Nuevas costumbres.


Un buen momento en el baño era lo que Rin necesitaba.

Desde que había ocurrido ese incidente con su querido hijo Haru, las cosas se habían vuelto más incómodas. Aunque al principio había dicho que no iba a pasar nada malo, y de que la confianza que tenían mejoraría, solo hizo falta que Len regresara para que las cosas volvieran a ser confusas. En primer lugar, porque ni Haru se habían puesto de acuerdo acerca de lo que harían una vez que Len volviera. Aunque su relación era ahora mucho más cercana, Len no tenía ni la menor idea de lo que había ocurrido, seguía comiendo con su esposa y con su hijo y les seguía hablando con toda la normalidad del mundo.

Len era alguien siempre desafiante, aunque en un inicio se había puesto de acuerdo con Rin en aquella relación incestusa que tenían, siempre lo hizo desde el punto de vista en el que quería formar algo hermoso y que prevaleciera por sobre todas las cosas. Rin estaba segura de que la idea de un amor libre como el que había tenido con Haru no sería comprendido.

Se volvió a meter en la bañera, Len había vuelto en la mañana y luego de la cena se había dormido profundamente. Ella había decidido tomar un baño relajante para considerar lo que había hecho, mientras que Haru se quedaba haciendo su tarea. Suspiró mientras jugaba con el jabón.

De pronto, se escuchó que alguien abría la puerta, Rin se sorprendió, alcanzando a tomar una toalla.

-¿Quién es? -preguntó, sin que pudiera hacer nada, vió que su hijo entró, con nada más que una toalla puesta alrededor de la cintura.

-Hola, mamá... -dijo Haru, mirando al suelo, tratando de no centrar demasiado la vista en su madre.

-¡Haru! -dijo ella, recordando que no era buena idea que gritara mientras estaban ahí-. No creo que deberías estar aqui -dijo cubriendo su cuerpo desnudo, tratando de pensar en la manera de salir de esta sin lastimar los sentimientos de su hijo, pero conservando la fidelidad a su esposo.

-P-pero... -dijo Haru como desesperado de poder mantenerse en ese mismo lugar con ella-. Yo... pensé que todo iba a estar bien entre nosotros... -añadió sintiendo decepción.

-Lo sé... sé que lo dije, pero es algo dificil de manejar, ¿No crees? -dijo Rin mientras se sumergía más en la bañera-. Me gustó realmente poder tenerte tan cerca de mi, es solo que cuando pienso en tu padre... no me siento cómoda con el asunto, no siento que es una barrera que deberíamos superar... -añadió mientras se abrazaba a si misma.

-¿Y cómo supiste que estar con mi padre... con el hombre que era también tu hermano, sería lo correcto? -preguntó ahora Haru.

-Nunca lo supe... -dijo Rin, siendo completamente honesta, siendo ahora tan diferente a la chica atrevida y alocada que se atrevió a aquello... era todo un mundo aparte, como lo era la misma mujer que llevó a su hijo en el vientre... ¿Eso era justo?

-¿Entonces? -preguntó Haru, acercándose más.

-Yo... no lo supe, yo lo decidí...decidí que lo que quería yo, era lo correcto, y eso fue lo mismo que hizo tu padre... -dijo Rin, tratando de no sonar maliciosa o cruel-. Haru... hijo mio, lo cierto es que nunca creímos en que existiera un bien o un mal supremo, o algo como una base absoluta del bien y del mal, como un horizonte que nos guíe... desde que tu padre y yo estamos juntos, nos dimos cuenta de que nuestras pasiones funcionaron para guiarnos, y nada malo ha surgido de eso.

-¿Qué hay de la relación con la abuela? Ella... nunca la he visto, y por lo que dicen no está muy complacida con esto...

-Ella puede pensar lo que desee, nunca le faltamos el respeto, siempre fuimos buenos hijos... creo que es por eso que ella se ha mantenido de esa manera hasta ahora, sin decir demasiado, ella no aprueba lo que hicimos pero no piensa juzgarnos ni condenarnos.

-¿Y qué hay de la endogamia? -dijo ahora más preocupado el muchacho.

-Mírate a ti mismo... no estas mal, en nuestra familia nunca hubo tanto de eso como para que tu salieras con defectos -añadió Rin con alegría-. Al contrario, estás bien dotado y eres bastante inteligente.

