Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi y la historia está escrita sin fines de lucro.
Mientras tanto, en el salón donde se estaba llevando a cabo la fiesta, Mariko se encontraba en una de las mesas platicando con algunas de sus amigas, "presumiéndoles" de la falsa relación que tenía con Ranma y de lo "enamorados" que estaban:
― Bueno, pues –dijo, después de escucharla, una de sus amigas llamada Kogane- te felicito, Mariko... perdón si alguna vez dudé que ustedes eran novios.
Mariko sonrió con autosuficiencia al escucharla:
― Yo también te pido disculpas, Mariko, por haberle mandado algunas cartas a Ranma mientras estaba en el Ejército -dijo otra, llamada Emiko- es que... yo...
Mariko la interrumpió:
― No se preocupen, chicas, no hay ningún problema... todo quedó olvidado -dijo, tranquilamente-.
De pronto, se acercaron Lychee, Hiroko y Miyo, que venían de regreso del tocador, para unirse a la "interesante plática" y Mariko continuó:
― Es más, creo que soy yo quien debe pedirles disculpas por haberles hablado de manera inapropiada, exigiéndoles que no le escribieran a mi novio... -hizo una pausa- es que, estaba celosa, muy celosa, pero, ahora comprendo que nunca debí dudar de su amor, porque él solo me quiere a mí... solo a mí.
― ¡Qué romántico! -dijo Hiroko, en tono irónico- ¿y la boda para cuándo, eh?
Lychee y Miyo rieron disimuladamente y las demás voltearon a ver a Mariko:
― Muy pronto, por supuesto -dijo sonriendo muy confiada, porque pensaba adelantar la culminación "del brillante plan" (pues, su papá también le había preguntado hacía unos días, cuándo iba a hablar Ranma con él para pedirle permiso formal para salir con ella. Por eso, debía darse prisa y lograr, de una vez por todas, comprometer a Ranma)- y no se preocupen, porque ustedes serán las primeras en recibir la invitación.
― Ojalá así sea, querida "Mariquita" -dijo Lychee, irónicamente- porque déjame decirte que tienes bastante competencia.
― ¿A qué te refieres? -preguntó, algo molesta-.
― Bueno -dijo Miyo- es que, Lychee posiblemente se está refiriendo a la chica de lindo cabello azul que bailó con él...
Mariko cambió completamente su expresión al escucharla:
― Es cierto -dijo otra llamada Hayami- yo jamás había visto a esa chica, pero, ¿no creen que hacían una linda pareja?
Mariko estaba que echaba chispas, pero, tuvo que tranquilizarse, porque sabía que le estaban diciendo todo eso con malas intenciones y porque le tenían envidia:
― Ranma ni siquiera conoce a esa chica y si bailó con ella solo fue por pura cortesía y porque había que cambiar de pareja, nada más –dijo Mariko-.
― ¿De verdad? -dijo Kogane, siguiéndole el juego a las demás, para molestar a Mariko- a mí más me pareció que Ranma dijo eso del cambio de pareja a propósito, solo para bailar con ella.
Mariko se puso de todos los colores, de lo furiosa que estaba:
― Si lo que buscan es ponerme celosa, pierden su tiempo, "queriditas" -dijo, lo más tranquila posible- yo confío plenamente en él y nada me va a hacer dudar de su amor... absolutamente, nada -aunque en sus adentros, estaba que moría de celos y quería ir a buscarlo, pero, no iba a dar un espectáculo frente a todos sus invitados y dejar que se salieran con la suya... por supuesto que no. Así que, tuvo que serenarse, porque de todas formas, ya faltaba muy poco para lograr su cometido-.
En otra mesa, la señora Nodoka y su hermana se encontraban platicando con algunos de sus conocidos, cuando de pronto, se acercó a ellas el señor Genma:
― Disculpa, Nodoka -dijo, dirigiéndose a su esposa- ¿has visto a Ranma?
― ¿Ranma? -preguntó sorprendida, volteando a ver hacia donde estaba Mariko con sus amigas, luego, hacia la mesa donde estaba Sentaro con su abuela y su novia. Después, volteó a ver hacia la pista de baile- ¡qué extraño!, hace un rato lo vi bailando con... -volteó a ver hacia la mesa donde habían estado Toma y Akane, pero, ahora solamente estaba él, platicando con uno de sus compañeros de trabajo-.
Empezó a ver a todos lados y hasta en ese momento, se percató que ni Ranma ni Akane estaban en el salón. La señora Hinako se dio cuenta de la preocupación de su hermana y dijo, tratando de meter cizaña:
― ¡Vaya! ¡al parecer, tenemos dos desaparecidos! jajaja.
