Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi y la historia está escrita sin fines de lucro.

Un poco antes de que Toma y Akane llegaran a la fiesta, Shinnosuke se encontraba hablando con Mariko (pues, al final, ella había accedido a invitarlo y él, con mucha ilusión, había acudido solo para verla):

― Gracias por invitarme, Mariko -dijo, algo nervioso-.

― De nada -dijo, bastante reseca y sin voltear a verlo, mientras les daba órdenes a los empleados que se encargarían de servir la comida y las bebidas-.

― Eh... te ves... mucho más hermosa esta noche -Mariko tenía puesto un vestido parecido al de Akane, solo que mucho más fino, color plateado, con tirantes y con escote un poco más pronunciado-.

― Gracias, ya lo sé -dijo, sin nada de humildad-.

Shinnosuke se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

― Mariko... yo... te... te extrañé mucho todos estos años... no sabes cuánto.

Ella volteó a verlo y le dijo, sarcásticamente:

― ¿De verdad?

― Sí...

― Pues, qué lástima, porque yo a ti no y si te invité fue solo porque Ranma me lo pidió, nada más, porque si te soy sincera, yo no pensaba hacerlo -hizo una pequeña pausa- ahora, si me disculpas, tengo mucho qué hacer aún y no puedo seguir perdiendo el tiempo hablando contigo.

Shinnosuke se sintió muy mal al escucharla:

― Mariko, ¿por qué eres así conmigo? ¿por qué me tratas así?... yo lo único que he hecho es amarte desde que éramos niños.

Mariko bufó fastidiada:

― Ay, Shinno, no me vengas con cursilerías, además, ¿cómo siquiera puedes pensar que yo andaría con alguien como tú? -dijo viéndolo, de forma despectiva- acaso, ¿creíste que por invitarte a esta fiesta, te prestaría atención? por favor, no seas ridículo, solo mírate: eres tan poca cosa.

Shinnosuke no podía creer lo que estaba escuchando. Sintió como si una daga hubiera atravesado su corazón:

― ¡No me digas eso, Mariko, por favor!... ¡yo te amo!

― Pero, yo a ti no, así que ya no insistas más...

― Pero...

― ¡Yo amo a Ranma! ¡entiéndelo de una vez por todas! -dijo molesta- todos estos años esperé por él y ahora que regresó...

Shinnosuke la interrumpió:

― ¡Él no te ama y jamás va a corresponderte!

― ¡Tú qué sabes!

― ¡Sí, lo sé muy bien porque él está enamorado de alguien más!

Mariko se le quedó viendo y después, le dijo:

― ¡Eso no es cierto! ¡solo lo dices para molestarme!

― ¡Estoy diciendo la verdad!

Mariko se puso furiosa. Iba a decirle algo más, pero, de pronto, se acercó a ellos la tía Hinako, al escucharlos discutir:

― ¿Todo bien, linda? -dijo, dirigiéndose a Mariko y dándole una mirada fugaz a Shinnosuke, con desprecio-.

― Sí, tía Hinako -respondió Mariko, tratando de tranquilizarse- todo está bien.

Shinnosuke se le quedó viendo un momento a la tía Hinako y después dijo, bastante molesto, dirigiéndose a Mariko:

― ¡Suerte con tus planes, Mariko!... ¡ojalá no salgas lastimada por seguir con ese capricho! -y diciendo esto, tomó una copa de vino de uno de los azafates que estaban en una mesa y bebió todo su contenido, bajo la atenta mirada de ambas. Al terminar dijo, sarcásticamente:- ¡linda fiesta, me divertí muchísimo! -volvió a colocar la copa donde estaba y se fue rápidamente de ahí-.

Cuando ya se había alejado, Mariko dijo, muy molesta:

― ¡Ay, cómo lo odio, tía Hinako!... ¡¿sabe lo que me dijo?! ¡que Ranma está enamorado de alguien más!

La tía Hinako se le quedó viendo y Mariko continuó:

― ¡No sé de dónde saca eso, porque Ranma no tuvo contacto con ninguna mujer en esa Academia y a todas mis compañeras de la preparatoria les advertí que no se atrevieran a escribirle cartas!... ¡¿será que se refiere a esa mujer de la heladería?!... ¡es que, no es posible que no la haya olvidado en todos estos años, además, solo la vio una vez!

