Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi y la historia está escrita sin fines de lucro.

Por otro lado, después de unas horas más, en el puesto de salud del pueblo de Nerima, el doctor Tofu se encontraba hablando con las enfermeras, sobre la oportunidad de trabajo que se estaba presentando en la hacienda Tatewaki, para encargarse del cuidado de Kodachi:

̶ Y bien –dijo el doctor, después- ¿alguna de ustedes está interesada?

Las enfermeras voltearon a verse entre ellas, pues, ninguna se atrevía a responderle:

̶ Gracias, doctor –dijo al fin, una de ellas- pero, yo no.

̶ ¡Yo menos! –dijo otra- ¡con el carácter del señor Kuno, ¿quién en su sano juicio aceptaría ese trabajo?!

̶ ¡Es cierto! –dijo otra de las enfermeras- ¡no hay quien aguante a ese gruñón!: ¡preferiría morirme de hambre, antes que ir a trabajar para ese déspota!

El doctor Tofu rio un poco al escucharlas y después, negó con la cabeza:

̶ Me parece que lo están juzgando duramente, muchachas, además, estoy seguro que les pagará muy bien por sus servicios.

̶ ¡Aun así, no gracias! –volvió a decir una de ellas-.

Kasumi y Nabiki solo estaban escuchando la conversación, por estar atendiendo a unos enfermos:

̶ ¿Tan terrible es ese señor? –le preguntó después, Nabiki a kasumi- porque las chicas no han dejado de hablar "tan bonito de él" –dijo, irónicamente-.

Kasumi rio un poco y le dijo:

̶ Mira, yo no lo he tratado mucho, pero, la mayoría de personas comenta por ahí que sí tiene un carácter, digamos, un tanto difícil.

̶ ¿En serio? –dijo Nabiki- bueno, quizás es por la edad.

̶ ¿Por la edad? –preguntó Kasumi, confundida-.

̶ Sí, porque imagino que debe tratarse de un señor mayor, ¿no?

Kasumi rio aún más al escucharla y después, le dijo:

̶ ¡No, Nabiki, no es un señor mayor! jajaja.

̶ ¿Ah, no?

̶ ¡No! jajajaja: ¡Kuno Tatewaki es un muchacho que no debe pasar de los veinticinco años! jajaja.

̶ ¿De verdad? –preguntó incrédula- ¿tan joven es y ya es un cascarrabias?

Kasumi volvió a reír:

̶ Pero, ¿tú crees que sí pagaría bien por nuestros servicios? –volvió a preguntar Nabiki-.

̶ Bueno, pues, es uno de los hacendados más reconocidos del pueblo y seguramente, el dinero es algo que le sobra...

̶ Ya veo... -dijo Nabiki y después, se quedó pensando detenidamente:-

̶ ¿Qué sucede Nabiki? –le preguntó Kasumi, al verla tan pensativa- ¿acaso estás considerando tomar esa oportunidad de trabajo?

Nabiki se quedó callada un momento y después, volteó a verla:

̶ Pues, si ninguna de las chicas está interesada en trabajar para el señor Tatewaki, creo que sí, Kasumi –dijo, al recordar que su sueldo ya no le iba a alcanzar para cubrir todos sus gastos- iré hoy mismo a buscarlo al salir del trabajo y veré si me conviene o no esa oportunidad.

Mientras tanto, en Tokio, en la oficina principal de la fábrica de la familia Saotome:

̶ ¿Hijo, estás aquí?, ¿me escuchas? –volvió a preguntar el señor Genma, mientras agitaba su mano frente al rostro de su hijo, al ver que no había prestado atención a nada de lo que acababa de explicarle, respecto a los nuevos clientes que tendrían que ir a visitar muy pronto para mostrarles las piezas de cerámica que habían solicitado- ¡Tierra llamando a Ranma! –dijo, después-.

̶ Eh... perdón, papá –dijo al fin Ranma, reaccionando- ¿qué me estabas diciendo?

̶ ¿Qué es lo que te pasa, muchacho? –dijo el señor Genma- has estado demasiado distraído: pareciera como si estuvieras flotando por las nubes y soñando despierto jajaja.

Ranma rio un poco al escucharlo:

̶ Lo siento, papá –dijo, después- es que... bueno, yo...

̶ ¿No me digas que se debe a una chica? –preguntó, interrumpiéndolo-.

̶ Pues...

̶ A ver, cuéntame –dijo, con curiosidad- ¿estás así por una chica? –volvió a preguntarle-.

Ranma dio un pequeño suspiro, antes de responderle:

̶ Sí, papá, así es...

̶ Jajaja ¡no estaba equivocado!... ¡mi hijo está enamorado! –dijo riendo, el señor Genma- ¡esto sí que es nuevo para mí! jajajaja...

Ranma volvió a reír y su papá continuó:

̶ A ver, ¿y cuándo conoceremos a la chica?

̶ Muy pronto, papá... -dijo lentamente y dando ahora, un largo suspiro-.

̶ ¡Ay, muchacho, no pensé que el amor te fuera a pegar tan fuerte! jajaja.

̶ Sí, papá, tienes mucha razón: me pegó muy fuerte... demasiado fuerte, diría yo jajaja.

Ambos rieron un poco:

̶ De verdad, me alegra mucho verte tan ilusionado, hijo –le dijo después el señor Genma, sonriendo nuevamente- solo espero que no vayas a tardarte demasiado en presentárnosla, ¿eh?