Haru se sonrojó un instante al escuchar eso, era todo cierto.

-¿No le temen a nada más? -dijo el muchacho, pensando en que tendría la razón.

-No realmente, en este país uno puede mantenerse con este estilo de vida siempre y cuando no provoque problemas a otros -dijo con cierta gratitud en su voz-. Entonces... si hay algo que nos va a juzgar después, eso será otra cosa, otra cuestión en la vida... porque nosotros dos no fuimos persoas crueles o malvadas.

Haru se mantuvo de pie, su cuerpo estaba realmente más frio de lo que podía haber imaginado, pero tenía que preguntar algo.

-Entones... no veo cómo no puedo darme un baño contigo... -dijo el jove retirando la toalla, volviendo a mostrarse desnudo, pero ahora su miembro estaba apenas endurecido.

-Haru... no sé si pueda ser buena idea -pero sus palabras se silenciaron cuando vio al chico sentarse en uno de esos banquitos de baño y empezar a tomar el agua para limpiarse.

-Lo sé, mamá, es complicado, pero no veo nada en tus palabra que me digan que esto está mal -respondió él, tomando el agua en un cubo y hechándosela encima-. ¿Me puedes lavar la espalda? -dijo él con una sonrisa.

Rin se levantó, confiaba en que su hijo se mantuviera dándole la espalda mientras estaba desnuda. Tomó una de las esponjas para frotarlo con esta de forma lenta, acercándose cada vez más a él.

-Claro que habría algo malo... la persona que más se lastimaría sería tu padre... él... no me gustaría que sintiera una infidelidad -dijo Rin mientras se dedicaba a acercarse más y más.

-Sé que sería muy cruel con él... pero soy de los que piensan que lo entendería... -dijo Haru, de pronto haiendose hacia atrás, sintiendo los pechos de su madre en su espalda por unos instantes-. él tuvo el corazón aceptar el inesto como si nada... sé que puede que crea que todo es de estar con una sola persona, pero si ya han roto las normas sociales una vez, ¿por qué no romperlas de nuevo? -dijo el chico con una sonrisa.

Rin, pese a lo sorprendida que estaba, se hizo solo un poco para atras, permitiendo que sus pechos se frotaran contra la espalda de su hijo. Entonces miró cómo este separaba las piernas, demostrando que su erección había vuelto a levantarse, dejándola completamente sonrojada.

-Haru... no se trata de cuantas normas sociales pueda uno romper... -dijo Rin, por un instante, sintiendo el deseo de volver a masturbar a su hijo.

-Pero no es como si quisieramos mantenerlas todas para evitar que se rompieran... ¿O si? -dijo el chico haciendose para atrás, alcanzando apenas a besar un poco los labios de su madre.

-¡Hijo, no! -se alejó Rin, gritando un poco-. Lo que nos unió no fue solo... ese deseo de hacer las cosas prohibidas... -contestó ella, tratando de recapacitar-. Escucha... tal vez empezó como una simple calentura, como muhas otras cosas, pero cuando supe que estaba embarazada de ti... lo cierto es que me decidí a hacer las cosas bien, y lo decidí porque me di cuenta de que tu padre estaba dispuesto a actuar con responsabilidad y amor conmigo, ser no solo un novio o un amante sino también un esposo...

-Siento que no es justo -interrumpió Haru, mirando el cuerpo desnudo de su madre-. No me has dado la oportunidad de demostrarme a mi mismo de esa forma...

-Eso... tal vez no sea lo mejor -el cuerpo de Rin se tensó al pensar en tener a Haru en esa misma situación, en esa misma posición.

Tal vez el chico era un poco menor que ella cuando lo tuvo, pero eso no justificaría hacer nada con él, como fue que con Len lo hizo...

-¿Puedo... lavar tu espalda ahora? -ofreció Haru estando sentado en el suelo con las piernas cruzadas.

-Está bien... pero solo eso... -acepto Rin, sentandose, colocandose con los brazos cruzados.

Ya habían sido muchas las veces en las que habían hecho eso, y ahora se veía que los recuerdos les regresaban. Habría sido cuando Haru tenía 6 años cuando fue la última vez que se bañaron juntos, y a partir de eso comenzaron a distanciarse. Rin podía sentir la cercanía de su hijo, y no solo por el calor, aunque fuera un desastre admitirlo, sentir su calor, su respiración tranquila y su forma tan amable de pasar sus dedos por su espalda, la hacían tranquilizarse un poco.