La señora Hinako se quedó pensando un momento y después, prefirió no contarle que su sobrino sí había tratado con mujeres en ese lugar y que precisamente, por culpa de una, lo habían expulsado:

― Tranquilízate, querida, seguramente como dices, únicamente te lo dijo para molestarte... no le prestes atención, solo quiere amargarte la noche.

Mariko todavía estaba molesta y la tía Hinako continuó:

― Además, hace unos días, me platicaste que habías logrado un buen avance con mi sobrino, ¿no?

― Sí...

― ¿Entonces, de qué te preocupas?

― Es que...

― Solo sigue con el plan, linda -dijo, sonriendo- solo sigue con el plan.

Mientras tanto, cerca de la entrada del salón donde se llevaría a cabo la fiesta:

― Sí, ya lo creo -dijo Toma sonriendo, secundando lo que Ranma acababa de decir- "Akane" es un nombre muy hermoso y le queda muy bien a esta chica preciosa -dijo, besando una de las manos de Akane-.

― ¡Toma, por favor! -dijo muy incómoda, quitando su mano rápidamente ante la atenta mirada de Ranma sobre ella-.

Toma volvió a sonreír y después dijo, dirigiéndose a Ranma:

― Le pedí a Akane que me acompañara esta noche para presentártela a ti y a tus padres, aunque a lo mejor, tú y ella ya se habían visto antes, pues, Akane me dijo que creyó haber escuchado tu nombre en alguna parte.

Ranma sonrió ampliamente e iba a decir que ellos ya se conocían, pero, antes que pudiera hacerlo, Akane lo interrumpió, rápidamente:

― ¡No, Toma! -dijo, muy nerviosa y evitando ver a Ranma a los ojos- ¡te equivocas!... yo... yo... yo jamás lo había visto en mi vida.

Ranma cambió su expresión al escucharla. Se sorprendió mucho y no dejó de decepcionarse. La contempló detenidamente un momento y hasta en ese instante se le vino a la mente todo lo que sus amigos le habían contado sobre ella...

Se molestó mucho al recordar que ella había participado en aquella bajeza y lo peor de todo... que tenía una relación con el Teniente Chardin:

― Ella tiene razón, Toma -dijo, sarcásticamente- jamás nos habíamos visto antes, porque créeme que de haber sido así, yo no habría olvidado un rostro "tan angelical" como el suyo -Akane se puso completamente roja y mucho más nerviosa de lo que ya estaba y él continuó:- aunque debo admitir que sí, efectivamente, se parece mucho a la muñeca de porcelana que fabricaron mis padres, pero, obviamente, fue de otra chica de quien tomé la idea... -después, colocó su mano derecha bajo su mentón, simulando que estaba pensando y dijo:- ya no recuerdo bien, pero, me parece que la idea la tomé de una de las "tantas novias" que he tenido -hizo una pausa- sí, fueron demasiadas que ya ni los nombres me sé... pero, claro, todo eso fue antes de ingresar al ejército, "donde solo fui a fracasar, por supuesto" -dijo en un tono bastante rencoroso, haciendo énfasis en las últimas palabras-.

Akane se le quedó viendo muy sorprendida y a la vez triste, al escucharlo hablar de esa manera (pero, ella había empezado con el juego de "no conocerlo") y también por confirmar que, efectivamente, Ranma había tenido no solo una, sino varias novias y que únicamente buscaba que ella fuera una más en su "repertorio".

Toma carraspeó incómodo y antes de que pudiera decir algo, la señora Nodoka se acercó a ellos:

― ¡Hola, Toma!

― Señora Nodoka, buenas noches -dijo él rápidamente, haciendo una pequeña reverencia como saludo-.

― Me alegra que hayas podido venir -dijo, sonriendo-.

― Buenas noches -dijo Akane tímidamente, haciendo una reverencia también-.

La mamá de Ranma volteó a verla:

― Veo que vienes muy bien acompañado, Toma -dijo, aún sonriendo-.

Toma sonrió y ella continuó:

― ¿Quién es esta chica tan linda?... acaso, ¿tu novia?

Akane se sorprendió mucho y Ranma se molestó aún más al escuchar aquello, pero, Toma dijo rápidamente, muy nervioso:

― ¡No, señora Nodoka!... Akane es solo una buena amiga -y después, pensó:- aunque, qué no daría porque fuera algo más...

― ¿Akane? -preguntó, la señora Nodoka- ¿tú eres Akane?

― ¿La conoces? -le preguntó Ranma a su mamá, muy sorprendido-.

― Bueno, Toma ya nos había platicado sobre ella -dijo, tranquilamente- pero, no tenía el gusto de conocerla personalmente.