La señora Nodoka volteó a ver a su hermana un momento y después, se dirigió a su esposo:
― ¿Y para qué lo buscas, cariño?
― Bueno, es que, quería aprovechar para presentarle a algunos de los clientes más importantes de nuestra fábrica para que lo conozcan -respondió su esposo- pero, no importa si no se puede ahora... ya será en otra ocasión, no te preocupes -dijo, sonriendo y dándole rápidamente un beso en la mejilla, para regresar con los clientes con los que estaba platicando-.
La señora Nodoka sonrió levemente, pero, se quedó muy intranquila al darse cuenta que precisamente Ranma y Akane no estaban en el salón y el comentario "malintencionado" que había hecho su hermana no ayudaba mucho, pues, la hizo recordar, en ese momento, la actitud tan extraña de su hijo cuando Toma les presentó a Akane.
Verlo bailar con ella tampoco le había parecido muy bien, pues, siendo Akane una mujer comprometida, podría prestarse para malas interpretaciones, ya que, la señora Nodoka no tenía nada en contra de la amistad que Toma y Akane pudieran tener, pero, Ranma era un caso muy distinto, porque se trataba de su hijo...
Se quedó un momento ensimismada. Después, trató de tranquilizarse, porque seguramente, la desaparición de ambos al mismo tiempo, solo era una coincidencia, pues, Ranma y Akane "ni siquiera se conocían" y su hermana, como siempre, solo buscaba atormentarla con sus falsas suposiciones.
Mientras tanto, Asami (la empleada de la familia Saotome, pero, esa noche había sido invitada a la fiesta por la señora Nodoka), había ido a la cocina a traer más botellas de Champaña para llevárselas a algunos de los conocidos y amigos de la señora Hinako, pues, ya se habían terminado las que tenían en su mesa y como siempre, a la tía de Ramma le encantaba "dar órdenes", sintiéndose la anfitriona de la fiesta y aunque esa noche Asami no estaba prestando sus servicios domésticos, para la señora Hinako seguía siendo una empleada.
Asami cumplió la orden para evitar problemas y cuando iba de regreso, escuchó una discusión en uno de los pasillos. Detuvo su andar al reconocer rápidamente la voz de Ranma, pues, le pareció muy extraño y se acercó lo más que pudo, llevada por la curiosidad, pero, lo que vio, la dejó completamente en shock: ¡Ranma se estaba besando con la mujer con la que estaba discutiendo hacía apenas unos momentos!... ¡no podía creerlo!
Se puso muy triste y al observar más detenidamente, se dio cuenta que se trataba de la mujer que había llegado con el empleado de más confianza del señor Genma.
No comprendía nada: sí los había visto bailar, pero, no creyó que ya se conocieran y mucho menos, que tuvieran una relación que, según parecía, no era nada decente si tenían que ocultarse en un pasillo oscuro y solitario, para poder demostrarse su afecto, mutuamente.
La escena era demasiado "desgarradora" para ella y se fue rápidamente de ahí, al no poder soportar ver al "amor de su vida" en esas circunstancias.
Por otro lado, en el pueblo de Nerima:
― Tacchi, cariño, ya ve a acostarte –le dijo Nabiki a su hijo, al verlo bostezando- ya es muy tarde.
Tacchi estaba dibujando y pintando en la mesa de la cocina del pequeño cuarto que su mamá había logrado rentar:
― Pero, no tengo sueño, mami –dijo el niño, bostezando de nuevo- además, mañana no voy a la escuela.
― A la guardería –lo corrigió Nabiki- porque todavía no te he inscrito en la escuela, pero, ya muy pronto estaremos en enero y entonces, sí lo voy a hacer.
― Déjame quedarme un rato más contigo, ¿sí?
Nabiki rio un momento:
― No, Tacchi, aunque no vayas mañana a la guardería, no quiero que te desveles.
El niño dio un pequeño suspiro, con resignación y después, le dijo:
― Está bien, solo voy a terminar de pintar este dibujo... ya me falta muy poco.
― ¿Qué es lo que estás pintando? –dijo, acercándose a él-.
― A ti, a los abuelos y a mí –dijo, mostrándole el dibujo-.
― ¡Te quedó muy lindo, mi amor! –dijo sonriendo, al ver el dibujo-.
― Gracias... solo me faltó dibujar a papi, pero, no sé cómo era.
Nabiki cambió su expresión y se puso rígida al escuchar a su hijo:
― Todos los niños en la guardería hablan de sus papás y cuando me preguntan por el mío, no sé qué decirles –hizo una pausa- mami, ¿cómo era mi papi?... ¿por qué nunca me hablas de él?