-Sabes... yo sé que dirás que me he equivocado...o que no tengo derecho de decir nada contra esos deseos que tienes... -dijo Rin mientras que sentía los dedos de su hijo-. pero no es lo mismo... no es simplemente lo mismo...

-Eso lo sé -contestó Haru, apoyando su barbilla en el hombro de su madre-. Y me pesa mucho que esté en una clara desventaja en esta situación -comenzó a decir, cubriendo sus ojos con su cabello-. Pero si piensas que todo lo que tengo es puro y adulterada lujuria, no es así... lo he pensado mucho, desde hace unos días cuando pasó aquello, mamá... creeme que pensé, luego de tener la claridad del orgasmo, que mi corazón se tranquilizaría...

Suspiró, Rin pudo sentir su cálido aliento en el oído mientras que se preparaba para replicar, pero Haru siguió hablando.

-Pero no lo hizo... por más que cumplí ese deseo, el deseo que desde hace casi un año lleva mi corazón, nada de eso se detuvi -Haru pasí sus manos y abrazó a su madre con cariño-. Al contrario... me di cuenta de que de verdad, esto que siento, es mucho más que solo un deseo de lujuria sin control, porque incluso sin ese deseo latente en mi miembro, mi corazón seguía deseandote a ti, y solo a ti, mamá... -se contuvo unos instantes y siguió-. No sé si sea algo en mi sangre, o si sea algo que debí curar en mi mente hace mucho tiempo, pero no puedo verte como nada menos que la mujer más hermosa y perfecta que existe... y una mujer por la cual daría la pena dar mi vida y todo lo demás...

Haru empezó a besar el cuello de Rin, lentamente. Sus palabras la habían cautivado en cierta medida, pero esos besos, tan suaves, tan cariñosos, no podía sentir ni una sola fibra de malicia o de deseo morboso en esos besos que ahora bajaban por su espalda.

-Haru... eres muy joven para entender esto... -dijo Rin completamente sonrojada-. Eres muy chico para comprender lo que es el amor...

-Entonces esta versión que tengo del amor, es todo lo que hay en mi, te lo regalo -dijo el muchacho mientras seguía lamiendo la espalda de su madre.

Los besos, las caricias, la forma tan suave en la que le daba pequeñas mordidas, todo era lleno de pasión, entrega y cariño, y Rin era debil a esto. Se movió en su asiento, las caricias de su hijo ahora se dirigían a sus pechos, y no tenía piedad alguna con la suavidad y la sensibilidad de sus pezones, los cuales masajeó y jaló ligeramente como si fuera un juego, pero a la vez, con tanto de ese mismo cariño que Rin no podía hacer que parara.

-Haru... no sabía que podías ser tan apasionado -admitió ella, sintiendo sus piernas temblar, al momento en el que su hijo comenzaba a bajar más y más, lo besos los besos alcanazron sus gluteos, forzando a que Rin tuviera que inclinarse un poco, dejando ver su sexo.

-Y yo... no sabía que te podías mojar tanto... -dijo Haru, admintiendolo mientras veía como su madre chorreaba un fluido de pasión, más espeso que el agua y con un aroma distintivo que motivó la erección del muchacho.

Si tenía razón lo que había leído, aquella humedad indicaba claramente que Rin estaba ovulando, y como resultado de la excitación, su cuerpo producía aquel fluido para facilitar la penetración. Haru no lo dudó un solo instante, se lanzó con su cara a las posaderas de su madre y empezó a lamer su intimidad.

-Espera... en esa pare está sucio todavía... -dijo Rin mientras sus piernas temblaban, la lengua de su hijo,sumamente inexperta pero atrevida, pequeña pero rápida, le hacía gemir con intensidad; ni siquiera podía creer realmente que su hijo le estuviera dando sexo oral.

Rin no pudo contenerse, su cuerpo era debil ante esa habilidad y esa suavidad en la lengua de su hijo. Trató de no gemir demasiado fuerte, gemidos suaves y fuertes y agudos que sin duda alguna despertarían a Len... aquella idea la consternaba pero provocaban algo mas en su interior...