Ranma sonrió al escucharlo y después, negó con la cabeza:

̶ Bueno, más te vale –continuó el señor Genma- porque solo de esa manera, tu mamá dejará de preocuparse por ese otro asunto... -dijo, sin analizarlo-.

̶ ¿Otro asunto? –preguntó Ranma, cambiando su expresión- ¿qué asunto, papá?

̶ Bueno, hijo, es que... -se rascó la nuca, algo nervioso, arrepintiéndose de haber hecho ese comentario:- no, no es nada... olvídalo.

̶ ¿Qué ocurre, papá? –volvió a preguntar, Ranma- ¿mi mamá ha estado preocupada por algo?

El señor Genma se le quedó viendo y después, se quedó pensando un momento:

̶ Sí, hijo, así es... -dijo, dando un pequeño suspiro- mira, yo no quería contártelo, pero...

̶ Dime, por favor –insistió, Ranma-.

̶ Bueno, muchacho, es que... no sé si deba hacerlo...

̶ Por favor, dímelo –volvió a suplicarle-.

̶ Está bien, te lo diré -dijo resignado y tomando un poco de aire, antes de volver a hablar- lo que sucede es que tu mamá ha estado muy preocupada, porque cree que tú te reencontraste con la chica que conociste hace años en una heladería y que está comprometida... -hizo una pequeña pausa- y cree que esa chica es... ¿cómo es que se llama? –dijo, tratando de recordar- eh... bueno, no se me viene su nombre ahora, pero, tu mamá cree que es esa chica que Toma nos presentó en la fiesta que dio Mariko hace un mes, ¿la recuerdas?

(Por supuesto que la recordaba muy bien).

Ranma estaba más que sorprendido, luego de escuchar a su papá:

̶ Es una chica de cabello azulado –continuó el señor Genma- que se parece mucho a una de las muñecas de porcelana...

̶ ¿Mi mamá ha estado preocupada por eso? –preguntó Ranma, interrumpiéndolo-.

̶ Sí, muchacho –le confirmó su papá- yo he tratado de tranquilizarla, porque ha sido tanta su preocupación que hasta pensó en mandarte por unos meses con tus abuelos para alejarte de aquí...

̶ ¡¿Qué dices?! –preguntó desconcertado, al escuchar eso último- ¡¿mi mamá quería alejarme de aquí por eso?!

El señor Genma se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

̶ Sí, hijo, pero, lo hizo con las mejores intenciones: ella no quiere que te metas en problemas por estar interesado en una mujer con compromisos.

̶ Ahora comprendo muy bien la insistencia de mi mamá porque me fuera a vivir con mis abuelos –dijo, pasando una de sus manos por su cabello, con frustración-.

̶ De cualquier manera, eso ya no debe importarnos porque tú ya estás saliendo con una chica de la cual estás enamorado y que no tiene compromisos, ¿cierto?...

Ranma no le respondió y se quedó con la mirada perdida un momento:

̶ Porque si no es así, muchacho –continuó su papá- sabes muy bien que ni tu madre ni yo aprobaremos que...

̶ Sí, papá –dijo después, con voz algo baja- lo sé muy bien... lo sé de sobra y por eso... –dijo, dando un pequeño suspiro- por eso, solo puedo decirte que... mi madre y tú no tienen nada de qué preocuparse.

̶ Me alegra escucharlo, hijo, porque me quitas un gran peso de encima jajaja –dijo después más tranquilo, el señor Genma-.

Ranma sonrió levemente y después, pensó:

Me siento mal por mentirles a mis padres, pero, estoy seguro que de alguna forma, lograré más adelante que acepten a Akane, porque aunque por el momento está comprometida con alguien más, es la mujer que amo y no pienso renunciar a ella por ningún motivo y menos ahora que... -hizo una pausa- menos ahora que presiento que sí corresponde a mis sentimientos –dijo internamente, muy ilusionado-.

Por otro lado, Mariko se encontraba en una cafetería, esperando a la tía Hinako, pues, habían quedado en almorzar juntas ese día:

¡¿Por qué me tuvo que pasar esto a mí?!... ¡¿por qué?!... ¡¿por qué?! –decía internamente, mientras leía nuevamente la hoja que contenía los resultados que le habían entregado hacía unas horas, en el hospital- ¡yo no quiero un hijo de Shinnosuke!... ¡no quiero! –pensaba, muy desesperada- ¡ay, no!, ¡¿cómo pude ser tan tonta?!

Estaba ensimismada, pero, de pronto, llegó la señora Hinako:

̶ ¡Hola, linda, ¿cómo has estado?! –dijo, acercándose a saludarla-.

Mariko dio un pequeño brinco por el susto y escondió rápidamente la hoja que estaba leyendo en el bolso de mano que cargaba:

̶ ¡Tía Hinako! –dijo rápidamente, bastante nerviosa- ¡qué gusto de saludarla!

̶ Igualmente, linda –dijo algo sorprendida por su actitud, acercándose a darle un beso en la mejilla- ¿te pasa algo? –le preguntó, después- te veo tensa...

̶ Eh... no, no... no me pasa nada –dijo, aún muy nerviosa-.

̶ ¿De verdad? –dijo, no muy convencida-.

̶ Sí, de verdad... gracias, todo está bien.

̶ ¡Qué bueno! –dijo, sentándose y sintiendo algo de curiosidad por la hoja que había escondido:- ¡me alegra que hayas aceptado mi invitación a comer, querida! –dijo, después- porque ya hace tiempo que no me visitas y no me has contado si lograste al fin culminar el plan con mi sobrino...