― ¿Y qué opina, señora Nodoka? -dijo Toma- ¿verdad que sí se parece mucho a la muñeca de porcelana?

― Bastante -dijo, sonriendo- es una chica muy bonita y no exagerabas al decir que era idéntica a esa muñeca...

Akane se sonrojó y sonrió levemente al escucharla. Después, la señora Nodoka dijo, dirigiéndose a Ranma:

― Es más, se parece tanto que podría jurar que de ella tomaste la idea, hijo.

Akane iba a decir nuevamente que no se conocían, pero, Ranma se le adelantó:

― No, mamá, no fue de ella de quien tomé la idea -dijo viendo a Akane, con notoria molestia- eso es imposible, porque "jamás" nos habíamos visto antes -hizo una pequeña pausa y después, dijo- si me disculpan, iré a recibir a los demás invitados... con permiso -y se fue de ahí rápidamente-.

Akane se quedó viendo hacia el lugar donde se había ido Ranma, con algo de tristeza y la señora Nodoka notó un comportamiento extraño en él, pero, trató de obviarlo:

― Pasen adelante, por favor -dijo, dirigiéndose a ellos- sean bienvenidos.

― Muchas gracias, señora -dijo Toma y nuevamente, le dio su brazo a Akane para escoltarla- ¿vamos? -dijo sonriendo, dirigiéndose a ella-.

Akane no estaba muy convencida en querer quedarse, pero, después, pensó que no podía comportarse de una forma tan inmadura y tampoco podía hacer quedar mal a Toma con sus jefes.

Así que, asintió levemente y tomó su brazo, para seguir a la señora Nodoka.

Al entrar al salón, unas empleadas los saludaron y tomaron sus abrigos. Después, los guiaron a una de las mesas, donde se sentaron y volvieron a agradecer.

Mariko venía caminando y platicando con la tía Hinako, ya más tranquila, pero, de pronto, detuvo precipitadamente su andar al ver a Akane:

― ¿Qué te pasa, querida? -le preguntó la señora Hinako, al ver su reacción- parece que hubieras visto un fantasma.

― ¡No es posible!

― ¿Qué?

― ¡Ella!... ¡¿qué rayos hace ella aquí?!

La señora Hinako volteó a ver hacia donde estaban Toma y Akane:

― ¡Es ella! -volvió a decir Mariko, furiosa- ¡la mujer de la heladería!

La tía Hinako se sorprendió mucho y Mariko continuó:

― ¡No puede ser! ¡no puede ser!... ¡ahora mismo la voy a correr de aquí! -e iba a empezar a caminar para dirigirse hacia allá, pero, la señora Hinako la tomó del brazo:-

― ¡Mariko, tranquilízate!

― ¡No la quiero aquí! ¡no la quiero cerca de Ranma!

― Contrólate, ¿quieres?... no puedes dar un espectáculo frente a todos los invitados.

Mariko aún estaba muy molesta y la señora Hinako continuó:

― Además, ¿cómo puedes estar tan segura de que sea ella?

― ¡Es ella! ¡lo sé!

― Pero, tú dijiste que era una pueblerina, ¿no?

― Sí...

― Bueno, ésta no aparenta serlo.

― ¡Pero, es ella! ¡estoy segura!

― Mariko, tienes que cerciorarte bien antes de cometer una locura, porque vas a quedar en ridículo por un simple ataque de celos y vas a echar a perder el poco acercamiento que hasta ahora, has logrado con mi sobrino...

Mariko se le quedó viendo e iba a decir algo más, pero, en ese momento, se acercó la señora Nodoka a ellas:

― ¿Te pasa algo, Mariko? te veo alterada.

― No, no pasa nada... estoy bien, gracias -dijo, tratando de tranquilizarse-.

― ¿De verdad?

― Sí...

― Oye, Nodoka -dijo la señora Hinako- ¿sabes quién es la mujer con la que vino Toma?

― Sí -dijo, sonriendo- es Akane, la chica de la que él nos platicó hace tiempo, que se parece mucho a una de las muñecas de porcelana.

Ambas se quedaron viendo y la señora Hinako dijo:

― ¿En serio? y... ¿mi sobrino ya la vio?

― Sí, Toma nos la presentó.

― Bueno, ¿y qué dijo Ranma?

― Que sí se parece mucho.

― Pero, ¿no dijo que ya se habían visto antes o algo así?