-Haru... espera... -dijo después de tan solo unos veinte minutos, cuando este se levantó-. Entiende... mi cuerpo también es debil ante el tuyo... yo... -dijo con algo de pena-. soy bastante suseptible a este sentimiento de prohibición que nos mantiene separados...

-Pero mamá... -la recostó, miraba a su madre con cariño y ternura, la recostó y se colocó a gatas sobre ella-. Yo... yo no quiero que esto sea solamente una tarde de sexo de la cual olvidarnos... -la miró a los ojos con toda sinceridad y cariño-. Yo... deseo que seas mi novia...

Aquellas palabras, más que todo el acto que acababan de hacer, fueron demasiado para Rin. Su corazón comenzó a latir con intensidad y sus mejillas se enrojecieron a más no poder, sus manos de igual manera se fueron a su cara, como tratando de taparse de la pena.

-¡P-pero soy tu madre! -dijo con toda la pena del mundo.

-Lo sé... y no lo podré olvidar un solo día de mi vida... pero de verdad deseo que seas mi primera novia... de verdad es mi mayor deseo... -dijo él, tomando de las manos a su madre.

Rin nunca lo había contemplado de esa manera, había pensado en lo afortunada que sería la primera persona que llegara a tener una cita con su hijo Haru, pero jamás se contempló a si misma de esa manera.

-¿Estás seguro de que no te vas a arrepentir? -dijo Rin mientras miraba a su hijo a los ojos.

-Seguro, mamá... no hay nada más que quiera en este mundo que ser tu novio...

La forma en la que le miraba directamente a los ojos, cualquier cosa, dicha con esa mirada apuntando directamente a la suya, habría causado que ella dijera que si, desde el inicio de sus días, desde que el pequeño pedía alimento de sus pechos, desde que aprendió a hablar y quería un juguete, Rin era una madre que podría concentir a su pequeño con cualquier cosa si es que este se la pedía mirándola a los ojos de esa manera tan... intensa. Solo hubo un par más de pensamientos acerca de Len antes de que su corazón fuera el que lo decidiera, pensando en que su hermano lo entendería...

-Si... Sí quiero ser tu novia... -y dicho esto lo acercó a si misma, besándolo de manera suave pero llena de significado-. Seré tu primera novia, hijo mio...

-Ah... ¿De verdad? -dijo el muchacho sin poder creerse que había llegado tan lejos, complacido por el beso pero aun mas por la mirada tierna y seducotra de su madre, provedió a inclinarse sobre ella, besándola todavía más-. Te amo, mamá -dijo para seguir besandola en los labios.

-Y yo te amo a ti, hijo mio -correspondió Rin, acercándolo todavía más con sus piernas, colocándolo sobre si misma y continuando la batalla intensa de sus labios y sus lenguas.

Ahora el beso era verdaderamente intenso y de cariño, era como si los dos pronto se hubieran empezado a pertenecer el uno al otro, y de cierta manera era lo que los dos deseaban. Rin ahora lo sentía más cerca que nunca, quizá siempre deseó ese tipo de cercanía con alguien, y finalmente lo tenía, mientras que Haru había roto aquello que había comenzado a separarlo de su madre. Solo había una cosa más que los separaba.

Haru miró hacia abajo, su miembro estaba a punto de entrar en ella, solo a pocos milímetros de que la punta del glande entrara en su vagina.

-Mamá... creo que... tengo ganas de... -trató de hablar el chico, pero Rin lo comprendió al instante.

-Ah... Haru... no creo que sea apropiado hacer eso... estoy en mis días más fértiles, y sería posible que quedara embarazada incluso si no terminas dentro... -dijo Rin mirándo a su hijo a los ojos.

De alguna manera, la idea de embarazar a su propia madre no le repugnó para nada a Haru, de hecho... le hizo sentir un intenso deseo de querer mover sus caderas todavía más. Solo pudo contenerse al mirar lo preocupada que se veía su madre hasta que ella notó la emoción que esto le provocaba y le dijo.

-Mira... puedo usar mi boca si así lo prefieres... -dijo ofreciendo su lengua de fuera mientras veía a su hijo.

-E... está bien... -dijo Haru-. ¿pero luego, cuando no haya riesgo, podrémos hacer el amor? -preguntó retirándose de encima de su madre.

