde la ventana de su habitación (pues, Kuno había tenido razón: ella no tenía ninguna migraña y lo había inventado como una forma de llevarle la contraria, pues, le molestaba en gran manera que su hermano se desviviera por "su prometida" y a ella la tratara cada día peor).
Kuno llevó a Akane a los establos y al entrar, ella se sorprendió al ver muchos caballos (ya que su papá sí era dueño de algunos caballos, pero no de una cantidad tan grande). Akane sonrió y se acercó a acariciar uno de color blanco.
Kuno la observó un momento y después, le dijo:
― ¿Te gustan los caballos?
― Sí, mucho.
― Éstos son de pura sangre.
― Sí, se nota que son muy finos.
Kuno se le quedó viendo nuevamente y después, le dijo:
― Akane, si te gusta ese caballo, te lo regalo.
Ella se sorprendió mucho y le dijo:
― No, Kuno, no te molestes.
― No es ninguna molestia, Akane: eres mi futura esposa y quiero hacerlo.
― De verdad, te lo agradezco, pero, no puedo aceptarlo.
Kuno sonrió y después, le dijo:
― Te daré tiempo para que lo pienses -hizo una pausa- pero, mientras tanto, ¿qué te parece si damos un paseo en él?
― Bueno, yo...
― Vamos, ¿sí?
Akane no estaba muy convencida, pero, después de ver su insistencia, aceptó. Kuno la ayudó a subir al caballo y luego, él se subió también.
Kodachi había bajado y desde la entrada de la casa, vio cuando Kuno y Akane salieron del establo, montando su caballo blanco:
¡Habiendo tantos caballos, ¿por qué el mío?! -pensó furiosa- ¡con eso se desquitó porque no quise bajar a saludar a su prometida!... ¡Kuno me va a escuchar! ¡esto no se queda así! -dijo internamente, con ganas de llorar-.
Estaba ensimismada, cuando de pronto, alguien le habló:
― ¿Se le ofrece algo, señorita Tatewaki?... ¿puedo ayudarle? -era un chico chino llamado Mousse Huang, que había llegado a vivir a ese pueblo con su mamá, hacía ya algunos años y había conseguido empleo como peón en la hacienda de Kuno. Era un chico alto, de cabello largo, color negro, ojos verdes y piel morena clara-.
Mousse se había enamorado de Kodachi desde la primera vez que la vio: una chica de hermoso cabello largo, color negro, sujeto casi siempre a un lado en una coleta alta, piel blanca y ojos color violeta:
― No, Mousse, gracias -le respondió Kodachi, con algo de tristeza-.
― ¿De verdad, señorita?
― Sí, no te preocupes -y se dio la vuelta para ingresar nuevamente a su casa-.
Mousse la observó hasta que entró. De pronto, alguien le habló:
― Oye, Mousse -le dijo un chico llamado Ryu Kumon, que también trabajaba como peón y que tenía el cabello corto, color negro, un pañuelo blanco atado a su cabeza, piel morena clara y ojos color café-.
― ¿Qué pasa? -dijo Mousse, sin ganas y acercándose a él-.
― Eso debería preguntártelo yo, ¿no crees?... si el señor Tatewaki te ve aquí sin hacer nada, te va a despedir.
― Lo sé, es que, pensé que a la señorita se le ofrecía algo.
― Mousse, ten cuidado con la hermana del señor Tatewaki... no creo que le parezca bien verte cerca de ella.
Mousse inclinó la cabeza y Ryu continuó:
― No creas que no me he dado cuenta de tu interés por la señorita Kodachi -hizo una pausa- si no quieres tener problemas, es mejor que te mantengas alejado de ella.
― No sé si pueda, Ryu.
― Vas a tener que hacerlo si quieres conservar tu trabajo.
― Sí -dio un largo suspiro- tienes razón...
― Bueno, ahora vamos a seguir trabajando: no vaya a ser que al señor Tatewaki se le ofrezca algo.
Y se encaminaron hacia los cultivos de la hacienda.
Por otro lado, dos chicos que eran muy buenos amigos, acababan de llegar a Ichigaya y ahora, se encontraban haciendo fila para ingresar a las instalaciones de la Academia del Ejército Imperial Japonés:
― ¡Es enorme! -dijo Shinnosuke, sonriendo ampliamente-.
Ranma se le quedó viendo un momento y después, le dijo:
― Shinno, ¿de verdad estás seguro de esto? es que, sigo pensando que tú tenías mucho potencial para seguir estudiando en la universidad.
― Lo mismo podría decirte yo a ti, ¿no crees?
― Gracias, pero, sabes muy bien que desde que era un niño, éste fue siempre mi sueño, en cambio tú decías que querías ser médico.