̶ Eh... ¿gusta que nos traigan algo de beber? –dijo, tratando de desviar la conversación- porque podemos ordenar ya.

̶ Me parece muy bien, linda... creo que una limonada estaría bien.

̶ Perfecto, entonces, pediré que se la traigan... –dijo, llamando rápidamente a un camarero-.

El camarero llegó a tomar la orden y después de irse, la tía Hinako insistió con la conversación:

̶ Entonces, querida... ¿ya lo lograste? –dijo, bajando un poco la voz-.

̶ Eh... ¿perdón? –dijo, haciéndose la desentendida-.

̶ Que si ya lograste que mi sobrino cayera ante tus encantos –dijo nuevamente, riendo un poco-.

̶ ¡Ah, eso! -dijo, muy nerviosa- bueno, es que, yo... eh...

̶ ¡Ay, no sientas pena conmigo, Mariquita! –dijo, animándola a contarle- tú sabes que puedes confiar en mí.

̶ Sí, lo sé, tía Hinako, pero, es que...

̶ Sí lo lograste, ¿verdad? –dijo, interrumpiéndola-.

Mariko se le quedó viendo un momento, sin saber qué decirle:

̶ ¿Lo lograste? –volvió a preguntar la tía Hinako, al ver que no le respondía- ¡cuéntame, linda! –insistió nuevamente, algo ansiosa- es que, de haberlo logrado, Ranma tendría que casarse contigo inmediatamente, porque ante todo está tu honra, querida y te aseguro que mi hermana y mi cuñado lo obligarían a que te cumpliera.

Mariko dio un pequeño suspiro y después, dijo:

̶ Bueno, es que, yo...

̶ ¡Imagínate si estuvieras esperando un hijo de él! –dijo muy contenta, interrumpiéndola- ¡eso sería maravilloso!

̶ ¿Un... un... un hijo? –dijo, muy nerviosa-.

̶ ¡Sí, linda, por eso, tienes que contarme si ya lo lograste!

Mariko se le quedó viendo, pues, le seguía sorprendiendo mucho que la señora Hinako fuera tan liberal. Después, se quedó pensando un momento, porque la idea que acababa de darle no estaba tan mal:

̶ Sí, tía Hinako: ya lo logré –dijo, después-.

̶ ¡¿De verdad?! –dijo muy emocionada, la tía Hinako- ¡ay, te felicito, querida! –dijo, acercándose a abrazarla y después, le dijo- ¡Ranma tendrá que casarse contigo!... ¡debes contarles cuanto antes a mi hermana y a mi cuñado!

̶ Eh... preferiría esperar un poco, tía Hinako –dijo nuevamente, nerviosa-.

̶ ¿Pero, por qué? –preguntó sorprendida- si con esto es más que suficiente para que...

̶ Sí, tiene razón –dijo, interrumpiéndola- pero, tome en cuenta que también está mi padre y debo prepararlo para la noticia.

̶ Eso sí... pero, ¡no dejes pasar demasiado tiempo, linda!

̶ Sí, se lo prometo.

̶ Bueno, pero, por lo menos, cuéntame cuándo fue que lo lograste...

̶ Eh... pues... fue hace un mes.

̶ ¡¿En serio?! –dijo, nuevamente muy emocionada y después, pensó- ¡ay, ya quiero ver la reacción de Nodoka cuando se entere de lo que anda haciendo su querido hijito!... ¡esto será un escándalo y lo voy a disfrutar al máximo! jajaja.

Mientras tanto, en el pueblo de Nerima, en la hacienda Tatewaki, Anna se encontraba en la cocina, alistando en un pequeño azafate las medicinas que Kodachi debía tomar a esa hora (pues, mientras llegaba una enfermera a encargarse de su cuidado, ella se había ofrecido a hacerlo).

Al tener todo listo, se dispuso a salir de la cocina para llevárselas, pero, antes de poder hacerlo, Mousse llegó rápidamente con ella, con la respiración agitada por venir corriendo y le dijo:

̶ ¡Anna, espera!

̶ ¡¿Qué pasa, Mousse?! –le preguntó, muy sorprendida- ¡¿qué haces aquí?!... ¡me asustaste!

Mousse tomó aire para tratar de regular su respiración:

̶ Perdóname, por favor, es que... –dijo, con algo de dificultad aún- logré escaparme un momento del trabajo...

̶ ¿Y por qué hiciste eso? –le preguntó, un poco molesta- puedes tener problemas con el señor Tatewaki.

̶ Sí, lo sé muy bien, pero...

̶ ¿Qué?

̶ Bueno, lo que sucede es que, yo...

̶ Te puede despedir.

̶ Déjame hablar, por favor –le dijo, sonriendo- ya suficiente tuve con los regaños de Ryu jajaja -después, tomó un poco más de aire para continuar- es que, me escapé para poder venir a preguntarte por la señorita Kodachi.

̶ ¡Ah, ya veo por qué no pudiste esperar hasta salir del trabajo! –dijo, levantando una ceja- bueno, pues, ¿qué quieres que te diga? –dijo, después- ella aún está muy débil y pálida: casi no ha comido y no ha querido salir aunque sea un momento al jardín para que le pegue un poco el sol...

Mousse cambió su expresión al escucharla y después, dio un pequeño suspiro:

̶ ¿Sabes? –continuó Anna- yo sinceramente la veo muy triste, como si no tuviera deseos de seguir viviendo y...