― Bueno, es que... él murió poco antes de que tú nacieras, cariño –dijo un poco nerviosa, acariciando la cabeza del niño-.
― Sí, eso ya me lo habías contado, pero, ¿cómo era?... ¿me parezco a él?
Nabiki sonrió con tristeza y después, le dijo:
― Sí, mi vida, te pareces mucho a él y al igual que yo, tu papá también estaba muy ansioso porque nacieras para tenerte entre sus brazos.
― ¡¿De verdad?! –dijo el niño, muy emocionado-.
― Sí, mi amor y si los niños te vuelven a preguntar por él, tú puedes decirles que era idéntico a ti... -hizo una pequeña pausa y después, continuó- que era el mejor padre del mundo y que te quiso con todo su corazón.
El niño sonrió ampliamente al escuchar a su mamá y ella lo abrazó fuertemente:
― Ahora, ve a ponerte la pijama y te vas directo a la cama –dijo Nabiki, dándole un beso en su cabeza-.
― Sí, mami, pero, ¿me vas a leer un cuento antes de dormir?
Nabiki rio al escucharlo:
― Está bien, ahora te alcanzo.
El niño se fue muy contento al dormitorio y Nabiki se quedó pensando:
Tarde o temprano, Tacchi tenía que empezar a hacerme estas preguntas, pero, no puedo contarle la verdad y matarle sus ilusiones... –dio un pequeño suspiro- me parece que por el momento, es mejor que crea que su padre fue un buen hombre –hizo una pausa- cuando sea más grande y pueda entender las cosas, entonces, sí le diré la verdad.
Unas pequeñas lágrimas salieron de sus ojos, pues, sin querer, recordó el día en el que se enteró que estaba esperando a Tacchi... no sabía cómo decírselo a sus padres. Apenas tenía diecisiete años cuando eso pasó y ese hombre desalmado, que decía amarla con todas sus fuerzas, nunca se presentó el día en que había quedado en llegar a su casa para hablar con sus padres y pedirles formalmente salir con ella. Esperó tener noticias suyas por algunos días, pero, jamás llegó a buscarla a su casa ni a la cafetería donde ella trabajaba, en ese entonces (pues, ahí se habían conocido).
Todo se derrumbó para ella al darse cuenta que él únicamente había jugado con sus sentimientos. Sus padres se decepcionaron mucho al enterarse que estaba esperando un hijo de un hombre que apenas conocía, (pues, únicamente tenían poco más de un mes de estar tratándose), sin estar casada y sin haber terminado sus estudios, pero, después, decidieron apoyarla y al nacer Tacchi, se enamoraron perdidamente de él:
¿Cómo pude creer que se había enamorado de mí a primera vista?, ¡qué ilusa!... –dijo Nabiki, internamente- sufrí por su engaño durante mucho tiempo y no sabía cómo enfrentar la vida con un hijo, siendo tan joven... pero, ahora, no sé qué sería de mí, si no tuviera a Tacchi conmigo...
Estaba ensimismada, pero, su hijo volvió a llegar con ella, sacándola de sus pensamientos:
― Mami, ¿mañana sí me vas a dejar poner inyecciones? –le dijo Tacchi, pues, los domingos, Nabiki trabajaba un turno por la mañana y él la acompañaba a su trabajo-.
Nabiki rio bastante al escucharlo y después, lo abrazó fuertemente:
― Cuando seas más grande, a lo mejor te permita hacerlo jajaja... ahora, a dormir –y se lo llevó de la mano, para ir nuevamente al dormitorio-.
Por otro lado, nuevamente en Tokio, en uno de los pasillos "algo solitarios" del complejo deportivo de la familia Konjo:
Ranma tenía aprisionada a Akane entre sus brazos, mientras la besaba, moviendo sus labios torpemente sobre los de ella. Akane se encontraba en un mar de sensaciones y no podía pensar con claridad... sentía que cada roce de los labios de Ranma, quemaba y la hacía temblar:
― ¡No sabes cuánto tiempo soñé con este momento! -dijo Ranma, sin dejar de besarla y acercándola aún más a él (si eso era posible)-.
Akane no sabía cómo reaccionar ante esas hermosas caricias y después, sin darse cuenta, también empezó a mover tímidamente sus labios para corresponderle. Pasaron así unos cuantos segundos más, pues, al parecer, ninguno de los dos quería abandonar los labios del otro, pero, tuvieron que hacerlo, por falta de aire.