-Claro que si, soy tu novia, después de todo, es natural que hagamos esas cosas -dijo ella con una sonrisa seducuctora, volviendo a sentar a su hijo en el asiento para poder ver su pene.

Era la primera vez que lo veía a todo detalle, es más, pensaba, y esto lo hacía como por instinto, en la comparación de tamaños entre su pene y el de Len. Claro que el de Len tenía mejores proporciones, pero estaba segura de que Haru tenía un pene mucho más grande en proporcion a la edad, es decir, que era más grande que el de Len a su edad. Dejó pasar eso y sujetó el pene de su hijo con las dos manos.

-Mmmm tus manos se sienten muy bien... -dijo Haru mientras volvía a gemir, a lo que Rin contestó con una sonrisa y empezó a dejar escurrir su saliva sobre el glande del muchacho.

-Espero que disfrues más de esto -dijo ella antes de comenzar a lamer la punta del pene de su hijo, disfrutando del instantaneo sabor de su sudor y de sus fluidos.

Rin no podía creer lo bien que se sentía darle sexo oral a su propio hijo, estaba disfrutando y saboreando la fruta prohibida a toda plenitud, y el escuchar al pequeño gemir y disfrutar intensamente de aquello solo le daba más y más placer, una recompenza a su inmoralidad era poder ver a su hijo gozando como nunca antes, gimiendo su nombre mientras acariciaba su cabello. Se aproximó más a él, metiendo su miembro bien hasta el fondo, sucionando y disfrutando a más no poder.

-Mmm mamá... es demasiado... no voy a soportarlo mucho más... -dijo Haru con respiración entrecortada.

-¿De verdad te gusta tanto que tu madre chupe tu pene? -dijo Rin, colocándose de tal manera que el pene de Haru alcanzara su garganta.

-¡Si! -gimió con intensidad, cerrando sus ojos y permitiéndose liberar su semen.

Rin recibió el esperma en su boca, era espeso, suave, más abundante y dulce de lo que Len jamás había hecho. Permitió que hasta la útima gota saliera en su boca, estimulando con suavidad la puntita para permitir que saliera todo lo que quedaba, y se rió un poco al escuchar que su pequeño gemía con algo de suavidad al mometo en el que ella terminaba de pasear su lengua por la punta.

Se separó finalmente, el espeso hilo de semen del esperma de Haru se mantuvo hasta que ella limpió sus labios, mirando al chico a los ojos, tratando de tragarlo todo. Lo disrutó un poco, era algo sucio, pero pudo disfrutar la forma en la que sabía, relamiendo sus labios luego de unos instantes.

-Ah... espero que te haya gustado... -dijo Rin levantandose, ella misma estaba sumamente humededa.

-Me encantó... -Haru estaba completamente cansado, no había podido soportarlo, habría preferido que tardara más, pero la cantidad que liberó indicaba lo mucho que se habia excitado.

-Jeje, está bien, descansa, iré a cambiarme -y diciendo esto empezó a salir-. Asegúrate de darte un baño completo, lávate detrás de las orejas.

Salió, todavía sonrojada... ¿Acaso no conocía los límites? sabía que no podía ser muy bieno que estuviera en una relacion con su hijo, pero la sola idea era ahora... encantadora... simplemente había podido con ella.

Caminó hasta la habitación y entró, encontrándose de frente con Len, el cual apenas había despertado y sostenía la toalla para ir a bañarse en su mano.

-Rin... tu... -en ese momento la mujer se percató de que estaba desnuda, y había caminado sin una sola prenda desde el baño hasta su habitación.

-L-len... espera, esto no es lo que -pero al instante Len la tomó de la cintura y besó sus labios, ella solo deseó que la lengua de su esposo, que tan viciosa y fuertemente exploraba su boca, no fuera a encontrar el sabor del semen de su hijo.

-Ah... Rin, gracias, aunque es un poco arriesgado, Haru podría haberte visto -dijo él mientras empezaba a quitarse la ropa-. vamos... tenemos como 15 minutos antes de que él salga del baño, mamá y papá van a divertirse... -añadió mientras sacaba un condón de su cajón del lado derecho de su cama.

Fin del capítulo 9

Muy bien... ¿Creen que Len se vaya a enterar del asunto?