̶ ¡Todo esto es mi culpa, Anna! –dijo interrumpiéndola, con voz entrecortada-.

̶ ¿Por qué dices eso? –le preguntó, muy sorprendida-.

̶ ¡Porque yo... yo... yo debí haber permitido que se fuera aquella vez y no retenerla en esta prisión en la que ha estado viviendo desde hace meses! –dijo, con algo de desesperación- ¡yo soy el responsable de que se encuentre así!

̶ ¡No digas eso! –le dijo preocupada, acercándose a él- ¡esto no es tu culpa!

̶ ¡Sí lo es! –dijo frustrado- ¡fui un egoísta!: solo pensé en mí en aquel momento, porque, aunque fueran órdenes estrictas del señor Tatewaki, yo... yo... yo no quería que se alejara de mí...

̶ ¡Ay, Mousse! –dijo Anna, abrazándolo- ¿cómo te fuiste a enamorar de ella, si sabes muy bien que eso no puede ser? –Anna ya se había dado cuenta de los sentimientos de Mousse por Kodachi, hacía ya algún tiempo-.

̶ Sí, tienes razón, Anna –dijo, con tristeza- sé que yo aquí solo soy un peón y que puse mis ojos demasiado alto, pero... ¿qué quieres que haga, si en el corazón no se manda?

̶ De verdad, lo siento mucho, Mousse –dijo, con voz temblorosa- no puedo ni imaginarme lo que debes estar sufriendo, pero, tienes que entender que...

̶ ¿Podrías hacerme un favor? –dijo, interrumpiéndola y limpiándose unas pequeñas lágrimas que estaban asomando en sus ojos-.

̶ Sí, claro –dijo, sonriendo levemente-.

̶ Mira, sé que es un gran atrevimiento de mi parte hacer esto, pero, ¿le puedes dar estas flores que compré especialmente para ella? –dijo, entregándole un pequeño ramo de rosas amarillas-.

̶ Por supuesto, Mousse –dijo, recibiéndolas- están muy lindas –dijo, acercándolas a su nariz para olerlas- estoy segura que le van a gustar mucho.

̶ Te lo agradezco, Anna... pero, por favor, no le digas que yo se las obsequié.

̶ ¿Por qué no? –preguntó sorprendida-.

̶ Porque ella sigue muy molesta conmigo y si se entera, no va a querer recibirlas... –dijo, aún con tristeza- además, no quiero tener problemas con su hermano ni con su prometido.

Anna se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

̶ Así lo haré, no te preocupes.

̶ Gracias, Anna... -dijo, sonriendo levemente- bueno, creo que debo regresar a trabajar... nos vemos después.

̶ Claro –dijo, colocando el ramo de rosas en el azafate que iba a subir a la habitación de Kodachi-.

̶ Oye y... ten siempre mucho cuidado al subir y bajar las escaleras –dijo, antes de salir de la cocina- recuerda que Ryu se preocupa mucho por ti.

Anna negó con la cabeza, sonriendo:

̶ ¡Ryu es un exagerado! jajaja –dijo, después-.

̶ No, no lo creo: tiene mucha razón al estar al pendiente de ti –dijo, algo serio- en tu estado, es normal que lo haga –pues, Anna tenía cuatro meses de embarazo-.

Anna rio un poco:

̶ Dile que no se preocupe tanto por mí: estaré bien, de verdad.

̶ Bueno, eso espero... adiós –dijo, saliendo de la cocina-.

̶ Adiós –dijo Anna y después, también salió de la cocina para dirigirse a la habitación de Kodachi-.

Pero, cuando iba a empezar a subir los escalones, escuchó que tocaban a la puerta. Se acercó a abrir y era Gosunkugi, con un enorme ramo de rosas rojas:

̶ Buen día –dijo, saludando- vengo a visitar a mi hermosa prometida.

̶ Buen día, señor Gosunkugi –dijo Anna rápidamente, haciendo una pequeña reverencia-.

Gosunkugi ingresó a la casa y después, le dijo:

̶ Imagino que debe estar en su habitación, ¿verdad?

̶ Sí, así es, señor... -dijo Anna- de hecho, ahora iba a llevarle su medicina –dijo, enseñándole el azafate-.

̶ Ah, ya veo... -dijo, observando el azafate- ¿y esas flores? –dijo después, levantando una ceja-.

̶ Eh... las traje para decorar un poco su habitación –dijo, rápidamente-.

̶ ¿Vas a decorar su habitación con esto? –dijo, en tono de burla- ¿en serio? pero, si son flores de muy mal gusto y corrientes –dijo despectivamente, tomando el pequeño ramo para después, tirarlo al suelo-.

Anna se sorprendió mucho y él continuó:

̶ A mi prometida solo le gusta lo fino y de clase, muchacha: apréndelo muy bien para que no vuelva a pasar, ¿de acuerdo?

̶ Pero, a la señorita le gustan mucho las rosas amarillas –dijo, un poco triste-.

̶ A ver, niña, ¿quién va a saber más de ella?: ¿tú que solo eres una empleada o yo que soy su prometido? –le dijo molesto-.

̶ Perdón, señor –dijo después, inclinando el rostro-.

Gosunkugi se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

̶ ¡Ah! y ya que vas a llevarle sus medicinas a mi prometida, sube también un té para mí, ¿quieres? -dijo, empezando a subir las escaleras-.

̶ Como usted diga, señor –dijo, con voz baja-.