Akane estaba completamente roja y con los ojos cerrados aún, pues, todavía no asimilaba lo que acababa de pasar. Ranma sonrió ampliamente al contemplarla y después, se atrevió a acariciar su rostro:
― No, Akane –dijo, refiriéndose a lo que sus amigos le habían comentado que se decía sobre ella en la Academia- tú no eres así... el corazón me lo dice: tú no pudiste haberte prestado para fingir que Kengyu te estaba faltando al respeto para meterme en problemas... estoy seguro que todo se trata de un invento del Teniente Chardin y sus secuaces para lastimarme aún más, al saber de mi interés por ti –hizo una pequeña pausa y después, dijo- tú no andas con el Teniente, ¿verdad?... dímelo por favor: dime que no estoy equivocado –volvió a suplicarle-.
Akane se le quedó viendo un momento y aunque al principio pensó que Ranma únicamente estaba diciendo incoherencias debido a los efectos del alcohol que había ingerido, se dio cuenta que, como él le había asegurado, sabía lo que estaba diciendo... ¿sería posible que ese Teniente, en venganza porque ella no había aceptado "su propuesta", se atreviera a voltear las cosas e inventara que ella andaba con él y que había colaborado para la expulsión de Ranma?... sí, era lo más seguro:
― Yo... -dijo al fin Akane, con voz casi inaudible y sin atreverse nuevamente a verlo a los ojos- yo... yo... no ando con ningún Teniente y...
Ranma sonrió ampliamente al escucharla y dijo, interrumpiéndola:
― ¡Lo sabía!... ¡sabía que tú no eras así! –y la estrechó fuertemente entre sus brazos. Después, tomó su rostro con una de sus manos y volvió a darle un beso en los labios-.
Akane se separó un poco de él y le dijo, con voz temblorosa:
― Ranma... yo... por favor... no confunda las cosas... -y apartó rápidamente la mano de él, de su rostro- esto no debió pasar... suélteme, por favor -dijo, inclinando la cabeza e intentando apartar también el brazo izquierdo de Ranma, que aún sujetaba su cintura-.
― ¿Te refieres a los besos que nos dimos? –preguntó, tranquilamente y Akane se puso mucho más roja de lo que ya estaba- ¿por qué dices que no debió pasar, si tú también lo deseabas tanto como yo?... pude sentirlo.
Ella no le respondió y él continuó:
― Me correspondiste, Akane -y diciendo esto último, tomó su mentón para que lo viera-.
Algunas lágrimas empezaron a salir de los ojos de Akane, porque era cierto: ella también deseaba besarlo y por eso, inconscientemente, le había permitido que lo hiciera:
― Akane, me interesas mucho más de lo que yo imaginaba... yo... yo... estoy... estoy loco por ti -volvió a hablar, Ranma- por favor, dame una oportunidad para demostrártelo... permíteme acercarme a ti...
― ¡Esto está mal! -dijo Akane con desesperación, volteando su rostro a otro lado- ¡compréndalo, por favor!
― Pero, Akane...
― ¡Yo estoy comprometida, se lo he dicho ya varias veces!... -aunque, en realidad, quizás habían sido un par de veces, únicamente- y usted... ¡usted tiene novia! -dijo molesta- ¡ah, no!, más bien: ¡una "amiga con derechos"!
Ranma se le quedó viendo, confundido:
― ¿Una amiga con qué? -preguntó, pues, nunca antes había escuchado sobre algo así, mientras que, Akane sabía muy bien de qué se trataban esas relaciones, al escuchar a varias de sus compañeras de la universidad hablar de eso, en especial a Azusa y sus amigas (las que se habían burlado de ella, el día del examen de admisión y que "esporádicamente", le hacían comentarios ofensivos, especialmente, sobre su vestimenta)-.
Akane logró apartarse de él, bruscamente y después le dijo, aún más molesta:
― ¡Está muy equivocado si creyó que yo sería una más de sus conquistas!
Ranma se sorprendió mucho:
― ¿Conquistas? -hasta en ese momento recordó lo que él mismo le había dicho hacía unas horas, cuando ella y Toma acababan de llegar- Akane, mira... si lo dices por lo que mencioné hace un rato sobre que había tenido varias novias, no es cierto, yo solo...
― ¡Sí! -volvió a decir, irónicamente- ¡ya me quedó claro!: ¡usted solo ha tenido amigas con derechos!
― No sé a qué te refieres al decir eso, pero...