― ¿Qué es lo que pasa, Hinako? -preguntó desconcertada, por tantas preguntas- ¿por qué el súbito interés?

― Curiosidad, nada más, hermana -dijo riendo, nerviosamente-.

La señora Nodoka se le quedó viendo:

― Ya veo qué es lo que pasa... bueno, Hinako, si lo que quieres saber es si Akane es "la mujer casada" que tanto mencionas que de ella tomó la idea mi hijo para fabricar la muñeca de porcelana de cabello azulado -dijo, sarcásticamente- déjame decirte que no, no es ella.

― Pero, ¿cómo puedes estar tan segura? -preguntó, insistiendo-.

― Porque Ranma y Akane jamás se habían visto antes -dijo, algo molesta- así que, no fue de ella de quién tomó la idea, ¿contenta?

― ¡Ay, Nodoka! ¡no es para que te enojes! -dijo ofendida- era una simple pregunta.

― No fue solo una "simple pregunta", Hinako: fueron varias.

― Pero, es que...

― Olvídate de tus paranoias, por favor -dijo, interrumpiéndola- ya no quiero volver a escuchar sobre ese asunto -y se fue de ahí-.

La señora Hinako estaba que echaba chispas, pero, tuvo que tranquilizarse:

― ¿Ves, linda? -dijo, dirigiéndose a Mariko- no es la mujer de la heladería, ya Nodoka nos lo confirmó.

Mariko no estaba muy convencida:

― Pero, eso no quita que no me interese conocerla -y empezó a caminar hacia la mesa donde estaban Toma y Akane-.

La señora Hinako bufó fastidiada y la siguió. Al llegar a la mesa, Toma se puso de pie, inmediatamente, para saludarlas:

― Señorita Konjo -dijo, dirigiéndose a Mariko y después, se dirigió a la tía Hinako- señora Ninomiya -ése era el apellido de su difunto esposo- buenas noches -dijo, haciendo una reverencia-.

― Hola -dijo Mariko, sin ganas-.

― ¿Qué tal, Toma? -dijo la señora Hinako, acercándose a él para saludarlo con un beso en la mejilla- ¿cómo has estado?

― Bien, muchas gracias, señora.

Akane también se puso de pie y saludó:

― Buenas noches, mucho gusto.

Ambas voltearon a verla de arriba hacia abajo y después, la señora Hinako le dijo:

― Tú debes ser Akane, ¿verdad?

― Sí -dijo, tímidamente-.

― Ya veo, es que, Toma nos ha platicado mucho sobre ti.

― ¿De verdad?

― Sí, dijo que estás estudiando enfermería.

― Sí, así es... ya estoy en el último año.

― ¡Qué alegre! -dijo, irónicamente-.

Akane sonrió y Mariko la observaba sin perder detalle, pues, seguía pensando que sí era "la mujer de la heladería":

― Y dime, "Akane", ¿por qué no vino tu prometido contigo? -le preguntó la tía Hinako-.

Akane se le quedó viendo, muy sorprendida y la tía Hinako continuó:

― Es que, Toma nos contó que estás comprometida y el anillo en tu mano izquierda, lo confirma, linda.

― Sí, es que... -dijo, algo nerviosa-.

― En mi época -dijo, interrumpiéndola- era un escándalo que una mujer comprometida saliera con un hombre que no fuera su prometido, ¿sabes?

― Bueno, es que, yo... -volvió a decir Akane, pero, Toma la interrumpió:-

― Él estuvo perfectamente de acuerdo en que Akane me acompañara esta noche, señora Ninomiya -dijo, en tono algo irónico- él confía plenamente en nosotros: sabe que somos muy buenos amigos... además, los tiempos han cambiado, ¿no lo cree?

La tía Hinako iba a decir algo más, pero, en ese momento, algunos de sus conocidos se acercaron a hablarle y tuvo que irse con ellos.

Mariko se le quedó viendo un momento más a Akane y después le dijo, sarcásticamente:

― Qué bien que tu prometido "confíe tanto en ti", porque yo jamás permitiría que "mi novio" saliera con una amiga... -iba a decir algo más, pero, de pronto, vio que Ranma ingresaba al salón y dijo:- ¡ay, ahí está mi novio!... disculpen que tenga que irme, pero, sean bienvenidos, "están en su casa" -y se fue rápidamente de ahí-.

― Gracias, señorita -le dijo Toma, todavía y cuando ya se había alejado, dijo:- ¡se nota que es muy posesiva! jajaja ¡vaya novia la de Ranma! ¡lo compadezco! jajaja.