Al irse Gosunkugi, Anna se agachó para recoger las flores:

Pobre Mousse: seguramente, gastó sus ahorros en comprar estas flores, solo para que ese señor las tirara al suelo, como si fueran basura... –dijo internamente, con tristeza- pero, no importa lo que haya dicho: de alguna forma lograré que la señorita Kodachi las reciba.

Por otro lado, en Tokio, al llegar las seis de la tarde, en la Universidad Imperial de Tokio:

̶ ¡Ay, ya quiero que todo esto termine! –les decía Azusa a sus amigas, mientras se encaminaban a la salida de la universidad- ¡ya estoy muy cansada y todavía faltan algunos meses para realizar las prácticas!

̶ ¡Tienes razón! –le dijo una de sus amigas- ¡cada vez nos dejan más y más tareas!... ¡qué pereza!

̶ ¡Yo ya estoy aburrida! –dijo otra de ellas-.

̶ Paciencia, chicas, paciencia –dijo otra más- ya aguantamos años así, ¿qué son unos cuantos meses más?

̶ Es cierto, además –dijo otra de sus amigas- recuerden que este fin de semana hay fiesta en mi casa y podremos desestresarnos un poco jajaja.

̶ ¡Es cierto!, ¡lo había olvidado! –dijo Azusa- ¡qué bien, porque ya me hace mucha falta divertirme! jajaja –hizo una pausa y después, dijo- y van a haber chicos, ¿cierto?

̶ ¡Por supuesto, amiga!

Todas rieron un poco y siguieron caminando. Cuando ya se estaban acercando a la salida, una de ellas dijo, deteniendo su andar precipitadamente, al ver a Ranma recostado en el auto de su padre, mientras esperaba a Akane:

̶ Oigan, ¿y ese chico?

̶ ¿Quién? –preguntó Azusa, volteando a ver-.

̶ El chico de allá –dijo su amiga, señalándolo- yo jamás lo había visto...

̶ ¡Es muy apuesto! –dijo otra-.

̶ ¡Sí! –confirmaron las demás- ¿quién será?

Azusa se le quedó viendo a Ranma detenidamente, de arriba hacia abajo y después otra de sus amigas, dijo:

̶ ¿A quién estará esperando?

̶ ¡A mí, por supuesto! –dijo Azusa, pícaramente- ¿por quién más podría venir un hombre así a esta universidad?

Sus amigas rieron un poco al escucharla y después Azusa, siendo "demasiado atrevida", decidió acercarse a él (pues, no iba a desperdiciar la oportunidad que se le estaba presentando para conocerlo, según ella):

̶ Hola, buen mozo –dijo con voz melosa, al llegar con él- ¿puedo ayudarte?, ¿a quién buscas?

Ranma se le quedó viendo un momento y después, carraspeó un poco incómodo:

̶ Hola –dijo, quitándose el sombrero que cargaba puesto- mucho gusto, soy Ranma Saotome.

̶ ¡Ay, hasta el nombre lo tienes lindo! –dijo, dando un largo suspiro y sonriendo con coquetería- gusto en conocerte, Ranma... –dijo, extendiendo su mano derecha hacia él, para que se la besara- yo soy Azusa Shiratori.

̶ Encantado, Azusa –dijo con cortesía y tomando su mano, para darle un beso-.

Mientras tanto, Akane y Shampoo acababan de salir de su salón de clases, después de finalizar el último curso de ese día:

̶ ¡Ay, Shampoo! –dijo Akane muy nerviosa y preocupada a la vez, mientras caminaban- ¡no sé cómo me encontró Ranma, pero, me arrepiento de haber aceptado hablar con él!... ¡fue un grave error!... ¡ya no quiero!... ¡¿ahora qué hago?!

̶ ¡Ningún error, Akane: no digas eso! –dijo Shampoo con reproche, interrumpiéndola- ¡haber aceptado tener una cita con él, fue la mejor decisión que pudiste haber tomado y te felicito por eso!

Akane se sonrojó mucho al escucharla:

̶ ¡No!, ¡no es una cita, Shampoo! –dijo, bastante incómoda- ¡él solo me pidió que habláramos, nada más!

̶ ¡Sí, claro: "hablar"! –dijo Shampoo, riendo un poco y molestándola- ¡sí, cómo no! jajajaja.

̶ De verdad, Shampoo –dijo, algo seria- no te estoy mintiendo.

̶ ¡Ay, Akane! –dijo, negando con la cabeza- ¡¿cómo es posible que no te des cuenta que Ranma está súper interesado en ti?!

̶ Pero, yo... es que... -dijo nerviosa-.

̶ ¡Qué tierno! –dijo, interrumpiéndola- ¡te estuvo buscando todo este tiempo y quiere que le des una oportunidad para explicarte las cosas!

̶ Pero...

̶ ¡Nada, Akane!: ¡ese chico está que se muere por ti y de una vez te digo que no voy a permitir que desaproveches esta ocasión para aclararlo todo, ¿eh?!

Akane se volvió a sonrojar e inclinó el rostro:

̶ ¿Y tú no podrías acompañarme, Shampoo? –dijo después, en voz baja-.

̶ ¡Ay, no, Akane, ¿cómo se te ocurre algo así?!... –dijo, muy sorprendida- ¡qué voy a estar haciendo yo mal tercio ahí!... ¡no, no, no!... además, yo tengo que ir a hablar con la profesora de bioquímica sobre el trabajo que nos dejó para la próxima semana, así que, aunque quisiera, no puedo, amiga... lo siento –eso obviamente solo era una excusa para no ir con ella-.