Shinnosuke dio un pequeño suspiro y después, le dijo:
― Puede ser, pero todo eso cambió cuando mis padres adoptivos murieron -hizo una pausa- Ranma, yo ya no tengo nada que me retenga en Tokio, además, quiero empezar una nueva vida, lejos de todo lo que me hace daño...
― También te refieres a Mariko, ¿no es así?
Shinnosuke inclinó la cabeza:
― No te lo voy a negar: creo que ése fue el motivo más poderoso que tuve para tomar finalmente esta decisión.
― Shinno, si de verdad estás muy enamorado de ella, hubieras seguido insistiendo hasta conquistarla.
― No, Ranma, ya no tenía ningún caso hacerlo: ella siempre estuvo fuera de mi alcance, además, sé muy bien que ella te ama a ti.
― Pero, yo a ella no...
― Sí, lo sé -dijo sonriendo, levemente- tú estás enamorado, pero de aquella chica misteriosa de la heladería jajajaja.
Ranma rio un poco:
― Bueno, ya que lo mencionas, aún no le he encontrado explicación a no poder sacarla de mi cabeza... no sé qué me pasa: jamás me había sentido así... ¿será posible que me haya enamorado de ella a primera vista?
Shinnosuke también rio un poco al oírlo hablar de esa manera:
― Sí estás enamorado, hermano y yo también podría decirte que hubieras seguido insistiendo hasta encontrarla jajaja.
― No te burles, Shinno -dijo Ranma, un poco serio- sabes muy bien que ni siquiera supe su nombre.
― Bueno, entonces, no te va a quedar de otra más que olvidarte de ella y por lo pronto, te diría que deberías deshacerte de esa playera que te manchó de helado y que ahora traes puesta jajajaja.
Ranma volvió a reír:
― ¿Cómo te diste cuenta?
― Aunque traes una chaqueta encima, se alcanza a ver jajaja.
Ranma negó con la cabeza, sonriendo:
― ¿Sabes? aunque ya no la vuelva a ver, aun así, la voy a conservar.
― El amor te enloqueció, ¿lo sabías?
― Tú no te quedas atrás jajajaja.
Ambos rieron nuevamente. De pronto, alguien les habló por detrás:
― ¿Mal de amores, amigos? pues, ya somos tres.
Ellos voltearon a ver:
― Me llamo Sentaro Daimonji -dijo dándoles la mano, un chico de cabello castaño oscuro, ojos negros y piel morena clara, que también estaba haciendo fila para ingresar a las instalaciones de la Academia-.
― Hola, yo soy Ranma Saotome.
― Yo soy Shinnosuke Kobayashi, mucho gusto.
― Igualmente -dijo Sentaro-.
― ¿Dijiste que tienes mal de amores? -preguntó Ranma-.
― Sí, me peleé con mi novia Satsuki antes de venir acá, es que, ella nunca estuvo de acuerdo en que yo quisiera ingresar al ejército -hizo una pausa- mi abuela quería que me casara de una vez y aunque estoy muy enamorado de Satsuki, no me siento aún preparado para algo así y por eso, terminé definitivamente con ella.
― Lo siento mucho, amigo -dijo Shinnosuke-.
― Gracias... por eso, cuando los escuché hablar, me dije a mí mismo: "mí mismo, no eres el único que está sufriendo por una mujer" -dijo, tratando de bromear un poco-.
Los tres empezaron a reírse y cuando se dieron cuenta, ya habían llegado a la entrada de la Academia. Un soldado bastante serio estaba en la puerta y les dijo, de manera tajante:
― ¡Rápido, jovencitos, que no tengo todo el día!
Ellos se quedaron viendo y trataron de mostrar seriedad también. Después, el soldado les preguntó sus nombres y les entregó un número a cada uno:
― Compartirán habitación de acuerdo al número que se les dio, también se les proporcionará el uniforme respectivo y dentro de una hora deben presentarse al campo principal para que les dé todas las instrucciones sobre el inicio de su entrenamiento el Teniente Picolette Chardin... ¿alguna duda?
― ¡No, señor! -dijeron los tres, al mismo tiempo-.
― Muy bien, entonces, adelante -dijo, indicándoles el camino respectivo-.
Los tres ingresaron a las instalaciones. Les entregaron sus uniformes y se alegraron al darse cuenta que no se separarían, pues, el correlativo de los números que les habían proporcionado, indicaba que compartirían la misma habitación a la hora de dormir.
Por otro lado, después de unas horas, en Nerima, el señor Tendo y su hijo, llegaron a la hacienda Kuonji, para que Ryoga pudiera conocer a su ahora prometida. Los sirvientes los atendieron y los hicieron pasar a la sala, mientras bajaban el señor Riku y su hija Ukyo.