― ¡Yo no soy como las mujeres con las que está acostumbrado a jugar! -dijo bastante molesta y "celosa" a la vez. Hizo una pausa y después dijo, con voz un poco más baja, sin analizarlo siquiera- todos estos días, después de lo que pasó, yo... no pude evitar pensar en que lo había metido en problemas por... por haberme defendido -dio un pequeño suspiro- no sé para qué me preocupé por usted...
Ranma la escuchó perfectamente:
― Tú... ¿estabas preocupada por mí? –preguntó, sin poder evitar sentir alegría- ¿de verdad?
Akane se dio cuenta que había cometido una imprudencia al haber dicho eso. Se puso muy nerviosa y mejor empezó a caminar para alejarse, pero, él volvió a tomarla del brazo:
― Espera, por favor...
― ¡Suélteme! -le dijo furiosa y esta vez, se atrevió a darle una bofetada, por la gran vergüenza y los celos que sentía- ¡no vuelva a tocarme!... ¡es usted despreciable!... ¡lo odio! -y diciendo esto último, salió corriendo de ahí, tratando de limpiarse inútilmente las lágrimas que salían involuntariamente de sus grandes ojos color café-.
Mientras tanto, nuevamente en el salón donde se estaba llevando a cabo la fiesta:
― Como que tu amiga ya se tardó, ¿no crees, Toma? -dijo uno de sus compañeros de trabajo llamado Taro Wang (un chico chino alto, de cabello castaño oscuro y corto, de piel morena clara y ojos grisáceos, que también había sido compañero de estudios, tanto de él como de Kirin, en la secundaria y en la preparatoria)-.
― Sí, creo que sí...
― A lo mejor decidió irse sin ti jajajaja -dijo Taro, bromeando-.
― Cállate, ¿quieres? –dijo Toma un poco molesto, bebiendo una copa de Champaña- ella no haría algo así.
― Jajaja bueno, bueno, no te enojes jajaja.
Toma negó con la cabeza y después, fijó su mirada hacia donde Akane había ido, esperando que pronto apareciera y Taro volvió a hablar:
― Hasta que se te hizo que aceptara salir contigo jajajaja... se nota que estás muy enamorado de ella y eso sí que es muy extraño de ti, ¿eh? –hizo una pausa- jamás creí que te vería así, porque siempre fuiste "demasiado noviero" y con ninguna te había visto tan entusiasmado como lo estás ahora.
― Creo que exageras al decir que fui "noviero", Taro, pero, en el último de los casos... –hizo una pausa- cambié mucho al conocer a Akane... -dio un pequeño suspiro- yo... yo jamás me había enamorado.
Taro rio un poco al escucharlo:
― Jajaja, ¿no me digas que ahora eres como Kirin así de cursi? jajaja... porque ya ves que, desde que conoció a Shampoo, todo su mundo gira alrededor de ella jajajaja.
Toma se le quedó viendo un momento y Taro continuó:
― Bueno, pero, si tanto quieres a esa chica, ¿por qué no se lo dices directamente de una vez por todas?
Toma iba a responderle, pero, de pronto, vio a Akane ingresar al salón:
― Disculpa un momento –le dijo a Taro, levantándose rápidamente de su lugar para ir con Akane:- ¿estás bien? –preguntó, acercándose a ella y tomándola suavemente de los brazos- me tenías muy preocupado...
Akane sonrió con tristeza:
― Sí, estoy bien... gracias, Toma... disculpa que me haya tardado tanto, pero, es que... me perdí –dijo, mintiendo-.
― Debí suponerlo, ¡qué torpe soy! –dijo dándose una palmada en la frente, como si fuera lo más obvio del mundo- este lugar es tan grande y...
― ¿Podemos irnos ya? –dijo, interrumpiéndolo- es que... estoy muy cansada.
― Sí, por supuesto... solo permíteme ir a despedirme de mis jefes, ¿sí?
Ella asintió levemente y de pronto, la señora Nodoka se acercó a donde ellos estaban, (al darse cuenta que Akane había regresado al salón):
― Disculpa, linda –dijo, dirigiéndose a Akane- ¿no has visto a mi hijo?
Akane se puso muy rígida y empezó a temblar un poco al escucharla:
― Es que –continuó la señora Nodoka- mi esposo lo está buscando y...
― ¡No, lo siento!... yo... ¡no lo he visto! –dijo rápidamente, muy nerviosa-.
Tanto Toma, como la señora Nodoka se le quedaron viendo un poco extrañados por su actitud:
― ¿Estás bien, querida? –le preguntó la mamá de Ranma- te ves demasiado pálida y tus ojos están muy rojos... acaso, ¿estabas llorando?