̶ Pero...

̶ Adiós, Akane –dijo, despidiéndose de ella con un beso en la mejilla- hay me cuentas todo lo que pase y con lujo de detalles, por favor.

̶ Pero, Shampoo...

̶ Y cuidadito como me entero que no fuiste a tu cita, ¿eh? jajaja –dijo, riendo un poco y después, se fue rápidamente de ahí-.

Al irse Shampoo, Akane dio un pequeño suspiro, con frustración:

¡Por favor, que se le haya olvidado a Ranma haberme pedido hablar con él! –suplicó en su mente-.

Mientras tanto, en la salida de la universidad, Azusa seguía hablando con Ranma:

̶ Ésta es la dirección –dijo Azusa, entregándole un papel a Ranma- ojalá puedas ir -pues, tanto había sido su atrevimiento que hasta lo había invitado a la fiesta que daría una de sus amigas el fin de semana que se aproximaba-.

̶ Sí, claro, gracias –dijo Ranma, recibiendo el papel y prestándole muy poca atención, por estar al pendiente cuando Akane saliera-.

̶ Y cuando gustes... -volvió a hablarle Azusa- puedes llamarme a mi casa –dijo, entregándole otro papel con su número de teléfono- por si de repente te sientes un "poco solo" –dijo nuevamente, con voz melosa- y necesites... bueno, tú sabes: "compañía" –dijo, guiñándole un ojo-.

Ranma se sorprendió mucho al escuchar eso último. Iba a responderle, pero, de pronto, vio a Akane aproximándose a la salida de la universidad y no pudo evitar sonreír ampliamente:

̶ Discúlpame, por favor –dijo, alejándose rápidamente de ella-.

̶ Pero... -dijo Azusa, un poco desconcertada y después, se enojó bastante al ver que había ido al encuentro de Akane- ¡¿estaba esperando a la anticuada?! –preguntó, sin poder creerlo- acaso, ¡¿él es su prometido?! –dijo aún más molesta, cruzándose de brazos- ¡esto es el colmo!: ¡¿cómo lograría que un hombre así se fijara en ella?!... ¡¿cómo es posible?!

̶ ¡Ay, Azusa!: si huyó de ti, es porque tú también te pasas –dijo una de sus amigas- fuiste demasiado lanzada con él.

Sus otras amigas empezaron a reírse:

̶ Es cierto –dijeron, después-.

̶ ¡No les pedí su opinión! –dijo, muy molesta- ¡y al final, él es quien se pierde de salir con alguien como yo! –dijo echando chispas y yéndose rápidamente de ahí-.

Akane venía suplicando aún en su mente, no encontrarse con Ranma después de terminar de hablar con Shampoo, pero, al llegar a la salida, se sorprendió mucho al ver que ya estaba ahí y que estaba platicando con Azusa.

Detuvo su andar precipitadamente y no dejó de decepcionarse, pero, eso tardó solamente unos cuantos segundos, pues, él, al verla, rápidamente fue a su encuentro, provocando que se sonrojara y se pusiera muy nerviosa:

̶ ¡Hola de nuevo! –dijo Ranma, sonriendo ampliamente, al llegar con ella-.

̶ Ho... hola –dijo, sin verlo a los ojos y él nuevamente se atrevió a darle un beso en la mejilla:-

̶ ¿Me permites? –dijo él después, tratando de ayudarla con sus libros-.

̶ ¡No, no es necesario! –dijo, rápidamente- ¡solo... solo dígame de una vez lo que tenga que decirme!

̶ Pero, no aquí... -le dijo, sonriendo- ven conmigo: quiero llevarte a un lugar muy especial.

̶ Pe... pe... pero, usted me dijo que solo hablaríamos unos minutos –dijo Akane muy sorprendida, al escucharlo-.

̶ Y así será, te lo prometo –le dijo, aun sonriendo-.

̶ Pero, es que, yo... -dijo, muy nerviosa- tengo mucha tarea para mañana y...

̶ Acompáñame, por favor –le dijo, en tono de súplica- de verdad, no nos vamos a tardar –y diciendo esto último, tomó sus libros para ayudarla con ellos-.

̶ Yo... es que... -Akane no sabía qué decir, porque no estaba muy convencida en querer acompañarlo, pero, luego recordó que él le había dicho por la mañana que lo escuchara y que después de eso, ya no la buscaría más-.

̶ ¡Vaya! –dijo Ranma, al leer la portada de uno de los libros- "bioquímica y biología molecular para ciencias de la salud"... interesante –dijo, hojeándolo-.

Akane volteó a verlo un momento:

̶ ¿Y tú entiendes todas estas fórmulas? –le preguntó sorprendido-.

̶ Eh... sí –dijo, con voz baja-.

̶ Ya veo... ¡yo ya me hubiera vuelto loco con tanto cálculo! –dijo, riendo un poco-.

Akane sonrió levemente, al escucharlo y él continuó:

̶ ¿Y de esto tienes tarea para mañana?

̶ Sí... -volvió a decirle y después, inclinó el rostro-.

Ranma sonrió al contemplarla detenidamente y luego, tomó una de sus manos. Ella se sorprendió mucho ante tal acción y se sonrojó hasta más no poder:

̶ Te prometo que no te voy a quitar mucho el tiempo, para que puedas hacer tus tareas –le dijo, besando su mano-.

Akane se quedó sin habla y él, sin soltarla, la jaló suavemente para llevarla a su auto.