Akane solo lo escuchaba y se quedó viendo hasta que Mariko llegó con Ranma y lo abrazó por el cuello. Siguió observándolos un momento más, hasta que la mirada de él se posó en ella. Se puso muy nerviosa y volteó a ver rápidamente a otro lado:

¡No debe importarme! -dijo, internamente y volvió a sentarse- solo espero que esta fiesta termine lo más pronto posible para ya no tener que volver a verlo... ¡ay, no sé para qué vine!

Pasaron algunos minutos y la fiesta empezó. El salón estaba repleto de personas, pues, las familias Saotome y Konjo eran muy apreciadas en Tokio.

Pusieron música y los empleados empezaron a repartir la comida y las bebidas.

Toma aprovechó para presentar a Akane a sus compañeros de trabajo y ellos comentaban lo hermosa que era, pues, definitivamente, no pasaba desapercibida y llamaba la atención de todos en ese lugar. Ella les sonreía y Ranma no dejaba de observarla y de morir de celos, al verla rodeada por varios hombres.

Sentaro, su abuela y su novia Satsuki habían llegado a la fiesta y después de que Ranma los presentara a sus padres, decidió quedarse con ellos en una de las mesas.

Se pusieron a platicar, aunque Ranma poca atención les prestaba por observar a Akane. Sentaro se dio cuenta y le dijo, en un momento en que su abuela y Satsuki habían ido al tocador:

― Ranma, trata de controlarte: esos celos pueden sentirse a kilómetros.

Ranma no dijo nada y sin apartar la mirada de Akane, tomó una copa de vino y la bebió de un sorbo:

― Oye, ya párale un poco, ¿quieres? -volvió a decirle Sentaro- solo en el rato que llevamos de estar acá, te has bebido como siete copas.

Ranma sonrió sarcásticamente:

― Y lo seguiré haciendo hasta que logre olvidar a esa mujer que me trae loco y que insiste en que no nos conocemos -un mesero se acercó a servirles más vino y antes que Ranma pudiera beber otra copa, Sentaro lo detuvo:-

― No vale la pena que te embriagues por ella, amigo.

― ¡¿Qué quieres que haga?! -dijo, algo molesto- ¡si pareciera que la vida se ensaña conmigo al ponérmela nuevamente enfrente, como si no fuera ya una tortura quererla como la quiero!

Sentaro se le quedó viendo un momento y él continuó:

― De haber sabido que todo esto iba a pasar, hubiera preferido quedarme con la ilusión que sentí hace años cuando la vi por primera vez y no desear nunca reencontrarme con ella.

Iba a decir algo más, pero, Mariko llegó con él y le dijo, muy contenta:

― Ranma, vamos a bailar, ¿sí?

― No, Mariko, no estoy de humor -respondió, cortante-.

― ¡Anda, di que sí! -volvió a insistir-.

Mientras tanto, con Toma y Akane:

― ¿Quieres bailar? -preguntó Toma-.

― No, Toma, gracias.

― Vamos, solo va a ser un momento.

― Te lo agradezco, pero, es que... yo casi nunca he bailado, creo que solo un par de veces con mi hermano y... con Kuno.

― Por favor, Akane -dijo, en tono de súplica- de verdad, solo va a ser un momento, nada más... te lo prometo.

Akane sonrió al ver su insistencia:

― Por favor, ¿sí?

― Bueno, está bien -dijo, al fin- pero, no me hago responsable si te piso, ¿eh?

Ambos rieron un poco y se acercaron a la pista de baile, donde ya habían varias parejas.

Ranma se dio cuenta y como Mariko seguía insistiéndole, al fin aceptó. Ella se puso muy feliz y lo tomó rápidamente de la mano para llevarlo hacia allá.

Akane se puso muy nerviosa al verlo, pero, trató de ignorarlo y siguió bailando con Toma, mientras que Mariko abrazaba a Ranma por el cuello y él la sujetaba por la cintura, observando a Akane.

Así estuvieron por algunos minutos, hasta que la canción terminó. Akane y Toma iban a ir a sentarse, pero, antes de que pudieran alejarse de la pista de baile, Ranma dijo, fuertemente:

― ¡Cambio de pareja!

Todos voltearon a verlo y tanto Akane, como Mariko se sorprendieron mucho al escucharlo. A las demás parejas les pareció una buena idea y realizaron el cambio, pero, antes de que alguien siquiera intentara acercarse a Akane, Ranma lo hizo:

― ¿Me concede la siguiente pieza, señorita? -dijo, extendiendo su mano hacia ella-.