Akane se puso mucho más nerviosa:
― No... yo... estoy bien... muy bien... no me pasa nada –dijo, tartamudeando un poco- es que...
― Es que, ya está muy cansada –dijo Toma, interrumpiéndola y dirigiéndose a la señora Nodoka- Akane no está muy acostumbrada a trasnochar y precisamente, íbamos a ir a despedirnos, para agradecerles la invitación tan cordial que nos hicieron.
― No tienen nada qué agradecer, Toma –dijo sonriendo, la señora Nodoka- me alegra mucho que hayan podido venir y que por fin hayamos conocido a la chica que tanto mencionabas que se parecía a una de las muñecas de porcelana –después, se dirigió a Akane- espero volver a verte pronto, linda... ojalá puedas ir a visitarnos a nuestra casa, algún día.
Akane sonrió levemente y la señora Nodoka continuó:
― Toma sabe muy bien donde vivimos y quizás, la próxima vez... puedas venir también con tu prometido –dijo sin mala intención, pero, creyó conveniente hacerlo-.
Ambos cambiaron su expresión al escucharla:
― Estoy segura que a él también nos agradará mucho conocerlo.
― Sí, por supuesto –dijo Akane, tímidamente-.
― Bueno... -dijo Toma algo incómodo, porque no le gustó nada que la señora Nodoka mencionara al prometido de Akane- creo que es mejor que nos retiremos... buenas, noches –dijo, haciendo una reverencia-.
― Buenas noches, que les vaya bien –dijo la señora Nodoka-.
― Gracias –dijeron ambos y empezaron a encaminarse a la salida del salón-.
La señora Nodoka los observó hasta que desaparecieron de su vista y después, la señora Hinako se acercó a ella:
― Esa niña me da muy mala espina... es demasiado extraña, ¿no te parece?
La señora Nodoka no le respondió, aunque no podía evitar tener un mal presentimiento. Sentía que no era correcto seguirla tratando y era mejor que no volvieran a verla... sobre todo, Ranma.
Se quedó un momento ensimismada, pero, su hermana volvió a hablar:
― ¡Ay, ¿dónde estará Asami?!... ¡ya se tardó mucho con las botellas de Champaña que le pedí!
― Hinako –dijo la señora Nodoka, con reproche- Asami vino a esta fiesta como mi invitada, no como trabajadora... no debiste pedirle a ella que trajera esas botellas.
― ¡Ay, Nodoka! ¿quién va a creer que es una invitada?, por favor –dijo, despectivamente- solo anda haciendo el ridículo con ese vestido viejo, de muy mal gusto y pasado de moda... ¡no sé para qué la invitaste!... -hizo una pausa- solo estás haciendo quedar mal a la pobre "Mariquita" y a nuestra familia, al invitar gentuza como ella, que no es de nuestra clase social.
La señora Nodoka se le quedó viendo y después, le dijo:
― ¿Sabes, Hinako? a veces me asusta mucho tu forma de ser y de pensar... no sé por qué eres tan despectiva y por qué cambiaste tanto: nuestros padres no nos educaron de esa forma...
La tía Hinako bufó fastidiada y su hermana continuó:
― Además, hablas tan mal de las personas que no son, según tú, de nuestra clase social, entonces, ¿por qué te casaste con Kenichi? –se refería a su difunto cuñado- si él tampoco era de "nuestra clase social", como tanto recalcas... era una persona modesta y...
La señora Hinako se molestó mucho al escuchar a su hermana y dijo, rápidamente para interrumpirla y evadir el tema:
― Creo que ya regresó Asami... discúlpame –dijo, alejándose de su hermana para acercarse a Asami- ¡por fin, niña! –dijo, quitándole las botellas- ¡tardaste mucho!... ¿qué tanto hacías, eh?, mis invitados hace rato que están esperando la Champaña.
― Perdón, señora... -dijo, con voz apagada- no fue... no fue mi intención tardarme tanto.
La señora Hinako solo negó con la cabeza y fue rápidamente a la mesa donde estaban sus conocidos, para llevarles las botellas.
La señora Nodoka se acercó a Asami y le dijo:
― Gracias por traerle las botellas a mi hermana, Asami, aunque yo te dije que no lo hicieras, porque hoy no estás prestando tus servicios.
― Para mí es un placer servirles, señora Saotome -dijo, algo reseca- porque al final, sigo siendo su empleada... con permiso -y se fue rápidamente de ahí-.
Por otro lado, después de algunos minutos, Toma y Akane acababan de llegar al edificio donde ella vivía. Bajaron del taxi y él le dijo:
― ¿Quieres que te acompañe a tu departamento?