Al llegar, Ranma le abrió la puerta del copiloto y le ayudó a subirse. Después, él se subió también y se fueron de ahí, sin percatarse que habían sido observados, desde el otro lado de la calle:

̶ ¡Vaya, vaya! –dijo una chica, llamada Lychee- ¿estará Mariko enterada de que su novio sale con otra mujer?

̶ ¡No, no lo creo! –dijo otra, llamada Miyo-.

̶ ¡Y es esa chica de cabello azulado con la que bailó en la fiesta! -dijo Hiroko-.

̶ ¿Quién lo diría? –volvió a decir Lychee- eso quiere decir que ya se conocían.

̶ Me muero por ver la cara que pondrá Mariko cuando se entere jajaja –volvió a decir Hiroko-.

̶ A lo mejor, Ranma y ella ya terminaron su relación –dijo otra, llamada Kogane-.

̶ Conociendo a Mariko –dijo Lychee- dudo mucho que tan fácilmente haya aceptado terminar con él.

̶ ¡Esto está muy extraño! –dijo Miyo- ¡hay que averiguar qué es lo que está pasando!

Por otro lado, en el pueblo de Nerima, la señora Aiko se encontraba en la sala de su casa, tejiendo y platicando con la señora Cologne:

̶ Oiga, suegra -dijo la señora Aiko- últimamente, he estado pensando mucho en Akane... -hizo una pequeña pausa- quizás se deba a que esta vez no pudo venir a pasar sus vacaciones con nosotros...

̶ Sí, tienes mucha razón -dijo la señora Cologne- yo también he estado pensando mucho en ella, pero, lo bueno es que ya muy pronto tendrá vacaciones nuevamente y después, ya solo le quedarían sus prácticas para terminar por completo su carrera.

̶ Sí, es cierto, pero, aun así... -dijo, dando un pequeño suspiro- me hace mucha falta y no creo aguantar hasta junio para volver a verla.

La señora Cologne se le quedó viendo un momento y después, le dijo:

̶ Oye, Aiko, ¿y si vamos nosotros a visitarla?

̶ ¿Visitarla? -preguntó, la señora Aiko-.

̶ ¡Sí!, ¡¿qué te parece la idea?! -dijo, muy contenta- ¡podemos ir un fin de semana a quedarnos con ella!

La señora Aiko se quedó pensando un momento:

̶ Y... ¿usted cree que Soun acepte? -dijo, después- porque ya sabe que a él no le gusta salir del pueblo ni que nosotros lo hagamos.

̶ ¡Ay, no creo que tenga inconveniente solo por un fin de semana!

La señora Aiko iba a decirle algo más, pero, de pronto, Ryoga ingresó a la sala, interrumpiendo la conversación:

̶ ¡Hijo! -dijo rápidamente la señora Aiko, al verlo- ¡qué bueno que ya hayas regresado de trabajar!... ¿quieres comer algo?

̶ Gracias, mamá -dijo Ryoga, acercándose a ella- pero, no tengo mucho apetito... solo quiero descansar.

̶ ¡Ay, hijo, no me gusta que trabajes tanto! -dijo preocupada, la señora Aiko-.

Ryoga sonrió levemente, al escucharla:

̶ Gracias, mamá -dijo, dándole un beso en la mejilla- pero, ya sabes que lo hago con mucho gusto, además, es necesario ahora que papá despidió a algunos trabajadores y...

̶ Pero tampoco hay que abusar, niño -dijo interviniendo, la señora Cologne- porque no queremos que te nos vayas a enfermar.

Los tres rieron un poco y después, la señora Cologne habló nuevamente:

̶ Oye, Ryoga, se me está ocurriendo que tú también nos puedes acompañar a visitar a tu hermana, para que te despejes y te olvides un poco del trabajo.

Ryoga se sorprendió mucho al escuchar a su abuela:

̶ ¿Ir a visitar a Akane?... ¡¿de verdad?! -dijo después, muy emocionado-.

̶ ¿Te agrada la idea? -le preguntó la señora Aiko, sonriendo-.

̶ ¡Por supuesto! -dijo aun, muy emocionado- ¡ya me hace falta ver a esa payasita! jajaja... ¡la extraño mucho!

Volvieron a reír un poco y después, la señora Aiko dijo:

̶ Bueno, entonces, no se diga más: ¡hablaré con Soun para que nos dé permiso de ir a visitarla!

Iba a seguir hablando, pero, en ese momento, ingresó el señor Happosai, a interrumpir la conversación (nuevamente):

̶ Ah, Ryoga -dijo al verlo- qué bueno que ya estés aquí, es que, tu padre me pidió que te avisara cuando volvieras que quiere hablar contigo en su oficina.

̶ ¿Mi papá quiere hablar conmigo? -dijo muy sorprendido, pues, hacía más de un mes que casi no le dirigía la palabra- ¿de verdad?

̶ Sí, hijo -confirmó el señor Happosai- es mejor que vayas rápidamente, porque parece que es muy importante.

Ryoga aún estaba muy sorprendido y su mamá le dijo, sonriendo:

̶ Ve, mi amor: quizás sea para que hagan las paces.

̶ ¿Tú crees? -preguntó, dudoso-.

̶ Sí, pequeño, tu mamá tiene razón -dijo la señora Cologne- ve rápidamente y no lo hagas esperar.

Ryoga se les quedó viendo un momento y después, sonrió:

̶ Está bien: iré a hablar con él... ahora vuelvo -dijo, saliendo de la sala-.