Akane se puso muy nerviosa... mucho más de lo que ya estaba y se quedó sin habla:

― Me parece muy bien -dijo Toma sonriendo, dirigiéndose a Akane- solo va a ser esta pieza que viene, además, lo haces muy bien, Akane.

― Pero, yo... es que... -dijo ella, tartamudeando-.

― Por favor -dijo Ranma, viéndola detenidamente- para mí sería un honor, señorita.

Mariko estaba que echaba chispas, pero, recordó lo que la tía Hinako le había dicho. Si daba un espectáculo de celos en ese momento, iba a echar a perder todo lo que ya había logrado con Ranma y nada habría valido la pena, así que tuvo que tranquilizarse y aceptar bailar con alguien más.

Akane tenía el rostro inclinado. No sabía qué hacer. Después, levantó la mirada, tímidamente y solo alcanzó a asentir. Tomó la mano de Ranma y una corriente eléctrica la invadió por completo... sintió que las piernas le temblaban.

La canción empezó y Ranma la acercó a él:

Con una mano sujetó su cintura y con la otra, enlazó sus dedos con los de ella. Después, se vieron detenidamente a los ojos y Akane subió lentamente su otra mano para posarla en uno de los hombros de Ranma.

Y entonces, empezaron a moverse al ritmo de la música:

"Es inútil dejar de quererte,
ya no puedo vivir sin tu amor,
no me digas que voy a perderte,
no me quieras matar, corazón…

Yo que diera por no recordarte,
yo que diera por no ser de ti,
pero el día que te dije te quiero,
te di mi cariño y no supe de mi…

Corazón, corazón,
no me quieras matar, corazón…"

Sentaro los observó desde su mesa y negó con la cabeza:

¡Ese cabeza dura, no tiene remedio!

Estaba ensimismado, cuando de pronto, escuchó la voz de su novia Satsuki:

― ¡Vamos a bailar, Sentaro! ¿sí?

― Mejor no, Satsuki.

― ¿Por qué no?

― Porque debemos cambiar de pareja, ¿no escuchaste? y yo no voy a permitir que bailes con alguien más.

Satsuki rio un poco al escucharlo:

― Pero, eso solo aplica para los que ya estaban bailando, Sentaro.

Sentaro se le quedó viendo:

― Ve, Sentaro -le dijo su abuela- para eso vinieron, ¿no?

― Es que...

― Anda, no te hagas de rogar tanto -volvió a decirle su abuela-.

― Bueno, está bien.

Satsuki lo tomó de la mano y se acercaron a la pista de baile.

La canción que estaba sonando continuó y Ranma no podía apartar sus ojos de Akane, mientras que ella, al no poder sostenerle la mirada, había volteado a ver a otro lado, pues, definitivamente, sentía que la habían sometido a una tortura... a una gran tortura:

"Si has pensado dejar mi cariño,
recuerda el camino donde te encontré,
si has pensado cambiar tu destino,
recuerda un poquito quien te hizo mujer…

Si después de sentir tu pasado,
me miras de frente y me dices adiós,
te diré, con el alma en la mano,
que puedes quedarte porque yo me voy…

Corazón, corazón,
no me quieras matar, corazón…"
(Canción: "Corazón, Corazón", escrita e interpretada por José Alfredo Jiménez).

Estuvieron así por unos minutos más, hasta que él decidió romper el silencio:

― ¿Por qué, Akane?... ¿por qué?

Ella volteó a verlo, confundida y él continuó:

― ¿Por qué no puedo sacarte de mi mente y de mi corazón?

Akane se ruborizó completamente y volvió a inclinar el rostro:

― ¿Por qué a pesar de saber que te prestaste para esa bajeza, no puedo olvidarte? -dijo Ranma, viéndola detenidamente a los ojos-.

Akane se sorprendió mucho al escucharlo:

― ¿Ba... bajeza?... no... no sé de... de qué me está hablando -dijo, tartamudeando y tragando muy duro-.

Él volvió a quedarse callado un momento. La contempló nuevamente y después le dijo, casi en un susurro:

― Me encantas...

Akane se puso más nerviosa de lo que ya estaba:

― Se... señor Saotome, por favor -dijo, bastante sonrojada- no... no diga esas cosas... su novia está muy cerca: puede escucharlo y...