El señor Soun y Ryoga se sentaron en uno de los sillones y cuando los sirvientes se retiraron, el señor Tendo le dijo a su hijo:
― Espero que te sepas comportar, Ryoga y no des un espectáculo como el que dio tu hermana aquella vez, ¿me escuchaste?
― Sí, papá -dijo Ryoga, con voz apagada- no te preocupes.
Pasaron unos minutos y el señor Kuonji y su hija llegaron con ellos. El señor Tendo y Ryoga se pusieron de pie e hicieron una reverencia como muestra de saludo y después, el señor Kuonji les dijo:
― Sean bienvenidos, ésta es su casa.
― Muchas gracias, señor Kuonji -dijo el señor Tendo-.
― Sí, se lo agradecemos mucho -dijo Ryoga-.
El señor Riku sonrió al ver a Ryoga más de cerca y le dijo:
― ¡Qué grande estás, muchacho!... tu padre me dijo que ya tienes quince años.
― Sí, así es, señor Kuonji.
― Bien -hizo una pausa- mira, ella es Ukyo -dijo, señalando hacia donde estaba su hija y después, se dirigió a ella- acércate a saludar a tu prometido, hija.
Ukyo se acercó tímidamente a Ryoga:
― Hola -le dijo con la cabeza inclinada y muy sonrojada, pues, se sentía cohibida al tener a un chico tan apuesto como Ryoga frente a ella: de cabello corto, color negro, ojos color miel y piel morena clara (normalmente, usaba un pañuelo amarillo atado a su cabeza, pero, esa tarde, debía lucir formal y no se lo había puesto)-.
― Hola -dijo Ryoga, sin mucho interés, pues, en sus planes aún no estaba tener novia, aunque debía reconocer que Ukyo era una niña muy linda: de cabello largo, castaño oscuro, ojos azules y piel blanca-.
El señor Kuonji sonrió y después, les dijo:
― No sean tímidos, chicos. Deben empezar a conocerse.
Ukyo aún no levantaba su cabeza y su papá le dijo:
― ¿Por qué no van a los establos y le enseñas a Ryoga el caballo que te acabo de comprar, hija?
Ukyo únicamente asintió y empezó a caminar hacia la salida de la casa. Ryoga solo se le quedó viendo y su papá le dijo:
― ¿Qué estás esperando? ve con ella.
Ryoga dio un pequeño suspiro y la siguió, pero, mientras iba caminando, pensó:
Ahora comprendo muy bien la actitud de Akane de aquel día: se siente realmente horrible y frustrante que decidan tu vida... que te comprometan con alguien que no amas, es lo peor que te puede pasar.
Pero tuvo que resignarse porque su papá y el señor Kuonji ya habían tomado la decisión y a él no le quedaba de otra, más que aceptarlo.
Mientras tanto, Akane y Kuno iban en un carruaje que los llevaría a la hacienda Tendo, pues, ya era hora de que Akane regresara a su casa.
Al llegar y antes de que Akane se bajara del carruaje, Kuno le preguntó:
― ¿Te la pasaste bien, amor mío?
Akane se sentía incómoda cuando él la llamaba así:
― Sí, Kuno, gracias por todo -dijo no muy convencida, porque primero, Kodachi no quiso bajar en ningún momento a platicar con ella; segundo, al ir a conocer la hacienda, Kuno únicamente se la pasó regañando a sus trabajadores por cosas insignificantes y tercero, no le pareció bien que Kuno intentara besarla varias veces, pues, aunque estuvieran comprometidos, ella aún no estaba segura de dar un paso así-.
― Nos veremos mañana, ¿cierto?
― Creo que no, Kuno, es que, tengo mucho que estudiar y ya me queda muy poco tiempo para hacerlo.
― Entiendo -dijo, un poco molesto- pero, al menos, acepta el caballo que quiero regalarte.
― Kuno, yo de verdad te lo agradezco, pero, ¿no crees que ya me has hecho suficientes obsequios?
― Nada es suficiente si se trata de ti -dijo, acercándose nuevamente para besarla-.
Akane volteó rápidamente su rostro y él entonces tomó una de sus manos para darle un beso y después, le dijo:
― Akane, sé que tú no sientes lo mismo que yo siento por ti, pero, al menos, déjame intentar conquistarte, ¿sí?
Akane se le quedó viendo, no sabía qué responderle, porque, ¿qué sentido tenía que ella se llegara o no a enamorar de él? de todas formas, algún día tendría que casarse con él, pues, ya había dado su palabra públicamente.
No le encontraba sentido alguno a esa petición. Además, su corazón se negaba a darle esa oportunidad, porque, sin que ella lo supiera realmente, su corazón ya había sido conquistado con tan solo una mirada, desde hacía apenas unos días, por alguien más...
CONTINUARÁ...