Al llegar a la oficina de su padre, tocó la puerta, antes de ingresar:

̶ ¿Puedo pasar, papá?

̶ Adelante -dijo el señor Soun-.

Ryoga ingresó, algo nervioso y después, le dijo:

̶ Eh... disculpa que te moleste, papá, pero, mi abuelo me dijo que quieres hablar conmigo.

̶ Sí, así es -dijo, mientras fumaba su pipa- siéntate.

Ryoga así lo hizo y el señor Tendo volvió a hablar:

̶ ¿Sabes? he estado dándole y dándole vueltas al asunto de tu compromiso con Ukyo...

̶ ¿Mi compromiso con Ukyo? –preguntó después, algo sorprendido-.

̶ Sí... -dijo, sacando humo por su boca- dime, ¿ella está decidida a casarse contigo hasta finalizar sus estudios?

̶ Sí, papá, así es... ya hablamos mucho sobre eso y yo estoy de acuerdo en esperarla el tiempo que sea necesario.

̶ Ya veo... -dijo tranquilo, mientras continuaba fumando- entonces, ¿es un hecho?

̶ Sí, papá -confirmó Ryoga-.

El señor Soun se le quedó viendo un momento y después, se levantó de la silla donde estaba sentado:

̶ Muy bien, hijo, entonces, no me queda más que informarte que tengo ya algunas semanas de estar visitando al señor Unryu y su esposa...

Ryoga se le quedó viendo confundido, pues, no comprendía nada:

̶ Y como tú sabes –continuó su papá- ellos tienen una hija, que es más o menos de tu edad: se llama Akari.

̶ Perdón, papá, pero, no entiendo nada -dijo Ryoga, interrumpiéndolo-.

El señor Soun se le quedó viendo y después le dijo, un poco molesto:

̶ Es que, aun no he terminado de hablar.

̶ Yo... lo siento -dijo, algo avergonzado-.

Ambos se quedaron callados un momento:

̶ Ryoga, mira... -dijo después, el señor Soun- si pedí hablar contigo es para decirte que... –hizo una pequeña pausa- es para decirte que... he decidido dar por terminado tu compromiso con Ukyo.

Mientras esto sucedía, por otro lado, Nabiki acababa de llegar a la hacienda Tatewaki, después de que le dieran la dirección exacta y de dejar encargado su hijo con Kasumi:

¡Qué lugar tan grande! -pensó muy sorprendida, al ingresar-.

Después, las empleadas la guiaron a la sala de la casa y le pidieron que esperara un poco, mientras Kuno regresaba del trabajo:

̶ Ahora le traigo algo de beber, señorita -le dijo una de las empleadas-.

̶ Muchas gracias -dijo Nabiki, sentándose en uno de los sillones-.

̶ Con permiso -dijo la empleada, haciendo una reverencia para retirarse-.

̶ Es propio -dijo Nabiki, mientras observaba detalladamente la sala:-

¡Cuánto lujo!... ¡definitivamente, esta familia es muy adinerada! -pensó, después-.

De pronto, vio una fotografía que estaba sobre una mesa, que llamó mucho su atención y la tomó en sus manos un momento: en ella estaban Kuno y Kodachi cuando eran niños, sonriendo abrazados, junto a sus padres.

Nabiki la observó detenidamente:

Este niño –dijo internamente, refiriéndose a Kuno- se parece mucho a Tacchi...

Estaba ensimismada, cuando de pronto, escuchó que abrían la puerta de la casa.

Colocó rápidamente la fotografía en su lugar y regresó a sentarse:

̶ Señor Tatewaki -dijo, una de las empleadas- qué bueno que ya haya regresado, es que, en la sala hay una señorita esperándolo para hablar con usted: dice que es enfermera.

̶ ¿Ah, sí? -dijo Kuno, sin mostrar mucho interés- bueno, hazla pasar a mi oficina: ahí la voy a atender.

̶ Como usted diga, señor -dijo la empleada rápidamente y después, fue con Nabiki a avisarle:- señorita Nakamura, el señor Tatewaki acaba de venir y me dijo que la va a atender en su oficina.

̶ Gracias, muy amable.

̶ Venga conmigo.

Nabiki siguió a la empleada y al llegar a la oficina, tocó a la puerta suavemente:

̶ Pase -dijo Kuno, del otro lado de la puerta-.

Esa voz... -dijo Nabiki internamente, muy sorprendida- me es tan familiar esa voz.

Se quedó un momento sujetando la perilla antes de abrir la puerta:

̶ Buenas noches, señor Tatewaki –dijo después, ingresando a la oficina-.

Kuno estaba dando la espalda, mientras ordenaba unos documentos en un archivo:

̶ Buenas noches, siéntese, por favor, ahora la atiendo –dijo, respondiendo a su saludo y terminando de colocar los documentos en una de las gavetas del archivo. Después, se dio la vuelta y ambos se quedaron completamente estáticos al verse o más bien, al reconocerse-.

Nabiki se tapó la boca con una de sus manos, muy asustada:

̶ ¿Na... Nabiki? -le preguntó Kuno, bastante sorprendido-.

A Nabiki se le empezaron a salir algunas lágrimas involuntariamente, por la impresión. No podía creer que estuviera frente a frente con su viejo amor... con el hombre que le había roto el corazón, hacía poco más de siete años:

̶ Tacchi... –dijo, con voz entrecortada e inaudible a la vez-.

CONTINUARÁ...