― Muero por besarte, Akane.

Ella ya no podía más: sentía que el corazón se le iba a salir del pecho y como pudo, se separó de él.

En ese momento, la canción finalizó y las parejas empezaron a aplaudir. Mariko se acercó nuevamente a Ranma para volver a bailar con él y Akane regresó a la mesa donde había estado sentada con Toma, con el corazón latiéndole aún a mil por hora:

― ¿Estás bien, Akane? -le dijo Toma, al verla temblando un poco-.

― Sí, estoy bien, no te preocupes -dijo, con voz algo entrecortada-.

― ¿Quieres que nos vayamos ya?

¡Eso estaba esperando que dijeras desde que llegamos! -pensó Akane y después, le dijo:-

― Sí, por favor... solo permíteme ir rápidamente al tocador.

― Claro que sí... ¿sabes dónde está?

― No, pero, voy a preguntar... ahora vuelvo.

Ranma siguió bailando un momento más con Mariko, pero, al ver que Akane se dirigía hacia los tocadores, se separó de ella y le dijo:

― Ahora vuelvo, Mariko.

― ¿A dónde vas?

― A tomar un poco de aire.

― Voy contigo.

― No, quédate aquí.

― ¿Pero, por qué?

― Porque quiero estar solo un momento, Mariko, ¿sí? -dijo molesto y se fue de ahí-.

Mariko se cruzó de brazos, también muy molesta, porque no comprendía su actitud. Iba a seguirlo, pero, se acercaron algunas de sus amistades y se pusieron a platicar con ella.

Al llegar Akane a los tocadores (después de preguntarle a una de las empleadas donde estaban), abrió rápidamente la llave de uno de los lavamanos y empezó a echarse agua en la cara, pues, aún sentía sus mejillas arder de lo rojas que estaban:

¡Esto se está saliendo de control! -pensó- ¡se suponía que si había aceptado venir a esta fiesta, era solo para hablar con él y remediar en algo lo que ocasioné, pero, ¿cómo voy a hacerlo si ni siquiera puedo sostenerle la mirada por más de tres segundos?! ¡y menos aún, después de lo que me acaba de decir! -se le salieron algunas lágrimas y después dijo, internamente:- ¡me duele mucho haber ocasionado que lo expulsaran del Ejército, pero, creo que es mejor que deje las cosas como están y ya no intente buscarlo!...

De pronto, entraron también al tocador, algunas de las amigas de Mariko: Hiroko, Lychee y Miyo, (que solo las había invitado para "presumirles" que era cierto su noviazgo con Ranma):

― ¡Ay, no puedo creer que Mariko haya tenido razón! -dijo Miyo- ¡sí es la novia de Ranma!

― Yo pensé que nos estaba mintiendo, pero, al final, sí es cierto -dijo Lychee- ¿cómo habrá logrado que le prestara atención?

― ¡Es tan odiosa! -exclamó Hiroko-.

― Ni siquiera dejó que nos acercáramos a saludarlo -volvió a decir Miyo-.

Akane empezó a prestar atención a la conversación:

― Pero, ¿será que de verdad desde antes de que él se fuera, ya eran novios? -continuó Miyo-.

― Pues, él nos había asegurado que no tenía novia -dijo Lychee-.

― Bueno, quizás no eran novios -dijo Hiroko- pero, sí mantenían una relación de esas modernas que tanto mencionan ahora.

― ¿A qué te refieres? -dijo Miyo-.

― Ya sabes, esas relaciones que llaman por ahí, creo que, "amigos con derechos" -dijo Hiroko, tratando de bajar la voz-.

― ¡No! -exclamaron las otras dos, cubriéndose la boca-.

Akane sintió que nuevamente se le formaba un nudo en la garganta:

― Nunca pensé eso de Ranma -dijo Lychee- creí que era uno de los pocos chicos que todavía eran decentes...

Iban a seguir hablando, pero, vieron que Akane se seguía echando agua al rostro con más intensidad:

― Oye, ¿estás bien? -le preguntó Lychee, acercándose a ella-.

― Sí... gracias -dijo, con voz temblorosa-.

― ¿De verdad? -preguntó Hiroko- te ves algo pálida.

― Sí, estoy bien, muchas gracias -volvió a responder-.

Las tres voltearon a verse y después, Miyo dijo:

― Bueno, de ser así... entonces, nos vamos.

― Adiós -dijeron las otras dos y salieron del tocador-.