― No, Toma, gracias -dijo, con voz apagada-.
Él se le quedó viendo y después le dijo, con algo de preocupación:
― Casi no dijiste nada durante el camino... ¿te pasa algo?... ¿por qué no me lo dices?...
― No, Toma, no me pasa nada.
― ¿Te hicieron algún desaire?... quizás la señorita Konjo, la señora Ninomiya o...
― No, Toma, de verdad -dijo, interrumpiéndolo- no pasa nada, no te preocupes.
Toma se le quedó viendo, no muy convencido y después, dio un pequeño suspiro:
― Ay, Akane, cómo me gustaría que te abrieras conmigo y me tuvieras confianza -dijo, tomando una de sus manos para besar sus nudillos-.
Akane también se le quedó viendo un momento, sin decir nada y él continuó:
― Bueno, creo que es mejor que me vaya y te deje descansar...
― Gracias, Toma -dijo, sonriendo levemente- gracias por todo... me la pasé muy bien.
― ¿De verdad?
― Sí, de verdad... tus jefes son muy buenas personas, me cayeron muy bien y...
― ¿Su hijo?... ¿él qué tal te pareció? -preguntó, interrumpiéndola-.
Akane volvió a quedarse helada al escuchar hablar de él, pues, sin poder evitarlo, recordó lo que había pasado entre ellos y no supo qué responder:
― Veo que él no te cayó muy bien que digamos -dijo Toma, al ver su actitud-.
Akane inclinó su rostro:
― Discúlpame, Toma, pero, de verdad, ya estoy muy cansada -dijo, evadiendo el tema- adiós y gracias por todo, nuevamente -y se dio la vuelta para ingresar al edificio-.
― Adiós, Akane... hasta pronto -dijo Toma y se quedó observándola hasta perderla de vista-.
Akane saludó al guardián del edificio y después, llegó a su departamento. Ingresó y luego, cerró lentamente la puerta, para recostarse en ella un momento. Dio un largo suspiro y sin darse cuenta, llevó una de sus manos a su boca para tocar sus labios, pues, aún tenía presente todas las sensaciones que le habían provocado los besos de Ranma...
No creía lo que había pasado y cómo fue posible que ella lo permitiera, si ni siquiera a Kuno, siendo su prometido, le había permitido que la besara.
Estaba ensimismada, cuando de pronto, alguien le habló:
― Akane, qué bueno que ya hayas regresado -dijo Shampoo con su pijama puesta, bostezando y frotándose los ojos (pues, algunas veces, Shampoo se quedaba en su departamento)- ¿cómo te fue?
― Bien... gracias -dijo, nada más-.
― ¿Solo bien? -dijo sorprendida- ¿es en serio?... acaso, ¿no lo viste?... ¿no pudiste hablar con él?... ¿qué pasó? ¡cuéntame!
― Shampoo, estoy muy cansada... no quiero hablar de eso ahora, por favor -dijo, encaminándose hacia su habitación-.
― Akane, ¡no me dejes con la curiosidad, por favor! -dijo, en tono de súplica- ¡dime por lo menos si lo viste, ¿sí?!... ¡anda! ¡¿qué te cuesta?!
Akane estaba dándole la espalda. De pronto, detuvo su andar y empezó a llorar. Shampoo se sorprendió mucho y se acercó a ella:
― Akane, ¿qué te pasa? -dijo preocupada, colocando una mano en uno de sus hombros- ¡no me asustes, por favor!
Akane se dio la vuelta y la abrazó fuertemente:
― ¡Tenías razón, Shampoo!... ¡siempre tuviste razón!
― ¿Razón? –preguntó confundida- ¿en qué?
― ¡Lo quiero, Shampoo!... ¡lo quiero! -dijo desesperada- ¡no puedo evitarlo!: ¡lo quiero con toda el alma!...
Shampoo se sorprendió mucho más al escucharla, (aunque, eso lo sabía desde hacía ya un buen tiempo):
― Tranquilízate, Akane -dijo, abrazándola también- no te pongas así, porque no es nada malo lo que sientes por él -Akane seguía llorando y Shampoo volvió a decirle:- te voy a preparar un té, para que te tranquilices, ¿sí? -Akane se limpió las lágrimas y después, asintió levemente- vamos a la cocina -dijo Shampoo, tomándola de la mano-.
Por otro lado, nuevamente en la fiesta que se estaba llevando a cabo, Ranma se encontraba cerca de la cancha de tenis del complejo deportivo. Tenía la pierna izquierda subida en una de las bancas que estaban por ahí, mientras recordaba lo que había sucedido con Akane y las últimas palabras que ella le había dicho:
¡No sé para qué me preocupé por usted!... ¡No vuelva a tocarme!... ¡es usted despreciable!... ¡lo odio!