― Adiós -dijo Akane también y después, cerró la llave del lavamanos para empezar a secar su rostro con unas toallitas que llevaba en su bolso-.

Se vio al espejo y se dio cuenta que sus ojos estaban muy rojos y que sí se veía muy pálida. Volvió a maquillarse para aparentar que no le pasaba nada. Aplicó un poco de polvos en su rostro y pintó sus labios con un lápiz labial color carmín que Shampoo le había regalado.

Dio un largo suspiro al finalizar y después, guardó todo lo que había sacado de su bolso.

Al salir del tocador, se detuvo un momento y vio hacia el cielo:

¡Soy una tonta! ¡fue un grave error haber venido!... -pensó, todavía con tristeza- ¡hubiera sido mejor que nunca me enterara de todas esas cosas tan horribles de él!

Iba a empezar a caminar para regresar al salón donde se estaba llevando a cabo la fiesta, pero, de pronto, sintió un agarre en su brazo izquierdo que la jaló hacia un pasillo, que estaba algo apartado.

Se asustó mucho, pues, recordó en ese momento lo sucedido con Kengyu en la Academia del Ejército Imperial Japonés y cuando iba a gritar, sintió que por detrás, la sujetaron de la cintura y le taparon la boca:

― Tranquilízate, por favor, no te voy a hacer ningún daño -le dijo esa persona al oído-.

Akane sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo al escuchar esa voz:

― Voy a soltarte, pero, no vayas a gritar, ¿entendido? -continuó esa persona- solo quiero hablar contigo un momento.

Akane asintió levemente y después sintió cómo la soltaban, suavemente:

― Pero, ¡¿qué cree que está haciendo?! -dijo furiosa, volteando a ver a Ranma- ¡¿cómo se atreve?!

― Baja la voz, por favor, solo quiero hablar contigo.

― ¡Pero, yo no!... ¡no tengo nada qué hablar con usted! -y empezó a caminar para alejarse de él-.

Ranma volvió a sujetarla del brazo y la atrajo hacia él, muy molesto:

― ¡Qué manía la tuya de huir de mí cada vez que te digo que debemos hablar!

― ¡Suélteme! -dijo, tratando de zafarse de sus brazos-.

― ¿Quieres tranquilizarte, por favor? -dijo, todavía molesto- ¡ya te dije que no te voy a hacer ningún daño! ¡solo, escúchame!

― ¡No quiero!

― Akane, por favor -dijo, viéndola detenidamente a los ojos- ¡es que, no puedo quedarme con la duda!... ¡no puedo! ¡tengo que saberlo! -dijo, con desesperación-.

― ¡No sé de qué me habla!

Ranma se quedó callado un momento. Dio un pequeño suspiro con frustración y después, le dijo:

― Akane... quiero escuchar de tus labios que no participaste en la trampa que me pusieron para expulsarme de la Academia.

Ella se sorprendió mucho al escucharlo y dejó de forcejear:

― ¿Trampa? ¿qué trampa?

― Dime que tú no tuviste nada que ver -dijo, acercándola más a él- dímelo, por favor... dime que el testimonio que presentaron de parte tuya, es falso.

Akane se le quedó viendo, muy, pero, muy sonrojada y nerviosa al estar tan cerca de su rostro, sintiendo el olor a vino que desprendía de él:

― Akane -continuó Ranma- mira, si quieres seguir diciendo que jamás nos habíamos visto antes, está bien, ya no voy a insistir, pero, por favor, necesito que me digas que no es cierto lo que dijeron de ti en la Academia... dime que no andas con el Teniente Chardin y que no colaboraste con él para perjudicarme.

― Ranma... usted -dijo, con voz casi inaudible y viéndolo detenidamente a los ojos- está ebrio y por eso, no sabe lo que está diciendo.

Ranma sonrió con algo de ironía al escucharla:

― Puede que sí esté ebrio, Akane, pero, sé perfectamente lo que estoy diciendo... -dijo acercando su nariz, para rozar levemente su mejilla- dímelo ya, por favor.

Akane quedó completamente estática al sentir ese roce. Cerró los ojos por inercia y empezó a temblar:

― Mi preciosa muñequita... -dijo Ranma contemplando su rostro y luego, fijó su mirada específicamente en sus labios-.

Akane aún tenía los ojos cerrados. Tragó duro, muy duro y de pronto, sintió una caricia en sus labios, acompañada de una calidez tan hermosa, que jamás había sentido en su vida...

¡Ranma la estaba besando!

CONTINUARÁ...