Esas palabras seguían resonando con fuerza en su mente y después se dijo internamente, con algo de desesperación:
¡Me porté como un verdadero canalla!: ¡jamás debí besarla a la fuerza!... –(aunque, no había sido "tan a la fuerza" porque ella sí le había permitido que la besara). Después, pasó una de sus manos por su cabello, con frustración- pero, es que, al tenerla tan cerca... yo... ¡no pude evitarlo!: ¡quería besarla!... ¡tenía que hacerlo! –hizo una pausa- y lo peor de todo es que, ¡no me arrepiento de haberlo hecho!
Estaba ensimismado, cuando de pronto, Mariko le habló:
― ¡Ahí estás, cariño! –dijo muy contenta, acercándose donde él estaba- ¿por qué ya no regresaste a la fiesta?
Él volteó a verla:
― Todos están preguntando por ti.
― Te dije que quería tomar aire –dijo, algo reseco-.
Ella se le quedó viendo un momento:
― ¿Por qué no me cuentas qué tienes, mi vida? –dijo, acariciando su rostro -.
― No tengo nada, Mariko –dijo, alejándose un poco de la banca donde estaba- es solo que...
― ¿Qué? –preguntó ella-.
― Mariko... desde un principio, te dije que no hicieras esta fiesta, porque yo sigo sin tener nada que festejar –dio un pequeño suspiro- yo solo fui a fracasar a aquel lugar y...
― ¡Ya no pienses en eso! –dijo rápidamente, abrazándolo por el cuello- ése no era lugar para alguien como tú –hizo una pequeña pausa- tu lugar es aquí donde estás ahora: conmigo –y le dio un pequeño beso en los labios-.
Él se le quedó viendo y después le dijo, separándose de ella:
― Mariko, yo... te voy a pedir que no me vuelvas a besar.
― Pero, ¿por qué? –dijo entre sorprendida y molesta, al escucharlo- ¡si lo hemos hecho ya varias veces! –en realidad, era ella quien lo besaba-.
― Sí, puede ser –dijo, algo incómodo- pero, es que, tú y yo solo somos amigos y sigo sin ver correcto que...
― ¡Tú eres quien quiere seguirme viendo como una amiga! –dijo, con notoria molestia- ¡porque yo nunca pude verte así!
― Discúlpame, por favor, pero, es que, por más que quiera verte de otra manera, no puedo... además, está Shinno de por medio, a quien por cierto, ni siquiera quisiste invitar –él no sabía que Shinnosuke sí había llegado, pero, que ella lo había tratado muy mal-.
― No vino, porque no quiso –dijo, mintiendo- porque yo sí lo invité, además, él sabe muy bien que jamás voy a corresponder a sus sentimientos.
Ranma se quedó callado un momento y ella continuó:
― ¿Por qué al menos no lo intentamos? ¿sí? –dijo acercándose nuevamente a él, para abrazarlo por el cuello- solo, dame una oportunidad.
Ranma se le quedó viendo. Dio un pequeño suspiro y no pudo evitar volver a recordar los besos que se había dado con Akane... verla aún más hermosa con el vestido que traía puesto y al estar tan cerca de esa forma con ella, por primera vez (después de tanto tiempo de soñar con ella y de tenerla presente siempre en su mente).
Fue lo más hermoso que le pudo haber pasado (a pesar de la bofetada que había recibido y que tenía muy bien merecida, por su atrevimiento)... ¿sería posible olvidarla ahora después de lo que había ocurrido entre ellos?:
― Yo... -dijo al fin, Ranma- déjame pensarlo, por favor, Mariko, ¿sí?... es que, no me siento preparado para iniciar una relación en estos momentos.
¡¿Qué no está preparado?! –pensó Mariko, algo molesta- pero, ¡¿por qué tiene que pensarlo tanto?! –y antes de que pudiera objetar algo, Ranma volvió a decirle:-
― Ahora, será mejor que regresemos a la fiesta –y la tomó de la mano para empezar a caminar, pero, Mariko siguió pensando- ¡no, ya no hay tiempo!... ¡debo lograr esta semana que él finalmente se comprometa conmigo!... ¡no puedo esperar más!: ya que, mi papá estará fuera de la ciudad por algunos días, puedo aprovechar para estar a solas con él en la casa... ya veré como le hago para deshacerme de los empleados para que no nos molesten.
CONTINUARÁ...
